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La celestina. Fernando de Rojas, Apuntes de Literatura Medieval

Preguntas cortas y largas que ha hecho el profesor en sus exámenes hasta la fecha

Tipo: Apuntes

2019/2020

Subido el 29/10/2020

salvadoraa
salvadoraa 🇪🇸

4.2

(6)

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¡Descarga La celestina. Fernando de Rojas y más Apuntes en PDF de Literatura Medieval solo en Docsity! 1. Resume el primer acto de La Celestina. Calixto entra en la huerta persiguiendo a un halcón y se topa con Melibea, a quien le declara su amor. Melibea, no obstante, le rechaza cuestionando su atrevimiento. Calixto, muy apenado, regresa a su casa y habla sobre Melibea con uno de sus criados, Sempronio, quien le recomienda acudir a los servicios de una vieja alcahueta, Celestina, en cuya morada él mismo tiene una amada, Elicia. Calixto acepta y le pide que traiga a Celestina a su casa. Entretanto, Calixto se queda razonando con otro de sus criados, Pármeno, un viejo conocido de Celestina que le recomienda no recurrir a los servicios de la alcahueta. Una vez llegan Sempronio y Celestina a la casa, esta convence a Pármeno para que se una a su plan con Sempronio ofreciéndole los favores de Areúsa, la prima de Elicia. Calixto le entrega cien monedas de oro a Celestina como pago adelantado de sus servicios. 2. Resume el primer encuentro entre Celestina y Melibea —auto 4—. Realizado el trato con Calixto y tras recibir de este cien monedas de oro, Celestina va a visitar a Melibea a su casa con la excusa de vender hilo a su madre, Alisa. Cuando esta se marcha, Celestina aprovecha para hablar con Melibea cordialmente. No obstante, cuando le menciona a Calixto revelando el motivo de su visita, Melibea arde en cólera y comienza a insultar a la alcahueta y a Calixto. Al cabo de un rato, Melibea se calma y se disculpa ante ella, pero insiste en su rechazo a Calixto, lo que exaspera a la alcahueta. 3. Resume el segundo encuentro entre Celestina y Melibea —auto 10—. Lucrecia, la criada de Melibea, va a visitar a Celestina a su casa para pedirle que vaya a ver a su señora, quien se encuentra muy fatigada y con «dolor en el coraçón». Cuando Lucrecia y Celestina llegan a casa de Melibea, esta estaba hablando sola clamando su amor por Calixto. Conforme avanzaba la conversación, Melibea le va revelando su amor por Calixto y Celestina se muestra falsamente compungida por el sufrimiento de la muchacha, al mismo tiempo que achaca a la philocaptio su cambio de opinión. Lucrecia, la criada, da por sentado que Celestina embrujó a Melibea y la maldice en su fuero interno. Finalmente, Celestina concierta una cita a escondidas entre los dos enamorados en la casa de Melibea a las doce. 4. Describe detalladamente la primera «cita» entre Calixto y Melibea —auto 12 — Concertada la cita entre Celestina a las doce en la casa de Melibea, Calixto va con sus criados a la hora acordada, pero no logra ver a Melibea en un primer momento. Esta se comunica con él desde detrás de la puerta de su casa y en un principio manifiesta un cierto rechazo hacia Calixto por saltarse las normas propias del amor cortés, lo que llena de tristeza al amado. En un momento dado de la conversación, Pleberio y Alisa, los padres de Melibea se despiertan y esta, como excusa, le echa la culpa a Lucrecia del ruido. Tras manifestar ambos su amor mutuo, Melibea le cita por segunda vez el día siguiente a la misma hora en el huerto de su casa. 5. Describe y ubica la muerte de Celestina —acto 12—. La misma noche de la primera cita entre Calixto y Melibea, Pármeno y Sempronio habían acompañado a su señor hasta la casa de su amada. Finalizado el encuentro, ambos van hacia la casa de la alcahueta, quien en un principio se muestra reticente a dejarles entrar. Una vez se reúnen los tres, Pármeno y Sempronio, conocedores de los pagos de Calixto a Celestina por los servicios prestados (cien monedas de oro y una valiosa cadena de oro), le exigen una tercera parte del total de las riquezas para cada uno; esto es, repartir las ganancias en tres partes. La alcahueta, haciendo gala de su avaricia, rechaza la propuesta y comienza a discutir agriamente con ambos criados. La discusión acaba trágicamente: Sempronio y Pármeno asesinan a la vieja y escapan rápidamente de su casa. Ambos dos acabarán siendo atrapados y decapitados en la plaza del pueblo por su crimen. 6. Resume y ubica el Tractado de Centurio. Lo denominado como Tractado de Centurio hace alusión a cinco actos que Fernando de Rojas intercaló entre el acto XIII y XIX en su Tragicomedia; desplazando la muerte de Calixto inicialmente expuesta en el acto XIV de la Comedia. Areúsa y Elicia confabulan junto a un matón cliente suyo, Centurio, para vengar las muertes de Sempronio y Pármeno y asesinar a los dos enamorados, aunque Elicia se conforma con solo separarlos. Para conocer el lugar y la hora del próximo encuentro entre Calixto y Melibea, Areúsa atrae a Sosia con falsas promesas y le sonsaca la información. Cuando llega el momento de la venganza, Centurio se revela como un rufián mentiroso y encomienda la tarea a Traso para no comprometerse. Traso, además, no tendrá que matarlos, sino simplemente ahuyentarlos. Su función, al final, fue tan solo la de molestar a los sirvientes que vigilaban el encuentro entre los enamorados, aunque su actuación acaba propiciando el trágico desenlace. de la muchacha por obra y gracia de la philocaptio, pues los autores se cuidaron mucho de relativizar el papel de las artes mágicas en el nacimiento del amor; salvaguardando la ambigüedad de su alcance: a) Las advertencias preliminares contra las alcahuetas suelen prevenir, ante todo, de sus engaños. b) Pármeno cierra su minuciosa descripción del laboratorio celestinesco reduciendo a puro trampantojo las artes y oficios de la vieja: «y todo era burla y mentira». c) El conjuro tiene más de recreación altisonante de modelos literarios, en clave mitológica, que de pacto demoníaco auténtico. d) La propia conjuradora no parece tenerlas todas consigo sobre la efectividad de sus poderes ante el maligno. No se trata ni de una cosa ni de otra: ni de considerar lo mágico como simple capricho ornamental sin otorgarle alcance alguno, ni de recargar las tintas en lo satánico erigiéndolo en principio rector de lo humano. Bastaba, sencillamente, con asociar las prácticas de hechicera de Celestina a la precipitación con la que se entrega carnalmente Melibea para, por un lado, disimular la incoherencia artística de semejante comportamiento y, por otro, responsabilizar a Celestina y a los criados de las consecuencias trágicas del «loco amor». Y esto es lo que ocurre si nos atenemos al texto: Melibea declara una y otra vez que lo único que ha logrado la vieja alcahueta es sacar de su pecho una pasión que la consumía desde hacía mucho tiempo. Tampoco puede ignorarse, claro, que ese sentimiento pasional no habría aflorado sin la participación celestinesca —su influjo de hechicera, si se prefiere—. En resumidas cuentas, lo que hace la magia en La Celestina es romper las defensas de la honestidad y precipitar la entrega desenfrenada a una «jovencita de bien» truncando con ello su destino social esperable —el matrimonio negociado por sus padres — y abocándola a un final catastrófico. Y lo hace, además, en perfecta alianza con el esquema temporal de la pieza y justo antes de desencadenarse la fulminante tragedia. EL «TIEMPO» COMO CLAVE INTERPRETATIVA DE LA CELESTINA. Con el tiempo en La Celestina ocurre algo similar a lo que ocurre con la magia, en lo concerniente a su omnipresencia a lo largo de la obra. Las referencias de esta naturaleza recorren la tragicomedia de principio a fin, en tal elevado número y con tanta insistencia, que parecen responder a una verdadera obsesión de los creadores. Oscilan desde las alusiones más imprecisas, cuyo alcance cronológico es imposible de fijar, hasta las puntualizaciones horarias más exactas, capaces de establecer una detallada agenda diaria de los hechos representados. Por eso precipitadamente dotan a la obra de una temporalidad tan llamativa. Las referencias son insoslayables críticamente. Claro que si cuando hablamos de «ambigüedades» respecto a la credibilidad de la magia, tratándose del tiempo debemos hablar de las incoherencias y las contradicciones flagrantes e insalvables; muy frecuentes en la obra: a) Pármeno alude a la pérdida del halcón como ocurrida «el otro día», pero lo hace la misma mañana en la que se ha representado la escena del huerto. b) Melibea insiste en que transcurrieron «muchos y muchos días» entre la solicitud amorosa de Calixto y su entrega sentimental, no obstante, esta solicitud es representada durante la mañana anterior. c) Areúsa afirma, en el cuarto día representado, no hacer todavía «ocho días» en que vio a Pármeno y Sempronio vivos, pese a que el encuentro ocurrió durante el segundo día representado. No debe extrañar, por eso, que el tiempo —o, mejor, la deslumbrante complejidad temporal de la obra— haya sido tema recurrente en los estudios celestinescos, sin conseguir, empero, superar la polaridad entre quienes lo consideran como un elemento manejado intuitivamente con deslumbrante libertad creativa —Gilman, que decía que Rojas «creaba tiempo» cada vez que lo necesitaba— y los que lo entienden como un recurso capital para justificar ciertos comportamientos de los personajes —Lidia de Malkiel—. Se concibe en el tiempo un diseño cronológico magistralmente trazado que encaja, en armoniosa convivencia, las referencias imprecisas con las puntualizaciones horarias para enfrentar el dilatado estatismo de la prehistoria amorosa con el vertiginoso e inquietante acaecer del desenlace trágico de la Comedia. Enfrentar ambas temporalidades —pasado implícito y presente escénico— para potenciar la eficacia del escarmiento ejemplar, aunque también sea a costa de satanizar en exceso el «pecado» de los locos amantes. En esa línea, la Comedia se conforma con representar tres días capaces de encajar los dieciséis autos de acuerdo con un reparto claramente desproporcionado: a) Primer día: autos I-VII b) Segundo día: autos VIII-XII. c) Tercer día: autos XIII-XVI. Tres días asfixiantes si atendemos a la cantidad de sucesos representados que imponen a los personajes un ritmo verdaderamente trepidante y desasosegante. Está fuera de duda: el tiempo representado se comprime hasta la puntualidad horaria para precipitar las consecuencias fulminantes del loco amor puesto en manos de hechiceras y criados. Esa concreción temporal, no obstante, deja ver las frecuentes alusiones al tiempo no representado o implícito; hechos acontecidos fuera de escena capaces de condicionar las conductas representadas. Las ampliaciones temporales distancian en ocho días como mínimo la primera escena del huerto de la primera conversación inicial entre Calixto y Sempronio; una distancia que no merma la integridad moral de Melibea. Las referencias implícitas más generales e imprecisas anteponen toda una prehistoria amorosa, de duración incalculable —puede que incluso años; un extenso periodo juvenil de enamoramiento latente tan estático como inofensivo—. En la Tragicomedia, pensada para alargar «el processo de su deleyte destos amantes», Melibea se encargará de repetir una y otra vez las visitas diarias que su amante le hace cada noche en el huerto, que son irreductibles al nuevo día representado —el cuarto que introduce la Tragicomedia—. La ampliación aportada por la versión tragicómica distancia nada menos que en treinta días el primer encuentro carnal de los amantes de su desenlace suicida. Con las continuas reincidencias en el «deleytoso yerro de amor» perpetradas en la Tragicomedia por los amantes, ya no estamos ante una muchachita inocente capaz de reprimir sus apetitos echada a perder de la noche a la mañana por la intervención maléfica y perniciosa de la hechicera y los criados, como se podría entender en la Comedia, sino ante una joven noble capaz de asumir consciente y decididamente su propia sensualidad hasta el punto de apostar por ella en cuerpo y alma, incluso más allá de la muerte. Todo ello induce a pensar que el tiempo implícito incorporado no persigue tanto alargar el deleite de los amantes como intensificar la inmoralidad y agravar la culpabilidad de los «locos enamorados». El tiempo, al igual que la magia, sirve para potenciar la eficacia del escarmiento amoroso perseguido.
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