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Romanticismo y Realismo en la Literatura del Siglo XIX en España, Apuntes de Lengua y Literatura

Una introducción al Romanticismo y Realismo en la literatura española del siglo XIX. Se detalla la evolución de la poesía y la novela, con un enfoque en autores como Espronceda, Larra, Zorrilla y el duque de Rivas. Se analizan obras como 'El estudiante de Salamanca' y 'Fuenteovejuna'. Además, se mencionan las condiciones que favorecieron el surgimiento de la novela realista.

Tipo: Apuntes

2022/2023

Subido el 06/12/2022

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¡Descarga Romanticismo y Realismo en la Literatura del Siglo XIX en España y más Apuntes en PDF de Lengua y Literatura solo en Docsity! LA LITERATURA DEL SIGLO XIX Lengua castellana y Literatura – 1º Bachillerato 1 LA LITERATURA DEL SIGLO XIX Dos grandes corrientes se desarrollaron a lo largo del siglo XIX: el Romanticismo, que había comenzado a extenderse por Europa de acuerdo con la voluntad transformadora de este momento, y, posteriormente, el Realismo, que pondría su atención en el análisis de la sociedad contemporánea. LA LITERATURA EN LA PRIMERA MITAD DEL SIGLO XIX: EL ROMANTICISMO Se conoce con el término de Romanticismo el movimiento cultural que se opone, de forma más o menos explícita, a los principios característicos de la Ilustración y que es resultado de la profunda crisis social e ideológica de un mundo en acelerado cambio, como es el del principios de siglo XIX. 1. RASGOS DEL ROMANTICISMO Los rasgos esenciales de la cosmovisión de los románticos son los siguientes:  El individualismo: en el Romanticismo se reivindica el yo del autor, tanto en su faceta creativa — defensa de la originalidad—como en la existencial; el hombre romántico tiene una conciencia aguda y dolorosa de la propia personalidad, de ser distinto de los demás, y afirma constantemente ese yo frente a todo lo que le rodea. En algunos casos, se siente superior a todo lo otro: exalta su sensibilidad, sus emociones —que nadie puede siquiera comprender—, su genio, pero también su desgracia o infelicidad, mayores que las de nadie. El choque entre el yo hipertrofiado romántico y la realidad prosaica y gris que no da satisfacción a sus anhelos e ideales produce en el artista romántico un hondo desengaño, un tedio y un hastío vitales que lo llevan a rebelarse contra las normas morales, sociales, políticas o religiosas.  Irracionalismo: se niega que la razón explique por completo la realidad. Es más, se abandona la idea de que existan verdades fijas e inmutables. Por el contrario, la realidad es, en esencia, cambiante, caótica e incomprensible. Por ello, no hay entre los románticos un pensamiento sistemático coherente que aspire a comprender el mundo de forma global. Este rechazo de la razón y de lo racional justifica también la preferencia de los románticos por temas como lo sobrenatural, lo mágico y lo misterioso. Para ellos, el mundo es esencialmente un misterio, algo oculto a lo que la razón es incapaz de llegar.  Idealismo. En conexión con la filosofía idealista, fundamentalmente alemana, que se impone con fuerza en toda Europa en la primera mitad del siglo, el hombre romántico siente predilección por lo absoluto, lo ideal. No quiere una parcela de libertad, un avance en el progreso o la contemplación de algo bello, sino que se lanza a la búsqueda de la Libertad, del Progreso, de la Belleza. Hay en los románticos un sentimiento de no plenitud, una conciencia de lo incompleto de la existencia humana que les hace buscar casi desesperadamente lo absoluto. Ello explica, por una parte, su necesidad de acción, su vitalismo, pero también, por otra, que sus anhelos se vean insatisfechos, lo que los conduce a la frustración y a la infelicidad.  Ansia de libertad y rebeldía: los románticos desean romper con todos los convencionalismos, persiguen la libertad y se rebelan contra cualquier tipo de constricción o norma. La voluntad transgresora de los autores se refleja varios aspectos: elección de personajes marginales (el pirata, el bandolero, el reo de muerte, etc.) y la búsqueda de la libertad formal (polimetría, mezcla de géneros, etc.) Las nuevas ideas de libertad permitieron que la sociedad admitiera la dedicación de las mujeres a la literatura: Gertrudis Gómez de Avellaneda, Carolina Coronado, Rosalía de Castro, Cecilia Böhl de Faber, Concepción Arenal, etc.  Necesidad de evasión: para escapar del mundo en el que no encuentra cabida su idealismo extremo, el romántico opta por huir de la realidad que no le gusta. La evasión puede producirse en el tiempo, en el espacio o tomar un cariz más radical: o Evasión en el tiempo: los románticos vuelven su mirada al pasado, especialmente a la Edad Media, que se presenta de manera idealizada. LA LITERATURA DEL SIGLO XIX Lengua castellana y Literatura – 1º Bachillerato 2 o Evasión en el espacio (exotismo): los románticos tienden al exotismo, situando sus obras en lugares lejanos y evocadores como el mundo oriental. o Soledad: el gusto por la soledad se convierte en uno de los temas románticos por excelencia. Esto justifica la preferencia por lugares solitarios como castillos, cementerios, jardines, espacios apartados o recónditos. o Suicidio: entendido como una forma de evasión extrema. Europa fue recorrida por una sorprendente ola de suicidios provocada por la lectura del Werther de Goethe.  Proyección en la naturaleza. Frente a la naturaleza artificiosa y bucólica del Neoclasicismo, el artista romántico representa la naturaleza en forma dramática, en movimiento y con preferencia por la ambientación nocturna. Opone, pues, al orden, a la mesura y a la armonía neoclásicos, el desorden y la falta de proporción. La naturaleza se identifica con los estados de ánimo del creador como una proyección de sus sentimientos. Pero a la vez la naturaleza está por encima de todo, lo que deja traslucir cierta concepción panteísta del universo, como se advierte en el tópico romántico de las ruinas, que simbolizan el predominio de la naturaleza sobre el hombre y sus obras.  Nacionalismo. Los románticos, que han perdido la fe en los valores absolutos tradicionales, encuentran un asidero existencial en el espíritu comunitario que los liga a su entorno. En este momento se forja el concepto de pueblo como entidad espiritual supraindividual a la que pertenecen individuos concretos que comparten una serie de rasgos comunes: lengua, costumbres, folclore, leyes… Ello explica el interés que se despierta en la época por conocer el espíritu de cada nación y la obsesión por buscar las raíces de cada pueblo en su historia, su literatura, su cultura, etc. Así se comprende la revitalización de los antiguos poemas épicos y de las leyendas y tradiciones locales, el nuevo cultivo que alcanzan las lenguas vernáculas y la exaltación de la patria. Estas dos ideas románticas se oponen al espíritu universalista de la Ilustración.  El genio creador. Durante el Romanticismo se cree que el arte es una forma de expresión del genio que el creador lleva en su interior. El artista nace, no se hace. De ahí la revalorización de lo espontáneo, de lo intuitivo, de lo original, de aquello que es característico del genio creador. La obra de arte es el resultado de un momento de inspiración que refleja la valía de su autor. La posibilidad de desarrollo de su capacidad creativa hace del romántico un individuo vitalista, eufórico y apasionado. Pero de aquí proceden también sus quejas de artista incomprendido, sus protestas cuando siente que la sociedad desconoce o desprecia su genio individual otra vez la conciencia de la soledad.  Nueva sensibilidad. El sentimentalismo, manifiesto ya en muchos autores ilustrados, se prolonga y amplía durante el Romanticismo, que lleva a primer plano la intimidad. Resultan ahora características la introspección, la nostalgia, la melancolía, la tristeza y la soledad. Se extiende el sentimiento de la fugacidad e infelicidad de la vida humana, que provoca la típica angustia romántica. El gusto por lo sombrío y crepuscular es revelador de tal sensibilidad. 2. ETAPAS En Europa, el movimiento romántico atraviesa tres etapas:  Prerromanticismo. Los orígenes del Romanticismo hay que buscarlos ya en el siglo XVIII, sobre todo en la filosofía y la cultura alemana. El movimiento alemán Sturn und Drang se enfrenta a las normas de creación neoclásicas, a las que opone la libertad del genio creador y la expresión de los sentimientos. El principal escritor de este movimiento es Goethe.  Romanticismo pleno. Coincide con las primeras décadas del siglo XIX. Se hacen evidentes dos corrientes ideológicas distintas dentro del movimiento: una tendencia conservadora (Goethe, Scott), que busca en el pasado los auténticos valores, y otra progresista (lord Byron, Victor Hugo, Shelley), que defiende la democracia y la libertad plena.  Posromanticismo. A partir de la segunda mitad del siglo XIX se va imponiendo una literatura preocupada por la realidad social, si bien en la obra de algunos autores pervive la exploración de los sentimientos íntimos. En España estas etapas son algo distintas: LA LITERATURA DEL SIGLO XIX Lengua castellana y Literatura – 1º Bachillerato 5 4.2. JOSÉ DE ESPRONCEDA (1808-1842) Aunque escribió teatro y novela (la novela histórica Sancho Saldaña, publicada en 1834), la faceta literaria más importante de Espronceda es la de la poesía, tanto en su vertiente lírica como en la narrativa. En su obra poética se produce una clara división que permite dividirla en etapas: 4.2.1.Etapas de la poesía de Espronceda a) Poesía de corte neoclásico Corresponde a sus textos juveniles, escritos bajo la influencia de Alberto Lista. La obra más destacada de este periodo es El Pelayo, intento inacabado de poema épico. En estos primeros poemas los temas son los propios de la poesía neoclásica: amores pastoriles en una delicada naturaleza, anhelo de fraternidad universal, defensa de la libertad, etc. b) Poesía de la etapa del exilio La impronta neoclásica sigue siendo importante, pero a ella se suman las nuevas influencias que anuncian su evolución hacia la sensibilidad romántica. El más significativo de estos influjos es el del ossianismo1. Textos esproncedianos de este tipo son el Himno al sol o el poema narrativo Óscar y Malvina. c) Poesía romántica Escrita desde su regreso a España, aborda al principio los temas convencionales del Romanticismo histórico (caballeros medievales, cruzados, motivos exóticos, etc.), pero produce sus frutos más logrados cuando evoluciona hacia un Romanticismo liberal en el que abundan los tonos sociales. Dentro de esta última orientación escribe tanto poemas líricos (Canción del pirata, El verdugo, El mendigo, El reo de muerte, El canto del cosaco, A Jarifa en un orgía) como narrativos (El estudiante de Salamanca, El diablo mundo). En los poemas líricos es donde se encuentra ya el Espronceda más genuino: defensa de los seres marginales, identificación con los proscritos, desprecio de las normas y las leyes, así como de las riquezas materiales, anhelo de libertad, sentimentalismo. Todos parecen añorar una inocencia perdida cuando todo lo nuevo se miraba con ilusión, pero lamentan que el contacto con la realidad produzca siempre desengaño. Ello es especialmente evidente en el caso de la mujer y el amor. La mujer es la pureza y la belleza supremas, pero en cuanto el hombre la toca, el encanto se desvanece. No hay, por tanto, plenitud amorosa en Espronceda. Todo lleva en sí el principio de la destrucción, la señal de la muerte. Sus dos grandes poemas, El estudiante de Salamanca y El diablo mundo, si bien básicamente narrativos, son ejemplo de la mezcla de géneros propia del Romanticismo, pues no faltan en ellos ni los pasajes líricos ni narrativos. El estudiante de Salamanca (1840) Es quizá el mejor poema narrativo del Romanticismo español. Cuenta la historia de don Félix de Montemar, cínico donjuán en la Salamanca del siglo XVII, quien, tras seducir y abandonar a Elvira, que muere de dolor, mata en duelo al hermano de la fallecida. Finalmente, persigue una tétrica noche a una fantasmal dama, que resulta ser el esqueleto de Elvira la muerte misma, con quien contrae un matrimonio macabro y acaba bailando una danza horripilante, rodeado de espectros. La mayor parte de los motivos que utiliza Espronceda en la obra procede de la tradición literaria: el tema del donjuán burlador, el del personaje que presencia su propio entierro, la mujer transformada en esqueleto, la danza de la muerte final. El poeta logra fundir todos estos elementos dispares para conseguir 1 Se conoce con este nombre un tipo de literatura que parte de los escritos de Ossian, un falso poeta gaélico de la Antigüedad inventado por el escritor escocés del siglo XVIII James Macpherson. El ossianismo, que tuvo gran eco en Europa, cambia la mitología grecolatina del Neoclasicismo por una mitología y un marco poético nuevos (antiguos héroes célticos, la luna y el sol convertidos en temas literarios, naturaleza agreste: cataratas, ríos, tormentas, mares, nieblas…) LA LITERATURA DEL SIGLO XIX Lengua castellana y Literatura – 1º Bachillerato 6 la creación de un ambiente intensamente romántico y de un personaje, el de don Félix, que encarna la rebeldía, el cinismo y el satanismo del Romanticismo más genuino. Otros rasgos del poema son: la variedad métrica, la alternancia de fragmentos descriptivos, narrativos y dramáticos, así como la indeterminación de las referencias temporales y espaciales, la vaguedad en la presentación de las cosas y en las apreciaciones de hechos, personajes y situaciones. Estas últimas características explican la frecuente presencia de palabras como acaso, quizá, tal vez, parece, a veces, allá, antiguo, confuso, eco, noche… Se consigue con ello un efecto de diferenciación entre la realidad cotidiana y la que expresa el texto poético. El diablo mundo Publicado por entregas de 1840 a 1841, es un extenso poema simbólico, compuesto por más de seis mil versos. Su protagonista es un viejo desengañado que se transforma en Adán, símbolo del ser humano puro. El texto se compone de elementos muy variados. En el canto segundo, Espronceda intercala el “Canto a Teresa”, elegía a la muerte de su amada, escrito en octavas reales. 4.2.2. Estilo El estilo de Espronceda es netamente romántico. Prefiere las sensaciones extremas, de ahí su gusto por las sonoridades retumbantes, los efectos rítmicos sorprendentes, las rimas agudas, los cambios métricos repentinos, los contrastes violentos, las exclamaciones, las interrogaciones retóricas… Le interesa siempre la reacción sentimental, el efecto que los versos puedan producir en sus receptores y, por eso, abusa a veces de los recursos melodramáticos, de la tendencia a lo misterioso, de las situaciones emotivas. En la lengua de Espronceda conviven el estilo elevado y el lenguaje llano. Es muy llamativa la abundancia de adjetivos, preferentemente antepuestos, que suelen subrayar el tono lúgubre, dramático o sentimental de las escenas. Son asimismo frecuentes las simetrías, oposiciones, enumeraciones, encabalgamientos, hipérbatos, etcétera. También es significativa en su poesía la propensión a lo fragmentario, a lo inconcluso, a lo vago e impreciso. Ello produce una cierta sensación de caos que se aviene bien con la idea de un mundo diverso e inacabable. 5. LA PROSA ROMÁNTICA 5.1. LA NOVELA Aunque en la primera mitad del siglo XIX no hay en España, salvo notables excepciones como Larra, prosistas de alta calidad literaria, todo este periodo no transcurre en vano, pues a lo largo de él se forjan lentamente las condiciones que propician más tarde el surgimiento y la consolidación de la novela realista. Durante esta época se va gestando un entramado editorial, que publica periódicos y libros y que hace rentable no sólo la traducción de novelas, sino también su escritura original. Ello permite que, aunque de baja calidad, sean muchas las obras que se publiquen, lo que crea el contexto necesario para que, avanzado el siglo, pueda aparecer una auténtica novela como género. Lógicamente, el desarrollo de la novela va parejo con el del público lector: la incipiente burguesía. Novela histórica Es el género en prosa más propiamente romántico. Influida por la obra de Walter Scott. Son novelas de amor y aventuras situadas en el pasado, en las que frecuentemente se producen anacronismos. Utilizan un lenguaje arcaico que pretende imitar el de los siglos XVI y XVII. Lo más característico es la presencia en el relato del narrador, que se dirige directamente al lector y comenta la acción. Las más conocidas novelas históricas españolas son El doncel de don Enrique el Doliente (1834) de Mariano José de Larra, Sancho Saldaña (1834) de Espronceda, Sab (1841) de Gertrudis Gómez de Avellaneda y El señor de Bembibre (1844) de Enrique Gil y Carrasco. LA LITERATURA DEL SIGLO XIX Lengua castellana y Literatura – 1º Bachillerato 7 Novela por entregas. El folletín La novela por entregas, es decir, de manera fragmentaria, por capítulos permitió aumentar la masa de lectores y condicionó la forma y la estructura de los textos. Cuando se publicaba en un periódico o revista se llamaba folletín. Se dirigía a un público muy popular, por lo que abundaban los elementos melodramáticos, los temas sociales; se publicaban en tipografía grande y con láminas que ayudaban a leer y comprender el texto respectivamente. Dentro de este género destacan Manuel Fernández y González y Wenceslao Ayguals de Izco, cuya novela María, la hija de un jornalero (1845-6) inauguró la novela proletaria. 5.2. EL PERIODISMO El periodismo es fundamental para la prosa española del siglo XIX. Durante la primera mitad del siglo XIX son cientos los periódicos que aparecen y desaparecen en España. Materialmente son todavía muy rudimentarios: suelen constar de cuatro páginas de tipografía monótona y amazacotada2. Predomina en ellos el artículo doctrinal, aunque también aparecen artículos literarios y costumbristas, así como la presencia de folletines que, con letra más menuda, ocupan la parte inferior de las páginas. 5.2.1. El artículo de costumbres Vinculados estrechamente a la prensa periódica surgen los artículos de costumbres. Se trata de textos breves que describen con finalidad satírica las costumbres, los tipos populares y los lugares o instituciones de la vida social contemporánea, poniendo énfasis en lo pintoresco. El costumbrismo puede tener como objeto censurar costumbres caducas. Se habla entonces de costumbrismo progresista, del que Larra es el mejor ejemplo. Sin embargo, lo habitual es un costumbrismo conservador y estático, al predominar la nostalgia, el deseo de salvar las costumbres que se están perdiendo o el interés por el registro folclórico de muchos elementos de la cultura tradicional. Por todo ello, junto a la narración es muy importante la descripción, que aproxima estos cuadros de costumbres a la pintura. La obra colectiva más interesante del costumbrismo español es Los españoles pintados por sí mismos y va acompañado de ilustraciones a las que en ocasiones hacen referencia directa los textos literarios que componen la obra. Pueden mencionarse entre los costumbristas las figuras de Serafín Estébanez Calderón con su obra Escenas andaluzas (1847), Mesonero Romanos con Escenas matritenses (1842) y, por supuesto, Larra. Algunas de las novelas que se publicaron en esta primera mitad del siglo XIX, como la Vida de Pedro Saputo (1844) del aragonés Braulio Foz, muestran ya en su utilización de diversos elementos folclóricos cierta proximidad a la estética realista. 5.3. MARIANO JOSÉ DE LARRA (1809-1837) Larra es principalmente conocido por su trabajo como periodista, pero además de sus artículos periodísticos, Larra cultivó otros géneros literarios, con desigual fortuna. Desde muy joven escribió diversas composiciones en verso, de escaso valor. Por lo que respecta al teatro, Larra manifestó siempre mucho interés por él, como puede observarse en sus artículos. Además de diversas traducciones del teatro francés, Larra escribió algunas obras de teatro entre las que destaca su drama Macías (1834) que lleva a escena la historia del trovador medieval de ese nombre. Escrito en verso, formalmente se encuentra todavía dentro de la tradición neoclásica, pero el contenido tiene ya sabor romántico: amor extremado, conflicto entre la pasión y las normas sociales, final trágico. En cuanto a la novela, escribió una única novela, El doncel de don Enrique el Doliente (1834), desarrolla también la vida de Macías, dentro ahora de los rasgos de la novela histórica: ambientación medieval, asunto amoroso, peripecias variadas, lenguaje arcaizante, referencias a la realidad contemporánea, etc. 5.3.1.Artículos periodísticos 2 Amazacotada: pesado, espeso, falto de gracia. LA LITERATURA DEL SIGLO XIX Lengua castellana y Literatura – 1º Bachillerato 10 sentimientos, bien representando el mundo con el que chocan. Tienen predilección por panteones, paisajes abruptos y solitarios, mazmorra, riscos y montañas, etc. La escenografía no es un simple marco de acción sino que cumple una función dramática importante.  Recursos formales: o Mezcla de tragedia y comedia: los dramas románticos suelen mezclar la tragedia y la comedia para realzar los contrastes entre los ideales y la realidad. o No se respeta la regla de las tres unidades. o Mezcla de verso y prosa: los dramas románticos introduce la innovación de mezclar prosa y verso, aunque a la larga se impone el verso y la polimetría, pero ya no existen adecuación entre el contenido y el tipo de metros y estrofas (el decoro poético barroco). o El número de actos varía de tres a cinco. A veces se les pone título. o Intriga: en el desarrollo de los argumentos es fundamental la intriga, caracterizada por la inclusión de numerosos elementos melodramáticos (origen desconocido de los personajes, anagnórisis o reconocimientos finales, escenas nocturnas y sepulcrales, desafíos…) con el fin de conmover y emocionar al público, al que ahora no se pretende ni educar ni aleccionar. o Se introducen pasajes líricos, sobre todo en las escenas amorosas, desdeñando la división clasicista de los géneros. o Se subraya el carácter inexorable del paso del tiempo que se pone en relación con el destino fatal que siempre persigue al héroe romántico.  Finalidad: la finalidad última del teatro romántico es conmover al espectador, llegar a su fibra sensible, hacer reír y llorar. Se expresan los anhelos de una sociedad más justa: defensa de la libertad y del derecho a la rebelión frente a los tiranos y los malos gobiernos, reivindicación de la felicidad íntima de los individuos frente a los códigos morales establecidos, preocupación por los problemas sociales y políticos contemporáneos, etcétera. 6.2. EVOLUCIÓN DEL TEATRO ROMÁNTICO El triunfo del drama romántico se produce en 1834, cuando se representan La conjuración de Venecia de Martínez de la Rosa y Macías de Larra. En 1835 el éxito corresponde a Don Álvaro o la fuerza del sino, del duque de Rivas. El trovador de García Gutiérrez es la obra más representada en 1836. La consagración del teatro romántico tiene lugar en 1837, cuando se estrenan muchas obras nuevas, como Los amantes de Teruel de Eugenio de Hartzenbusch, y se siguen reponiendo las anteriores. Durante los años cuarenta el dramaturgo que domina la escena es Zorrilla. Paralelamente a estos dramas románticos, Manuel Bretón de los Herreros pone en escena obras donde domina el elemento cómico y costumbrista. Siguen de cerca la construcción y la temática de la comedia moratiniana, con especial preocupación de los problemas matrimoniales y la defensa de la moral burguesa. Entre sus obras destacan Marcela o ¿cuál de los tres?, Muérete y verás o El pelo de la dehesa. Próximo a Bretón, y ya cerca del ecuador del siglo, Ventura de la Vega estrena en 1845 El hombre de mundo, obra que se considera el arranque de la alta comedia. 6.3. PRINCIPALES AUTORES DEL DRAMA ROMÁNTICO Dentro del drama romántico nos centraremos únicamente en dos autores: Ángel de Saavedra, el duque de Rivas y José Zorrilla. 6.3.1. Ángel de Saavedra o duque de Rivas (1791-1865) Don Álvaro o la fuerza del sino es quizá el mejor drama romántico español. El estreno de Don Álvaro o la fuerza del sino fue un auténtico escándalo que supuso el triunfo del Romanticismo en España. Parte del público selecto rechazó la obra por su irregularidad: mezcla de prosa y verso, de escenas de ambiente popular con otras apasionadas y refinadas, de personajes nobles con otros de la plebe, más duelos, muerte y el terrible final con el suicidio del protagonista. Los temas de la obra: amor, muerte, pasión, frustración, honor y, sobre todo, el destino la convierten en un ejemplo claro de lo que fue el teatro romántico en España. Lo mismo puede decirse de los LA LITERATURA DEL SIGLO XIX Lengua castellana y Literatura – 1º Bachillerato 11 personajes, empezando por el protagonista (Don Álvaro), prototipo de personaje romántico y Leonor, su amada, que encarna a la perfección el ideal romántico de la mujer: hermosa, apasionada, pero también prisionera del mundo y de las convenciones sociales. Muy estrecha es la relación con La vida es sueño calderoniana de otra importante obra del duque de Rivas, El desengaño en un sueño, mezcla de comedia de magia y drama filosófico, que expresa una visión pesimista del mundo. 6.3.2. José Zorrilla Es el dramaturgo romántico de más éxito. Escribió una treintena de obras, casi todas en verso y de carácter histórico. Zorrilla se caracteriza por su habilidad en el planteamiento de los conflictos y en el mantenimiento del interés de las historias dramatizadas, pero los desenlaces suelen ser demasiado improvisados y sus dramas pecan a veces de superficialidad. Él mismo estima en poco su teatro, del que salva dos obras: El zapatero y el rey y Traidor, inconfeso y mártir. Sin embargo, su obra más celebrada es Don Juan Tenorio (1844), cuya popularidad ha perdurado durante mucho tiempo. El protagonista presenta las características que los románticos adjudicaron al personaje asocial y demoníaco. Es juerguista y le gustan toda clase de apuestas, incluidas las que exigen las artes de seductor cínico e irresistible, pero en la obra de Zorrilla se produce una transformación en el personaje del libertino, que finalmente es redimido de su vida escandalosa gracias al amor angelical de una mujer. Con ello el dramaturgo da satisfacción a la moral tradicionalista y reaccionaria de su tiempo, que ve con buenos ojos la conversión del impío calavera y su salvación cristiana por medio de un amor sublime y sacrificado. Esta es, por tanto, la versión del Romanticismo conservador del personaje mítico del burlador, lejos del tipo rebelde y satánico de, por ejemplo, El estudiante de Salamanca de Espronceda. LA LITERATURA EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XIX: EL REALISMO Y EL NATURALISMO A mediados del siglo XIX predominan en los medios artísticos los principios estéticos del realismo. Se denomina realismo al movimiento cultural característico de la sociedad burguesa a la que no agradaban las fantasías idealistas románticas. Aunque siguen perviviendo muchos rasgos románticos en el arte realista, el realismo surge por depuración o desaparición de elementos románticos más idealistas. 1. EL REALISMO EN ESPAÑA Es una corriente literaria que se desarrolla en Europa y en España durante la segunda mitad del siglo XIX. Surge como reacción al Romanticismo y está influido por las teorías de Comte, Darwin y Mendel. Coincide con el desarrollo y hegemonía de la nueva clase dominante. Influidos por los novelistas europeos —Stendhal, Dickens, Flaubert— los escritores españoles que han conocido las novedades de la novela por entregas y el Realismo literario deciden escribir, en palabras de Galdós, “una novela de verdad y de caracteres, espejo fiel de la sociedad en que vivimos”. Así, designan a la clase media, que en la forma de hablar del siglo XIX comprende también la burguesía, como la “fuente inagotable” de su novelística. La imaginación, protagonista del arte romántico, va a ser sustituida por la observación del arte realista. El yo y los temas exóticos ceden su protagonismo a la realidad inmediata, a lo humilde y cotidiano. La lírica y el drama dejan paso a la novela, porque el Realismo, en literatura, se va expresar narrativamente, aunque se cultiven formas poéticas y dramáticas con la misma estética. El lenguaje realista se vuelve minucioso y descriptivo en la construcción de personajes o en la recreación del ambiente. Las técnicas narrativas se diversifican. LA LITERATURA DEL SIGLO XIX Lengua castellana y Literatura – 1º Bachillerato 12 2. EL NATURALISMO EN ESPAÑA Se conoce como naturalismo una corriente literaria que se desarrolló durante el último tercio del siglo XIX, fundamentalmente en Francia, y que tuvo como principal impulsor a Émile Zola, quien proporcionó en sus novelas las claves del naturalismo:  La literatura entendida como ciencia cuyo objeto de estudio es el medio social. La literatura debe analizar científicamente el comportamiento humano siguiendo los principios de la observación y la experimentación.  La literatura naturalista se basa en la teoría del determinismo, es decir, la idea de que el hombre se encuentra condicionado por su herencia genética y su ambiente social. Esto explica la propensión de los naturalistas por ambientes miserables y sórdidos y por personajes tarados, alcohólicos, embrutecidos o enfermos, ya que estos les permiten demostrar la influencia determinante de la biología y del medio social.  Técnicamente, la literatura naturalista se caracteriza por: o Descripciones minuciosas que dan cuenta del carácter o del ambiente. o Reproducción fiel del lenguaje hablado. o Narrador impersonal y objetivo: el novelista se comporta como el científico: se limita a exponer y analizar los hechos, sin intervenir.  Intención moral: las novelas tienen, además, una intención moral. Influidos por las ideas socialistas, los naturalistas piensan que, ya que no se puede modificar la herencia biológica, sí es posible igualar las condiciones sociales en que viven los hombres. La novela naturalista contribuiría a proporcionar un conocimiento más exacto de los seres humanos y de la sociedad, con el fin de poder mejorarlos. En España la temprana traducción de las obras de Zola hizo que se conociera bastante pronto, pero levantó enseguida una gran polémica y su penetración en la literatura española fue muy dificultosa. Se acusa al naturalismo de inmoral y anticatólico, en su defensa Emilia Pardo Bazán escribe una serie de artículos recogidos en su libro La cuestión palpitante (1883), donde defiende a Zola, pero rechaza el determinismo naturalista. El mismo Zola interviene en el debate indicando que desde presupuestos católicos, sólo se puede adoptar un naturalismo puramente formal, artístico y literario. El naturalismo español aprovecha del movimiento naturalista ciertos recursos narrativos y su interés por los ambientes míseros y degradados, pero no acepta la idea de convertir la literatura en una ciencia. Aparte de Pardo Bazán, se advierten rasgos naturalistas en obras de Galdós como La desheredada, en La Regenta de Clarín y en algunas novelas de Palacio Valdés. De todas formas, sí existe un naturalismo radical en la obra de ciertos autores como Alejandro Sawa o Eduardo López Bago, quien denomina a sus obras novelas médico-sociales. 3. LA POESÍA EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XIX Durante la segunda mitad del siglo XIX se compuso abundante y variada poesía, que debe entenderse en un contexto en el que la burguesía dominante impone sus gustos dentro de un modelo de sociedad donde cultura y política parecen unidas. Pueden distinguirse tres tendencias poéticas: a) Poesía realista antirretórica Adoptó formas expresivas nuevas que la alejaban del Romanticismo. Es la lírica que con más propiedad puede denominarse realista. Se reivindica un lenguaje prosaico y antirretórico, que supere la retórica romántica, y que, de acuerdo con la mentalidad positivista y burguesa, sirva de cauce para las nuevas ideas y no las oculte bajo el peso de la carga ornamental. Esta poesía se abre camino desde mediados de siglo gracias a la figura de Ramón de Campoamor. El ideal poético de Campoamor es el prosaísmo: el uso de un lenguaje claro y sencillo que acerque la poesía a la prosa. Otras características de su poesía son la ironía, el escepticismo, la sentenciosidad, las apelaciones al sentido común, etc. Entre sus obras destacan Doloras (1846), Pequeños poemas (1872-4) y Humoradas (1886-8). LA LITERATURA DEL SIGLO XIX Lengua castellana y Literatura – 1º Bachillerato 15 Las Leyendas son un conjunto de relatos cortos de carácter fantástico y ambientación romántica (la Edad Media, el mundo oriental o morisco, el halo de misterio, la noche…) Muchas de ellas son muy conocidas: El caudillo de las manos rojas, El Monte de las Ánimas, El Miserere, La corza blanca, El beso… Las Leyendas se encuentra muy cerca del Romanticismo tradicional, por los precedentes del género (Zorrilla, Espronceda, duque de Rivas, la novela histórica) y por los temas que desarrolla (la mujer ideal, el desengaño, el ansia de amor absoluto…), así como por los personajes (caballeros, galanes, artistas, bellas mujeres) y por los ambientes exóticos o legendarios. Pero Bécquer acierta a crear un nuevo género, el de la leyenda lírica. La prosa becqueriana destaca en las Leyendas por sus valores rítmicos y musicales y por sus calidades pictóricas, que preludian ya las narraciones modernistas. 3.2. ROSALÍA DE CASTRO (1837-1885) Aunque escribió también en prosa, destaca sobre todo como poetisa. Compuso versos tanto en gallego, Cantares galegos (1863) y Follas novas (1880) como en castellano, En las orillas del Sar (1884). Con Rosalía de Castro nos encontramos ya muy cerca de la poesía contemporánea entendida como comunicación de una experiencia personal: aflora de forma directa el mundo interior, se manifiesta la subjetividad abiertamente y no envuelta en el tono declamatorio y muchas veces superficial del Romanticismo externo.  Cantares galegos. Escrita en gallego, en ella aparece la añoranza de la tierra natal lejana, además de la crítica por la situación de muchos de sus paisanos. Por ello algunos poemas tienen un tono de protesta y rebeldía.  Follas novas. Poemario compuesto también en gallego en el que el paisaje de su tierra se convierte en un escenario para versos que expresan el dolor y el desengaño vital.  En las orillas del Sar. Escrita en castellano, en ella Rosalía de Castro continúa, con un tono melancólico y pesimista, poetizando el paso del tiempo, las ilusiones perdidas y la deseada muerte que libere el dolor de vivir. En esta obra, Rosalía de Castro alcanza muchos momentos de honda emoción y de expresión de una intimidad conflictiva que anticipan lo más granado de la poesía posterior. En cuanto a su técnica, Rosalía, influida como Bécquer por la obra del alemán Heinrich Heine y por la poesía popular, emplea un lenguaje emocionado e intimista que huye de la grandilocuencia. La constante presencia de elementos de la naturaleza aporta a sus versos un tono de autenticidad, de experiencia vivida. Utiliza versos y estrofas hasta entonces poco usuales, como las estrofas polimétricas que combinan versos alejandrinos, decasílabos, pentasílabos, etc. Esta innovación la convierte en una pionera de la poesía moderna, y su influencia la reconocerán poetas posteriores como Juan Ramón Jiménez o Federico García Lorca, entre otros. 4. LA PROSA EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XIX Para el desarrollo de la prosa realista tienen una gran importancia el auge del periodismo. La mayor parte de los prosistas del XIX escriben para un periódico. La prensa, por pura necesidad de proximidad al lector, contribuye a forjar una prosa directa, flexible y liberada de la grandilocuencia romántica. Uno de los géneros periodísticos, el artículo de costumbres, va a evolucionar hacia la novela prerrealista, próxima todavía al costumbrismo y construida de manera poco orgánica mediante la mera suma de escena costumbrista. Cuando la novela realista triunfa, el costumbrismo periodístico va siendo sustituido en la prensa por el cuento. Suelen reflejar la España contemporánea y prefieren el entorno urbano y los ambientes burgueses. El costumbrismo está en la base de otro aspecto característico de la novela realista : el gusto por la novela regional. En Andalucía están ambientadas muchas de las novelas de Fernán Caballero y de Valera, en Cantabria las de Pereda, en Asturias las de Palacio Valdés, etc. En estas novelas se observan minuciosamente las costumbres locales. 4.1. LA NOVELA REALISTA LA LITERATURA DEL SIGLO XIX Lengua castellana y Literatura – 1º Bachillerato 16 La novela se consideró el género más adecuado para observar, representar y explicar la realidad social. La novela realista se caracteriza por:  Descripción minuciosa y detallada de la realidad externa, para lo cual el escritor pasa por una fase de observación y documentación. La observación rigurosa y la reproducción fiel de la vida están en el centro de la doctrina realista. El escritor se documenta exhaustivamente sobre el terreno o en los libros para conseguir la máxima exactitud ambiental o psicológica. Esta exactitud se ejerce en dos terrenos y siempre con intención moral o social: – La pintura de costumbres nos muestra gran diversidad de ambientes: urbanos o rurales, refinados o populares, aunque hay preferencia por los ambientes burgueses. – La pintura de caracteres que da origen a la novela psicológica donde se analizan los temperamentos y las motivaciones de los personajes  Ubicación próxima de los hechos: Frente a la evasión espacio-temporal del Romanticismo, los autores realistas escriben sobre lo que conocen, con lo que sitúan sus obras en el presente y en lugares próximos. La mirada se desplaza a lo cotidiano, eliminando el subjetivismo y la fantasía y controlando los excesos imaginativos y sentimentales.  Frecuente propósito de crítica social y política: La intencionalidad sociopolítica varía según la ideología particular de cada escritor. En general, los autores conservadores describen la realidad para mostrar su degradación y postular un retorno a los valores tradicionales. Los progresistas también muestran las lacras sociales, pero éstas, según ellos, obedecen a la pervivencia de una mentalidad conservadora que lastra el avance hacia el mundo nuevo.  Estilo sencillo y sobrio. Se prefiere una prosa sobria, a veces cuidada, a veces familiar. En los diálogos, la lengua se adaptará a la índole de los personajes; de ahí, por ejemplo, el reflejo del habla popular. Se trata de reflejar el estilo coloquial, incluso con incorrecciones y vulgarismos. El ideal del estilo es la claridad y la exactitud, como corresponde al deseo de acercar la labor del escritor a la del científico.  Verosimilitud: Las historias son como fragmentos de realidad. Aunque inventadas por su autor, se basan en la experiencia cotidiana, y tanto los protagonistas como los ambientes son creíbles. Desaparecen del relato los sucesos increíbles, los hechos maravillosos y las aventuras insólitas.  Protagonistas individuales o colectivos:  Novelas psicológicas: Los protagonistas de las novelas suelen ser individuos que se relacionan problemáticamente con su mundo. El novelista hace hincapié en el análisis psicológico del personaje.  Novelas de ambientación social: Los protagonistas son grupos sociales completos, que permiten al novelista dar una visión global de la sociedad contemporánea. En este caso el autor describe los más variados ambientes y comportamientos con la aparición de grupos sociales ignorados (burguesía, proletariado, mendigos, desclasados…)  Narrador omnisciente: El narrador maneja por completo los hilos del relato: lo conoce todo, interviene en la obra con sus juicios sobre hechos y personajes y con observaciones dirigidas al lector. Con el tiempo, el ideal de objetividad conduce a atenuar las apariciones del narrador en la obra. Junto con la narración tradicional y el estilo indirecto, destacan el diálogo, el estilo indirecto libre y el monólogo interior.  Uso del estilo indirecto libre: se trata de un estilo narrativo en el que se insertan en la voz del narrador enunciados propios de un personaje, que se reconocen mediante marcas que descartan la vinculación de ese registro del lenguaje o punto de vista con el narrador. En el enunciado del narrador fragmentos del discurso de los personajes que no son introducidos expresamente mediante marcadores o conectores (verbos de palabra y pensamiento o nexos introductorios del enunciado). Ejemplo: Juan estaba agotado, los pensamientos se agolpaban en su mente, no, jamás volvería a subir corriendo3 3 El estilo directo es un estilo narrativo en el que se inserta en el relato la voz de los personajes reproduciendo literalmente lo que dicen. El estilo directo se caracteriza por la presencia de verbo de lengua o sentido (dijo, exclamó, gritó, etc.), seguido de dos puntos y aparte, precedido de un guión, las palabras textuales del personaje. Juan estaba agotado, suspiró y dijo:  “Jamás volveré a subir corriendo.” LA LITERATURA DEL SIGLO XIX Lengua castellana y Literatura – 1º Bachillerato 17  Didactismo: es corriente que los autores pretendan con sus novelas ofrecer una lección moral o social. Ello es así en las llamadas novelas de tesis, en las que el escritor desea demostrar una idea general a la que quedan subordinados el argumento, los personajes y el ambiente de la obra.  Estructura lineal: los hechos transcurren de forma lineal en el tiempo, aunque no son extrañas las vueltas atrás para contar episodios pasados, pero estas no interrumpen más que provisionalmente el hilo general de la narración.  Descripciones minuciosas: las descripciones interiores y exteriores y las de los mismos personajes son extremadamente detalladas, de modo que en las obras a veces predomina la descripción sobre la narración. Esto se relaciona con la obsesión de los realistas por el dato exacto, típica del positivismo.  Aproximación del lenguaje al uso coloquial: el lenguaje narrativo se aproxima a la lengua de la conversación, que se eleva a la categoría de lengua literaria. Los autores se esfuerzan en adecuar el lenguaje a la naturaleza de los personajes, que hablan con arreglo a su condición social, a su origen geográfico o a sus propias particularidades. 4.1.1. Principales autores realistas TRANSICIÓN DE LA PROSA ROMÁNTICA A LA NOVELA PRERREALISTA Fernán Caballero Es el seudónimo de la escritora Cecilia Böhl de Faber, hija de uno de los introductores del Romanticismo en España: Nicolás Böhl de Faber. Su obra se ha considerado precursora del realismo español, pero la abundancia de elementos románticos y, sobre todo, el didactismo católico y la idealización de tipos y paisajes, la alejan de los presupuestos centrales del realismo. Entre sus obras más conocidas destacan La gaviota y La familia de Alvareda. Pedro Antonio de Alarcón Es también un escritor prerrealista, cercano aún al Romanticismo y a la prosa costumbrista. Sus novelas no son de gran calidad: sus personajes carecen de individualidad y están construidos con un maniqueísmo absoluto, las situaciones argumentales son inverosímiles y su lenguaje peca de excesiva verbosidad. Una sorprendente excepción es la novela corta El sombrero de tres picos (1874). CONSOLIDACIÓN DE LA NOVELA REALISTA Juan Valera Es un escritor peculiar dentro del movimiento realista. Defiende el carácter poético de la novela y postula un tipo de narración que estudie el interior de los personajes. Reclama una literatura que cree objetos bellos que deleiten al lector, dejando a un lado cualquier preocupación por la sociedad del momento. En consecuencia, sus novelas suelen moverse dentro de marcos ideales donde se difuminan los conflictos sociales. Tampoco sus personajes hablan de manera realista; su estilo es culto y academicista. Las descripciones exteriores son poco frecuentes. La construcción narrativa es hábil y, aunque el narrador interviene en los relatos, el uso de la ironía pone distancia entre los personajes y el autor. El amor es el tema de la mayor parte de su obra narrativa en la que destaca Pepita Jiménez (1874), Doña Luz (1879), Juanita la Larga (1895) y Morsamor (1899). José María de Pereda Es el máximo representante, dentro del realismo, de la novela tradicional. Defiende en sus obras un patriarcalismo rural e idílico frente a los males del mundo urbano y burgués. Casi todas sus novelas transcurren en la región cántabra y son un ejemplo de novela regional. Sus obras presentan muchos defectos: personajes acartonados, moralismo abrumador, constantes intromisiones del narrador, argumentos faltos de intriga, etc. Sin embargo, son apreciables su gran calidad descriptiva tanto de paisajes como de personajes. Entre sus novelas destacan: El sabor de la tierruca (1882), Pedro El estilo indirecto es, por otra parte, otro estilo narrativo en el que se introduce la voz de los personajes. En este caso, el verbo de lengua o sentido es seguido de la conjunción completiva que o si y a continuación se reproducen las palabras de los personajes modificadas: Juan estaba agotado, suspiró y dijo que jamás volvería a subir corriendo. LA LITERATURA DEL SIGLO XIX Lengua castellana y Literatura – 1º Bachillerato 20 común y la retórica manida (frases hechas, locuciones tópicas, formulismos de la prensa y del parlamento…) Pero, además de denunciar el lenguaje anquilosado y las fórmulas burguesas de la conversación, Galdós se sirve de esas mismas locuciones y coloquialismos fosilizados como cantera de su creatividad y juega con los sentidos literal y metafórico de muchos tópicos, rompiendo con el automatismo de las selecciones léxicas y valiéndose de esos mismos clichés en la génesis de situaciones narrativas o en la caracterización de personajes, para los que emplea constantes metáforas asociadas con su profesión, aficiones, etcétera. 4.1.3. LEOPOLDO ALAS, “CLARÍN” (1852-1901) El escritor Leopoldo Alas, Clarín, publicó multitud de artículos periodísticos de contenido político defendiendo su ideario republicano. Es autor además de numerosos escritos de crítica literaria, en los que analiza con ironía las tendencias de la época y censura las obras de mala calidad, con el fin de guiar y aconsejar al público lector. En cuanto a su obra de creación, es casi exclusivamente narrativa, a excepción de algunos poemas juveniles y su drama Teresa (1895), que intenta conjugar la crítica social y el espíritu evangélico, dentro de una estética de intensa concentración dramática y escenográfica naturalista. Pese a su brevedad, es su obra narrativa la que le concede un puesto de primer orden en las letras españolas. Solo escribió dos novelas: La Regenta y Su único hijo, algunas novelas cortas (Pipá, Avecilla, Las dos cajas, Doña Berta, El Señor…), varios fragmentos novelescos inconclusos y poco más de cien relatos breves, publicados en su mayoría en la presa y que recopiló, junto a otros inéditos, en volúmenes independientes: Pipá (1886), El Señor y lo demás, son cuentos (1893), Cuentos morales (1896) y El gallo de Sócrates (1901). 4.1.3.1. Las grandes novelas Su único hijo (1891) Narra la vida en una pequeña capital de un frustrado matrimonio, cuyas relaciones con los componentes de una compañía de actores sitúan la acción en un ambiente extraño y degradado. Clarín juzga duramente la moralidad de la sociedad que retrata, cuyos rasgos, ocultos bajo una máscara de pseudorromanticismo trasnochado son el egoísmo, la rapacidad, el engaño, la hipocresía y la mentira. Los personajes viven en la más extrema soledad y se mueven por intereses materiales en un medio social que condiciona su comportamiento con una mezcla de determinismo naturalista y sensualismo decadente. El protagonista es un individuo pusilánime que realiza un ímprobo esfuerzo por vencer esa debilidad y reafirmar su identidad. El personaje oscila entre lo ridículo y lo sublime. Su fuerza de voluntad lo hace elevarse por encima de la realidad que lo rodea y forjarse un destino propio elegido personalmente. La importancia en la novela de la voluntad, de la familia, de la infancia, del espíritu religioso, del tiempo de la memoria, de lo subjetivo, responde a la angustia ante la sociedad, el desarraigo y el miedo al mundo. La Regenta (1885) La Regenta se encuadra dentro de dos modelos típicos de la novela realista: la novela de adulterio, que tiene como protagonista a una mujer burguesa profundamente insatisfecha y la novela de sacerdote que narra el conflicto entre la castidad impuesta y el instinto natural. Los protagonistas de la novela son dos: Ana Ozores y el Magistral, Fermín de Pas. Ambos personajes tienen en común su desclasamiento: ella, hija de un aristócrata liberal, acaba como esposa del viejo y ridículo regente de la Audiencia; él, de humilde origen, está escalando a los más altos puestos de poder del cabildo catedralicio. En los dos se produce una profunda insatisfacción: Ana, frustrada humana y sentimentalmente en el marco de una ciudad levítica, añorando una madre que no tuvo y un hijo que no tiene; el Magistral, sometido a la férrea voluntad de su madre y sin meta humana alguna, excepto la ambición desmedida del poder. El tercer personaje en importancia es Álvaro Mesía, dirigente liberal de la provincia y tenorio por excelencia de la misma. Ana termina en manos del insustancial Mesía, con lo que consuma su propia degradación. LA LITERATURA DEL SIGLO XIX Lengua castellana y Literatura – 1º Bachillerato 21 En el fondo, la auténtica protagonista de la novela es la sociedad provinciana en su conjunto. Clarín disecciona en Vetusta, nombre literario de Oviedo, las mezquindades, frustraciones y pequeñeces de la sociedad española de la Restauración. Satiriza sin piedad los comportamientos de la clase dominante de la sociedad canovista: clero, nobles, indianos, burgueses desfilan por sus páginas dando muestras de su frivolidad, hipocresía, orgullo, mediocridad y miseria moral. La extensa fauna de personajes de la novela está casi por completo marcada por los mismos rasgos de los protagonistas: frustración, insatisfacción, sexualidad reprimida. Hay pocos personajes y éstos no tienen la entidad suficiente para cambiar los derroteros de la sociedad podrida. La estructura de la novela está muy pensada. Todos los elementos están interrelacionados: reflejan las relaciones de sus tres personajes y todo se organiza en función de ello. Consta de dos partes simétricas y bien equilibradas. La primera se desarrolla en tres días y la segunda en tres años. Esta desproporción es solo aparente, porque en la primera parte se rememoran retrospectivamente muchos años. Al principio la acción es más lenta, ya que se describen en detalle personajes y ambientes que son fundamentales para el desarrollo de la novela. La segunda parte es más rápida y dinámica, hasta el desenlace de la obra. En La Regenta, es muy importante la influencia del ambiente sobre los personajes, por ello se ha insistido en su carácter naturalista. En efecto, tanto el mundo exterior (la ciudad en que viven, el ambiente callejero, las relaciones sociales) como el más próximo a los personajes (su familia, su infancia, su formación) los condicionan de modo definitivo. Incluso la naturaleza se relaciona con los movimientos anímicos de los personajes: la lluvia constante, las estaciones del año… Dos son las notas dominantes en el ambiente que envuelve a los personajes de la novela: el tedio y la lujuria. En la cerrada ciudad provinciana todo se repite hasta el aburrimiento, y personas como Ana Ozores no encuentran más salida a su hastío que el refugio en libros y sueños románticos, perfectamente inútiles como solución vital. La sexualidad, más o menos reprimida, es la vía de escape de muchas frustraciones. Objetos, ambientes y personajes parecen rodeados de un halo de erotismo que impregna sus movimientos, sus conversaciones, sus sueños y sus pensamientos. Clarín ensaya en esta novela múltiples recursos narrativos. Lejos de las novelas de tesis, el autor deja hablar a los personajes, que charlan o piensan en alto constantemente. Cada personaje se expresa de acuerdo a su carácter, formación, nivel social… Muchos están caracterizados por sus tics lingüísticos. El narrador, en consonancia con los principios naturalistas, se distancia de sus personajes y deja que ellos mismos vayan construyendo sus historias particulares mediante el uso consciente y reiterado del estilo indirecto libre. Ello no obsta para que el narrador externo intervenga cuando le interesa, anticipando acontecimientos, sembrando pistas falsas para intrigar al lector, contraponiendo su visión de la realidad con la que de ella dan los distintos personajes, etc. No se trata nunca de un tosco narrador omnisciente, sino que mediante la ironía el autor revela su inteligentísima mirada sobre los seres y las cosas.
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