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La revolución agrícola, Apuntes de Historia

La revolución agrícola detalles

Tipo: Apuntes

2020/2021

Subido el 21/05/2021

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¡Descarga La revolución agrícola y más Apuntes en PDF de Historia solo en Docsity! La Revolución Agrícola. El momento previo y necesario de la Revolución Industrial ha sido la transformación de los procesos de producción de alimentos, energía e insumos. Si bien en la actualidad existen estudios que cuestionan ideas aceptadas desde hace mucho tiempo, no han alcanzado aún el volumen y precisión como para transformarse en un nuevo paradigma.1 En consecuencia, corresponde aún hacer un lugar importante a la llamada Revolución Agrícola, ya que como consecuencia de su desarrollo se generalizaron dos procesos que resultaron claves para la transformación industrial. Esos procesos fueron: a) la generación de un excedente de alimentos, con menor demanda de fuerza de trabajo y, b) la “invención” de unos nuevos trabajadores (campesinos pobres expulsados de las tierras), quienes fueron a buscar sustento a otro lugar, convirtiéndose o en braceros en otros campos, o en obreros en las nacientes fábricas. Como todo proceso histórico, los hechos se fueron sucediendo a lo largo de mucho tiempo, por lo que la explicación de las condiciones previas a su inicio, como así también los cambios generados, formarán parte del análisis. Corresponde establecer que, como la primera Revolución Industrial se produjo en Gran Bretaña, es preciso desarrollar la transformación en este país, sin perjuicio de mencionar adelantos generados en otros lugares. Producción y productores antes de la Transformación Se puede decir que hacia el siglo XVII, considerando tanto a los altos dignatarios de la Iglesia como a la alta nobleza en su conjunto, no más de 200 familias eran propietarias del 20 por ciento de toda la superficie agrícola de Inglaterra y Gales. Que la llamada gentry, es decir, nobleza media y baja, los comerciantes ricos, los hombres de leyes, y los antiguos militares convertidos en agricultores eran en total algo así como 16.000 familias, y poseían el 50 por ciento de la tierra. El resto, no más del 30 por ciento de las tierras restantes, pertenecía a los hombres libres, los freeholders. Alrededor del 70 por ciento de todas las tierras no eran cultivadas por sus dueños, sino que eran alquiladas a farmers, que se estima eran alrededor de unos 150.000. El agricultor promedio, el freeholder, en la Gran Bretaña de los siglos XVII y XVIII, no podía llevar adelante su tarea si no lo hacía junto a los otros agricultores, que eran sus pares. Esto era así porque las tierras destinadas al cultivo de cada uno estaban mezcladas a lo largo del territorio de la parroquia2, de forma tal que solamente la memoria y el hábito de los campesinos podría reconocerlas: eran los llamadas open fields (campos abiertos). Cada porción de tierra asignada –de la que el productor no era propietario en el sentido actual del término-, se encontraba intercalada entre las asignadas a otros, de forma tal que para poder llevar adelante la tarea diaria se hacía imprescindible la colaboración de todos. Asimismo, era imposible establecer cercados que impidieran el paso de una parcela a otra, ya que todos debían efectuar ese tránsito para ir a laborar a los diferentes lotes en los que debían cultivar. En consecuencia, en estos términos la única forma de producir era conforme reglas comunes y en cooperación. 1 Como por ejemplo los trabajos de R. C. Allen. Puede consultarse para el caso de R. C. Allen. Revolución en los campos. La reinterpretación de la revolución agrícola inglesa; Zaragoza, Ediciones Universidad de Salamanca/Prensas Universitarias de Zaragoza; S.E.H.A, 2004. 2 Según el Diccionario de la Real Academia Española, es un galicismo que refiere a los municipios rurales, como una demarcación administrativa local, aunque carente de reconocimiento legal expreso. En general las tierras, para ser trabajadas, se encontraban divididas en tres partes para poder alternar los cultivos, conforme la tradición y experiencia de los campesinos. En una de las tres particiones se sembraba trigo o cebada; en la otra, avena, guisantes (arvejas) o judías (lentejas); el tercero queda en barbecho.3 A este sistema se lo ha llamado de rotación bianual, es decir, luego de dos años de cultivo y siembra, al tercero se deja sin sembrar, tal como se muestra en el gráfico siguiente. Las tareas de preparación de la tierra y labranza, abono, y cosecha se hacían en momentos fijos y especificados para todos los miembros de la parroquia. Rotación de las tierras en el sistema bianual Durante mucho tiempo hasta el cultivo se realizó de manera común. Ello implicaba que debieron ponerse de acuerdo conforme a sus posibilidades, para aportar el abono, el grano, los arados, los animales de tiro y todas las cosas imprescindibles para llevar adelante la tarea. Si bien las labores se hacían en común, es preciso aclarar que al momento de la recolección, lo producido en cada parcela iba a parar al tenedor original, quien era el propietario del producto. La mayoría de estos productores eran libres (a diferencia de los siervos, atados a la tierra y a los designios del Señor Feudal, mayoría en el continente), que pagaban “terrazgos”4, de alguna forma propietarios de la tierra en que laboraban. Eran los yeomen, labradores que se servían de su arado para sí y para ayudar a un vecino, tal vez con 2 ó 3 vacas. Era un sector social en el que no había caballeros ni gentileshombres5, y que pagaban de impuestos unas 30 a 40 libras anuales. Por encima de los yeomen, en términos sociales, se encontraban los squire, algo así como miembros de una nobleza menor, quienes pueden ser jueces de paz, oficiales de la milicia, o lo que podrían ser denominados burgueses rurales. Por debajo de los yeomen, también en términos sociales, estaban los arrendatarios, quienes no tenían acceso a la propiedad en los términos explicados precedentemente, aunque fueran acaudalados. Los yeomen fueron desapareciendo lentamente, y ya para principios del siglo XVII se destacaba la fuerte reducción en su número; para 1883 una norma del Parlamento los daba por desaparecidos en su totalidad. 3 Es la tierra de labranza que no se cultiva durante un tiempo, para que descanse y recupere los elementos minerales que la hacen rica. 4 Es una pensión o renta que paga el que trabaja la tierra al Señor Feudal. 5 Era un caballero de distinción, por lo general vinculado al Rey. Año 1 Año 1 Año 1 Parcela A Parcela B Parcela C Trigo o Cebada Avena, arvejas Barbecho o lentejas Año 2 Año 2 Año 2 Parcela A Parcela B Parcela C Barbecho Trigo o Cebada Avena, arvejas o lentejas insaciable, verdadero azote para el país; para que pueda reunir tierras en un dominio y rodear con un seto varios miles de fanegas, los aldeanos son expulsados de sus campos, despojados por el fraude o por la violencia o, hastiados de las vejaciones que tienen que sufrir, se resignan a vender su hacienda.” Los antecedentes legislativos provienen desde mediados del siglo XV. Sin embargo no es solamente el afán de riqueza lo que promovía la concentración territorial y los cercamientos, sino también la necesidad de incrementar el volumen productivo. Las tierras de labor, por la repetición mecánica del barbecho y la rotación simple, estaban agotadas. Las tierras que se recuperaban realmente con este sistema eran pocas, y los animales se alimentaban en forma escasa, además de encontrarse recurrentemente sometidos al riesgo de enfermedades. En términos productivos se hacía necesaria una transformación. Sin embargo, los cercamientos del siglo XVI y XVII fueron diferentes a los del siglo XVIII. Los primeros fueron combatidos por el gobierno; los segundos, impulsados por leyes desde el Parlamento. En este último caso los campesinos que quisieron resistir fueron amenazados con procesos legales largos y costosos, amén de un resultado incierto. Si esto no alcanzaba para asustarlos, los grandes propietarios hacían grandes zanjas alrededor de sus tierras, para que los labriegos debieran dar largos rodeos a fin de llegar a su parcela. En el siglo XVIII el mecanismo se perfeccionó, ya que si no se conseguía el consentimiento para lograr el “acuerdo mutuo”, la autoridad pública podía intervenir, aunque no de oficio. Dado que fueron los grandes señores los que deseaban desarrollar lo que se conocería como la nueva agricultura, impulsaron el proceso legal para unificar la propiedad y eliminar las formas antiguas de producción. La necesidad de desarrollar estas nuevas técnicas con el objeto de lograr mayor volumen productivo, se justificó en el incremento demográfico de las grandes ciudades, que impulsó la demanda. Esto generó, como una primera respuesta, la ampliación del uso de fertilizantes naturales (como la marga y la ceniza), para el cultivo de hortalizas destinadas al mercado urbano (nabos, coliflores, guisantes). Cantidad de Cercamientos Período Leyes de Cercamiento Acres Cercados 1727-1760 56 74.518 1761-1792 339 478.259 1793-1801 182 273.891 1802-1815 564 739.743 1816-145 244 199.300 FUENTE: Maurice Niveau. Historia de los hechos económicos contemporáneos; Barcelona, Ariel, 1981, página 27. Como se puede ver en la tabla, la mayor cantidad de cercamientos se produjo entre mediados del siglo XVIII y el XIX y afectó aproximadamente a unas 2,7 millones de hectáreas, considerando las tierras cultivadas, como también así las comunes.9 La forma de iniciar el proceso era la reunión de los grandes propietarios, a fin de acordar el nombramiento de un abogado para que solicite al Parlamento una ley de cercamiento. Luego, se convocaba a todos los propietarios a una asamblea general, donde los votos contaban conforme la superficie que se poseyera. Para que la petición sea aceptada importaba que cuatro quintas partes den su aprobación. Sin embargo, sucedía que la quinta parte que normalmente no aceptaba representaba a la mayoría de las personas, propietarias de pequeñas parcelas. Existen peticiones firmadas por dos o tres personas, y hasta hay alguna firmada por una sola, pero como esas firmas estaban acompañadas de los títulos suficientes, resultaron viables ante el Parlamento. Las presiones sobre los pequeños propietarios, cuando su firma era necesaria, fueron enormes. 9 Ramón Villares y Angel Bahamonde. El mundo contemporáneo. Siglos XIX y XX; Madrid, Taurus, 2009, página 12. Una vez ingresada la petición al Parlamento comenzaban una serie de formalidades costosas, pero como eran los ricos los que la financiaban, el final normalmente era el esperado. La ley fijaba las condiciones generales de la operación. Recién sobre el terreno se definían los detalles. Evidentemente dentro de estos detalles entraba el proceso de medición y definición de la extensión de la tierra cercada, que siempre concluía en un perjuicio para los más pobres. Se trata, como dice Mantoux, de operar en la extensión de la parroquia una verdadera revolución, ya que culminaba con la apropiación del suelo para repartirlo entre los grandes propietarios de una forma nueva y sin real relación con la historia inmediata. Como es de esperar, el abuso y la violencia fueron cosas habituales. Distribución de la propiedad rural en Inglaterra y Gales (en %) Grupo Social 1690 aprox. 1790 aprox. Landlords 15-20 20-25 Gentry 45-50 50 Yeomen – Freeholders 25-33 15 Iglesia y Corona 5-10 10 FUENTE: Peter Kriedte. Feudalismo tardío y capital mercantil; Barcelona, Crítica, 1982, página 83. El cuadro precedente muestra la transformación, poniendo en evidencia cómo los señores feudales y la gentry aumentaron su propiedad, en desmedro de los yeomen. Como bien sostuvo Marx, luego de la Gloriosa Revolución, al acceder al poder Guillermo de Orange, se generó una nueva era: “entregándose en una escala gigantesca al saqueo de los terrenos de dominio público, que hasta entonces sólo se había practicado en proporciones muy modestas. Estos terrenos fueron regalados, vendidos a precios irrisorios o simplemente anexionados por otros terrenos de propiedad privada, sin encubrir la usurpación bajo forma alguna.”10 En pocas palabras, las clases más acomodadas de Inglaterra –con independencia del origen de dicha riqueza, sea agrícola o mercantil-, tuvieron tres vías para ampliar las posesiones: a) la transformación de los contratos con colonos a largo plazo y transmisibles, en contratos de corto plazo y no transmisibles de los arrendatarios; b) la adquisición de lotes de tierra de los pequeños propietarios castigados por el hundimiento de los precios agrícolas, c) el acaparamiento de tierras de uso común (los open fields). Este último fue el más dramático en términos sociales, pero adquirió relevancia exclusivamente en el siglo XVIII. Con la transformación de los contratos los colonos se convirtieron en arrendatarios y, junto a la paulatina eliminación de las tierras de uso común, se puso en evidencia la desaparición del sistema de señorío feudal. Como sostiene Beaud, los squatters que vivían en sus tierras comunales son expulsados; los campesinos pobres que habitaban en ínfimas parcelas no pudieron afrontar los gastos del cercado y por ello fueron lanzados a vivir en las malas tierras recibidas. Gracias a ello 10 Carlos Marx. El Capital. Crítica de la Economía Política; Buenos Aires, Editorial Cartago, 1956, capítulo XXIV, página 581. se van, como muchos otros a quienes la extensión de la ganadería ha hecho inútiles; como otros, también obligados a vender su granja al propietario vecino. En consecuencia, la renta señorial se transformó en renta territorial, mientras que el propietario disponía de libertad para decidir en qué se usaba la tierra. Con las ventas de tierras se desnudó el hecho de que los pequeños campesinos propietarios, luego de endeudarse para hacer frente a la caída generalizada de los precios de los bienes que producían, debían vender sus posesiones para poder pagar y no ser encarcelados. Y con el acaparamiento de las tierras de uso común, se puso fin a los últimos vínculos feudales de la agricultura en Inglaterra.11 Con la eliminación de las tierras de uso común los campesinos-propietarios perdieron la posibilidad de complementar sus ingresos (para alimentar el ganado, y para lograr tener pequeños huertos); mientras tanto los grandes propietarios pudieron destinar mayores extensiones a alimentar ganado, o disponer el desarrollo de otros cultivos más demandados. El caso más típico es el de la malta, cuya producción creció en forma sensible gracias al aumento del consumo de cerveza. Esta nueva agricultura se apoyaba en el trabajo organizativo de nuevos administradores, que empleaban mano de obra asalariada de los ex pequeños propietarios o ex colonos. Asimismo, dadas las nuevas condiciones, se vieron obligados a diversificar producciones, a usar fertilizantes y mejorar la cría de ganado, a fin de participar en el mercado en términos competitivos. En consecuencia, en las tierras permanecieron muchas de las mismas familias campesinas: antes eran colonos, y luego arrendatarios. Esto último es relevante en tanto debían abonar el alquiler, cantidad mucho más elevada que la que, en todo caso, era la se encontraban obligados a abonar como tributos al Señor Feudal. Si bien algunos autores dudan del masivo éxodo que la transformación en la propiedad territorial pudo generar, no quedan dudas que el aumento de la producción se hizo funcional al crecimiento de la demanda urbana. Esto generó, de alguna forma, la presión para producir más por parte de los arrendatarios, quienes dispusieron de mayores ingresos, por un lado; por el otro, a los propietarios les permitió ir aumentando los alquileres a medida que vencían los contratos de arrendamiento y tenían que ser renovados. La importancia de la producción agrícola Antes de los cercamientos y el cambio técnico que ello permitió, es preciso aclarar que entre el 75 y el 80 por ciento de la población de cada país desarrollaba su vida y tareas en el campo. En estas condiciones tradicionales, la familia campesina generaba no más de un 20 ó 30 por ciento de excedente sobre lo que consumía (excedente necesario para pagar tributos al señor feudal o Iglesia, y a la vez para ser destinado al consumo urbano). La mayor parte del consumo diario de calorías era de origen vegetal, ya que la cría de animales para consumo, conforme las particularidades descriptas en las páginas precedentes, era demasiado costosa (además, producir 1 caloría de origen animal costaba unas 80 calorías de origen vegetal, lo que necesariamente hacía inviable una orientación al consumo de calorías animales). Esto debe ser pensado también en relación a las fluctuaciones cíclicas de la producción primaria, como consecuencia de hechos naturales inevitables como heladas, granizos o plagas; pero también como consecuencia de hechos evitables, como repetición mecánica de cosechas, bajo nivel tecnológico y falta de fertilizantes. En términos ilustrativos, hasta comienzos del siglo XVII, en Inglaterra se sucedían normalmente unos doce períodos de hambre por siglo. El proceso de revolución agrícola permitió modificar los límites impuestos por las condiciones de producción, 11 Existen visiones actuales que cuestionan parcialmente esta perspectiva, como la de Allen, ya mencionado. Este autor sostiene que la principal consecuencia económica de los cercamientos del siglo XVIII fue la redistribución de la renta agrícola existente, no un incremento de la productividad. En María I. Carzolio. “Ecos recientes de un debate inconcluso acerca de la Revolución Agrícola en Inglaterra y de la transformación de su economía agraria entre 1500 y 1850”, en Mundo Agrario, segundo semestre, año/vol. 7, número 13, Universidad Nacional de La Plata, La Plata, página 14. d) Esta última innovación va de la mano de la mayor utilización del caballo como animal de tiro, reemplazando al buey. Este último permitía arar 0,4 de hectárea por día, mientras que solamente con el caballo se alcanzó un promedio que iba de 0,5 a 0,6 de hectárea. Con la modificación del arado, se llegó a 0,8 de hectárea a fines del siglo XVIII. e) Debe destacarse que también esto último fue posible por la sistemática selección en las semillas y en los animales, en particular la cría de ganado. Este conjunto de modificaciones en la producción incidió en forma determinante sobre el crecimiento de la población. El crecimiento demográfico en Inglaterra había sido muy bajo durante el período que mediaba entre 1630 y 1740, ya que había aumentado en sólo 8 por ciento. Sin embargo, entre 1740 y 1850 la población tuvo un crecimiento superior al 150 por ciento. La clave ha de hallarse en el descenso continuo de la tasa de mortalidad, tal como se ve en la tabla siguiente: Tasas de Natalidad y Mortalidad en Inglaterra (en %) 1701-1750 1751-1780 1781-1800 1801-1830 Tasa Natalidad 33,8 37,2 37,5 36,8 Tasa Mortalidad 32,8 30,4 27,7 22,5 FUENTE: Maurice Niveau. Historia de los hechos…, op cit., página 30. Este descenso es producto de dos elementos centrales. El primero, derivado de la mejor alimentación del conjunto de la población, gracias a la desaparición de los ciclos de hambrunas, motivada por las mejoras en la productividad antes descripta. El segundo, por mejoras en la higiene y la medicina, lo que logró un descenso marcado en los fallecimientos por causas evitables. De esta forma, en Inglaterra la tasa de mortalidad descendió de un 35 a 40 personas por mil, a 30 por mil en 1760/1780, y a 25 por mil a comienzos del siglo XIX; el crecimiento de la población pasó de menos del 0,5% a 1% en los dos siglos siguientes, lo que duplicó la población cada 60 años. Cambios sociales y políticos El paso de la renta feudal a la territorial implicó, sin dudas, un aumento de la capacidad de recaudación fiscal. Si bien es cierto que dicho aumento fue sostenido por las espaldas de los campesinos, también se ha comprobado que el aumento de la presión fiscal fue absorbido mejor que en otras partes gracias a la innovación (tanto en tecnología como en organización de la producción). El Estado, en la Inglaterra del siglo XVIII, se fue convirtiendo en un espacio en el que se apoyaron, con independencia de los conflictos de facciones, la mayor parte de los beneficiarios del sistema; gracias a ello las políticas públicas se encaminaron en esa dirección, y en consecuencia gozaron de amplio consenso. Sin embargo, el Estado como tal, para el caso inglés, fue un espacio reducido, encargado de garantizar el funcionamiento de la “mano invisible del mercado”, preconizada por uno de sus principales ideólogos, Adam Smith. Ese mercado, por supuesto, no tomó en consideración a la gran cantidad de seres humanos que quedaron sin trabajo, ni lugar para ganarse su sustento. Quedaron, como diría Marx, desposeídos de los medios de producción, con sólo sus brazos como herramientas. De esta forma se vieron obligados a vender en ese mercado lo único que les quedaba: su fuerza de trabajo. Esta transformación favoreció en forma brutal, el abastecimiento de obreros a la Revolución Industrial. Fuentes para la Revolución Agrícola Fuente nro. 1. Petición de pequeños propietarios de tierras y personas con derechos de servidumbre activa sobre las common land. “Los demandantes piden poder exponer a la Corte de justicia en base a los siguientes hechos: Que con el pretexto de hacer mejorías en las tierras de propiedad de la citada parroquia se privará a los campesinos sin tierra y a todas las personas que tienen derechos sobre las common lands que se pretenden cercar, del indispensable privilegio del que actualmente gozan, es decir, de que sus bueyes, terneros y ovejas puedan pacer a lo largo y a lo ancho de dichas tierras. Este privilegio no sólo les permite mantenerse a ellos y a sus familias en medio del invierno -cuando no lograrían, ni siquiera pagando en dinero contante, que los propietarios de otras tierras les dieran la mínima cantidad de leche o de suero para tales necesidades-, sino que también les permite entregar a los ganaderos partidas de animales jóvenes y delgados a un precio razonable, para luego engordarlos y venderlos en el mercado a un precio más moderado; y este sistema se considera como el más racional y eficaz para asegurar el abastecimiento público de géneros de primera necesidad a precios más bajos. Los demandantes consideran además que el resultado más desastroso de este cercamiento será la casi total despoblación de su ciudad, ahora llena de trabajadores orgullosos y fuertes que, al igual que los habitantes de otras parroquias «abiertas», son el vigor y la gloria de la nación, el sostén de su flota y de su ejército. Bajo el empuje de la necesidad y de la falta de trabajo, se verán obligados a emigrar en masa hacia las ciudades industriales, en donde la naturaleza misma del trabajo en el telar o en la fragua reduciría pronto su vigor, debilitaría a su descendencia y podría hacerles olvidar poco a poco ese principio fundamental de obediencia a las leyes de Dios y de su país que constituye el carácter peculiar de esos sencillos y fieros campesinos que es fácil encontrar en las zonas de los open fields y de los que en gran medida dependen el orden y la tranquilidad del Estado. Según los demandantes, éstos son algunos de los daños que se podrán derivar de las previstas medidas que les afectarán como individuos, pero que tendrán consecuencias en toda la comunidad. Ya se han comprobado estos daños en muchos otros casos de cercamientos, y ellos opinan que presentando el problema al Parlamento (que constitucionalmente es protector y patrono de los pobres) sus derechos no podrán dejar de ser tutelados frente a la ley en discusión.” En Raunds, Northamptonshire. Commons Journal, del 19 de julio de 1797. Fuente nro. 2. View of the agriculture of Middlesex “Cercamiento. Son tales y tantos los beneficios y ventajas que se podrían derivar de un total cercamiento de las common lands (tierras comunales) que me es imposible describirlos o enumerarlos. Daría la oportunidad de separar las tierras áridas de las húmedas, la de desecar estas últimas, la de abonar las zonas agotadas, y todo ello podría producir inestimables resultados; el nuevo ordenamiento permitiría, con la ayuda de hábiles ganaderos, la cría de ovinos y bovinos de raza mucho mejor que las que se ven habitualmente en estas zonas, en donde hay animales miserables y medio muertos de hambre. Teniendo al ganado en zonas cercadas se conseguiría mantener a un número mayor con la misma cantidad de alimento. Su costumbre de vagar y de moverse no sólo destruye la hierba con sus pisadas, sino que también los reduce a huesos y piel. Y ello en la actualidad hace necesaria la presencia de un pastor que los meta y los saque del establo. De otro lado, y mediante este sistema, el ganado podría rendir a la comunidad y a los individuos cien veces más de lo que los hacía hasta ahora, antes de los cercamientos. Por último y fundamental aspecto, se podría proteger al ganado de la peste, esa mortal enfermedad que hace terribles estragos en nuestros rebaños. Hay que añadir que ese abastecería mejor de carne de buey y de cordero a los mercados y que el precio de estos géneros se reduciría considerablemente. Dado que las common lands de estos territorios carecen de presas, fosas o canales de desagüe, no hay forma de eliminar de su superficie el agua superflua que, como es sabido, produce graves daños a la vegetación en conjunto. Muchas common lands, situadas en zonas deprimidas y con un suelo retentivo, absorben agua como esponjas. Esta agua, estancada y con frecuencia en cantidades excesivas, hace que el terreno de dichos pantanos sea la causa de muchos de los males que afectan a las ovejas y especialmente de esa letal enfermedad que es la peste. Por la misma razón, las zonas que rodean las common lands son especialmente dañinas para la salud y la longevidad del hombre. Pero supongamos que esta situación se transforma y que estas common lands son cercadas, que se excavan las necesarias fosas y canales de desagüe y que se hace cultivable la tierra: veremos entonces cómo se elimina la humedad sobrante y como el agua, corriendo sin parar desde las laderas de las colinas hasta los surcos y desde éstos hacia canales y arroyuelos, hará fértil a esta misma tierra que su estancamiento hace improductiva. El campo desecado será ya salubre para el hombre y para el ganado. Los efectos de dichas medidas serían pronto evidentes en muchos distritos de esta isla que hasta el presente han sido siempre nocivos para la salud del hombre y para su longevidad. Hay que señalar también que el sistema de las common lands nunca ha aportado nada a la solución del problema del empleo. Y que apenas se hiciera un cercamiento, la situación se transformaría positivamente, y una desolada tierra inculta se convertiría en la más risueña de las zonas. Actividades y trabajos de toda índole se desarrollarían en esos lugares. El que quisiera contribuir a esa empresa encontraría una gran cantidad de ocasiones de trabajo: excavar fosas y canales de desagüe, construir terraplenes y vallas, plantar setos y árboles; los herreros y demás artesanos del campo no tendrían que quedarse con los brazos cruzados pues habría mucho trabajo para ellos en la construcción de factorías y de sus respectivos anexos, y en la proyección y construcción de caminos, puentes, cercados, empalizadas, aperos agrícolas, etc. Pocos años después de haber llevado a buen término estos primeros y temporales esfuerzos, y cuando todo el conjunto estuviese organizado en un sistema agrícola regular, se podría alimentar y dar trabajo a una población notablemente aumentada.” John Middleton.1798. Fuente nro. 3. Los incovenientes de los Open Fiels y de las Common Lands Por mucho trabajo y aplicación que sea capaz de poner, ¿cómo podrá un pequeño cultivador arrendatario hacer las mínimas mejoras necesarias para que sobrevivan los open fields? Nunca se le pagará su esfuerzo: debido a la dispersión de sus tierras, los gastos serán siempre superiores que lo que puedan reportarle las mejoras introducidas, en el supuesto de que tenga tiempo y ganas de dedicarse a hacerlas. Y lo cierto es que tendrá que conformarse con cultivar según las prácticas habituales aun cuando el valor del suelo sea tal que, por ejemplo, podría poner un buen pastizal que le rendiría más con un gasto diez veces menor. Gentleman Magazine, 1754, página 454. BIBLIOGRAFIA R. C. Allen. Revolución en los campos. La reinterpretación de la revolución agrícola inglesa; Zaragoza, Ediciones Universidad de Salamanca/Prensas Universitarias de Zaragoza; S.E.H.A, 2004. P. Bairoch. “La agricultura y la Revolución Industrial, 1700-1914”, en Carlo Cipolla, ed. Historia Económica de Europa. La Revolución Industrial; Barcelona, Editorial Ariel, 1983.
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