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Análisis de la Morfología y Sintaxis en Lingüística: Unidades Mínimas y Relaciones - Prof., Apuntes de Idiomas

LéxicoSintaxisLingüística comparadaLingüística EspañolaMorfología

Los conceptos básicos de morfología y sintaxis en lingüística, incluyendo unidades mínimas como morfemas y palabras, y las relaciones entre ellas. Aprenda sobre la diferencia entre morfemas y fonemas, y cómo se combinan en palabras y oraciones.

Qué aprenderás

  • ¿Qué diferencias hay entre la morfología y la fonología?
  • ¿Cómo se establecen las relaciones entre las palabras en el léxico?
  • ¿Cómo se aplican las reglas morfológicas para crear nuevas palabras en el idioma español?
  • ¿Qué es un morfema y cómo se relaciona con la palabra y la sintaxis?
  • ¿Cómo se pueden combinar palabras para crear nuevas palabras en el idioma español?

Tipo: Apuntes

2015/2016

Subido el 01/06/2016

rakah__
rakah__ 🇪🇸

3.9

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¡Descarga Análisis de la Morfología y Sintaxis en Lingüística: Unidades Mínimas y Relaciones - Prof. y más Apuntes en PDF de Idiomas solo en Docsity! 1 Lengua Española. 1º Periodismo (2015/2016). Prof. Dra. Montserrat Jiménez San Cristóbal Tema 4. La palabra 4.0. Introducción 4.1. Morfología flexiva 4.2. Morfología léxica 4.3. Semántica léxica ---------------------- 4.0. Introducción En este cuarto tema del programa de la asignatura de Lengua Española, trataremos sobre la palabra y para ello es necesario ubicar este término dentro de la disciplina que la estudia, esto es la morfología. Por razones históricas de cómo se ha ido estudiando la lengua desde hace más de veinte siglos, se denomina gramática al modelo teórico de la lengua, y podemos decir así que la gramática está compuesta fundamentalmente de fonética y fonología (acústica y articulación de sonidos frente a estructura de sonidos); de morfología (construcción interna de la palabra) y de sintaxis (construcción a partir de palabras), de semántica y pragmática (significado e interpretación dependiente del contexto, respectivamente). El término gramática entraña por tanto una gran amplitud, y también cada una de sus ramas de estudio. Encontramos además elementos cruzados, por así decir, pues, por ejemplo, la morfología y su estudio puede ser demasiado amplio, esto es, no sabemos si por morfología hay que entender el estudio de las formas o el de las palabras, o el de las formas de la palabra. Igualmente, ocurre con la sintaxis, si se trata del estudio de los rasgos funcionales del lenguaje o el estudio de los conjuntos de palabras o el estudio de las oraciones. Es por ello que hay que delimitar cada uno de los niveles de análisis lingüístico y así también hay que delimitar el concepto de palabra para saber ciertamente en qué nivel lo encuadramos o cuál es su base. Para ello es necesario prestar atención a los aspectos teóricos y prácticos de la morfología y de la sintaxis. Si el límite de la morfología es la palabra, por encima de la morfología tenemos la sintaxis (combinación de palabras que dan lugar a sintagmas y oraciones: la+niña+come+fruta), mientras que por debajo de la morfología manejamos unidades sin significado menores que las palabras y son los fonemas: /a/, /k/, /n/. 2 No obstante, el problema es que en la morfología también usamos elementos que están por debajo de la palabra (los llamados morfemas), pero la principal diferencia es que en la fonología, esos elementos que están por debajo de la palabra son elementos sin contenido semántico (no tienen significado) y en la morfología sí hay contenido semántico. Un elemento menor que la palabra como el fonema /t/, no tiene significado, y un elemento menor que la palabra como "sub" sí tiene significado ("debajo de...", p.e. submarino: debajo del mar). De los primeros, como hemos visto se encarga la fonología y de los segundos la morfología. En morfología y sintaxis, las unidades con las que operamos tienen carácter semántico (tienen significado) pero la principal diferencia es que en sintaxis son unidades de mayor dimensión que la palabra (sintagmas y oraciones), mientras que en morfología son de igual o menor dimensión que la palabra (palabras y morfemas). MORFOLOGÍA: -Morfema: sub -Palabra: submarino SINTAXIS: -Sintagma: El submarino amarillo -Oración: El submarino amarillo es muy bonito Con todo, hay una serie de solapamientos entre la morfología y la sintaxis y la morfología con la fonología. ¿Qué es la morfología? Pues la morfología, en términos generales, se ocupa de la construcción interna de la palabra. La morfología es por tanto una rama del estudio lingüístico. Tradicionalmente, si cogéis los manuales de lengua española, esta rama de la gramática, se ha estudiado desde un punto de vista descriptivo, es decir, los tipos de palabras de acuerdo a su categoría léxica (sustantivos, adjetivos, verbos, preposiciones, adverbios, conjunciones, interjecciones), categorías que ya conocéis y que, sin duda, sabéis reconocer en un discurso, y que, por supuesto, sabéis usar. Sin embargo, la morfología no se limita únicamente al estudio de los tipos de palabras, sino que se puede entender como las relaciones que se pueden dar dentro de la palabra entre unidades menores que ella. Para ello hay que partir de los conceptos que nos ofrecen unas unidades básicas, por ejemplo, qué entendemos por MORFEMA, RAÍZ, PALABRA, etc., que iremos viendo, aunque ya podemos, por ejemplo, ver una primera muestra (diapositivas 4 y 5). 5 raíz, no tienen autonomía fuera de la palabra y aportan significados muy variados, p.e. -ero indica acción, profesión en rem-ero, lech-ero o lugar en perch-ero. • El tema es la parte de la palabra que sirve de base para su flexión (verbal o nominal). En los verbos, por ejemplo, se intercala un morfema, llamado vocal temática, entre la raíz y los morfemas flexivos correspondientes que indica la conjugación a la que pertenece el verbo. En ocasiones esa vocal temática desaparece o sufre variaciones (tem-e-r, tem-e-ré pero tem-o, tem-ie-ndo). El segmento formado por la raíz y la vocal temática se llama tema. • La base es el constituyente de la palabra sobre el que puede producirse un procedimiento morfológico (flexivo o derivativo, es decir, de creación). Puede haber bases simples o complejas: por ejemplo "cárcel" es una base simple tanto en su base flexiva "cárceles" como para crear "encarcelar". Sin embargo "encarcelar" es una base compleja cuando sobre ella se forma "encarcelamiento" (tonto/a - atontar - atontamiento). Es por tanto un concepto relacional, es decir, es base en relación con una palabra determinada mientras que el concepto de raíz se considera dentro de la palabra (no en relación con otra). El otro criterio de clasificación morfológica de las palabras se debe a la posibilidad de: 2) presenten o no accidentes gramaticales: • palabras variables o "flexivas" (blanc-o,-a,-o-s, -a-s) (sustantivos, adjetivos, verbos). Dan lugar a paradigmas gramaticales. • palabras "invariables" (ayer/anteayer) (preposiciones, conjunciones, adverbios). Las palabras invariables no serán objeto de análisis de la morfología flexiva, pero sí por ejemplo de la morfología léxica o derivativa: "anteayer", palabra compuesta (adverbio+sustantivo), "naturalmente" palabra derivada (adjetivo+sufijo). "Ayer" tampoco será objeto de la morfología derivativa porque en ella no se aprecia ningún proceso morfológico de variación, no tiene estructura interna ("morfema libre"). Hemos dicho que por morfema entendemos el constituyente morfológico mínimo del significante de una palabra. Puede ser representado por otros elementos del concepto morfema (alomorfos = variantes de los morfemas como sucedía p.e. en fonología: fonema y alófonos) (diapositiva 6). Las lenguas flexivas como el latín, el griego, y en parte el español se caracterizan por presentar morfemas ligados, en los que no es posible separar con facilidad los distintos componentes y por presentar un alto grado de 6 alomorfismo, es decir, varios morfemas con el mismo significado. Por ejemplo los alomorfos de plural en español son tres: -s, -es, tras consonante (casas, meses) y su ausencia en palabra llana acabada en -s (tesis). El morfema mesa tiene otro alomorfo para formar, por ejemplo, mes-illa, mes-ita. En algunos casos el cambio es total y se propone el término de supleción o suplencia y alomorfo supletivo: por ejemplo, las formas del verbo ser en presente se manifiestan como soy, eres es, somos, sois, son. Se puede proponer una forma básica so-, pero de este alomorfo no se llega por un proceso regular a eres, es. Estas últimas son formas supletivas. Habría que suponer *so *sos *so. Todas las lenguas tienen en mayor o menor grado supleciones. La supleción se da también en otras categorías (ofensa-ofender), y entre sus causas puede ser que sea originaria del latín o creada diacrónicamente por la diferente evolución fonológica, especialmente en el léxico patrimonial frente al culto (que toma préstamos del latín sin casi modificarlos (obispo-episcopal). Los morfemas son elementos que pertenecen a unidades contiguas y por eso se puede decir que nos podemos encontrar con unidades libres y unidades ligadas desde el punto de vista gramatical, p.e.: casa de Juan cantamos canción El modo en el que aparecen estas formas, estos morfemas, no es aleatorio sino que existen una serie de normas o características propias de combinación. Para ver los aspectos a tener en cuenta en el estudio de la combinación vamos a hacer una comparación entre las diferencias que separan la morfología de la sintaxis. 1. Cohesión fonológica. Las unidades morfológicas se combinan entre sí con un alto grado de cohesión fonológica. En la sintaxis la combinación de palabras no incluye ese elevado grado de fusión fonológica, ya que en una oración hay una pausa entre los elementos que la forman, de tal manera que están separados fonéticamente (desde un punto de vista de la lengua escrita, usamos un espacio en blanco para marcar la separación). En la morfología, en función de cómo combinemos las unidades, puede haber cambios fonológicos en el interior de una palabra (tanto en los afijos como en la raíz). Ejemplo: el prefijo "i-", "in-", "im-". En función del sonido con el que comience la palabra con la que se una, usaremos una u otra forma (hay alternancia fonológica): 7 a) Cuando el sonido siguiente es una labial (m, p, entonces tenemos el prefijo im (Im-posible) b) Cuando el sonido siguiente es una dental (d, t), entonces tenemos el prefijo in (In-determinado) c) Cuando el sonido siguiente no es ni labial ni dental (l, s), entonces tenemos el prefijo -i (i-lógico). 2. Aislabilidad: es la posibilidad de aislar todos los elementos que puedan intervenir en la construcción (los elementos libres, elementos ligados o trabados). ¿Quiere decir que en todo momento podemos con nitidez reproducir qué elementos (sufijo, prefijo, interfijo) pueden ser descomponibles y por tanto aislarlos? Pues no siempre, al haber cohesión fonológica, las unidades son más difíciles de separar, y en muchos casos la aislabilidad es nula. P.e. presidencia < presidente, la palabra "presidencia" se forma añadiendo el sufijo "ia" a "presidente". Sin embargo, para que la unión no sea tan "engorrosa", hay que hacer pequeños cambios fonéticos en la raíz de la palabra "original". Por eso no decimos "presidenteia", sino "presidencia" (simplifico el [te] de la palabra base y lo cambio por la interdental [c]), para que así la unión entre morfemas sea más fácil a la hora de pronunciar, y poder unirlo al nuevo sufijo [ía]. 3. Cohesión interna. Orden y jerarquía Formalmente los morfemas ligados, o trabados, aparecen siempre ligados en la misma posibilidad, es decir, debe existir una cohesión interna: los componentes de la palabra no pueden variarse sin introducir un cambio en el significado (pseudo-científico o pseudocientífico, pero no científicopseudo). Incide en aspectos del discurso y no es arbitrario, siempre existe un mínimo de cohesión. En morfología, la disposición de los constituyentes es importantísima. Los elementos del interior de la palabra no pueden moverse. Los prefijos siempre van delante de la palabra y los sufijos detrás. Tampoco puedo coger el morfema de plural y adelantarlo a primera posición. Ejemplo: gominola-s/*sgominola. Orden interno. En las unidades mínimas se observa que hay también una determinada ordenación interna, p.e., si digo "nación" y a partir de ahí quiero formar otros elementos, el resultado de esos elementos guarda un cierto orden: nacionalizar ----- nacionalizable. Los pasos de nombre a adjetivo, por ejemplo en este caso, están ordenados porque para llegar hay que pasar por el verbo. 10 5. Como consecuencia de la poca recursividad, la productividad en morfología es limitada. La productividad se refiere al rendimiento que tiene un recurso gramatical y se define como la capacidad de crear nuevas unidades lingüísticas que se usen para la comunicación. Las unidades lingüísticas no se agrupan al azar sino que siguen una serie de estructuras formales que persiguen el criterio de productividad y que varían de unas lenguas a otras. Hay, por ejemplo, sufijos o prefijos más productivos que otros (-ble: nacionalizable, audible, entendible). Las reglas morfológicas no producen materiales infinitos, es decir, al aplicar las reglas morfológicas obtenemos un número de palabras limitado. En morfología podemos tener palabras estructuralmente correctas, pero inexistentes en la lengua. Yo puedo tomar un sufijo como -ero ("profesión"). En algunas unidades el sufijo se aplica muy bien dando lugar a palabras que se utilizan y aparecen recogidas en el diccionario (lech-ero, panad-ero), pero en otros casos la aplicación genera una palabra que no existe (cuadr-ero, chimen-ero, fuent-ero). De hecho, estas palabras últimas jamás aparecerían en un diccionario. En morfología se generan más cosas de las que existen realmente. Yo puedo formar (y correctamente) palabras como "chimen-ero" pero no las voy a poder utilizar en la comunicación. Por el contrario, en sintaxis todo lo que se genera existe. Las reglas generan productos infinitos. Una regla como "Determinante+sustantivo" es 100% aplicable y siempre obtendremos productos que utilizaremos en la comunicación. La casa, mi tío, estas flores... 6. Estructura interna. Las relaciones estructurales entre los constituyentes de una palabra son diferentes a los de una oración o sintagma. En morfología tenemos una raíz y unos afijos (elementos que se añaden a esa raíz). Hay un elemento nuclear que aporta el significado semántico (raíz) y otros elementos que modifican ese significado (afijos). Ejemplo: sub-marino (debajo+mar). Se añade el matiz de "debajo" al significado de "mar" En sintaxis, las relaciones son más complejas. La relación entre el evento (verbo) y el argumento (complemento) es mucho más variada desde un punto de vista semántico (tema, paciente, destinatario, instrumento, lugar, tiempo, etc.). De acuerdo a su combinación con otras palabras, esto es, de las relaciones morfológicas que se establecen, podemos hablar de morfología flexiva o morfología derivativa. 11 La morfología flexiva es lo que llamamos la organización interna de las palabras en morfemas léxicos y flexivos. En algunas categorías, como el sustantivo o el verbo en español, la relación de construcción está representada por una parte variable de la palabra, la terminación, es decir, la flexión o conjunto de morfemas flexivos; y la otra parte invariable o raíz (o tema) se denomina morfema léxico o lexema. Cogemos, por ejemplo, la oración que aparece en el manual del Prof. Garrido: (diapositiva 9) Esos pájaros negros picoteaban las migajas [es [o-s]] [pájar [o-s]] [negr [o-s]] [picote [a-ba-n]] [l [a-s]] [migaj [a-s]] y vemos las diferencias entre los morfemas léxicos y los morfemas flexivos de género (o/a), número (s), vocal temática (a), modo y tiempo (ba), persona y número (n) La propiedades flexivas, además de marcar las relaciones sintácticas, representan por sí mismas información (número y género en el sustantivo, tiempo en el verbo, por ejemplo). La morfología flexiva tiene como objetivo introducir en la palabra una serie de información sintáctica o gramatical para insertarla dentro de una oración. El morfema de plural, los morfemas de género, todas las desinencias verbales entrarían en este campo de la morfología flexiva. En estos casos no se introducen cambios en el vocabulario (no se crean palabras nuevas). Se trata de una variante de una misma palabra, por lo que el significado sigue siendo el mismo. Forman parte de lo que denominaremos paradigmas. "Canto", "cantaría", "cantábamos", "cantaras" tienen el mismo significado léxico... solamente cambian algunos matices gramaticales. La palabra es la misma, solamente con algunas diferencias a nivel formal (no de contenido). La morfología léxica, o derivativa y compositiva, (o formación de palabras) hace referencia a la organización interna de las palabras mediante relaciones de derivación y composición. Tiene como objetivo crear nuevas palabras (generar léxico). Ejemplo: fruta<frut-ero. En el seno de la morfología léxica hay que distinguir: a) El hecho de combinar palabras con afijos, que da lugar al fenómeno de la derivación. Es decir, los morfemas léxicos están organizados en un morfema base + morfema derivativo o afijo (Ejemplo: flor-ista). Los afijos, según su posición se denominan prefijos (re-hacer), interfijos (polv-ar-eda), sufijos (zapat-ero), circumfijos (anti-grip-al) 12 b) El hecho de combinar una palabra con otra palabra, que da lugar al fenómeno de la composición. Es decir, dos morfemas léxicos constituyen un tercero: lava-vajillas. Tanto en la morfología flexiva como en la léxica, hay cosas en común, ya que se usan los mismos procedimientos formales que consisten en “manipular” la estructura de la palabra introduciendo cambios en alguno de los elementos de su interior. Por ejemplo, en ambas ramas añadimos afijos a las palabras: Morfología flexiva: pájar-o-s Morfología léxica: pajar-ería Lexema, formación, paradigma (diapositiva 10) Hemos dicho que los morfemas portadores de significación léxica se llamaban lexemas. También se puede hablar de lexema en sentido más amplio y así tenemos que un lexema es una palabra en sentido abstracto: representa el núcleo de significado compartido por todas la variaciones formales de una misma palabra: cado cecidi casum "caer" Una formación es una palabra realizada de manera concreta. Es una combinación de un lexema y el conjunto de significados o funciones gramaticales que dicho lexema selecciona. Los lexemas se materializan en distintas formaciones de palabras y esos conjuntos de formaciones de palabras componen un paradigma (por ejemplo el de presente de indicativo de la voz activa del verbo cado). En la formación de un paradigma entran en juego las reglas de formación o generación, esto es, a una base léxica se le aplica el afijo flexivo o derivativo y se obtiene la palabra. Esta operación se denomina "proceso". En el paradigma aparecerán todas las formas de una determinada opción (por ejemplo el presente de indicativo del verbo dar: doy, das, da, damos, dais, dan; ). En la mente del hablante tanto los paradigmas (o listas) como los procesos y sus reglas son en realidad conexiones entre muchas palabras (soy, doy, voy, estoy, o entre amo, temo, vivo) constituyéndose así redes de estructuras morfológicas de formas conectadas con las que siguen la misma pauta. La conjugación y la declinación son paradigmas de la flexión verbal y nominal en las lenguas que las tienen (p.e., griego clásico, el latín, el alemán). En español mantenemos la flexión verbal pero de la flexión nominal únicamente quedan restos en los pronombres personales que son los únicos que presentan flexión de caso (yo me mi) 15 determinante "esos" (demostrativo) forman a su vez un grupo nominal de segundo nivel (que también podremos llamar sintagma determinante). La información flexiva, la información categorial y el orden de palabras nos permiten así construir las relaciones marcadas por la concordancia, en este caso concordancia nominal. Este constituyente se relaciona con el constituyente siguiente "picoteaban las migajas" mediante la concordancia verbal gracias a los morfemas flexivos del verbo, coincidiendo en persona y número. El verbo se construye además con el sintagma nominal, de nuevo con concordancia nominal interna de género y número marcada por los morfemas flexivos -a/-s. La concordancia verbal marca la organización de sujeto y predicado, es decir los constituyentes de la unidad superior, esto es la oración. Además de la concordancia con el sujeto, hay lenguas que marcan la relación de construcción de la palabra con otras, es decir marcan el caso. Por ejemplo, el latín es una lengua donde la función sintáctica (complemento directo, indirecto, del nombre, etc.) se marca dentro de palabra. Si la palabra "rosa" está en función de directo se le añade una -m (rosam), si está en función del complemento del nombre o en indirecto se le añade -ae (rosae) y si está en un complemento circunstancial en plural añade -is (rosis). (diapositiva 13) Agricola rosas puellae dabat El agricultor daba rosas a la niña El agricultor le daba rosas El agricultor se las daba Así funciona el latín. Viendo las terminaciones de las palabras sabemos su función sintáctica. Lo mismo pasa por ejemplo en el alemán. El caso es por tanto una categoría morfológica flexiva. En español, los pronombres clíticos, o pronombres clíticos verbales (esto es, que no se pueden usar de forma independiente sino que tienen que apoyarse en un verbo, son por tanto átonos), de alguna manera representan la relación de caso: el objeto directo está representado por -as en "las" y el objeto indirecto por -e en sus dos variantes "le" y "se" y el sujeto en -a. yo me mí tú te ti él/ella/ello lo/la/lo/se le/se él/ella/ello/sí 16 alomorfos: 1ª persona "y" "m"; 3ª persona "l" ´"el", "ell" "s" 2ª persona hay un solo morfo "t" En la 3ª persona hay fusión de caso y género en "a" y "o" (acusativo, femenino) frente a "e" que distingue caso (dativo). - Tipología de lenguas: El latín es una lengua flexiva o sintética. Las lenguas flexivas son aquellas que modifican la estructura de las palabras a fin de expresar diversas modalidades de pensamiento. Los elementos que constituyen una palabra (raíz, tema, desinencia, etc.) se unen y combinan entre sí de tal manera que llegan a formar una unidad indivisible. Esto es, expresa las relaciones gramaticales por medio de morfemas que se combinan con la raíz (lexemas + morfemas). Otras lenguas más analíticas, como el español (no es totalmente analítica ni sintética), expresan dichas relaciones valiéndose de preposiciones y artículos, cuando se trata de nombres, o de auxiliares, cuando se trata de verbos. El latín, en su flexión nominal, el caso nominativo (sujeto) es el elemento no marcado frente al resto de casos. El español ha heredado esa situación del latín porque las funciones sintácticas de OD OI OC se marcan con el procedimiento de la preposición, pero se marcan. El objeto directo (cuando es de persona) y el indirecto se marcan con la preposición "a", por ejemplo. Por lo tanto, el latín y el español marcan la relación sintáctica. Otras lenguas como el vasco marcan la relación semántica entre tipos de verbos (estados procesos y acciones) y tipos de sujetos y complementos (agente y tema, por ejemplo). Categorías flexivas. Categorías léxicas Las relaciones sintácticas indicadas por la flexión y que tienen las palabras en construcción (volvemos al ejemplo de "esos pájaros negros picoteaban las migajas") constituyen lo que denominamos las categorías flexivas. El número en los sustantivos y los pronombres proporciona información cuantitativa sobre las entidades que se designan (casas, ideas), pero el de los determinantes (los, esos), el de los adjetivos (altos, libres) y el de los verbos (los pensamientos vuelan) solo está presente por exigencias de la concordancia. El género de los sustantivos y pronombres proporciona información significativa en algunos casos (escritor/escritora), pero no es propiamente informativo en otros muchos sustantivos (cama, árbol), y 17 tampoco en los determinantes y adjetivos. La persona es una propiedad de los pronombres personales (yo, tú, vos…) y de los posesivos (mi, tu, nuestro…), que también muestra el verbo en la concordancia (Tú sueñas). Los valores que rigen las distintas formaciones flexivas se llaman categorías. Las categorías flexivas de las clases léxicas (clases de palabras) son las siguientes: • nombre: género y número. • adjetivo: género, número y gradación. • pronombre: género, número, caso (personales clíticos) y persona (personales y posesivos). • verbo: persona, número, tiempo, voz, modo y aspecto. El sustantivo y el adjetivo en español tienen flexión de género y número que marcan la relación entre las unidades por medio de la concordancia. El adjetivo además conserva excepcionalmente restos de la flexión latina de la gradación, esto es en algunos comparativos y en el superlativo: bueno mejor óptimo/bonísimo malo peor pésimo/malísimo pequeño menor mínimo/pequeñísimo grande mayor máximo/grandísimo Paulus altior Petro est (Pablo es más alto que Pedro) Paulus melior Petro est (Pablo es mejor que Pedro) Paulus altisimus est (Pablo es altísimo / Pablo es el más alto) Paulus optimus est (Pablo es el mejor / Pablo es óptimo = "de máxima calidad") Los pronombres tienen características flexivas nominales y además, como hemos visto, pueden indicar también el caso, y la persona. El verbo tiene flexión de persona y número para marcar la concordancia con el sujeto, de tiempo y aspecto que sitúan el acontecimiento con respecto al tiempo de enunciación (presente, pasado, futuro) y lo cuantifican según esté terminado o no (pret. perf. compuesto / pret. perf. simple, imperf./presente; aspecto perfectivo-imperfectivo). El tiempo es una categoría deíctica, es decir, relaciona los datos con respecto al contexto del hablante y del oyente y a sus coordenadas de tiempo y espacio. En la flexión nominal, la deixis (mostrar, señalar) se da en la categoría de persona 20 ("aspiración a un cargo" "aspirante a un cargo"). El ejemplo del manual del Prof. Garrido (2009) con "visitar" y "visita": El alcalde visitó el museo / La visita del alcalde / La visita del museo por el alcalde Visitar se construye con un sujeto, que es el agente de la acción. Así su derivado "visita" mantiene la propiedad de construirse con un complemento nominal con la preposición "de" o la preposición "por" (La visita del alcalde / La visita por el alcalde). El objeto representa el tema o paciente de la acción (el museo) y esa relación de tema corresponde a la de complemento con la preposición "de" ("La visita del museo"). El fenómeno de la derivación consiste en la combinación de un morfema léxico y un morfema derivativo o afijo. Los afijos, dependiendo de su posición, se denominan prefijos, interfijos, sufijos o circumfijos. Las relaciones derivativas se dan entre palabras de la misma categoría (sustantivo y sustantivo, p.e, ciclón - anticiclón, miga - migaja; adjetivo y adjetivo, p.e. gripal - antigripal, etc.) y también entre palabras de distinta categoría (visitar - visita). Una palabra derivada, a su vez, puede ser la base de otra y se forma así una cadena (nacer nación nacional nacionalizar nacionalizable, internacional...). Las relaciones se dan entre las categorías léxicas de sustantivo, adjetivo y verbo, y atendiendo a estas categorías léxicas las relaciones son nueve, tres para cada una de ellas. Así, teniendo en cuenta la base de la que se obtienen: • en los sustantivos hay: nombres denominales (perchero de percha), deadjetivales (sanidad de sano), deverbales (representación de representar); • en los adjetivos hay: deadjetivales (antinuclear de nuclear), denominales (italiano de Italia), deverbales (fumador de fumar); • en los verbos hay: deverbales (replantear de plantear), denominales (encarcelar de cárcel), deadjetivales (ablandar de blando). Además podemos encontrar casos en los que las relaciones se dan entre otro tipo de categorías léxicas, como por ejemplo verbos a partir de adverbios (acercar de cerca, alejar de lejos), verbos a partir de pronombres (tutear de tú), y de verbos a partir de onomatopeyas (cecear, sesear), de adjetivos a partir de adverbios (cercano, lejano). Las relaciones sintácticas y semánticas entre la palabra base y la derivada son bastante sistemáticas o regulares. Incluso podríamos decir que son bastante predecibles, es decir, las reglas de formación de palabras se pueden aplicar a bases léxicas de características 21 similares para crear palabras nuevas que definen ámbitos o dominios donde se reflejan muchas propiedades de la unidad mayor y en este sentido se dice que el comportamiento de la palabra derivada es consecuencia de la constitución interna. P.e.: • en el caso de los adjetivos deverbales, los hay activos (fumador "que fuma", abundante "que abunda en", conmemorativo "que conmemora", aficionado "que tiene afición por"), pasivos (este médico es muy admirado/estimado) • en el caso de los nombres deverbales, los hay objetivos (objeto del verbo) o pasivos (el empleado, el pasado) y sujetivos o activos (tenedor de libros, contable). • Mediante el mismo sufijo -ble, por ejemplo, se realizan adjetivos pasivos, con la interpretación "que puede ser V-do (participio del verbo)" (edificable) o "digno de ser V-do (participio del verbo)" (aceptable), y adjetivos activos que obedecen a la perífrasis "que puede V-r (infinitivo)" (servible). También entre las palabras compuestas se aprecian relaciones sintácticas y de concordancia. Así, tenemos, por ejemplo, la construcción de verbo y objeto da lugar a un sustantivo (tocadiscos, vierteaguas), la de un sustantivo complemento de un adjetivo da lugar a un adjetivo (drogadicto "adicto a la droga"), la de un sustantivo y adjetivo da lugar a un sustantivo (altiplano "plano alto"). En la composición hay estructuras de formación de palabras entre categorías léxicas (como los ejemplos anteriores) y de la misma categoría léxica (pelirrojo, dos adjetivos); de una cláusula (bienmesabe), y otro tipo de construcciones que, indicando una unidad semántica "caballo de Troya", no constituyen una unidad léxica. De todo ello, se puede inferir que en los procesos derivativos y compositivos intervienen en el léxico las mismas relaciones que se representan sintácticamente en la construcción. Es decir, por ejemplo en los compuestos del tipo abrebotellas, la estructura interna de la palabra representa una relación análoga a la del sujeto con el verbo y el objeto "el instrumento abre botellas", al igual que "la llave/el vecino abre la puerta", la relación es de ser agente de la acción (y el agente puede ser un objeto o una persona). Lo mismo sucede con los derivados donde los afijos pueden representar relaciones de agente, paciente, lugar, tema, objeto y así por ejemplo: - nota marginal: la nota está en el margen (lugar) / el margen tiene una nota (margen: agente) - herida mortal: la herida causa la muerte (muerte: tema) 22 Ejercicio (diapositiva 17) Indicar qué tipo de palabras son (sustantivo, adjetivo o verbo denominal, deverbal, deadjetival), la base de derivación y la relación con ella. Las relaciones derivativas son defectivas, es decir, con huecos o ausencias. Por ejemplo, edificar se relaciona con edificable, pero construir no permite construible; mentiroso de mentira, pero verdadero de verdad. Asimismo, las relaciones semánticas son también irregulares, pues no hay la misma relación entre repensar y pensar que representar y presentar. Y por último son distintas las propiedades sintácticas de posible frente a las de imposible (*"posible de entender" / "imposible de entender"). Se suele afirmar que, para poder hablar de relación derivativa entre la palabra base de derivación y la palabra derivada, debe haber una relación formal y semántica. De acuerdo con esto, hay relación derivativa entre las parejas animar, animación; leer, releer; ornar, ornamento, porque hay relación formal y semántica. Pero no habría relación derivativa entre estar, estación; tener, retener; instruir, instrumento, porque sólo hay relación formal, ni entre recibir; recepción; oir, audición; digerir, digestión; fácil, difícil, porque sólo hay relación semántica, y mucho menos entre meter, misión; querer, cuestión porque no hay relación formal ni semántica. Las relaciones derivativas serían siempre y a la vez formales y semánticas y se reducirían a un pequeño porcentaje de las palabras existentes en el español de hoy. Se admiten variantes o alternancias en el significante y en el significado que obedecen a factores contextuales (de los que se ocuparían la morfología sincrónica y/o la morfología diacrónica) y entre el grado de regularidad máxima (correlación entre forma y significado) y el de la irregularidad máxima (ausencia de correlación formal y semántica), hay toda una escala en cuanto al grado de discordancia parcial en dicha correlación. Cuando en una palabra derivada ya no se aprecia el grado de relación derivativa con la palabra base (es decir, del análisis de sus constituyentes no se puede inferir su significado) decimos que se ha lexicalizado (peseta es el diminutivo de peso). Red léxica Como vemos es importante, importantísimo el significado en las palabras, y más concretamente en la asociación de las palabras. Hay una serie de rasgos formales (morfológicos: flexivos y derivativos) que hacen que el hablante vaya constituyendo redes o campos asociativos de acuerdo a los procesos de derivación y composición, y no 25 La primera finalidad de un diccionario es la de servir de fuente de aprendizaje a un hablante de otra lengua. Y para el hablante como primera lengua, le indica la variación y sobre todo la opción preferida (ortográfica, sintáctica o semántica). Es decir se trata de un uso normativo o prescriptivo: indica lo correcto, lo admitido, lo establecido como aceptable y lo aceptado (la norma). Los diccionarios, como hemos dicho surgen por la necesidad de aprender, fundamentalmente, a leer en otra lengua, y en el caso de España el primer diccionario, como tal, se puede decir que es el de Nebrija de 1492, un diccionario bilingüe latino- español. El primer diccionario monolingüe español fue el de Covarrubias (1611) y tiene una intención etimológica. El diccionario de la Real Academia Española, que tiene una posición de prestigio y de reconocimiento generalizado en las sociedades en que se habla español surgió en el siglo XVIII (1726) como Diccionario de autoridades, es decir de definiciones basadas en la autoridad de los clásicos de la literatura de siglos anteriores. La Academia, a pesar de las críticas de que es objeto, trata de resolver las dudas de los hablantes de español, más que ser una autoridad de la lengua, y en muchos casos actúa como árbitro en las disputas lingüísticas. Hemos dicho que las palabras se aprenden por el uso y que los diccionarios no pueden recoger todas las palabras de una lengua. Un buen diccionario se elabora a partir de numerosos ejemplos reales de los tipos de texto que se propone cubrir (las palabras sólo significan en construcción), pero no proporciona suficiente información de construcción ni puede sustituir el criterio que debe formarse el propio hablante acerca de qué palabra es adecuada para expresar su idea en el tipo de texto que se trate. tipos de diccionarios: a) Normativo: recoge por orden alfabético las palabras con sus significados. b) Ideológico: se localizan las palabras según su asociación a una idea. c) Enciclopédico: incluye información sobre distintos campos del saber. d) Bilingüe: traduce palabras de una lengua a otra. e) Etimológico: establece el origen y evolución de las palabras f) De sinónimos y antónimos: ofrece listas de palabras de significado igual o parecido, o de significados contrarios. g) Técnico: recoge las palabras de un campo del saber. Desde un punto de vista didáctico, un recurso muy desaprovechado, pero con amplias posibilidades, es el diccionario ideológico. Es un tipo de diccionario que agrupa las palabras a partir de una idea o rasgo ideológico. Se diferencia del resto de diccionarios en que al utilizarlo realizamos el 26 camino inverso: se parte de las ideas, del significado, y a través de él se llega a la palabra buscada. Está organizado alrededor de palabras clave, también llamadas cabeceras o epígrafes, que son los rasgos ideológicos más generales desde los que se desgranan los conceptos: desde lo más general a lo específico, que es lo que buscamos. Ventajas del diccionario ideológico: - Facilita la máxima expresión lingüística. - Más que indicar una sola opción, sugiere múltiples posibilidades de uso. - Fomenta la asociación de ideas. - Se puede utilizar también como diccionario de sinónimos. - Relaciona las cabeceras o epígrafes con su correspondiente familia de palabras. En cuanto a su estructura, los diccionarios ideológicos suelen tener, al menos, tres partes complementarias: a) Sinóptica: es el esqueleto de la obra. Está formada por cuadros sinópticos que constituyen el plan general de clasificación. Allí encontraremos las palabras- cabecera ordenadas por materias. Cada una de éstas cuenta con un número que se corresponde con los grupos de palabras de la parte analógica. b) Analógica: los grupos de palabras afines están ordenados alfabéticamente por cabeceras o epígrafes, que a su vez contienen subcategorías de vocablos. c) Alfabética: es la parte que define, la más parecida a un diccionario usual, aunque con mayor especificidad. Las entradas están ordenadas alfabéticamente y sus definiciones están al servicio de las otras dos partes. Diccionario REDES Es un diccionario descriptivo, no ofrece definiciones sino opciones de combinación de las palabras con otras palabras. Diccionario combinatorio, es decir, el puente que une la lexicografía con la gramática, el análisis de las palabras y el estudio de las formas en que se combinan. 27 4.3. Semántica léxica Hemos visto las relaciones derivativas, dentro de la morfología léxica, y más concretamente su comportamiento en la red léxica y el uso o el sentido de la existencia de los diccionarios. Dijimos que el léxico es una enorme red estructurada por propiedades flexivas y derivativas y que estas propiedades no son sólo fonológicas o sintácticas, sino también semánticas, es decir, de construcción de sus significados. Así veíamos que en el léxico existen relaciones como parte del significado de una palabra y relaciones entre los significados de las palabras. Las propiedades del léxico (que está en la mente del hablante y en la teoría acerca de la lengua) se describen en los diccionarios y éstos pueden tener distintos fines como, por ejemplo, el normativo o el prescriptivo, esto es, el de fijar o establecer qué variantes y variedades de la lengua son las aceptables y aceptadas, o el de informar sobre las opciones existentes y describir cuáles son las más difundidas, las más apropiadas dentro de una determinada actividad, etc. Significado Hemos hablado de significado pero no lo hemos definido. ¿Qué es el significado? ¿El significado de una palabra? La mayoría de las personas identifican el significado de una palabra como algo fijo, lo que se define en un diccionario, sin embargo el significado es algo flexible ya que las palabras, como unidades léxicas, conectan su información con la estructura conceptual humana y se adaptan continuamente a las construcciones de las que forman parte, de manera que su significado depende del contexto. El significado de un signo aislado es el concepto; por tanto, está en la mente de los hablantes. Pero cuando se emite un mensaje, cada uno de los signos que lo componen remite a la realidad extralingüística. Esta relación entre el mundo y el lenguaje se conoce como designación, y los objetos designados constituyen sus referentes. El referente puede ser real (concreto: un bolígrafo; o abstracto: la evaluación) o imaginario (el de una novela, que será “la realidad” creada). El término significado se emplea en la lengua común para referirnos a cosas a veces muy diferentes (diapositiva 22), como por ejemplo, el uso de "significar" en las frases siguientes. Conectad el uso que aparece en la columna de la izquierda con las definiciones que se reflejan en la de la derecha. significan lluvia: causas y efectos; significa que se puede pasar: convencional entre forma y contenido; significa mucho para mí: particular para un individuo. 30 Parece que las tres primeras palabras son más fáciles de definir que las otras tres. Cuando pensamos en el significado de las palabras, la idea que nos viene a la mente es la de significado de sustantivos, adjetivos o verbos (también algunos adverbios), es decir de las llamadas categorías mayores, léxicas o de contenido. Son aquellas que se refieren a conceptos a partir de los cuales es posible identificar entidades reales o imaginarias, actividades y estados, o propiedades. De estas palabras se dice que tienen significado léxico. Reúnen una serie de características que las identifican: -Forman parte de clases abiertas, es decir que se pueden incorporar nuevos miembros (o descartar otros). El léxico de una lengua experimenta modificaciones con relativa rapidez y facilidad: constantemente se incorporan nuevas palabras y otras caen en desuso e incluso desaparecen. -Poseen un contenido descriptivo. Esto significa que permiten identificar tipos de entidades, propiedades, procesos, estados y se conectan con el conocimiento enciclopédico (con el conocimiento general de las cosas) -Están ligadas a representaciones conceptuales accesibles a la introspección, es decir, al análisis de los rasgos mínimos que componen su significado. Si un hablante sabe usar una palabra también puede caracterizar de manera más o menos precisa el significado de dicha palabra en términos conceptuales. Por otro lado, existen palabras que no remiten a conceptos, pero no son palabras "vacías" sino que indican de forma abstracta cómo deben combinarse entre sí los conceptos, tienen significado gramatical. Son las llamadas categorías menores o funcionales (determinantes, cuantificadores, conjunciones, artículos, interjecciones, adverbios aspectuales o focales). Estas unidades poseen un conjunto de propiedades opuesto a las anteriores: - Pertenecen a clases cerradas (artículos, preposiciones, conjunciones); el paradigma de los artículos, por ejemplo, está constituido por un número de elementos limitado y reducido (han hecho falta siglos de evolución para tener un sistema de artículos como el del español y harían falta otros tantos para modificarlo). -No poseen contenido descriptivo. En la realidad extralingüística existen objetos a los que podemos llamar "mesas" y actividades que podemos caracterizar como "andar", pero no existe ningún tipo de entidad que podamos relacionar con "que" o con "la" o con "incluso". -Tienen un significado que es poco accesible a la introspección. Todos sabemos usar perfectamente los artículos y las conjunciones, sin embargo no es común que cualquiera 31 sepa explicitar, ni tan siquiera de modo aproximado, cuál es el significado de estas palabras ni cuáles son sus condiciones de uso gramatical. Por último, las palabras no son los únicos signos lingüísticos portadores de significado, también lo tienen las expresiones complejas, es decir, las expresiones formadas por la combinación de unidades simples siguiendo las reglas de la gramática: las unidades superiores a la palabra como son los sintagmas y las oraciones. Somos capaces de poder construir e interpretar cualquier expresión compleja en nuestra lengua, por larga que sea y sin necesidad de haberla producido u oído antes: basta con que conozcamos el significado de las unidades simples que la integran y la forma en que están organizadas y conectadas esas unidades simples. Así, podemos definir la Semántica como el estudio del significado lingüístico, expresado por medio de unidades simples y de sus combinaciones. Dependiendo del objeto de estudio se suele diferenciar entre semántica léxica: estudia el significado de las palabras con contenido léxico; y semántica composicional: estudia el significado gramatical, tanto de las expresiones simples como el de las expresiones complejas; es decir, se ocupa de cómo contribuyen a la interpretación las expresiones con contenido gramatical, la estructura y las relaciones sintácticas. (diapositiva 27) Os pido ahora que relacionéis las palabras de la columna de la derecha con las de la izquierda y que intentéis describir la relación que existe entre ellas. Esto demuestra que sois capaces no sólo de caracterizar el significado informalmente, sino también de identificar relaciones entre significados y de notar que las relaciones pueden ser distintas. Esto quiere decir que cada hablante tiene un conocimiento tácito de su lengua y las regularidades que ella presenta. Semántica léxica Las definiciones y asociaciones que habéis hecho de los términos anteriores ¿de dónde las habéis sacado? Podemos decir que están en nuestras mentes, en forma de ideas o conceptos. A partir de esas ideas los hablantes podemos conectar las palabras con entidades de la realidad, y si esto no fuera así no podríamos usar las palabras de manera significativa. Y si es verdad que el significado de las palabras está en la mente de los hablantes ¿cómo podemos objetivarlo? La realidad que nos rodea es cambiante y multifacética y se presenta ante nosotros con matices diferentes, sin embargo no manejamos toda esa diversidad, sino que 32 simplificamos el contenido de nuestra experiencia perceptiva y segmentamos el continuo de la realidad en entidades discretas que agrupamos a su vez en clases a las que atribuimos nombres que nos permiten referirnos a ellas. Organizamos nuestro entorno en categorías más o menos estables, enfatizando lo común y descartando las diferencias que no resultan esenciales. Esta operación de abstracción se denomina categorización. Categorizar es, pues, agrupar entidades y sucesos en clases en virtud de sus rasgos generales, desestimando todo lo que hace único a cada objeto y a cada acontecimiento. Categorizar implica asociar atributos y propiedades a los miembros de cada clase de entidades o sucesos, y almacenar bajo un localizador común toda la experiencia adquirida (propia y ajena) en relación con ellos. Cada una de las clases así formadas constituye un concepto. Los conceptos son representaciones mentales de clases: p.e., cuando categorizamos algo como árbol reducimos la complejidad perceptiva de un ejemplar concreto a una etiqueta común a otros ejemplares (que pueden tener incluso propiedades perceptivas bien diferentes, pensemos p.e. en las distintas especies de árboles). Una vez que hemos identificado un objeto como un miembro de una determinada clase, podemos aplicarle todo nuestro conocimiento sobre dicha clase. P.e., un árbol que no habíamos visto nunca antes le atribuimos, de manera inmediata y por defecto, ciertas propiedades que sabemos comunes a los integrantes de su misma categoría: identificamos y reconocemos sus partes fundamentales (un tronco leñoso, varias ramas...), sabemos que tendrá una raíz aunque no la veamos y sabemos que puede tener hojas o no en función de la especie y de la estación del año. Todas esas propiedades nos permiten tener expectativas precisas sobre lo que se puede esperar (y lo que no) de un miembro de la categoría árbol (que no tenga la capacidad de hablar, ni la de moverse por sí mismo.). No tenemos que aprenderlo todo cada vez sobre cada ejemplar, sino que nos basta, en principio, con aplicarle la información que tenemos sobre la clase. El número de conceptos que un individuo puede formar en su mente es potencialmente infinito, sin embargo el número de palabras de una lengua es limitado: ello indica que, de las múltiples conceptualizaciones posibles, la lengua sólo lexicaliza (es decir, expresa con una palabra) algunas. P.e., el español no establece diferencia léxica entre "dedo de la mano" y "dedo del pie" mientras que el inglés distingue entre finger y toe. Las palabras no son simplemente la exteriorización de un inventario común y compartido de conceptos. Cada cultura segmenta el continuo de la realidad de manera diferente, como p.e. vemos en el siguiente cuadro de la diapositiva 28. 35 significado de flor, pero no al contrario. El término más general de los dos es el hiperónimo (flor) y el más específico, el hipónimo (tuilipán). Los términos que establecen con el hipónimo un mismo tipo de relación se denominan cohipónimos. También puede darse una relación de inclusión caracterizada por el hecho de que el significado de un término incluya al del otro porque es una parte constitutiva (diapositiva 34). Por ejemplo, la relación entre bicicleta y manillar. Manillar puede incluir el significado de bicicleta pero un manillar no es un tipo de bicicleta. La relación que se establece, por tanto, es la de "ser una parte constitutiva de". En este caso la palabra que designa al todo se denomina holónimo y la que designa a la parte, merónimo. Entre los significados también puede darse una relación de oposición o exclusión, que denominamos antonimia. Las relaciones de antonimia implican que entre los términos hay una parte de significado común (rasgos compartidos), pues, de no ser así, no podrían ser antónimos, por ejemplo entre alto y bajo. Los dos se refieren a los extremos opuestos de una misma escala: la altura. La oposición puede ser graduable (frío-caliente) o puede ser excluyente (sin término medio como en el caso de vivo-muerto). Puede implicar opuestos relacionales (p.e. con puntos de vista contrapuestos con respecto a una misma función o actividad como profesor-alumno, comprar-vender) o a opuestos direccionales (entrar-salir, subir-bajar). Ambigüedad léxica Las palabras pueden tener más de un significado, lo que, dependiendo de los contextos, puede dar lugar a ambigüedades. P.e. la oración Este edificio tiene muchas plantas es potencialmente ambigua entre tres lecturas posibles de acuerdo al significado que se le atribuya a la palabra planta (que el edificio tenga muchos pisos, que tenga muchos vegetales, o que se hayan hecho varios proyectos arquitectónicos). Aunque la mayoría de los hablantes conoce estos tres significados no ve relación alguna entre ellos y cuando utiliza la palabra no es consciente de esa multiplicidad semántica. Las palabras como "planta" dan lugar a ambigüedades. Desde un punto de vista lingüístico se puede diferenciar entre la polisemia y la homonimia. Una palabra es polisémica cuando tiene varios significados, todos ellos relacionados entre sí por provenir de un mismo origen. En realidad la polisemia es el resultado de la diversificación del significado de una palabra y entre sus causas se encuentran, por ejemplo, la designación de nuevos objetos (pluma: pieza que recubre el cuerpo de las 36 aves; instrumento de escritura), la especialización en un ámbito (anillo: aro pequeño; formación celeste que circunda a planetas; cada uno de los círculos leñosos concéntricos que forman el tronco de un árbol; etc.), usos figurados (pluma: por extensión figurada "estilo o manera de escribir" o "escritor"), calcos semánticos, etc. En cambio, se denomina homónimos a palabras que por los azares de la lengua coinciden en forma sin que originariamente tuvieran relación sus significados. La identidad de las formas puede darse tanto en el nivel fónico como en el nivel ortográfico. P. e., llama (sust.) "masa gaseosa en combustión" y llama (sust.) "animal andino" son homónimos idénticos. A veces, la identidad sólo afecta a uno de estos dos niveles, se habla entonces de homónimos homófonos (tuvo/tubo, orca/horca) y de homónimos homógrafos. En español no hay casos de homónimos homógrafos no homófonos, es decir, de igual escritura pero diferente pronunciación, pero sí existen, por ejemplo en inglés (lead [led] "plomo" / lead [li:d] "guiar") o en italiano (pesca [pè-sca] "melocotón" y pesca [pé-sca] "actividad de pescar") como vimos en el tema anterior. En el trabajo lexicográfico (es decir, en los diccionarios) se suele diferenciar entre la polisemia y la homonimia: cuando se trata de una palabra polisémica se hace solo una entrada y los diferentes significados se integran en ella. Cuando se trata de homónimos, se redactan entradas diferentes. Esta distinción puede tener interés desde el punto de vista histórico, sin embargo, desde el punto de vista de los hablantes de una lengua la diferencia no es relevante porque no tienen por qué conocer el origen etimológico de los términos. La posesión de rasgos comunes se revela también como el principal instrumento del cambio semántico y de la creación de nuevas acepciones. Los cambios semánticos pueden deberse a causas históricas, psicológicas y sociales y lingüísticas. P.e. "pluma" y los cambios que hemos visto antes. Los mecanismos de cambio semántico adoptan, generalmente, formas retóricas y los principales son: Metáfora: un objeto, entidad o experiencia se concibe en términos de otra diferente. Se basa en una semejanza real o percibida entre la fuente y la meta de la metáfora. Ej.: estrella ‘persona famosa’; lat. caput ‘cabeza’ > esp. cabo ‘extremo’, grado militar y accidente geográfico. Metonimia: el cambio semántico por metonimia se produce cuando hay una contigüidad real o supuesta entre la fuente y la meta de la metonomia. Puede ser de muchos tipos: contenedor por contenido o viceversa, material por objeto, parte por todo, etc. 37 Ej.: lat. sexta (hora) > esp. siesta; ingl. glass ‘vidrio’ y ‘vaso’ Etimología popular: una palabra o expresión sincrónicamente inanalizable se reestructura de modo que resulte posible establecer una vinculación semántica con otros elementos de la lengua. Ej.: ingl. asparagus > sparrow-grass Elipsis: parte de una expresión compleja adquiere el significado del todo en su conjunto. Ej.: ingl. fall ‘otoño’ por fall of the leaf ‘caída de la hoja’, esp. metro(politano) por ferrocarril metropolitano Cambios en la extensión del significado Ampliación o extensión: una palabra adquiere un significado más general o más amplio del que tenía previamente. Ej.: lat. adripare ‘llegar a la orilla’ > fr. arriver ‘llegar’; lat. passer ‘gorrión’ > esp. pájaro Restricción o reducción: una palabra adquiere un significado más restringido del que tenía previamente. Ej.: ant.ingl. hund ‘perro’ > ingl. mod. hound un "tipo de perro" ("sabueso"), lat. soror ‘hermana’ > esp. sor Peyoración: la palabra se carga de valores negativos o despectivos. Ej. "wáter", "criado". Melioración: la palabra adquiere un valor positivo. Ej.: ant. fr. marheskalk ‘encargado de las yeguas’ > fr. maréchal ‘mariscal’
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