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Relación temática y formal entre 'Los de abajo' y 'Pedro Páramo' de Azuela y Rulfo, Monografías, Ensayos de Literatura Hispanoamericana

Literatura del siglo XXLiteratura mexicanaNarrativa mexicana

En este texto se establece la relación entre las novelas 'Los de abajo' de Mariano Azuela y 'Pedro Páramo' de Juan Rulfo, identificándose puntos de encuentro, problemas y semejanzas referidos al modo de narrar y temas tratados como la violencia, la identidad y la revolución. Ambas obras son escritas por autores mexicanos en el siglo XX y se relacionan con la situación social y política de aquella época. Se analizan los niveles cotidianos y vulgares de las narraciones, los modismos y el lenguaje popular empleados, así como los temas espirituales, el dinero y las trampas. Se comparan los elementos mágicos y espirituales presentes en ambas obras.

Qué aprenderás

  • ¿Cómo se diferencian las narrativas de 'Los de abajo' y 'Pedro Páramo' en términos de lenguaje y estilo?
  • ¿Qué temas tratan las novelas 'Los de abajo' y 'Pedro Páramo'?
  • ¿Cómo se relacionan las novelas 'Los de abajo' y 'Pedro Páramo' en términos temáticos y formales?

Tipo: Monografías, Ensayos

2021/2022

Subido el 16/11/2022

flocamusb
flocamusb 🇨🇱

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¡Descarga Relación temática y formal entre 'Los de abajo' y 'Pedro Páramo' de Azuela y Rulfo y más Monografías, Ensayos en PDF de Literatura Hispanoamericana solo en Docsity! Florencia Camus Primera evaluación 1.Establezca una relación (temática, formal) entre las novelas "Los de abajo" de Mariano Azuela y "Pedro Páramo" de Juan Rulfo. Identifique puntos de encuentro, problemas o semejanzas referidas al modo de narrar, a los temas tratados (violencia, identidad, revolución). Justifique su argumentación con citas específicas de los textos. Pedro Páramo y Los de abajo son obras escritas por autores mexicanos en el siglo XX. Se interpretan en relación con la situación social y política de aquella época ya que ambas hablan de la vida mexicana, pero están enfocadas y escritas de manera diferente. La primera novela nos habla sobre los pueblos desconocidos y la mirada de los indígenas en México, además de hablar sobre temas espirituales, el dinero y trampas. En la segunda, vemos una obra más ligada a la Revolución Mexicana, se siente mucho más realista y hasta da cierto carácter biográfico. De manera más profunda, en el caso de la obra de Rulfo, esta pertenece al realismo mágico y transmite la realidad. Además, decidió poner como protagonistas a indígenas, es por ello que se emplea un lenguaje coloquial. Las narraciones están en niveles más cotidianos y vulgares, se emplean modismos que son propios del país: “—Mire usted —me dice el arriero, deteniéndose— ¿Ve aquella loma que parece vejiga de puerco? Pues detrasito de ella está la Media Luna. Ahora voltié para allá. ¿Ve la ceja de aquel cerro? Véala. Y ahora voltié para este otro rumbo. ¿Ve la otra ceja que casi no se ve de lo lejos que está? Bueno, pues eso es la Media Luna de punta a cabo. Como quien dice, toda la tierra que se puede abarcar con la mirada. Y es de él todo ese terrenal. El caso es que nuestras madres nos malparieron en un petate aunque éramos hijos de Pedro Páramo. Y lo más chistoso es que él nos llevó a bautizar. Con usted debe haber pasado lo mismo, ¿no?” (p. 2). En este extracto, se puede apreciar que emplean términos como ‘detrasito’, algo muy típico mexicano el agregar ‘sito’ al final de cada palabra para decir que es algo es corto o pequeño, en esta instancia se refiere a que está muy próxima la distancia. Además, dice ‘voltié’ en vez de ‘voltéese’ o ‘voltéate’, demostrando que se tratan de personas de rango inferior y que tienen problemas de habla ya que su estatus social es más bajo. Además, en esa misma página se encuentra un lenguaje ofensivo y directo: “¡Váyase mucho al carajo!”. Se puede ver una sociedad más calmada y que mantiene crímenes que están ocultos, llegamos a sentir incertidumbre y desorientación. En esta historia, nos encontramos con temas espirituales (como el alma y la vida después de la muerte), esto podría verse como un elemento mágico. Un ejemplo de ello es cuando Juan Preciado se encuentra buscando a su padre y se topa con individuos que van impactando de manera negativa y positiva con él. Poco a poco, nos vamos dando cuenta de que esas personas en realidad no se encuentran vivas, son los recuerdos que quedan en el lugar y que no son olvidados. Tanto el padre como el hijo son los que van desarrollando sus propias acciones y escenarios. Juan Preciado pareciera ser el protagonista hasta la mitad de la obra, pero luego pareciera ser que Pedro, su padre, va ocupando aquel lugar gracias a las memorias que se van uniendo a la voz de varios narradores (nos vamos dando cuenta de que cada historia va relacionándose con las demás y que, al final, están todas unidas) hasta convertirse en su propia historia. Ambas historias van intercalándose entre sí con mucha libertad. En el libro de Azuela, se tiene un México más histórico, de hecho, es considerado como una novela de la Revolución ya que hablan de las revueltas (varios ideales cambiaban rápidamente), la cultura, la discriminación de las clases sociales, el gobierno (el mal trato que tenían hacia los habitantes), las tierras conquistadas y las batallas. La historia es mucho más cruda, realista, gráfica, violenta y sangrienta que la otra, solamente se tiene la guerra como pensamiento. Eso sí, también existe esa sensación de incertidumbre: en este caso, el a quién apoyar o qué se está exigiendo y reclamando. Los protagonistas son obreros revolucionarios y, al igual que Pedro Páramo, también se emplea un lenguaje muy vulgar y familiar. “Señora, ¿cómo se llama este ranchito?” (p. 2), se vuelve a usar el ‘ito’ al final de la oración para expresar nuevamente que es algo pequeño. “¡Hora sí, muchachos, pónganse changos!” (p. 6), en vez de decir ‘ahora’, dicen ‘hora’, se saltan las letras como si el autor escribiera literalmente cómo pronuncian de manera oral las palabras. Además, se emplea el típico dicho popular de ‘pónganse changos’, refiriéndose a que se pongan bravos. “(…) ¿Viste?... Hora pal que viene en el caballo tordillo... ¡Abajo, pelón!...” (p. 6), se emplea ‘pal que’ en vez de ‘para el que’, nuevamente podemos reafirmar la idea de este lenguaje popular. Además, se vuelve a ver este mal uso del lenguaje y se visibiliza que varios personajes vienen de un estrato social bajo: “¿No quere más?” (p. 8), en vez de decir ‘quiere’, la moza dice ‘quere’, dejando en evidencia su falta de educación. Esto nos hace ver la poca educación que tenían los revolucionarios de dicha época y, aún más las mujeres, el claro ejemplo es el de la moza. En la narrativa de esta obra, se comienza con el relato de Demetrio Macías y se suele mantener a lo largo de la historia. Eso sí, aparece el personaje de Luís Cervantes y pareciera que ambos personajes terminan siendo los principales, aunque este último se va volviendo más independiente. En ambas historias nos topamos con personajes que van poco a poco encontrando su camino y descubriendo su destino con eventos que son violentos, identitarios y revolucionarios. Como se ha mencionado anteriormente, en Pedro Páramo está ligado con elementos místicos y espirituales; de hecho, la respuesta a su búsqueda siempre estuvo con ellos, pero nunca pudieron verlo por sí mismos (esto deja ver que la historia es mucho más profunda y hasta trascendental). Además, la búsqueda llega a ser más emotiva ya que el joven hace esa travesía para buscar a su padre y su verdad, llega a tener un final adecuado ya que sigue con la temática espiritista de que desea permanecer como alma en la tierra. En cambio, en Los de abajo, la respuesta a esta búsqueda es encontrada de manera física (no reflexiva y espiritual); pelean, viajan y discuten, como una verdadera revolución. Un padre de familia busca la venganza, por ello pelea y viaja, aunque se deja llevar por el poder, el reconocimiento y el dinero, llevándolo a un final fuerte e impactante. Otro punto importante que hay que destacar es el hecho de que ambas obras hablan sobre el abuso que tienen hacia las mujeres. Se ven bastante reprimidas y sumisas hacia los hombres, obedecen a todo y se nota que en esa época la mujer no tenía ningún rol importante por la manera en la que fueran criadas en dicha cultura. Un claro ejemplo es la figura de Susana San Juan (en Rulfo), en el cual la muchacha no tiene a su padre y se va a vivir con un hombre (Pedro Páramo) que la deseaba a ella, pero del cual la joven no tenía atacarla pensando que esta naturaleza desconocida le quería hacer daño. La serpiente se ve como una víctima ya que no hizo nada y se escapó ante la amenaza del hombre violento, dejando en evidencia la figura del hombre que destruye la naturaleza sin motivo alguno. En la naturaleza se ve más la libertad, la paz y la armonía, mientras que en el hombre se ve más la destrucción, lo hostil y la agresividad. El hombre convierte a la naturaleza en algo hostil y brutal por su visión hacia ella, su miedo y temor a lo desconocido que se convierte en agresividad. Además, hay una escena en que los hombres lanzan a un niño al río hacia los caimanes, simbolizando que los caimanes llevan a la muerte. En sí, la selva es vista como una destructora de todo y llega a ser asfixiante y esclavizante el estar rodeado de ella. El problema que emerge de esta relación de naturaleza es que ella misma no es asfixiante y hostil como se retrata, sino que es el hombre el que la corrompe. El hombre mediante sus acciones provoca que la naturaleza tenga estas respuestas naturales tan violentas y no deja que esta siga estando en equilibrio. 3. Identifique y explique en la narrativa de Borges (en 2 o 3 cuentos de libre elección) la "reflexión vanguardista" de esta forma de narrar respecto al tiempo, el espacio, la voz del narrador. Borges es un individuo bastante culto y descubrió de manera temprana la vanguardia. Se caracteriza por haber unido lo moderno y lo argentino en sus obras, se posiciona de una manera determinada ante el mundo y emplea un lenguaje particular. Se puede decir que él construyó su propia vanguardia, haciendo una vanguardia reflexiva. Para poder ver aquello, nos vamos a centrar en dos cuentos que se encuentran en El Aleph. En El Zahir es uno de los nombres de Dios, según los islámicos y en Argentina la moneda de veinte centavos. El protagonista no puede liberarse de la moneda, aún cuando se intenta alejar de ella y no ha experimentado todos los efectos. Además, es importante hablar de las técnicas empleadas por Borges, como el oxímoron. Aquí, se puede encontrar a un Borges real que decide reflexionar sobre la conducta que tuvo al abandonar el velatorio de una mujer que amaba (Teodolina Villar) y se fue a tomar una bebida alcohólica. De esa manera, transmite que haber ido a tomar un trago era algo grosero y fácil de hacer que llegaron a tentarlo: “En la figura que se llama oximoron, se aplica a una palabra un epíteto que parece contradecirla; así los gnósticos hablaron de luz oscura, los alquimistas, de un sol negro. Salir de mi última visita a Teodelina Villar y tomar una caña en un almacén era una especie de oxímoron; su grosería y su facilidad me tentaron.” (p. 2). En este caso, el oxímoron se encuentra en lo gramatical y lo estructural, pero el más importante es el estructural. El descubrimiento de la moneda se produce cuando abandona la casa de su mujer amada que acaba de morir. Además, en el cuento mismo llamado El Aleph, el protagonista también pierde a su amada, Beatriz Viterbo, y abandonada su casa después de que murió (aunque esto pasó unos años después y no de inmediato como en El Zahir). En la reflexión de estos cuentos de Borges se llega a la conclusión de que el mundo sigue su curso natural, no importa que se haya perdido a un ser querido, el mundo no se detiene por una muerte. Eso sí, se hace un contraste bastante abrupto en El Zahir ya que se contraste el hecho doloroso (la muerte de su amada) con un acto tan vulgar como ir a tomar y, en El Aleph, se contraste con el hecho de que el narrador se da cuenta de que los carteles se renovaron con unos relacionados a los cigarrillos. Además, en esta misma obra, el autor decide toma una copa de coñac. Se toma el elemento del alcohol en ambos cuentos y de los cigarrillos, elementos que son claramente vulgares. Existen otros momentos en que hay un desequilibrio de lo que está sucediendo y lo que envuelve el suceso. En El Aleph, la pérdida del Aleph para Carlos es realmente indispensable para el final del poema y su pérdida es muy preocupante para él, esto producto de que se va a demoler la casa. Además, este se encuentra en un sótano desorganizado, desordenado e infestado de ratones, la casa está ubicada en la típica calle de Buenos Aires y, para observar esto, el narrador tomó una bebida alcohólica previamente. El oxímoron más importante se produce cuando Borges se da cuenta de que se trataba de un Aleph falso, desvalorizándose por completo: “Por increíble que parezca, yo creo que hay (o que hubo) otro Aleph, yo creo que el Aleph de la calle Garay era un falso Aleph.” (p. 6). Nos fueron dando pistas falsas e indicios que fueron desorientándonos como si se tratara de una novela policial, a Borges le gusta confundir a su lector. En una primera instancia, con la muerte de Beatriz Viterbo y de Teodelina Villar, uno pensaría que estos cuentos son sentimentales, pero no es así. De hecho, luego de la muerte de Beatriz, el autor dice: “Cambiará el universo, pero no yo, pensé con melancólica vanidad” (p. 1). De hecho, el narrador sigue yendo a la casa en el aniversario de su muerte, habla de ella en largos párrafos y habla de sus aspectos físicos de manera positiva, pero no termina por ser un cuento sentimentalista ya que esas ideas no se siguen desarrollando y pasa a segundo plano. Al final, el asunto principal del cuento es el Aleph, no la mujer amada, pero se hace uso de ella para poder llegar a ese tema central. Además, el narrador juega con las mentes del lector. Por ejemplo, se menciona que “en 1934, aparecí, ya dadas las ocho, con un alfajor santafecino” (p. 1), el lector piensa que esos datos le serán útiles por la precisión y los detalles que da, pero no tiene en verdad ninguna finalidad y se trata solo de un dato adicional. El autor sigue insistiendo en aquel dato como si realmente fuese relevante, cuando en realidad no lo es: “El treinta de abril de 1941 me permití agregar al alfajor una botella de coñac del país.” (p. 1). El lector suele creer que ese dato es fundamental para el cuento y está pendiente a lo largo de él para ver en qué momento este dato encaja con la historia, pero ese momento nunca llega. En determinadas palabras, el autor juega con nosotros para creer que se tratan de cuentos amorosos cuando realmente no es así y los temas van relacionados con otras cosas externas al sentimentalismo. Además, emplea diversos oxímoros para jugar con el lector. También, emplea diferentes técnicas narrativas para desorientar y dar pistas falsas. Bibliografía Azuela, Mariano. Los de abajo, 1915. https://biblioteca.org.ar/libros/142337.pdf Borges, Jorge Luis. El Aleph, 1949. https://www.ucm.es/data/cont/docs/119-2014-02-11-Borges.El %20Aleph76.pdf Borges, Jorge Luis. El Aleph, El Zahir, 1949. https://www.literatura.us/borges/elzahir.html Rivera, José Eustasio. La vorágine, 1924. https://biblioteca.org.ar/libros/130924.pdf Rulfo, Juan. Pedro Páramo, 1955. https: //biblioteca.choapa.cl/Libros/rulfo-pedro-paramo.pdf
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