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La desaparición de la literatura latinoamericana: ¿existe o no?, Monografías, Ensayos de Literatura

Este ensayo analiza la situación actual de la literatura latinoamericana, cuestionando la existencia de una literatura latinoamericana orgánica e integrada en el continente. El autor plantea que la diversificación de la producción literaria y las maneras de leerla, así como el cuestionamiento del concepto mismo de literatura latinoamericana, han llevado a una irreprensible diversificación y a un cuestionamiento del concepto mismo de literatura latinoamericana en tanto categoría supranacional y denominador común.

Tipo: Monografías, Ensayos

2023/2024

Subido el 20/02/2024

camilo-andres-daza-rios
camilo-andres-daza-rios 🇨🇴

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¡Descarga La desaparición de la literatura latinoamericana: ¿existe o no? y más Monografías, Ensayos en PDF de Literatura solo en Docsity! s una queja ya antigua pero que vuelve recurrente una y otra vez en el discurso de algunos periodistas y universitarios. Se nos dice y se nos repite que si esta época que nos ha tocado vivir nos parece a menudo tan opaca y tan difícil de aprehender es porque no disponemos de los instrumentos necesarios para interpretarla y entenderla. Nos faltarían los conceptos y las teorías, los análisis y los esquemas, los signos y los sím- bolos que la hagan traslúcida e inteligible. Además –o sobre todo–, se echarían mucho de menos las grandes síntesis o visiones de conjunto que antaño nos permitían forjarnos una imagen cabal del presente en las más diversas áreas del conocimiento, de la filosofía a las ciencias, o de la política a las artes plás- ticas. No comprenderíamos, en el sentido intelectual, porque ya no contaríamos con miradas comprensivas, en el sentido espacial. Nuestro tiempo sería así, representacional, carto- gráficamente hablando, un tiempo de déficit o de carencia de panoramas –déficit o carencia que aparentemente no logran compensar ni el impresionante volumen de la información que hoy circula, ni la profusión de antologías, compendios y recopilaciones. La literatura latinoamericana actual, como tantos otros aspectos de nuestra cultura contemporánea, no escapa de esta socorrida queja. Cualquiera que participe en los foros de discusión en la red, o asista con cierta frecuencia a coloquios y mesas redondas, no puede menos que comprobar cuán a menudo se echan en falta aquellos viejos atlas literarios que aspiraban a sintetizarlo todo en unas pocas páginas, o aun sumas más ambiciosas que plasmaban un vasto cuadro sinóptico de nuestros siglos xix y xx. “Ya no se hacen pano- ramas así”, parecieran decirnos con un dejo de nostalgia y de reproche los que lamentan la ausencia de este tipo de obras, como si fuera de suyo que hoy pudieran seguirse escribiendo y publicando, como si no fuera su ausencia misma la forma en que nuestro tiempo acusa la dificultad, la imposibilidad de escribirlas y de publicarlas. Yo tengo para mí que la comprensión del momento actual de la literatura latinoamericana no puede seguir ahorrándose una discusión explícita y abierta sobre este tema. Aún más: creo que cualquier mapa del territorio de nuestra narrativa última, por pequeño o abocetado que sea, tiene que dibujarse hoy sobre la base de una toma de consciencia del cambio de paradigma y de época que se ha producido, pues se trata de una mudanza de horizontes que es inseparable de la crisis del propio panorama. Por eso, en lugar de ofrecer mi visión más personal o más completa de la nueva narrativa latinoa- mericana, en lugar de seleccionar a un grupo de autores y de armar con ellos justamente “un panorama”, me parece más interesante, más necesario, plantear críticamente la pregunta por las condiciones mismas de este ejercicio. Dicho en otras palabras: ¿por qué se ha vuelto tan difícil trazar una carta más o menos precisa de la más reciente narrativa latinoamericana? ¿Y cómo se debe o se puede interpretar esta dificultad? Gustavo Guerrero ensayo La desbandada ¿Se puede seguir hablando de la literatura latinoamericana como un todo? La sobreabundancia editorial, la fragmentación de los mercados, cuestiones de estilo y el fin del mito revolucionario indican, según Gustavo Guerrero, que probablemente no. Nous ne croyons plus à une totalité originelle ni à une totalité de destination Deleuze et Guattari, l’Anti-Œdipe (1972) A Fernando Aínsa y Alan Pauls, para seguir con el tema de Cérisy O por qué ya no existe la literatura latinoamericana 24 Letras Libres junio 2009 24-28Guerrero.indd 24 5/21/09 8:25:29 PM Si vamos de abajo hacia arriba, desde el dato más elemen- tal o empírico hasta cuestiones más especulativas o teóricas, el primer obstáculo que aparece en el horizonte procede de la cultura del exceso que impera en nuestras sociedades de consumo y que es responsable de la sobreabundancia de mercancías característica de esta era postmoderna o acaso ya “hipermoderna”, como la llama ahora Lipovetsky1. En efecto, al igual que otros sectores industriales, el del libro entra en las últimas décadas en un mercado ampliado y masivo que, bajo la égida del neoliberalismo, exige continuamente más volúmenes, más rentables y más pronto. En menos de quince años, la producción de libros se ha multiplicado así prácticamente por dos en España y Latinoamérica, llegando respectivamente a más de 62.000 y a más de 86.000 títulos anuales. La literatura representa aproximadamente un 17% de esta cifra y su aumento es constante. Entre 2004 y 2005, por ejemplo, su caudal crece en más de un 25% y pasa, en la sola América Latina, de 11.466 a 14.351 títulos, sin que se haya de descontar más de un 15% de traducciones2. Obviamente, nadie puede pretender abarcar hoy seme- jantes magnitudes, menos aún si se tiene en cuenta que el incremento de la producción no se ha traducido en un aumento proporcional ni de los puntos de venta, ni de los espacios de mediación, ni del número de lectores. ¿Qué significa esto? Significa simplemente que ha habido muchos libros que nadie ha visto en una librería latinoamericana, que nadie ha reseñado en ningún periódico latinoamerica- no y que, finalmente, nadie ha leído en toda Latinoamérica. Pero lo más importante, por lo que nos concierne, es que esta revolución cuantitativa ha tenido consecuencias cua- litativas al rebajar el aura simbólica de aquello que Borges aún solía llamar, allá por los años ochenta, “los honores de la imprenta”. Nadie ignora, en efecto, que publicar no tiene ya el mismo sentido y que este cambio ha presidido a la transformación de la obra literaria en producto cultural y a la redefinición de su valor dentro de un mercado de masas gobernado por el ritmo acuciante de la oferta en función de las demandas de un lector individualista y hedonista, a menudo incapaz de responder a otra lógica que la del ocio y el entretenimiento. Los juicios estéticos de la vieja república de las letras –todo ese juego de pesos y medidas que les daba su sentido a las apreciaciones de la crítica– se han topado de este modo, como de sopetón, con una desprejuiciada vindicación del gusto de la mayoría y no han tardado en ser arrollados por la velocidad misma de un mercado que, a través de los niveles de venta, engendra formas de recono- cimiento instantáneo y da pie a numerosas canonizaciones sin más fundamento que la popularidad y el consumo. El resultado es hoy un espacio literario sobresaturado, segmen- tado y confuso, donde reina una suerte de presente continuo y donde pareciera que ya no hay tiempo para labrarse una reputación o para construir eso que solía llamarse una obra de largo aliento. De ahí que, en la América Latina actual, como en otros lugares del planeta, no sólo luzca más y más difícil defender valores alternativos a los que secreta el mercado de masas, sino aun discernir, entre los demasiados libros, lo que en verdad merece incorporarse a un panorama o no. Bien se lo preguntaba hace algunos años el escritor costarricense Carlos Cortés: “¿Cómo ubicar a los autores de megaventas, como Paulo Coelho, Isabel Allende, Marcela Serrano o Luis Sepúlveda en el ámbito iberoamericano? ¿Cómo inscribir la actualidad en la tradición?” Y él mismo se contestaba y nos contestaba: “No lo sé; lo que es un hecho es que ya no hay estado de gracia ni unanimidad posible. Para algunos, estos son los grandes autores del presente. Para otros, son los grandes autores de un hoy efímero…”3 Sin caer en un fácil maniqueísmo, Cortés daba cuenta así de la creciente dificultad de la crítica para pensar un espacio literario único y para lidiar con las porosas fronteras entre el mercado de los éxitos de ventas, con sus productos de consumo masivo, y el mercado de los nichos culturales altamente especializados, con sus productos más minoritarios4. Pero en el caso latinoamericano se plantea además un problema suplementario, pues, al crecimiento exponencial de la oferta de libros y a la relativización de los criterios de juicio, tenemos que añadir la dispersión geográfica y la debilidad o inexistencia de los sistemas de distribución a nivel continen- tal. Dicho de otro modo: los libros de autores latinoamerica- nos no circulan o circulan mal entre los países del área. Los novelistas chilenos Alberto Fuguet y Sergio Gómez sientan un testimonio de ello cuando escriben a fines de 1996: “En todas las capitales latinoamericanas uno puede encontrar los bestsellers del momento o autores traducidos en España, pero ni hablar de autores iberoamericanos. Simplemente no lle- gan”5. Diez años más tarde, en 2006, el mexicano Jorge Volpi constata que la situación, lejos de mejorar, se ha agravado: “Los lazos entre los escritores y los lectores latinoamericanos –apunta en un artículo reciente– son cada vez más precarios”. Y agrega a renglón seguido: “Los lectores de cada país apenas conocen a los escritores de los otros”6. 1 Les temps hypermodernes, Paris, Grasset, 2004, p. 67. 2 Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina y el Caribe (CER- LALC), El espacio iberoamericano del libro, Madrid, 2006, pp. 43-53. 3 “La literatura latinoamericana (ya) no existe”, Cuadernos Hispanoamericanos n° 592, Madrid, Octubre de 1999, p. 63. 4 El profesor y bloguero peruano Gustavo Faverón replanteaba recientemente la dis- cusión en estos términos: “¿Es justo que la crítica relativice tanto sus juicios? ¿Es justo que se acabe por aceptar consensualmente que los libros de Harry Potter son –de alguna manera caprichosa, casi incomprensible– superiores a The Plot against America o Kafka on the Shore? ¿Soy demasiado conservador si apunto que decir eso es un poquito como decir que el campeón de la Segunda División es mejor que el subcampeón del Mundial? ¿Existen o no existen las segundas divisiones en literatura?” (http://puenteaereo1. blogspot.com/2007_07_01_archive.html) 5 McOndo, Mondadori, Madrid, 1996, p. 11. 6 “La literatura latinoamericana ya no existe”, Revista de la Universidad de México n° 31, México, 2006, p. 91. junio 2009 Letras Libres 25 24-28Guerrero.indd 25 5/21/09 8:25:29 PM
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