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libro Pedro Paramo de Juan Rulfo en 1955Encarna también una realidad propia del mundo lati, Guías, Proyectos, Investigaciones de Lengua y Literatura

edro Páramo es una novela escrita por el mexicano Juan Rulfo en el año 1955, que se ha convertido en un clásico de la literatura. Se enmarca en un tópico literario universal: el hijo que busca a su padre para reclamar su lugar. Encarna también una realidad propia del mundo latinoamericano del siglo XX: el papel del caciquismo y la violencia en la conformación social.

Tipo: Guías, Proyectos, Investigaciones

2022/2023

Subido el 23/04/2023

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emilia-sanchez-1 🇪🇸

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¡Descarga libro Pedro Paramo de Juan Rulfo en 1955Encarna también una realidad propia del mundo lati y más Guías, Proyectos, Investigaciones en PDF de Lengua y Literatura solo en Docsity! Integrantes • Fernanda Sagal • Jeisy Rivera • Paola Vélez • Emilia Sánchez Resumen de la Novela La novela cuenta como Juan Preciado va en busca de su padre Pedro Páramo hasta el pueblo de Comala en Jalisco, un lugar vacío y sin vida. Allí Juan descubrió que toda la gente del pueblo se llama Páramo y que muchos de ellos son sus hermanos y su padre Pedro Páramo está muerto El muere y se convierte en un fantasma, gracias a eso descubre que su papá Pedro Páramo era mujeriego, ladrón y asesino. El cual tiene un hijo que era casi peor qué que él. DATOS SOBRE EL AUTOR: Juan Nepomuceno Carlos Pérez Rulfo Vizcaíno fue un escritor, guionista y fotógrafo mexicano, perteneciente a la Generación del 52, es considerado uno de los escritores hispanoamericanos más importantes del siglo XX, su rreputación se asienta en dos de sus tres obras narrativas: el libro de cuentos El Llano en llamas, publicado en 1953, y su novela Pedro Páramo, publicada en 1955. PARRAFO PARAFRASEADO: —¡Buena noche! —me comentó. Con mi mirada le seguí. Le grité. —¿Dónde vive doña Eduviges? Y ella indicó con el dedo: —Es la vivienda cerca al puente. Me percaté su voz estaba realizada de hilos humanos, que su boca poseía dientes y una lengua que se trababa y destrababa al dialogar, que sus ojos eran iguales a todos los que habitaban en el planeta. Había Anochecido Regresó a desearme una buena noche. Y pese a que no había chicos jugando, ni aves, ni techos azules, percibí que el poblado tenía vida. Y que si yo sólo oía el sigilo, era que todavía no me encontraba familiarizado al sigilo; puesto que, mi cabeza venía repleta de voces y sonidos. Sí, de voces. Y aquí, donde el viento era limitado, se escuchaban mejor. Permanecían adentro de uno, molestas. Recordé lo que mi mamá me dijo. «Allá me escucharás mejor. Cerca estaré de ti. Oirás más cercana la voz de mis memorias que la de mi deceso, si es que en cualquier momento el deceso ha tenido alguna voz». Mi mamá… la viva. Me hubiese encantado decirle: «Te confunfiste de casa. Me entregaste mal la dirección. Me mandaste al “¿dónde es esto y dónde es aquello?”. A un pueblo abandonado. Intentando encontrar a alguien que no existe». Arribé a la vivienda del puente guiándome por el sonar del flujo de agua. Golpeé el pórtico; pero en falso. Mi palma se movió en el viento como si el viento la hubiese abierto. Una mujer vivía ahí. Me mencionó: —Siga usted. Y pasé. Había permanecido en Comala. El trajinero, que continuó al borde, me avisó antes de marcharse: —Yo me dirijo más allá, donde se observa la unión de las colinas. Allí dispongo mi vivienda. Si usted quiere ir, va a ser bien recibido. Pero si usted quiere permanecer acá, ahí se lo haiga; pese a que no estaría demás que le diera un vistazo al lugar, quizás halle allgún morador vivo. Y me quedé. A eso venía. —¿En qué lugar lograré adquirir hospedaje? —le consulté casi a gritos. —Ubique a doña Eduviges, si es que todavía vive. Dígale que va de mi parte. —¿Y cuál es su nombre? —Abundio —me respondió. Pero no logré escuchar el apellido. —Soy Eduviges Dyada. Siga usted.
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