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Retos de la Diplomacia Digital: Nuevos Desafíos para las Relaciones Internacionales, Apuntes de Relaciones Internacionales

Comunicación y relaciones públicasPolíticas PúblicasDerecho InternacionalTecnologías de la información y la comunicación

Este documento aborda el tema de la diplomacia digital, una realidad actual en la que ministros, diplomáticos, académicos, periodistas y ciudadanos emplean el entorno digital para conseguir sus objetivos. El texto analiza cómo la diplomacia tradicional se adapta a este nuevo escenario, enfatizando la necesidad de una estrategia integral y la importancia de la formación continua en la materia. Se abordan aspectos como la seguridad, la transparencia, la participación ciudadana y la creación de valor para la ciudadanía.

Qué aprenderás

  • ¿Qué desafíos plantea la diplomacia digital en términos de seguridad y confidencialidad?

Tipo: Apuntes

2020/2021

Subido el 08/07/2022

jennifer-abigail-noguera
jennifer-abigail-noguera 🇳🇮

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¡Descarga Retos de la Diplomacia Digital: Nuevos Desafíos para las Relaciones Internacionales y más Apuntes en PDF de Relaciones Internacionales solo en Docsity! Los Retos De La Diplomacia Digital La diplomacia digital es uno de los temas de nuestro tiempo. Los Ministerios de Asuntos Exteriores y las organizaciones multilaterales lanzan cada día acciones y emprenden iniciativas que tratan de influir, participar o atender a los ciudadanos en el entorno digital. No hay una definición unívoca sobre el alcance de la transformación. De forma genérica, podríamos indicar que se trata del uso de la web y las redes sociales para la consecución de los objetivos establecidos en la acción y la política exterior de un país. El corazón de la actividad diplomática permanece inalterable: representar, negociar, proteger y promover los intereses de un Estado ante terceros. La novedad reside en el empleo de unas herramientas concretas, que están en plena ebullición. De momento, la diplomacia pública es quien lidera el catálogo de acciones y propuestas, si bien la diplomacia convencional avanza. No obstante, la diplomacia digital va más allá. Tiene que ver con la capacidad que tienen las tecnologías de romper las estructuras jerárquicas y desintermediar los asuntos de la escena internacional. Las redes sociales generan nuevas oportunidades para la participación de otros actores que no son Estados. Es un entorno propicio para la diplomacia pública y la consecución de objetivos políticos. Si no fuera tan relevante, no habría polémica por el “reconocimiento” de Kosovo por parte de Facebook, la disputa con Google Maps por el establecimiento de las fronteras en Palestina, la censura que algunos buscadores ejercen en China como condición para operar en aquel mercado o el activismo digital de unos y otros en la reciente disputa territorial entre Chile y Perú. En relación con las infraestructuras, el reciente encuentro entre Brasil y la UE ha comprometido la creación de una conexión de cable de fibra óptica transatlántica para optimizar la seguridad de Internet y la privacidad, eufemismo de inteligencia e información sensible. En el ámbito consular, la diplomacia digital es un espacio fundamental para la diseminación de información práctica, atender a las personas rápidamente en caso de desastre, gestionar las relaciones con expatriados en caso de emergencia y todo tipo de cuestiones que afectan a la vida diaria de un ciudadano en el exterior. Un espacio digital, una aplicación móvil o una cuenta de Twitter o WhatsApp pueden servir para aligerar la administración, flexibilizar numerosos actos administrativos y agilizar trámites. EEUU promueve los hangouts (encuentros digitales) y posteriormente los publica en YouTube sobre asuntos consulares. En el caso de la seguridad, la confidencialidad y la transparencia, la diplomacia se enfrenta a diversos frentes. De un lado, cómo cifrar mensajes para los respectivos gobiernos sin que unos u otros se espíen. Las actuales infraestructuras se han confirmado quebrantables. De otro, qué tipo de información se transmite que genere valor y que no sea una mera transmisión de datos o una enumeración de reuniones. La prensa estadounidense fue muy crítica con los diplomáticos por los cables revelados por WikiLeaks, en la medida que los análisis eran pobres e inconexos. Quizá Twitter y otras redes sociales puedan ser útiles para la detección temprana de crisis, y para poner en el radar las demandas de los públicos locales, que ya están permanentemente conectados a las redes. La estrategia digital se enfoca como una acción innovadora que forma parte de cualquier estrategia y que se mide de acuerdo con los objetivos propios de la organización multilateral. La diplomacia digital es también una cuestión de conectividad. Si los nuevos medios se convierten en el espacio fundamental de la nueva esfera pública, hay que plantearse qué derechos y obligaciones tendrán los Estados y los individuos. Una de las primeras decisiones que tomó Hosni Mubarak ante las crecientes movilizaciones fue cortar el acceso a los servidores de Internet para cortocircuitar el tráfico de las redes sociales. La estrategia digital consiste en la identificación de los públicos, las voces, los contenidos y los objetivos; reúne los recursos, los procesos y los valores que se quieren transmitir. Exige la coordinación interna (entre departamentos y entre off y online) y la externa (entre distintos ministerios, embajadas o gabinetes). Tiene que fomentar la participación y la interacción ciudadana y no convertirse en mero repetidor de los mensajes oficiales. Además, es necesariamente abierta y transparente. En democracia, significa contar a los públicos cuáles son tus objetivos y pelear por ellos en el competitivo mercado de las ideas. Por último y, quizá lo más relevante, la estrategia tiene que orientarse a los objetivos diplomáticos determinados por la acción exterior. No se puede tabular cada decisión ni se pueden prever los efectos de una estrategia digital, pero sí se pueden analizar los escenarios, decidir las herramientas y evaluar los resultados.
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