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Sandro Botticelli: Biografía y Obras, Monografías, Ensayos de Historia del Arte

Biografía del pintor sandro botticelli, nacido en florencia durante la edad de oro de lorenzo de médicis. Se educó en florencia y mostró interés temprano por el dibujo. A pesar de su desafío en la escuela, se sintió atraído por la pintura y se dedicó a ella. Botticelli estudió bajo el maestro fray filippo del carmine y rápidamente alcanzó una perfección inesperada. Sus obras más famosas incluyen 'la piedad' en santa maria maggiore, 'la historia de nastagio degli onesto' en la casa pucci y 'la adoración de los magos' en santa maria novella.

Tipo: Monografías, Ensayos

2021/2022

Subido el 10/01/2022

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¡Descarga Sandro Botticelli: Biografía y Obras y más Monografías, Ensayos en PDF de Historia del Arte solo en Docsity! Sandro Botticelli, pintor de Florencia En esos días de Lorenzo de Médicis el Magnífico, que fueron una verdadera edad de oro para los hombres de genio, floreció Alessandro, llamado Sandro según nuestra costumbre, y Botticello, por razones que daremos de inmediato. Era hijo de Mariano Filipepi, un ciudadano de Florencia, quien lo educó cuidadosamente, enseñándole todo aquello que los niños suelen aprender antes de la edad en que son primeros aprendices de oficios. Aunque Sandro dominó muy pronto cuanto le agradaba, siempre se mostraba desasosegado, y en la escuela no podía concentrarse en la lectura, la escritura y la aritmética. En vista de ello su padre, desesperado por esa mente tan extravagante, lo colocó en el taller de un orfebre compadre suyo, llamado Botticello, un maestro muy estimado en el oficio. A la sazón existían muy estrechas y amistosas relaciones entre los orfebres y los pintores, de suerte que Sandro, que era un muchacho ingenioso y aficionado al dibujo, se sintió atraído por la pintura y decidió consagrarse a ella. Cuando manifestó su deseo a su padre, este último, que reconoció su inclinación, lo llevó a Fray Filippo del Carmine, admirable pintor de la época, y concertó con éste que enseñaría a Sandro, según deseaba el muchacho. Sandro, dedicado en cuerpo y alma a su arte, siguió e imitó tan bien a su maestro, que éste se encariñó con él y le enseñó tan solícitamente, que muy pronto el muchacho alcanzó una perfección que nadie hubiera creído posible. Era joven aún cuando pintó para la Mercatanzia de Florencia una Fortaleza para la serie de las Virtudes ejecutadas por Antonio y Piero del Pollajuolo. En la capilla de los Bardi, en Santo Spirito, Florencia, pintó una tabla que está cuidadosamente ejecutada y bien terminada, la cual contiene algunos olivos y palmeras reproducidos con sincero deleite. Hizo una tabla para las monjas de Convertite y otra para las de San Barnaba. En la pared central de Ognissanti, al lado de la puerta que conduce al coro, pintó un San Agustín por encargo de los Vespucci, en el cual se esforzó por sobrepujar a todos sus contemporáneos, y especialmente a Domenico Ghirlandaio, quien había pintado un San Jerónimo del otro lado. Esta obra resultó muy satisfactoria, siendo la cabeza del santo la expresión de profundo pensamiento y penetrante sutileza que caracterizan a las personas sabias continuamente sumidas en el examen de cuestiones difíciles y abstrusas. Como referí en la Vida de Ghirlandaio, esta pintura fue transportada sin sufrir deterioro en 1564. De esta suerte, Sandro ganó renombre y fama y fue empleado por el gremio de Porta Santa Maria para hacer la Coronación de la Virgen para San Marcos, con un coro de ángeles, y ejecutó este encargo admirablemente. En la Casa de los Médicis realizó muchas cosas para Lorenzo el Magnífico, notablemente una Pallas de tamaño natural sobre un motivo de sarmientos llameantes, y también un San Sebastián. En Santa Maria Maggiore, en Florencia, hay una hermosa Piedad con pequeñas figuras, al lado de la Capilla de los Panciatichi. Hizo pinturas en tondo para varias casas de la ciudad, y un buen número de desnudos femeninos, dos de los cuales se encuentran actualmente en Castello, en la villa del Duque Cosme. Una es el Nacimiento de Venus, soplada hacia la tierra por las brisas, con cupidos; la otra es también una Venus en compañía de las Gracias, que la cubren de flores, representando la Primavera, expresada por el pintor con mucha gracia. En la casa de Giovanni Vespucci, en la via de' Servi, ahora de Piero Salviati, hizo un número de pinturas en torno de una habitación, encerradas en un marco decorativo de nogal, y figuras llenas de vida y belleza. En la Casa Pucci hizo la historia de Nastagio degli Onesto'*, de Boccaccio, con pequeñas figuras, consistiendo la serie en cuatro composiciones de gran belleza y gracia. Luego ejecutó un cuadro en tondo de la Epifanía. En la capilla de los monjes de Cestello pintó una Anunciación. Al lado de la puerta lateral de San Piero Maggiore, hizo un panel para Matteo Palmieri, con gran número de figuras que representan la Asunción de Nuestra Señora, con registros de patriarcas, profetas, apóstoles, evangelistas, mártires, confesores, doctores, vírgenes, y las jerarquías de ángeles, todo el conjunto según el proyecto que le entregara Matteo, quien fue un hombre de valía y erudito. Ejecutó esta obra con la máxima maestría y diligencia, e introdujo en ella los retratos de Matteo y su mujer de rodillas. Mas, aunque la gran belleza de esta obra debió acallar la envidia, algunas personas malignas, no pudiendo encontrar otra falta en ella, dijeron que Matteo y Sandro eran culpables de grave herejía. Si esto es cierto o incierto, no me corresponde a mí juzgarlo, pero sé que las figuras de Sandro son admirables por el esmero con que las ha realizado, y la manera como ha hecho los círculos de los cielos, introduciendo escorzos y paisajes diversos en los espacios entre ángel y ángel. Además, la composición general es excelente. En esta época Sandro recibió el encargo de pintar una pequeña tabla con figuras de tres cuartos de un braccio de largo, que fue colocada en Santa Maria Novella, en la pared principal de la iglesia, entre las dos puertas, a la mano izquierda entrando por la puerta central. El tema es la Adoración de los Magos, notable por la emoción del hombre de edad madura, que rebosa amor al besar el pie de Nuestro Señor, demostrando claramente que ha alcanzado el fin de su larga jornada. El rey es un retrato de Cosme de Médicis, el antiguo, y es el más hermoso de todos los existentes actualmente por su vida y naturalidad. El segundo es Julián de Médicis, el padre del Papa Clemente VII, quien reverencia al Niño con absorta devoción, y ofrece su regalo. El tercero, que también está arrodillado y parece estar adorando y dando las gracias, mientras confiesa al verdadero Mesías, es Juan, el hijo de Cosme. La belleza de las cabezas en esta escena es indescriptible, sus actitudes todas diferentes, algunas totalmente de frente, otras de perfil, otras de tres cuartos, algunas inclinadas, y de muchas otras maneras, mientras las expresiones de los acompañantes, tanto jóvenes como viejos, son sumamente variadas, lo cual demuestra la perfecta maestría del artista. Además, Sandro ha diferenciado perfectamente los séquitos de cada rey. Es una obra maravillosa de color, dibujo y composición, y el asombro y la admiración de todos los artistas. Esta pintura trajo a Sandro tal reputación en Florencia y en el exterior, que el Papa Sixto IV le confió la dirección de la decoración de la capilla que estaba construyendo en su palacio en Roma. Allí Sandro pintó los siguientes temas: Cristo tentado por el demonio; Moisés matando el Egipcio y recibiendo de beber de la hija de Jethro Madianita; el sacrificio de los hijos de Aarón y el fuego celeste que los consumió, con algunos de los Papas canonizados en los nichos superiores.** Con esto ganó mayor renombre aún entre muchos rivales que estaban trabajando con él, florentinos y nativos de otras ciudades, y recibió del Papa una buena suma de dinero. Pero lo gastó todo durante su estada en Roma con su habitual ligereza, y después de terminar su parte de trabajo, lo descubrió y partió directamente para Florencia. Por ser persona sutil comentó una parte de la obra de Dante e ilustró el Inferno, que imprimió, y en lo cual pasó mucho tiempo, y como entre tanto no trabajaba, se produjo gran desorden en su vida. Imprimió muchos otros dibujos, pero de una calidad inferior, pues las planchas estaban mal grabadas, siendo su mejor trabajo el triunfo de la fe de Fray Girolano Savonarola de Ferrara. Era adherente de la secta de éste y ello le llevó a abandonar la pintura y, como no tenía renta, se vio envuelto en las más serias dificultades. Pero como permaneció obstinado en su determinación y se convirtió en un Piagnone, como se les llamaba, abandonó el trabajo, y debido a ello llegó a ser tan pobre en su vejez, que si Lorenzo de Médicis, mientras vivió, no lo hubiera asistido, porque el artista había ejecutado muchas cosas para este príncipe en el Spedaletto de Volterra, y si no le hubieran ayudado sus amigos y muchos hombres ricos que admiraban su genio, se habría prácticamente muerto de hambre. En San Francisco,
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