¡Descarga lectura obligatoria y más Apuntes en PDF de Historia solo en Docsity!
B Renal, alos gambleuos de lo Adosoyo l
Damaolcloo > 1334.
15
El valor de la filosofía
Habiendo llegado al fina] de nuestro breve resumen de los
problemas de la filosofía, bueno será considerar, para concluir,
cuál es el valor de la filosofía y por qué. debe ser estudiada. Es
tanto más necesario considerar esta cuestión, ante el hecho de que
muchos, bajo la influentia:de la ciencia o de los negocios prácticos,
se inclinan a dudar. que la filosofía sea algo más que una ocupa-
ción inocente, pero frívola e inútil, con distinciones que se quie-
bran de puro sutiles y controversias sobre materias cuyo conoci-
miento es imposible,
Esta opinión sobre la filosofía parece resultar, en parte, de una
falsa concepción de los fines de la vida, y en parte de una falsa
concepción de la especie de bienes que la filosofía se esfuerza en
obtener. Las ciencias físicas, mediante sus invenciones, son útiles
a innumerables personas que las ignoran totalmente: así, el estudio
de las ciencias físicas no es sólo o principalmente recomendable
por su efecto sobre el que las estudia, sino más bien por su efecto
sobre los hombres en general. Esta utilidad no pertenece a la
filosofía. Si el estudio de la filosofía tiene algún valor para los que
no se.dedican a ella, es sólo un efecto indirecto, por sus efectos
sobre la vidá de los que la estudian. Por consiguiente, en estos
efectos hay que buscar primordialmente el valor de la filosofía,
si es que en efecto lo tiene,
Pero ante todo, si no queremos fracasar en nuéstro empeño,
debemos liberar nuestro espíritu de los prejuicios de lo que se
denomina equivocadamente «el hombre práctico». El hombre «prác-
129
Í
tico», en el uso corriente de la palabra, es el que sólo reconoce
necesidades "materiales, que comprende que el hombre*necesita
el alimento del cuerpo, pero olvida la pecesidad de procurar un
alimento al espíritu. Si todos los homibres- vivieran bien; si. la
pobreza y la enfermedad hubiesen sido: reducidas al:inínimó posi-
ble, quedaría todavía mucho que hacer para produciruna sociedad
estimable; y aun en el mundo: actual-los bienes del «espíritu son
por lo menos tan importantes como los del tuerpo. El valor dé la
filosofía debe hallarse exclusivamente entre los bienes «del espíri-
tu, y sólo los que no son indiferentes a'estos' bienes pueden llegar
a la persuación de que estudiar filosofía, no es perder :el'tiempo.
La filosofía, como todos los demás. estudios, 'aspira primordial-
mente al conocimiento. El conocimiento :a que aspira es -aquella
clase de conocimiento que nos da la unidad y el sistema del cuer-
po de las ciencias, y el que resulta del examen crítico del funda-
iento de nuestras convicciones, prejuicios y creencias: Pero no
se:puede sostener que la filosofía haya obtenido un éxito. realmente
grande en su intento de proporcionar una respuesta concreta a
estas cuestiones. Si preguntamos a un matemático, a un minera-
logista, a un historiador, o a cualquier otro hombre de “ciencia,
qué conjunto de verdades concretas ha sido establecido por su
ciencia, su respuesta durará tanto tiempo como. estemos dispues-
tos a escuchar. Pero si hacemos la misma pregunta-a un filósofo,
y éste es sincero, tendrá que confesar que su estudio no 'ha' llegado
a resultados positivos comparables a los de las otras ciencias.
Verdad es que esto se explica, en parte, por-el hecho de: que,
desde el momento en que se hace posible el coriocimiento preciso
sobre una materia cualquiera, esta materia deja de serdenominada
filosofía y se convierte en una ciencia separada. Todo. él estudio
del cielo, que pertenece boy a la astronomía, antiguamente era
incluido-en la filosofía; la gran obra de Newton 'se deriomiña Prin-
cipios matemáticos de la filosofía natural. De. un módo análogo, el
estudio del espíritu humano, que era, todavía recienteménte, una
parte de la filosofía, se ha separado actualmente de ella y se ha
convertido en la ciencia psicológica: Así, la incertidumbre de la
filosofía-es, en una gran medida, más. aparente que real; los pro-
blemas que son susceptibles de una respuesta précisa:se-han.colo-
cado en las ciencias, mientras que sólo los-que no: la: cónisienten
actualmente quedan formando el residuo que denominamos filo-
sofía.
Sin embargo, esto es sólo una parte de lá verdad: en lo:que se
130
refiere a la incertidumbre de la filosofía. Hay muchos problemas
—y entre. ellos los que tienen un interés más profundo para nues-
tra.vida espiritual— que, en los límites de lo que pódemos ver, per-
mahecerán - necesariamente insolubles para el intelecto humano,
salvo si su poder -llega á ser de un orden totalmente diferente de
lo que es hoy. ¿Tiene el Universo una unidad de plan o designio,
o es una fortuita conjunción de átomos? ¿Es la conciencia una par-
te del:Universo- que da la esperanza de un crecimiento indefinido
de la sabiduría, o es un accidente transitorio en un pequeño pla-
neta en el cual la vida acabará por hacerse imposible? ¿El bien y
el mal son de alguna importancia para el Universo, o solamente
para el hombre? La filosofía plantea problemas de este género, y los
diversos filósofos contestan a ellos de diversas maneras. Pero
parece que, sea o no posible hallarles por otro lado una respuesta,
las que propone la filosofía no pueden ser demostradas como ver-
daderas. Sin embargo, por muy débil que sea la esperanza de ha
llar una respuesta, es una. parte de la tarea de la filosofía conti-
nuar la consideración de estos problemas, haciéndonos conscientes
de su importancia, examinando todo lo que nos aproxima a ellos,
y manteniendo vivo este interés especulativo por el Universo,
que nos expondríamos a matar sí nos limitáramos al conocimien-
to de lo que puede ser establecido mediante un conocimiento de-
finitivo. . o
Verdad es que muchos filósofos han pretendido que la filo-
sofía podía establecer la verdad de determinadas respuestas sobre
estos problemas fundamentales. Han supuesto que lo más impor-
tante de las creencias religiosas podía ser probado como verdadero
mediante una demostración estricta. Para juzgar sobre estas tenta-
tivas es necesario hacer un examen del conocimiento humano y for-
marse una opinión sobre sus métodos y limitaciones. Sería impru-
dente pronunciarse dogmáticamente sobre estas materias; pero si
las investigaciones de nuestros capítulos anteriores no nos han
extraviado, nos vemos forzados a renunciar a la esperanza de
hailar una prueba filosófica de las creencias religiosas. Por lo tan-
to, no podemos alegar como una prueba del valor de la filosofía
una serie de respuestas a estas cuestiones. Una vez más, el valor
de la filosofía no puede depender de un supuesto cuerpo de cono-
cimientos seguros y precisos que puedan adquírir los que la es-
tudian.
De hecho, el valor de la filosofía debe ser buscado en una
Jarga medida en su real incertidumbre. El hombre que po-tiene
131