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La Tregua de Mario Benedetti, Resúmenes de Lengua y Literatura

Análisis de "La Tregua" de Mario Benedetti, que explora diversos aspectos psicológicos y sociales del texto

Qué aprenderás

  • ¿Cómo se divide Montevideo en espacios abiertos y cerrados en la novela 'La Tregua'?
  • ¿Cómo la muerte de Laura Avellaneda afecta a Martín Santomé?
  • ¿Cómo se desarrolla la vida de Martín Santomé antes de conocer a Laura Avellaneda?

Tipo: Resúmenes

2022/2023

Subido el 08/08/2023

tobias-dragonetti
tobias-dragonetti 🇦🇷

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Vista previa parcial del texto

¡Descarga La Tregua de Mario Benedetti y más Resúmenes en PDF de Lengua y Literatura solo en Docsity! La tregua, de Mario Benedetti Martín Santomé y el desencanto -Argumento La obra se desarrolla en forma de diario íntimo, donde queda anotado casi un año de la vida de Martín Santomé, un contador viudo de cuarenta y nueve años, a punto de jubilarse, que vive con sus tres hijos. Pero su vida de frustración empieza a cambiar cuando aparece Laura Avellaneda, una nueva compañera de trabajo veinte años menor que él, que le proporcionará las ilusiones y las esperanzas de las que él carece. Lo que lleva a la historia, además del tiempo, es el progreso de su relación con ella, sus comienzos clandestinos, sus prejuicios y sus dudas en torno a la misma. Pero el destino le tiene deparada una sorpresa, Laura muere repentinamente y la vida de Martín Santomé torna a una tristeza aún más desesperanzada, pues sabe que ya no puede esperar nada de la vida. Fue sólo una tregua. Mario Benedetti: vida y sociedad uruguaya. A lo largo del siglo XX Uruguay gozó de una serie de atributos que lo hicieron ser considerado como uno de los Estados más modernos, que sucedían particularmente en Montevideo. En las etapas posteriores de la Primera Guerra Mundial, José Batlle asciende a la presidencia, y mantiene un gobierno sólido durante muchos años. Con su muerte en 1929 ese Estado ejemplar comienza a fallar, a lo que viene a sumarse la gran depresión del treinta. En 1933, se produce el golpe de Estado de Gabriel Terra y en 1938 Benedetti se traslada a Buenos Aires, donde consigue un empleo de taquígrafo durante tres años. Vuelve a Montevideo. “Era la época en la que a Uruguay se la llamaba “la Suiza de América”, con un buen nivel cultural y una democracia estable. De 1945-1965. El rasgo de esta época es la crítica social desde una perspectiva pesimista. Es a esta época a la que pertenece La tregua. Eduardo Nogareda en su edición de Cátedra señala: “El hecho de que La tregua esté realizada sobre la forma de un diario íntimo presuntamente escrito por el personaje central tiene una significación psicológica como es la subjetivación de la narración, con el consiguiente aumento de la emotividad- y una significación estructural (…) logra que el lector tenga referencias simultáneas de los elementos constitutivos de la psiquis del personaje”. El diario en la literatura Santomé quiere, necesita desahogarse, intenta desenredar el laberinto que es su vida en el papel, para quedarse ligero o tal vez vacío. Los relatos están entrelazados, se complementan las secuencias de los hijos con las secuencias de la oficina y ambas con las de Avellaneda, todas forman parte del mismo marasmo. Utiliza la introspección, expone su vida diaria, sus frustraciones y esperanzas. El resto de los personajes son observados por él. El diario como está entre lo íntimo y lo público, y Santomé toma la postura de delator de las carencias y de los miedos del uruguayo medio de su época que surgen de esa realidad en la que está inmerso. El diario de Santomé es la confesión y el reconocimiento de la derrota propia y la de su mundo. Martín Santomé es la metáfora de ese pueblo, Benedetti lo crea, “lo imagina” para mostrar la realidad de Uruguay. Pero cuando esa ilusión se extingue, vuelve la oscuridad, sin esa esperanza que aquí se llama Avellaneda, pero que en cualquier otro diario podría tener otro nombre. En una mano, Santomé lleva la ilusión y en la otra la derrota, es un señor vivo por fuera y muerto por dentro, porque ya no le quedan esperanzas. Espacio Puede hacerse una división entre espacios abiertos, con las calles de Montevideo como personaje principal, y espacios cerrados. En estos últimos se incluye el espacio profesional de la oficina, opresivo, mecánico y oscuro, con la sensación casi de hacinamiento: “lo que no soportaba más era la pared frente a mi escritorio, la horrible pared absorbida por ese tremendo almanaque con un febrero consagrado a Goya” (19 de febrero). De ese lugar solo puede huir con la ensoñación de su próxima jubilación. El espacio familiar de Santomé simboliza la soledad, la asfixia y la incomunicación con los hijos. No se aporta ningún dato específico sobre el interior de la casa, ni de dónde está emplazada, sólo el ambiente de aislamiento que vive cada habitante de ella. Ni siquiera la casa de Avellaneda aparece descrita, sólo es señalada con un número, sin nombre. Cuando ella muere hace una visita al taller de sastrería que allí tiene su padre, y lo único que resalta es la fotografía de ella colgada en la pared. Solo hay un espacio cerrado que es luminoso y libre, el departamento en el que viven su amor, el opuesto a todos esos lugares asfixiantes: “Encontré apartamento. Bastante parecido al ideal e increíblemente barato,” (15 de junio). Es del único espacio cerrado del que habla de los muebles, de los colores y de la luz que tiene dependiendo del momento del día, porque es el lugar donde pone las pocas esperanzas que le quedan: “Recibí los muebles en el apartamento y trabajé como un negro. Quedó bien. Nada rabiosamente moderno (…) Creo que es la primera vez que arreglo un ambiente a mi gusto” (22 de junio). Es el lugar donde ambos se descubren en todos los sentidos, por eso, al morir ella se convierte en un espacio vacío, desaparece como A lo largo de la lectura la concepción de la mujer la coloca en un plano dependiente del hombre. Pero Avellaneda romperá todos sus esquemas mentales y se impondrá como una mujer resuelta para el trabajo y para enfrentarse a la vida en general. Avellaneda lo rescata. La preocupación por la sinceridad, relacionada con esa infidelidad, el desarrollo de ese amor constituye el cuerpo fundamental de la novela. Es un paréntesis en la vida del protagonista, normalmente inclinado a la pasividad, ahora tiene algo por lo que luchar. La desesperanza: la muerte. La muerte viene a ser la desembocadura natural de la obra, la causa de su título y de la frustración de Santomé. Porque el paréntesis del amor ha sido sólo eso, una tregua, el cese del desencanto, pero que ahora vuelve con más fuerza, porque ya no espera nada. La muerte parece un castigo a su incapacidad para reaccionar ante la esperanza y el amor y su frustración final se convierte en algo muy doloroso pues se siente vencido por sí mismo y por su miedo a vivir “peligrosamente” Santomé parece lamentar más su soledad y desesperanza que la propia muerte de ella. Esa muerte supone el fin de la tregua que le concedió la vida. Son dos muertes, una física, la de Laura y otra la de su esperanza, que es otro tipo de muerte, porque vivir sin ilusiones es sólo sobrevivir. Y lo deja sin fe. “Murió es la palabra, murió es el derrumbe de la vida, murió viene de adentro (…) es la desaparición”. “Despójenlo a este tipo de cuartas quintas partes de su ser. Me he quedado con una quinta parte de mis buenos propósitos” (17 de enero) Escepticismo religioso. Dios es entrevisto en La tregua como un ser racionalmente inexistente, pero vitalmente deseable. Un momento importante es cuando está en la playa con Avellaneda: ¿Y si el mar fuera Dios también? ¿Un testigo insensible, una presencia móvil, pero sin vida?” Y a la pregunta de ella sobre si cree en Dios, él responde con su escepticismo característico: “No sé, yo querría que Dios existiese. Pero no estoy seguro” A lo que ella responde que se complica porque quiere que ese Dios tenga forma humana, “Dios es la Totalidad”. El mar es un enigma, reflejo de la realidad absoluta, esa Totalidad de la que habla Avellaneda. El problema para Santomé es que él no cree en ninguno dios, ni bondadoso, ni colérico, busca un dios cualquiera al que asir su desesperación. En el momento de desesperación que vive tras la muerte de Avellaneda exclama: “Dios volvió a ser la todopoderosa Negación de siempre (…) Ahora las relaciones entre Dios y yo se han enfriado” (22 de enero). Y el 24 de enero escribe otro de los parlamentos sustanciales de la novela: “Es evidente que Dios me concedió un destino oscuro. Ni siquiera cruel. Simplemente oscuro. Es evidente que me concedió una tregua”. Ahora no lo niega, sino que lo muestra como ese Dios colérico del que, si alguna vez tuvo la esperanza de volver los ojos hacia él, esa posibilidad a desaparecido. Un Dios al que clama hasta siete veces cuando se entera que Avellaneda ha muerto. Tras su muerte se enfrenta por fin a esas ansias de infinito que no le alcanzan, no puede dialogar con él, porque ya la fe tampoco puede ampararlo. CONCLUSIÓN Los pensamientos de Santomé sobre los temas sobre los que reflexiona nos han asistido a todos en algún momento. La incomunicación, la brecha generacional, existen siempre, las sociedades. Y si del amor, la ilusión y la desesperanza se trata, o de la muerte, el ser humano seguirá sintiendo lo mismo.
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