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La Fundación de Antonio Buero Vallejo: análisis y reflexiones, Apuntes de Literatura

Un análisis de la obra teatral La Fundación de Antonio Buero Vallejo, estrenada en 1974 en plena dictadura franquista. Se aborda el trasfondo histórico y la intención de la obra, así como la caracterización e interacciones de los personajes. Se reflexiona sobre temas como la represión política, la falta de libertad, la lucha por la justicia y la verdad, la acción frente a la contemplación, entre otros. El documento puede ser útil para estudiantes de literatura, teatro, historia y filosofía.

Tipo: Apuntes

2021/2022

A la venta desde 06/02/2022

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¡Descarga La Fundación de Antonio Buero Vallejo: análisis y reflexiones y más Apuntes en PDF de Literatura solo en Docsity! 1. El trasfondo histórico y la intención de la obra. La Fundación se estrenó en 1974, en los últimos años de la dictadura franquista. La evidente predilección de Buero por el tema del encarcelamiento refleja su propia situación así como la de otros españoles de la época franquista, siendo así la principal intención de Buero lograr una catarsis en el espectador que le transforme en la persona que el mundo necesita y le ayude a lograr la libertad. Frente a la inminente muerte de Franco en 1975 los partidos políticos que se encontraban en la clandestinidad comienzan a organizarse al mismo tiempo que los defensores del régimen, quienes quieren endurecer la represión, lo que origina numerosas huelgas de estudiantes y obreros. Pocos días después del estreno de la obra, Carrero Blanco, Presidente del Gobierno y sucesor de Franco, es asesinado por ETA. Contemporáneamente a nivel mundial hay grandes convulsiones sociales a causa de variados enfrentamientos, como la Guerra fría o Guerra de Vietnam, que traen consigo importantes cambios en la sociedad, especialmente en la juventud. Hay un trasfondo biográfico en su obra ya que el propio Buero participó en la Guerra Civil del bando republicano, siendo condenado a pena de muerte que se conmutó por cárcel. Pese a ello, su intención es trascender del hábito de lo particular para reflexionar sobre lo universal. Desde un punto de vista ético la obra consigue representar un alegato contra todos los métodos de represión por causas políticas y una defensa de la acción frente a la injusticia. Filosóficamente es una reflexión acerca de temas trascendentales como la acción frente a la contemplación, la violencia como método de lucha y verdad frente a la ficción, que se refleja en Tomás con su imaginaria e idílica fundación, refugio que construye para huir de la realidad. De esta forma pretende lograr una catarsis en el espectador que le transforme en la persona que el mundo necesita. En aquellos años posteriores al dictador (tardofranquismo), la censura, aunque debilitada, sigue manteniendo el control sobre la sociedad y la cultura. Buero plasma en su obra sus mayores preocupaciones y señala las injusticias políticas y sociales, así como subraya la dureza e intransigencia del régimen dictatorial. Su obra no sucede en un tiempo ni espacio concretos, recurso empleado para eludir la censura y perseguir la vigencia de la lección ética, social y metalingüística contenida en el drama. Los temas fundamentales de La Fundación se relacionan con la vida político-social en España. Está protagonizada por cinco condenados a muerte por sus actividades políticas contrarias al régimen,(Tulio, Asel, Tomás, Lino y Max), una clara crítica contra la represión del régimen franquista. La denuncia social y crítica hacia la situación que se vive en las cárceles, la prensa de muerte o violencia está presente en toda la obra. La celda de la prisión de La Fundación, así como otros espacios cerrados, ya sean físicos o psíquicos típicos de su teatro, son metáforas que reflejan la falta de libertad tanto del individuo como de la sociedad. Para Buero, tal y como plasma en su obra a través de la voz de Asel, la España franquista se ha convertido en otra cárcel de la cual únicamente se puede escapar y llegar a la verdad actuando, ya que el mundo imaginario de Tomás, su fundación, realmente existe, pero la única forma de llegar hasta él es luchando. 2. Los personajes, caracterización e interacciones. Los personajes de La Fundación son un grupo de condenados a muerte con un gran valor simbólico que representan las dos tendencias habituales del teatro de Buero. Por un lado, los contemplativos se caracterizan por su idealismo y lucha por vivir según sus principios éticos a pesar de los problemas que pueda conllevar, un deseo a menudo frustrado, por lo que están abocados a la angustia y fracaso. Los activos se definen por su materialismo y ansia de alcanzar sus propias metas por encima de los derechos de los demás, por lo que a veces son crueles, egoístas y violentos. Tomás es el protagonista trastornado quien ha transformado la realidad en una idílica fundación para poder soportarla. Su mente está librando una batalla, ayudada por el auxilio externo de sus compañeros, en la que la realidad va penetrando entre las grietas de su imaginación. Su locura nace por el miedo ante su situación y la vergüenza que siente tras haber delatado a sus compañeros por ser débil ante la tortura. La fantasía se nutre de su activa imaginación, viviendo de esta forma en cierto modo su novela en vez de escribirla. Al final de la obra, totalmente curado de su locura pasajera, asume el papel de Asel, aceptando luchar por el cambio y por un futuro en el que las atrocidades no existen, abriendo el drama así a una perspectiva visionaria que también encierra locura. Berta es fruto de la locura de Tomás, un desdoblamiento de su personalidad. Ella expresa lo que Tomás empieza a intuir y temer, filtrando fragmentos de la realidad que él elude mediante la Fundación, a la que Berta aborrece. Asel por su parte es el más maduro y reflexivo de todos, cuya serenidad salva muchas situaciones difíciles que se producen en las primeras escenas. Sabe que la esperanza de un mundo mejor ha de ser buscada en el presente, así como distingue entre la violencia innecesaria, la injusta y la necesaria para cambiar el mundo. Él entiende que solo luchando y aceptando sus limitaciones es posible avanzar. Hacia el final de la obra se quitará la vida para no sucumbir a la tortura y descubrir su plan de fuga, la única posibilidad de un futuro mejor para sus compañeros. Max es el contrapunto de Asel, representando la corrupción, indignidad, debilidad ante el peligro y ruptura de ideales. Al final de la obra se descubre que es él el traidor, lo que le lleva a la muerte en manos de Lino, un joven imprudente e impetuoso. Tulio contribuye con su actitud impaciente a la vuelta a la cordura de Tomás, ya que es quien más rupturas entre el mundo real y transformado causa, como cuando su mímica al fingir coger unos inexistentes vasos hace que Tomás piense que se burla de él. Estos seis mantienen una oscura relación cuyo significado no se hace presente hasta avanzada la obra. Están claramente diferenciados y jamás pierden su autonomía durante la obra. Constituyen entre todos ellos un red de diversas conductas que se complementan entre sí y que representan distintas zonas del subconsciente de cada individuo que afloran en situaciones límite. Dada la concentración espacial y limitado número de personajes que coexisten, al mayor parte del tiempo se presenta en escena a los cinco prisioneros juntos, salvo en las salidas a locutorios o irrupción de figuras imaginadas por Tomás. Hay otros personajes genéricos que, solamente aludidos, abren la cerrada perspectiva de la celda a un horizonte más amplio de solidaridad humana. La colectividad se hará presente La Fundación plantea al espectador el eterno problema de la realidad y la ficción producido por el rechazo al mundo exterior y búsqueda de refugio en la imaginación. La locura está muy presente en muchas obras de Buero Vallejo. Por un lado, los personajes que la sufren pueden mostrar la realidad de una forma distinta a lo convencional. Por otro, esta enfermedad simboliza las insuficiencias y debilidades humanas. Además, la locura es una forma de evasión de la realidad mediante la cual el loco crea su propio mundo idílico ajeno a lo que lo rodea en el que vive. Todo ello es encarnado en Tomás. En su mente, la cárcel se convierte en una fundación dedicada a la investigación, la celda en una confortable habitación con vistas de un precioso paisaje campestre, electrodomésticos, muebles, comida...A sus compañeros, presos políticos como él, les cambia las profesiones: el ingeniero Asel pasa a ser médico, Lino pasa de tornero a ingeniero y Max de contable a matemático, siendo únicamente el propio Tomás y Tulio quienes conservan su verdadera profesión como escritor y fotógrafo respectivamente. Los carcelarios actúan y visten en la mente de Tomás como camareros. Además incluso llega a crear a Berta, su novia ideal fruto de su imaginación. Su recuperación progresiva a lo largo de la obra, gracias sobretodo a la intervención externa, supone también una evolución moral, ya que cuando desmonta su fantasía se hace responsable de la realidad. Esta transformación de la realidad de Tomás como huida de ella se asemeja a lo ocurrido a Don Quijote. Por tanto, al fundación representa una realidad falseada, deformada y embellecida por la mente de Tomás como válvula de escape. Desde un punto de vista individual son los sueños, las convicciones acomodaticias a las que nos aferramos para evadirnos de nuestras responsabilidades. Desde una visión colectivamente representa y denuncia las falsas seguridades con las que la sociedad moderna nos alejan de las partes más negativas de su sistema. El simbolismo, tanto en los hologramas como en la propia Fundación o en los ratones sugieren lo fina que es la línea entre la realidad y la ficción y lo fácil que puede resultar confundirlas. La Fundación representa a la sociedad actual, donde el ser humano vive igual de engañado que Tomás, siendo esta una cárcel en si misma que aparenta ser un mundo feliz. El ratón de Berta no solo representa al propio Tomás, también al ser humano en general, quien es un prisionero cuyo destino es la muerte. 5. El “efecto de inmersión” y la escenografía. El efecto de inmersión es una técnica dramática que utiliza Buero Vallejo cuya función es que el espectador oiga, vea y sienta lo mismo que los personajes, en este caso Tomás. Para ello hace uso de extensas acotaciones fundamentales para el desarrollo de la trama y recepción por el espectador. El público ve todo el universo escénico desde el punto de vista subjetivo de Tomás, quien fruto de su locura transforma la realidad, lo cual el espectador descubre a medida que él mismo lo hace. La metáfora escénica que equipara a la prisión en la que se encuentra con una elegante fundación se extiende a cuestiones que atañen a la vida humana en general. El drama se incorpora en el proceso de la ficción, la cual se va transformando para dar paso a la realidad al mismo tiempo que es descubierta por Tomás. La obra es un continuo acercamiento entre locura y realidad, siendo la inmersión en la mente del protagonista la única manera de presentar el procesos de vuelta a la normalidad. Además Buero se convierte en parte de la conciencia de la sociedad logrando la catarsis del espectador. Este efecto de inmersión obliga a Buero a emplear un escenario múltiple y pone en práctica ingeniosos y complejos juegos que posibiliten mostrar el cambio en la mente de Tomás. Se explotan las técnicas de decorado, de iluminación y de sonido. La luz se va haciendo más fuerte conforme Tomás vuelve a la realidad. La Pastoral de la Obertura de la ópera Guillermo Tell de Rossini abre y cierra el drama, ilustrando la ensoñación de Tomás. Algunos de los efectos de inmersión presentes a lo largo de la obra son: Tomás en su locura cree que su novia Berta reside en otro pabellón de la fundación y que acude a visitarlo, siendo para los espectadores tan real como lo es para Tomás, aunque verdaderamente se trate de una imaginación como el resto de la fundación en la que vive. Los incidentes que ocurren con Tulio, como cuando este fingió coger unos vasos invisibles para todos a excepción de Tomás, quien en esta ocasión tampoco los ve, representa un paso más hacia la normalidad. En el segundo cuadro estas disonancias se acentúan y angustian a Tomás, cuyo mundo se va desajustando por momentos, cuando por ejemplo no se enciende la lámpara, no oye la música o no funciona la televisión. La desaparición de la cámara de fotos por un vaso y la aclaración de que su compañero enfermo llevaba días muerto le hace deducir que algo le ocurre. Al comienzo del cuadro tercero el escenario y las ropas cambian al haberlo hecho también la percepción de Tomás sobre él, aunque aún quedan rastros de su Fundación. La última vez que Tomás imagina a Berta es también su último intento de negar la realidad, tras lo cual el idílico paisaje a través del ventanal se oscurece y Tomás admite la desaparición de la Fundación y reconoce la cárcel. En el último cuadro ya no hay ventanal, la luz ilumina toda la escena y ya no queda rastro de la fundación, el espacio solo representa la realidad de la prisión. Tomás emplea una última vez su locura como un arma plenamente consciente para encubrir la muerte de Max y logrará que les trasladen a las celdas de castigos desde las que podrán hacer posible una verdadera liberación.
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