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La pregunta sobre el hombre, Apuntes de Antropología Filosófica

Asignatura: Antropologia filosofica, Profesor: Rafael Fayos, Carrera: Farmacia, Universidad: UCH-CEU

Tipo: Apuntes

2012/2013
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¡Descarga La pregunta sobre el hombre y más Apuntes en PDF de Antropología Filosófica solo en Docsity! Tema 1 Introducción: la pregunta sobre el hombre Prof. Dr. D. Rafael Fayos Febrer Univ. CEU Cardenal Herrera 1 Tema 1Introducción: la pregunta sobre el hombre RESUMEN: Se determinan en esta primer tema: a) las características propias de la pregunta ¿Qué es el hombre? b) el objeto y método de la antropología filosófica, c) se hace un brevísimo recorrido histórico sobre los diversos tratados que a lo largo del tiempo ha intentado dar respuesta a la pregunta que nos ocupa, d) y por último, repasamos las distintas concepciones filosóficas del hombre a lo largo de la historia. ESQUEMA 1.1. La pregunta sobre el hombre 1.2. La antropología filosófica 1.2.1. Objeto y método de la antropología filosófica 1.2.2. Breve historia de la antropología filosófica 1.3. Oyendo algunas respuestas 1.3.1. La concepción griega del hombre 1.3.2. La concepción cristiana 1.3.3. La concepción La concepción del hombre de la Edad Moderna: Descartes, Hume, la Ilustración 1.3.4. La concepción contemporánea: materialismo, existencialismo, personalismo BIBLIOGRAFÍA JUAN MANUEL BURGOS, Antropología: una guía para la existencia, Palabra, Madrid, 2006, p. 13-22. RAMÓN LUCAS LUCAS El hombre espíritu encarnado, Ediciones Sígueme, Salamanca, 1998, pp. 9-25 Horizonte vertical. Sentido y significado de la persona humana, BAC, Madrid, 2009, pp. 3-44. EMERICH CORETH, ¿Qué es el hombre? Herder, Barcelona,1991, pp. 29-80 CARLOS VALVERDE, Antropología filosófica, Edicep, Valencia, 2002, pp. 13-75. JOSEPH GEVAERT, El problema del hombre. Introducción a la antropología filosófica, Ediciones Sígueme, Salamanca, 2003, pp. 11-23 JOSÉ ÁNGEL GARCÍA CUADRADO, Antropología Filosófica, EUNSA, Pamplona, pp. 21-38 GUILLERMO BLANCO, Curso de Antropología Filosófica, Universidad Católica de Argentina, Buenos Aires 2004, pp. 9-66 y 98-116 TEXTOS MAX SCHELER, El puesto del hombre en el Cosmos, Introducción ROMANO GUARDINI, Quien sabe de Dios conoce al hombre, PPC, Madrid, 1996. (Fragmento) Tema 1 Introducción: la pregunta sobre el hombre Prof. Dr. D. Rafael Fayos Febrer Univ. CEU Cardenal Herrera 2 1.1. La pregunta sobre el hombre Toda disciplina científica o cualquier tratado o manual universitario es la respuesta a una o un conjunto de preguntas sobre la realidad material o humana. Habitualmente afrontamos el estudio de las diversas materias, que como decíamos son respuestas, sin reflexionar adecuadamente sobre la pregunta o las preguntas a las han originado. Por ello, antes comentar qué es la antropología filosófica debemos averiguar a qué pregunta intenta responder. La pregunta a la responde la antropología filosófica es ¿qué es el hombre? Un interrogante que posee las siguientes características: En primer lugar hay que decir que la pregunta sobre el hombre es un acto específicamente humano. Sólo el hombre pregunta y por ello sólo él puede preguntarse sobre sí mismo. El animal posee un conocimiento sensible de la realidad, es decir, ve el agua, pero no sabe qué es el agua. El hombre, sin embargo, es capaz de formar conceptos sobre la esencia de las cosas, pues no solamente las ve o las siente, sino que a partir de ese conocimiento sensible desarrolla un grado superior de conocimiento que denominamos inteligible. Gracias a este tipo de conocimiento el hombre no sólo accede a la esencia de las cosas sino que es capaz de cuestionarse sobre sí mismo. También este aspecto nos ofrece ciertas respuestas sobre qué es el hombre: el único ser capaz de preguntar sobre qué son las cosas y sobre él mismo. En segundo lugar es una pregunta que presupone cierto conocimiento previo, general e impreciso sobre lo que es el hombre. Preguntarse sobre qué es el hombre implica cierta precomprensión sobre el hombre mismo. Conocimiento y precomprensión que no dan respuesta a la pregunta sino que la posibilitan.1 ¿Qué queremos decir con ello? Pues que ese mismo conocimiento más que dejarnos satisfechos provoca inquietud y desasosiego; que exige de nosotros que lo concretemos, lo explicitemos, lo profundicemos; que es un conocimiento lleno de penumbra y oscuridad. De ahí que intentemos aclararlo. En esta línea escribe Coreth: “Lo que el hombre sabe ya acerca de sí mismo de un modo originario e inmediato, pero que todavía no ha logrado una expresión definitiva, tiene que sacarlo a la luz y expresarlo de forma explícita. Aquella autocomprensión originaria, que siempre posibilita, aquí y ahora, acompaña, determina y penetra todos nuestros conocimientos, lenguaje y actuaciones de carácter explícito, y por lo general objetivo, debe exponerse, iluminarse y explicarse temáticamente mediante una reflexión de lo que nosotros mismos somos y de lo que experimentamos y entendemos continuamente.”2 En tercer lugar es una pregunta urgente. Uno de los elementos de la filosofía de inicios del siglo XX y que pervive de alguna manera en nuestros días es la constatación del desconocimiento que el hombre tiene de sí mismo. El hombre ha avanzado mucho en el campo de las ciencias empíricas. La astronomía, la biología e incluso ciencias que tienen como objeto directo al hombre, como la medicina, se caracteriza por sus inmensos avances. Sin embargo, la pregunta por el hombre sigue sin obtener una respuesta clara, universal y de algún modo definitiva. Max Scheler (1874-1928) uno de los filósofos más importantes de inicios del siglo XX, escribía en su famosa obra El puesto del hombre en el cosmos: “(…) cabe decir que en ninguna época de la historia ha resultado el hombre tan problemático para sí mismo como en la actualidad.”3 1 EMERICH CORETH, ¿Qué es el hombre? Esquema de una antropología filosófica, Herder Barcelona 1991, p. 31 2 EMERICH CORETH, ¿Qué es el hombre? Esquema de una antropología filosófica, p. 31 3 MAX SCHELER, El puesto del hombre en el cosmos, Losada, Buenos Aires, 1971, p. 24 Tema 1 Introducción: la pregunta sobre el hombre Prof. Dr. D. Rafael Fayos Febrer Univ. CEU Cardenal Herrera 5 mental, actividades todas que se refieren a la vida intencional y consciente.”9 En este contexto no debe extrañarnos el nuevo nombre que adquiere la disciplina que empieza a denominarse Psicología racional. Quizá la más conocida sea la publicada por el filósofo alemán Christian Wolf (1679-1754). Pocos años después Inmanuel Kant (1724-1804), en un conocidísimo texto de su Lógica, abandona el término psicología racional e introduce el de antropología. Se pregunta el filósofo de Königsberg sobre las cuestiones fundamentales que debería resolver la filosofía: “¿Qué puedo saber? ¿Qué puedo hacer? ¿Qué puedo esperar? ¿Qué es el hombre? A la primera cuestión, responde la metafísica; a la segunda, la moral; a la tercera, la religión y, a la cuarta, la antropología. Sin embargo, en el fondo, se podría poner todo esto a cuenta de la antropología, porque las tres primeras cuestiones se refieren a la última.” Pero se deberá a esperar a Max Scheler (1874-1928) y a su obra El puesto del hombre en el Cosmos, publicada en 1928, para hablar por primera vez de antropología filosófica en sentido estricto. Fue este filósofo alemán, quien retomando los temas tratados por la filosofía aristotélico tomista, la tradición racionalista y las aportaciones de las nuevas ciencias positivas de su tiempo hablará de la necesidad de una ciencia global sobre el hombre, es decir, de una antropología filosófica: “La misión de una antropología filosófica es mostrar exactamente cómo la estructura fundamental del ser humano... explica todos los monopolios, todas la funciones y obras específicas del hombre: el lenguaje, la conciencia moral, las herramientas, las armas, las ideas de justicia y de injusticia, el Estado, la administración, las funciones representativas de las artes, el mito, la religión y la ciencia, la historicidad y la sociabilidad. [...]”10 Como hemos comentado al hablar del objeto de la antropología filosófica, se trata de estudiar no una parte del hombre o dimensión del hombre, sino su peculiar modo de ser que permite que éstas se manifiesten. Hasta aquí, una breve historia de la filosofía del hombre o antropología filosófica. No nos hemos detenido mucho en mostrar las diversas concepciones filosóficas acerca del hombre, pues esto será tarea de próximas lecciones. 1.3. Oyendo algunas respuestas. 1.3.1. La concepción griega del hombre. Los griegos son los fundadores de la filosofía. Ésta nace con lo que se ha venido a llamar el paso del mito al logos. El primer interés de los filósofos griegos no fue el hombre sino el cosmos, no dieron respuesta a la pregunta ¿qué es el hombre? sino ¿qué es el devenir?, es decir, qué es el movimiento entendido en sentido metafísico. Tales de Mileto, Anaxágoras, Anaximandro junto a otros como Empédocles o Anaxágoras fueron en busca del arjé o principio que posibilitaba este cambio en la naturaleza. Solamente después, ante el fracaso de las múltiples soluciones, la filosofía se centró en el hombre. Los sofistas son los primeros en cuestionarse filosóficamente al hombre y a todo lo humano. ¿Cuál es el fundamento de las leyes y las costumbres? ¿Por qué distan tanto las normas y reglas sociales de un pueblo con respecto a otro? Fueron pesimistas en sus planteamientos, en el sentido que profesaban cierto escepticismo. Y en este escepticismo residía su atractivo, como comenta Copleston: “Pero lo que más atrajo la atención fueron sus tendencias escépticas, sobre todo porque no ponían nada realmente nuevo ni sólido en lugar de las viejas convicciones que procuraban echar abajo. “11 Destacamos a Protágoras (485- 411 a.C. ) autor de la famosa sentencia “El hombre es la medida de todas las cosas, de las que son en cuanto que son y de las que no son en cuanto que no son.” 9 CARLOS VALVERDE, Antropología filosófica, p.44. 10 MAX SCHELER, El puesto del hombre en el Cosmos, Losada, p.108-109. 11 FREDERICHK COPLESTON, Historia de la filosofía Vol. 1, Ariel, Barcelona, 2004, p. 98. Tema 1 Introducción: la pregunta sobre el hombre Prof. Dr. D. Rafael Fayos Febrer Univ. CEU Cardenal Herrera 6 Contemporáneo de los sofistas y con un pensamiento contrario a ellos encontramos a Sócrates (469-399). Frente al relativismo sofista enseña al hombre a escuchar la verdad en su conciencia. “Es Sócrates el primero en descubrir la voz divina de la conciencia. El hombre, entendido como ser racional –aunque aquí con un neto predominio del aspecto práctico y ético-, está ligado a la verdad eterna e inmutable y siempre vinculante, por encima de todos los cambios del mundo sensible.”12 La verdad, pues, es el fin del hombre, y a ella aspira de manera natural. Pero la verdad no puede imponerse, sino que el hombre debe descubrirla en su interior, no sólo, sino acompañado, no de manera errática, sino a través de un método: la mayéutica. Así pues, “Para Sócrates, la verdad constituía el fruto maduro de un esfuerzo personal hecho en primera persona que jamás podía reducirse a repetir las opiniones de otros después de haberlas aprendido en la memoria. Era dentro de uno mismo donde residía la verdad. Sus preguntas pretendían justamente eso: forzar a sus discípulos a encontrar dentro de sí la sabiduría que buscaban.”13 Su filosofía se caracterizó pues, por el interés por la verdad concretado en la lucha por conseguir definiciones universales. Sócrates es el primer filósofo del hombre. Su discípulo aventajado, Platón, (427-347 a.C.) introducirá una visión del hombre que influirá notablemente a lo largo de los siglos: el dualismo. El hombre está compuesto de dos principios: uno espiritual y otro material. Para Platón, el cuerpo, es un instrumento del alma, es una cárcel momentánea que encierra al espíritu pero que más tarde, con la muerte, abandonará14. “El descubrimiento del espíritu, de una realidad espiritual accesible sólo al espíritu del hombre, es sin duda alguna el gran logro de importancia duradera que ha conseguido el pensamiento griego. Pero a la luz de esta consideración, lo espiritual aparece como el único verdadero ser. La esencia y dignidad del hombre se sitúan únicamente en lo espiritual; por el contrario, lo material y corpóreo no pueden entenderse de un modo positivo. Aparece así en Platón un dualismo entre espíritu y materia, entre el alma espiritual y el cuerpo material del hombre; cuerpo que se presenta como la cárcel y cadena del alma. El alma debe liberarse de los lazos y trabas que la ligan al mundo material para retornar así a su existencia específica que es puramente espiritual. La perfección del hombre consiste por lo tanto en la mayor desmaterialización y espiritualización posible de la vida.”15 Precisamente porque el hombre sólo es el alma, Platón, se detiene explicar y reflexionar sobre qué es el alma. En el Fedro, él lo explica así: “Tal como hicimos al principio de este mito, en el que dividimos cada alma en tres partes, y dos de ellas tenían forma de caballo y una tercera forma de auriga, sigamos utilizando también ahora este símil. Decimos, pues, que de los caballos uno es bueno y el otro no. Pero en qué consistía la excelencia del bueno y la rebeldía del malo no lo dijimos entonces, pero habrá que decirlo ahora. Pues, bien, de ellos, el que ocupa el lugar preferente es de erguida planta y de finos remos, de altiva cerviz, aguileño hocico, blanco de color, de negros ojos, amante de la gloria con moderación y pundonor, seguidor de la opinión verdadera y, sin 12 EMERICH CORETH, ¿Qué es el hombre? Esquema de una antropología filosófica, p. 47. 13 VIDAL GUZMAN, G., Retratos de la Antigüedad Griega, Rialp, Madrid, 2006, p. 178. 14 “El alma es la quitaesencia del hombre. El cuerpo es material, corruptible y temporal. No es la verdadera casa del alma. Antes de su exilio en el cuerpo, el alma ya existía en el mundo de las ideas. Y a esta patria debe volver. Se subraya sobre todo el significado negativo de la condición corporal, que impide que el alma espiritual -con parentesco divino- sea ella misma. La reflexión sobre el cuerpo versa sobre todo en torno a esta pregunta: ¿qué significa el cuerpo para un ser espiritual, exiliado en el cuerpo, en orden a su realización moral y religiosa?” (JOSEPH, GEVAERT, El problema del hombre. Introducción a la antropología filosófica, Sígueme, Salamanca 2003, p. 70). 15 EMERICH CORETH, ¿Qué es el hombre?Esquema de una antropología filosófica, p. 48. Tema 1 Introducción: la pregunta sobre el hombre Prof. Dr. D. Rafael Fayos Febrer Univ. CEU Cardenal Herrera 7 fusta, dócil a la voz y a la palabra. En cambio el otro es contrahecho, grande, de toscas articulaciones, de grueso y corto cuello, de achatada testuz, color negro, ojos grises, sangre ardiente, compañero de excesos y petulancias, de peludas orejas, sordo, apenas obediente al látigo y los acicates. El otro, sin embargo, que no hace ya ni caso de los aguijones, ni del látigo del auriga, se lanza, en impetuoso asalto, poniendo en toda clase de aprietos al que con él va uncido y al auriga, y les fuerza a ir hacia el amado y traerle a la memoria los goces de Afrodita. Ellos, al principio, se resisten irritados, como si tuvieran que hacer algo indigno y ultrajante. Pero, al final, cuando ya no se puede poner freno al mal, se dejan llevar a donde les lleven, cediendo y conviniendo en hacer aquello a lo que se le empuja.”16 Aristóteles (384-322 a.C), discípulo de Platón, acepta los dos principios (espiritual y material) de su maestro, pero con una salvedad: no los opone, todo lo contrario, los unifica. El hombre ya no será cuerpo y alma, sino una unidad substancial espiritual y material. El hombre es espíritu y materia a la vez. “Con ello establece ya Aristóteles la doctrina básica del hombre que, en la afirmaciones clásicas acerca del anima forma corporis y de la unio substantialis entre alma y cuerpo, influirá profundamente en el pensamiento cristiano, sobre todo a través del la escolástica aristotélica de la edad Media.(..) Sin embargo tampoco Aristóteles ha superado por completo la visión platónica del hombre. También en él –como en todo el pensamiento griego – el ser espiritual del hombre se define principalmente por el elemento cognoscitivo. El espíritu es razón, la facultad del conocimiento espiritual. Queda en segundo plano la facultad de la libertad, de la decisión y responsabilidad, del amor y comunión personales.” 17 No obstante hay que destacar que Aristóteles desarrolla una teoría del conocimiento humano y una teoría de la virtudes que todavía tiene vigencia y de la que echaremos mano a lo largo del curso. La última concepción griega que examinaremos son los estoicos. El estoicismo es un escuela filósofica que surge cuando decae la cultura griega. Existen varias periodos y autores que van desde el siglo III a.C hasta el siglo II d.C. Según los estoicos la felicidad para el hombre es vivir conforme a la naturaleza, cuyo movimiento y acontecer está determinado. Por lo tanto, esa felicidad pasa por aceptar y resignarnos a lo que el destino nos depara. Lo único que no está determinado es la actitud con la cual el hombre puede vivir su propio destino. Son dos las virtudes claves: por un lado la apatía y por otro la ataraxia. La apatía debe regular las pasiones internas al hombre. Éstas “(...) son impulsos que por su desmesura alteran el solemne orden universal. Son, por otra parte, engañosas, sin objeto, y causas de dolor y menosprecio de sí mismo. El sabio las dominará no deseando nada: ésta es la apatía estoica, que debe lograrse por la austeridad y el ascetismo.”18 Por otro lado la ataraxia, la imperturbabilidad ante los sucesos externos hará que no nos afecten ya que por otro lado, no podemos influir en ellos pues todo está determinado. De este modo, el sabio estoico logra la libertad interior que es en el fondo la única que el hombre puede ejercitar y alcanza así la felicidad consistente en una alegría serena. El estoicismo se popularizó en Roma, sobre todo en las clases pudientes y lo encontramos como filosofía de fondo de muchos personajes. Fue para muchos un modo de sustituir las religiones oficiales que estaban en crisis. A lo largo de la historia de occidente influirá muchísimo en el cristianismo como en momentos puntuales de su historia, tales como el Renacimiento. En el fondo, el estoicismo es un modo de salvar y dar sentido a la vida del hombre en medio de una crisis cultural19. 16 PLATÓN, Fedro, 246a, 253b-254a 17 EMERICH CORETH, ¿Qué es el hombre? Esquema de una antropología filosófica, p. 49. 18 RAFAEL GAMBRA,, Historia sencilla de la filosofía, p. 77. 19 “La persistencia de la actitud estoica en Occidente señala que es tal vez una de las raíces de su vida o, cuando menos, una de las actitudes últimas que el hombre occidental adopta cuando, aparecida la crisis, busca un camino para acomodarse a Tema 1 Introducción: la pregunta sobre el hombre Prof. Dr. D. Rafael Fayos Febrer Univ. CEU Cardenal Herrera 10 c) Por último conviene recordar que para el Aquinate el hombre también es persona, entendida esta a partir de la definición de Boecio: persona es “substancia individual de naturaleza racional”, que él perfecciona como “subsistente de naturaleza racional”. Es importante subrayar este aspecto porque luego, ya en el siglo XX, surgirá una escuela filosófica que pondrá a la persona en el centro de la antropología filosófica y como rasgo definitorio del hombre. 1.3.3. El hombre moderno. Durante la Edad Media Dios había sido el eje de explicación e interpretación del mundo y de la vida del hombre. Con la llegada de la Edad Moderna, no solamente la revelación cristiana ya no cuenta, sino que la cultura adopta una actitud indiferente cuando no hostil frente a ella. Esto va a tener consecuencias en la concepción del hombre en esta época: “La Edad Moderna se esfuerza por arrancar al hombre del centro de la creación en el orden espiritual. El hombre no está ya sometido bajo todos los aspectos a la mirada de Dios –el cual envuelve el mundo-, sino que es autónomo, tiene libertad de acción y dispone de sus movimientos; pero ya no constituye el centro de la creación, sino que es una parte más del mundo.”29 La revolución científica también tendrá su impacto en al antropología. El nuevo modelo astronómico, cuya importancia no reside en afirmar que el sol es el eje sobre el que giran el resto de los planetas, sino en sacar a la tierra y con ella al hombre de lo que se creía centro del universo, tendrá unas consecuencias antropológicas importantísimas. De algún modo reafirma y consolida lo dicho anteriormente en relación a que el hombre ya no es el centro de la creación, sino un parte más de la misma, sin la importancia y relevancia que le otorgaba la revelación cristiana. El hombre será un ser autónomo que irá adquiriendo progresivamente un conocimiento científico de la realidad y un dominio técnico frente a ella. Este poder crecerá de modo exponencial, pero no así una ética que lo norme y dirija. No podemos dejar de nombrar el Renacimiento y el despertar de la cultura humanista. Hay una vuelta a hacia Grecia y Roma y con ella una atención sobre el hombre al que se intentará hacer el centro de la cultura, como leemos en los escritos humanistas de Erasmo de Rotterdam, Tomás Moro o Luis Vives. Pero modelo de hombre que se forjará, será a partir de este momento subjetivo, esto es, el hombre será ante todo un sujeto30, es decir, individuo que conoce. Porque quien realmente va a marcar la filosofía y el pensamiento de los próximos siglos será un francés llamado René Descartes (1596-1650). En su búsqueda por una certeza sobre la que fundar una nueva filosofía llega a la siguiente afirmación: Cogito ergo sum, pienso luego existo. Este será el pilar que sostendrá todo su pensamiento. Sin embargo, la aplicación radical del mismo le generará más problemas de los que con él pueda resolver. Descartes divide la realidad en dos tipos de substancias: la pensante y la extensa (res cogitans y res extensa). Ambas se oponen la una a la otra y ambas forman parte del hombre que es a la vez espíritu y materia. El dualismo cartesiano será más acentuado aún que el platónico o el agustiniano: “Aquí está el punto de partida del exacerbado dualismo cartesiano entre cuerpo y alma; dualismo que va mucho más lejos que el de Platón y de Agustín. Espíritu y materia, conciencia pensante (res cogitans) y mundo corporal extenso (res extensa) constituyen unas 29 ROMANO GUARDINI, El ocaso de la Edad Moderna, en Obras, Vol 1, Ediciones Cristiandad Madrid 1981, p. 67. 30 “Es verdad que el humanismo comporta un ‘viraje hacia el hombre’ que ahora ocupa el punto central. También es cierto que la palabra antropología – al igual que la voz psicología- arranca del siglo XVI; pero no es más que el título vacío de una exigencia que tardará mucho tiempo en realizarse. En el pensamiento filosófico de la época, el ‘viraje hacia el hombre’ se estrecha hasta convertirse en un ‘viraje hacia el sujeto’. El hombre pasa a ocupar el centro, pero como simple sujeto, y no como centro de un orden objetivo del ser, sino cual centro de un mundo de conocimiento subjetivos, que encuentran en Descartes su más seguro punto de partida con la puro autocerteza de la conciencia (ego congitans).” (EMERICH CORETH, ¿Qué es el hombre? Esquema de una antropología filosófica, p. 57) Tema 1 Introducción: la pregunta sobre el hombre Prof. Dr. D. Rafael Fayos Febrer Univ. CEU Cardenal Herrera 11 realidades radicalmente distintas, que nada tienen de común entre sí. Con ellos no sólo desaparece una unidad substancial, sino que en el fondo hasta se elimina la posibilidad de una acción mutua entre el alma y el cuerpo.”31 La cuestión fundamental con la que se enfrentará Descartes será la relación entre la materia y el espíritu, es decir, la relación mente cuerpo. No todo es negativo en la filosofía de Descartes. Llama la atención sobre puntos como son la conciencia, la vida íntima, el yo, etc., que quizás la filosofía no había abordado aún. Un inglés llamado David Hume (1711-1778), será el otro pensador, que desde una posición aparentemente opuesta a Descartes, propondrá un modelo de hombre, no ya centrado en la razón sino en los sentidos. Para Hume el hombre se reduce a sus vivencias y estos evidentemente no son otra cosa que el conjunto de nuestras experiencias sensibles. García Morente al explicar la posición de Hume en relación a Descartes escribía: “A la pregunta metafísica ¿quién existe? Contestaba Descartes: existo yo, la extensión y Dios; contestaba Locke lo mismo que Descartes; contestaba Berkeley: existo yo y Dios, pero no la extensión; y Hume contesta muy sencillamente: no existo yo, ni la extensión, ni Dios; lo único que hay son vivencias. Mis vivencias, caprichosamente unidas, sintetizadas por mí, las llamo «yo»; pero que a esa palabra yo, a esa idea yo, corresponda una realidad substancial en sí y por sí que sea el yo, el alma, eso no se puede averiguar ni tiene sentido preguntarlo.” 32 Es decir, el hombre es un conjunto de vivencias y no una realidad en sí. La imagen más parecida a la realidad humana sería la de una película, un conjunto de fotogramas que son imágenes de la realidad. Muy unida al racionalismo y al empirismo se encuentra la ilustración que hasta cierto punto nace de éstas. ¿Qué visión tenía del hombre? “La antropología de la Ilustración era aproximadamente ésta: El hombre es un ser racional. Si se guía por su razón no necesita para nada otra instancia, ni siquiera la revelación divina que además no se ha dado.(...) La naturaleza del hombre es por sí misma buena y, si no se la deforma de prejuicios sociales o religiosos, le dice al hombre mediante los instintos, cómo debe proceder. (...).” 33 Si tuviéramos que buscar a un filósofo que encarnara este prototipo elegiríamos a Jean Jacobe Rousseau (1712-1778). Dos de sus obras, El Emilio, y El contrato social, son fiel reflejo de lo dicho líneas arriba. 1.3.4. Antropologías contemporáneas a) El materialismo: Las concepciones antropológicas que acabamos de estudiar unidas al pensamiento positivista de Aguste Comte (1798-1857) provocaron la aparición de un grupo de corrientes filosóficas que redujeron la realidad humana a su dimensión puramente material. A este grupo de corrientes filosóficas las denominaremos materialistas. Coreth escribe al respecto de ellas: “el materialismo, que se difunde desde los siglos XVIII y XIX, aporta una revolución radical de la imagen del hombre. Hasta entonces toda la tradición había considerado lo espíritu en el hombre como aquello que constituía propiamente su esencia y le caracterizaba por encima de cualquier otra cualidad. A todo esto se opone el materialismos: El hombre es una realidad material como todas las otras cosas.”34 A este materialismo se unirá la teoría de la evolución de Charles Darwin (1809 – 1882) que propone como solución a la diversas de especies la evolución de formas simples de vida a más complejas a través del tiempo y mediante el mecanismo de la selección natural. Darwin no quiso 31 EMERICH CORETH, ¿Qué es el hombre? Esquema de una antropología filosófica, p. 57. 32 MANUEL GARCÍA MORENTE, Lecciones preliminares de filosofía, p. 185. 33 CARLOS VALVERDE, Antropología filosófica, p. 60. 34 EMERICH CORETH, ¿Qué es el hombre? Esquema de una antropología filosófica, p. 61. Tema 1 Introducción: la pregunta sobre el hombre Prof. Dr. D. Rafael Fayos Febrer Univ. CEU Cardenal Herrera 12 sacar conclusiones filosóficas o teológicas de su teoría. Sin embargo, otros si lo hicieron como Nietzsche (1844 – 1900) o Marx (1818-1883). Para ambos autores, aunque con matices distintos, el hombre no es otra cosa y únicamente que fruto de la evolución natural. Otro materialista es Sigmund Freud que reduce todo el comportamiento humano al instinto sexual. Concretamente “Toda la vida humana, su dinamismo, sus miedos, los complejos, las motivaciones, los impulsos, son manifestación de la libido sexual.”35 b) El existencialismo (Desarrollar mejor a la luz sobre todo de Sartre). Soren Kierkegaard (1813-1855) filósofo danés del siglo XIX, es considerado por algunos como el iniciador de una corriente filosófica denominada existencialismo. Kierkegaard cree que el punto de partida de la filosofía no debe ser la razón, el sujeto pensante, la idea. Hay que abandonar la concepciones subjetivistas e idealistas y ocuparse de la comprensión de la existencia humana que es aquello inmediatamente presente y punto de partida posible para la consideración de cualquier otra realidad. Propone tres posibles estadios en la vida humana: estético, ético y religioso. El primero se caracteriza por el hedonismo y el prototipo es Don Juan. En el segundo el hombre vive de deberes y obligaciones. El tercero es el más perfecto de todos, se caracteriza porque el hombre vive libremente su relación personal con Dios, sin ninguna mediación, y el ejemplo o prototipo de este estado de vida es Abraham. El hombre puede recorrer los tres o puede elegir uno de estos tres caminos. Esta elección no se hace de modo lógico – racional, sino a partir de las propias vivencias y experiencias personales. Las ideas de Kierkegaard influirán en filósofos existencialistas del siglo como Martin Heidegger (1889-1973), Gabriel Marcel (1889-1973), Jean Paul Sartre (1905-1980) o el mismo Miguel de Unamuno (1864-1936). Estos filósofos, a pesar de sus divergencias y diferencias, tienen en común considerar el término existencia no simplemente como el hecho de existir las cosas, sino como aquello que constituye el rasgo principal y definitorio del hombre. El individuo concreto humano, su vida o modo de existir, es decir, la existencia es la principal tarea que la filosofía debe realizar. Esta existencia humana no es algo acabado y definitivo, todo lo contrario, es apertura hacia el futuro, proyecto, posibilidad en el tiempo, abanico de opciones. El hombre siente angustia ante el deber de elegir constantemente en su vida, ante el deber de optar por una cosa u otra, porque estas opciones lo van definiendo, lo van constituyendo. En fin, la pregunta sobre el hombre ya no es ¿qué es el hombre? sino más bien ¿qué sentido tiene la existencia humana? Hay que subrayar que algunos de los filósofos anteriores responden de manera negativa al sentido de la existencia humana, mientras otros lo hacen de manera más esperanzadora y positiva. c) El personalismo. Dentro de las corrientes filosóficas que se centran en el hombre y que surgen en el siglo XX conviene también reseñar al Personalismo. Su fundador Emmanuel Mounier (1905-1950) partió de los siguientes presupuestos: “necesidad de relanzar el concepto de persona como remedio filosófico en la lucha ideológica entre el individualismo y los colectivismos; necesidad de que la nueva antropología de la persona asumiera las aportaciones de la modernidad: conciencia, sujeto, yo libertad, dinamicidad, etc.; necesidad de que esas aportaciones se hicieran en el marco de una filosofía realista y abierta a la trascendencia.”36 El personalismo destaca del hombre su carácter personal, y desde este punto de partida, analiza la realidad humana, subrayando sobre todo su dimensión social, su relación con los demás, la afectividad, la dimensión corporal, ..etc. Filósofos que de alguna manera han estudiado los diversos aspectos que presenta el personalismo son Jacques Maritain, Martin Buber, E. Levinas, Karol Wojtyla, ...etc. 35 RAMON LUCAS LUCAS, Horinzonte vertical, BAC, Madrid, 2009, p. 14. 36 JUAN MANUEL BURGOS, Antropología: una guía para la existencia, pp. 36-37.
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