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Libro Macbeth - Literatura, Apuntes de Historia del Arte

Asignatura: Principales, Profesor: , Carrera: Historia del Arte, Universidad: UGR

Tipo: Apuntes

2015/2016

Subido el 03/03/2016

ivan_trujillano
ivan_trujillano 🇪🇸

3.5

(13)

8 documentos

Vista previa parcial del texto

¡Descarga Libro Macbeth - Literatura y más Apuntes en PDF de Historia del Arte solo en Docsity! L William Shakespeare MACBETH DRAMATIS PERSONAE DUNCAN, REY de Escocia MALCOLM sus hijos DONALBAIN MACBETH generales del ejército escocés BANQUO MACDUFF LENNOX ROSS barones escoceses ANGUS MENTETH CATHNESS FLEANCE, hijo de Banquo SIWARD, Conde de Northumberland EL JOVEN SIWARD, su hijo Hijo de Macduff SEYTON, ayudante de Macbeth LADY MACBETH LADY MACDUFF Tres BRUJAS, las Hermanas Fatídicas HÉCATE Otras tres brujas Apariciones Un CAPITÁN del ejército escocés Un MÉDICO inglés Un MÉDICO escocés Un PORTERO 1 Un ANCIANO Una DAMA de compañía de Lady Macbeth ASESINOS (de Banquo) ASESINOS (de Lady Macduff e hijos) Nobles, caballeros, soldados, criados, mensajeros y acompañamiento. LA TRAGEDIA DE MACBETH I.i Truenos y relámpagos. Entran tres BRUJAS. BRUJA I.a ¿Cuándo volvemos a vemos? ¿Bajo lluvia, rayo y trueno? BRUJA 2.a Cuando acaben brega y bronca y haya derrota y victoria. BRUJA 3.a Antes de que el sol se ponga. BRUJA I.a ¿En qué lugar? BRUJA 2.a En el yermo. BRUJA 3.a A Macbeth allí veremos. BRUJA I.a ¡Voy, Graymalkin! [BRUJA 2.a] Llama Paddock. [BRUJA 3.a] ¡En seguida! TODAS Bello es feo y feo es bello. Flota en bruma y aire espeso. Salen. 2 el Barón de Cawdor, emprendió un aciago ataque hasta que el novio de Belona, con recia armadura, le respondió en términos iguales, espada contra espada, brazo contra brazo, frenando su indómito brío y, en conclusión, la victoria fue nuestra. REY ¡Gran dicha! ROSS Y ahora Sweno, el rey de Noruega, suplica la paz. Mas no accedimos al entierro de sus hombres hasta que en Inchcomb nos pagó diez mil táleros a todos nosotros. REY Nunca más traicionará el Barón de Cawdor mi íntimo afecto. Su muerte disponed y saludad con su título a Macbeth. ROSS Mandaré que se haga. REY Lo que él ahora pierde, el noble Macbeth gana. Salen. I.iii Truenos. Entran las tres BRUJAS. BRUJA I.a ¿Dónde has estado, hermana? BRUJA 2.a Matando cerdos. BRUJA 3.a Y tú, hermana, ¿dónde? BRUJA I.a Con castañas en la falda, la mujer de un navegante masticaba y masticaba. «Dame», le digo. «¡Atrás, so bruja!», grita la sucia culona. Su marido se fue a Alepo, capitán del Tigre. Navegaré en un cedazo y, como rata sin rabo, yo gozaré y gozaré. Comment: Referencia a Macbeth, que, como feroz guerrero, sería el novio apropiado de la diosa de la guerra. Comment: Pequeña isla de la ría de Forth, frente a Edimburgo. 5 BRUJA 2a Te doy un viento. BRUJA I.a Lo agradezco. BRUJA 3.a Yo, uno más. BRUJA I.a Yo ya tengo los demás, y los puertos donde soplan, y los puntos que la rosa de los vientos bien conoce. Cual paja le pondré seco; no podrá entregarse al sueño ni de noche ni de día; su vida será maldita. En pena un mes y otro mes, ha de menguar y caer; y aunque el barco no se pierda, lo batirán las tormentas. Mirad lo que tengo. BRUJA 2.a ¡Enséñame, enséñame! BRUJA I.a Es el pulgar de un piloto que naufragó a su retorno. Tambor dentro. BRUJA 3.a ¡Tambor, tambor! Macbeth llegó. TODAS Las Hermanas, de la mano, correos de mar y campo, dan así vueltas y vueltas, tres de éste, tres de ése, y tres de este lado, nueve. ¡Chsss...! El hechizo está presto. 6 Entran MACBETH y BANQUO. MACBETH Un día tan feo y bello nunca he visto. BANQUO ¿Cuánto falta para Forres? - ¿Quiénes son estas, tan resecas y de atuendo tan extraño que no semejan habitantes de este mundo, estando en él? - ¿Tenéis vida? ¿Sois algo a lo que un hombre pueda hablar? Parecéis entenderme por el modo de poner vuestro dedo calloso sobre los magros labios. Sin duda sois mujeres, mas vuestra barba me impide pensar que lo seáis. MACBETH Hablad si sabéis. ¿Quiénes sois? BRUJA I.a ¡Salud a ti, Macbeth, Barón de Glamis! BRUJA 2.a ¡Salud a ti, Macbeth, Barón de Cawdor! BRUJA 3.a ¡Salud a ti, Macbeth, que serás rey! BANQUO ¿Por qué te sobresaltas, como si temieras lo que suena tan grato? - En nombre de la verdad, ¿sois una fantasía o sois realmente lo que parecéis? A mi noble compañero saludáis por su título y auguráis un nuevo honor y esperanzas de realeza, lo que le tiene absorto. A mí no me habláis. Si podéis penetrar las semillas del tiempo y decir cuál crecerá y cuál no, habladme ahora a mí, que ni os suplico favores ni temo vuestro odio. BRUJA I.a ¡Salud! BRuJA 2.a ¡Salud! BRUJA 3.a 7 ha caído por alta traición, confesada y probada. MACBETH [aparte] Glamis y Barón de Cawdor. Lo más grande, después. - Gracias por vuestro servicio [A BANQUO] ¿No esperas que tus hijos sean reyes? Las que me dieron el título de Cawdor no les auguraron menos. BANQUO Eso, creído ciegamente, podría empujarte a la corona después de hacerte Cawdor. Aunque es muy extraño: las fuerzas de las sombras nos dicen verdades, nos tientan con minucias, para luego engañarnos en lo grave y trascendente. – Parientes, permitidme un momento. MACBETH [aparte] Ya se han dicho dos verdades, felices preludios a la escena gloriosa del fin soberano. - Gracias, señores. -[Aparte] Esta incitación sobrenatural no puede ser mala, no puede ser buena. Si es mala, ¿por qué me ha dado promesa de éxito empezando con una verdad? Soy Barón de Cawdor. Si es buena, ¿por qué cedo a esa tentación cuya hórrida imagen me eriza el cabello y me bate el firme corazón contra los huesos violando las leyes naturales? Es menor un peligro real que un horror imaginario. La idea del crimen, que no es sino quimera, a tal punto sacude mi entera humanidad que la acción se ahoga en conjeturas y sólo es lo que no es. BANQUO Mirad qué absorto está nuestro amigo MACBETH [aparte] Si el azar me quiere rey, que me corone sin mi acción. BANQUO Los nuevos honores le vienen 10 como ropa nueva, que sólo se ajusta al cuerpo con la ayuda del uso. MACBETH [aparte] Sea lo que haya de ser, corren tiempo y hora en el día más cruel. BANQUO Noble Macbeth, cuando gustes. MACBETH Perdonadme. Me agitaban la mente cosas olvidadas. Señores, vuestro servicio queda escrito en un libro cuyas páginas leo cada día. Vamos con el rey. – [A BANQUO] Piensa en lo ocurrido y, después de algún tiempo, tras haberlo ponderado, hablemos con franqueza entre nosotros. BANQUO De buen grado. MACBETH Por ahora, basta. - Vamos, amigos. Salen. I.iv Clarines. Entran el REY [DUNCAN], LENNOX, MALCOM, DONALBAIN y acompañamiento. REY ¿Han ajusticiado a Cawdor? ¿No han vuelto aún los encargados? MALCOLM Todavía no han regresado, Majestad. Aunque hablé con alguien que le vio morir: me dijo que confesó palmariamente sus traiciones, implorando vuestro augusto perdón y mostrando su hondo pesar. En su vida nada le honró tanto como el modo de dejarla: murió como el que ha ensayado su muerte y está dispuesto a arrojar su bien más preciado cual si fuera una minucia. REY 11 No hay arte que descubra la condición de la mente en una cara. El era un caballero en quien fundé mi plena confianza. Entran MACBETH, BANQUO, ROSS y ANGUS. ¡Ah, nobilísimo pariente! El pecado de la ingratitud ya pesaba sobre mí. Tanto te has adelantado que las alas más veloces de la recompensa no llegan a alcanzarte. Ojalá fueras digno de menos: te habría dado la justa medida de premio y gratitud. Sabe que jamás tus merecimientos podremos pagar. MACBETH Demostraros mi lealtad y mi servicio ya es bastante recompensa. Os corresponde acoger nuestros deberes, y nuestros deberes, para el trono y la nación, son como hijos y sirvientes, que cumplen su papel protegiendo vuestro honor y vuestro afecto. REY Sé bienvenido. Te he plantado y te cultivaré para que medres y florezcas. -Noble Banquo, tu mérito no es menos y no ha de proclamarse con menos gratitud. Deja que te abrace y te estreche contra mi corazón. BANQUO Si crezco en él, vuestra es la cosecha. REY. Mi abundante dicha, tan inmensa, se desborda y va a quedar oculta en lágrimas.- Hijos, parientes, barones y vosotros, los más cercanos al trono, sabed que nombro heredero de mi reino a mi primogénito Malcolm, que pasa a llamarse Principe de Cumberland. Este no va a ser el único honor que se confiera: Comment: Principe heredero de Escocia, equivalente al Principe de Gales en Inglaterra. 12 LADY MACBETH Cuídale bien; trae grandes noticias. Sale el MENSAJERO. Hasta el cuervo está ronco de graznar la fatídica entrada de Duncan bajo mis almenas. Venid a mí, espíritus que servís a propósitos de muerte, quitadme la ternura y llenadme de los pies a la cabeza de la más ciega crueldad. Espesadme la sangre, tapad toda entrada y acceso a la piedad para que ni pesar ni incitación al sentimiento quebranten mi fiero designio, ni intercedan entre él y su efecto. Venid a mis pechos de mujer y cambiad mi leche en hiel, espíritus del crimen, dondequiera que sirváis a la maldad en vuestra forma invisible. Ven, noche espesa, y envuélvete en el humo más oscuro del infierno para que mi puñal no vea la herida que hace ni el cielo asome por el manto de las sombras gritando: « ¡Alto, alto!» Entra MACBETH. ¡Gran Glamis, noble Cawdor y después aún más grande por tu proclamación! Tu carta me ha elevado por encima de un presente de ignorancia, y ya siento el futuro en el instante. MACBETH Mi querido amor, Duncan viene esta noche. LADY MACBETH ¿Y cuándo se va? MACBETH Mañana, según su intención. LADY MACBETH ¡Ah, nunca verá el sol ese mañana! Tu cara, mi señor, es un libro en que se pueden 15 leer cosas extrañas. Para engañar al mundo, parécete al mundo, lleva la bienvenida en los ojos, las manos, la lengua. Parécete a la cándida flor, pero sé la serpiente que hay debajo. Del huésped hay que ocuparse; y en mis manos deja el gran asunto de esta noche que a nuestros días y noches ha de dar absoluto poderío y majestad. MACBETH Hablemos más tarde. LADY MACBETH Muéstrate sereno: mudar de semblante señal es de miedo. Lo demás déjamelo. Salen. I.vi Oboes y antorchas. Entran el REY [DUNCAN], MALCOLM, DONALBAIN, BANQUO, LENNOX, MACDUFF, ROSS, ANGUS y acompañamiento. REY El castillo está en un sitio placentero; en su frescor y dulzura, el aire cautiva mis sentidos. BANQUO El huésped del verano, el vencejo que ronda las iglesias, nos demuestra con su amada construcción que el hálito del cielo aquí seduce de fragancia: no hay saliente, friso, contrafuerte o esquina favorable en que este pájaro no haya hecho su colgante lecho y cuna. He observado que donde más anida y cría el aire es delicado. Entra LADY MACBETH, REY ¡Mirad! ¡Nuestra noble anfitriona! El afecto que recibo es a veces mi molestia, 16 mas siendo amor lo agradezco. Acabo de enseñaros a rogar que Dios me premie por ser una carga y a que me agradezcáis vuestra molestia. LADY MACBETH Nuestro entero servicio, prestado en todo dos veces y después aún doblado, sería un rival pobre y endeble frente a los altísimos honores de que Vuestra Majestad colma a nuestra casa. Por los anteriores y las nuevas dignidades añadidas rogaremos por vos como eremitas. REY ¿Dónde está el Barón de Cawdor? Galopé tras él con la intención de preparar su llegada, pero es buen jinete y su gran afecto, penetrante cual su espuela, le ha ayudado a adelantarse. Bella y noble dama, esta noche soy vuestro huésped. LADY MACBETH Vuestros siervos administran a sus siervos y a sí mismos con sus bienes para rendir cuentas cuando así lo dispongáis y devolveros lo que es vuestro. REY Dadme la mano. Llevadme a mi anfitrión; le quiero bien y he de seguir favoreciéndole. Con permiso, señora. Salen. I.vii Oboes. Antorchas. Entran, cruzando el escenario, un maestresala y varios criados con platos y servicio de mesa. Después entra MACBETH. MACBETH Si darle fin ya fuera el fin, más valdría darle fin pronto; si el crimen pudiera echar la red a los efectos y atrapar mi suerte con su muerte; si el golpe 17 sea un vapor, y el sitial de la razón, no más que un alambique. Cuando duerman su puerca borrachera como muertos, ¿qué no podemos hacer tú y yo con el desprotegido Duncan? ¿Qué no incriminar a esos guardas beodos, que cargarán con la culpa de este inmenso crimen? MACBETH ¡No engendres más que hijos varones, pues tu indómito temple sólo puede crear hombres! Cuando hayamos manchado de sangre a los durmientes de su cámara con sus propios puñales, ¿no se creerá que han sido ellos? LADY MACBETH ¿Quién osará creer lo contrario tras oír nuestros lamentos y clamores por su muerte? MACBETH Estoy resuelto y para el acto terrible he tensado todas las potencias de mi ser. ¡Vamos! Engañemos con aire risueño. Falso rostro esconda a nuestro falso pecho. Salen. II.i Entran BANQUO y FLEANCE con una antorcha. BANQUO ¿Qué hora es, muchacho? FLEANCE No he oído el reloj. La luna ha bajado. BANQUO Baja a media noche. FLEANCE Entonces es más tarde, señor. BANQUO Espera, ten mi espada. El cielo economiza: apagó sus luces. Toma esto también. La llamada al sueño me pesa como el plomo, 20 mas no quiero dormir. Poderes benignos, refrenad en mí los malos pensamientos que invaden un alma en reposo. Entran MACBETH y un criado con una antorcha. Dame la espada. - ¿Quién va? MACBETH Un amigo. BANQUO ¿Cómo, señor? ¿Aún en pie? El rey duerme. Mostraba una alegría inusitada y con la servidumbre fue muy dadivoso. A tu esposa la saluda con este diamante por ser tan buena anfitriona. Se retiró con un gozo infinito. MACBETH No esperando su visita, la torpeza sirvió a nuestro deseo, que, si no, nos habríamos prodigado. BANQUO Todo fue bien. Anoche soñé con las tres Hermanas Fatídicas. Contigo han demostrado ser veraces. MACBETH No pienso en ellas. Aunque, si tú me concedes el tiempo, cuando encuentre la hora oportuna quisiera hablar contigo de este asunto. BANQUO Cuando gustes. MACBETH Si estás de mi parte cuando ocurra, podrás ganar honor. BANQUO Con tal que no lo pierda tratando de acrecerlo, sin exponer mi rectitud ni deslucir mi lealtad, te escucharé de buen grado. 21 MACBETH Entre tanto, buen reposo. BANQUO Gracias, señor. Igualmente. Sale [con FLEANCE]. MACBETH Dile a mi esposa que toque la campana cuando esté lista mi bebida. Luego, acuéstate. Sale [el criado]. ¿Es un puñal lo que veo ante mí? ¿Con el mango hacia mi mano? Ven, que te agarre. No te tengo y, sin embargo, sigo viéndote. ¿No eres tú, fatídica ilusión, sensible al tacto y a la vista? ¿O no eres más que un puñal imaginario, creación falaz de una mente enfebrecida? Aún te veo, y pareces tan palpable como este que ahora desenvaino. Me marcas el camino que llevaba, y un arma semejante pensaba utilizar. O mis ojos son la burla de los otros sentidos o valen por todos juntos. Sigo viéndote, y en tu hoja y en tu puño hay gotas de sangre que antes no estaban. No, no existe: es la idea sanguinaria que toma cuerpo ante mis ojos. Muerta parece ahora la mitad del mundo, y los sueños malignos seducen al sueño entre cortinas. Las brujas celebran los ritos de la pálida Hécate, y el crimen descarnado, puesto en acción por el lobo, centinela que aullando da la hora, con los pasos sigilosos de Tarquino el violador, camina hacia su fin como un espectro. Tierra sólida y firme, dondequiera que me lleven, no oigas mis pisadas, no sea que hasta las piedras digan dónde voy y priven a esta hora de un espanto 22 el morir de la vida diaria, baño de fatigas, bálsamo de almas laceradas, plato fuerte de la gran naturaleza, sustento mayor del festín de la vida.» LADY MACBETH ¿Qué quieres decir? MACBETH Y seguía gritando a toda la casa: «¡No durmáis más! Glamis ha matado el sueño, y por eso Cawdor ya no dormirá, Macbeth ya no dormirá.» LADY MACBETH ¿Quién era el que gritaba? Excelso barón, relajas tu noble vigor con ideas tan morbosas. Ve a buscar un poco de agua y limpia de tus manos tu sucio testimonio. ¿Por qué vienes con esos puñales? Su sitio está allí; llévalos y mancha de sangre a los criados dormidos. MACBETH No voy a volver: me asusta pensar en lo que he hecho. No me atrevo a volver. LADY MACBETH ¡Débil de ánimo! Dame los puñales. Los durmientes y los muertos son como retratos; sólo el ojo de un niño teme ver un diablo en pintura. Si aún sangra, les untaré la cara a los criados para que parezca su crimen. Sale. Llaman a la puerta dentro MACBETH ¿Dónde llaman? ¿Qué me ocurre que todo ruido me espanta? ¿Qué manos son estas? ¡Ah, me arrancan los ojos! ¿Me lavará esta sangre de la mano todo el océano de Neptuno? No, antes esta mano arrebolará el mar innumerable, volviendo rojas las aguas. 25 Entra LADY MACBETH. LADY MACBETH Mis manos ya tienen tu color, pero me avergonzaría llevar un corazón tan pálido. Llaman. Alguien llama a la puerta sur; retirémonos a nuestra cámara. Un poco de agua nos lava del hecho. ¡Qué fácil será! Tu firmeza te ha abandonado. Llaman. ¿Oyes? Siguen llamando. Ponte la bata, no sea que nos llamen y nos vean aún en pie. Y no caigas en tan pobres pensamientos. MACBETH Si he de pensar en mi acción, mejor será no conocerme. Llaman. ¡Despierta a Duncan con tus golpes! ¡Ojalá pudieras! Salen. II.iii Entra un PORTERO. Llaman dentro. PORTERO ¡Esto sí que es llamar! Si uno fuese portero del infierno, estaría siempre dándole a la llave. Llaman. ¡Pum, pum! ¿Quién es, en nombre de Belcebú? Un agricultor que se ahorcó ante la expectativa de grandes 26 cosechas. Llegas a punto. Que no te falten pañuelos que aquí vas a sudarla. Llaman. ¡Pum, pum! ¿Quién es, en nombre del otro diablo? Seguro que un equivoquista, que juraba a cada lado de la balanza contra el otro, que cometió gran traición por el amor de Dios y cuyos equívocos no le abrieron el cielo. Vamos, pasa, equivoquista. Llaman. ¡Pum, pum! ¿Quién es? Seguro que un sastre inglés, que está aquí por sisar tela de un calzón francés. Pasa, sastre, que aquí puedes asar tu plancha. Llaman. ¡Pum, pum! No descansa. ¿Quién eres tú? - Esto es de- masiado frío para ser el infierno. No voy a hacer más de portero del diablo: pensaba dejar entrar a gente de todos los oficios que va a la hoguera eterna por la senda florida. Llaman. Ya voy, ya voy. Entran MACDUFF y LENNOX. Dad algo al portero, Dios os lo pague. MACDUFF ¿Tan tarde te acostaste, amigo, que tan tarde te levantas? PORTERO Pues, señor, estuvimos de juerga hasta el segundo canto del gallo y, señor, la bebida provoca tres cosas. MACDUFF ¿Qué tres cosas provoca especialmente la bebida? Comment: Referencia a los jesuitas en general y al padre Garnet en particular, juzgado y ejecutado en 1606, quien sostenía que una mentira no es tal mentira si encierra un sentido verdadero. 27 Entrad en su aposento y que destruya vuestra vista esa nueva Gorgona. No me pidáis que hable. Mirad y luego hablad vosotros mismos. Salen MACBETH y LENNOX. ¡Despertad! ¡Despertad! ¡Dad la alarma! ¡Crimen y traición! ¡Banquo, Donalbain! ¡Malcolm, despertad! ¡Sacudid el grato sueño, imagen de la muerte, y mirad la muerte verdadera! ¡Levantaos y ved representado el Día del Juicio! ¡Malcolm, Banquo! ¡Como espíritus alzaos de las tumbas y prestad consonancia a este horror! ¡Tocad la campana! Suena una campana. Entra LADY MACBETH. LADY MACBETH ¿Qué ocurre para que tan horrísona trompeta convoque a los durmientes de la casa? ¡Hablad, hablad! MACDUFF Noble señora, no conviene que oigáis lo que puedo decir: oído por mujer, el relato sería su muerte. Entra BANQUO. ¡Ah, Banquo, Banquo! ¡Han matado al rey, nuestro señor! LADY MACBETH ¡Ay de mí! ¿En nuestra casa? BANQUO Donde sea es brutal. Contradícete, Macduff, te lo ruego; di que es falso. Comment: Exactamente, Medusa, una de las tres Gorgonas de la mitología griega, que convertía en piedra a quienes la miraban. 30 Entran MACBETH, LENNOX y ROSS. MACBETH Hubiera muerto yo una hora antes y mi vida habría sido una dicha; desde ahora, ya no hay nada serio en la existencia; todo son minucias: honor y renombre han muerto, el vino de la vida se ha agotado y no queda en la bodega más que el poso. Entran MALCOLM y DONALBAIN. DONALBAIN ¿Algún mal? MACBETH El vuestro, y lo ignoráis: se ha secado el venero y manantial de vuestra sangre, vuestra propia fuente se ha secado. MACDUFF Han matado a vuestro augusto padre. MALCOLM ¡Ah! ¿Quién? LENNOX Parece que los de su aposento: llevaban insignias de sangre en la cara y en las manos, y también en sus puñales, que hallamos sin limpiar sobre sus almohadas. Miraban cual dementes y nadie estaba seguro en su presencia. MACBETH Siento que la furia me llevase a darles muerte. MACDUFF ¿Por qué lo hiciste? MACBETH ¿Quién está a la vez lúcido y suspenso, sereno y furioso, leal a imparcial? Nadie. La presteza de mi afecto impetuoso pudo más que el freno del buen juicio. Aquí yacía Duncan, con su piel de plata bordada en sangre de oro 31 y cuchilladas como brechas en su vida, abiertas a la devastación; ahí, los asesinos, empapados del color de su tarea, y sus dagas, innoblemente enfundadas en sangre. Con un pecho lleno de amor, y en él bravura, ¿quién podía abstenerse de mostrarlo? LADY MACBETH ¡Ah, ayudadme a salir! MACDUFF ¡Atended a la dama! MALCOLM [aparte a DoNALBAIN] ¿Por qué callamos cuando el caso nos concierne más que a nadie? DONALBAIN [aparte a MALCOLM) ¿Y qué decir aquí, donde nuestro sino, oculto en ínfimo agujero, puede asaltarnos? Vámonos; nuestro llanto aún no ha fermentado. MALCOLM [aparte a DONALBAIN] Ni el dolor está presto a demostrarse. BANQUO Atended a la dama. [Sacan a LADY MACBETH.] Y cuando nuestra desnudez, expuesta al frío, esté cubierta, reunámonos y examinemos tan salvaje fechoría para mejor conocerla. Nos turban temores y sospechas. Me pongo en manos de Dios por combatir todo oculto propósito de pérfida maldad. MACDUFF Y yo. TODOS Y todos. MACBETH Pues vistamos nuestro cuerpo y nuestro ánimo y reunámonos al punto en el salón. TODOS 32 ROSS ¿Y el cadáver de Duncan? MACDUFF Fue llevado a Colmekill, sagrado panteón de sus predecesores y custodio de sus restos. ROSS ¿Irás a Scone? MACDUFF No, pariente. Voy a Fife. ROSS Bien, yo voy a Scone. MACDUFF Que todo vaya bien, adiós. Bien pudiera ser mejor la ropa antigua que la nueva. ROSS Adiós, anciano. ANCIANO Que Dios te bendiga, y a quienes contigo hagan bien del mal y amigo de enemigo. Salen. III.i Entra BANQUO. BANQUO Ya lo times todo, rey, Cawdor, Glamis, como te prometieron las Fatídicas y temo que jugaste con vileza por lograrlo; mas dijeron que no pasaría a tu progenie, sino que yo sería cabeza y raíz de muchos reyes. Si en ellas hay verdad, como en ti sus profecías han brillado, Macbeth, ¿por qué, por las verdades que contigo se han cumplido, no pueden ser también mi oráculo y alimentar mi esperanza? Mas silencio, ya basta. Clarines. Entran MACBETH como rey LADY MACBETH, LENNOX, ROSS, NOBLES y acompañamiento. Comment: Isla al oeste de Escocia, donde eran enterrados los reyes hasta el siglo XI. Llamada modernamente Iona. Comment: Castillo y territorio de Macduff, el «Barón de Fife». 35 MACBETH Aquí está nuestro huésped principal. LADY MACBETH Haberle olvidado habría sido un vacío en el banquete y una gran desatención. MACBETH Esta noche celebramos una cena de gala, y desearía tu presencia. BANQUO Majestad, dictadme vuestras órdenes, a las cuales mi lealtad está ligada por siempre con un nudo indisoluble. MACBETH ¿Cabalgas esta tarde? BANQUO Sí, mi señor. MACBETH Si no, habría solicitado tu buen consejo, siempre ponderado y provechoso, en nuestra junta de hoy. Lo oiré mañana. ¿Vas lejos? BANQUO Señor, tan lejos que mi tiempo se ocupe hasta la cena. Si mi caballo no es más rápido, le pediré prestadas a la noche una o dos de sus horas oscuras. MACBETH No faltes al banquete. BANQUO Señor, no faltaré. MACBETH Me dicen que mis sangrientos parientes residen en Inglaterra e Irlanda. No confiesan su cruel parricidio y propagan pasmosos infundios. Hablemos mañana de ello, así como de otros asuntos de Estado que hemos de tratar conjuntamente. ¡Monta ya! Adiós y hasta la noche. ¿Te acompaña Fleance? Comment: Malcolm y Donalbain, hijos de Duncan. 36 BANQUO Sí, mi señor, y el tiempo nos apremia. MACBETH Corran los caballos raudos y seguros; a sus lomos os confío. Adiós. Sale BANQUO. Que cada cual disponga de su tiempo hasta las siete de esta noche. Para que vuestra compañía sea más grata, deseo quedarme solo hasta la hora de la cena. Hasta entonces, Dios os guarde: Salen [todos menos MACBETH y un CRIADO]. Tú, un momento. ¿Me esperan esos hombres? CRIADO Sí, mi señor, a las puertas de palacio. MACBETH Tráelos ante mí. Sale el CRIADO. Ser rey no es nada sin estar a salvo. Mi temor a Banquo se me clava hondo y en su regio temple reina lo que ha de temerse. Es muy audaz y, además de ese ánimo intrépido, la prudencia le guía su valor para obrar sobre seguro. No hay nadie más que él a quien yo tema, y bajo él mi espíritu se siente coartado, como dicen que lo estaba el de Antonio por César. Increpó a las Fatídicas cuando me dieron el nombre de rey y les mandó que le hablasen. Proféticamente, ellas le saludaron como padre de reyes. Ciñeron mi cabeza con estéril corona y me hicieron empuñar un cetro infecundo que habrá de arrebatarme mano extraña, Comment: El espíritu adscrito a su destino: el «demonio» de los antiguos griegos. Comment: No Julio César, sino Octavio César (Augusto). 37 y decir que fue mi voluntad, mas no debo, pues los dos tenemos amigos comunes a cuyo afecto no puedo renunciar, y yo mismo lloraría al que maté. Por todo ello solicito vuestra ayuda, hurtando esta empresa a los ojos del común por diversas razones de gran peso. ASESINO 2.° Mi señor, haremos Lo que nos ordenéis. ASESINO 1.° Aunque nuestra vida... MACBETH ¡Cómo asoma vuestro ánimo! De aquí a una hora os diré dónde apostaros y el mejor plan respecto a tiempo y ocasión, pues hay que hacerlo esta noche y a distancia de palacio. No olvidéis por un instante que yo debo quedar libre de sospechas. Además, y a fin de que el trabajo sea perfecto, su hijo Fleance, que le acompaña, cuya eliminación me importa tanto como la de su padre, habrá de compartir su aciaga suerte. Resolved a solas; ahora vuelvo con vosotros. ASESINOS Señor, estamos resueltos. MACBETH En seguida os veo. Quedaos en palacio. [Salen los ASESINOS.] Está decidido. Banquo, si tu alma va a la gloria, esta noche ha de ganarla. Sale. III.ii Entran LADY MACBETH y un CRIADO. LADY MACBETH ¿Ha salido Banquo de palacio? 40 CRIADO Sí, señora, pero vuelve esta noche. LADY MACBETH Dile al rey que deseo hablar con él un momento. CRIADO Sí, señora. Sale. LADY MACBETH No se goza, todo es pérdida si el deseo se logra, pero no contenta. Siempre es más seguro ser lo que se mata que tras esa muerte vivir dicha falsa. Entra MACBETH. ¿Cómo estás, señor? ¿Por qué solitario, sin más compañía que las tristes ideas y los pensamientos que debieron morir con quienes te absorben? Lo que no tiene cura, habría que olvidarlo: lo hecho, hecho está. MACBETH Le dimos un tajo a la serpiente sin matarla. Sanará y se repondrá, mientras nuestra pobre inquina sigue expuesta a sus colmillos. Que se hunda todo el universo, que perezcan ambos mundos antes que tomar alimento en el temor y dormir en la tortura de los sueños espantosos que me agitan cada noche. Más vale estar con los muertos, a quienes, por ganar mi paz, mandé a la paz, que yacer en este potro del espíritu en insomne frenesí. Duncan está en la tumba: tras la fiebre convulsa de la vida duerme bien; la traición llegó a su máximo; ni acero, veneno, odio interno, tropas extranjeras, nada puede ya alcanzarle más. Comment: El terrenal y el celestial. 41 LADY MACBETH ¡Vamos! Querido esposo, suaviza esa frente arrugada y esta noche muéstrate radiante y jovial ante tus invitados. MACBETH Así lo haré, mi_ amor. Tú también, te lo suplico. Pon tu pensamiento en Banquo, ríndele honores con los ojos y la lengua. Al no estar seguros, lavemos nuestra honra en las aguas del halago. Que nuestra cara sea la máscara del pecho y lo encubra. LADY MACBETH No sigas así. MACBETH ¡Ah, esposa! Tengo el alma llena de escorpiones. Sabes que Banquo y su Fleance aún viven. LADY MACBETH Mas en ellos la estampa de la vida no es eterna. MACBETH Aún hay consuelo, son vulnerables, conque ánimo. Antes que dé fin el enclaustrado vuelo del murciélago y a la llamada de la negra Hécate el zumbido del inmundo escarabajo anuncie la noche soñolienta, se habrá cumplido una acción de horrible cuño. LADY MACBETH ¿Qué acción? MACBETH No quieras conocerla, mi paloma, hasta aplaudirla. - Ven, noche cegadora, véndale los tiernos ojos al día compasivo y con tu mano sangrienta a invisible anula y destruye el gran vínculo que tanto me horroriza. La noche se espesa y hacia el bosque tenebroso vuela el cuervo. La bondad del día decae y reposa, y acechan los negros seres de las sombras. Oírme te pasma. Mas no estés inquieta: lo que el mal emprende con mal se refuerza. Te lo ruego, ven conmigo. 42 En cuanto a mí, me mezclaré con los presentes y haré de humilde anfitrión. La reina permanecerá en su sillón, mas oportunamente rogaré su bienvenida. LADY MACBETH Mi señor, dásela a todos en mi nombre, pues los acojo de todo corazón. Entra el ASESINO 1.° MACBETH Mira, te responden con afable gratitud.- Los dos lados, iguales. Me sentaré en el centro. Prodigad alegría. Ahora pasaré la copa por la mesa. [Al ASESINO] Llevas sangre en la cara. ASESINO 1.° Es la de Banquo. MACBETH Mejor en tu exterior que dentro de él. ¿Está muerto? ASESINO 1.° Degollado, señor Yo lo hice. MACBETH Eres el mejor degollador, aunque bueno es también el que mató a Fleance. Si fuiste tú, no tienes rival. ASESINO 1.° Soberano señor, Fleance ha escapado. MACBETH Ya vuelve mi angustia. Si no, estaría sereno; entero como el mármol, firme como roca, tan libre como el aire que me envuelve. Ahora estoy encerrado, encarcelado, cautivo, preso de insolentes dudas y temores. - Pero Banquo, ¿está seguro? ASESINO 1.° Sí, mi señor. Seguro en un foso, con veinte tajos que le surcan la cabeza; el menor era de muerte. 45 MACBETH Gracias. - Ahí yace la serpiente; su cría ha huido y tiene vida que podrá criar veneno, aunque ahora está sin dientes. – Vete ya, mañana nos veremos. Sale el ASESINO 1.° LADY MACBETH Mi regio esposo, no das acogimiento. Un banquete es comida que se cobra si, en su curso, no se brindan atenciones: hay que mostrar complacencia. Por comer, más vale quedar en casa; fuera de ella no hay festín sin cortesías, tan sólo una triste reunión. Entra el espectro de BANQUO y se sienta en el sitio de MACBETH. MACBETH ¡Mi fiel recordadora! – La buena digestión dé servicio al apetito, y salud para los dos. LENNOX Dignaos tomar asiento, Majestad. MACBETH Todas las glorias del país se hallarían bajo este techo si no faltara el gentil Banquo, a quien prefiero acusar de negligencia que llorarle una desgracia. ROSS Señor, su ausencia empaña su promesa. Majestad, dignaos favorecernos con vuestra augusta compañía. MACBETH No hay sitio en la mesa. LENNOX Aquí hay uno reservado. MACBETH 46 ¿Dónde? LENNox Aquí, señor. ¿Qué es lo que os agita, Majestad? MACBETH ¿Quién de vosotros ha hecho esto? NOBLES ¿Qué, señor? MACBETH [al espectro] Tú no puedes decir que he sido yo. ¡No sacudas contra mí tu melena ensangrentada! ROSS Levantaos, caballeros. El rey está indispuesto. LADY MACBETH Sentaos, nobles amigos. Mi esposo ha estado así desde muy joven. Seguid sentados: el acceso es pasajero, en seguida estará bien. Si os fijáis mucho en él le ofenderéis y alargaréis su mal. Comed, no le hagáis caso. - ¿Tú eres hombre? MACBETH Sí, un valiente que no teme mirar lo que aterraría al diablo. LADY MACBETH ¡Qué estupidez! No es más que la imagen de tu espanto, la daga aérea que decías que te llevó a Duncan. Ah, estos ataques y rachas, impostores del terror, convendrían a un cuento de viejas contado al amor de la lumbre. ¡Ah, deshonra! ¿A qué vienen esas muecas? A1 final, no ves más que un asiento. MACBETH ¡Mira ahí! ¡Ve, mira, contempla! ¿Qué dices? – [Al espectro] ¡Qué me importa! Si inclinas la cabeza, habla también. Si osarios y tumbas nos devuelven a los muertos, ya no habrá más panteones que el buche de los milanos. [Sale el espectro.] 47 A todos, feliz noche. Salen NOBLES [y acompañamiento]. MACBETH Quiere sangre, dicen: la sangre quiere sangre. Se sabe que las piedras se han movido y los árboles hablado; agüeros, relaciones explicadas valiéndose de urracas, grajos y cornejas, hallaron al criminal más oculto. ¿Qué hora es? LADY MACBETH La hora en que pugnan noche y día. MACBETH ¿Qué me dices de Macduff, que desatiende mi solemne invitación? LADY MACBETH ¿Le has citado, señor? MACBETH No; me lo han dicho. Pero le citaré: no hay ninguno en cuya casa yo no tenga un informante. Mañana, y bien temprano, iré a ver a las Hermanas Fatídicas. Quiero saber más; estoy decidido a oír lo peor por el peor medio. Nada ha de estorbarme. Estoy tan adentro en un río de sangre que, si ahora me estanco, no será más fácil volver que cruzarlo. Llevo en la cabeza ideas extrañas que han de ejecutarse antes de estudiarlas. LADY MACBETH Te falta la sal de la vida, el sueño. MACBETH Vamos a dormir. Sólo es mi quimera temor de novicio: le falta experiencia. En acción aún somos nuevos. Salen. 50 III.v Truenos. Entran las tres BRUJAS al encuentro de HÉCATE. BRUJA I.a Estás airada, Hécate. ¿Qué pasa? HÉCATE ¿Y no hay motivo, viejas harapientas? Pues, ¿cómo habéis tenido la insolencia de tratar con Macbeth para moverle con enigmas y pláticas de muerte y yo, divinidad de vuestros ritos, y secreta urdidora de perjuicios, nunca he sido llamada a tener parte ni dar gloria y honor a nuestro arte? Y lo peor es que sólo habéis logrado trabajar al servicio de un reacio, rencoroso y brutal que, como todos, no os ama más que en beneficio propio. Ahora, pues enmienda os corresponde, partid y, junto al pozo de Aqueronte, buscadme de mañana, que allí mismo él irá a preguntaros su destino. Aprestad los calderos, los encantos, los conjuros y todo lo obligado. Asciendo al aire: pienso dedicar esta noche a un propósito fatal. El día grandes cosas nos anuncia. Ahora pende de un cuerno de la luna una gota espumosa de gran magia; me he propuesto cogerla cuando caiga. Destilada por métodos ocultos, invocará a espíritus astutos que, en virtud de su equívoca ilusión, le hundirán en la ruina y perdición. Despreciando la muerte, el propio sino, confiará sin temor, piedad ni juicio: La despreocupación, lo sabéis ya, es la gran enemiga de un mortal. Música y canción. Comment: En la mitología griega, río del mundo subterráneo, considerado corno linde entre el mundo de los vivos y el reino de los muertos. 51 Silencio: me llaman. Mi pequeño trasgo en nube brumosa me aguarda sentado. Cantan dentro «Vente ya, vente ya, etc.». BRUJA I.a Vámonos, deprisa. Ella volverá pronto. Salen. III.vi Entran LENNOX y otro NOBLE. LENNOX Lo que yo decía casa con vuestras ideas; haced vuestras deducciones. Yo sólo digo que todo ha ocurrido de un modo extraño. El augusto Duncan fue llorado por Macbeth (vaya, había muerto) y el valiente Banquo paseaba muy tarde. Digamos que Fleance lo mató, pues Fleance huyó: no se debe pasear tan tarde. ¿Quién podría no pensar que Malcolm y Donalbain, matando a su augusto padre, no cometieron una acción monstruosa? ¡Ese crimen! ¡Cómo apenó a Macbeth! ¿No corrió en piadosa cólera a destrozar a los culpables, esclavos del sueño y la bebida? ¿No fue un acto de nobleza? Sí, y de prudencia, pues cualquier alma se habría enfurecido oyendo a esos hombres negarlo. Así que digo que ha llevado bien las cosas y creo que, de estar bajo su férula los hijos de Duncan (no lo estarán, Dios mediante), ya verían lo que es matar a un padre; Fleance, también. Pero alto, pues por hablar claro y no acudir al festín del tirano, me han dicho que Macduff ha caído en desgracia. Señor, ¿sabéis dónde reside? NOBLE El primogénito de Duncan, 52 TODAS Dobla, dobla la zozobra; arde, fuego; hierve, olla. BRUJA 2.a Enfriad el caldo con sangre de mico y firme y seguro será nuestro hechizo. Entra HÉCATE con otras tres brujas. HÉCATE ¡Buen trabajo! Alabo vuestra maña, y todas tendréis parte en la ganancia. Ahora cantad en torno del caldero, girad como las hadas y los elfos para hechizo de todo lo que hay dentro. Música y canción: «Espíritus negros, etc.». BRUJA 2.a Los pulgares me hormiguean: algo malvado se acerca. Abran, llaves, a quien llame. Entra MAcBETH. MACBETH Bien, sombrías y enigmáticas brujas de medianoche. ¿Qué hacéis? TODAS Una acción sin nombre. MACBETH Yo os conjuro, en nombre de vuestro arte, cualquiera que sea su fuente, que me respondáis. Aunque desatéis los vientos y los lancéis contra las iglesias; aunque el mar encrespado aniquile y se trague las embarcaciones; aunque se abata el trigo verde y se derriben los árboles; aunque caigan los castillos sobre sus guardianes; aunque se inclinen palacios y pirámides; aunque se derrumbe 55 el granero de gérmenes de la naturaleza hasta saciar a la propia destrucción: responded a mis preguntas. BRUJA I.a Habla. BRUJA 2.a Pregunta. BRUJA 3.a Responderemos. BRUJA I.a Dinos si prefieres que hable nuestra boca o la de nuestros amos. MACBETH Llamadlos, que los vea. BRUJA I.a Verted sangre de la cerda que engulló a sus nueve crías; grasa que sudó horca de asesino, echadla en seguida a las llamas. TODAS Seas de abajo o de arriba, ven y muéstrate luciendo tu maestría. Truenos. Primera aparición: cabeza cubierta con yelmo. MACBETH Fuerza ignota, dime... BRUJA I.a Sabe lo que piensas: oye sus palabras; hablarle no quieras. APARICIÓN ¡Macbeth, Macbeth, Macbeth! ¡Atento a Macduff, atento al Barón de Fife! Dejadme ya. Desciende. MACBETH Quienquiera que seas, gracias por tu aviso. 56 Acertaste mi temor. Pero escucha... BRUJA I.a No admite órdenes. Otro aún más poderoso viene ahora. Truenos. Segunda aparición: niño ensangrentado. APARICIÓN ¡Macbeth, Macbeth, Macbeth! MACBETH ¡Quién tuviera tres oídos para oírte! APARICIÓN Sé cruel, resuelto, audaz. Ríete del poder del hombre: nadie nacido de mujer a Macbeth podrá dañar. Desciende. MACBETH Entonces vive, Macduff. ¿Qué puedo temer de ti? Con todo, daré doble certeza a lo ya cierto tomando al destino por garante: morirás y yo diré embustero al miedo cobarde y dormiré a pesar del trueno. Truenos. Tercera aparición: niño coronado, con un árbol en la mano. ¿Quién es este que, semejante al hijo de un rey, se eleva ciñendo a sus sienes de niño la corona de la majestad? TODAS Escucha y no le hables. APARICIÓN Ten brío de león, sé altivo y no atiendas a quien incomoda, conspira o se inquieta: Macbeth no caerá vencido hasta el día en que contra él el bosque de Birnam suba a Dunsinane. Comment: Según las crónicas, Macbeth dejó su castillo de Inverness tras hacerse construir otro sobre el monte Dunsinane (situado al oeste de Escocia, entre las ciudades de Perth y Dundee). 57 ¿No pasaron por tu puesto? LENNOX De verdad que no, señor. MACBETH Infecto quede el aire en que cabalgan y malditos cuantos de ellas se fíen. He oído un galopar de caballos. ¿Quién venía? LENNOX Señor, dos o tres que os traen la noticia de que Macduff ha huido a Inglaterra. MACBETH ¿Huido a Inglaterra? LENNOX Sí, mi señor. MACBETH Tiempo, me impides los actos horrendos. A la fugaz intención no se le da alcance si no le sigue una acción rápida. Desde ahora, las primicias de mi pecho serán las primicias de mi mano. Y ahora mismo, por coronar el pensamiento, sea dicho y hecho: tomaré por sorpresa el castillo de Macduff, ocuparé Fife; pasaré a cuchillo a su mujer, sus criaturas y su triste descendencia. No es la bravata de un tonto: antes que se enfríe, cumpliré el propósito. Basta de visiones. - ¿Dónde están los mensajeros? Ven, llévame donde estén. Salen. IVii Entran LADY MACDUFF, su Hijo y ROSS. LADY MACDUFF ¿Qué es lo que ha hecho que le obligue a huir? ROSS Tienes que dominarte. LADY MACDUFF Él no lo hizo. Huir fue una locura. Cuando no nuestros actos, nuestro miedo 60 nos vuelve traidores. ROSS Si fue miedo o prudencia no lo sabes. LADY MACDUFF ¿Prudencia? ¿Abandonar a su mujer, sus criaturas, su hogar, su hacienda en un sitio del que él mismo huye? No nos quiere. No tiene sentimientos de padre. Hasta el pobre reyezuelo, el más menudo pajarillo, defiende a las crías de su nido contra el búho. Todo es miedo, no hay cariño; y apenas hay prudencia cuando huir está tan fuera de razón. ROSS Cálmate, querida prima, te lo ruego. Tu marido es noble, prudente, ponderado y entiende bien las convulsiones del momento. No me atrevo a seguir, mas crueles son los tiempos en que somos traidores y no nos conocemos; en que se juzga el rumor según lo que se teme sin saber lo que se teme; en que nos lleva cada impulso y movimiento de un mar agitado. Debo despedirme; no tardaré mucho en volver a verte. Cesarán los grandes males o retrocederán adonde estaban antes. - Jovencito, que Dios te bendiga. LADY MACDUFF Tiene padre y está huérfano. ROSS Me emociono tanto que, si me quedara, sería mi sonrojo y tu desconcierto. Me despido ya. Sale. LADY MACDUFF, Niño, tu padre ha muerto. ¿Qué harás tú ahora? ¿Cómo vivirás? HIJO 61 Como los pájaros, madre. LADY MACDUFF ¿Cómo? ¿De gusanos y moscas? HIJO De lo que encuentre, como hacen ellos. LADY MACDUFF ¡Pobre pajarillo! ¿No tendrás miedo de la red, la liga, el lazo o la trampa? HIJO ¿Por qué, madre? No las ponen para los pájaros pobres. Y, digas lo que digas, mi padre no ha muerto. LADY MACDUFF Sí que ha muerto. ¿Qué harás sin un padre? HIJO ¿Y tú qué harás sin un marido? LADY MACDUFF Yo puedo comprarme veinte donde quiera. HIJO Pues los comprarás para venderlos. LADY MACDUFF Hablas como un niño, aunque, la verdad, como un niño muy listo. HIJO Madre, ¿mi padre fue un traidor? LADY MACDUFF Sí lo fue. HIJO ¿Qué es un traidor? LADY MACDUFF Pues uno que jura y miente. HIJO ¿Y todos los que lo hacen son traidores? LADY MACDUFF Todo el que lo hace es un traidor y hay que ahorcarlo. HIJO ¿Y hay que ahorcar a todos los que juran y mienten? LADY MACDUFF A todos. 62 Tú le has querido, él no te ha tocado. Soy joven, y conmigo bien podrías ganarte su favor. Sería muy juicioso ofrendar un corderillo débil e inocente y aplacar a un dios airado. MACDUFF Yo no soy un traidor. MALCOLM Pero Macbeth sí. Hasta un alma buena y virtuosa puede flaquear ante una orden regia. Mas perdóname: mis ideas no pueden cambiar lo que tú eres. Los ángeles aún brillan, aunque cayera el más brillante. La maldad puede disfrazarse de virtud, mas la virtud no lleva máscara. MACDUFF He perdido mi esperanza. MALCOLM Quizá donde nace mi recelo. ¿Por qué sin despedirte, de improviso, dejaste esposa a hijos, valiosos alicientes, fuertes nudos de amor? Te lo ruego, que no te deshonren mis sospechas: es por mi seguridad. Tal vez seas muy leal, piense yo lo que piense. MACDUFF ¡Desángrate, pobre patria! Gran tiranía, pon sólidos cimientos: la bondad no se atreve a contenerte. Cíñete tu agravio: lo confirmó tu derecho. Adiós, señor. Yo no sería el canalla que pensáis por todo el territorio del tirano con el Oriente y sus riquezas. MALCOLM No te ofendas. No hablo así porque sienta total desconfianza. Creo que nuestra patria se hunde bajo el yugo, sangra, llora, y que cada día se añade a sus heridas otra cuchillada. También creo que por mi causa se alzarían muchas manos 65 y aquí el rey inglés me ha ofrecido generoso varios miles. Y, sin embargo, cuando pise la cabeza del tirano o la clave en la punta de mi espada, la pobre Escocia sufrirá males peores, más padecimientos y de más maneras que nunca con el que le suceda. MACDUFF ¿Quién será? MALCOLM Me refiero a mí mismo, en quien está tan injertado todo género de vicios que, cuando se destapen, el negro Macbeth parecerá más blanco que la nieve y el pobre país le tendrá por un cordero, comparado con mis vicios infinitos. MACDUFF De las legiones del horrible infierno jamás saldrá un diablo más maldito en sus maldades que Macbeth. MALCOLM Es cierto que es sanguinario, lascivo, codicioso, pérfido, falsario, violento, malicioso, con tintes de todo pecado que tenga nombre. Pero mi lujuria no tiene fondo, ninguno. Vuestras esposas, hijas, madres y doncellas no podrían llenar mi pozo, y mi pasión derribaría cualquier barrera de pudor que se opusiera a mi deseo. Antes que uno así, mejor que reine Macbeth. MACDUFF La intemperancia sin freno es tirana de la vida: ha causado la prematura pérdida de tronos y la caída de muchos reyes. Mas no temáis tomar lo que es vuestro: en secreto podéis dar campo libre a los placeres pareciendo casto y así engañando al mundo. Damas complacientes no escasean y en vos 66 no puede haber tal buitre que devore a cuantas se ofrezcan a la soberanía al verla en tal disposición. MALCOLM Además, crece en mi carácter mal compuesto codicia tan insaciable que, si yo fuera rey, acabaría con los nobles por tener sus tierras, desearía las joyas de éste, la casa de aquél, y tener más sería como una salsa que más hambre me diera, haciéndome emprender injustos pleitos contra fieles y leales para hundirlos por sus bienes. MACDUFF La codicia arraiga hondo y crece con raíces más perversas que la lujuria, flor de verano; fue la espada que dio muerte a muchos reyes nuestros. Mas no temáis: Escocia es pródiga en recursos que colmarán vuestro deseo, y sólo en vuestras propias tierras. Todo eso lo equilibran las virtudes. MALCOLM Que yo no tengo. Las que convienen a un rey, como justicia, verdad, templanza, constancia, largueza, perseverancia, clemencia, humildad, entrega, paciencia, valor, fortaleza, en mí ni asoman. En cambio, soy fecundo en variaciones sobre cada delito, que practico de muchas maneras. Si tuviese yo el poder, echaría la miel de la concordia a los infiernos, turbaría la paz del mundo, destruiría la unidad de la tierra. MACDUFF ¡Ah, Escocia, Escocia! MALCOLM Si alguien así es digno de reinar, dilo. Yo soy el que he dicho. MACDUFF ¿Digno de reinar? No, ni de vivir. ¡Ah, mísero país! Con un tirano usurpador, de cetro ensangrentado, 67 Mi muy noble pariente, bienvenido. MALCOLM Ahora le conozco. Que Dios quite pronto las causas que nos cambian en extraños. ROSS Así sea. MACDUFF ¿Está Escocia donde estaba? ROSS ¡Ah, pobre patria! Apenas se conoce. Ya no puede llamarse nuestra madre, sino nuestra tumba, donde, salvo al ignorante, a nadie se ve sonreír; donde no se oyen los suspiros, ayes y gemidos que rasgan el aire; donde el dolor más violento parece un vulgar trastorno. Ya nadie pregunta por quién tocan a muerto, y los hombres de bien caen antes que la flor de su sombrero, muriendo sin enfermar. MACDUFF Un relato muy elaborado, aunque muy cierto. MALCOLM ¿Cuál es el último dolor? ROSS El de hace una hora ya lo silban; cada minuto engendra uno nuevo. MACDUFF ¿Cómo está mi esposa? ROSS Pues bien. MACDUFF ¿Y mis hijos? ROSS Bien también. MACDUFF ¿No ha turbado su paz ese tirano? ROSS No, estaban en paz cuando los dejé. MACDUFF No escatimes las palabras. ¿Cómo va todo? 70 ROSS Cuando venía para traer las nuevas que llevo con pesar, corrió el rumor de que se alzaban muchos hombres dignos, lo que pude comprobar personalmente al ver movilizadas las tropas del tirano. Es la hora de ayudar. Vuestra presencia en Escocia crearía soldados y aun las mujeres lucharían por atajar sus desventuras. MALCOLM Que les conforte saber que ya vamos. El augusto rey inglés nos presta diez mil hombres y al buen Siward. No hay soldado mejor ni más curtido en toda la cristiandad. ROSS Ojalá pudiera yo corresponder a ese consuelo. Mis palabras sólo son para gritar en el vacío, donde nadie pueda oírlas. MACDUFF ¿De qué se trata? ¿Es de interés general o es dolor que concierne a una persona? ROSS Ningún alma honrada podrá sustraerse a esta angustia, aunque la parte principal te pertenece a ti. MACDUFF Si es mía, no te la guardes. Vamos, dámela. ROSS Que tus oídos no desprecien mi lengua de por vida: el sonido que va a darles será el más triste que jamás oyeron. MACDUFF ¡Mmm! Creo que lo adivino. ROSS Asaltaron tu castillo. Mataron salvajemente a tu mujer y tus criaturas. Contarte cómo, sería añadir tu muerte 71 al montón de pobres víctimas. MALCOLM ¡Cielos clementes! – Vamos, no tires del sombrero hacia los ojos. Expresa tus penas: dolor que te guardes musita a tu pecho y le pide que estalle. MACDUFF ¿Mis hijos también? ROSS Esposa, hijos, servidumbre, todos los que hallaron. MACDUFF ¡Y yo tan lejos! - ¿Mataron a mi esposa? ROSS Ya lo he dicho. MALCOLM Consuélate. Nuestra gran venganza será la medicina que cure este dolor. MACDUFF Él no tiene hijos. ¿Todos mis pequeños? ¿Has dicho todos? ¡Buitre del infierno! ¿Todos? ¿Todos mis polluelos con su madre de un cruel zarpazo? MALCOLM Afróntalo como un hombre. MACDUFF Así lo haré, mas también debo sentirlo como un hombre. No puedo olvidar que existían unos seres que me eran tan queridos. ¿El cielo fue testigo y no los defendió? Macduff pecador, murieron por tu culpa. Malvado de mí, no por sus ofensas, sino por las mías, la muerte cayó sobre sus almas. El cielo les dé paz. MALCOLM Afila tu espada en tu dolor. Tu pena se convierta en rabia y no te embote el ánimo: que te lo irrite. MACDUFF ¡Ah, podría llorar como mujer y bramar 72 Aún queda olor a sangre. Todos los perfumes de Arabia no darán fragancia a esta mano mía. ¡Ah, ah, ah! MÉDICO ¡Qué suspiro! Grave carga la de su corazón. DAMA Ni por toda la realeza de su cuerpo llevaría yo en el pecho un corazón así. MÉDICO Bien, bien, bien. DAMA Dios quiera que así sea, señor. MÉDICO A este mal no llega mi ciencia. Con todo, he conocido sonámbulos que murieron en su lecho santamente. LADY MACBETH Lávate las manos, ponte la bata, no estés tan pálido: te repito que Banquo está enterrado; no puede salir de la tumba. MÉDICO ¿Es posible? LADY MACBETH Acuéstate, acuéstate. Están llamando a la puerta. Ven, ven, ven, ven, dame la mano. Lo hecho no se puede deshacer. Acuéstate, acuéstate, acuéstate. Sale. MÉDICO ¿Va a acostarse? DAMA Ahora mismo. MÉDICO Corren temibles rumores; actos monstruosos engendran males monstruosos; almas viciadas descargan sus secretos a una almohada sorda: más que un médico, necesita un sacerdote. Dios, Dios nos perdone a todos. Cuidad de ella, apartad de su lado cuanto pueda dañarla y vigiladla de cerca. Buen descanso: lo que he visto me aturde y deja asombrado. 75 Pienso, mas no me atrevo a hablar. DAMA Buenas noches, doctor. Salen. Vii Entran, con tambores y bandera, MENTETH, CATHNESS, ANGUS, LENNOX y soldados. MENTETH El ejército inglés ya está cerca; lo mandan Malcolm, su tío Siward y el buen Macduff. La venganza arde en ellos: su justa causa movería al hombre más insensible a fiero y sangriento combate. ANGUS Los encontraremos junto al bosque de Birnam: es por donde vienen. CATHNESS ¿Sabe alguien si Donalbain va con su hermano? LENNOX No, seguro que no. Tengo una lista de toda la nobleza: está el hijo de Siward y muchos imberbes que por vez primera ostentan su hombría. MENTETH ¿Qué hace el tirano? CATHNESS Fortifica reciamente el gran Dunsinane. Unos dicen que está loco; otros, que le odian menos, lo llaman intrépida furia. Lo cierto es que no puede abrochar su mórbida causa en la correa del orden. ANGUS Ahora siente sus crímenes secretos pegados a las manos. Ahora, a cada instante, las revueltas condenan su perfidia; cuando manda, le obedecen porque manda, nunca por afecto. Ahora ve que la realeza le viene muy ancha, como ropa de gigante 76 sobre un ladrón enano. MENTETH ¿A quién puede extrañarle que sus nervios torturados se encojan de pavor, cuando todo lo que lleva en ese cuerpo se avergüenza de ocuparlo? CATHNESS Bien, en marcha, a rendir acatamiento a quien le corresponde. Vayamos al encuentro del médico que ha de sanar esta nación y derramemos con él cuantas gotas de sangre purguen nuestra patria. LENNOX Todas cuantas puedan regar la flor regia y anegar la mala hierba. ¡En marcha hacia Birnam! Salen marchando. Viii Entran MACBETH, el MÉDICO y acompañamiento. MACBETH ¡No me traigáis más noticias! ¡Que huyan todos! Mientras el bosque de Birnam no venga a Dunsinane, no cederé al miedo. ¿Quién es el niño Malcolm? ¿No nació de mujer? Los espíritus que saben todo humano acontecer me aseguraron: «No temas, Macbeth. Nadie nacido de mujer tendrá poder sobre ti.» Conque huid, falsos barones, y mezclaos con esos epicúreos de ingleses: ni la mente que me guía ni mi pecho flaqueará en la duda o cejará por miedo. Entra un CRIADO. ¡El diablo lo ponga negro, pálido imbécil! ¿De dónde sacaste esa cara de ganso? CRIADO Señor, hay diez mil... Comment: Es decir, Malcolm. 77 nunca por dinero habría de volver. Salen. V.iv Entran, con tambores y bandera, MALCOLM, SI- WARD, MACDUFF, el JOVEN SIWARD, MENTETH, CATHNESS, ANGUS y soldados en marcha. MALCOLM Parientes, espero que esté cerca el día en que nuestra alcoba sea un lugar seguro. MENTETH No nos cabe duda. SIWARD ¿Qué bosque es el de ahí enfrente? MENTETH El bosque de Birnam. MALCOLM Que cada soldado corte una rama y la lleve delante. Así encubriremos nuestro número, y quienes nos observen errarán su cálculo. SOLDADO A vuestras órdenes. SIWARD Según nuestras noticias, el tirano aguarda confiado en Dunsinane y dejará que le pongamos cerco. MALCOLM Esa es su esperanza, pues, cuando ha habido ocasión de escapar, nobles y humildes le han abandonado y sólo están con él unos míseros forzados que le siguen sin ánimo. MACDUFF Que el justo dictamen venga tras los hechos; ahora entremos en acción marcial. SIWARD Se acerca la hora en que se podrá distinguir de cierto 80 lo que nuestro llamamos y lo que es nuestro. Nutren esperanzas las suposiciones, mas la certidumbre la darán los golpes. ¡Hacia ella avance la guerra! Salen en marcha. V.v Entran MACBETH, SEYTON y soldados, con tambores y bandera. MACBETH ¡Izad los estandartes sobre las murallas! Siguen gritando: «¡Ya vienen! » La robustez del castillo se reirá del asedio. Ahí queden hasta que se los coma la peste y el hambre. De no estar reforzados por los nuestros, los habríamos combatido cara a cara hasta echarlos a su tierra. Gritos de mujeres, dentro. ¿Qué ruido es ese? SEYTON Gritos de mujeres, mi señor. [Sale.] MACBETH Ya casi he olvidado el sabor del miedo. Hubo un tiempo en que el sentido se me helaba al oír un chillido en la noche, y mi melena se erizaba ante un cuento aterrador cual si en ella hubiera vida. Me he saciado de espantos, y el horror, compañero de mi mente homicida, no me asusta. [Entra SEYTON.] ¿Por qué esos gritos? SEYTON 81 Mi señor, la reina ha muerto. MACBETH Había de morir tarde o temprano; alguna vez vendría tal noticia. Mañana, y mañana, y mañana se arrastra con paso mezquino día tras día hasta la sílaba final del tiempo escrito, y la luz de todo nuestro ayer guió a los bobos hacia el polvo de la muerte. ¡Apágate, breve llama! La vida es una sombra que camina, un pobre actor que en escena se arrebata y contonea y nunca más se le oye. Es un cuento que cuenta un idiota, lleno de ruido y de furia, que no significa nada. Entra un MENSAJERO. Tú vienes a usar la lengua. ¡Venga la noticia! MENSAJERO Augusto señor, debo informar de lo que he visto, aunque no sé cómo hacerlo. MACBETH Pues dilo ya. MENSAJERO Estando de vigía ahí en lo alto, he mirado hacia Birnam y me ha parecido que el bosque empezaba a moverse. MACBETH ¡Infame embustero! MENSAJERO Sufra yo vuestra cólera si miento: podéis ver que se acerca a menos de tres millas. Repito que el bosque se mueve. MACBETH Si no es cierto, te colgaré vivo del primer árbol hasta que el hambre te seque. Si es verdad, no me importa que lo hagas tú conmigo. - Refreno mi determinación; ya recelo de equívocos del diablo, 82 Fortuna, deja que lo encuentre, que más no te pido. Sale. Fragor de batalla. Entran MALCOLM y SIWARD. SIWARD Por aquí. El castillo se rinde de grado. Los hombres del tirano dividen sus lealtades, los nobles barones pelean con ardor, la victoria se anuncia casi nuestra y poco resta por hacer. MALCOLM Algunos del bando enemigo combaten de nuestro lado. SIWARD Y ahora, entra en el castillo. Salen. Fragor de batalla. Entra MACBETH. MACBETH ¿Por qué voy a hacer el bobo romano y morir por mi espada? Mientras vea hombres vivos, en ellos lucen más las cuchilladas. Entra MACDUFF. MACDUFF ¡Vuélvete, perro infernal, vuélvete! MACBETH De todos los hombres sólo a ti he rehuido. Vete de aquí: mi alma ya está demasiado cargada de tu sangre. MACDUFF No tengo palabras; hablará mi espada, tú, ruin, el más sanguinario que pueda proclamarse. Luchan. Fragor de batalla. MACBETH 85 Tu esfuerzo es en vano. Antes que hacerme sangrar, tu afilado acero podrá dejar marca en el aire incorpóreo. Caiga tu espada sobre débiles penachos. Vivo bajo encantamiento, y no he de rendirme a nadie nacido de mujer. MACDUFF Desconfía de encantamientos: que el espíritu al que siempre has servido te diga que del vientre de su madre Macduff fue sacado antes de tiempo. MACBETH Maldita sea la lengua que lo dice y amedrenta lo mejor de mi hombría. No creamos ya más en demonios que embaucan y nos confunden con esos equívocos, que nos guardan la promesa en la palabra y nos roban la esperanza. - Contigo no lucho. MACDUFF Entonces, ríndete, cobarde, y vive para ser espectáculo del mundo. Te llevaremos, como a un raro monstruo, pintado sobre un poste con este letrero: «Ved aquí al tirano». MACBETH No pienso rendirme para morder el polvo a los pies del joven Malcolm y ser escarnio de la chusma injuriosa. Aunque el bosque de Birnam venga a Dunsinane y tú, mi adversario, no nacieras de mujer, lucharé hasta el final. Empuño mi escudo delante del cuerpo: pega bien, Macduff; maldito el que grite: «¡Basta, basta ya!» Salen luchando. Fragor de batalla. Entran luchando y MACBETH [cae] muerto. [Sale MACDUFF con el cuerpo de MACBETH.] Toque de retreta. Trompetas. Entran, con tambores y bandera, MALCOLM, SIWARD, ROSS, barones y soldados. 86 MALCOLM Ojalá los amigos que faltan estén a salvo. SIWARD Habrán muerto algunos, aunque, viendo los presentes, tan grande victoria no ha sido costosa. MALCOLM Faltan Macduff y vuestro noble hijo. ROSS Señor, vuestro hijo pagó la deuda del soldado. Vivió para llegar a ser un hombre, mas, no bien hubo confirmado su valor en el puesto en que luchó inconmovible, murió como un hombre. SIWARD ¿Así que ha muerto? ROSS Sí, y ya le han retirado del campo. No midáis vuestro dolor por su valía, pues entonces sería infinito. SIWARD ¿Fue herido por delante? ROSS Sí, de frente. SIWARD Sea entonces soldado de Dios. Si tuviera tantos hijos como tengo cabellos, no podría desearles mejor muerte. Su campana ya ha doblado. MALCOLM Él merece más duelo; yo se lo daré. SIWARD Ya más no merece: su cuenta ha pagado con su hermosa muerte. Dios sea con él. Aquí viene más consuelo. Entra MACDUFF con la cabeza de MACBETH. 87
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