Docsity
Docsity

Prepara tus exámenes
Prepara tus exámenes

Prepara tus exámenes y mejora tus resultados gracias a la gran cantidad de recursos disponibles en Docsity


Consigue puntos base para descargar
Consigue puntos base para descargar

Gana puntos ayudando a otros estudiantes o consíguelos activando un Plan Premium


Orientación Universidad
Orientación Universidad

Literatura española de la Ilustración - Apuntes - Literatura, Apuntes de Literatura Española

Apuntes de literatura sobre la literatura española de la Ilustración. Durante el siglo XVIII nace un nuevo espíritu (prácticamente es la prolongación del Renacimiento) que barre los viejos valores del Barroco y que recibe el nombre de «Ilustración». Dicho movimiento se basa en el espíritu crítico, en el predominio de la razón y en la experiencia, por lo que la filosofía y la ciencia serán los saberes más valorados.

Tipo: Apuntes

2012/2013
En oferta
30 Puntos
Discount

Oferta a tiempo limitado


Subido el 24/06/2013

juan_heredia
juan_heredia 🇲🇽

4.4

(427)

624 documentos

1 / 11

Toggle sidebar
Discount

En oferta

Normalmente descargados juntos


Documentos relacionados


Vista previa parcial del texto

¡Descarga Literatura española de la Ilustración - Apuntes - Literatura y más Apuntes en PDF de Literatura Española solo en Docsity! Literatura de España Literatura medieval Renacimiento Miguel de Cervantes Barroco Ilustración Romanticismo Realismo Modernismo Generación del 98 Novecentismo Generación del 27 Literatura posterior a la Guerra Civil Literatura española de la Ilustración Durante el siglo XVIII nace un nuevo espíritu (prácticamente es la prolongación del Renacimiento) que barre los viejos valores del Barroco y que recibe el nombre de «Ilustración». Dicho movimiento se basa en el espíritu crítico, en el predominio de la razón y en la experiencia, por lo que la filosofía y la ciencia serán los saberes más valorados. Este período se conoce también como "Siglo de las Luces" o "Siglo de la razón". En definitiva, se persigue la felicidad humana mediante la cultura y el progreso. Los nuevos vientos hicieron que el arte y la literatura se orientaran hacia un nuevo clasicismo (Neoclasicismo), de ahí el término "neoclásico". Se huyó de la expresión de los sentimientos, se siguieron normas y reglas académicas y se valoró el equilibrio y la armonía. Contra tanta rigidez se reaccionó a finales de siglo, produciéndose una vuelta al mundo de los sentimientos. Este movimiento se conoce como "Prerromanticismo". Marco histórico: El siglo XVIII comienza con la guerra de Sucesión (1701−1714). Las potencias europeas, preocupadas ante el poder hegemónico del rey francés Luis XIV, unido a que su nieto Felipe de Anjou, a quien Carlos II había nombrado como heredero al trono, formaron la Gran Alianza y respaldaron las intentonas del Archiduque Carlos de Austria para acceder a la corona. Tras el Tratado de Utrecht, Felipe V (1700−1746) fue reconocido como Rey de España, aunque ello acarreó la pérdida de sus dominios europeos, de Menorca y de Gibraltar. En 1724, abdicó a favor de su hijo Luis I, pero al morir éste meses después, volvió a asumir el trono español. Durante su monarquía, desarrolló una política centralista y reorganizó la Hacienda Pública. Tras la muerte de Felipe V, le sucedió Fernando VI (1746−1759, quien, con los ministros Carvajal y el marqués de la Ensenada, mejoró las comunicaciones y los caminos del país, fomentó las construcciones navales y favoreció el desarrollo de las ciencias. Tras la monarquía de Felipe V, su hermanastro Carlos III le sucedió en el trono. Prototipo de monarca ilustrado, contó con el soporte de importantes ministros, como Floridablanca, Campomanes, Aranda, Grimaldi y el Marqués de Esquilache. Sin salirse del modelo del Antiguo Régimen, modernizó el país, repobló Sierra Morena, favoreció la enseñanza, el comercio y las obras públicas. Durante el reinado de Carlos IV, estalló la Revolución Francesa (1789). Por su debilidad y la ambición del ministro Godoy, tuvo que abdicar en pos de su hijo Fernando VII, tras la invasión por los franceses en 1808. España Antecedentes del reformismo: los novatores del siglo XVII. Durante el reinado de los Austrias menores, España dejó prácticamente de lado los estudios científicos, vistos con sospecha y continuamente perseguidos por la Inquisición. El retraso con respecto a Europa era evidente a comienzos del siglo XVIII. Pese a todo, 1 algunos intelectuales, desde finales del XVII, se negaron a abandonar la investigación; no exentos de riesgos, estuvieron siempre al tanto de los descubrimientos europeos en astronomía, medicina, matemáticas o botánica. Estos eruditos son los llamados novatores ("innovadores", llamados así despectivamente). Difundieron las teorías de Galileo Galilei, Kepler, Linneo o Isaac Newton. Entre los novatores destacan: Juan de Cabriada, Antonio Hugo de Omerique, Juan Caramuel, Martínez, Tosca y Corachán. En el siglo XVIII, el legado que dejaron, lo continuaron otros científicos como Jorge Juan, Cosme Bueno, Antonio de Ulloa, etc. Penetración de las luces en España: Tras la guerra de Sucesión, los Borbones encontraron una España sumida en la miseria y la ignorancia. La Península Ibérica tenía apenas siete millones y medio de habitantes. Con una concepción política francesa, Felipe V fortaleció el poder monárquico y potenció un proceso de centralización de la nación, aboliendo los fueros y las leyes de Aragón y Cataluña. La Iglesia mantuvo su dominio, pese a que cayeran algunas órdenes religiosas como la Compañía de Jesús, ya en época de Carlos III. Por otro lado, el pueblo llano, formado por ganaderos, agricultores, funcionarios y marginados, carecía de derechos. Los monarcas paulatinamente fueron reduciendo algunos privilegios a la aristocracia hereditaria y adoptaron una postura regalista frente a la Iglesia, con la finalidad de realizar una serie de reformas básicas. A finales de siglo, había mejorado la calidad de vida de los españoles, como así lo demuestra el aumento de la población en casi tres millones de habitantes, cifra sin embargo menor a la de otros países europeos. Las ideas ilustradas fueron entrando en España a través de diversas vías: La difusión de las ideas de algunos ilustrados como Gregorio Mayans y Benito Jerónimo Feijoo, novatores del siglo XVIII. • La propagación de las ideas enciclopedistas francesas (Rousseau, Voltaire, Montesquieu), pese a la censura de la época para evitar su introducción en la Península y la vigilancia de la Inquisición. • Las traducciones de libros franceses de todos los géneros y la contratación de profesores extranjeros o eruditos en determinadas materias. • Los viajes de estudio y conocimiento de la vida y costumbres europeas realizados por los eruditos e intelectuales. • La aparición de periódicos o publicaciones donde las ideas ilustradas se difundían.• La creación de una serie de instituciones culturales y de Sociedades económicas de amigos del país destinadas a promover el progreso cultural, social y económico de España mediante la extensión de la cultura. • El máximo esplendor de la Ilustración en España fue durante el reinado de Carlos III, y su decadencia, por las fechas de la Revolución Francesa (1879) y la invasión napoleónica en la Península Ibérica, en 1808. Los ilustrados, pese a contar con el apoyo de la Corona, no obtuvieron el reconocimiento de la mayoría; muchos fueron calificados como extranjerizantes y acusados de atentar contra la tradición y la enseñanza religiosa. Tras la Revolución Francesa, algunos fueron perseguidos, e incluso, encarcelados. El español en el siglo XVIII: En este siglo, se libra una lucha a favor de la claridad y naturalidad del lenguaje artístico, en la que muchos escritores combatían contra los restos que aún sobrevivían del estilo Barroco, es decir, la utilización de artificios a la que había llegado el Barroco tardío. El latín era utilizado en las universidades como lengua académica, pero poco a poco se fue sustituyendo en ese papel. Querían volver al esplendor del Siglo de Oro como lengua literaria, pero para ello era necesario desarrollar formas de expresión acordes con las ciencias experimentales europeas, labor que desarrollaron Feijoo, Sarmiento, Mayans, Jovellanos, Forner, Capmany, entre otros. En el año 1813, tras la Guerra de la Independencia, la Junta creada por la Regencia para realizar una reforma general de la enseñanza, ordenó el empleo exclusivo del español en la universidad. Muchos de los ilustrados, para la modernización de España, defendieron la implantación de la enseñanza de otros idiomas (francés, inglés, italiano) en los centros, y la traducción al castellano de obras destacadas. A lo primero se opusieron aquellos que defendían la prioridad de las lenguas clásicas (latín y griego), frente a las modernas, y a lo segundo los que rechazaban las traducciones porque introducirían en el español extranjerismos innecesarios y pondrían en peligro su identidad. Surgieron 2 Juan Meléndez Valdés: Meléndez Valdés (Ribera del Fresno, Badajoz, 1754 − Montpellier, Francia, 1814) es considerado uno de los mejores poetas del siglo XVIII. Fue catedrático en Salamanca, donde mantuvo amistades con Cadalso y Jovellanos. Desempeñó como jurista, ocupando destinos en Zaragoza, Valladolid y finalmente en Madrid, donde actuó como fiscal del Supremo. Una vez que su mentor, Jovellanos, cayese en desgracia ante Godoy, se ordenó su destierro a Medina del Campo, más tarde a Zamora y por último a Salamanca. Fue un afrancesado durante la guerra de la Independencia y evitó ser fusilado en Oviedo, pero no tuvo más remedio que exiliarse tras la derrota del ejército francés. Pueden diferenciarse dos etapas en la lírica de Meléndez Valdés: • En la primera se siente atraído en su juventud por la poesía rococó predominante y por la influencia de José Cadalso. Compone poemas anacreónticos y pastoriles con el amor como tema predominante. De esta primera etapa cabe destacar la égloga Batilo. • Sin embargo, tras la muerte de Cadalso, y siguiendo los consejos de Jovellanos, pensó que la lírica pastoril era impropia de un magistrado, así que compuso otro tipo de poesía más acorde con su oficio. Como Jovellanos, se sensibiliza ante las desigualdades sociales, defiende la necesidad de emprender reformas que mejoren la vida del pueblo, critica las costumbres cortesanas y su poesía se vuelve filosófica, sentimental y reflexiva. • Su estilo en sus comienzos fue artificioso y convencional, pero más tarde se volvió muy cuidado y preciso. Él mismo definió su propósito al escribir: "He cuidado de explicarme con nobleza y de usar un lenguaje digno de los grandes asuntos que he tratado". El grupo madrileño: En la Corte y en los medios burgueses calaron rápidamente las ideas reformistas del siglo XVIII. Además de las Academias hubo también otras iniciativas particulares que influyeron mucho en la literatura, como es el caso de la Fonda de San Sebastián, fundada por Nicolás Fernández de Moratín y su hijo Leandro, junto con Cadalso y Jovellanos. Los fabulistas: Iriarte y Samaniego: Estos dos escritores también formaron parte del grupo madrileño. Con la finalidad de corregir defectos y mostrar los valores racionales, escribieron fábulas. Teatro: En teatro, los principales cultivadores fueron los del grupo madrileño. Se sometieron a lo que enseñaban los preceptistas clásicos y modernos, y crearon un teatro en pos de los intereses políticos y morales de la época. Existen tres tendencias: Tendencia tradicional; Durante la primera mitad del siglo XVIII el teatro se encuentra en decadencia; Tendencia neoclásica y Tendencia popular. Los sainetes gozaron del apoyo popular. Estaban escritos en verso, emparentado con los pasos y entremeses de los siglos anteriores. El autor más importante de sainetes fue Ramón de la Cruz. El teatro adopta las nuevas modas que llegaban de Francia. En el teatro neoclásico también se impuso la razón y la armonía como norma. Se acató la llamada «regla de las tres unidades», que exigía una única acción, un solo escenario y un tiempo cronológico coherente en el desarrollo de la acción dramática. Se estableció la separación de lo cómico y lo trágico. Se impuso la contención imaginativa, eliminando todo aquello que se consideraba exagerado o de «mal gusto». Se adoptó una finalidad educativa y moralizante, que sirviera para difundir los valores universales de la cultura y el progreso. Aunque menos racionalista que otros géneros, la tragedia cultivó temas históricos, como es el caso de la más conocida, Raquel, de Vicente García de la Huerta. Pero sin lugar a dudas el teatro más representativo del momento fue el de Leandro Fernández de Moratín, creador de lo que se ha dado en llamar «comedia moratiniana». Frente al género trágico, el más común entonces, y que practicaba su padre, Nicolás, y frente al sainete costumbrista y amable de Ramón de la Cruz, Moratín hijo ridiculizó los vicios y costumbres de su época, en un claro intento de convertir el teatro en un vehículo para moralizar las costumbres. Leandro Fernández de Moratín: Hijo de Nicolás Fernández de Moratín (Madrid, 1760 − París, 1828), Leandro es el principal autor dieciochesco de teatro. A su padre se le debe su orientación • 5 neoclásica. Protegido de Jovellanos y Godoy, viajó por Inglaterra, Francia (presenció el estallido de la Revolución Francesa) e Italia. Cayó enamorado de Paquita Muñoz, mucho más joven que él, con la que no llegó a casarse por su deseo de no contraer compromisos. Fue un afrancesado y aceptó de José Bonaparte el cargo de Bibliotecario Mayor, por lo que se le desterró a Francia, donde fallecerá tras la derrota de los invasores. Obra: Como poeta, escribió poemas satíricos como la Sátira contra los vicios introducidos en la poesía castellana, tema que vuelve a tratar en prosa en La derrota de los pedantes. La crítica actual considera a Moratín el lírico más destacado del siglo XVIII. En el poema Elegía a las musas, ya viejo, se despide de la poesía del teatro, los cuales habían sido su razón de vivir. Como autor dramático, escribió únicamente cinco comedias que le procuraron una gran reputación entre la gente ilustrada. En El viejo y la niña y en El sí de las niñas (1806), defiende el derecho que tiene la mujer de aceptar o no a su cónyuge contra la imposición de la familia, que hasta entonces frecuente casar a jovencitas con viejos adinerados. En, La mojigata, critica la hipocresía y la falsa piedad. Otra comedia es El barón y por último La comedia nueva o El café (1792), una burla hacia los autores que ignoran las reglas aristotélicas. Prerromanticismo: Algunas obras de la Escuela salmantina auguran el comienzo del Romanticismo. Así, en Las noches lúgubres de José Cadalso se introduce la locura, ambientes tétricos y nocturnos y una gran pasión amorosa Literatura española del Romanticismo El Romanticismo es un movimiento revolucionario en todos los ámbitos vitales que, en las artes, rompe con los esquemas establecidos en el Neoclasicismo, defendiendo la fantasía, la imaginación y las fuerzas irracionales del espíritu. El Neoclasicismo aún perdura en algunos autores, pero muchos, que se iniciaron en la postura neoclasicista, se convirtieron ávidamente al Romanticismo, como el Duque de Rivas o José de Espronceda. Otros, sin embargo, fueron desde sus inicios románticos convencidos. Los precursores del Romanticismo, que se extendió por Europa y América, son Rousseau (1712 1778), pensador francés, y el dramaturgo alemán Goethe (1749 1832). Bajo el influjo de estas figuras los románticos se encaminan a crear obras menos perfectas y menos regulares, pero más profundas e íntimas. Buscan entre el misterio e imponen los derechos del sentimiento. Su lema es la libertad en todos los aspectos de la vida. El Romanticismo en España fue tardío y breve, más intenso, pues la segunda mitad del siglo XIX lo acapara el Realismo, de características antagónicas a la literatura romántica. Tendencias del Romanticismo: En España, el romanticismo es considerado complejo y confuso, con grandes contradicciones que comprenden desde la rebeldía y las ideas revolucionarias hasta el retorno a la tradición católico−monárquica. Respecto a la libertad a la política, algunos la entendieron como una mera restauración de los valores ideológicos, patrióticos y religiosos que habían deseado suprimir los racionalistas del siglo XVIII. Exaltan, pues, el Cristianismo, el Trono y la Patria, como máximos valores. En esta vertiente de Romanticismo tradicional se incluyen Walter Scott, en Inglaterra, Chateaubriand, en Francia y el Duque de Rivas y José Zorrilla en España. Se basa en la ideología de la Restauración, que se origina tras la caída de Napoleón Bonaparte, y defiende los valores tradicionales representados por la Iglesia y el Estado. Por otro lado, otros románticos, como ciudadanos libres, combaten todo orden establecido, en religión, arte y política. Reclaman los derechos del individuo frente a la sociedad y a las leyes. Ellos representan el Romanticismo revolucionario o Romanticismo liberal y sus representantes más destacados son Lord Byron, en Inglaterra, Victor Hugo, en Francia y José de Espronceda, en España. Se apoya en tres pilares: la búsqueda y la justificación del conocimiento irracional que la razón negaba, la dialéctica hegeliana y el historicismo. Marco histórico: El Romanticismo abarca la primera mitad del siglo XIX, que es una etapa de fuertes tensiones políticas. Los conservadores defienden sus privilegios pero los liberales y progresistas luchan por suprimirlos. Se abre paso el laicismo y la masonería goza de gran influencia. El pensamiento católico tradicional se defiende frente a las nuevas ideas de los librepensadores y seguidores del filósofo alemán 6 Krause. La clase obrera desencadena movimientos de protesta de signo anarquista y socialista, con huelgas y atentados. Mientras en Europa se desarrolla fuertemente la industria y se enriquece culturalmente, España ofrece la imagen de un país poco adelantado y que cada vez está más alejado de Europa. Características del Romanticismo Rechazo al Neoclasicismo. Frente al escrupuloso rigor y orden con que, en el siglo XVIII, se observaron las reglas, los escritores románticos combinan los géneros y versos de distintas medidas, a veces mezclando el verso y la prosa; en el teatro se desprecia la regla de las tres unidades (lugar, espacio y tiempo) y alternan lo cómico con lo dramático. • Subjetivismo. Sea cual sea el género de la obra, el alma exaltada del autor vierte en ella todos sus sentimientos de insatisfacción ante un mundo que limita y frena el vuelo de sus ansias tanto en el amor, como en la sociedad, el patriotismo, etc. Hacen que la naturaleza se fusione con su estado de ánimo y que se muestre melancólica, tétrica, misteriosa, oscura... a diferencia de los neoclásicos, que apenas mostraban interés por el paisaje. Los anhelos de amor apasionado, ansia de felicidad y posesión de lo infinito causan en el romántico una desazón, una inmensa decepción que en ocasiones les lleva al suicidio, como es el caso de Mariano José de Larra. • Atracción por lo nocturno y misterioso. Los románticos sitúan sus sentimientos dolientes y defraudados en lugares misteriosos o melancólicos, como ruinas, bosques, cementerios... De la misma manera que sienten atracción hacia lo sobrenatural, aquello que escapa a cualquier lógica, como los milagros, apariciones, visiones de ultratumba, lo diabólico y brujeril... • Fuga del mundo que los rodea. El rechazo de la sociedad burguesa en la que les ha tocado vivir, lleva al romántico a evadirse de sus circunstancias, imaginando épocas pasadas en las que sus ideales prevalecían sobre los demás o inspirándose en lo exótico. Frente a los neoclásicos, que admiraban la antigüedad grecolatina, los románticos prefieren la Edad Media y el Renacimiento. Como géneros más frecuentes, cultivan la novela, la leyenda y el drama histórico. • La poesía: Los poetas románticos componen sus poemas en medio de un arrebato de sentimientos, plasmando en versos todo cuando sienten o piensan. Según parte de la crítica literaria, en sus composiciones hay un lirismo de gran fuerza, sin embargo conviviendo con versos vulgares y prosaicos. Varios son los temas de la lírica romántica: El Yo, la propia intimidad. Fue Espronceda, dejando en su Canto a Teresa una desgarradora confesión de amor y desengaño, quien con más acierto ha logrado poetizar sus sentimientos. • El amor pasional, con entregas súbitas, totales, y rápidos abandonos. La exaltación y el hastío.• Se inspiran en temas históricos y legendarios.• La religión, aunque frecuentemente sea a través de la rebeldía con la consiguiente compasión y aun exaltación del diablo. • Las reivindicaciones sociales (revalorización de los tipos marginales, como el mendigo).• La naturaleza, que es mostrada en todas sus modalidades y variaciones. Suelen ambientar sus composiciones en lugares misteriosos, como cementerios, tormentas, el mar embravecido, etc. • La sátira, frecuentemente ligada a sucesos políticos o literarios.• También es de señalar que el nuevo espíritu afectó a la versificación. Frente a la monótona repetición neoclásica de letrillas y canciones, se proclamó el derecho de utilizar todas las variaciones métricas existentes, de aclimatar las de otras lenguas y de innovar cuando fuera preciso. El romanticismo se adelanta aquí, como en otros aspectos, a las audacias modernistas de fin de siglo. José de Espronceda: Nació en 1808, en Pajares de la Vega, localidad cercana a Almendralejo, Badajoz. Fundó la sociedad secreta de Los numantinos, cuya finalidad era "derribar al gobierno absoluto". Sufrió reclusión por ello. Huye a Lisboa a los dieciocho años y se une con los exiliados liberales. Allí conoce a Teresa Mancha, mujer con la que vivió en Londres. Tras una actuación • 7 Leyendas, pero sobre todo en Don Álvaro o la fuerza del sino, el cual se estrenó en el Teatro del Príncipe (actual Teatro Español) de Madrid en 1835, ante unos mil trescientos asistentes, que presenciaron el primer drama romántico español, con tantas novedades como la combinación de la prosa y el verso. José Zorrilla: Nació en Valladolid, 1817 y murió en Madrid, en 1893. Inició su carrera literaria leyendo unos versos en el entierro de Larra, con los que ganó gran fama. Contrajo matrimonio con una viuda dieciséis años mayor que él, pero fracasó y, huyendo de ella, marcha a Francia y después a México en 1855, donde el emperador Maximiliano lo nombró director del Teatro Nacional. Al regresar a España en 1866 fue acogido con entusiasmo. Volvió a casarse y, con constantes penurias monetarias, no tuvo más remedio que malvender sus obras, como Don Juan Tenorio. Las Cortes le otorgaron una pensión en 1886. • Obra: La trayectoria literaria de Zorrilla es prolífica. Su poesía alcanza el cenit con Leyendas, que son pequeños dramas contados como narraciones en verso. Las más importantes de sus leyendas son Margarita la Tornera y A buen juez, mejor testigo. Sin embargo, su reconocimiento se debe más a sus obras dramáticas. De sus dramas destacan El zapatero y el rey, sobre la muerte del rey don Pedro; Traidor, inconfeso y mártir, acerca del famoso pastelero de Madrigal, que se hizo pasar por don Sebastián, rey de Portugal; Don Juan Tenorio (1844), la más famosa de sus obras, se representa como una tradición en muchas ciudades de España a principios de noviembre. Trata el tema del célebre burlador de Sevilla, escrito antes por Tirso de Molina (siglo XVII) y por otros autores nacionales y extranjeros. Romanticismo tardío (Posromanticismo): Durante la segunda mitad del siglo XIX, los anteriores gustos por lo histórico y legendario, pasan a un segundo plano, y la poesía pasa a ser más sentimental e intimista. Ello viene condicionado por las influencias de la poesía alemana y el nuevo interés que suscita la poesía popular española. La escuela posromántica deja de lado las demás escuelas europeas, a excepción del influjo que ejerce la obra del poeta alemán Heinrich Heine. La poesía, al contrario de la novela y el teatro, continua siendo romántica (la novela y el teatro seguirá la tendencia realista). En la poesía la forma pierde parte de su interés para centrar su atención a lo emotivo que puede poseer el poema. Lo narrativo decae en favor de lo lírico. La poesía es más personal e intimista. Se reduce la retórica y se aumenta el lirismo, con el amor y la pasión por el mundo por lo bello como temas principales. Se buscan nuevas formas métricas y nuevos ritmos. La homogeneidad de la que gozaba el Romanticismo se transforma en pluralidad en las ideas poéticas. La poesía posromántica, pues, representa la transición entre el Romanticismo y el Realismo. Los poetas más representativos de este periodo son Gustavo Adolfo Bécquer, Augusto Ferrán y Rosalía de Castro. Ya no triunfan en aquella sociedad de la Restauración, utilitaria y poco idealista, pues se admiraban más los escritores que trataban temas de la sociedad contemporánea, como Ramón de Campoamor y Gaspar Núñez de Arce, aunque hoy en día no tengan demasiada relevancia crítica. Gustavo Adolfo Bécquer: Nació en Sevilla en 1836. Aunque sus apellidos son Domínguez Bastida, firmó con el segundo apellido de su padre, procedente de Flandes. Quedó a temprana edad huérfano y tuvo el deseo frustrado de estudiar Náutica, aunque más tarde hallaría su verdadera vocación, la de escritor. A los 18 años se trasladó a Madrid, donde intentó alcanzar el éxito literario y pasaría penurias. A los 21 años contrajo la enfermedad de la tuberculosis, que más tarde le llevaría a la tumba. Se enamoró fervientemente de Elisa Guillén, quien le correspondió, aunque rompieron pronto, con un gran pesar en el poeta. En 1861 se casa con Casta Esteban y ejerce de periodista con una actitud política conservadora. Más tarde obtiene 500 pesetas mensuales (cantidad importante para la época) como censor de novelas, pero lo pierde en la revolución de septiembre de 1868. Se separa de su esposa, cuya fidelidad no es completa. Comienza a llevar una vida de desilusión y bohemia, y viste con desaseo. En 1870 muere su hermano Valeriano, compañero inseparable del poeta. Gustavo Adolfo se reconcilia con Casta pocos meses antes de su muerte en Madrid, en 1870. Su fallecimiento pasó casi inadvertido y sus restos fueron enterrados, junto a los de su hermano, en Sevilla. • Prosa: Su obra en prosa consta de Leyendas, veintiocho historias, en las que, según el ideal romántico, 10 predominan el misterio y el más allá. Además, también escribió Cartas desde mi celda, un conjunto de crónicas compuestas durante su estancia en el monasterio de Veruela. Poesía: Las Rimas: Bécquer reunió los poemas que compuso a lo largo de su vida, en Rimas. Son 79 poemas breves, de dos, tres o cuatro estrofas (salvo raras excepciones), generalmente asonantadas, con combinaciones de versos libres. Rosalía de Castro: Nació en Santiago de Compostela, en 1837, y murió en Iria Flavia, término municipal de Padrón, en 1885. Fue hija de padres que no estaban casados, hecho que le provocó una amargura incurable. Se trasladó a Madrid, donde conoció al historiador gallego Manuel Murguía, con quien contrajo matrimonio. Viven en diversos lugares de Castilla, pero Rosalía, que no sentía simpatía por la región, consigue la instalación definitiva en Galicia. Su matrimonio no fue feliz. Pasaron problemas económicos, unido a la necesidad de mantener a seis hijos. Murió de cáncer en Iria Flavia, pero sus restos mortales fueron trasladados a Santiago de Compostela, adonde los acompañó una multitud, pues Rosalía era el alma de Galicia. • Obra: Aunque su obra escrita en prosa no fue prolífica, cabe destacar El caballero de las botas azules, de trasfondo filosófico y satírico. Es en la poesía la que otorga a Rosalía un lugar más importante en la literatura. Su primeros libros, La flor (1857) y A mi madre (1863) poseen rasgos característicos del romanticismo, con versos esproncedianos. Sin embargo, sus tres obras más memorables son: Cantares gallegos: Esta obra fue desarrollada durante la estancia de Rosalía en Castilla, donde añora su tierra natal, Galicia. En Castilla se siente como exiliada ya que, según ella, allí se sentía poca estima por lo gallego. Cantares gallegos se trata de una obra de poemas sencillos, con ritmos y temas populares. Siente nostalgia por su tierra y anhela su regreso. También se desahoga de Castilla, que consideraba explotadora de los pobres segadores gallegos. 2 11
Docsity logo



Copyright © 2024 Ladybird Srl - Via Leonardo da Vinci 16, 10126, Torino, Italy - VAT 10816460017 - All rights reserved