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Morfología y Sintaxis: Unidades Mínimas Lingüísticas y Relaciones Semánticas - Prof. Jimén, Apuntes de Idioma Español

LingüísticaLiteratura españolaGramática españolaLengua española para extranjeros

El estudio de morfología y sintaxis en lingüística, con enfoque en la diferencia entre morfemas y fonemas, el concepto de palabra, morfemas libres y ligados, y la relación entre morfología y sintaxis. Además, se abordan las categorías flexivas de palabras y la formación de palabras a través de derivación y composición.

Qué aprenderás

  • ¿Cómo se crean nuevas palabras en la morfología léxica?
  • ¿Qué es un morfema y cuál es su función en la morfología y la sintaxis?
  • ¿Cómo se diferencia la morfología de la fonología?
  • ¿Qué es una palabra compuesta y cómo se forma?
  • ¿Qué es la derivación y cómo se relaciona con la composición en la morfología léxica?

Tipo: Apuntes

2016/2017

Subido el 31/01/2017

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3.6

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¡Descarga Morfología y Sintaxis: Unidades Mínimas Lingüísticas y Relaciones Semánticas - Prof. Jimén y más Apuntes en PDF de Idioma Español solo en Docsity! 1 Lengua Española. 1º Periodismo (2016/2017). Prof. Dra. Montserrat Jiménez San Cristóbal Tema 4. La palabra 4.0. Introducción 4.1. Morfología flexiva 4.2. Morfología léxica 4.3. Semántica léxica 4.4. Bibliografía ---------------------- 4.0. Introducción En este cuarto tema del programa de la asignatura de Lengua Española, trataremos sobre la palabra y para ello es necesario ubicar este término dentro de la disciplina que lo estudia, esto es la morfología. Por razones históricas, de cómo se ha ido estudiando la lengua desde hace más de veinte siglos, se denomina gramática al modelo teórico de la lengua, y podemos decir así que la gramática está compuesta fundamentalmente de fonética y fonología (acústica y articulación de sonidos frente a estructura de sonidos); de morfología (construcción interna de la palabra) y de sintaxis (construcción a partir de palabras), de semántica y pragmática (significado e interpretación dependiente del contexto, respectivamente). El término gramática entraña por tanto una gran amplitud, y también cada una de sus ramas de estudio. Encontramos además elementos cruzados, por así decir, pues, por ejemplo, la morfología y su estudio puede ser demasiado amplio. Esto es, no sabemos si por morfología hay que entender el estudio de las formas o el de las palabras, o el de las formas de la palabra. Igualmente, ocurre con la sintaxis, si se trata del estudio de los rasgos funcionales del lenguaje o el estudio de los conjuntos de palabras o el estudio de las oraciones. Es por ello que hay que delimitar cada uno de los niveles de análisis lingüístico y así también hay que delimitar el concepto de palabra para saber ciertamente en qué nivel lo encuadramos o cuál es su base. Para ello es necesario prestar atención a los aspectos teóricos y prácticos de la morfología y de la sintaxis. Si el límite de la morfología es la palabra, por encima de la morfología tenemos la sintaxis (combinación de palabras que dan lugar a sintagmas y oraciones: 2 el+perro+come+carne), mientras que por debajo de la morfología manejamos unidades sin significado menores que las palabras y son los fonemas: /a/, /k/, /n/. No obstante, el problema es que en la morfología también usamos elementos que están por debajo de la palabra (los llamados morfemas), pero la principal diferencia es que en la fonología, esos elementos que están por debajo de la palabra son elementos sin contenido semántico (no tienen significado) y en la morfología sí hay contenido semántico. Un elemento menor que la palabra como el fonema /t/, no tiene significado, y un elemento menor que la palabra como "sub" sí tiene significado ("debajo de...", p.e. submarino: debajo del mar). De los primeros, como hemos visto en el tema anterior, se encarga la fonología y de los segundos la morfología. En morfología y sintaxis, las unidades con las que operamos tienen carácter semántico (tienen significado) pero la principal diferencia es que en sintaxis son unidades de mayor dimensión que la palabra (sintagmas y oraciones), mientras que en morfología son de igual o menor dimensión que la palabra (palabras y morfemas). MORFOLOGÍA: -Morfema: sub -Palabra: submarino SINTAXIS: -Sintagma: El submarino amarillo -Oración: El submarino amarillo es muy bonito Con todo, hay una serie de solapamientos entre la morfología y la sintaxis y la morfología con la fonología. ¿Qué es la morfología? Pues la morfología, en términos generales, se ocupa de la construcción interna de la palabra. La morfología es por tanto una rama del estudio lingüístico. Tradicionalmente, si cogéis los manuales de lengua española, esta rama de la gramática, se ha estudiado desde un punto de vista descriptivo, es decir, los tipos de palabras de acuerdo a su categoría léxica (sustantivos, adjetivos, verbos, preposiciones, adverbios, conjunciones, interjecciones), categorías que ya conocéis y que, sin duda, sabéis reconocer en un discurso, y que, por supuesto, sabéis usar. Sin embargo, la morfología no se limita únicamente al estudio de los tipos de palabras, sino que se puede entender como las relaciones que se pueden dar dentro de la palabra entre unidades menores que ella. Para ello hay que partir de los conceptos que nos ofrecen unas unidades básicas, por ejemplo, qué entendemos por 5 • morfemas derivativos = afijos (prefijo, interfijo, sufijo): se añaden a la raíz o al tema para modificarla y generar una nueva palabra. Preceden o siguen a la raíz, no tienen autonomía fuera de la palabra y aportan significados muy variados, p.e. -ero indica acción, profesión en rem-ero, lech-ero o lugar en perch-ero. • El tema es la parte de la palabra que sirve de base para su flexión (verbal o nominal). En los verbos, por ejemplo, se intercala un morfema, llamado vocal temática, entre la raíz y los morfemas flexivos correspondientes que indica la conjugación a la que pertenece el verbo. En ocasiones esa vocal temática desaparece o sufre variaciones (tem-e-r, tem-e-ré pero tem-o, tem-ie-ndo). El segmento formado por la raíz y la vocal temática se llama tema. • La base es el constituyente de la palabra sobre el que puede producirse un procedimiento morfológico (flexivo o derivativo, es decir, de creación). Puede haber bases simples o complejas: por ejemplo "cárcel" es una base simple tanto en su base flexiva "cárceles" como para crear "encarcelar". Sin embargo "encarcelar" es una base compleja cuando sobre ella se forma "encarcelamiento" (tonto/a - atontar - atontamiento). Es por tanto un concepto relacional, es decir, es base en relación con una palabra determinada mientras que el concepto de raíz se considera dentro de la palabra (no en relación con otra). El otro criterio de clasificación morfológica de las palabras se debe a la posibilidad de: 2) presenten o no accidentes gramaticales: • palabras variables o "flexivas" (blanc-o,-a,-o-s) (sustantivos, adjetivos, verbos). Dan lugar a paradigmas gramaticales. • palabras "invariables" (ayer/anteayer) (preposiciones, conjunciones, adverbios). Las palabras invariables no serán objeto de análisis de la morfología flexiva, pero sí por ejemplo de la morfología léxica o derivativa: "anteayer", palabra compuesta (adverbio+sustantivo), "naturalmente" palabra derivada (adjetivo+sufijo). "Ayer" tampoco será objeto de la morfología derivativa porque en ella no se aprecia ningún proceso morfológico de variación, no tiene estructura interna ("morfema libre"). Hemos dicho que por morfema entendemos el constituyente morfológico mínimo del significante de una palabra. Puede ser representado por otros elementos del concepto morfema (alomorfos = variantes de los morfemas como sucedía p.e. en fonología: 6 fonema y alófonos) (diapositiva 6). Las lenguas flexivas como el latín, el griego y, en parte, el español se caracterizan por presentar morfemas ligados, en los que no es posible separar con facilidad los distintos componentes y por presentar un alto grado de alomorfismo, es decir, varios morfemas con el mismo significado. Por ejemplo, los alomorfos de plural en español son tres: -s, -es, tras consonante (casas, meses) y su ausencia en palabra llana acabada en -s (tesis). El morfema mesa tiene otro alomorfo para formar, por ejemplo, mes-illa, mes-ita. En algunos casos el cambio es total y se propone el término de supleción o suplencia y alomorfo supletivo: por ejemplo, las formas del verbo ser en presente se manifiestan como soy, eres es, somos, sois, son. Se puede proponer una forma básica so-, pero de este alomorfo no se llega por un proceso regular a eres, es. Estas últimas son formas supletivas. Habría que suponer *so *sos *so. Todas las lenguas tienen en mayor o menor grado supleciones. La supleción se da también en otras categorías (ofensa-ofender), y entre sus causas puede ser que sea originaria del latín o creada diacrónicamente por la diferente evolución fonológica, especialmente en el léxico patrimonial frente al culto (que toma préstamos del latín sin casi modificarlos (obispo-episcopal) (Garrido 2009: 109-110). Los morfemas son elementos que pertenecen a unidades contiguas y por eso se puede decir que nos podemos encontrar con unidades libres y unidades ligadas desde el punto de vista gramatical, p.e.: casa de Juan cantamos canción El modo en el que aparecen estas formas, estos morfemas, no es aleatorio sino que existen una serie de normas o características propias de combinación. Para ver los aspectos a tener en cuenta en el estudio de la combinación vamos a hacer una comparación entre las diferencias que separan la morfología de la sintaxis. (Véase también Aguirre 2013: 297-360) 1. Cohesión fonológica. Las unidades morfológicas se combinan entre sí con un alto grado de cohesión fonológica. En la sintaxis la combinación de palabras no incluye ese elevado grado de fusión fonológica, ya que en una oración hay una pausa entre los elementos que la forman, de tal manera que están separados fonéticamente (desde un punto de vista de la lengua escrita, usamos un espacio en blanco para marcar la separación). En la morfología, en función de cómo combinemos las unidades, puede 7 haber cambios fonológicos en el interior de una palabra (tanto en los afijos como en la raíz). Ejemplo: el prefijo "i-", "in-", "im-". En función del sonido con el que comience la palabra con la que se una, usaremos una u otra forma (hay alternancia fonológica): a) Cuando el sonido siguiente es una labial (m, p, entonces tenemos el prefijo im (Im-posible) b) Cuando el sonido siguiente es una dental (d, t), entonces tenemos el prefijo in (In-determinado) c) Cuando el sonido siguiente no es ni labial ni dental (l, s), entonces tenemos el prefijo -i (i-lógico). 2. Aislabilidad: es la posibilidad de aislar todos los elementos que puedan intervenir en la construcción (los elementos libres, elementos ligados o trabados). ¿Quiere decir que en todo momento podemos con nitidez reproducir qué elementos (sufijo, prefijo, interfijo) pueden ser descomponibles y por tanto aislarlos? Pues no siempre, al haber cohesión fonológica, las unidades son más difíciles de separar, y en muchos casos la aislabilidad es nula. P.e. presidencia < presidente, la palabra "presidencia" se forma añadiendo el sufijo "ia" a "presidente". Sin embargo, para que la unión no sea tan "engorrosa", hay que hacer pequeños cambios fonéticos en la raíz de la palabra original. Por eso no decimos "presidenteia", sino "presidencia" (simplifico el [te] de la palabra base y lo cambio por la interdental [c]), para que así la unión entre morfemas sea más fácil a la hora de pronunciar, y poder unirlo al nuevo sufijo [ía]. 3. Cohesión interna. Orden y jerarquía Formalmente los morfemas ligados, o trabados, aparecen siempre ligados en la misma posibilidad, es decir, debe existir una cohesión interna: los componentes de la palabra no pueden variarse sin introducir un cambio en el significado (pseudo-científico o pseudocientífico, pero no científicopseudo). Incide en aspectos del discurso y no es arbitrario, siempre existe un mínimo de cohesión. En morfología, la disposición de los constituyentes es importantísima. Los elementos del interior de la palabra no pueden moverse. Los prefijos siempre van delante de la palabra y los sufijos detrás. Tampoco puedo coger el morfema de plural y adelantarlo a primera posición. Ejemplo: gominola-s/*sgominola. Orden interno. En las unidades mínimas se observa que hay también una determinada ordenación interna, p.e., si digo "nación" y a partir de ahí quiero formar otros 10 el que es (realidad finita y limitada). Es verdad que los límites son algo borrosos, pero al fin y el cabo hay una frontera. 5. Como consecuencia de la poca recursividad, la productividad en morfología es limitada. La productividad se refiere al rendimiento que tiene un recurso gramatical y se define como la capacidad de crear nuevas unidades lingüísticas que se usen para la comunicación. Las unidades lingüísticas no se agrupan al azar sino que siguen una serie de estructuras formales que persiguen el criterio de productividad y que varían de unas lenguas a otras. Hay, por ejemplo, sufijos o prefijos más productivos que otros (-ble: nacionalizable, audible, entendible). Las reglas morfológicas no producen materiales infinitos, es decir, al aplicar las reglas morfológicas obtenemos un número de palabras limitado. En morfología podemos tener palabras estructuralmente correctas, pero inexistentes en la lengua. Puedo tomar un sufijo como -ero ("profesión"). En algunas unidades el sufijo se aplica muy bien dando lugar a palabras que se utilizan y aparecen recogidas en el diccionario (lech-ero, panad-ero), pero en otros casos la aplicación genera una palabra que no existe (cuadr-ero, chimen-ero, fuent-ero). De hecho, estas palabras últimas jamás aparecerían en un diccionario. En morfología se generan más cosas de las que existen realmente. Puedo formar (correctamente) palabras como "chimen-ero" pero no las voy a poder utilizar en la comunicación. Por el contrario, en sintaxis todo lo que se genera existe. Las reglas generan productos infinitos. Una regla como "Determinante+sustantivo" es 100% aplicable y siempre obtendremos productos que utilizaremos en la comunicación. La casa, mi tío, estas flores... 6. Estructura interna. Las relaciones estructurales entre los constituyentes de una palabra son diferentes a los de una oración o sintagma. En morfología tenemos una raíz y unos afijos (elementos que se añaden a esa raíz). Hay un elemento nuclear que aporta el significado semántico (raíz) y otros elementos que modifican ese significado (afijos). Ejemplo: sub-marino (debajo+mar). Se añade el matiz de "debajo" al significado de "mar". 11 En sintaxis, las relaciones son más complejas. La relación entre el evento (verbo) y el argumento (complemento) es mucho más variada desde un punto de vista semántico (tema, paciente, destinatario, instrumento, lugar, tiempo, etc.). De acuerdo a su combinación con otras palabras, esto es, de las relaciones morfológicas que se establecen, podemos hablar de morfología flexiva o morfología derivativa. La morfología flexiva es lo que llamamos la organización interna de las palabras en morfemas léxicos y flexivos. En algunas categorías, como el sustantivo o el verbo en español, la relación de construcción está representada por una parte variable de la palabra, la terminación, es decir, la flexión o conjunto de morfemas flexivos; y la otra parte invariable o raíz (o tema) se denomina morfema léxico o lexema. Cogemos, por ejemplo, la oración que aparece en el manual del Prof. Garrido (2009:108): (diapositiva 9) Esos pájaros negros picoteaban las migajas [es [o-s]] [pájar [o-s]] [negr [o-s]] [picote [a-ba-n]] [l [a-s]] [migaj [a-s]] y vemos las diferencias entre los morfemas léxicos y los morfemas flexivos de género (o/a), número (s), vocal temática (a), modo y tiempo (ba), persona y número (n) La propiedades flexivas, además de marcar las relaciones sintácticas, representan por sí mismas información (número y género en el sustantivo, tiempo en el verbo, por ejemplo). La morfología flexiva tiene como objetivo introducir en la palabra una serie de información sintáctica o gramatical para insertarla dentro de una oración. El morfema de plural, los morfemas de género, todas las desinencias verbales entrarían en este campo de la morfología flexiva. En estos casos no se introducen cambios en el vocabulario (no se crean palabras nuevas). Se trata de una variante de una misma palabra, por lo que el significado sigue siendo el mismo. Forman parte de lo que denominaremos paradigmas. "Canto", "cantaría", "cantábamos", "cantaras" tienen el mismo significado léxico... solamente cambian algunos matices gramaticales. La palabra es la misma, solamente con algunas diferencias a nivel formal (no de contenido). La morfología léxica, o derivativa y compositiva, (o formación de palabras) hace referencia a la organización interna de las palabras mediante relaciones de derivación y composición. Tiene como objetivo crear nuevas palabras (generar léxico). Ejemplo: fruta<frut-ero. 12 En el seno de la morfología léxica hay que distinguir: a) El hecho de combinar palabras con afijos, que da lugar al fenómeno de la derivación. Es decir, los morfemas léxicos están organizados en un morfema base + morfema derivativo o afijo (Ejemplo: flor-ista). Los afijos, según su posición se denominan prefijos (re-hacer), interfijos (polv-ar-eda), sufijos (zapat-ero), circunfijos (anti-grip-al) b) El hecho de combinar una palabra con otra palabra, que da lugar al fenómeno de la composición. Es decir, dos morfemas léxicos constituyen un tercero: lava-vajillas. Tanto en la morfología flexiva como en la léxica, hay cosas en común, ya que se usan los mismos procedimientos formales que consisten en “manipular” la estructura de la palabra introduciendo cambios en alguno de los elementos de su interior. Por ejemplo, en ambas ramas añadimos afijos a las palabras: Morfología flexiva: pájar-o-s Morfología léxica: pajar-ería Lexema, formación, paradigma (diapositiva 10) Hemos dicho que los morfemas portadores de significación léxica se llamaban lexemas. También se puede hablar de lexema en sentido más amplio y así tenemos que un lexema es una palabra en sentido abstracto: representa el núcleo de significado compartido por todas la variaciones formales de una misma palabra: cado cecidi casum "caer" Una formación es una palabra realizada de manera concreta. Es una combinación de un lexema y el conjunto de significados o funciones gramaticales que dicho lexema selecciona. Los lexemas se materializan en distintas formaciones de palabras y esos conjuntos de formaciones de palabras componen un paradigma (por ejemplo el de presente de indicativo de la voz activa del verbo cado). En la formación de un paradigma entran en juego las reglas de formación o generación, esto es, a una base léxica se le aplica el afijo flexivo o derivativo y se obtiene la palabra. Esta operación se denomina "proceso". En el paradigma aparecerán todas las formas de una determinada opción (por ejemplo el presente de indicativo del verbo dar: doy, das, da, damos, dais, dan; ). En la mente del hablante tanto los paradigmas (o listas) como los procesos y sus reglas son en realidad conexiones entre muchas palabras (soy, doy, voy, estoy, o entre amo, temo, vivo) 15 más eficaz y no tiene sentido (salvo en el vocativo y por cortesía) estar repitiendo -os/- as continuamente. Invito a leer el artículo de I. Bosque "Sexismo lingüístico y visibilidad de la mujer" (El País, 04.03.2012), lo podéis encontrar en internet y en la página de la RAE. Y otro de Javier Marías, algo más antiguo, "No esperen por las mujeras" (El País semanal 11.05.2008). Os los pongo en el campus virtual también. Reflexionad. La flexión se define como el conjunto de procedimientos morfológicos que sirven para reflejar, transportar y albergar información sintáctica (género, número, etc.). El grado en que cada lengua hace uso de la flexión es muy variado. Algunas no tienen flexión, otros la utilizan de forma moderada (como el español) y en otras, una parte muy importante de la configuración sintáctica se sitúa en el interior de la palabra (morfología sintáctica). Se denomina morfosintaxis (en sentido más moderno) a la información sintáctica que nos da la morfología. Los morfemas flexivos marcan o representan la relación sintáctica entre las palabras de una construcción, en interacción con sus propiedades de construcción. Esta construcción está jerarquizada ya que unos constituyentes forman otros, que a su vez son partes de otros mayores. Vemos de nuevo el ejemplo del manual del profesor Garrido (diapositiva 12): la propiedad del sustantivo "pájaro" es imponer mediante la concordancia nominal su número y su género al adjetivo "negro" y al demostrativo "ese". Así se constituye una primera relación sintáctica entre sustantivo y adjetivo en un grupo nominal o sintagma nominal de primer nivel "pájaros negros". Este grupo nominal junto con el determinante "esos" (demostrativo) forman a su vez un grupo nominal de segundo nivel (que también podremos llamar sintagma determinante). La información flexiva, la información categorial y el orden de palabras nos permiten así construir las relaciones marcadas por la concordancia, en este caso concordancia nominal. Este constituyente se relaciona con el constituyente siguiente "picoteaban las migajas" mediante la concordancia verbal gracias a los morfemas flexivos del verbo, coincidiendo en persona y número con el sintagma nominal en función de sujeto. El verbo se construye además con el sintagma nominal, de nuevo con concordancia nominal interna de género y número marcada por los morfemas flexivos -a/-s. La concordancia verbal marca la organización de sujeto y predicado, es decir los constituyentes de la unidad superior, esto es la oración. 16 Además de la concordancia con el sujeto, hay lenguas que marcan la relación de construcción de la palabra con otras, es decir marcan el caso. Por ejemplo, el latín es una lengua donde la función sintáctica (complemento directo, indirecto, del nombre, etc.) se marca dentro de palabra. Si la palabra "rosa" está en función de directo se le añade una -m (rosam), si está en función del complemento del nombre o en indirecto se le añade -ae (rosae) y si está en un complemento circunstancial en plural añade -is (rosis). (diapositiva 13) Agricola rosas puellae dabat El agricultor daba rosas a la niña El agricultor le daba rosas El agricultor se las daba Así funciona el latín. Viendo las terminaciones de las palabras sabemos su función sintáctica. Lo mismo pasa por ejemplo en el alemán. El caso es por tanto una categoría morfológica flexiva. En español, los pronombres clíticos, o pronombres clíticos verbales (esto es, que no se pueden usar de forma independiente sino que tienen que apoyarse en un verbo, son por tanto átonos), de alguna manera representan la relación de caso: el objeto directo está representado por -as en "las" y el objeto indirecto por -e en sus dos variantes "le" y "se" y el sujeto en -a. yo me mí tú te ti él/ella/ello lo/la/lo/se le/se él/ella/ello/sí alomorfos: 1ª persona "y" "m"; 3ª persona "l" ´"el", "ell" "s" 2ª persona hay un solo morfo "t" En la 3ª persona hay fusión de caso y género en "a" y "o" (acusativo, femenino) frente a "e" que distingue caso (dativo). - Tipología de lenguas: El latín es una lengua flexiva o sintética. Las lenguas flexivas son aquellas que modifican la estructura de las palabras a fin de expresar diversas modalidades de pensamiento. Los elementos que constituyen una palabra (raíz, tema, desinencia, etc.) se unen y combinan entre sí de tal manera que llegan a formar una unidad indivisible. 17 Esto es, expresa las relaciones gramaticales por medio de morfemas que se combinan con la raíz (lexemas + morfemas). Otras lenguas más analíticas, como el español (no es totalmente analítica ni sintética), expresan dichas relaciones valiéndose de preposiciones y artículos, cuando se trata de nombres, o de auxiliares, cuando se trata de verbos. El latín, en su flexión nominal, el caso nominativo (sujeto) es el elemento no marcado frente al resto de casos. El español ha heredado esa situación del latín porque las funciones sintácticas de OD OI OC se marcan con el procedimiento de la preposición, pero se marcan. El objeto directo (cuando es de persona) y el indirecto se marcan con la preposición "a", por ejemplo. Por lo tanto, el latín y el español marcan la relación sintáctica. Otras lenguas como el vasco marcan la relación semántica entre tipos de verbos (estados procesos y acciones) y tipos de sujetos y complementos (agente y tema, por ejemplo) (véase Garrido 2009: 112-118). Categorías flexivas. Categorías léxicas Las relaciones sintácticas indicadas por la flexión y que tienen las palabras en construcción (volvemos al ejemplo de "esos pájaros negros picoteaban las migajas") constituyen lo que denominamos las categorías flexivas. El número en los sustantivos y los pronombres proporciona información cuantitativa sobre las entidades que se designan (casas, ideas), pero el de los determinantes (los, esos), el de los adjetivos (altos, libres) y el de los verbos (los pensamientos vuelan) solo está presente por exigencias de la concordancia. El género de los sustantivos y pronombres proporciona información significativa en algunos casos (escritor/escritora), pero no es propiamente informativo en otros muchos sustantivos (cama, árbol), y tampoco en los determinantes y adjetivos. La persona es una propiedad de los pronombres personales (yo, tú, vos…) y de los posesivos (mi, tu, nuestro…), que también muestra el verbo en la concordancia (Tú sueñas). Los valores que rigen las distintas formaciones flexivas se llaman categorías. Las categorías flexivas (género, número, gradación, caso, persona, tiempo, modo y aspecto) de las clases léxicas (clases de palabras) son las siguientes: • nombre: género y número. • adjetivo: género, número y gradación. • pronombre: género, número, caso (personales clíticos) y persona (personales y posesivos). 20 4.2 Morfología léxica Derivación y composición Hemos visto hasta aquí, como la morfología flexiva se ocupa del análisis de la palabra, de su organización interna, de acuerdo a las relaciones sintácticas que le otorgan los morfemas flexivos. Ahora vamos a analizar la organización interna de las palabras mediante las relaciones de derivación y composición, que tienen como objetivo generar léxico nuevo, es decir, crear nuevas palabras, y que podría definirse como la "formación de palabras". En la formación de palabras entrarían únicamente aquellas categorías léxicas que denominamos "clases abiertas": sustantivo, adjetivo, verbo y adverbio. Las clases o categorías "cerradas" (preposiciones, conjunciones, pronombres, determinantes) son las que son y no se forman nuevas unidades a partir de ellas. • La derivación permite formar palabras derivadas, esto es, constituidas por un lexema y uno o varios morfemas derivativos (sub-mar-ino; zapat-ero; anti-grip- al; re-hacer). • Cuando la derivación se hace mediante un prefijo y un sufijo simultáneamente, siempre que las combinaciones prefijo+lexema o lexema+sufijo no existan previamente en el idioma, a ese proceso se le denomina parasíntesis, que da lugar a las palabras parasintéticas: pordiosero (no existe pordios ni diosero) dislocar (no existe disloc ni locar). (Ni submarino ni antigripal son parasintéticos porque en la lengua existen marino y gripal. Otros parasintéticos: adelgazar, alunizar, retrospectivo, etc. • La composición se denomina al proceso morfológico de formación de palabras mediante la unión de dos o más lexemas (aguanieve; tocadiscos; drogadicto; vierteaguas). No sólo se conectan las propiedades fonológicas de las palabras sino también las sintácticas y semánticas (Garrido 2009: 122). Desde esta perspectiva encontramos un nuevo punto en común o complementario entre la morfología y la sintaxis, ya que en gran medida las nuevas formaciones obtenidas por los procesos de derivación y de composición heredan las propiedades combinatorias de la palabra base en cuanto a la estructura argumental, tipos de complementos y la naturaleza categorial y semántica. Por ejemplo, sobre el verbo aspirar se crean los sustantivos aspiración y aspirante. El verbo aspirar (en su acepción "pretender o desear algo") rige un complemento preposicional ("aspirar a un cargo") y este complemento lo heredan, lo mantienen, las 21 palabras derivadas respectivas ("aspiración a un cargo" "aspirante a un cargo"). El ejemplo del manual del Prof. Garrido (2009: 122) con "visitar" y "visita": El alcalde visitó el museo / La visita del alcalde / La visita del museo por el alcalde Visitar se construye con un sujeto, que es el agente de la acción. Así su derivado "visita" mantiene la propiedad de construirse con un complemento nominal con la preposición "de" o la preposición "por" (La visita del alcalde / La visita por el alcalde). El objeto representa el tema o paciente de la acción (el museo) y esa relación de tema corresponde a la de complemento con la preposición "de" ("La visita del museo"). El fenómeno de la derivación consiste en la combinación de un morfema léxico y un morfema derivativo o afijo. Los afijos, dependiendo de su posición, se denominan prefijos, interfijos, sufijos o circunfijos. Las relaciones derivativas se dan entre palabras de la misma categoría (sustantivo y sustantivo, p.e, ciclón - anticiclón, miga - migaja; adjetivo y adjetivo, p.e. gripal - antigripal, etc.) y también entre palabras de distinta categoría (visitar - visita). Una palabra derivada, a su vez, puede ser la base de otra y se forma así una cadena (nacer nación nacional nacionalizar nacionalizable, internacional...). Las relaciones se dan entre las categorías léxicas de sustantivo, adjetivo y verbo, y atendiendo a estas categorías léxicas las relaciones son nueve, tres para cada una de ellas. Así, teniendo en cuenta la base de la que se obtienen: • en los sustantivos hay: nombres denominales (perchero de percha), deadjetivales (sanidad de sano), deverbales (representación de representar); • en los adjetivos hay: deadjetivales (antinuclear de nuclear), denominales (italiano de Italia), deverbales (fumador de fumar); • en los verbos hay: deverbales (replantear de plantear), denominales (encarcelar de cárcel), deadjetivales (ablandar de blando). Además podemos encontrar casos en los que las relaciones se dan entre otro tipo de categorías léxicas, como por ejemplo verbos a partir de adverbios (acercar de cerca, alejar de lejos), verbos a partir de pronombres (tutear de tú), y de verbos a partir de onomatopeyas (cecear, sesear), de adjetivos a partir de adverbios (cercano, lejano). 22 Las relaciones sintácticas y semánticas entre la palabra base y la derivada son bastante sistemáticas o regulares. Incluso podríamos decir que son bastante predecibles, es decir, las reglas de formación de palabras se pueden aplicar a bases léxicas de características similares para crear palabras nuevas que definen ámbitos o dominios donde se reflejan muchas propiedades de la unidad mayor y en este sentido se dice que el comportamiento de la palabra derivada es consecuencia de la constitución interna. P.e.: • en el caso de los adjetivos deverbales, los hay activos (fumador "que fuma", abundante "que abunda en", conmemorativo "que conmemora", aficionado "que tiene afición por"), pasivos (este médico es muy admirado/estimado) • en el caso de los nombres deverbales, los hay objetivos (objeto del verbo) o pasivos (el empleado, el pasado) y sujetivos o activos (tenedor de libros, contable). • Mediante el mismo sufijo -ble, por ejemplo, se realizan adjetivos pasivos, con la interpretación "que puede ser V-do (participio del verbo)" (edificable) o "digno de ser V-do (participio del verbo)" (aceptable), y adjetivos activos que obedecen a la perífrasis "que puede V-r (infinitivo)" (servible). También entre las palabras compuestas se aprecian relaciones sintácticas y de concordancia. Así, tenemos, por ejemplo, la construcción de verbo y objeto da lugar a un sustantivo (tocadiscos, vierteaguas), la de un sustantivo complemento de un adjetivo da lugar a un adjetivo (drogadicto "adicto a la droga"), la de un sustantivo y adjetivo da lugar a un sustantivo (altiplano "plano alto"). En la composición hay estructuras de formación de palabras entre categorías léxicas (como los ejemplos anteriores) y de la misma categoría léxica (pelirrojo, dos adjetivos); de una cláusula (bienmesabe), y otro tipo de construcciones que, indicando una unidad semántica "caballo de Troya", no constituyen una unidad léxica. De todo ello, se puede inferir que en los procesos derivativos y compositivos intervienen en el léxico las mismas relaciones que se representan sintácticamente en la construcción. Es decir, por ejemplo en los compuestos del tipo abrebotellas, la estructura interna de la palabra representa una relación análoga a la del sujeto con el verbo y el objeto "el instrumento abre botellas", al igual que "la llave/el vecino abre la puerta", la relación es de ser agente de la acción (y el agente puede ser un objeto o una persona). Lo mismo sucede con los derivados donde los afijos pueden representar relaciones de agente, paciente, lugar, tema, objeto y así por ejemplo: 25 información en la memoria, y nos sobrarían los diccionarios, o no la tenemos y tampoco entonces sería fácil explicar cómo es que podemos hablar). ¿Aprende un niño a hablar con un diccionario? Para eso tendríamos que nacer sabiendo leer. Un niño entre los dos y los seis años normalmente aprende a un ritmo de unas cinco palabras nuevas al día, sin tener en cuenta las diferencias flexivas, a lo que hay que añadir la cantidad de información que se puede representar mediante cada palabra. La realidad es que aprendemos las palabras en su situación de uso, incluso como lectores, sin necesidad del diccionario, nos servimos del modo casi único que tienen de encajar en su contexto, y sabemos por ejemplo la diferencia entre un autómata y un androide, sin haber visto ninguno, si somos lectores de ciencia ficción "pulp". Difícilmente conoceremos el léxico de los mineros si no vivimos entre ellos, aunque podamos encontrarlo en una novela o en un tratado. El diccionario es una obra en la que se describe el vocabulario y la lexicografía es el estudio de los diccionarios y de los principios de su elaboración. Como podemos ver (diapositiva 20) en la siguiente entrada léxica, o artículo lexicográfico correspondiente al lema de "autómata" tomado del diccionario de la Academia, el diccionario recoge las propiedades que probablemente le sean útiles al usuario. Algunas de ellas no tienen por qué estar presentes en el léxico que tiene el hablante, como por ejemplo las referencias etimológicas y las variantes características de comunidades diferentes (variedades geográficas o sociales). Ningún hablante tiene todas las palabras del diccionario en su cabeza y ningún diccionario tiene para una determinada palabra toda la información que tiene cada hablante. Para el lector de ciencia ficción la palabra autómata tendrá muchos referentes en su bagaje literario y por lo tanto más significados que los que aparecen en el diccionario, y en este sentido podemos diferenciar entre la lengua externa, de la que se ocupa el diccionario, y de la lengua interna, la que está en la mente de cada hablante. (Garrido 2009: 128-129). Los diccionarios no pueden recoger todas las palabras existentes en una lengua. Se trata de una recopilación y explicación, normalmente por orden alfabético, de esas palabras. Pero esa recopilación no puede ser total porque para ello sería necesario que abarcase todos los vocablos que se han usado en esa lengua desde que nació hasta el mismo momento en que se publica el diccionario, todas las voces que se han usado y se usan en todas las regiones pertenecientes al área de esa lengua, todos los términos empleados por cada uno de los individuos considerados hablantes de esa lengua, la terminología de 26 cada una de las ramas del saber, de las jergas, etc. Sería absolutamente imposible hacer un registro de todo ello. Un diccionario es por tanto una recopilación parcial, y la mayoría de los diccionarios tratan de recoger el vocabulario "general" de la lengua, es decir, todas aquellas voces que son de uso común para la generalidad de los hablantes (aunque la mayoría de ellos desconozca muchas de ellas), incluyendo las voces que, aunque pertenecen a distintas ciencias y actividades, no son de uso exclusivo de las mismas. Es por tanto extremo pensar que porque una palabra no aparezca en el diccionario dicha palabra no exista. La primera finalidad de un diccionario es la de servir de fuente de aprendizaje a un hablante de otra lengua. Y para el hablante como primera lengua, le indica la variación y sobre todo la opción preferida (ortográfica, sintáctica o semántica). Es decir se trata de un uso normativo o prescriptivo: indica lo correcto, lo admitido, lo establecido como aceptable y lo aceptado (la norma). Los diccionarios, como hemos dicho surgen por la necesidad de aprender, fundamentalmente, a leer en otra lengua, y en el caso de España el primer diccionario, como tal, se puede decir que es el de Nebrija de 1492, un diccionario bilingüe latino- español. El primer diccionario monolingüe español fue el de Covarrubias (1611) y tiene una intención etimológica. El diccionario de la Real Academia Española, que tiene una posición de prestigio y de reconocimiento generalizado en las sociedades en que se habla español surgió en el siglo XVIII (1726) como Diccionario de autoridades, es decir de definiciones basadas en la autoridad de los clásicos de la literatura de siglos anteriores (como vimos en el tema 2). La Academia, a pesar de las críticas de que es objeto, trata de resolver las dudas de los hablantes de español, más que ser una autoridad de la lengua, y en muchos casos actúa como árbitro en las disputas lingüísticas. Hemos dicho que las palabras se aprenden por el uso y que los diccionarios no pueden recoger todas las palabras de una lengua. Un buen diccionario se elabora a partir de numerosos ejemplos reales de los tipos de texto que se propone cubrir (las palabras sólo significan en construcción), pero no proporciona suficiente información de construcción ni puede sustituir el criterio que debe formarse el propio hablante acerca de qué palabra es adecuada para expresar su idea en el tipo de texto que se trate. 27 Tipos de diccionarios: a) Normativo: recoge por orden alfabético las palabras con sus significados. b) Ideológico: se localizan las palabras según su asociación a una idea. c) Enciclopédico: incluye información sobre distintos campos del saber. d) Bilingüe: traduce palabras de una lengua a otra. e) Etimológico: establece el origen y evolución de las palabras f) De sinónimos y antónimos: ofrece listas de palabras de significado igual o parecido, o de significados contrarios. g) Técnico: recoge las palabras de un campo del saber. h) Combinatorio: se ofrecen las combinaciones de palabras más frecuentes. Desde un punto de vista didáctico, un recurso muy desaprovechado, pero con amplias posibilidades, es el diccionario ideológico. Es un tipo de diccionario que agrupa las palabras a partir de una idea o rasgo ideológico. Se diferencia del resto de diccionarios en que al utilizarlo realizamos el camino inverso: se parte de las ideas, del significado, y a través de él se llega a la palabra buscada. Está organizado alrededor de palabras clave, también llamadas cabeceras o epígrafes, que son los rasgos ideológicos más generales desde los que se desgranan los conceptos: desde lo más general a lo específico, que es lo que buscamos. Ventajas del diccionario ideológico: - Facilita la máxima expresión lingüística. - Más que indicar una sola opción, sugiere múltiples posibilidades de uso. - Fomenta la asociación de ideas. - Se puede utilizar también como diccionario de sinónimos. - Relaciona las cabeceras o epígrafes con su correspondiente familia de palabras. En cuanto a su estructura, los diccionarios ideológicos suelen tener, al menos, tres partes complementarias: a) Sinóptica: es el esqueleto de la obra. Está formada por cuadros sinópticos que constituyen el plan general de clasificación. Allí encontraremos las palabras- cabecera ordenadas por materias. Cada una de éstas cuenta con un número que se corresponde con los grupos de palabras de la parte analógica. b) Analógica: los grupos de palabras afines están ordenados alfabéticamente por cabeceras o epígrafes, que a su vez contienen subcategorías de vocablos. c) Alfabética: es la parte que define, la más parecida a un diccionario usual, aunque con mayor especificidad. Las entradas están ordenadas alfabéticamente y sus definiciones están al servicio de las otras dos partes. 30 significa que se puede pasar: convencional entre forma y contenido; significa mucho para mí: particular para un individuo.] En esta diversidad de relaciones que nos muestra, por ejemplo, el verbo significar, intervienen factores muy diferentes: el conocimiento de la lengua, esto es, el conocimiento lingüístico, el conocimiento del mundo, el contexto, la experiencia individual... Todas estas vertientes del significado son interesantes, pero no todas son de interés para el estudio científico ni se pueden abordar de la misma forma ni con los mismos instrumentos. Una teoría semántica de orientación lingüística debe manejar una caracterización más precisa de la noción de significado y debe servirse por ello de un metalenguaje propio y específico. Antes de pasar al estudio propio de la semántica léxica veamos los varios tipos de significado que se pueden identificar: -Significado descriptivo/no descriptivo El significado descriptivo o denotativo es aquella vertiente del significado que nos permite identificar la realidad extralingüística a la que dicha expresión se refiere. Así, el significado descriptivo de la palabra autobús es lo que nos permite etiquetar a ciertos objetos de la realidad como autobuses y diferenciarlos de otras entidades con las que puedan compartir algunas propiedades. Es un significado de naturaleza objetiva, no ligado a un hablante concreto ni a una situación concreta, sino común a todos los hablantes, e invariable (o estable) de una situación a otra. Junto a su significado denotativo, las palabras pueden tener asociadas otras notas de contenido mucho más variables, secundarias e inestables, sería éste el significado no descriptivo. La misma palabra autobús, para los habitantes de una gran ciudad, puede connotar ideas como atasco, aglomeración, retraso, trabajo; a otras personas, por ejemplo, les puede connotar ideas más positivas, como viajar. Ninguna de estas asociaciones personales forma parte del contenido descriptivo de la palabra autobús. Las asociaciones connotativas de una palabra pueden ser individuales y también pueden generalizarse entre un grupo extenso de hablantes y en ese caso pasan a formar parte constitutiva del significado de una palabra. La distinción entre significado descriptivo y no descriptivo no permite, sin embargo, establecer con nitidez dos clases diferentes de palabras según posean un significado u otro. En realidad buena parte de las palabras combinan ambas dimensiones. La palabra 31 chucho combina el significado descriptivo "perro" con un significado valorativo peyorativo. A veces no es fácil establecer los límites entre ambos tipos de significado. A veces, la carga connotativa es tan fuerte que desplaza o suplanta en el uso corriente al contenido primario. P.e., la palabra democracia evoca una serie de conceptos positivos (justicia, participación popular, libertad de elección, transparencia...) que éstos dejan en segundo plano el contenido básico de definición de un "sistema político". Las diferencias de tipo connotativo están subordinadas a las diferencias denotativas, y no al contrario, podemos por tanto entender que estas diferencias se establecen en una relación jerárquica en la que el plano denotativo está por encima de los diversos planos de variación no descriptiva. - Significado literal/significado figurado Cualquier hablante acepta sin dificultad que cuando alguien en un día caluroso dice Me estoy derritiendo no está empleando el verbo derretir en sentido literal sino en un sentido figurado. La distinción entre el significado literal y el significado figurado es una distinción cotidiana y que aparece con profusión en los diccionarios. Se puede pensar que el significado literal es cronológicamente anterior y primario y que el figurado es siempre una derivación posterior y secundaria de aquél. Sin embargo esta explicación no es satisfactoria porque los hablantes no conocen necesariamente los estadios anteriores del idioma para determinar cuál significado fue el primero, y muchas veces los significados figurados acaban siendo tan importantes como los significados de los que proceden. P.e. del adjetivo tajante que significa "concluyente, determinante. contundente", hoy casi nadie es consciente de que se trata de un significado figurado de una palabra que significaba literalmente "cortante" o "afilado", en gran parte porque se ha perdido el uso general del verbo tajar, del que procedía. Es posible rastrear en la evolución de una lengua las extensiones de significado de una palabra y determinar cuál es el significado literal del que derivan otras acepciones figuradas. Para los hablantes actuales, sin embargo, muchas veces la distinción original se pierde y el significado literal no tiene incidencia en la manera en la que se concibe el significado de una palabra. P.e., cuando decimos que un libro es un tocho para indicar que tiene muchas páginas ¿sabéis a lo que os estáis refiriendo? Estamos comparando un libro con un lingote de hierro (que es el significado original de tocho). Sin embargo, si decimos es un ladrillo, la imagen literal sí está presente. 32 -Significado léxico/gramatical Intentad ahora definir los siguientes términos: mesa andar rubio algún ya pero Parece que las tres primeras palabras son más fáciles de definir que las otras tres. Cuando pensamos en el significado de las palabras, la idea que nos viene a la mente es la de significado de sustantivos, adjetivos o verbos (también algunos adverbios), es decir de las llamadas categorías mayores, léxicas o de contenido. Son aquellas que se refieren a conceptos a partir de los cuales es posible identificar entidades reales o imaginarias, actividades y estados, o propiedades. De estas palabras se dice que tienen significado léxico. Reúnen una serie de características que las identifican: -Forman parte de clases abiertas, es decir que se pueden incorporar nuevos miembros (o descartar otros). El léxico de una lengua experimenta modificaciones con relativa rapidez y facilidad: constantemente se incorporan nuevas palabras y otras caen en desuso e incluso desaparecen. -Poseen un contenido descriptivo. Esto significa que permiten identificar tipos de entidades, propiedades, procesos, estados y se conectan con el conocimiento enciclopédico (con el conocimiento general de las cosas) -Están ligadas a representaciones conceptuales accesibles a la introspección, es decir, al análisis de los rasgos mínimos que componen su significado. Si un hablante sabe usar una palabra también puede caracterizar de manera más o menos precisa el significado de dicha palabra en términos conceptuales. Por otro lado, existen palabras que no remiten a conceptos, pero no son palabras "vacías" sino que indican de forma abstracta cómo deben combinarse entre sí los conceptos, tienen significado gramatical. Son las llamadas categorías menores o funcionales (determinantes, cuantificadores, conjunciones, artículos, interjecciones, adverbios aspectuales o focales). Estas unidades poseen un conjunto de propiedades opuesto a las anteriores: - Pertenecen a clases cerradas (artículos, preposiciones, conjunciones); el paradigma de los artículos, por ejemplo, está constituido por un número de elementos limitado y reducido (han hecho falta siglos de evolución para tener un sistema de artículos como el del español y harían falta otros tantos para modificarlo). -No poseen contenido descriptivo. En la realidad extralingüística existen objetos a los que podemos llamar "mesas" y actividades que podemos caracterizar como "andar", 35 "dedo de la mano" y "dedo del pie" mientras que el inglés distingue entre finger y toe. Las palabras no son simplemente la exteriorización de un inventario común y compartido de conceptos. Cada cultura segmenta el continuo de la realidad de manera diferente, como p.e. vemos en el siguiente cuadro de la diapositiva 28. Por lo tanto, las distinciones lingüísticas que se manifiestan en el léxico no son simplemente un reflejo verbal de una realidad estructurada de antemano, sino que además las palabras imponen una estructura a la realidad y nuestro modo de percibirla: esta estructuración está ampliamente mediada por la cultura y varía notablemente de una lengua a otra. Al hablar de significado léxico hacemos referencia a la representación mental que corresponde a una expresión simple. Esta representación mental contiene los rasgos de un concepto tal y como lo configura cada lengua. La palabra, a su vez, da acceso a la realidad extralingüística y a la información enciclopédica con ella relacionada, pero ambas no se confunden. El conocimiento del significado se traduce en la capacidad para clasificar entidades y acontecimientos del mundo real y refleja una estructuración de tipo lingüístico que crea haces de relaciones entre significados. Para analizar el significado léxico podemos servirnos al menos de dos métodos: • estudio de los componentes de significado menores, • estudio de las relaciones de significado que tienen entre sí las palabras y que nos permiten comprender la estructura del léxico. (Diapositiva 29). En estas series vemos que hay elementos en común entre los miembros de cada una de ellas. Los términos de la primera denotan humanos de sexo femenino, los de la segunda masculino, los de la tercera estados civiles de humanos, de sexo masculino y adultos, los de la cuarta seres de sexo masculino y jóvenes. De este análisis podemos mostrar que en el significado hay componentes menores. Estos componentes podemos entenderlos como rasgos (features) del tipo: [+animado], [+humano], [+contable], [+femenino] [+adulto] (etc.). El significado de una palabra puede analizarse por tanto, por medio de un conjunto de componentes o rasgos semánticos mínimos llamados semas. El conjunto de semas de una palabra se denomina semema. Así las series 1, 2, 3 comparten el rasgo de [+humano], las series 2, 3 y 4 el de [- femenino] y que las series 3 y 4 se oponen, entre otras cosas en virtud del rasgo [+adulto]. Las oposiciones de rasgos pueden dar lugar a series enteras de contrastes 36 basados en ellos, y al igual que en Fonética y Fonología, algunos contrastes pueden neutralizarse (diapositiva 30) como en el caso de los ovinos en los que no hay un término diferente según el sexo cuando el animal es joven. La existencia de rasgos comunes permite identificar clases semánticas también en las categorías de los verbos o de los adjetivos. En el caso de los verbos se pueden identificar categorías como los verbos de lengua (decir, afirmar, informar), verbos de percepción (ver, notar, percibir, sentir, oír), de acción, etc. Los verbos de lengua exigen sujetos con el rasgo [+humano], y los de percepción, por ejemplo, se combinan con sujetos [+animados]. Pero, para nosotros, no se trata de reducir a rasgos todo nuestro conocimiento del significado de las palabras o de las entidades a que se refieren, sino centrarse en lo que es específicamente lingüístico. El objetivo es identificar los componentes del significado más pertinentes para la organización del léxico y su combinatoria sintáctica. Relaciones de significado Una de las propiedades más notables del léxico de una lengua es que las palabras no son completamente independientes entre sí, sino que están conectadas por diferentes tipos de relaciones. Si el significado se puede analizar en componentes menores no es difícil entender que las relaciones de los significados de las palabras tienen que ver con el hecho de que compartan un mayor o menor número de rasgos. P.e., cualquier hablante de español es consciente de que cárcel y prisión significan lo mismo, esto es, comparten todos sus rasgos básicos de modo que se puede establecer una relación de identidad o sinonimia. (Diapositiva 32). En la relación que se establece entre estos pares de expresiones vemos que todas ellas se refieren a la misma realidad pero hay una diferencia sustancial entre la pareja el Real Madrid y el equipo merengue y el resto. Esta pareja no comparte rasgos de significado ya que uno de sus miembros es un nombre propio. Los nombres propios no tienen rasgos semánticos, sino que designan entidades. Por lo tanto, un nombre propio y otra expresión lingüística no pueden compartir significado sino referente. No son sinónimos, sino correferenciales. Hay otros dos tipos de relación de significado: las de inclusión y las de oposición o exclusión. 37 Entre los significados de dos elementos léxicos puede darse una relación de inclusión, que está marcada por una vinculación establecida por ser “un tipo de” (diapositiva 33). La conexión entre tulipán y flor está basada en una relación de inclusión porque el significado de tulipán incluye necesariamente como uno de sus componentes el significado de flor, pero no al contrario. El término más general de los dos es el hiperónimo (flor) y el más específico, el hipónimo (tuilipán). Los términos que establecen con el hipónimo un mismo tipo de relación se denominan cohipónimos. También puede darse una relación de inclusión caracterizada por el hecho de que el significado de un término incluya al del otro porque es una parte constitutiva (diapositiva 34). Por ejemplo, la relación entre bicicleta y manillar. Manillar puede incluir el significado de bicicleta pero un manillar no es un tipo de bicicleta. La relación que se establece, por tanto, es la de "ser una parte constitutiva de". En este caso la palabra que designa al todo se denomina holónimo y la que designa a la parte, merónimo. Entre los significados también puede darse una relación de oposición o exclusión, que denominamos antonimia. Las relaciones de antonimia implican que entre los términos hay una parte de significado común (rasgos compartidos), pues, de no ser así, no podrían ser antónimos, por ejemplo entre alto y bajo. Los dos se refieren a los extremos opuestos de una misma escala: la altura. La oposición puede ser graduable (frío-caliente) o puede ser excluyente (sin término medio como en el caso de vivo-muerto). Puede implicar opuestos relacionales (p.e. con puntos de vista contrapuestos con respecto a una misma función o actividad como profesor-alumno, comprar-vender) o a opuestos direccionales (entrar-salir, subir-bajar). Ambigüedad léxica Las palabras pueden tener más de un significado, lo que, dependiendo de los contextos, puede dar lugar a ambigüedades. P.e. la oración Este edificio tiene muchas plantas es potencialmente ambigua entre tres lecturas posibles de acuerdo al significado que se le atribuya a la palabra planta (que el edificio tenga muchos pisos, que tenga muchos vegetales, o que se hayan hecho varios proyectos arquitectónicos). Aunque la mayoría de los hablantes conoce estos tres significados no ve relación alguna entre ellos y cuando utiliza la palabra no es consciente de esa multiplicidad semántica. Las palabras como "planta" dan lugar a ambigüedades. Desde un punto de vista lingüístico se puede diferenciar entre la polisemia y la homonimia.
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