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Orientación Universidad
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Lectura comprensiva interesante, Resúmenes de Lengua y Literatura

Leer con precaución no apto para menores de edad y mentes cerradas

Tipo: Resúmenes

2019/2020

Subido el 23/11/2022

maria-bnd11
maria-bnd11 🇪🇸

3 documentos

Vista previa parcial del texto

¡Descarga Lectura comprensiva interesante y más Resúmenes en PDF de Lengua y Literatura solo en Docsity! Only One Step ♥ Only Two Things Only Three Wishes Capítulo especial Todos los personajes son obra y propiedad de Desirée Arjona Peña, pertenecientes a la trilogía Only. Este documento electrónico es un capítulo exclusivo y gratuito de la autora para los fans. Está totalmente prohibida su venta o alquiler. Todos los derechos reservados. No está permitida la reproducción total o parcial de cualquier parte de la obra, sin el permiso de la autora, Desirée Arjona Peña. Si has descargado o leído, este documento de una web que no sea Flota con un libro, te partiremos la cara. Bueno, no, es broma, pero el niño Jesús se enfadará contigo. Desirée Arjona Peña Editado por: Irene Arjona Peña Advertencia: Contiene algunas escenas sexualmente explícitas y lenguaje adulto que podría ser considerado ofensivo para algunos lectores y no es recomendable para personas sensibles. Contiene spoilers del libro Only one step, Only two thing y Only three wishes. Las siguientes páginas transcurren después del tercer y último libro de la trilogía, Only Three Wishes, así que si no has leído la saga entera, no sigas, ya que: 1. No te vas a enterar de nada, y 2. ¡Te vas a spoilear! Dicho todo esto, disfruta de la lectura. Estaba comenzando a acostumbrarse a las mudanzas. Jake había cambiado de piso tantas veces que el proceso le resultaba del todo familiar, solo que aquella vez, no se mudaban él y sus amigos, sino solo él. A pesar de que Shorty se había mudado con Claire hacía tres meses, Jake se sentía culpable de dejar a David y a Kire, incluso más aún, pues ahora les abandonaban “doblemente”. Sin embargo, sus amigos no habían dicho nada negativo al respecto, casi parecía que quisieran que se largara de allí. —Jake, ya pasas casi todo el tiempo en el piso de Woods, es lo más natural del mundo que te vayas —le dijo David la noche anterior, mientras Jake volvía a sentirse mal. Y eso era una gran verdad, pero seguía teniendo un pesar sobre él, o tal vez simplemente fuese añoranza, por saber que no iba a convivir más con su grupo. Cuando Jake vació por fin su armario, cerró la última caja. Salió de su cuarto encontrando solo a David leyendo en el sofá. Jake se detuvo frente a él y se encogió de hombros antes de hablar. —Bueno, ya he acabado —su voz sonó en un suspiro—. Espero no dejarme nada. Los ojos de David se asomaron por encima del libro y miraron a Jake. —Jake, si te olvidas de algo te lo llevo en un momento, no es como si te fueras a vivir a Australia —dijo David volviendo a su libro. Jake frunció el ceño, vale que estaba siendo un poco dramático, pero no le gustaba que David se tomara aquello con tanta naturalidad, o puede que realmente Jake estuviera exagerando, porque Kire ni siquiera había salido de su habitación. —¡Kire, me voy! —le gritó para que saliera, pero la puerta no se abrió. —¡Vale! —se limitó a contestar desde el otro lado de la puerta. Jake desencajó su boca justo cuando Kire volvió a hablar—. ¡Por cierto, déjame tu camiseta de Pearl Jam! Jake estaba alucinando, por lo menos podía haberse dignado a abrir la puerta para pedírselo, pensó. —¡No te entra! —gruñó Jake. —¡Que me la dejes te digo! —gritó Kire. Jake resopló y abrió su caja, rebuscó en ella hasta dar con la dichosa camiseta. Caminó hasta la puerta de Kire para tirársela a la cara, pero éste gritó antes—: ¡Déjala fuera! Ambas cejas de Jake se arquearon. Tiró la camiseta junto a la puerta y se dirigió a la salida cogiendo el par de cajas que le quedaban por bajar. —Nos vemos —dijo antes de cerrar algo fuerte pero sin llegar al portazo. David sacó entonces su cara del libro, y emitió un suspiro lastimero. —Ya se ha ido, puedes salir —le indicó al chico tras la puerta. Kire abrió con cuidado asomándose lentamente, sus ojos estaban enrojecidos al igual que su nariz. Cuando vio que David decía la verdad, salió, y con paso apresurado y sorbiendo por la nariz cogió la camiseta de Jake y la abrazó. —¡Malditos calzonazos! ¡Ratas traidoras, abandonadores! —gimoteaba con rabia pegado a la camiseta. —Esa última palabra no existe —dijo David inevitablemente, pero intentó sonar lo más amable posible, Kire estaba teniendo un buen berrinche. Le ocurrió con Shorty y duró una semana entera, solo esperaba que con Jake no superara ese récord. Kire miró indignado a David antes de volver a su cuarto con la camiseta de Jake aún entre sus brazos, seguramente lloraría y dormiría con ella. David no quería replantearse las cosas tan extrañas que hacía Kire, porque él también estaba demasiado decaído como para hacer cualquier cosa, como leer. Acababa de darse cuenta que tenía el libro al revés. Esperaba que Jake no se hubiera dado cuenta de nada, o se sentiría más culpable aun de dejarlos, pero todos sabían y entendían, bueno puede Kire no del todo, que era algo que tenía que hacer. —Rivers, ya he tenido bastante trabajo, no voy a hacer el tuyo —contestó, mientras intentaba no centrarse en el cuerpo del moreno y seguir en su postura digna. Se giró para marcharse pero algo le detuvo. Una mano sujetó la muñeca del rubio. Unos dedos fuertes y cálidos, que le agarraban con decisión, como si fueran su dueño. Henry giró la cabeza, encontrándose con una mirada oscura. Jake estaba muy cerca, demasiado cerca. —Pues entonces, si no quieres nada de mí… —susurró con lentitud—, deja de mirarme como si lo desearas. Henry mandó a la mierda todo su autocontrol, ni tan siquiera pensó que estaba intentado mostrarse molesto, todo eso le daba igual. Colocó una palma en la nuca de Jake y sin darle tiempo a que reaccionara le besó como siempre había deseado hacerlo. Bebió de su boca con sabor a vainilla, acarició sus labios con los suyos, rozó con fiereza la lengua del moreno. La ropa entre los dos era una molestia, necesitaba tocarle más, sentir el tacto de sus firmes glúteos entre sus manos, quitarle la ropa, lamerle por todos los rincones de su cuerpo, morder la piel morena, que los ojos marrones se nublaran de lujuria. —¿No querías que ordenara? —preguntó Jake separando sus bocas y sonriendo con malicia. —Eres un cabrón retorcido —susurró Henry en los labios de Jake. —Para nada —dijo Jake dándose la vuelta para recoger los CDs que había dejado en el suelo. Henry se mojó los labios con la lengua. —¿Cómo piensas colocar tu “estudio”? —preguntó con algo de burla en la última palabra—. No parece que hayas avanzado mucho. Jake se encogió de hombros dejando los discos sobre unas cajas. —Mmmm, no sé, pondré las dos estanterías que tenía en casa en esa pared —dijo señalando la pared de su izquierda—. El sillón ahí, tal vez el puf aquí, son cómodos para tocar, la mesa al fondo, y las guitarras y los amplificadores donde pille. —¿Donde pille? —inquirió Henry antes de suspirar—. Supongo que es un milagro que sepas donde vas a poner las estanterías. Y que sean los únicos muebles decentes —dijo mirando con animadversión el sillón de Jake. —Uh, te equivocas —contestó Jake tomando a Henry de la cintura—. La mesa es muy resistente. Jake agarró a Henry y le obligó a sentarse en la mesa. Los labios de Jake fueron directos al cuello de Henry mientras le acariciaba con sus manos la espalda baja. Henry elevó la cabeza dejando espacio para que la boca de Jake le cubriera toda la piel de su cuello. Suspiró antes de hablar. —El piso va a estar así por dos semanas, ¿verdad? —preguntó ya sin ganas de resistirse y de decirle al moreno que arreglara sus cosas. —Depende, si tú y tu cuerpo estáis por aquí para distraerme, seguramente —dijo antes de tomar la camiseta de Henry y tirar de ella hasta quitársela. Henry le imitó y también le quitó la suya, pero el moreno le tomaba ventaja y ya le estaba arrebatando los pantalones. Jake los dejó tirados con el resto de sus cosas por la habitación. Cuando Henry empezó a notar la mano de Jake bajo su ropa interior suspiró con fuerza. Besó de nuevo a Jake, notando con su lengua el pendiente que tenía el moreno en la suya. Por mucho que intentara comportarse como un adulto, con Jake siempre se sentía con diecisiete años. —Ah —gimió Henry al notar sus ganas de explotar. Tomó la muñeca de Jake para apartar su mano, y llevó las suyas al botón del pantalón del moreno. Jake obligó a Henry a tumbarse en la mesa, y le desnudó completamente. Se subió junto a él y por un momento temió que no aguantara el peso de los dos, pero se mantuvo firme. Jake acarició el muslo derecho del rubio, el tacto con su simple piel le enloquecía. Sus dedos siguieron rozando cada centímetro de ésta. Henry se quedó quieto, con las piernas ligeramente abiertas, el brazo izquierdo sobre su cabeza y el otro acariciando la cabellera del moreno. Sin perder ni un segundo, las manos del moreno volvieron a rozar los muslos de Henry. Se colocó encima de su cuerpo y lamió sus pezones. Jake los mordió, saboreándolos, tirando de la piel hasta puntearlos. Cuando se sintió satisfecho, comenzó a lamerle el pecho, dejando un largo trazo de saliva por él. Jake se sorprendió cuando comenzó a escuchar los gemidos de Henry. Levantó la cabeza y con la lengua acariciando la piel, le miró. La cara de Henry estaba sumida en un intenso placer. —No seas retorcido —dijo Henry, levantando las caderas—. Me estás matando. Jake sonrió con picardía, y sin contestar nada, prosiguió con la lengua llegando hasta la base del miembro y continuó lamiendo hasta acabar en el glande, donde tomó con avaricia las gotas que iban resbalando. Jake pasaba su lengua, besaba y tomaba todo de él. Colocó sus manos en la pelvis de Henry para que no se moviera y fuera él el que le follara con su boca. —¡Jake! —gimoteó Henry—. Para… no me quiero correr… ah. ¡Joder! ¡Jake! —¿No te quieres correr, Piolín? —preguntó Jake con aquella sonrisa petulante liberando el miembro de Henry, para a continuación comenzar a masturbarle. —Quiero que me lo hagas con todas tus fuerzas para ver si tu birria de mesa es verdaderamente resistente. ¿Crees que lo podrás hacer? Jake tomó las palabras de Henry como lo que eran, una provocación. Esta vez fue Henry el que sonrió con arrogancia, y Jake se la devolvió, por supuesto que lo podía hacer, otra cosa era que su mesa lo aguantara. Henry atrajo a Jake hacia él y le mordisqueó la oreja, la mejilla y el cuello, mientras Jake trataba de bajarse los pantalones y la ropa interior por debajo de la pantorrilla. Cuando lo consiguió, se incorporó y de rodillas entre las piernas del rubio, pudo observar el cuerpo de Henry, con una mirada impaciente, mojado en sudor y saliva. Sostuvo el muslo derecho de Henry, se humedeció los dedos con su boca e introdujo uno en su entrada y enseguida otro dedo se unió al anterior, rotando y dilatando el estrecho canal. Henry continuaba quieto, aferrándose con fuerza al pecho de Jake, dejando en él marcas rojas. Sus ojos azules estaban oscurecidos por el placer, y su erección mojada en saliva y en liquido preseminal, todavía más firme que antes. —Me pasaría los días así, Piolín —prosiguió Jake también jadeando—. Cada minuto… de esta manera. Jake dejó de prepararle, se agarró a los muslos de Henry y con decisión se metió de golpe. —¡Ah! —gritó Henry ahogadamente. Enterrado por completo y sin moverse aún, preguntó: —¿Qué tal? —dijo con las caderas quietas, disfrutando como nunca. Se acercó al cuello de Henry para hablarle en susurros—. ¿Me muevo o prefieres que la saque para que vuelva a meterla hasta el fondo? Henry obligó a Jake a mirarle y antes de besarle le contestó: —¿Tú qué crees? Jake se retiró, quedándose parado unos instantes. Apretó aún más los muslos con las manos y volvió a introducirse de una estocada. Con fuerza, continuó penetrándolo, una y otra vez, empujando y chocando contra sus nalgas con fiereza. La mesa comenzó a sonar y a estremecerse con ellos. Estaba siendo un polvo agresivo, cada vez que se metía lo hacía con más vigor, aferrándose con intensidad a los muslos, buscando la dirección correcta para darle justo en el punto perfecto en cada invasión. —¡Ah! Dios… Jake…. Jake… sigue. ¡Sigue! El rostro de Henry estaba cubierto de una capa de sudor, igual que su pecho y el resto de él. Seguramente a Henry le quedaría alguna marca al día siguiente, pero Jake estaba extasiado, con Henry debajo, abierto y entregado, necesitado de él y no podía dejar de pensar en que quería que Henry le sintiera a la mañana siguiente. Las palmas le resbalan por la humedad, pero no dejaría de sostenerle. La mesa crujía bajo ellos, y se había desplazado de su sitio inicial. Henry juraría que la mesa se iba a partir en dos por culpa de Jake. Las manos de Henry se movían por la espalda del moreno, su pelo, sus glúteos, su pecho, su boca, no podían parar quietas. Notaba sus piernas temblar con cada golpe que Jake le propinaba con su pelvis. Jake notó que estaba llegando a su límite, por lo que agarró la dureza de Henry para hacerle terminar con él. El rubio terminó entre los dos, con dos embestidas más, haciendo que Jake se sintiera más apretado, y culminó uniéndose a los jadeos de Henry. Satisfecho y agotado, Jake soltó las piernas de Henry y se dejó caer a su lado. —Eso ha sido… —pronunció Henry aun con la respiración acelerada. —Increíble. Te dije que aguantaría —continuó Jake soltando una carcajada—. ¿Te he hecho daño? —preguntó Jake acariciando el pecho de Henry. —¡Qué me vas a hacer daño! —dijo Henry ofendido, dando un manotazo a Jake e incorporándose—. Voy a la ducha, que debo de oler a gato muerto. ¿Vienes? —Ni de coña hueles a gato muerto —replicó Jake también poniéndose en pie—. ¿Seguro que quieres que me duche contigo? Henry rió. —¿Tienes miedo de que te haga lo mismo a ti o qué? —No sé si podré repetir sin que me dé un paro cardiaco —reconoció Jake, aunque no se opuso cuando Henry le tomó de la cintura y comenzó a conducirle hacia el baño. —Lo haré con delicadeza, tranquilo. —Que te den —soltó Jake cuando entraron en el baño. No tuvieron que quitarse nada porque ya estaban desnudos. Jake fue empujado por Henry y entró el primero, dando su espalda con los azulejos color oscuro. Prácticamente estaban fusionados uno con el otro, disfrutando de estar tan unidos, con el agua cálida fluyendo encima de ellos, sin separarse, mientras la excitación continuaba subiendo conforme más se tocaban ambos cuerpos. —Pon tus manos en la pared, Jake —le susurró en la boca. Jake sonrió e hizo lo que el rubio le mandó. —Hazlo de una vez—dijo Jake con impaciencia, con las palmas ya apoyadas en el mármol, las piernas más abiertas, el agua de la ducha cayendo encima de él y las nalgas a la disposición de Henry. La expresión de goce de Jake fue arrolladora. Tal y como le había prometido estaba siendo delicado, comenzó a entrar poco a poco, disfrutando del momento, disfrutando de estar enterrándose dentro de él, disfrutando del placer no sólo de estar haciéndolo, sino también de comprobar cómo Jake le exigía y le demandaba más. Se agarró a su pecho, apretándose todavía más a él, pegado a las posaderas del moreno. El momento perfecto. —¿La sientes, Jake? —preguntó mordisqueándole el cuello—. Dime. —Sí… —respondió empujándose contra la pared, oprimiéndose más contra el cuerpo de Henry—. Siento… oh, joder… la siento tan dura… tan caliente… Muévete, Henry. Ante esas palabras, Henry cogió a las caderas del moreno, quedándose este con la espalda algo doblada, sosteniéndose en el mármol. —Joder, te ves tan bien, Jake. Así deberías estar siempre —dijo, saliendo e introduciéndose de nuevo al segundo, con embestidas ahora más seguidas, moviéndose de forma incesante, apretando los dedos contra las estrechas caderas del moreno. —Más fuerte, Henry. Más —le pidió, arqueando la espalda—. Tócame, no seas cabrón, y tócame. —Eres insaciable eh —aseguró Henry sonriendo. Con una mano, le incorporó quedándose de nuevo con el torso del moreno pegado a su pecho, con la otra le agarró el miembro, acariciándoselo, mientras el sexo del rubio continuaba golpeándole en aquel punto. Jake resopló con fuerza. —Bueno, pero es algo tranquilo, solo nosotros, ¿no? —¡Claro, hombre! —Está bien —decidió por fin. —¡Genial! Hasta esta noche. —Hasta esta noche —dijo Jake, aunque Chris ya había colgado. En ese momento, Henry salía de la ducha con una toalla bajo el torso y con otra se secaba el pelo. —¿Vienen a por el diván esta noche? Además de gorrones, impacientes. —Este era Chris —explicó Jake—. Quiere que vayamos a cenar esta noche a su casa. —¿Y qué ha sido de tu plan de dormir todo el día? —preguntó Henry comenzando a vestirse en su ropero. —Ya, eso le he dicho, pero dice que es por su cumpleaños. Será algo tranquilo —dijo Jake tumbándose en la cama—. Supongo que querrá cenar con nosotros esta semana para irse de loca por ahí el siguiente fin de semana con sus amigos. —Bueno, si es así, entonces bien. Con tal de que no me invite a la misma vez que a los otros. —Vale, pues me duermo ya —dijo Jake atrapando una de las almohadas en un abrazo. —¿Ya? ¿No vas a comer ni nada? —Picaré algo cuando me levante, tengo que recobrar energías —se limitó a decir. Ni siquiera llegó a ver a Henry completamente vestido, pues en cuanto cerró los ojos se quedó dormido. Henry podía contar las actividades que hacía Jake al día con una sola mano: dormir, follar y comer. A veces añadía tocar y cantar, y ahí tenía los cinco dedos. Mientras que él en las tres horas que Jake llevaba dormido había podido pedir su comida, hacer varias series de flexiones y abdominales, comer, pasear a Nike, arreglar dos problemas de la oficina, y ver la televisión un rato. Y aquel mendrugo, al que solía llamar novio, seguía aún durmiendo. Miró su reloj en la muñeca y se decidió a despertarle. Fue hasta la habitación encontrando al moreno en una postura diferente a la que le había dejado, al menos algo se había movido. Estaba de espaldas, con un brazo colgando. Henry se acercó a él y le pellizcó la dura espalda. —¡Ah! ¡Joder! —se quejó viendo que Henry estaba de pie a su lado, y que seguramente era el causante de ese dolor. —Llevas tres horas durmiendo. Levántate ya. —¿Tres horas? —inquirió Jake antes de volver a cerrar los ojos—. Me da tiempo a dormir otras dos. Henry llevó sus ojos al cielo antes de arrimarse a Jake, y subirse a la cama sobre él. —¿Por qué no aprovechamos mejor estas dos horas? —preguntó antes de lamer la oreja al moreno. Éste sintió un escalofrío. —¿En qué¿ ¿En chuparme la oreja? —Jake se dio la vuelta haciendo que la espalda de Henry diera con el colchón y le atrapó entre sus brazos. En realidad, eso era lo que quería haber hecho durante toda la tarde y la noche, estar con Henry en la cama simplemente comiéndole a besos. Sin embargo, tenían otros planes—. Oye, ¿no deberíamos comprar un regalo a Chris? Con algo de fastidio, Henry perdió los labios de Jake. —Podemos pasarnos a comprar una colonia antes de ir. Jake bufó y se levantó de la cama, tomando la mano de Henry y tirando de él para que también se pusiera en pie. —Mira que eres soso con los regalos —dijo Jake acercándose al lavabo para echarse agua en la cara. —Perdona, pero, ¿y esas entradas que te regalé? Henry abrió su armario y seleccionó un vaquero, una camiseta, una camisa y una chaqueta. —Las escogió Allie —replicó Jake antes de agacharse para coger ropa de su caja—. Y me da grima cada vez que pienso en ello. —Pues no te oí quejarte cuando estabas allí —dijo mientras se quitaba sus pantalones y comenzaba a ponerse los otros—. Ni tampoco te oí quejarte cuando fue Chris el que escogió tu regalo de navidad. Jake se puso su ropa interior mientras Henry iba hasta el baño para echarse desodorante. —Las intenciones de Chris eran buenas, las de Allie no —se limitó a decir Jake enfundándose el primer vaquero que vio. Henry salió del baño. —Ilumíname. ¿Qué malas intenciones tenía Allie diciéndome un regalo que te iba a gustar? —Veamos —fingió meditar Jake—, ¿tal vez fingir ser dulce e inocente para luego meterse en tu cama? —Allie nunca ha fingido ser dulce e inocente que yo sepa —repuso Henry abrochándose la camisa—. Yo siempre supe que era todo lo contrario. Tal vez por eso me gustó. La camiseta de Jake casi se raja cuando escuchó aquello. —¿Quieres que lo primero que haga como tu compañero de piso sea mandarte al sofá? —Solo bromeo —dijo Henry colocándose el cuello de la camisa—. Pero ya que hablas de fingir ser dulce e inocente, supongo que te acordarás de Sarah. Jake, sentado en la cama, habiendo acabado de ponerse sus zapatillas, se levantó de golpe. —Genial. Seis años después y aún seguimos discutiendo por esto. —Ni estoy discutiendo, ni he sacado yo el tema —dijo Henry acabando también de ponerse el calzado. —Ya, pero, ¿por qué será que Allie sigue en nuestras vidas, y Sarah no? —inquirió Jake alcanzando su chaqueta de cuero. —No lo sé, será porque todo el mundo la prefiere —dijo sabiendo muy bien que era verdad, agarró su frasco de colonia y dejó caer un par de gotas en su cuello—. Si no pregúntaselo a tu amigo el friki —junto a la puerta, Jake frunció el ceño solo de pensar en que ahora era David el causante de tener a Allie hasta en la sopa. Entonces, Henry miró de arriba abajo a Jake—. ¿Vas a ir así? —¿A comprar? Por supuesto. —¿Y al cumpleaños? —preguntó Henry poniéndose su chaqueta, cogiendo las llaves y la cartera. —También voy a ir así —se limitó a decir Jake mientras salían al rellano—. ¿Todavía no te has dado cuenta que una de las cosas que te enamoró de mí fue esto? Llamaron al ascensor y llegó al segundo. Ambos entraron. —Mira, si te digo la verdad, sigo sin saber qué pudo hacer que me enamorara de ti. Jake pegó a Henry contra la pared del ascensor. —Pero lo estás —dijo Jake sobre los labios de Henry justo en el momento en que las puertas se cerraron. Jake cogió la mano de Henry mientras éste farfullaba sobre una gran injusticia a un jugador de no sé qué. Debía ser una gran injusticia para que Henry lo hablara, eso, o que realmente solo le importaban las injusticias si el fútbol estaba de por medio. —Ahí están las colonias —anunció Henry dirigiéndose hacia allí directamente. Jake resopló. —¿Pues no he dicho ya que ese regalo me parece aburrido? Para Jake todo regalo que no hiciera al receptor saltar de alegría, emocionarse, sonrojarse, o enfadarse, era aburrido. Una colonia no iba a emocionar a nadie, y sonrojarse mucho menos. —Es práctico, útil y necesario —enumeró Henry ojeando las colonias, aunque Jake sospechaba que más bien lo que le pasaba era que no quería pensar más de la cuenta. —Es decir, aburrido —aclaró Jake. A Henry parecieron darle lo mismo los comentarios de Jake, porque se limitó a meter las manos en los bolsillo de su chaqueta. —Te dejo elegirla, pero nada de colonias de cantantes. Y también podemos comprarle un polo, un jersey… Aquello fue el colmo para Jake. —Venga, un jersey, porque la colonia no era lo suficientemente sosa —dijo con toda la ironía que fue capaz de componer. Esta vez Henry si se mostró algo ofendido. —Yo quería regalarle el abono deportivo, pero él se adelantó. Jake resopló. —Si le compramos un jersey, que sea divertido —concedió con aquella condición—. Madre mía, empiezo a sonar como la madre de Shorty. —¿Cómo cojones es un jersey divertido? —preguntó Henry con escepticismo. —Con alguna frase —explicó Jake—. De esas con juegos de palabras, o… Henry se llevó una mano al estómago. —¡Madre mía, qué divertido! —exclamó con sarcasmo, pues su expresión no decía lo mismo. Jake entrecerró sus ojos. —Al menos mis ideas no son las de alguien que tiene cincuenta años —le espetó el moreno. —No claro, las tuyas son de alguien de doce —repuso Henry. —Él siempre nos hace regalos interesantes, divertidos y originales. Y nosotros le compramos una colonia —dijo Jake señalando con desprecio los frascos a su alrededor. —¡Muy bien! ¡Vale! ¿Y qué propones? —exigió saber pensando en los típicos regalos que les solía hacer Chris—. ¿Un disfraz? ¿Una cita a ciegas? ¿Una cesta con productos de un sex shop? —Pues mira, no están mal tus ideas —dijo Jake algo sorprendido. Y aunque no era esa precisamente la intención de Henry, alzó la barbilla en un gesto arrogante. —Mis ideas son siempre… —comenzó a decir, pero se calló al pasar una idea por su mente. —Tus amigos están para comérselos, pero no tienen ni idea de hacerte regalos —dijo Ethan con una pequeña risa. —Al menos es de marca —se consoló Chris intentando ocultar con sus herramientas que había abierto el regalo. Chris volvió a meter la mano en la bolsa y sacó un sobre. Metió las tijeras por el hueco que dejaba la solapa para despegarlo con cuidado. —La típica tarjeta que regalaría mi tía —dijo Ethan al ver a Chris sacar del sobre una tarjeta donde ponía “Feliz Cumpleaños”. Chris opinó lo mismo, hasta que la abrió y leyó su interior. Su expresión fue tal, que Ethan preguntó con gravedad—. ¿Qué pasa? —quiso saber, pero Chris, en vez de contestar, con aquella expresión de shock, dio la vuelta a la tarjeta y se la enseñó a su amigo. Ethan leyó el interior antes de abrir los ojos de par en par—. ¡¿Qué dices?! —¿Por qué tardáis tanto? —preguntó alguien a sus espaldas. Bram acababa de entrar en la habitación—. Marcus está poniendo de los nervios a… —El dúo bombón le ha regalado un trío a Chris —contó Ethan enseguida. —¡Ethan! —exclamó Chris, aunque no sabía por qué, él mismo lo hubiera contado un segundo después. —¡¿Qué?! ¿Para esta noche? —preguntó Bram acercándose igual de alucinado. —No creo… ¡O sí! —pensó mejor Chris—. Jake me insistió mucho en que esta noche estuviéramos los tres solos. Yo le mentí para que vinieran, claro. ¿Creéis que venían preparados para eso? —Obviamente sí —opinó Bram. —Sus chaquetas huelen muy bien, eso es que se han estado arreglando mucho para esta noche —apuntó Ethan. Chris se acercó a dichas chaquetas y las olió. —Siempre huelen así —dijo antes de agitar la cabeza—. ¡Mira lo que me estás haciendo hacer! —¿Y qué hacemos, Chris? —preguntó Bram de manera comprensiva—. ¿Nos vamos? —¡No os puedo echar, sabrán que he abierto el regalo! —A lo mejor al vernos han pensado en esperar a que nos vayamos y quedarse a dormir. —Pero Chris, ¿tú no habías traído al Patrick ese? —¡Mierda! —maldijo Chris, no se había acordado de Patrick hasta que Bram le nombró. —No puedes echarle, ya le has invitado, y está claro que pensará quedarse esta noche aquí contigo. —¿De verdad le estás diciendo eso? —inquirió Ethan fulminando con la mirada a Bram—. ¡Esos dos son el Santo Grial de los hombres! ¡Y se le están sirviendo en bandeja! ¡Y en pack! ¡Que le den a Patrick! Bram no rebatió ese punto de vista, pero sabía que Chris no quería dar una mala impresión a Patrick, no porque significara algo demasiado especial, sino porque trabajaban juntos. Ya le había dicho Bram en varias ocasiones que tirarse a alguien del trabajo era mala idea, aunque Patrick estaba bastante bueno, pero nada comparado a los otros dos, que encima, como decía Ethan, se ofrecían en pack. —¿Qué vas a hacer? —le preguntó. —De momento guarda esto —le dijo Ethan señalando el sobre. Chris asintió, y se apresuró a pegar de nuevo el sobre con la tarjeta dentro como si no hubiera ocurrido nada. —¿Pero qué hago? —preguntó con el ceño fruncido, pero con una pequeña sonrisa en los labios. —Echar a Patrick después de la cena —contestó Ethan. —¡Es obvio que lo voy a hacer! —exclamó Chris—. Digo con los otros dos. —¿Cómo que qué vas a hacer? No es el primer trío que haces, ya sabes cómo funcionan. —Estos dos no han hecho un trío en su vida —aseguró Chris metiendo la bolsa con los regalos en el armario. —¿Quién mejor para iniciarles que tú? —preguntó Ethan con una pícara sonrisa. Bram escrutó con la mirada a Chris. —¿Te preocupa la friend-zone? Chris hizo una pequeña mueca mientras se encogía de hombros. Los ojos de Ethan se abrieron de par en par, totalmente incrédulos. —¡Chris, esos dos nunca han estado en tu friend-zone! —Un poco sí, ¿no? —¡Te has liado con los dos! —Solo fue un beso, con uno de coña, y al otro le paré. —Héroe —se limitó a decir Ethan. —Lo estaba haciendo por despecho —recordó Bram. —Olvídate de eso. Si están en la friend-zone significa que no piensas nunca en ellos de esa manera. ¿Piensas en ellos así? —inquirió Ethan, a lo que Chris contestó con una pícara sonrisa—. ¡Pues ya está! Tú nunca te enrollarías con uno de ellos a espaldas del otro, ni tampoco si rompieran, pero esta no es la misma situación. —Sí, en eso tiene razón Ethan —coincidió Bram. —Tienes razón —concedió Chris muy entusiasmado—. Aunque me sigue pareciendo todo muy raro —dijo arreglándose el pelo y la ropa mientras se miraba al espejo—. ¿Qué tal estoy? Ethan y Bram le miraron de arriba a abajo antes de componer una mueca. —Un poco soso, ponte algo más provocador y que se les caiga la baba desde ya —opinó Bram. —Sí, ve abriendo apetito —dijo Ethan mientras sonreía. Chris se acercó a su armario y cogió algo más insinuante—. ¿Cuál es el pasivo? —Te lo he dicho cientos de veces, son versátiles —contestó Chris comenzando a cambiarse, y una inevitable imagen le surgió en la mente y no pudo evitar sentir un escalofrío. —Lo digo para saber qué papel vas a tener tú. —Es mi cumpleaños, yo voy en medio —dijo sin la menor duda, y otro escalofrío le embargó, más intenso que el anterior, y por la mirada de sus compañeros, pensó que tal vez ellos también lo habían sentido. —Sí, pero, ¿a qué lado quieres a cada uno? —preguntó Ethan soltando una risa, justo en el momento en el que se abrió la puerta. Henry entró en la habitación con aire enfadado. —¿Por qué tardáis tanto? Los tres se giraron repentinamente hacia la puerta. —Qué susto —soltó Ethan con una mano en el pecho. —Me estaba cambiando —se apresuró a decir Chris y miró de soslayo los regalos, que por suerte había dejado antes en el armario. Ethan y Bram aprovecharon la intrusión de Henry en la habitación para poder contemplarle bien, y ambos pensaron en la suerte que tenía su amigo Chris. —Pues sal de una vez, Jake empieza a estar muy incómodo, así que imagina cómo estoy yo — gruñó Henry. —Como un tren —susurró Bram a Ethan. —¿Qué? —inquirió Henry de pronto. —Nada. Vamos —se apresuró a decir Chris empujando hacia fuera a sus amigos. Henry miró con desagrado a los dos chicos cuando pasaron por su lado, y cuando se quedó solo con Chris en el marco de la puerta, Chris habló—: Oye, ya sé que le dije a Jake que íbamos a estar solos… —Sí, eso, porque menuda trola nos soltaste —dijo Henry—. Pensábamos que sería algo de los tres. Chris alzó ambas cejas antes ladear una sonrisa con algo de disculpa en la mirada. En otro momento no se hubiera sentido mal, se hubiera reído de la parejita más bien, sin embargo, esta vez sí que sentía haber invitado al resto y no haber reservado aquella noche para Jake y Henry. —No sabía que queríais que estuviéramos solos. Henry miró a Chris como si aquello fuera lo más tonto que había dicho en su vida, pues claro que querían estar solos, ¿desde cuándo ellos dos estaban cómodos con los amigos de Chris, los cuales no dejaban de mirarles, bromear con demasiada confianza y lanzarles tantas indirectas? —Estaríamos más cómodos, ¿no te parece? —inquirió Henry. La respuesta de Henry hizo sonrojarse un poco a Chris, que se sintió bastante idiota teniendo en cuanta que era siempre él el que hacía sonrojarse a Henry. Intentó guardar la compostura, al menos todo lo que le permitía la escena, pues Chris nunca imaginó tener una charla tan insinuante con su amigo. —Mucho más —coincidió Chris sonriendo y mordiéndose levemente el labio—. Creo que no tardarán mucho en irse. —¿Como cuánto? Porque Jake lleva quejándose todo el día diciendo que no puede más —dijo Henry recordando lo cansado que estaba Jake a pesar de la siesta, pero se le escapó una sonrisa insinuante al recordar que él era la razón de su cansancio—. Que no le culpo, claro. La piel de Chris se erizó al pensar en las palabras de Henry. ¿Qué Jake no podía más? ¿Tantas ganas tenía el moreno de todo aquello? Sí que era cierto que Jake siempre se había mostrado algo interesado en todo aquello de los tríos y los juegos. Aun recordaba cómo le había agradecido que convenciera a Henry para comprarse aquella ropa por Navidad. Solo de imaginarse a un Jake ansioso le daban ganas de echar a patadas a todos los presentes. ¿Y esa sonrisa insinuante que le estaba lanzando Henry? Le iba a dar un ataque al corazón. —¿Está impaciente? —preguntó Chris. —Impaciente estoy yo, que sabes que soy de mecha corta —replicó Henry de pronto, sabiendo que él tenía muchas más ganas de librarse de los amigos de Chris que Jake. La sonrisa de Chris se amplió aún más, y Henry se percató de que se estaba mordiendo los labios. Iba a preguntarle por qué narices le miraba así, cuando recordó por qué había ido principalmente a la habitación—. Voy al baño un segundo, uso el de tu cuarto, ¿vale? Chris asintió. —Sin problemas. Henry entró en el baño, cerró la puerta, y esperó a que Chris volviera al salón. Entonces se apresuró a abrir el armario y a coger la bolsa de sus regalos. Sintió un gran alivio al ver allí el sobre cerrado. Lo cogió y se lo guardó en el bolsillo. Desde luego la broma iba a perder mucho la gracia si estaban todos los amigos de Chris allí. Sería un total error. Henry volvió al salón y Ambos rieron y se apartaron el uno del otro. —Sigo pensando que eres un héroe, o alguien muy tonto —opinó Ethan saliendo de la cocina junto a ellos. Jake y Henry estaban justo donde los había dejado Chris. —¿Os dejo una habitación o algo? —preguntó éste viendo lo acaramelados que estaban los dos, nadie diría que habían pasado todo el día juntos. —Oye Chris, ¿ese es el Patrick del trabajo? —preguntó Jake ignorando su comentario. —Sí, ese es. ¿Qué os parece? —Parece muy normal —dijo Jake observándole. Chris entrecerró los ojos. —¿Eso es un cumplido? —Por supuesto. —A mí me ha caído muy bien —confesó Henry—. Me recuerda un poco a Chace. —A mí también —coincidió Chris, pero con un tono totalmente distinto al de Henry. Jake soltó una carcajada, pero Henry frunció el ceño. —¿Por eso te gusta? —inquirió. —Chris, pero si el cara culo es cero morbo —opinó Jake con desagrado. —Chace es mi mejor amigo —soltó Henry de pronto—. ¿Si piensas que es cero morbo, es que también piensas que lo soy yo? —¿Eso significa que a ti Shorty te pone mucho, Piolín? —Olvida lo que he dicho —rectificó Henry haciendo sonreír a Jake y llevándose un beso. —Aquí se respira puro amor —dijo Marcus uniéndose a ellos junto a Ethan—. ¿Sabéis qué me parece curioso? —¿El qué? —preguntó Chris, pero sin prestar demasiada atención. —Siempre he pensado que vosotros erais totalmente exclusivos, pero supongo que Chris es la gran excepción, ¿no? Chris y Ethan giraron sus cabezas hacia Marcus como un rayo. ¿Qué acababa de decir? —¿Qué quieres decir? —preguntó Jake sin saber a qué se refería aquel tío con eso. —¿Qué haces? —exigió saber Chris a Marcus en un hilo de voz. Ethan le puso una mano en el hombro a Marcus. —Marcus, cállate, has bebido mucho. —No voy a decir nada de eso, tranquilo —dijo entonces Marcus—. Estoy hablando de otra cosa. Es que, no es que no tenga a mi amigo Chris en alta estima, pero me extraña que con lo posesivos que sois el uno con el otro… —¿Posesivos? —inquirió Henry sin creer lo que estaba escuchando. —Debió gustaros un montón liaros con Chris las otras veces, ¿no? Los ojos, tanto de Henry, como de Chris, como de Ethan, casi se salieron de sus cuencas. —Nosotros no nos hemos liado con Chris —aclaró Jake—. Bueno, yo una vez le besé, pero era totalmente de coña. —Tú puede, pero tu novio se enrolló con él el año pasado. Casi folláis en aquel baño, ¿no? Henry se quedó completamente paralizado entonces, al igual que Chris. Jake soltó una pequeña risa, como si aquello fuera lo más ridículo del mundo. Chris, que seguía mirando a Marcus, miró entonces a Jake y luego al rubio. Henry pensó que no podía tener tan mala suerte. Estaba tan en shock que lo único que fue capaz de decir, con la expresión llena de furia inmóvil, fue: —¿De qué coño va tu amigo, Chris? Al escuchar aquello, Jake dejó de sonreír poco a poco. —¿Es en serio? —preguntó esperando escuchar inmediatamente que por supuesto que no, pero nadie respondió, todos estaban callados con la mirada totalmente anonadada. Miró a Chris y éste bajó la mirada, y después a Henry, que tenía expresión tanto de miedo, como de enfado. —Te lo puedo explicar —dijo el rubio haciendo que Jake clavara sus ojos en él con la boca totalmente desencajada. —Esa es la peor frase que me podías haber dicho en estos momentos, Henry —dijo antes de marcharse sin decir nada más. —¡Jake! —le llamó Henry, y se dispuso a ir tras de él, pero antes miró a Marcus—. Más te vale que no te hayas ido cuando vuelva. Marcus se acojonó bastante, y por eso no se atrevió a volver a abrir la boca hasta que Henry no salió tras de Jake. —Qué susceptibles, nadie diría que esta noche ibais a hacer un… —Cierra la boca de una vez si no quieres que te la selle de un puñetazo, Marcus —le soltó Chris antes de seguir a Henry y Jake. Marcus tampoco se esperaba eso. —Marcus tío, no les conoces —dijo Ethan—. Ese ataque de celos no ha venido a nada. Marcus se encogió de hombros. —Solo he dicho la verdad. Henry entró en la habitación y Jake ya había encontrado su chaqueta y se disponía marcharse. Henry le cortó el paso. —Eh, eh, eh, no te vas a ir, Jake —dijo bloqueándole contra la pared del fondo—. Me vas a escuchar. Jake intentaba apartar a Henry justo en el momento en que Chris también entró en la habitación. —Chris vete, porque como te acerques te parto la cara. Chris se quedó junto a la puerta ante la amenazadora mirada de Jake. El rubio obligó a su novio a mirarle. —No le digas eso porque él no hizo nada. —¡Ah! ¿Te lanzaste tú? —inquirió Jake evidentemente furioso. El rubio resopló y Jake volvió a intentar salir de los brazos de Henry, pero éste le mantenía contra la pared con mucha fuerza. —De verdad que eres un pedazo de inmaduro, eh. —¡¿Yo, inmaduro?! Jake no podía creer lo que escuchaba. ¿Inmaduro? Estaba comportándose como cualquiera haría al enterarse de que uno de sus mejores amigos y su novio se habían liado una noche en un baño. —Si me escucharas un puto momento, verías que te estás enfadando por una gilipollez. —¿Si es una gilipollez por qué me lo ha tenido que contar Marcus y no vosotros? —preguntó Jake fulminando con la mirada tanto a Henry como a Chris. Henry suspiró al ver lo que podía estar pensando Jake. —Fue el día que salí con los amigos de Chris, ¿vale? —Saber la fecha me alivia mucho, gracias —soltó Jake con sarcasmo. —¡Pues debería, porque para empezar ni siquiera estábamos juntos! —le espetó Henry con impotencia de no poder hacer ver a Jake lo diferente que había sido la situación a lo que podía estar imaginando el muy idiota. —No me alivia, ¿y sabes por qué? Porque Chris es mi amigo, y se supone que los amigos no hacen eso —dijo con saña mirando a Chris. Chris nunca había visto a Jake enfadado con él, al menos no de esa manera, como si quisiera matarle con la mirada. —Mírame —le pidió Henry tomando el mentón de Jake con la mano y obligándole a volver la mirada hacia él—. Fue el día que viniste a por mí a la discoteca, porque sabías que iba a hacer alguna tontería. Y tenías razón, estaba despechado. Jake le miró totalmente dolido, frágil y herido. —¿Y tuvo que ser con Chris? Henry le mantuvo un momento la mirada a Jake, antes de mirar a Chris: —Chris, ¿puedes salir un momento? —Chris asintió y se apresuró a salir y cerrar la puerta tras él—. Me hubiera valido cualquiera, Jake, porque estaba destrozado —reconoció Henry—. Y sí, lo siento, puede que hubiera llegado con él hasta el final, porque estaba borracho, colocado y desesperado. Pero no pasó, porque Chris me mandó a la realidad. Me dijo que al que yo quería era a ti, que estaba haciendo todo aquello por Alex, y que dejara de hacer estupideces — explicó Henry. Jake se limitó a bajar el rostro y a desviar la mirada—. Hasta me pegó, me dio tal hostia que se me quitó el subidón de golpe, en serio —bromeó Henry intentando quitar hierro al asunto. Jake soltó una pequeña risa para alivio de Henry—. No te lo contamos porque fue una gilipollez, Jake. Imagínate lo ridículo que me sentí después. Venga, Jake, nos conoces a los dos. ¿Crees que alguno de los dos sería capaz de hacerte eso? Fue una estupidez, y solo mía. Jake no contestó, pero volvió a elevar el rostro, y tras un par de segundos de silencio eternos para Henry, Jake habló: —Tenías razón. —¿En qué? —La fecha es importante. Sé qué día fue —le confesó Jake—. Yo estaba allí cuando pasó, os escuché. —¿Y sonaba como que estábamos montándonos una buena juerga los dos ahí metidos? Jake ladeó los ojos, pero sonrió aun así. —No demasiado —aceptó Jake—. Supongo que estamos en paz, ¿no? Henry asintió, al menos ahora los dos habían besado a Chris, estaban en igualdad de condiciones. Chris, cuando vio que abrían la puerta, dio un paso atrás alerta, por si era Jake preparado para cumplir su amenaza de partirle la cara. —Tranquilo Chris, ya he amansado a la fiera —dijo Henry con expresión tranquila, por lo que Chris presagió un buen final. Henry les dejó solos marchándose al salón. —Jake, yo… —comenzó a decir.
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