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Orientación Universidad
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Libro de maravilloso desastre, Resúmenes de Lengua y Literatura

Peleas callejeras, amor complicado, una bad boy y la chica con un pasado que quiere ocultar

Tipo: Resúmenes

2019/2020

Subido el 07/05/2023

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¡Descarga Libro de maravilloso desastre y más Resúmenes en PDF de Lengua y Literatura solo en Docsity! P á g in a 1 P á g in a 2 Librosdelcielopersonal.blogspot.com Staff Traducción - Annaiss - Andrea - Annabelle - Mery St. Clair - Dani - CaroBell - LizC - Belén - Ignacia_xx - Kathesweet - Elena Vladescu - Panchys - Vero - Masi - Kirara7 Diseño -Annaiss -Mery St. Clair Corrección - Annaiss - Mery St. Clair - Mely Librosdelcielopersonal.blogspot.com Después de que América conociera a Shepley en la clase de orientación de primer año, ella con frecuencia lo acompañaba a las luchas secretas en los sótanos diferentes de la Universidad de Eastern. Cada evento se llevaba a cabo en un lugar diferente, y se mantenía en secreto hasta una hora antes de la pelea. Debido a que yo pertenecía a un círculo un poco más tranquilo, me sorprendió saber de un mundo subterráneo en Eastern; pero Shepley lo sabía aún antes de haberse matriculado. Travis, el compañero de cuarto y primo de Shepley, entró en su primera pelea siete meses antes. Como estudiante de primer año, se rumoreaba que él era el competidor más letal que Adam había visto en los tres años desde que creó El Círculo. Comenzando su segundo año, Travis era invencible. Juntos, Travis y Shepley fácilmente pagaban el alquiler y las facturas con las ganancias. Adam llevó el cuerno de toro nuevamente a sus labios, y los gritos y el movimiento escaldaron a un ritmo febril. — ¡Esta noche tenemos un nuevo retador! ¡El luchador estelar universitario de Eastern, Marek Young! Los gritos siguieron, y la multitud se apartó como el mar rojo cuando Marek entró en la habitación. Un espacio circular fue formado, y la multitud silbó, abucheó y se burló del rival. Él saltaba, sacudía el cuello hacia atrás y adelante; su rostro severo y concentrado. La multitud se calmó y luego mis manos se alzaron a mis oídos cuando la música sonó por los grandes altavoces en el otro lado de la habitación. — ¡Nuestro siguiente combatiente no necesita presentación, pero porque me asusta hasta la mierda, lo haré de todos modos! ¡Sacudan sus botas, chicos, y quítense sus bragas, señoritas! ¡Les presento a Travis ―Mad Dog2‖ Maddox! El volumen explotó cuando Travis apareció en una puerta de la habitación. Él hizo su entrada, sin camisa, relajado y natural. Echó a andar hacia el centro del círculo, como si se estuviera presentado a otro día en el trabajo. Los músculos se extendían bajo su piel tatuada mientras él chocó sus puños contra los nudillos de Marek. Travis se inclinó y le susurró algo al oído a Marek, y el luchador luchó por mantener su expresión severa. Marek se puso cara a cara con Travis y lo miró directamente a los ojos. La expresión de Marek era asesina; Travis se veía ligeramente divertido. Los hombres tomaron unos pasos hacia atrás, y Adam sonó el cuerno. Marek tomó una posición defensiva y atacó a Travis. Me paré sobre la punta de mis pies cuando perdí mi línea de visión, apoyándome de lado a lado y los hombros se estrellaban contra mí, rebotándome de un lado a otro como pelota 2 Mad Dog, en español significa Perro Rabioso. P á g in a 6 Librosdelcielopersonal.blogspot.com de ping pong. La parte superior de la cabeza de Marek y Travis se hizo visible, por lo que continúe abriéndome camino hacia adelante. Cuando finalmente llegué al frente, Marek cogió a Travis con sus gruesos brazos y trató de tirarlo al suelo. Cuando Marek se inclinó con el movimiento, Travis estrelló su rodilla contra la cara de Marek. Antes de que Marek pudiera evitar el golpe, Travis lo atacó; sus puños hicieron contacto con la cara ensangrentada de Marek una y otra vez. Cinco dedos se hundieron en mi brazo y me eché hacia atrás. — ¿Qué demonios estás haciendo, Abby? —dijo Shepley. — ¡No podía ver desde allí! —grité. Me volví justo a tiempo para ver a Marek tirar un puñetazo. Travis se giró, y por un momento pensé que había evitado otro golpe, pero hizo un círculo completo, estrellando su codo derecho en el centro de la nariz de Marek. Sangre roció mi cara y salpicó la parte superior de mi suéter. Marek cayó al suelo de cemento con un ruido sordo y en un breve instante la habitación estuvo en completo silencio. Adam lanzó una tela roja cuadrada sobre el cuerpo quieto de Marek y la multitud estalló. El dinero cambió de manos una vez más y las expresiones se dividían entre petulantes y frustradas. Me empujaron un poco con el movimiento de ida y venida. América llamó mi nombre en algún lugar de la parte de atrás, pero yo estaba fascinada por el camino rojo de mi pecho a la cintura. Un par de pesadas botas negras se pararon frente a mí, desviando mi atención hacia el suelo. Mis ojos viajaron hacia arriba; pantalones manchados de sangre, un par de cincelados abdominales, un desnudo y tatuado pecho empapado de sudor y, finalmente, un par de ojos cálidos color marrón. Alguien me empujó por detrás y Travis me tomó por el brazo antes de caer hacia adelante. — ¡Hey! ¡Aléjate de ella! —gruñó Travis, empujando a cualquiera que se me acercara. Su expresión severa se convirtió en una sonrisa al ver mi camisa, y luego secó mi cara con una toalla—. Lo siento mucho, Pigeon3. Adam dio unas palmaditas en la parte detrás de la cabeza de Travis. — ¡Vamos, Mad Dog! ¡Tienes un poco de dinero esperando por ti! Sus ojos no se apartaron de los míos. — Es una lástima sobre el suéter. Se ve bien en ti. —En el momento siguiente se vio envuelto por los fans, desapareciendo de la misma manera en la que había llegado. 3 Pigeon, en español es la traducción de Paloma, es un apodo por tener el pecho manchado de sangre. Librosdelcielopersonal.blogspot.com — ¿Qué estabas pensando idiota? —me gritó América, tirando de mi brazo. —Vine aquí para ver una pelea, ¿no? —Sonreí. —Tú ni siquiera deberías estar aquí, Abby, —me regaño Shepley. —Tampoco América —le dije. — ¡Ella no trata de meterse en el círculo! —Frunció el ceño. —Vámonos. América me sonrió y me limpió la cara. —Eres un grano en el trasero, Abby. ¡Dios, te quiero! —Ella enganchó su brazo alrededor de mi cuello y nos dirigimos hasta las escaleras y hacia la noche. América me siguió hasta mi habitación y luego se burló de mi compañera de cuarto, Kara. Inmediatamente me quité la chaqueta con sangre, arrojándola al cesto de ropa sucia. —Asqueroso. ¿Dónde has estado? —preguntó Kara desde su cama. Miré a América, quien se encogió de hombros. —Sangrado por la nariz. ¿Nunca has visto una de las hemorragias nasales de Abby? Kara acomodó sus gafas y sacudió la cabeza. —Oh, lo harás. —Ella me guiñó un ojo y luego cerró la puerta detrás de ella. Menos de un minuto después, mi celular sonó. Por costumbre, América me enviaba un mensaje de texto después de haber dicho adiós. Pasaré la noche con Shep, t veo mañana reina del cuadrilátero. Miré a Kara, quien me veía como si mi nariz se desangraría en cualquier momento. —Ella estaba bromeando —le dije. Kara asintió con indiferencia y luego miró hacia el desorden de libros sobre su colcha. —Creo que voy a tomar una ducha —le dije, agarrando una toalla y mi bolsa de baño. —Alertaré a los medios de comunicación —bromeó Kara, manteniendo su cabeza hacia abajo. P á g in a 1 0 Librosdelcielopersonal.blogspot.com —Tú no eres su tipo —continuó ella. Travis fingió estar ofendido. — ¡Soy el tipo de todas! Miré hacia él y sonreí. — ¡Ah! Una sonrisa. No soy un podrido bastardo después de todo —guiñó un ojo—. Fue un placer conocerte, Pidge. —Caminó alrededor de la mesa y se inclinó al oído de América. Shepley lanzó una papa frita a su primo. — ¡Quita los labios de la oreja de mi chica, Trav! — ¡Me retiro! ¡Me retiro! —Travis mostró sus manos en un gesto inocente. Unas chicas siguieron detrás de él, riendo y pasando sus dedos por su cabello para llamar su atención. Él abrió la puerta para ellas y casi gritaron de deleite. América se echó a reír. —Oh, no. Estás en problemas, Abby. — ¿Qué te dijo? —pregunté, cuidadosamente. —Él quiere que la lleves a casa, ¿verdad? —dijo Shepley. América asintió y él negó con su cabeza—. Eres una chica inteligente, Abby. Te lo digo ahora, si caes en su juego y terminas enojada con él, no llegues a tomártelo en contra América y yo, ¿De acuerdo? Sonreí. —No voy a caer en su juego, Shep. ¿A caso parezco a una de esas Barbie para ti? —Ella no caerá en su juego —le aseguró América, tocando su brazo. —Este no es mi primer rodeo, Mare. ¿Sabes cuántas veces ha jodido las cosas para mí, porque él duerme con la mejor amiga? ¡De pronto es un conflicto de intereses salir conmigo porque es fraternizar con el enemigo! Te lo digo, Abby, —me miró—, no le digas a Mare que ella no puede salir conmigo porque caíste enamorada por los coqueteos de Travis. Considérate advertida. —Innecesario, pero se te agradece, —le dije. Traté de asegurarle con una sonrisa, pero su pesimismo se veía impulsado por los actos de Travis. América me saludó con su mano, yéndose con Shepley mientras yo caminaba a mi clase. Entrecerré los ojos ante el sol brillante, agarré las correas de mi mochila. Eastern era exactamente lo que esperaba; desde las pequeñas aulas hasta las caras desconocidas. Era un nuevo comienzo para mí; finalmente podía caminar a algún lugar sin los susurros de los que sabían—o creían saber—acerca de mi pasado. Yo era indistinguible como cualquier otra estudiante de primer año en su camino a clase; sin miradas, sin rumores, sin lastima o criterios. Sólo la ilusión de lo que yo quería que ellos vieran: vestida de cachemira, sin sentido alguno, Abby Abernathy. Librosdelcielopersonal.blogspot.com Puse mi mochila en el suelo y me derrumbé en la silla, inclinándome para tomar mi portátil de mi bolso. Cuando me levanté para ponerla en mi escritorio, Travis se sentó en el escritorio siguiente. —Bien. Así puedes tomar apuntes por mí—dijo. Mordía una pluma y me sonrió, sin duda su mejor sonrisa. Le lancé una mirada de disgusto. —Ni siquiera estás en esta clase. —Qué si no. Por lo general me siento allá —dijo, apuntando con la cabeza a la fila superior. Un pequeño grupo de chicas me estaban mirando y me di cuenta de una silla vacía en el centro. —No tomaré notas por ti —le dije, encendiendo mi computadora. Travis se inclinó tan cerca que podía sentir su aliento en mi mejilla. —Lo siento… ¿Te ofendí de alguna manera? Suspiré y sacudí la cabeza. —Entonces, ¿Cuál es tu problema? Mantuve mi voz baja. —No me acostaré contigo. Debes darte por vencido ahora mismo. Una sonrisa se formó en su rostro antes de hablar. —No te he preguntado si dormirías conmigo —sus ojos se dirigieron al techo en concentración—. ¿O sí? —No soy una de esas Barbie o una de tus groupies allá arriba —le dije, mirando a las chicas detrás de nosotros—. No estoy impresionada por tus tatuajes, o tu encanto, o tu forzada indiferencia, por lo que puedes detener tu plan, ¿De acuerdo? —Está bien, Pigeon. —Él era impermeable contra a mi rudeza—. ¿Por qué no vienes con América esta noche? Reí ante su petición, pero él se acercó más. —No estoy tratando de bolsearte4. Sólo quiero pasar el rato. — ¿Bolsearme? ¿Cómo consigues tener sexo hablando de esa manera? Travis se echó a reír, sacudiendo su cabeza. —Sólo ven. Ni siquiera coquetearé contigo, lo juro. —Voy a pensarlo. El Profesor Chaney entró y Travis se volvió al frente de la habitación. Una sonrisa permaneció en su rostro, haciendo el hoyuelo en su mejilla notorio. Entre más reía, más quería odiarlo, sin embargo era justo eso lo que hacía imposible odiarlo. 4 Bolsear, es una manera vulgar de decir que él no se aprovechara. P á g in a 1 2 Librosdelcielopersonal.blogspot.com — ¿Quién me puede decir cuál presidente tenía una amante? —preguntó Chaney. —Asegúrate de escribir eso —susurró Travis—. Necesitaré saber eso para las entrevistas de trabajo. —Shh —le dije, escribiendo cada palabra de Chaney. Travis sonrió y se relajó en su silla. Mientras la hora pasaba, él alternaba entre bostezar y apoyarse contra mi brazo para mirar el monitor. Hice un esfuerzo tremendo para ignorarlo, pero su proximidad y sus abultados músculos de su brazo lo hacían difícil. Jugó con la pulsera de cuero negro alrededor de su muñeca hasta que Chaney terminó la clase. Me apresuré hacia la puerta y el pasillo. Justo cuando me sentía a una distancia segura, Travis Maddox estaba a mi lado. — ¿Has pensado en ello? —preguntó, colocándose sus gafas de sol. Una pequeña morena se puso delante de nosotros, con los ojos abiertos de esperanza. —Hola, Travis. —dijo, jugando con su pelo. Me detuve, retrocediendo por su tono de voz dulce y luego caminé a su alrededor. La había visto antes, hablando normalmente en el área de los dormitorios de las chicas, Morgan Hall. Su tono de voz sonaba más maduro y me pregunté por qué ella creía que Travis encontraría su tono de niña atractivo. Ella balbuceó en una octava más alta por un tiempo más hasta que él estaba nuevamente a mi lado. Sacando un encendedor de su bolsillo, él encendió un cigarrillo y exhaló una nube espesa de humo. — ¿En dónde estaba? Ah, sí… tú estabas pensando. Hice una mueca. — ¿De qué estás hablando? — ¿Has pensando en venir? —Si digo que sí, ¿Dejarás de seguirme? Consideró mi estipulación y luego asintió. —Sí. —Entonces iré. — ¿Cuándo? Suspiré. —Esta noche. Iré esta noche. Travis sonrió y se detuvo en seco —Genial. Te veré después, Pidge —gritó detrás de mí. Doblé la esquina para ver a América junto a Finch fuera de mi dormitorio. Nosotros tres terminamos en la misma mesa en clase de orientación para primer año, y supe que él sería la tercera rueda a nuestra bien engrasada máquina. Él no era excesivamente alto, pero aun así mucho más Librosdelcielopersonal.blogspot.com —Ya lo hice. Se me concedió la mitad de mi matrícula. Pero hay libros, gastos, y tengo que obtener la otra mitad. Lo digo en serio, Pidge. Si necesitas ayuda con algo, sólo pregunta. —No necesito tu ayuda. Soy capaz de escribir un ensayo. —Quería dejarlo en eso. Debí haberlo dejado en eso, pero lo nuevo que había revelado roía mi curiosidad—. ¿No puedes buscar otra cosa que hacer para ganarte la vida? Algo menos, no sé, ¿sádico? Travis se encogió de hombros. —Es una manera fácil de ganar dinero. No puedo ganar lo mismo trabajando en el centro comercial. —Yo no diría que es fácil si tú estás recibiendo golpes en la cara. — ¿Qué? ¿Estás preocupada por mí? —Me hizo un guiño. Hice una mueca y él rió entre dientes—. No soy golpeado con tanta frecuencia. Si tratan de golpearme, me muevo. No es tan difícil. Me reí una vez más. —Actúas como si nadie más haya llegado a esa conclusión. —No es solamente lanzar un golpe, recibirlo y contraatacar. Eso no va a ganar una pelea. Puse los ojos en blanco. — ¿Quién eres tú… el Karate Kid? ¿Dónde aprendiste a luchar? Shepley y América se miraron y luego sus ojos se posaron en el suelo. No me tomó mucho tiempo para reconocer que había dicho algo malo. Travis no parecía afectado. —Tuve un padre con problemas alcohólicos y mal temperamento y cuatro hermanos mayores que portaban el gen de idiotez. —Oh. —Mis orejas ardían. —No te avergüences, Pidge. Papá dejó de beber, los hermanos maduraron. —No estoy avergonzada. —Jugueteé con las puntas sueltas de mi cabello y luego decidí soltarlo y arreglarlo en otro moño, tratando de ignorar el silencio incómodo. —Me gusta tu aspecto al natural. Las chicas no vienen aquí así. —Fui obligada a venir aquí. No se me ocurrió que debía impresionarte — le dije, enfadada de que mi plan hubiese fracasado. Sonrió con su sonrisa infantil, divertida, la cual incremento mi ira, esperando a que cubriera mi inquietud. No sabía cómo la mayoría de las chicas se sentían a su alrededor, pero había visto su comportamiento. Estaba experimentando un desorientado y nauseo sentimiento en lugar de un sentimiento cálido de colegiala, y entre más él intentaba hacerme reír, más inestable me sentía. P á g in a 1 6 Librosdelcielopersonal.blogspot.com —Ya estoy impresionado. Normalmente no tengo que rogar para que las chicas vengan a mi apartamento. —Estoy segura. —le dije, haciendo una mueca de disgusto. Él era tan seguro de sí mismo. No sólo estaba descaradamente consciente de su físico, él estaba acostumbrado a que las mujeres se le lanzaran por lo que él consideraba mi actitud fría como algo refrescante en lugar de un insulto. Tendría que cambiar de estrategia. América apuntó el control remoto al televisor y la encendió. —Hay una buena película esta noche. ¿Alguien quiere saber dónde está Baby Jane? Travis se puso de pie. —Estaba a punto de ir a cenar. ¿Tienes hambre, Pidge? —Ya comí —me encogí de hombros. —No, no lo has hecho —dijo América, antes de darse cuenta de su error—. Oh… es cierto, se me olvidaba que tú tomaste una ¿pizza? Antes de irnos. Hice una mueca ante su miserable intento de arreglar su metida de pata, y luego esperé la reacción de Travis. Él cruzó la habitación y abrió la puerta. —Vamos. Tienes que tener hambre. — ¿A dónde vamos? —Dondequiera que tú desees. Podemos ir a una pizzería. Miré a mi ropa. —Realmente no estoy vestida. Él me observó por un momento y luego sonrió. —Te ves bien. Vamos, que estoy muriendo de hambre. Me puse de pie y me despedí de América, pasando a Travis para bajar las escaleras. Me detuve en el estacionamiento, mirando con horror como él se montó en una motocicleta de color negro. —Uh… —No supe que decir, arrugando los dedos de mis pies expuestos. Me lanzó una mirada impaciente. —Oh, sube. Iré lento. — ¿Qué es eso? —pregunté, leyendo la escritura en el tanque de gas demasiado tarde. —Es una Harley Night Rod. Ella es el amor de mi vida, así que no rayes la pintura cuando te subas. — ¡Estoy usando sandalias! Travis se me quedó mirando como si hubiera hablado en un idioma extranjero. —Y yo llevo botas. Sube. Librosdelcielopersonal.blogspot.com Se puso sus gafas de sol y el motor rugió cuando lo trajo a la vida. Me subí y busqué algo a que agarrarme, pero mis dedos se deslizaron del cuero a la cubierta de plástico de la luz trasera. Travis me agarró de las muñecas y las envolvió en torno a su cintura. — No hay nada de que aferrarte excepto de mí, Pidge. No me sueltes. —dijo, empujando la moto hacia atrás con los pies. Con un movimiento de su muñeca, salió a la calle, y se dirigió como un cohete. Los mechones de mi cabello que colgaban golpeaban contra mi cara, y me escondí detrás de Travis, sabiendo que terminaría con bichos en mis gafas si miraba por encima de su hombro. Él aceleró el acelerador cuando nos detuvimos en la entrada del restaurante, y una vez que estacionó, no perdí tiempo para volver a la seguridad del concreto. — ¡Eres un loco! Travis se echó a reír, apoyando su motocicleta sobre el pie de apoyo antes de bajar. —Conduje al límite de velocidad. — ¡Sí, si estuviéramos en la autopista! —dije, soltándome el moño para desenredar mi cabello con los dedos. Travis me vio retirar el pelo de mi rostro y luego se dirigió a la puerta, manteniéndola abierta. —No dejaría que nada te pasara, Pigeon. Pasé junto a él para entrar al restaurante, mi cabeza aún no estaba en sintonía con mis pies. El aroma a grasa y condimentos llenaban el aire mientras lo seguía a través de la roja alfombra. Eligió una mesa en la esquina, lejos de los grupos de estudiantes y familias, y pidió dos cervezas. Escaneé la habitación, mirando a los padres persuadir a los niños a comer, y mirando a otro lado ante las miradas curiosas de los estudiantes de Eastern. —Claro, Travis —dijo la camarera, escribiendo nuestras bebidas. Ella parecía un poco drogada ante su presencia mientras regresaba a la cocina. Acomodé mi cabello detrás de mis orejas, de repente avergonzada por mi apariencia. — ¿Vienes aquí a menudo? —Pregunté mordazmente. Travis se inclinó sobre la mesa con los codos, sus ojos color marrón fijos en los míos. —Así qué, ¿cuál es tu historia, Pidge? ¿Eres una odia-hombres en general o sólo me odias a mí? —Creo que sólo a ti —me quejé. Se echó a reír una vez más, divertido por mi estado de ánimo. —No puedo comprenderte. Tú eres la única chica que ha estado disgustada conmigo antes del sexo. No te pones nerviosa cuando hablas conmigo y no tratas de llamar mi atención. —No es un truco. Simplemente no me caes bien. P á g in a 2 0 Librosdelcielopersonal.blogspot.com — ¿De qué estábamos hablando? —Pregunté, tratando de evitar el sonrojo en mis mejillas. —De ti. ¿Cuál es tu especialidad? —preguntó. —Oh, eh… educación general, por el momento. Todavía estoy indecisa, pero me estoy inclinando hacia contabilidad. —Tú no eres de aquí, sin embargo. Debes ser un trasplante. —Wichita. Igual que América. — ¿Cómo llegaste hasta aquí desde Kansas? Cogí la etiqueta de la botella de cerveza. —Sólo teníamos que escapar. — ¿De qué? —Mis padres. —Oh. ¿Qué hay sobre América? ¿Ella tiene problemas con sus padres, también? —No, Mark y Pam son geniales. Ellos prácticamente me criaron. Ella sólo vino a lo largo; ella no quería que viniese sola. Travis asintió con la cabeza. —Así que, ¿por qué Eastern? — ¿Qué pasa con el tercer grado? —Le dije. Las preguntas estaban dirigiéndose de una pequeña charla a lo personal, y estaba comenzando a sentirme incómoda. Varias sillas entrechocaron cuando el equipo de fútbol abandonó sus asientos. Intercambiaron una última broma antes de serpentear hacia la puerta. Los que estaban en la parte trasera empujaron a los de adelante para escapar antes de que Travis hiciera su camino a través de la habitación. Se sentó, obligando a la frustración y la ira a desvanecerse. Levanté una ceja. —Ibas a decir por qué elegiste Eastern —dijo. —Es difícil de explicar, —le dije, encogiéndome de hombros—. Creo que sólo se sentía bien. Él sonrió cuando abrió el menú. —Sé lo que quieres decir. Librosdelcielopersonal.blogspot.com Cerdo Traducido por Annaiss Caras conocidas ocupaban los asientos de nuestra mesa del almuerzo favorita. América se sentó en un lado de mí, Finch en el otro, y el resto de los asientos fueron interceptados por Shepley y hermanos Sigma Tau. Era difícil de escuchar con el ruido dentro de la cafetería, y el aire acondicionado parecía estar descompuesto nuevamente. El aire estaba cargado con el olor de comida frita y piel sudorosa, pero de alguna manera todo mundo parecía tener más energía de lo habitual. —Hola, Brasil —dijo Shepley, saludando al hombre que estaba sentado delante de mí. Su piel aceitunada y ojos color chocolate contrastaba con la gorra blanda del equipo de futbol de Eastern. —Te perdí después del partido del sábado, Shep. Bebí una o seis cervezas en tu honor. —dijo con una amplia y blanca sonrisa. —Te lo agradezco. Llevé a Mare a cenar. —dijo, inclinándose para besar la rubia cabellera de América. —Estás sentado en mi silla, Brasil. Brasil se volvió a ver a Travis parado detrás de él, y luego me miró a mí, sorprendido. —Oh, ¿es ella una de tus chicas, Trav? —Absolutamente, no. —dije, sacudiendo la cabeza. Brasil miró a Travis, quien lo miraba expectante. Brasil se encogió de hombros y luego tomó su bandeja al final de la mesa. Travis me sonrió mientras se acomodaba en el asiento. — ¿Qué hay de nuevo, Pidge? — ¿Qué es eso? —Pregunté, incapaz de apartar mi mirada de su bandeja. La comida misteriosa en su plato parecía una exhibición de cera. Travis se echó a reír y tomó un sorbo de su vaso de agua. —Las señoras de la cafetería me asustan. No criticaré sus habilidades culinarias. No puede ignorar las miradas de los que estaban sentados en la mesa. El comportamiento de Travis despertaba su curiosidad, y reprimí una sonrisa al ser la única chica a la que habían visto insistir en sentarse cerca. —Ugh… el examen de Bio es después del almuerzo, —se quejó América. P á g in a 2 2 Librosdelcielopersonal.blogspot.com — ¿Has estudiado? —Le pregunté. —Dios, no. Pasé toda la noche tranquilizando a mi novio de que no dormirías con Travis. Los jugadores de fútbol sentados al final de la mesa detuvieron su desagradable risa para escuchar más de cerca, provocando a los demás estudiantes darse cuenta. Miré a América, pero ella no le importaba la culpa, empujando a Shepley con el hombro. —Jesús, Shep. Lo pasas tan mal, ¿eh? —preguntó Travis, lanzando un paquete de salsa de tomate a su primo. Shepley no contestó, pero sonrió con diversión en dirección a Travis. América frotó su espalda. —Él va a estar bien. Sólo le tomará un tiempo para creer que Abby es resistente a sus encantos. —No he tratado de seducirla —resopló Travis, pareciendo ofendido—. Ella es mi amiga. Miré a Shepley. —Te lo dije. No tienes nada de qué preocuparte. Shepley finalmente me vio a los ojos, y al ver mi expresión sincera, sus ojos se iluminaron un poco. — ¿Tú estudiaste? —me preguntó Travis. Fruncí el ceño. —Ninguna cantidad de estudio me va a ayudar con la Biología. Es algo que no puedo entender del todo. Travis se puso de pie. —Vamos. — ¿Qué? —Vamos a tomar tus notas. Voy a ayudarte a estudiar. —Travis… —Levanta tu trasero, Pidge. Vas a aprobar ese examen. Tiré una de las largas trenzas rubias de América mientras pasaba. —Nos vemos en clase, Mare. Ella sonrió. —Te voy a guardar un asiento. Necesitaré toda la ayuda que pueda conseguir. Travis me siguió hasta mi habitación y saqué mi guía de estudio mientras él abrió el libro. Me interrogó sin descanso, y luego aclaró algunas cosas que no entendía. En la forma en que él explicaba, los conceptos pasaron de ser confusos a obvio. —… Y las células somáticas usan mitosis para reproducirse. Eso es cuando tienes las fases. Suenan como una especie de nombre de mujer: Prometa Anatela. Me eché a reír. — ¿Prometa Anatelo? Librosdelcielopersonal.blogspot.com — ¡La tercera calificación más alta en el examen! ¡Bien hecho, Pidge! — Dijo, abrazándome. Sus ojos brillaban de emoción y orgullo, y un sentimiento extraño me hizo dar un paso atrás. —Gracias, Trav. No podría haberlo hecho sin ti. —le dije, tirando de su camiseta. Él me tiró sobre su hombro, abriéndose camino entre la multitud detrás de nosotros. — ¡Abran paso! ¡Muévanse, gente! ¡Vamos a darle paso a esta pobre mujer con un desfigurado, horrible y descomunal cerebro! ¡Ella es un jodido genio! Me reí ante las expresiones divertidas y curiosas de mis compañeros de clase. Como pasaban los días, nos vimos involucrados en los rumores sobre una relación. La reputación de Travis ayudó a calmar los chismes. Él nunca se había quedado con una chica más de una noche, así que cuantas más veces se nos veía junto, más gente entendía nuestra platónica relación por lo que era. A pesar de las constantes preguntas de nuestro compromiso, el flujo de atención que Travis recibía de sus compañeros no cedió. Él siguió sentándose a mi lado en historia y comiendo conmigo en el almuerzo. No tomó mucho tiempo darme cuenta que me había equivocado sobre él, incluso mostrándome defensiva ante a los que no conocían a Travis como yo lo hacía. En la cafetería, Travis puso una lata de jugo de naranja delante de mí. —No tenías por qué haberlo hecho. Yo iba a tomar uno —dije, quitándome la chaqueta. —Bueno, ahora no tienes que hacerlo. —dijo, mostrando el hoyuelo en la mejilla izquierda. Brasil dio un resoplido. — ¿Ella te convirtió en mandilón, Travis? ¿Qué sigue después, abanicarla con una hoja de palmera, mientras usas un Speedo5? Travis le lanzó una mirada asesina y salté a su defensa. —Tú no podrías llenar un Speedo, Brasil. Cierra tu estúpida boca. 5 Speedo, famosa marca de trajes de baño, caracterizados por ser extremadamente estrechos y pegados como una segunda piel. P á g in a 2 6 Librosdelcielopersonal.blogspot.com — ¡Tranquila, Abby! ¡Estaba bromeando! —dijo Brasil, levantado sus manos. —Sólo… no hables así de él. —le dije, frunciendo el ceño. La expresión de Travis era una mezcla de sorpresa y gratitud. —Ahora sí que lo he visto todo. Acabo de ser defendido por una chica, —dijo, poniéndose de pie. Antes de irse con su bandeja, ofreció una mirada de advertencia a Brasil, y luego salió para reunirse junto a un pequeño grupo de fumadores fuera del edificio. Traté de no mirarlo mientras reías y hablaba. Todas las chicas en el grupo sutilmente competían por el lugar al lado de él, América me golpeó con el codo en las costillas cuando se dio cuenta de que mi atención estaba en otra parte. — ¿Qué ves, Abby? —Nada. No estoy mirando nada. Apoyó la barbilla en la mano y sacudió la cabeza. —Son tan obvias. Mira a la pelirroja. Ella ha pasado sus dedos por el pelo tantas veces como parpadea. Me pregunto si Travis se cansa de eso. Shepley asintió con la cabeza. —Lo hace. Todo el mundo piensa que es un imbécil, pero si supieran la cantidad de paciencia que hace frente a todas las chicas que piensan que lo pueden domar… él no puede ir a ninguna parte sin ser molestado. Confía en mí; él es mucho más amable de lo que yo lo sería. —Oh, como si no te gustaría. —dijo América, besando la mejilla de Shepley. Travis estaba terminado su cigarrillo fuera de la cafetería cuando pasé. —Espera, Pidge. Te acompaño. —No tienes que acompañarme a todas las clases, Travis. Sé cómo llegar por mí misma. Travis fue fácilmente distraído por una chica con pelo largo y negro y una falda corta caminando mientras le sonrió. Él la siguió con la mirada y asintió con la cabeza en la dirección de la chica, arrojando su cigarrillo. —Te veré más tarde, Pidge. —Sí. —dije, poniendo los ojos en blanco mientras él trotaba hacia la chica. El asiento de Travis permaneció vacío durante la clase, y me encontré a mí misma un poco enfadada con él por perder la clase por una chica a la que no conocía. El Profesor Chaney terminó la clase temprano, y me apresuré por el césped, consciente de que tenía que encontrarme con Finch a las tres para Librosdelcielopersonal.blogspot.com entregarle las notas de La Música de Sherri Cassidy. Miré mi reloj y apresuré el paso. — ¿Abby? Parker corrió por el césped hasta llegar a mi lado. —No creo que nos hemos conocido formalmente, —dijo, tendiéndome la mano—. Parker Hayes. Tomé su mano y sonreí. —Abby Abernathy. —Estaba detrás de ti cuando recibiste tu calificación de biología. Felicidades. —sonrió, metiendo las manos en los bolsillos. —Gracias. Travis ayudó, o habría estado al final de la lista, créeme. —Oh, ustedes son… —Amigos. Parker asintió y sonrió. — ¿Te dijo que hay una fiesta este fin de semana? —Por lo general sólo hablamos de biología y comida. Parker se echó a reír. —Eso suena como Travis. En la puerta de Morgan Hall, Parker escaneó mi cara con sus grandes ojos verdes. —Deberías venir. Será divertido. —Hablaré con América. No creo que tengamos ningún plan. — ¿Son un paquete? —Hemos hecho un pacto este verano. No asistiremos a ninguna fiesta sin la otra. —Inteligente. —asintió con la cabeza en señal de aprobación. —Ella conoció a Shep en la clase de orientación, por lo que en realidad no he tenido que estar junto a ella tanto. Esta será la primera vez que necesitaré preguntarle, estoy segura que estará feliz de venir. —Me regañé internamente. No sólo estaba balbuceando, sino que había hecho obvio que yo no era invitada a fiestas. —Genial. Nos vemos allí. —dijo. Él mostró su perfecta sonrisa de modelo de Banana Republic con su mandíbula cuadrada y su piel naturalmente bronceada, caminando por el campus. Lo vi alejarse; él era alto, limpio, con una camisa apretada de vestir a rayas y jeans. Su cabello ondulado y rubio oscuro rebotaba cuando caminaba. Me mordí el labio, halagada por su invitación. —Ahora, él es más tu tipo. —dijo Finch en mi oído. —Él es lindo, ¿eh? —Le pregunté, sin poder dejar de sonreír. P á g in a 3 0 Librosdelcielopersonal.blogspot.com al apartamento. Shepley corrió por las escaleras, y sacó nuestras maletas del maletero, siguiéndonos por las escaleras. —Está abierto. —resopló. América abrió la puerta y la mantuvo abierta. Shepley gruñó cuando puso nuestro equipaje en el suelo. — ¡Jesús, Bebé! ¡Tú maleta pesa nueve kilos más que la de Abby! América y yo nos quedamos inmóviles cuando una mujer salió del cuarto de baño, abotonándose la blusa. —Hola. —dijo ella, sorprendida. Sus ojos llenos de rímel corrido nos examinaron antes de observar el equipaje. La reconocí como la morena de piernas largas que Travis había seguido de la cafetería. América miró a Shepley. Él levantó las manos. — ¡Ella está con Travis! Travis apareció en la esquina en un par de calzoncillos y bostezó. Él miró a su invitada, y luego le dio unas palmaditas en el espada. —Mis invitados están aquí. Es mejor que te vayas. Ella sonrió y echó los brazos alrededor de él, besando su cuello. —Voy a dejar mi número de teléfono en el mostrador. —Eh… no te preocupes por eso. —dijo Travis en tono casual. — ¿Qué? —Preguntó, inclinándose hacia atrás para mirarlo a los ojos. — ¡Otra vez! —dijo América. Ella miró a la mujer—. ¿Cómo es que estás sorprendida por esto? ¡Él es Travis follador Maddox! Él es famoso por esto mismo, y aun así se sorprenden. —dijo, volviéndose a Shepley. Él puso su brazo alrededor de ella, haciendo un gesto para que se calmara. La chica entrecerró los ojos hacia Travis y luego agarró su bolso y salió, cerrando la puerta detrás de ella. Travis caminó a la cocina y abrió la nevera como si nada hubiera pasado. América negó con la cabeza y caminó por el pasillo. Shepley la siguió, balanceando su cuerpo para compensar el peso de la maleta mientras caminaba. Me dejé caer sobre el sillón y suspiré, preguntándome si estaba loca por haber aceptado venir. No sabía que el apartamento de Shepley era una puerta giratoria para chicas cabezas huecas. Travis estaba detrás de la barra de desayuno, cruzó sus brazos sobre su pecho y sonrió. — ¿Qué pasa, Pidge? ¿Día duro? —No, estoy profundamente disgustada. Librosdelcielopersonal.blogspot.com — ¿Conmigo? —Él estaba sonriendo. Debería haber sabido que él esperaba esta conversación. Eso sólo me hizo menos dispuesta a detenerme. —Sí, contigo. ¿Cómo puedes usar a alguien así como así y tratarlas de esa manera? — ¿Cómo la traté? Ella ofreció su número, yo me negué. Mi boca se abrió ante su falta de remordimiento. — ¿Tendrás relaciones sexuales con ella, pero no tomarás su número? Travis se inclinó sobre el mostrador con los codos. — ¿Por qué iba a querer su número si no la iba a llamar? — ¿Por qué dormir con ella si no la vas a llamar? —No prometo nada a nadie, Pidge. Ella no estipuló una relación antes de extender sus piernas en mi sofá. Miré el sofá con repugnancia. —Ella es la hija de alguien, Travis. ¿Qué pasa si, en un futuro, alguien trata así a tu hija? —Mi hija sabrá algo mejor que quitarse las bragas por un imbécil que acaba de conocer, vamos a decirlo de esa manera. Me crucé de brazos, enfadada de que él tuviera razón. —Así que, además de admitir que eres un imbécil, estás diciendo que porque ella se acostó contigo, ¿ella merecía ser desechada como un gato callejero? —Estoy diciendo que fui honesto con ella. Ella es un adulto, fue de mutuo acuerdo… ella estaba un poco ansiosa al respecto si quieres saber la verdad. Actúas como si he cometido un crimen. —Ella no parecía entender tus intenciones, Travis. —Las mujeres suelen justificar sus acciones con lo que sus cabezas les dicen. Ella no me dijo por adelantado que esperaba una relación más de lo que yo le dije que esperaba sexo sin compromiso. ¿Cómo es diferente? —Eres un cerdo. Travis se encogió de hombros. —Me han llamado peor. Miré el sofá, los cojines todavía ladeados y amontonados por su uso reciente. Retrocedí ante la idea de cuántas mujeres se han ofrecido a sí mismas sobre esa tela. —Creo que dormiré en el sillón reclinable. —me quejé. — ¿Por qué? Lo miré, furiosa por su expresión confusa. — ¡No dormiré en esa cosa! ¡Dios sabe sobre lo que estaría acostándome! P á g in a 3 2 Librosdelcielopersonal.blogspot.com Levantó mi equipaje del piso. —No dormirás en el sofá o en el sillón reclinable. Tú dormirás en mi cama. —La que es más antihigiénica que el sofá, estoy segura. —Nunca ha estado nadie en mi cama aparte de mí. Puse los ojos en blanco. — ¡Dame un descanso! —Hablo absolutamente en serio. Las bolseo en el sofá. No las dejo entrar a mi habitación. — ¿Entonces por qué se me permite a mí en tu cama? Una de las esquinas de su boca se levantó en una sonrisa traviesa. — ¿Estás planeando tener sexo conmigo esta noche? — ¡No! —Por eso. Ahora levanta tu trasero malhumorado, toma tu ducha con agua caliente, y después podemos estudiar algo de Bio. Lo miré por un momento y luego a regañadientes hice lo que él ordenó. Me quedé bajo la ducha por mucho tiempo, dejando que el agua lavara mis molestias. Masajeando el champú en mi pelo, suspiré por lo maravilloso que era tomar una ducha en un baño no comunitario una vez más—sin sandalias, sin neceser, sólo la mezcla relajante de agua y vapor. La puerta se abrió y salté. — ¿Mare? —No, soy yo. —dijo Travis. Automáticamente envolví mis brazos sobre las partes que no quería que él viera. — ¿Qué estás haciendo aquí? ¡Fuera! —Olvidaste una toalla y he traído tu ropa, cepillo de dientes y una crema extraña para el rostro que encontré en tu bolsa. — ¿Buscaste entre mis cosas? —Grité. Él no respondió. En su lugar, oí girar el grifo y el sonido de un cepillo de dientes contra dientes. Me asomé por la cortina de plástico, sosteniéndola contra mi pecho. — ¡Fuera, Travis! Él me miró, con los labios cubiertos de espuma de pasta de dientes. —No puedo ir a la cama sin cepillarme los dientes. —Si te acercas a un metro de la cortina, te sacaré los ojos mientras duermas. —No voy a mirar, Pidge. —rió. Esperé bajo el agua con los brazos bien envueltos sobre mi pecho. Él escupió, gorgoteó y escupió de nuevo, luego la puerta se cerró. Enjuagué el jabón de mi piel, me sequé tan rápido como me fue posible, y luego me puse la Librosdelcielopersonal.blogspot.com cálida bajo mis dedos. Traté de recordar dónde estaba. Cuando la respuesta llegó, me mortificó el hecho que Travis pensara que lo había hecho a propósito. — ¿Travis? La alarma —susurré. Él aún no se movía—. ¡Travis! —Dije, dándole un codazo. Cuando todavía no se movía, me estiré a través de él, buscando a tientas en la penumbra hasta que sentí la parte superior del reloj. Sin saber cómo apagarlo, golpeé la cima del mismo hasta que pulsé el botón de dormitar, y luego caí sobre mi almohada nuevamente. Travis se echó a reír. — ¿Estabas despierto? —Te prometí que me portaría bien. No dije nada al respecto de permitirte acostarte sobre mí. —No me acosté sobre ti, —protesté—. No podía alcanzar el reloj. Esa tiene que ser la alarma más molesta que he oído. Suena como un animal moribundo. Estiró su mano y presionó un botón. — ¿Quieres desayuno? Lo miré fijamente y luego sacudí la cabeza. —No tengo hambre. —Bueno, yo sí. ¿Por qué no vienes conmigo a la cafetería que está cerca? —No creo que pueda soportar tu falta de habilidad para conducir temprano por la mañana. —le dije. Levanté mis pies por el lado de la cama y los metí en mis pantuflas, arrastrándome a la puerta. — ¿A dónde vas? —Preguntó. —A vestirme e ir a clase. ¿Necesitas un itinerario mientras estoy aquí? Travis se estiró y luego caminó hasta mí en sus bóxers. — ¿Siempre eres tan temperamental o ese malestar disminuirá una vez que creas que no estoy creando algún elaborado plan para meterme en tus pantalones? —Sus manos sujetaron mis hombros y sentí sus pulgares acariciar mi piel al unísono. —No soy temperamental. Se inclinó me susurró en mi oído. —No quiero acostarme contigo, Pidge. Te aprecio demasiado. Pasó junto a mí para ir al baño, y que quedé allí, aturdida. Las palabras de Kara se repetían en mi mente. Travis Maddox dormía con todas; no pude evitar sentirme deficiente al saber de qué él no tenía ganas de intentar dormir conmigo. La puerta se abrió de nuevo y América entró. — ¡Arriba, arriba, levántate y brilla! —Sonrió, bostezando. —Te pareces a tu madre, Mare. —me quejé, rebuscando en mi maleta. P á g in a 3 6 Librosdelcielopersonal.blogspot.com —Oh… ¿alguien no durmió bien anoche? —Él apenas respiró en mi dirección. —le dije mordazmente. Una sonrisa iluminó el rostro de América. —Oh. — ¿Oh, qué? —Nada. —dijo ella, volviendo a la habitación de Shepley. Travis estaba en la cocina, tarareando una canción al azar mientras cocinaba huevos revueltos. — ¿Estás segura que no quieres desayunar? —Me preguntó. Shepley y América entraron y Shepley tomó dos platos del gabinete, sosteniéndolos mientras Travis servía una porción en cada uno. Shepley puso los platos en la barra, él y América se sentaron juntos, satisfaciendo el apetito que probablemente gastaron la noche anterior. —No me mires así, Shep. Lo siento, sólo que no quiero ir. —dijo América. —Bebé, la Casa tiene una fiesta de parejas dos veces al año. —dijo Shepley mientras masticaba—. Aún falta un mes. Tendrás tiempo de sobra para encontrar un vestido y hacer todas esas cosas de chicas. —Lo haría, Shep… es muy dulce… pero no voy a conocer a nadie allí. —Muchas de las chicas que estarán no conocen a los demás. —dijo, sorprendido por el rechazo. Ella se dejó caer en su silla. —Las chicas perras de la hermandad son invitadas a esas cosas. Todas se conocerán entre sí… será extraño. —Vamos, Mare. No me obligues a ir solo. —Bueno… ¿tal vez podrías buscar a alguien para que invite a Abby? — Dijo ella, mirándome y luego a Travis. Travis levantó una ceja y Shepley negó con la cabeza. —Trav no va a fiestas de parejas. Es algo a donde llevarías tu novia… y Travis no… ya sabes. América se encogió de hombros. —Podemos conseguirle a alguien. Entrecerré mis ojos en su dirección. —Te puedo escuchar, sabes. América usó la cara que ella sabía que no podía decir no. — ¿Por favor, Abby? Vamos a encontrarte un buen tipo que sea divertido e ingenioso, y podrás asegurarte que sea guapo… ¡te prometo que pasarás un buen rato! Y, ¿Quién sabe? Tal vez hasta se lleven bien. Travis lanzó el plato al fregadero. —Yo no he dicho que no la llevaría. Puse los ojos en blanco. —No me hagas ningún favor, Travis. Librosdelcielopersonal.blogspot.com —Eso no es lo que quise decir, Pidge. Las fiestas de parejas son para chicos con novias, y todo el mundo sabe que yo no hago eso de novias. Pero no tendré que preocuparme de que tú esperes un anillo de compromiso después. América hizo un puchero. — ¿Por fis, Abby? — ¡No me mires así! —Me quejé—. Travis no quiere ir, yo no quiero ir… nosotros no seremos muy divertidos. Travis se cruzó de brazos y se apoyó en el fregadero. —Yo no dije que no quería ir. Creo que sería divertido si los cuatro asistimos, —se encogió de hombros. Los ojos de todos se centraron en mí y yo retrocedí. — ¿Por qué no pasamos el rato aquí? América puso mala cara y Shepley se inclinó hacia adelante. —Porque tengo que ir, Abby. Soy un estudiante de primer año; tengo que asegurarme de que todo pase sin problemas, que todo el mundo tenga una cerveza en mano, y cosas así. Travis cruzó la cocina y envolvió el brazo alrededor de mis hombros, tirando de mí hacia él. —Vamos, Pidge. ¿Quieres ir conmigo? Miré a América, luego a Shepley y, finalmente, a Travis. —Sí. —suspiré. América chilló y me abrazó, y sentí la mano de Shepley en mi espalda. — Gracias, Abby. —dijo Shepley. P á g in a 4 0 Librosdelcielopersonal.blogspot.com Rodé mis ojos y subí al asiento, pasando mis brazos alrededor de su cintura. — ¿Alguna chica extraña va a seguirnos a la casa desde el bar? ¿Así es cómo vas a arreglar las cosas conmigo? — ¿No estás celosa, o sí, Pigeon? — ¿Celosa de qué? ¿De la imbécil infectada de ETS a quien mandarás al diablo en la mañana? Travis se rió y entonces encendió su Harley. Voló hacia su apartamento a dos veces el límite de velocidad, y cerré mis ojos para no ver los árboles y los coches que dejábamos atrás. Después de bajarme de su motocicleta, golpeé su hombro. — ¿Olvidaste que estaba contigo? ¿Estás intentando matarme? —Es difícil olvidar que estás detrás de mí cuando tus muslos están exprimiendo la vida fuera de mí. —Una sonrisita llegó con su siguiente pensamiento—. No podía pensar de una mejor manera de morir, realmente. —Hay algo muy mal contigo. Apenas habíamos entrado cuando América salió del dormitorio de Shepley. —Estábamos pensando salir esta noche. ¿Se unen? Miré Travis y sonreí. —Vamos a pasar por el lugar de sushi antes de ir a Red. La sonrisa de América abarcó desde un lado de su cara al otro. — ¡Shep! —Chilló, corriendo hacia el baño—. ¡Saldremos esta noche! Fui la última en tomar una ducha, así que Shepley, América y Travis estaban de pie impacientes en la puerta cuando yo salí del baño, en un vestido negro y tacones rosas. América silbó. — ¡Maldita sexy, mamacita! Sonreí en agradecimiento y Travis levantó su mano. —Lindas piernas. — ¿Mencioné que es una navaja mágica? —No creo que sea la navaja. —Sonrió, me jaló por a la puerta. Fuimos demasiado ruidosos y molestos en el bar de sushi y ya habíamos estado bebiendo esa noche antes poner un pie en The Red Door. Shepley entró en el estacionamiento, tomándose su tiempo para encontrar un lugar. —Es para esta noche, Shep. —Murmuró América. —Oye. Tengo que encontrar un espacio amplio. No quiero que algún borracho idiota arruine la pintura. Librosdelcielopersonal.blogspot.com Una vez que aparcamos, Travis inclinó el asiento hacia adelante y me ayudó a salir. —Quería preguntarles sobre sus identificaciones. Son perfectas. No las consigues por aquí. —Sí, las hemos tenido desde hace tiempo. Era necesario…en Wichita — dije. — ¿Es necesario? —preguntó Travis. —Es algo bueno tener conexiones. —dijo América. Ella hipó y cubrió su boca, riendo. —Dios, mujer —dijo Shepley, sosteniendo a América del brazo de mientras ella, torpemente, caminaba a lo largo de la grava—. Creo que ya has terminado por esta noche. Travis hizo una cara. —¿De qué estás hablando, Mare? ¿Qué conexiones? —Abby tiene algunos viejos amigos que... —Son identificaciones falsas, Trav —Interrumpí—. Tienes que conocer a las personas adecuadas, si quieres que las hagan bien, ¿Correcto? América desvió su mirada, intencionadamente, lejos de Travis y esperé. —Correcto. —dijo, extendiendo su mano para tomar la mía. Agarré tres de sus dedos y sonreí, sabiendo, por su expresión, que no estaba satisfecho con mi respuesta. — ¡Necesito otro trago! —dije, en un segundo intento de cambiar el tema. — ¡Tragos! —gritó América. Shepley rodó sus ojos. —Oh, sí. Eso es lo que necesitas, otro trago. Una vez dentro, América inmediatamente me sacó a la pista de baile. Su cabello rubio estaba por todas partes, y me reí de la cara de pato que hacía cuando se movía con la música. Cuando terminó la canción, nos unimos a los chicos en el bar. Una excesivamente voluptuosa, rubia-platina, ya estaba al lado de Travis y la cara de América se descompuso en repulsión. —Así va a ser toda la noche, Mare. Sólo ignorarlos. —dijo Shepley, asintiendo hacia un pequeño grupo de chicas paradas a unos metros de distancia. Observé a la rubia, esperando su turno. —Parece que hay una bandada de buitres —dijo América, despreciativamente. Travis encendió un cigarrillo mientras ordenaba dos cervezas más y la rubia mordió sus brillantes e hinchados labios y sonrió. El camarero quitó las P á g in a 4 2 Librosdelcielopersonal.blogspot.com tapas y le tendió las botellas a Travis. La rubia agarró una de las cervezas, pero Travis la arrebató de su mano. —Uh…no es para ti. —le dijo, entregándomela a mí. Mi idea inicial fue tirar la botella en la basura, pero la mujer parecía tan ofendida que sonreí y tomé un trago. Ella se fue, dando resoplidos y yo sonreí al ver que Travis no parecía haberlo notado. —Como si yo fuera a comprar una cerveza para alguna chica en un bar —dijo, sacudiendo su cabeza. Alcé mi cerveza, y él levantó un lado de su boca en una media sonrisa—. Eres diferente. Chocó mi botella contra la suya. —Por ser la única chica con la que un chico, que no tiene ningún estándar, no quiere dormir. —dije, tomando un trago. — ¿Lo dices en serio? —preguntó, retirando la botella de mi boca. Cuando yo no me retracté, él se inclinó hacia mí—. Primero que nada… Tengo estándares. Nunca he estado con una mujer fea. Nunca. Segundo lugar, yo quería dormir contigo. Pensé en tirarte sobre mi sofá de cincuenta maneras diferentes, pero no lo hice porque ya no te veo de esa manera. No es que no me atraigas, simplemente creo que eres mejor que eso. Yo no pude retener la sonrisa presumida que se deslizó a través de mi cara. —Crees que soy demasiado buena para ti. Sonrió burlonamente con mi segundo insulto. —No se me ocurre ningún solo chico que conozca que sea lo suficientemente bueno para ti. La petulancia se disolvió y fue reemplazada con una conmovida y agradecida sonrisa. —Gracias, Trav. —dije, colocando mi botella vacía de la barra. Travis tiró de mi mano. — ¡Vamos! —dijo, arrastrándome a través de la multitud en la pista de baile. — ¡He bebido demasiado! ¡Me voy a caer! Travis sonrió y me acercó a él, agarrándome de las caderas. —Cállate y baila. América y Shepley aparecieron junto a nosotros. Shepley se movía como si hubiera estado viendo muchos videos de Usher. Travis me tenía casi aterrorizada con la manera en que se presionaba contra mí. Si utilizaba cualquiera de estos movimientos en el sofá, pude ver por qué tantas chicas se arriesgaban a una humillación en la mañana. Él acomodó sus manos alrededor de mi cintura y me di cuenta de que su expresión era diferente, casi seria. Recorrí con mis manos su impecable pecho Librosdelcielopersonal.blogspot.com —Estoy hablando, Travis —dije, empujándolo. Su camisa estaba húmeda del circo en la pista de baile y yo hice un espectáculo limpiando mi mano en mi falda. Travis hizo una cara. — ¿Ni siquiera conoces a este chico? —Este es Ethan. —dije, enviándole a mi nuevo amigo la mejor sonrisa coqueta que pude hacer. Él me giñó un ojo y luego miró Travis, extendiéndole su mano. —Un placer en conocerte. Travis me dio una mirada gélida y yo suspiré. —Ethan, este es Travis. — murmuré. —Travis Maddox —dijo, mirando fijamente la mano de Ethan como si quisiera arrancarla. Los ojos de Ethan se ampliaron y él retiró torpemente su mano. — ¿Travis Maddox? ¿Travis Maddox de Eastern? Descansé mi mejilla en mi puño, temiendo por el inevitable intercambió de historias, llenas de testosterona, que pronto ocurriría. Travis estiró su brazo detrás de mí, sujetando la barra. —Sí, ¿Qué con eso? —Te vi luchar contra Shawn Jenks el año pasado, hombre. ¡Pensé que iba a presenciar la muerte de alguien! Travis lo miró con ira. — ¿Quieres verlo otra vez? Ethan rió una vez, sus ojos pasaron entre nosotros. Cuando se dio cuenta de que Travis hablaba en serio, sonrió disculpándose y se fue. — ¿Estás lista, ahora? —preguntó bruscamente. —Eres un completo idiota, ¿Sabes? —Me han llamado peor. —dijo ayudándome a levantarme. Seguimos a América y a Shepley al coche y cuando Travis intentó agarrar mi mano para dirigirme a través del estacionamiento, la tiré lejos de un jalón. Él se dio la vuelta para encarame y yo me detuve de pronto, inclinándome hacia atrás cuando él estuvo a pocos centímetros de mi cara. — ¡Debería simplemente besarte y superarlo! —gritó—. ¡Estás siendo ridícula! Besé tu cuello, ¿Y qué? Pude oler la cerveza y los cigarrillos en su aliento y lo empujé. —No soy una amiga para fornicar, Travis. P á g in a 4 6 Librosdelcielopersonal.blogspot.com Él sacudió su cabeza en incredulidad. — ¡Nunca dije que lo fueras! ¡Estás conmigo las veinticuatro horas del día, duermes en mi cama, pero la mitad del tiempo actúas como si no quisieras que te vieran conmigo! — ¡Vine aquí contigo! —Nunca te he tratado con algo más que respeto, Pidge. Me quedé quieta. —No, sólo me tratas como tú propiedad. ¡No tenías derecho a ahuyentar a Ethan así! — ¿Sabes quién es Ethan? —preguntó. Cuando sacudí mi cabeza, él se inclinó más cerca—. Yo sí. Fue arrestado el año pasado por agresión sexual, pero los cargos fueron retirados. Crucé mis brazos. —Oh, ¿Así que tienen algo en común? Los ojos de Travis se redujeron y los músculos de su mandíbula se estremecieron bajo su piel. — ¿Me estás llamando violador? —dijo en un tono frío y bajo. Apreté mis labios juntos, incluso más enojada porque tenía razón. Lo había llevado demasiado lejos. —No, ¡Yo sólo estoy molesta contigo! —He estado bebiendo, ¿De acuerdo? Tu piel estaba a tres centímetros de mi cara, eres hermosa y hueles malditamente increíble cuando sudas. ¡Te besé! ¡Lo siento! ¡Supéralo! Su excusa hizo que las comisuras de mi boca se elevaran. — ¿Crees que soy hermosa? Él frunció el ceño con disgusto. —Eres guapísima y lo sabes. ¿Por qué estás sonriendo? Traté de sofocar mi diversión en vano. —Nada. Vámonos. Travis rió una vez y sacudió la cabeza. — ¿Que…? ¿Tú…? ¡Tú eres un grano en el trasero! —Gritó, dándome una mirada asesina. No podía dejar de sonreír, y tras unos segundos, la boca de Travis curvó. Él sacudió su cabeza una vez más y entonces pasó su brazo alrededor de mi cuello—. Me estás volviendo loco. ¿Sabías? En el apartamento, todos entramos tropezándonos por la puerta. Fui directamente al baño, a lavarme el humo del cabello. Cuando salí de la ducha, vi que Travis me había traído una de sus camisetas y un par de sus bóxers para cambiarme. Librosdelcielopersonal.blogspot.com La camiseta me engulló y los bóxers desaparecieron bajo la camisa. Me aventé a la cama y suspiré, todavía sonriendo por lo que me había dicho en el estacionamiento. Travis me miró fijamente por un momento y sentí una punzada en mi pecho. Tuve unas ganas casi ansiosas de agarrar su rostro y estampar mi boca sobre la suya, pero luché contra el alcohol y las hormonas que corrían a través de mi sangre. —Buenas noches, Pidge —susurró, girándose. Me moví nerviosamente, aún no estaba lista para irme a dormir. — ¿Trav? —dije, inclinándose hasta descansar mi mentón en su hombro. — ¿Sí? —Sé que estoy borracha y acabamos de tener una enorme pelea sobre esto, pero… —No voy a tener sexo contigo, así que deja de preguntar —dijo, aun dándome la espalda. — ¿Qué? ¡No! —Chillé. Travis se rió y se giró, mirándome con una expresión suave. — ¿Qué, Pigeon? Suspiré. —Esto… —dije, recostando mi cabeza sobre su pecho y pasando mis brazos a través de su cintura, acurrucándome contra él lo más que me fue posible. Él se puso tenso y levantó sus manos, como si no supiera cómo reaccionar. —Estás borracha. —Lo sé. —dije, demasiado intoxicada para estar avergonzada. Él relajó una mano contra mi espalda y la otra sobre mi cabello mojado y luego presionó sus labios en mi frente. —Eres la mujer más confusa que he conocido. —Es lo menos que puedes hacer después de asustar al único chico que se me acercó esta noche. — ¿Te refieres a Ethan el violador? Sí, te debo una por eso. —No importa. —dije, sintiendo el comienzo de un rechazo venir. Agarró mi brazo y lo sostuvo en su estómago para evitar que me alejara. —No, lo digo en serio. Tienes que ser más cuidadosa. Si no estuviera ahí… Ni siquiera quiero pensar en ello. ¿Y ahora esperas que me disculpe por ahuyentarlo? —No quiero que te disculpes. Ni siquiera es por eso. P á g in a 5 0 Librosdelcielopersonal.blogspot.com —Cállate. —No, lo digo en serio. —dijo, masticando. — ¿Tu cumpleaños es el día de los inocentes? —Le pregunté, una vez más, elevando una ceja. Él se rio. — ¡Sí! Vas a llegar tarde. Mejor vístete. —Viajo con Mare. Podría decir que él estaba actuando intencionalmente calmado cuando se encogió de hombros. —Como sea. —dijo, dándome la espalda para terminar su cereal. Librosdelcielopersonal.blogspot.com La Apuesta Traducido por Andrea —Definitivamente él está mirándote. —susurró América, inclinándose para echar un vistazo por el salón. —Deja de mirar, tonta, él va a verte. América sonrió y saludó. —Ya me vio. Aún está mirando. Dudé por un momento y luego finalmente junté el suficiente valor para voltear en su dirección. Parker tenía su mirada fija en mí, sonriendo. Le regresé la sonrisa y entonces fingí escribir algo en mi laptop. — ¿Aun está mirando? —Murmuré. —Sí. —ella rió. Después de clase, Parker me detuvo en el pasillo. —No te olvides de la fiesta este fin de semana. —No lo haré. —dije, intentando no pestañear mucho o hacer alguna otra cosa más ridícula. América y yo caminamos hacia la cafetería, sobre el césped, para encontrarnos con Travis y con Shepley para el almuerzo. Ella todavía se estaba riendo acerca del comportamiento de Parker cuando se acercaron Shepley y Travis. —Hola, bebé. —dijo América, besando a su novio, públicamente, en la boca. — ¿Qué es tan gracioso? —preguntó Shepley. —Oh, un chico en clase se le quedó mirando a Abby durante toda la hora. Fue adorable. —Siempre y cuando él estaba mirando a Abby. —Shepley guiñó un ojo. — ¿Quién era? —Travis hizo una mueca. Ajusté mi mochila, provocando que Travis la deslizara fuera de mis brazos y la sostuviera. Sacudí mi cabeza. —Mare está imaginando cosas. — ¡Abby! ¡Gran y gorda mentirosa! Era Parker Hayes, y él estaba siendo tan obvio. El chico prácticamente estaba babeando. La expresión de Travis se transformó en disgusto. — ¿Parker Hayes? P á g in a 5 2 Librosdelcielopersonal.blogspot.com Shepley tiró de la mano de América. —Vamos a almorzar. ¿Disfrutarás de la fina cocina de la cafetería esta tarde? América lo besó de nuevo en respuesta y Travis y yo los seguimos. Me senté con mi bandeja entre América y Finch, pero Travis no se sentó en su asiento normal frente a mí. En vez de eso, se sentó en un lugar más allá. Fue entonces que me di cuenta que él no había dicho mucho mientras caminábamos a la cafetería. — ¿Estás bien, Trav? —Le pregunté. — ¿Yo? Bien, ¿Por qué? —dijo, suavizado las facciones de su rostro. —Es sólo que has estado callado. Varios miembros del equipo de fútbol se acercaron a la mesa y se sentaron, riendo ruidosamente. Travis parecía un poco molesto mientras removía la comida en su plato. Chris Jenks arrojó una papa francesa al plato de Travis. — ¿Qué hay de nuevo Trav? Escuché que te tiraste a Tina Martin. Ella está barriendo tu nombre por el barro el día de hoy. —Cállate, Jenks. —dijo Travis, manteniendo los ojos en su comida. Me incliné hacia adelante para que el fornido gigante sentado frente a Travis pudiera experimentar toda la fuerza de mis reflejos. —Déjalo, Chris. Los ojos de Travis se clavaron en los míos, —Puedo defenderme a mí mismo, Abby. —Lo siento, yo… —No quiero que lo sientas. No quiero que hagas nada. —dijo bruscamente, empujándose fuera de la mesa, y salió muy furioso por la puerta. Finch me miró con las cejas elevadas. — ¡Whoa! ¿Por qué fue todo eso? Inserté un Tater Tot6 en mi tenedor, y sin aliento dije: —No lo sé. Shepley acarició mi espalda. —No es nada que tú hayas hecho, Abby. —Sólo que a él le están sucediendo cosas en este momento. —añadió América. — ¿Qué tipo de cosas? —Pregunté. Shepley se encogió de hombros y centró su atención en su plato. —Ya deberías saber que se requiere de paciencia y una actitud indulgente para ser amigo de Travis. Él es su propio universo. 6 Marca de patatas fritas en forma de bolita. Librosdelcielopersonal.blogspot.com Me puse la escotadísima y ajustada blusa amarilla sin mangas, y los pantalones vaqueros de corte bajo que América me lanzó, y luego deslicé mis pies en un par de tacones, pasé un cepillo por mi cabello mientras caminaba hacía final del pasillo. América salió de su habitación con un vestido corto de color verde y tacones que hacían juego, y cuando dimos vuelta en la esquina, Travis y Shepley estaban de pie en la puerta. La boca Travis cayó abierta. —Oh, carajo no. ¿Está intentando matarme? Tienes que cambiarte, Pidge. — ¿Qué? —pregunté, mirando hacia abajo. América puso sus manos en sus caderas. —Ella se ve linda, Trav, ¡Déjala en paz! Travis tomó mi mano y me llevó al final del pasillo. —Ponte una playera…y unos tenis. Algo cómodo. — ¿Qué? ¿Por qué? —Porque voy a estar más preocupado por quien está mirando tus tetas, en esa camiseta, que por Hoffman. —dijo, deteniéndose en su puerta. — ¿Pensé que habías dicho que no te importaba nada lo que todos los demás pensaran? —Ese es un escenario diferente, Pigeon. —Travis bajó su mirada a mi pecho y luego la subió a mí rostro—. No puedes usar eso en la pelea, así que por favor… sólo… por favor sólo cámbiate. —Tartamudeó, empujándome a la habitación y encerrándome. — ¡Travis! —grité. Pateando mis tacones y metiendo los pies en mis Converse. Luego me quité la blusa, lanzándola al otro lado de la habitación. Jalé sobre mi cabeza la primera camiseta de algodón que mis manos tocaron y luego corrí hacía el pasillo, deteniéndome en la puerta. — ¿Mejor? —dije respirando con dificultad, peinando mi cabello en una cola de caballo. — ¡Sí! —dijo Travis, aliviado—. ¡Vámonos! Corrimos hasta el estacionamiento. Salté sobre la parte trasera de la motocicleta de Travis, mientras él arrancaba el motor, y nos fuimos, volando por el camino hacia la universidad. Sujeté fuertemente su cintura anticipadamente; la prisa de salir por la puerta había enviado adrenalina que estaba emergiendo por mis venas. Travis condujo sobre la acera, estacionando su moto en las sombras detrás del edificio de artes liberales de Jefferson. Empujó sus gafas de sol a la cima de su cabeza y luego agarró mi mano, sonriendo mientras nos dirigimos a la parte de atrás del edificio. Se detuvo en una ventana abierta, cerca del suelo. Mis ojos se ampliaron cuando caí en cuenta. —Estás bromeando. P á g in a 5 6 Librosdelcielopersonal.blogspot.com Travis sonrió. —Esta es la entrada VIP. Deberías ver cómo entra todo el mundo. Sacudí mí cabeza cuando el metió las piernas a través de la ventana y desapareció. Me agaché y lo llamé inconscientemente: — ¡Travis! —Aquí abajo, Pidge. Sólo entra con los pies primero, yo te atraparé. — ¡Estás completamente loco si crees que voy a saltar hacia la oscuridad! — ¡Yo te atraparé! ¡Lo prometo! ¡Ahora trae tu culo aquí! Suspiré, tocando mi frente con mi mano. — ¡Esto es una locura! Me senté, y rápidamente me empujé hacia delante, hasta que la mitad de mi cuerpo estaba colgando en la oscuridad. Me giré sobre mi estómago y estiré mis pies, buscando sentir el piso. Esperé que mis pies tocaran la mano de Travis, pero perdí mi agarre y chillé cuando caí hacia atrás. Un par de manos me agarraron, y escuché la voz de Travis en la oscuridad. —Caes como una niña. —Se rió. Descendió mis pies al suelo y, luego me adentró aún más en la oscuridad. Después de una docena de pasos, pude oír los gritos familiares de nombres y números, y luego la sala iluminada. Una linterna colocada en la esquina iluminaba la sala sólo lo suficiente para que pudiera distinguir la cara de Travis. — ¿Qué estamos haciendo? —Esperar. Adam tiene que decir su discurso antes de que yo entre. Me puse nerviosa. — ¿Debo esperar aquí, o debo entrar? ¿A dónde voy cuando se inicia la pelea? ¿Dónde están Shep y Mare? —Fueron por el otro lado. Sólo sígueme, no te enviaré a ese agujero de tiburones sin mí. Permanece junto a Adam, él evitará que te aplasten. No puedo estar cuidándote y lanzando golpes al mismo tiempo. — ¿Aplastar? —Va a venir más gente aquí esta noche. Brady Hoffman es de State. Ellos tienen su propio círculo allí. Va a ser nuestra gente y su gente, por lo que el lugar va a ser una locura. — ¿Estás nervioso? —Le pregunté. Él sonrió, mirándome. —No. Aunque tú pareces un poco nerviosa. —Tal vez. —admití. —Si te hace sentir mejor, no dejaré que me toque. Ni siquiera dejaré que me de uno para hacerlo sentir mejor. — ¿Cómo vas a lograr eso? Librosdelcielopersonal.blogspot.com Se encogió de hombros. —Normalmente dejo que me den uno, para que parezca justo. — ¿Tú…? ¿Dejas que las personas te golpeen? — ¿Qué tan divertido sería si sólo masacrara a alguien y nunca consiguieran darme un puñetazo? No es bueno para los negocios, nadie apostaría contra mí. —Qué gran mierda. —dije, cruzando mis brazos. Travis levantó una ceja. — ¿Piensas que estoy bromeando? —Me cuesta creer que sólo consigues un golpe cuando dejas que te golpeen. — ¿Te gustaría hacer una apuesta de eso, Abby Abernathy? —Él sonrió, con sus ojos animados. Sonreí. —Acepto esa apuesta. Creo que él te anotará uno. — ¿Y si él no lo hace? ¿Qué ganaré? —preguntó. Me encogí de hombros, mientras que los gritos al otro lado del muro crecían hasta ser un rugido. Adam saludó a la multitud y luego comenzó a decir las reglas. La boca de Travis se extendía en una amplia sonrisa. —Si ganas, no tendré sexo durante un mes. —Levante una ceja y él sonrió de nuevo—. Pero si gano, tienes que estar conmigo durante un mes. — ¿Qué? ¡Me quedo contigo de todos modos! ¿Qué tipo de apuesta es esa? —Grité sobre el ruido. —Que arreglaron las calderas en Morgan hoy. —Travis sonrió. Una sonrisa presumida se extendió por mi cara mientras Adam dijo el nombre de Travis. —Cualquier cosa vale la pena por verte intentar la abstinencia para variar. Travis besó mi mejilla y luego salió, manteniéndose erguido. Lo seguí, y cuando pasé a la habitación de al lado, me sorprendí de ver el número de personas que se habían apretujado en el pequeño espacio. Todos estaban de pie, pero los empujones y los gritos sólo aumentaron una vez que entramos en la sala. Travis asintió en mi dirección, y luego la mano de Adam estaba sobre mis hombros, jalándome a su lado. Me incliné al oído de Adam. —Apuesto dos a Travis. —dije. Las cejas de Adam se alzaron mientras me veía sacar dos Benjamins7 de mi bolsillo. Mantuvo a su palma extendida, y yo estampé los billetes en su mano. 7 Dos billetes de $100 dólares. P á g in a 6 0 Librosdelcielopersonal.blogspot.com Travis se encogió de hombros, metiendo las manos en sus bolsillos. —No sé. Todo es mejor cuando estás cerca. La agradable calidez que sentí por sus palabras rápidamente se desvaneció con la visión de rojo, manchas ensuciaban su camiseta. —Ew. Estás cubierto de sangre. Travis miró con indiferencia, y luego abrió la puerta, haciéndome señas para que entrara. Pasé con rapidez junto a Kara, que estudiaba en su cama, encerrada entre los libros de texto que la rodeaban. —Las calderas fueron arregladas esta mañana. —dijo. —Eso escuché. —dije buscando en mi armario. —Hola. —Travis le dijo a Kara. El rostro de Kara se retorció, mientras analizaba la figura ensangrentada y sudorosa de Travis. —Travis, esta es mi compañera de habitación, Kara Lin. Kara, Travis Maddox. —Encantada de conocerte. —dijo Kara, empujando sus gafas hasta el puente de su nariz. Ella observó mis abultadas maletas. — ¿Te vas a mudar? —Nop. Perdí una apuesta. Travis irrumpió en carcajadas, agarrando mis maletas. — ¿Lista? —Sí. ¿Cómo voy a conseguir llevar todo esto a tu apartamento? Vinimos en tu moto. Travis sonrió y sacó su teléfono celular. Llevó mis maletas a la calle, y minutos más tarde, el Charger clásico negro de Shepley se detuvo. La ventana del lado del pasajero bajó y América asomó su cabeza. — ¡Hola, Pollita! —Hey, tú. Las calderas funcionan de nuevo en Morgan, ¿Aún te quedaras con Shep? Ella guiñó un ojo. —Sí, pensé en quedarme esta noche. Escuché que perdiste una apuesta. Antes de que pudiera hablar, Travis cerró la camioneta y Shep arrancó, con América chillando cuando cayó hacia atrás en el asiento. Caminamos hacia su Harley, y cuando envolví mis brazos alrededor de él, él descansó su mano en la mía. —Me alegro de que estuvieras allí esta noche, Pidge. Nunca me he divertido tanto en una pelea en mi vida. Librosdelcielopersonal.blogspot.com Recargué mi barbilla sobre su hombro y sonreí. —Eso fue porque estabas tratando de ganar nuestra apuesta. Él giró su cuello para que su cara quedara frente a la mía. —Maldita sea que si no lo estaba. No había ninguna diversión en sus ojos, estaba serio, y él quería que yo lo viera. Mis cejas que se alzaron. — ¿Esa es la razón por la que estabas de mal humor hoy? ¿Por qué sabías habían arreglado las calderas, y yo me iría esta noche? Travis no respondió; sólo sonrió mientras arrancaba su motocicleta. El viaje al apartamento fue inusitadamente lento. En cada semáforo, Travis cubriría bien mis manos con las suyas o descansaba su mano en mi rodilla. Las líneas se estaban difuminándose nuevamente, y me pregunté cómo sería pasar un mes juntos y no arruinarlo todo. Los cabos sueltos de nuestra amistad se enredaban de una manera que nunca imaginé. Cuando llegamos al estacionamiento del apartamento, el Charger de Shepley estaba en su lugar habitual. Di dos pasos hacia delante. —Siempre odio cuando ellos han estado en casa durante un rato. Siento como si fuéramos a interrumpirlos. —Acostumbrarte. Este será tu lugar por las próximas cuatro semanas — Travis sonrió y me dio la espalda—. Súbete. — ¿Qué? —Sonreí. —Vamos, te cargaré. Reí y subí a su espalda, entrelazado mis dedos en su pecho cuando él corrió por las escaleras. América abrió la puerta antes de que lográramos llegar a la parte superior y sonrió. —Mírense ustedes dos. Si yo no los conociera mejor… —Olvídalo, Mare. —dijo Shepley desde el sofá. América sonrió como si ella hubiera dicho demasiado, y luego abrió aún más la puerta, para que pudiéramos pasar. Travis se desplomó contra el sillón reclinable. Grité cuando se recostó sobre mí. —Estás terriblemente alegre esta noche, Trav. ¿Qué lo ocasiona? — América apremió. Me incliné para ver su rostro. Nunca lo había visto tan contento. —Acabo de ganar una gran cantidad de dinero, Mare. Dos veces lo que pensé que ganaría. ¿Por qué no estaría feliz? P á g in a 6 2 Librosdelcielopersonal.blogspot.com América sonrió. —No, es algo más. —dijo, viendo como la mano de Travis acariciaba mi pierna. Ella tenía razón; él estaba diferente. Había un aire de paz a su alrededor, casi como si algún tipo de nueva alegría se hubiera establecido en su alma. —Mare. —advirtió Shepley. —Bien, hablaré acerca de algo más. ¿No te invitó Parker a la fiesta de Sig Tau este fin de semana, Abby? La sonrisa de Travis desapareció y se giró hacia mí, esperando una respuesta. — ¿Er…si? ¿No vamos a ir todos? —Allí estaré. —dijo Shepley, distraído por la televisión. —Y eso significa que yo voy. —sonrió América, mirando expectante a Travis. Travis me miró por un momento y luego dio un codazo a mi pierna. — ¿Él va a pasar a recogerte o algo? —No, sólo me dijo sobre la fiesta. La boca de América se extendió en una sonrisa maliciosa, casi meciéndose en anticipación. —Aunque dijo que él podría verte allí. Es muy lindo. Travis le lanzó una mirada irritada a América y luego me miró. — ¿Irás? —Le dije que lo haría. —Me encogí de hombros—. ¿Tú? —Sí. —dijo sin vacilar. La atención de Shepley se dirigió a Travis entonces. —La semana pasada dijiste que no irías. —Cambié de parecer, Shep, ¿Cuál es el problema? —Nada. —murmuró, retirándose a su dormitorio. América frunció su ceño hacia Travis. —Tú sabes cuál es el problema — dijo—. ¿Por qué no dejas de volverlo loco y sólo acabas con eso? —Se unió a Shepley en su habitación y sus voces fueron reducidas a murmullos detrás de la puerta cerrada. —Bueno, me alegro de que todos los demás lo sepan. —dije. Travis se levantó. —Voy a tomar una ducha rápida. — ¿Sucede algo con ellos? —Le pregunté. —No, él sólo está paranoico. —Es debido a nosotros. —adiviné. Los ojos de Travis se iluminaron y asintió. Librosdelcielopersonal.blogspot.com quedado dormida cuando la motocicleta de Travis entró en el estacionamiento. Dos puertas de automóviles se cerraron poco después, y luego varios pares de pasos subieron las escaleras. Travis luchó con la cerradura, y luego abrió la puerta. Él se rió y dijo algo entre dientes y entonces escuché voces femeninas, no una, sino dos. Sus risas fueron interrumpidas por el sonido distintivo de besos y gemidos. Mi corazón se hundió, e instantáneamente estuve enfadada por sentirme de esa manera. Mis ojos se cerraron cuando una de las chicas chilló y entonces estuve segura de que el sonido siguiente fue el de ellos tres desplomándose en el sofá. Consideré pedirle a América sus llaves, pero la puerta de Shepley estaba directamente a la vista del sofá, y mi estómago no era lo suficientemente fuerte para ser testigo de la imagen que venía junto con los ruidos en la sala de estar. Enteré mi cabeza bajo la almohada y luego cerré mis ojos cuando se abrió la puerta. Travis caminó a través de la habitación, abrió el cajón superior mesilla de noche, tomó unos condones, y luego, cerró el cajón y corrió por el pasillo. Las chicas se rieron por lo que pareció ser una media hora, y luego todo estuvo silencioso. Segundos más tarde, gemidos y gritos llenaron el apartamento. Sonaba como si una película pornográfica estuviera siendo filmada en la sala de estar. Cubrí mi rostro con mis manos y sacudí la cabeza. Donde fuera que estuvieran las líneas que habían estado borrosas o desapareciendo en la última semana, habían surgido un impenetrable muro de piedra en su lugar. Sacudí mis ridículas emociones, obligándome a relajarme. Travis era Travis, y éramos, sin duda, amigos, y sólo amigos. El griterío, y otros ruidos nauseabundos se acabaron después de una hora, seguidos de quejas y murmuraciones por parte de las mujeres, después de ser despedidas. Travis se dio una ducha y luego se desplomó en su lado de la cama, dándome la espalda. Incluso después de su ducha, olía como si hubiera bebió suficiente whisky para sedar a caballo, y yo estaba lívida de saber que él había manejado su motocicleta a casa en ese estado. Después de que desapareció la incomodidad, y la ira se debilitó, aún no podía dormir. Incluso cuando las respiraciones Travis fueron profundas, me senté a mirar el reloj. El sol iba a salir en menos de una hora. Retiré las cobijas de mí, caminé por el pasillo y tomé una manta del gabinete de la sala. La única prueba del trío de Travis eran dos paquetes de preservativos vacíos en el suelo. Pasé sobre ellos y me dejé caer sobre el reclinable. Cerré mis ojos. Cuando los volví a abrir, América y Shepley estaban sentados tranquilamente en el sofá mirando una muda televisión. El sol había iluminado el apartamento y me estremecí cuando mi espalda se quejó por cualquier intento de movimiento. P á g in a 6 6 Librosdelcielopersonal.blogspot.com La atención de América fue rápidamente a mí. — ¿Abby? —dijo, corriendo a mi lado. Me miró con ojos cautelosos. Ella estaba esperando enojo, o lágrimas o algún otro arrebato de carga emocional. Shepley lucía miserable. —Lamento lo de anoche, Abby. Esto es mi culpa. Sonreí. —Está bien, Shep. No tienes que pedir disculpas. América y Shepley compartieron una mirada y luego ella agarró mi mano. —Travis fue a la tienda. Él está…ugh, no importa como está. Empaqué tus cosas y te llevaré a los dormitorios antes de que él esté en casa, así no tendrás que lidiar con él. No fue hasta ese momento que me dieron ganas de llorar; Estaba sido echada. Luché para mantener mi voz suave antes de hablar. — ¿Tengo tiempo para tomar una ducha? América sacudió su cabeza. —Sólo vámonos, Abby, no quiero que tengas que verlo. Él no merece que… La puerta se abrió de golpe, y Travis entró caminando, con los brazos llenos de bolsas de comestibles. Caminó directamente a la cocina, trabajando frenéticamente para meter las latas y cajas en los gabinetes. —Cuando Pidge se despierte, hágamelo saber, ¿Vale? —dijo, en una voz suave—. Traje espagueti, mezcla para panqueques, y fresas, y esa avena de mierda con los paquetes de chocolate, y a ella le gusta el cereal de Fruity Pebbles9, ¿Verdad, Mare? —Preguntó, dándose la vuelta. Cuando me vio, se congeló. Después de una pausa incómoda, su expresión se derritió y su voz era suave y dulce. —Hola, Pigeon. Yo no podía haber estado más confundida si hubiera despertado en un país extranjero. Nada tenía sentido. Al principio pensé que había sido botada y Travis llega con bolsas llenas de mi comida favorita. Dio unos pasos hacia la sala, metiendo nerviosamente sus manos en los bolsillos. — ¿Tienes hambre, Pidge? Voy a hacerte algunos panqueques. O hay uh… hay avena. Y he conseguido alguna de esa mierda espumosa rosa con la que las chicas se afeitan y una secadora de pelo y… a…. un momento, está aquí. —dijo, corriendo a la habitación. La puerta se abrió y se cerró, y luego dio vuelta a la esquina, el color había abandonado su rostro. Tomó una respiración profunda y juntó sus cejas. —Tus cosas están empacadas. —Lo sé. —dije. —Te vas. —dijo, derrotado. 9 Cereal con los personajes de los dibujos animados Los Picapiedra. Librosdelcielopersonal.blogspot.com Miré a América, quien miraba a Travis con ira, como si ella quisiera matarlo. — ¿Realmente esperabas que ella permaneciera aquí? —Bebé —susurró Shepley. —No me provoques, Shep. No te atrevas a defenderlo de mí. —América explotó. Travis parecía desesperado. —Lo siento tanto, Pidge. Ni siquiera sé qué decir. —Vamos, Abby. —dijo América. Se levantó y tiró de mi brazo. Travis dio un paso, pero América lo apuntó con su dedo. — ¡Dios, ayúdame, Travis! ¡Si intentas detenerla, te empaparé en gasolina y prenderé fuego mientras duermes! —América. —dijo Shepley, sonado un poco desesperado. Pude ver que él estaba dividido entre su primo y la mujer que amaba, y me sentí terrible por él. La situación era exactamente como la que él había estado tratando de evitar todo el tiempo. —Estoy bien. —dije, exasperada por la tensión en la sala. — ¿A qué te refieres con que estás bien? —preguntó Shepley, casi esperanzado. Rodé mis ojos. —Travis trajo mujeres a casa del bar anoche, ¿Y qué? América parecía preocupada. —Uh, Abby. ¿Estás diciendo que estás bien con lo que pasó? Los miré a todos. —Travis puede traer a casa a quien quiera. Es su apartamento. América me miró como si hubiera perdido la cabeza, Shepley estaba al borde de una sonrisa y Travis parecía peor que antes. — ¿Tú no empacaste sus cosas? —preguntó Travis. Sacudí la cabeza y miré el reloj; pasaban de las dos de la tarde. —No, y ahora voy a tener que desempacar todo. Todavía tengo que comer, ducharme y vestirme… —dije, caminando hacia el baño. Una vez que cerré la puerta detrás de mí me recosté contra ella y me se deslicé hasta el suelo. Estaba segura de que había hecho enojar a América más allá de poder reconciliarnos, pero le hice una promesa a Shepley y tenía la intención de mantener mi palabra. Un suave golpe en la puerta se escuchó encima de mí. — ¿Pidge? —dijo Travis. — ¿Sí? —dije, tratando de sonar normal. — ¿Te vas a quedar? —Puedo irme si quieres que lo haga, pero una apuesta es una apuesta. P á g in a 7 0 Librosdelcielopersonal.blogspot.com Parker Hayes Traducido por Annaiss —Adelante. —dije, escuchando un golpe en la puerta. Travis entró y se quedó inmóvil en la puerta. —Vaya. Sonreí y miré mi vestido. Era una falda corta, era sin duda más atrevido de lo que había llevado en el pasado. El material era delgado y negro. Parker estaría en esa fiesta y yo tenía toda la intención de que me notara. —Te ves increíble. —dijo mientras yo me ponía mis zapatillas. Le di un gesto de aprobación a su camisa blanca y pantalones vaqueros. —Tú también te ves bien. Sus mangas estaban enrolladas por encima de los codos, dejando al descubierto los intrincados tatuajes en sus antebrazos. Me di cuenta de que su brazalete favorito de cuero negro estaba alrededor de su muñeca cuando metió las manos en los bolsillos. América y Shepley nos esperaban en la sala. —Parker se va a mear a sí mismo cuando te vea. —América rió mientras Shepley dirigía el camino al coche. Travis abrió la puerta y me deslicé en el asiento trasero del Charger de Shepley. A pesar de que ambos habíamos ocupado ese asiento en innumerables ocasiones, de pronto fue incomodo estar sentada a su lado. Los autos se alineaban en la calle, algunos incluso estaban estacionados sobre el césped. La Casa estaba a reventar y la gente aún seguía llegando caminando por la calle desde los dormitorios. Shepley se estacionó sobre el césped en la parte posterior, América y yo seguimos a los chicos al interior. Travis me trajo un vaso de plástico rojo lleno de cerveza y luego se inclinó para susurrar en mi oído. —No tomes nada de nadie que no sea Shep o yo. No quiero que nadie agregue algo en tu bebida. Puse los ojos en blanco. —Nadie va a poner nada en mi bebida, Travis. —Sólo no aceptes nada que no venga de mí, ¿De acuerdo? Ya no estás en Kansas, Pigeon. —No había escuchado eso antes. —dije sarcásticamente, tomando un trajo. Librosdelcielopersonal.blogspot.com Una hora y media pasó y Parker aún seguía sin aparecer. América y Shepley bailaban una canción lenta en la sala cuando Travis tiró de mi mano. — ¿Quieres bailar? —No gracias. —dije. Su cara se ensombreció. Toqué su hombro. —Estoy cansada, Trav. Puso su mano sobre la mía y comenzó a hablar, pero cuando miré más allá de él, vi que Parker estaba caminando hacia nosotros. Travis se dio cuenta de mi expresión y volteó. — ¡Hola, Abby! ¡Viniste! —Sonrió Parker. —Sí, hemos estado aquí desde una hora o algo así. —le dije, retirando mi mano del agarre de Travis. — ¡Te ves increíble! —Gritó sobre la música. — ¡Gracias! —Le sonreí, lanzándole una mirada a Travis. Sus labios estaban juntos y una línea se había formado entre sus cejas. Parker asintió con la cabeza hacia la sala y sonrió. — ¿Quieres bailar? Arrugué mi nariz y sacudí la cabeza. —No, estoy un poco cansada. Entonces, Parker miró a Travis. —Pensé que no vendrías. —Cambié de opinión. —dijo Travis, irritado por tener que dar explicaciones. —Ya veo. —dijo Parker, mirándome a mí—. ¿Quieres ir a tomar un poco de aire fresco? Asentí con la cabeza y luego seguí a Parker por las escaleras. Él se detuvo, tomando mi mano mientras subíamos al segundo piso. Cuando llegamos a la parte superior, él abrió un par de puertas francesas hacia el balcón. — ¿Tienes frío? —Preguntó. —Sólo un poco. —le dije, sonriendo cuando vi que él se quitó la chaqueta y cubrió mis hombros—. Gracias. — ¿Estás aquí con Travis? —Viajamos juntos. La cara de Parker se extendió en una amplia sonrisa y luego miró hacia el césped. Un grupo de chicas estaban agrupadas, con los brazos alrededor de ellas para combatir contra el frío. Papel crepe y latas de cerveza estaban sobre P á g in a 7 2 Librosdelcielopersonal.blogspot.com la hierba, junto a ellas botellas de licor vacías. Entre el alboroto, los hermanos Sig Tau estaban de pie alrededor de su obra maestra: una pirámide de barriles decorados con luces blancas. Parker meneó la cabeza. —Este lugar estará destruido por la mañana. El equipo de limpieza va a estar ocupado. — ¿Tienen un equipo de limpieza? —Sí. —sonrió—. Los llamamos estudiantes de primer año. —Pobre Shep. —Él no está en el equipo. Él obtiene un pase porque es primo de Travis y él no vive en la Casa. — ¿Tú vives en la Casa? Parker asintió con la cabeza. —Los últimos dos años. Necesito conseguir un apartamento, de todos modos. Necesito un lugar más tranquilo para estudiar. —Déjame adivinar… ¿estás matriculándote en Negocios? —Biología, con especialidad en Anatomía. Me falta sólo un año más, tomar el MCAT10 y después espero asistir a Harvard Med. — ¿Ya sabes si has sido aceptado? —Mi papá fue a Harvard. Quiero decir, no estoy seguro, pero él es un ex alumno generoso si sabes a lo que me refiero. Tengo calificaciones perfectas, obtuve dos mil doscientos en mi SAT11, treinta y seis en mi ACT12. Estoy en una buena posición para un lugar. — ¿Tu padre es médico? Parker lo confirmó con una sonrisa afable. —Es cirujano ortopedista. —Impresionante. — ¿Y tú? —Preguntó. —Aún no he decido. —La típica respuesta de un estudiante de primer año. 10 Medical College Adimision Test es un examen computarizado para los futuros estudiantes de medicina en EE.UU. y Canadá. 11 Es un examen de razonamiento para ingresar a la universidad en EE.UU. La máxima calificación es, de acuerdo con la escala del 2006, 2400. 12 El American College Testing (ACT por sus siglas en inglés) es un examen de rendimiento escolar para la escuela secundaria y admisiones universitarias en EE.UU. La máxima puntación es 36. Librosdelcielopersonal.blogspot.com Él pareció sorprendido por mi confesión y luego su expresión se volvió severa. —Está bien. Si terminas debajo de él en el asiento trasero de su coche, después no vengas llorando conmigo. Mi boca se abrió, ofendida y furiosa al instante. —No te preocupes, no lo haré. —le dije, alejándome de él. Travis me agarró del brazo y suspiró, mirándome sobre su hombro. —No quise decir eso, Pidge. Si él te lastima, si tan sólo te hace sentir incómoda, sólo házmelo saber. La ira se desvaneció y dejé caer mis hombros. —Sé que no lo quisiste. Pero tienes que ponerle un alto a este gran exceso de sobre protección de hermano mayor que tienes. Travis se echó a reír. —No estoy jugando el papel del hermano mayor, Pigeon. Nada de eso. Parker apareció en la esquina y se metió las manos en el interior de los bolsillos, ofreciéndome su codo. — ¿Todo listo? Travis apretó la mandíbula y di un paso hacia el otro lado de Parker para distraerlo de la expresión de Travis. —Sí, vámonos. —Tomé el brazo de Parker y caminé con él unos poco pasos antes de volverme para decirle adiós a Travis, pero él estaba taladrando con la mirada la parte posterior de la cabeza de Parker. Sus ojos se deslizaron hacia mí y sus rasgos se suavizaron. —Ya basta. —dije a través de mis dientes, siguiendo a Parker entre la multitud hacia su coche. —Es ese plateado. —Los faros de su coche parpadearon dos veces cuando él presionó la llave inalámbrica. Él abrió la puerta del pasajero y reí. — ¿Conduces un Porsche? —Ella no sólo es un Porsche. Ella es un Porsche 911 GT3. Hay una diferencia. —Déjame adivinar, ¿Es el amor de tu vida? —Le dije, citando la declaración de Travis acerca de su motocicleta. —No, es sólo un coche. El amor de mi vida será una mujer con mi apellido. Me permití una pequeña sonrisa, tratando de no parecer excesivamente afectada por su declaración. Él tomó mi mano para ayudarme a entrar en el coche y cuando él se sentó al volante, apoyó la cabeza en contra de su asiento y me sonrió. — ¿Qué harás esta noche? P á g in a 7 6 Librosdelcielopersonal.blogspot.com — ¿Esta noche? —Le pregunté. —Ya es de mañana. Y quiero invitarte a cenar antes de que alguien se me adelante. Una sonrisa se extendió en mi cara. —No tengo ningún plan. — ¿Te recogeré a las seis? —Está bien. —dije, mirándolo tomar mis dedos entre los suyos. Parker me llevó directamente a casa de Travis, manteniéndose al límite de velocidad y mi mano en la suya. Se puso detrás de la Harley, y al igual que antes, me abrió la puerta. Una vez que llegamos a la puerta, él se inclinó para besar mi mejilla. —Descansa un poco. Nos vemos esta noche. —me susurró al oído. —Adiós. —sonreí, girando el pomo. Cuando la empuje, la puerta cedió y me lanzó hacia adelante. Travis me agarró del brazo antes de caer. —Tranquila. Me volví para ver a Parker mirándonos con una expresión incómoda. Se inclinó para mirar en el apartamento. — ¿Ninguna joven humillada, varada, que tenga que darle un aventón a casa? Travis miró a Parker. —No empieces conmigo. Parker sonrió y guiñó un ojo. —Siempre estoy dándole problemas. No tengo la oportunidad de hacerlo a menudo desde que él se dio cuenta que es más fácil si consigue que ellas lleguen aquí en sus propios autos. —Supongo que eso sí simplifica las cosas. —dije, bromeando. —No es gracioso, Pidge. — ¿Pidge? —Es uh… una abreviatura de Pigeon. Es sólo un apodo, ni siquiera sé de dónde lo sacó. —le dije. Esa fue la primera vez que me sentí incómoda con el nombre que Travis me había concedido en la noche que nos conocimos. —Tendrás que contármelo cuando lo averigües. Suena como una buena historia. —sonrió Parker—. Buenas noches, Abby. — ¿Quieres decir buenos días? —dije, viéndolo trotar por las escaleras. —Eso también. —gritó con una sonrisa dulce. Librosdelcielopersonal.blogspot.com Travis cerró la puerta y tuve retirar mi cabeza antes de que me golpeara con ella. — ¿Qué? —pregunté. Travis sacudió la cabeza y se dirigió a su dormitorio. Yo le seguí y luego salté sobre un pie para retirar uno de mis tacones. —Él es bueno, Trav. Suspiró y se acercó a mí. —Te vas a lastimar. —dijo, enganchando su brazo alrededor de mi cintura con una mano y quitando mis zapatillas con la otra. Los arrojó en el armario y luego se quitó la camisa, caminando hacia la cama. Abrí la cremallera de mi vestido y lo deslicé por mis caderas, pateándolo hacia la esquina. Tiré una camiseta sobre mi cabeza, después desabroché el sujetador, retirándolo a través de la manga de mi camisa. Cuando acomodé mi pelo en un moño en la parte superior de mi cabeza, me di cuenta de que él me miraba. —Estoy segura que no hay nada que no hayas visto antes. —le dije, poniendo los ojos en blanco. Me deslicé bajo las sábanas y me recosté en contra de mi almohada. Él se desabrochó el cinturón y tiró de sus pantalones hacia abajo, quitándoselos. Esperé mientras él permanecía en silencio por un momento. Yo estaba de espaldas a él, así que me preguntaba qué estaba haciendo, de pie al lado de la cama en silencio. La cama cóncavo cuando finalmente se arrastró sobre el colchón junto a mí y me puse rígida cuando su mano se posó en mi cadera. —No fui a una pelea esta noche. —dijo—. Adam llamó. Pero no fui. — ¿Por qué? —dije, volviéndome hacia él. —Quería asegurarme de que llegaras a casa. Arrugué la nariz. —No hace falta que me cuides. Él trazó la longitud de mi brazo con su dedo, enviando escalofríos por mi columna vertebral. —Lo sé. Creo que todavía me siento mal por la otra noche. —Te dije que no me importaba. Se sostuvo sobre su codo, el ceño fruncido dudosamente en su cara. — ¿Es por eso que dormiste en el sillón? ¿Por qué no te importaba? —No podía conciliar el sueño después de que… tus amigas se fueron. —Dormiste demasiado bien en el sillón. ¿Por qué no sólo dormiste conmigo? — ¿Quieres decir junto a un hombre que todavía olía como un par de moscas de bar que acababa de enviar a casa? ¡No lo sé! ¡Qué egoísta de mi parte! Travis hizo una mueca. —Te dije que lo siento. P á g in a 8 0 Librosdelcielopersonal.blogspot.com siendo terca. Salí a la sala y Travis sonrió, no era la reacción que estaba esperando. —Estás… hermosa. —Gracias. —le dije, confundida por la ausencia de irritación o celos en su voz. Shepley silbó. —Buena elección, Abby. A los chicos les gusta el rojo. —Y los rizos son magníficos. —añadió América. El timbre sonó y América sonrió, agitando su mano con entusiasmo exagerado. — ¡Qué te diviertas! Abrí la puerta. Parker sostenía un pequeño ramo de flores, él llevaba pantalones de vestir y corbata. Sus ojos hicieron una recorrida sobre mí rápidamente, desde el vestido hasta mis zapatos y luego de abajo a arriba. —Eres la criatura más hermosa que he visto. —dijo, sinceramente. Miré hacia atrás para despedirme de América, cuya sonrisa era tan grande que podía ver cada uno de sus dientes. Shepley tenía la expresión de un padre orgulloso y Travis mantuvo los ojos en la televisión. Parker me tendió la mano, dirigiéndome a su brillante Porsche. Una vez dentro, dejó escapar una bocanada de aire. — ¿Qué? —Le pregunté. —Tengo que admitirlo, estaba un poco nervioso por recoger a la mujer con la cual Travis Maddox está enamorado… de su apartamento. No sabes cuántas personas me han acusado de estar loco el día de hoy. —Travis no está enamorado de mí. Él muy apenas puede soportar estar cerca de mí a veces. — ¿Entonces es una relación de amor/odio? Porque cuando le conté a mis hermanos que te llevaría cenar esta noche, todos dijeron la misma cosa. Él ha estado comportándose tan erráticamente, incluso más de lo habitual, que todos han llegado a la misma conclusión. —Están equivocados. —insistí. Parker meneó la cabeza como si yo estuviera completamente desorientada. Él apoyó su mano sobre la mía. —Será mejor que nos vayamos. Tengo una mesa esperándonos. — ¿Dónde? —En Biasetti. Me arriesgué… espero que te guste la comida italiana. Levanté una ceja. — ¿No era un corto plazo para reservaciones? Ese lugar siempre está lleno. —Bueno… es nuestro restaurante. La mitad, de todos modos. Librosdelcielopersonal.blogspot.com —Me gusta la comida italiana. —sonreí. Parker condujo hacia el restaurante en el límite de velocidad, usando su señal apropiadamente y disminuyendo a una distancia razonable para cada luz amarilla. Cuando hablaba, muy apenas retiró los ojos de la carretera. Cuando llegamos a restaurante, me reí. — ¿Qué? —Preguntó. —Es sólo que eres… un conductor muy prudente. Es algo bueno. — ¿Diferente de la parte trasera de la moto de Travis? —Él sonrió. Me habría reído, pero la diferencia no se sentía bien. —No hablemos de Travis esta noche. ¿De acuerdo? —Muy bien. —dijo, saliendo para abrir mi puerta. Estábamos sentados inmediatamente en nuestra mesa, junto a una enorme ventana. Aunque llevaba un vestido, parecía pobre en comparación con las otras mujeres en el restaurante. Ellas estaban goteando en diamantes y usando vestidos de coctel. Nunca antes había comido en un lugar tan elegante como éste. Pedimos y Parker cerró el menú sonriéndole al camarero. —Y nos trae una botella de Allegrini Amarone, por favor. —Por supuesto, señor. —dijo el camarero, tomando nuestros menús. —Este lugar es increíble. —le susurré, apoyándome contra la mesa. Sus ojos se suavizaron. —Gracias, le dejaré saber a mi padre lo que piensas. Una mujer se acercó a nuestra mesa. Llevaba el pelo recogido en un moño francés, una raya gris interrumpiendo el flequillo de su cabello. Traté de no mirar las brillantes joyas reposando alrededor de su cuello o meciéndose de ida y vuelta en sus oídos, pero sin duda alguna fueron hechos para ser vistos. Sus ojos azules se dirigieron a mí. Rápidamente se volvió para mirar a mi cita. — ¿Quién es tu amiga, Parker? —Madre, ésta es Abby Abernathy. Abby ella es mi madre, Vivienne Hayes. P á g in a 8 2 Librosdelcielopersonal.blogspot.com Extendí mi mano y ella la sacudió sólo una vez. En un movimiento practicado, el interés incendió los rasgos afilados de su cara y miró a Parker. — ¿Abernathy? Tragué saliva, preocupada de que ella había reconocido el nombre. La expresión de Parker se volvió impaciente. —Ella es de Wichita, mamá. No conoces a su familia. Ella asiste a Eastern. — ¿Ah, sí? —Vivienne me miró de nuevo—. Parker estará asistiendo a Harvard el próximo año. —Eso es lo que él dijo. Creo que es genial. Usted debe de estar muy orgullosa. La tensión alrededor de sus ojos se suavizó un poco y en las comisuras de sus labios apareció una sonrisa de suficiencia. —Lo estamos. Gracias. Me sorprendió la forma en que sus palabras eran educadas, más aun así goteaban con insultos. No era un talento que había desarrollado de la noche a la mañana. La Sra. Hayes debía haber pasado sus años restregando su superioridad a los demás. —Es bueno verte, mamá. Buenas noches. —Ella besó su mejilla, frotó el lápiz labial con el dedo pulgar y luego regresó a su mesa—. Lo siento, yo no sabía que ella estaría aquí. —Está bien. Ella parece… genial. Parker se echó a reír. —Sí, para una piraña. —Ahogué una risa y él ofreció una sonrisa de disculpa—. Ella se ablandará. Sólo le toma un poco de tiempo. —Esperemos que sea antes de que te vayas a Harvard. Hablamos sin cesar acerca de la comida, de Eastern, cálculo e incluso sobre el Círculo. Parker era encantador, divertido y decía las cosas correctas. Varias personas se acercaron a Parker para saludarlo y él siempre me presentó con una sonrisa de orgullo. Él era considerado como una celebridad dentro de las paredes del restaurante y cuando nos retiramos, sentí la presión de los ojos de todos en la habitación. — ¿Y ahora qué? —Le pregunté. —Me temo que tengo un examen en Anatomía el lunes a primera hora. Tengo que estudiar. —dijo, cubriendo mi mano con la suya. —Mejor tú que yo. —le dije, tratando de no sonar demasiada decepcionada. Condujo al apartamento y me llevó hasta las escaleras de la mano. —Gracias, Parker. —sonreí—. Pase un rato fantástico. Librosdelcielopersonal.blogspot.com — ¿Hola? —Ya es mañana. —dijo Parker. Miré el reloj y me eché a reír. Eran las doce y un minuto. —Ya lo es. —Entonces, ¿qué opinas sobre el lunes por la noche? —Preguntó. Me tapé la boca por un momento y luego tomé una respiración profunda. —Eh, sí. El lunes por la noche suena genial. —Bien. Nos vemos el lunes. —dijo. Podía oír la sonrisa en su voz. Colgué el teléfono y miré a Travis, quien observaba con leve molestia. Me aparté de él y me hice un ovillo, tensa de la emoción. —Eres tan empalagosa. —dijo Travis, dándome la espalda. Puse los ojos en blanco y suspiré. Se dio la vuelta, tirando de mí hacia él. — ¿En verdad te gusta Parker? — ¡No lo arruines, Travis! Me miró por un momento y luego negó con la cabeza, dándose la vuelta una vez más. —Parker Hayes. —suspiró. P á g in a 8 6 Librosdelcielopersonal.blogspot.com Punto Crucial Traducido por Annaiss La cita por la noche superó todas mis expectativas. Comimos comida china mientras yo reía ante las habilidades de Parker con los palillos. Cuando él me llevó a casa, Travis abrió antes de que pudiera darme un beso. Cuando salimos el miércoles por la noche, Parker se aseguró de besarme en el coche. El jueves durante el almuerzo, Parker me encontró en la cafetería y sorprendió a todos cuando se sentó en el lugar de Travis. Cuando Travis terminó su cigarrillo y entró, caminó pasando a Parker con indiferencia, sentándose al final de la mesa. Megan se acercó a él, pero se mostró decepcionada cuando él la despidió con la mano. Después de eso, todos en la mesa estaban en silencio y me resultaba difícil concentrarme en cualquier cosa que Parker decía. —Asumo que no estaba invitado —dijo Parker, capturando mi atención. — ¿Qué? —He oído que tu fiesta de cumpleaños es el domingo. ¿No estoy invitado? América miró a Travis, quien miró a Parker, como si estuviera a punto de arrancarle la cabeza. —Era una fiesta sorpresa, Parker. —dijo América en voz baja. —Oh. —dijo Parker, encogiéndose. — ¿Me estás dando una fiesta sorpresa? —Le pregunté a América. Ella se encogió de hombros. —La idea fue de Trav. Es en el lugar de Brasil el domingo. Seis de la tarde. Las mejillas de Parker se tornaron de un rojo tenue. —Supongo que ahora realmente no estoy invitado. — ¡No! ¡Por supuesto que lo estás! —dije, sosteniendo su mano por encima de la mesa. Doce pares de ojos se centraron en nuestras manos. Pude notar que Parker estaba tan incómodo con la atención al igual que yo, así que retiré mi mano. Parker se puso de pie. —Tengo algunas cosas que hacer antes de clases. Te llamaré más tarde. —Está bien. —dije, ofreciéndole una sonrisa de disculpa. Librosdelcielopersonal.blogspot.com Parker se inclinó sobre la mesa y me besó en los labios. El silencio en la mesa se prolongó y América me dio un codazo después de que Parker se marchó. — ¿No es espeluznante cómo todo el mundo te mira? —Susurró. Ella miró a su alrededor con el ceño fruncido—. ¿Qué? —Gritó América—. ¡Ocúpense de sus asuntos, pervertidos! Uno por uno se volvieron hacia otro lado y los murmullos continuaron. Me cubrí los ojos con las manos. —Sabes, antes era patética porque pensaban que era la novia de Travis. Ahora soy mala porque todo el mundo piensa que estoy rebotando entre Travis y Parker como una pelota de ping pon. —Cuando América no hizo ningún comentario, la miré—. ¿Qué? ¡No me digas que tú también crees esa mierda! — ¡No he dicho nada! —dijo. La miré con incredulidad. — ¿Pero eso es lo que tú piensas? América negó con la cabeza, pero no dijo nada más. Las heladas miradas de los otros estudiantes de pronto eran aparentes y me puse de pie, caminando hasta el final de la mesa. —Tenemos que hablar. —dije, tocando el hombro de Travis. Traté de sonar amable, pero la ira burbujeando dentro de mí provocó un filo a mis palabras. La población estudiantil, incluyendo mi mejor amiga, pensaba que estaba haciendo malabares con dos hombres. Sólo había una solución. —Pues habla —dijo Travis, lanzando algo empanado y frito en su boca. Me inquieté, notando las miradas curiosas de todos a nuestro alcance. Cuando Travis seguía sin moverse, lo agarré del brazo y le di un buen tirón. Se levantó y me siguió afuera con una sonrisa en su rostro. — ¿Qué, Pidge? —dijo, mirando de mi mano a su brazo y luego a mí. —Tienes que dejarme salir de la apuesta —le supliqué. Su cara cayó. — ¿Te quieres ir? ¿Por qué? ¿Qué he hecho? —No hiciste nada, Trav. ¿No has notado a todo el mundo mirándonos? Estoy convirtiéndome rápidamente en la paria de la Universidad de Eastern. Travis sacudió la cabeza y encendió un cigarrillo. —No es mi problema. —Sí, lo es. Parker dijo que todo el mundo piensa que tiene deseos de morir porque estás enamorado de mí. Las cejas de Travis se levantaron y se atragantó con el soplo de humo que acababa de inhalar. — ¿La gente está diciendo eso? —dijo, mientras tocía. Asentí con la cabeza. Miró a lo lejos con los ojos muy abiertos, tomando otra calada. P á g in a 9 0 Librosdelcielopersonal.blogspot.com —Si no le importa, me gustaría llevarte. —Él tomó mi mano y me besó los dedos. —Le voy a preguntar. La fiesta fue su idea, así que… —Lo entiendo. Si no, te veré allí. —sonrió. Parker me llevó al apartamento, aparcando en el estacionamiento. Cuando me beso, sus labios se mantuvieron en los míos. Tiró del freno de mano mientras sus labios viajaron a lo largo de mi mandíbula al oído, y luego hacia mi cuello. Me tomó por sorpresa y dejé escapar un suspiro en respuesta. —Eres tan hermosa —susurró—. He estado distraído durante toda la noche, con tu pelo retirado fuera de tu cuello. —Él repartió besos por mi cuello y exhalé, un gemido escapando con mi aliento. — ¿Por qué tardaste tanto? —Sonreí, levantando mi barbilla para darle mejor acceso. Parker se enfocó en mis labios. Agarró cada lado de mi cara, dándome un beso un poco más firme que de costumbre. No teníamos mucho espacio en el coche, pero hicimos que el reducido espacio estuviera a nuestro favor. Se apoyó en mí, doblé mi rodilla cuando me dejé caer contra la ventana. Su lengua se deslizó dentro de mi boca y su mano tomó mi tobillo y luego la deslizó a lo largo de mi pierna a mi muslo. Las ventanas se empañaron en minutos con nuestra respiración dificultosa, pegándose en las heladas ventanas. Sus labios rozaron mi clavícula y luego su cabeza se elevó cuando el cristal vibró con varios golpes fuertes. Parker se sentó y yo me enderecé, ajustando mi vestido. Di un salto cuando la puerta se abrió. Travis y América estaban al lado del coche. América tenía una expresión simpática y Travis parecía estar a punto de una rabieta. — ¿Qué demonios, Trav? —Gritó Parker. De pronto, la situación se sintió peligrosa. Nunca había oído a Parker levantar la voz, los nudillos de Travis estaban blancos mientras él apretaba sus manos en puños a los costados—y yo estaba en medio. La mano de América parecía minúscula cuando la colocó en el voluminoso brazo de Travis, sacudiendo la cabeza hacia Parker en una alerta silenciosa. —Vamos, Abby. Necesito hablar contigo —dijo. — ¿Sobre qué? Librosdelcielopersonal.blogspot.com — ¡Sólo ven! —gritó. Miré a Parker, viendo la irritación en sus ojos. —Lo siento, me tengo que ir. —No, está bien. Ve. Travis me ayudó a salir del Porsche y luego pateó la puerta, cerrándola. Me volteé, interponiéndome entre él y el coche, empujando su hombro. — ¿Qué te pasa? ¡Basta! América parecía nerviosa. No tomó mucho tiempo saber por qué. Travis olía a whisky; ella había insistido en acompañarlo o él le había pedido que viniera. De cualquier manera, ella era un elemento de disuasión a la violencia. Las ruedas del Porsche de Parker chillaron fuera del estacionamiento y Travis encendió un cigarrillo. —Puedes entrar, Mare. Ella tiró de mi falda. —Vamos, Abby. — ¿Por qué no te quedas, Abs? —Bulló. Asentí con la cabeza para que América siguiera adelante y de mala gana ella cumplió. Me crucé de brazos, lista para una pelea, preparándome para arremeterlo contra la inevitable charla. Travis tomó varias caladas de su cigarrillo y cuando fue obvio que él no iba a explicar nada, mi paciencia se agotó. — ¿Por qué hiciste eso? —Le pregunté. — ¿Por qué? ¡Porque estaba follándote delante de mi apartamento! — Gritó. Sus ojos estaban desenfocados y podía ver que él era incapaz de tener una conversación racional. Mantuve mi voz tranquila. —Puede que esté quedándome en tu casa, pero lo que hago, y con quien lo haga, es mi problema. Tiró el cigarrillo al suelo. —Eres mucho mejor que eso, Pidge. No dejes que te folle en un coche como una barata cita de graduación. — ¡No iba a tener relaciones sexuales con él! Hizo un gesto hacia el espacio vacío donde el coche de Parker estaba. — ¿Qué estaban haciendo, entonces? — ¿Nunca has besado a alguien sin que llegue a nada más? Frunció el ceño y sacudió la cabeza como si estuviera hablando galimatías. — ¿Cuál es el punto en eso? —Es el concepto que existe para mucha gente… sobre todo para aquellos que tienen citas. P á g in a 9 2 Librosdelcielopersonal.blogspot.com —Todas las ventanas estaban empañadas, el coche se estaba sacudiendo… ¿Cómo iba yo a saber? —dijo, agitando sus brazos en la dirección del estacionamiento vacío. — ¡Tal vez no deberías espiarme! Se frotó la cara y sacudió la cabeza. —No puedo soportar esto, Pigeon. Siento que me estoy volviendo loco. Tiré mis manos al aire y las dejé caer golpeando mis muslos. — ¿No puedes soportar qué? —Si tú duermes con él, no quiero saberlo. Iré a la cárcel por mucho tiempo si me entero que… simplemente no me lo digas. —Travis —bullí—. ¡No puedo creer que hayas dicho eso! ¡Eso es un gran paso para mí! — ¡Eso es lo que todas las chicas dicen! — ¡No me refiero a las putas con las que lidias! ¡Me refiero a mí! —Dije, sosteniendo mi mano contra mi pecho—. ¡Yo no he… ugh! No importa. Me alejé de él, pero me agarró del brazo, girándome hacia él. — ¿Tú no qué? —preguntó. No le respondí; no tenía que hacerlo. Podía ver el reconocimiento atravesar su rostro y se rió una vez—. ¿Eres virgen? — ¿Y qué? —dije, la sangre arremolinándose en mis mejillas. Sus ojos se dirigieron a los míos. —Es por eso que América estaba tan segura que no irías tan lejos. —Tuve el mismo novio los cuatro años de escuela secundaria. ¡Él era un aspirante a ministro bautista! ¡Esto nunca fue un tema para nosotros! La ira de Travis se desvaneció y el alivio era evidente en sus ojos. — ¿Un ministro de la juventud? ¿Qué pasó después de toda la dura abstinencia? —Él quería casarse y quedarse en… Kansas. Yo no lo hacía. —Estaba desesperada por cambiar de tema. La diversión en los ojos de Travis era lo suficientemente humillante. No quería que él cavara más lejos en mi pasado. Dio un paso hacia mí y sostuvo cada lado de mi cara. —Virgen —dijo, sacudiendo la cabeza—. Nunca me lo hubiera imaginado con la forma en que bailaste en The Red. —Muy gracioso. —le dije, dirigiéndome a las escaleras. Travis intentó seguirme, pero tropezó y cayó, volviéndose boca arriba y riendo histéricamente. — ¿Qué estás haciendo? ¡Levántate! —dije, ayudándolo a ponerse de pie. Enganchó su brazo alrededor de mi cuello y le ayudé a subir las escaleras. Shepley y América ya estaban en cama, por lo que sin ayuda a plena Librosdelcielopersonal.blogspot.com escapar una respiración de alivio, sabiendo que no podría contenernos a cualquiera de nosotros si él se despertaba con una menos honorable perspectiva. Me apresuré al sillón reclinable y me desplomé en él, cubriendo mi cara con mis manos. Sentí las capas de frustración danzando de un lado a otro para luego estrellarse en sí dentro de mí. Parker se había ido sintiéndose menospreciado, Travis esperó hasta que yo estaba viendo a alguien—alguien quien realmente me gustaba—para mostrar un interés en mí y yo parecía ser la única chica con la cual no era capaz de dormir, incluso, cuando estaba ebrio. A la mañana siguiente, serví el jugo de naranja en un vaso grande y tomé un sorbo mientras sacudía la cabeza al ritmo de la música que descendía de mi iPod. Me había despertado antes de que saliera el sol, y luego me retorcí en el sillón hasta las ocho. Después de eso, decidí limpiar la cocina para pasar el rato hasta que mis menos ambiciosos compañeros se despertaran. Había cargado el lavavajillas, barrido y trapeado, y luego limpié los mostradores. Cuando la cocina estaba reluciente, agarré la cesta de ropa limpia y me senté en el sofá, doblándola hasta que hubo más de una docena de pilas de ella rodeándome. Murmullos provinieron de la habitación de Shepley. América rió y luego se quedó en silencio unos minutos más, seguido por ruidos que me hicieron sentir un poco incómoda estar sentada sola en la sala de estar. Apilé los montones de ropa doblada en la cesta y la llevé a la habitación de Travis, sonriendo al ver que no se había movido del lugar donde cayó la noche anterior. Dejé la cesta en el suelo y tiré de la sábana sobre él, ahogando una risa cuando se dio la vuelta. —Ven, Pigeon —dijo, murmurando algo inaudible antes de que su respiración se tornara lenta y profunda. No pude evitar verlo dormir, sabiendo que él estaba soñando sobre mí envió una emoción a través de mis venas que no podía explicar. Travis se quedó en silencio, así que tomé una ducha, esperando el sonido de que alguien despierto calmaría los gemidos de Shepley y América y los crujidos y los golpes contra la pared. Cuando apagué el agua, me di cuenta de que ellos no estaban preocupados de quién los pudiera escuchar. Me peiné, poniendo los ojos en blanco ante los gritos de América, más pareciendo a un perro de lana que a una estrella de porno. El timbre de la puerta sonó y agarré mi bata azul y ajusté el cinturón, trotando a través de la P á g in a 9 6 Librosdelcielopersonal.blogspot.com habitación hacia la puerta. Los ruidos de la habitación de Shepley se detuvieron de inmediato y abrí la puerta para encontrarme con un Parker sonriente. —Buenos días —dijo. Retiré mi pelo mojado hacia atrás con los dedos. — ¿Qué estás haciendo aquí? —No me gustó la forma en que nos despedimos ayer por la noche. Salí esta mañana para buscar tu regalo de cumpleaños, y no podía esperar para dártelo. Así que —dijo, sacando una caja brillante del bolsillo de la chaqueta—, feliz cumpleaños, Abs. Puso el paquete en mi mano y me incliné para besarlo en la mejilla. — Gracias. —Ábrelo. Quiero ver tu cara cuando lo hagas. Metí el dedo por debajo de la cinta en la parte inferior de la caja y luego retiré el papel, entregándoselo. Una pulsera de brillantes diamantes reposaba en la caja. —Parker. —susurré. Sonrió. — ¿Te gusta? —Por supuesto —dije sosteniendo el brazalete en frente de mi cara en admiración—, pero es demasiado. No podría aceptar esto aunque hubiésemos estado saliendo por un año, mucho menos a la semana. Parker hizo una mueca. —Pensé que dirías eso. Busqué de arriba a abajo toda la mañana por tu perfecto regalo de cumpleaños, y cuando lo vi, supe que sólo había un lugar donde debía pertenecer —dijo, tomándolo de mis dedos y colocándolo alrededor de mi muñeca—. Y tenía razón. Se ve increíble en ti. Levanté mi muñeca y sacudí la cabeza, hipnotizada por el brillo de colores que desprendían a la luz del sol. —Es lo más hermoso que he visto. Nadie nunca me había dado algo tan… —caro vino a mi mente, pero no quería decir eso—, elaborado. No sé qué decir. Parker se echó a reír y luego besó mi mejilla. —Di que lo llevarás mañana. Sonreí de oreja a oreja. —Lo llevaré —le dije, observando mi muñeca. —Me alegro que te guste. La expresión en tu rostro vale la pena por las siete tiendas a las que fui. Suspiré. — ¿Fuiste a siete tiendas? —Él asintió con la cabeza y tomé su rostro entre mis manos—. Gracias. Es perfecto —le dije, besándolo rápidamente. Librosdelcielopersonal.blogspot.com Me abrazó fuerte. —Tengo que irme. Tengo un almuerzo con mis padres, pero te llamo después, ¿de acuerdo? —Está bien. ¡Gracias! —Llamé detrás de él, mirándolo trotar por las escaleras. Me apresuré a entrar en el apartamento, sin poder apartar los ojos de mi muñeca. — ¡Mierda, Abby! —Dijo América, tomando mi mano—. ¿De dónde sacaste esto? —Parker lo trajo. Es mi regalo de cumpleaños —le dije. América me miró boquiabierta y luego hacia a la pulsera. — ¿Él te compró una pulsera de diamantes? ¿Después de una semana? Si no lo supiera mejor, ¡diría que tienes una entrepierna mágica! Me reí en voz alta, comenzando un ridículo festival de risa en la sala de estar. Shepley salió de su habitación, viéndose cansado y satisfecho. — ¿Sobre qué están chillando los pastelitos de frutas? América levantó mi muñeca. — ¡Mira! ¡Su regalo de cumpleaños de Parker! Shepley entrecerró los ojos y después se agrandaron. —Vaya. — ¿Verdad que sí? —dijo América, asintiendo con la cabeza. Travis tropezó en la vuelta de la esquina, pareciendo un poco enfermo. — Ustedes son jodidamente ruidosos —gimió, abotonándose sus vaqueros. —Lo siento —le dije, tirando de mi mano del agarre de América. Nuestro casi-momento se deslizó en mi mente y parecía que no podía verlo a los ojos. Se tomó el resto de mi jugo de naranja y luego se secó su boca. — ¿Quién diablos me dejó beber tanto ayer por la noche? América se burló. —Tú lo hiciste. Te fuiste a comprar un quinto después de que Abby se fuese con Parker y arruinaste todo el asunto cuando ella regresó. —Maldita sea —dijo, sacudiendo la cabeza—. ¿Te divertiste? —Preguntó, mirándome. — ¿Hablas en serio? —Pregunté, mostrando mi ira antes de pensarlo. — ¿Qué?
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