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La prensa y la literatura en España durante el siglo XVIII: un siglo de cambios - Prof. Gó, Apuntes de Literatura

El siglo xviii marca un punto de inflexión en españa, pasando de ser un país hegemónico a luchar por mantenerse como estado. Este cambio se refleja en el campo de la cultura, con la creación del concepto del 'problema de españa' y la preocupación por la imagen extranjera de españa. La prensa y la literatura desempeñan un papel clave en este proceso, sirviendo de soporte para educar a la sociedad y facilitar el avance en españa. Este documento explora el papel de la prensa y la literatura en el siglo xviii español, incluyendo el impacto de la guerra de sucesión, la polémica teatral y las obras de autores como el censor y jovellanos.

Tipo: Apuntes

2013/2014

Subido el 25/01/2014

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¡Descarga La prensa y la literatura en España durante el siglo XVIII: un siglo de cambios - Prof. Gó y más Apuntes en PDF de Literatura solo en Docsity! Literatura La prensa y la literatura en España en el s XVIII Es un siglo en el que se dan grandes cambios respecto al siglo anterior. España pasa de ser un país hegemónico a ser un país que intenta luchar por no perder espacio político como estado. Pasa de tener una influencia en cuestiones políticas sociales, a ser secundario. Esto va a ser fundamental en el campo de la cultura, ya que se va a analizar lo que ha ocurrido, se forja un concepto que es el “problema de España”. Qué es lo que ha sucedido para esa pérdida de influencia. Comienza una preocupación sobre la imagen que tienen los extranjeros de España. La economía cambia, las remesas de oro de América son cada vez menores. Se crea un pensamiento de que no se puede vivir solo de lo que llegaba de América, habría que empezar a producir en España. Administrativa y políticamente este siglo es fundamental, es el siglo en el que realmente se crea España. Hasta los Decretos de Nueva Planta, de Enrique V los reinos de Castilla y Aragón no estaban unidos más que dinásticamente. Eso no quiere decir que fueran un solo estado. Hasta el siglo XVIII no hay una verdadera unión de los estados. A partir de los decretos de nueva planta es cuando se unifican muchas leyes, se quitan privilegios tanto a castellanos como a aragoneses para homogeneizar más o menos el territorio. En América sólo podían comerciar los castellanos. Durante el siglo XVI y XVII el motor económico estaba en Castilla, en el XVIII se desplaza también a Aragón, Valencia, Cataluña… Emerge la burguesía y decae la nobleza. Ya no es una nobleza para la guerra. Así que nace la pregunta de para qué sirve la nobleza. Además ha habido un cambio dinástico de los Austrias a los Borbones, quienes han creado su propia nobleza. Hay una burguesía emergente que no tiene expresión política, pero lo está buscando. No es tan luchadora como la francesa, aspirará a convertirse en nobleza, más que luchar contra ella. El pueblo llano intenta imitar los modos de vida de la burguesía o la nobleza. Las influencias entre clases sociales son muy típicas del siglo XVIII. Las clases sociales no están tan cerradas, no hay tanta imposibilidad de acceder a la clase superior. Comienza a fraguarse un concepto de que puede haber una aristocracia de medios y no de sangre. Estos cambios están muy dirigidos y controlados por una élite intelectual, los ilustrados. Se va a intentar que el monarca ayude a que estos cambios de produzcan. El proceso sigue una trayectoria temporal hasta que aparece la Revolución Francesa, con las que se intenta frenar todos estos cambios, pues hay un miedo de que desemboque en España y se produzca una revolución así. Será un momento crucial de España pues se va a intentar cerrar en sí misma de nuevo para que ‘los aires’ franceses no lleguen. En literatura, el siglo XVIII es el siglo del ensayo, hay mucho más que poesía o novela. A la vez, va a haber una recuperación de la población, que disminuye en el XVII, en el siguiente las ciudades crecen y por lo tanto habrá un más público al que lleguen los periódicos. Disminuye un poco el analfabetismo de la población. Por otra parte para que la cultura escrita llegue a la gente no hace falta saber leer o escribir. Se leía para los demás, se escuchaba. Las mujeres cada vez más, se incorporan al mundo de la cultura. En este momento sólo burguesas y nobles. El público femenino reclama periódicos. Mujeres nobles o burguesas que hacen tertulias en sus casas, van a salones, bailes y protagonizan la vida cultural. Este tipo de mujer demanda esos periódicos en los que no se dan noticias sino que se habla de filosofía, literatura, viajes… Así se puede entender que el periódico tenga una función fundamental para la ilustración. Son el mejor soporte para educar a esa sociedad y facilitar que se de un avance en España. Son baratos, cuesta poco publicar un periódico, así que para el comprador también lo es. En España había varios periódicos, la mayoría entraba dentro de una misma línea pero eran distintos. Durante la Guerra de Sucesión no se puede hablar de una gran producción periodística en España porque no hay tiempo ni dinero, la gente solo quiere saber La última fase (1780) dominada por El Censor. Es un periódico que va a tener problemas con la censura, lo que va a condicionar los temas que va a tratar y sobre todo, la forma en la que los va a tratar. No se puede hacer una crítica abierta y frontal y se vana buscar medios para ejercer esa crítica de forma sutil y que pueda eludir la censura. Los temas que va a tratar son parecidos a los de El Pensador, pero probablemente su crítica es un poco más profunda, más mordaz y por eso levantaba más ampollas. En este caso, cada artículo se llamaba ‘discurso’. En primer lugar y durante todos sus números se hace una importante crítica a la nobleza hereditaria, que vive sin hacer nada y no aporta nada al progreso de la nación. Se hace desde diferentes puntos de vista y diferentes estilos literarios. El discurso 4, trata de un joven llamado Eusebio prototipo del noble que no sirve para nada. La ociosidad es un vicio que va en contra de la religión. Todo noble que se considere cristiano debería considerar que está atentando contra dios y que debería ponerse a trabajar. Para el autor de El Censor la primera barrera que tiene España es que en la pirámide de la sociedad esté esta aristocracia hereditaria que no tiene ninguna aptitud y que no le interesa ser el motor de la sociedad. Ese será el punto fundamental sobre el que se va a basar el censor para criticar a la nobleza. Todas estas críticas en El Censor a la nobleza son más fuertes que en El Pensador porque se cree que debería ser la nobleza quien debería ser la nobleza quien liderara el cambio hacia esa nueva sociedad ilustrada, deberían ser precisamente aquellos que están formados, tienen estudios… Los tres puntos fundamentales sobre los que va a criticar van a ser: que sea hereditaria, que siga existiendo el mayorazgo y que la nobleza siempre tengan matrimonios de interés. El tema religioso se va a abordar desde diferentes discursos. Con la Ilustración, se hace la primera crítica racional a la religión y surgen los primeros ateos. En El Censor no se critica a la Iglesia Católica de manera frontal no se critican dogmas de fe, se critican cosas relacionadas con las Iglesia como el fanatismo, la superstición… El tercer tema en el que el Censor también tiene papel es en una polémica que se suscita en España a raíz de un artículo que aparece en Francia en el que se afirma que España no ha aportado nada en su historia para el progreso del mundo. No sienta bien a los intelectuales españoles y la Academia de la Lengua convoca un concurso para que se escriba un ensayo en el que se entiendan los méritos de España tanto en ciencia como en arte. Gana Juan Pablo Forner: Oración apologética por España y su mérito literario, exaltación de todos los méritos que tenía España sobre todo en el ámbito literario. Esta obra crea un debate entre los que le apoyan y los que están en contra. El debate comienza siendo una cosa más literaria, pero termina teniendo tintes casi políticos y al final parece que el que no apoya a Forner es un traidor a la nación. En este clima de luchas, en El Censor de publica un discurso llamado Oración apologética por África y sus méritos literarios. Es una crítica mordaz, lo que no quería decir que el autor pensara que España y África estuvieran al mismo nivel. Los procedimientos literarios que utiliza El Censor para llegar al público son: la sátira, es un período satírico así que la sátira y la ironía están presentes en los discursos del periódico. Se pretende que el lector tenga un doble placer: leer algo que está bien escrito, que literariamente es agradable y ameno e intentar descubrir cuál es el mensaje oculto que se le está transmitiendo. Es una forma de comunicación oblicua, no directa. Además de divertir más y persuadir más ayuda a saltarse la censura. Existe una variedad formal muy amplia: relatos de viajes, cartas, sueños, convocatorias de premios, leyes y ordenanzas, todo falso. Entre estos recursos destacan las cartas y los diálogos, de esta forma, el censor puede dejar de escribir en primera persona y las cartas de sus presuntos lectores se adaptan perfectamente para poder formular sus críticas. Al fingir que le llegan cartas de diferentes lectores, se puede convertir en distintos personajes y dar opiniones desde distintos puntos de vista. Así, Al lector de parece que las tesis que defiende el periódico son compartidas por una mayoría de ciudadanos diferentes en clases, riquezas, estados y que por lo tanto debe ser una tesis aceptable si tantas personas la comparten. Este juego hace que habiendo tantos tipos de personas que escriben hay más posibilidades de que el lector de sienta identificado con alguno. Además, el que los escritores de las cartas escriban alejados del problema le da una falsa objetividad a los temas. En este tipo de cartas se supone que el que escribe opina lo mismo que opinaría El Censor si escribiera lo que defiende. Hay otras cartas en las que el que escribe dice lo contrario que diría EL Censor. Pero se escribe de tal manera para desacreditar a quien lo escribe supuestamente. El Censor finge que se ha levantado por la mañana y que ha tenido un sueño rarísimo, así uno se transporta a lugares y a tiempos que no tenían por qué haber existido pero que son España. También se utilizan formas que no son literarias (ordenanzas, reglamentos, leyes…). Se supone que quien escribe el periódico ejerce el cargo administrativo de censor. También hay ensayos científicos. Ambos con lenguajes serios pero con mensajes disparatados. Esto se utiliza no solo para eludir la censura sino para divertir al lector. • Cadalso, 1741, Cádiz, familia de comerciantes. Esto marca sus aspiraciones vitales para el resto de su vida. Cuando nace, su padre estaba en América y su madre muere al darle a luz. Lo cuida su tío jesuita que se ocupa de su educación y lo manda a París a estudiar y cuando su padre vuelve va a verle a París y comienzan una serie de viajes (Inglaterra, Holanda…). Eran viajes para comerciar. Cuando vuelve a España ya es un muchacho y se siente completamente extraño y no reconoce nada del país. Visión de España como si él fuera un extranjero. Tiene una vida con bastante lujo dentro de que es comerciante y tiene muchas relaciones con el extranjero. Al llegar a España, quieren que estudie en el Real Seminario de Nobles de Madrid. Después de marcha de nuevo a París donde le llega la noticia de la muerte de su padre, que estaba en Dinamarca. Con la muerte de su padre se le despeja el futuro y puede decidir a qué se quiere dedicar, sin ningún tipo de presión. Deja la carrera de comerciante y se inclina por lo militar. Se instala en Madrid y va conociendo a personajes literarios como a Jovellanos y se va posicionando. La carrera militar no es como él esperaba, no tiene las recompensas que él creía que iba a tener. Pero entre la carrera militar y literaria va pasando. Tiene un episodio amoroso desgraciado pues se enamora de una actriz, lo cual no estaba muy bien visto, además ella muere. Esto inspira Las noches lúgubres. La biografía de Cadalso puede verse reflejada en Las cartas marruecas. Los eruditos a la violeta era un texto irónico en el que se reía de los jóvenes que pretendían tener un aire fino y elegante. El resto de obras se publicaron a la muerte de Cadalso. Otra cosa de la que va a hablar Cadalso en las cartas es sobre la sociedad. Se supone que Gazel va a todas las actividades de ocio que se hacían. Hace una crítica feroz de las tertulias que se hacían en la época. En principio era buena idea el que jóvenes cultos, hombres y mujeres, se reunieran para hablar de temas importantes. El problema es que estas tertulias se banalizan y acababan en una reunión en las que sólo había chismorreos. Hay otra carta en la que habla de la educación de los jóvenes. Cuenta cómo se encuentra con un joven que podría ser útil al país, pero solo está preocupado por los bailes, la moda… Para los temas más profundos (historia, patria, amistad, verdad…) se utiliza un tipo de lenguaje y para la sociedad actual se utiliza otro tipo de lenguaje con ironía y diálogos, que puede asemejarse a los artículos costumbristas de Larra, de hecho se considera que podría ser precursor del costumbrismo. • Jovellanos, es una persona claramente ilustrada, pero además, en algunos momentos de su vida va a tener el poder suficiente como para intentar llevar a la práctica ideas ilustradas. Nace en 1744, en Asturias, de familia noble de muchos hermanos. Estudia en Oviedo, Alcalá… Al principio se iba a dedicar a la carrera eclesiástica, pero en Madrid se inclina por las leyes. Ya desde la primera estancia en Madrid conoce a personajes fundamentales de la política y la cultura: Conde de Aranda, Olavide, Cabarrús… En 1767, es nombrado Alcalde del Crimen de la audiencia de Sevilla, es decir, juez. Y se traslada a esta ciudad con 24 años. Él mismo considera que no tiene suficiente experiencia ni madurez para ejercer de juez e inicia una preocupación por saber más de las leyes y cómo afectan ala sociedad que va a ir paralela a su labor como juez. Mientras está en Sevilla, coincide con un momento de efervescencia cultural de la ciudad, está Olavide como representante en la ciudad. Va a iniciar reformas, va a intentar modernizar la ciudad. Para la tertulia que se organizaba en casa de Cabarrús, escribe El delincuente honrado. Durante esta época como juez va a preocuparse por temas bastante modernos para la época: pretende que las cárceles sean sitios donde se corrige el comportamiento, no se castiga. Se opone a que se torture a los detenidos y expone ideas innovadoras sobre la relación que hay entre las penas y los delitos. Todo esta preocupación por el mundo judicial le viene por el puesto que desempeña, pero se traslada a El delincuente honrado, que trata de una ley donde se castigan los duelos, al que reta y es retado con la pena de muerte, lo que es injusto. En el 78 vuelve a Madrid y ya está plenamente integrado en el mundo cultural e ilustrado de la capital y prácticamente no hay Academia de la que no sea miembro: Historia, Bellas Artes de San Fernando, Lengua, Derecho… Trabaja en todos los proyectos que se le encomiendan y al estar en todas estas instituciones, está presente en muchas sociedades. Realiza un estudio sobre la situación de las diferentes regiones del país, así que va a viajar por el norte, el sur ya lo conocía, así que hace de testigo de la situación real del país, pues no habla desde la corte, sino que ha visitado el territorio y tiene una idea de las necesidades de la población. A partir de la década de los 80, empieza a tener problemas políticos. A Cabarrús se le acusa de malversación de fondos, lo que le afecta a él. Según van llegando las noticias de la Revolución en Francia, la posición de Jovellanos es más difícil porque se sabe que es un ilustrado que ha bebido de las fuentes de la revolución. Sufre destierros. En Gijón está siete años, allí aprovecha para fundar un instituto donde se estudien la cultura y costumbres de Asturias. En el 97 vuelve a tener poder, será ministro de justicia, pero son pocos meses. Hasta su muerte en 1811, siempre está con problemas políticos. De hecho está en Mallorca, encarcelado, de 1801 a 1811. Cuando le liberan le da tiempo a formar parte de la Junta Central que inicia el movimiento para la Guerra de la Independencia. Viendo su vida, se entiende la frustración de algunos ilustrados que nos consiguen llevar a cabo sus reformas, pero también se ve la cultura, el interés por conocer todo y preocupaciones por educar. Memoria para el arreglo de la policía de los espectáculos y diversiones públicas y sobre su origen en España, trata sobre los espectáculos y diversiones públicas. Es interesante porque cuenta cómo era el ocio en España en esta época y sirve para entender muchos de los textos literarios que leeremos. Se lo encarga la Academia de la Historia, pero no queda contento con el borrador que entrega, es una obra en la que estará trabajando muchos años. No la va a publicar. Durante mucho tiempo se conoció por copias manuscritas, ya había tenido problemas con la Inquisición. Dos partes. En la primera se centra en el origen de las diversiones públicas: caza, romerías o los toros. E intenta ver cuál es el origen y en qué estado está en el momento en que escribe. Él está muy de acuerdo con que se prohíban los toros. Es en este siglo cuando las discusiones sobre el tema comienzan. La segunda parte de este ensayo e smás interesante para el lector de hoy en día porque desgrana una a una todas las formas de diversión que tiene en la actualidad y va criticándolas y señalando los puntos que habría que reformar. Va a empezar esta segunda parte dividiendo en dos conceptos: hay una parte del pueblo que trabaja y otra que no. La que sí, vive del producto de su trabajo; y la que no trabaja vive de las rentas. Esta división es fundamental, para él, pues considera que no se necesitan las mismas diversiones si se perteneces a un grupo u otro. Para la clase que trabaja no hacen falta espectáculos, pero sí diversiones. No necesita que el gobierno intervenga y le prepare espectáculos, pero sí necesita que se le deje divertirse, que tenga un modo de expansión. Tiene una forma natural de divertirse y esas diversiones son hay que prohibirlas, sino regularlas en cierto modo, para que el pueblo tenga libertad para divertirse. Observa que cada vez hay menos bullicio y alegría en las diversiones del pueblo, que no hay altercados pero el pueblo está triste. Según él con leyes más benignas se podría conseguir que el pueblo gozara de sus diversiones tradicionales sin altercados y que no fuera un problema para la moral. Todo el afán prohibicionista de los gobiernos para las diversiones, es un error, según él: procesiones, romerías, meriendas en el campo… Hace una reflexión bastante contemporánea: un pueblo al que no le dejan divertirse unido, nunca va a actuar como uno solo, no podrá reaccionar unido contra un enemigo, es un factor que ayuda a crear cohesión social, un sentimiento de pertenencia a un grupo. Hay una intención oculta, porque así estaría preparado para guiarse por el ionterés general. Las clases no trabajadoras, en especial las urbanas, sí que necesitan que se les organice el ocio. Debería ser suficiente el tener una buena educación para que los jóvenes supieran en qué gastar su tiempo de forma inteligente, peor Jovellanos de unas costumbres buenas y caiga en el vicio. Hay que tener cuidado con las obras que se representan porque pueden excitar las pasiones, animar a los duelos y asesinatos, adulterios… Por lo tanto, ese tipo de teatro debe ser censurado y perseguido. El teatro necesariamente tiene que tener dos objetivos: diversión y enseñanza y si no cumple estos dos no debería representarse. Según él no existe ninguna dificultad en cumplir estos dos objetivos, el problema es que hasta ese momento, empresarios y autores se han ocupado más de ganar dinero que de instruir al pueblo. Todo esto se podría solucionar si el gobierno interviniese. La reforma que pretende se puede dividir en varios apartados: reforma en los dramas, en las obras que se van a representar, los textos pueden tener errores poéticos (que sean obras malas) y políticos (doctrinas y ejemplos que sean una mala influencia). Según esto, casi nos e salva ninguna de las obras que se estaban representando en España, ya que las contemporáneas fallaban poéticamente y las reposiciones de autores del XVII, como Calderón o Lope de Vega o Tirso de Molina… El reconoce que son obras maestras pero están llenos de vicios y defectos que la moral del s. XVIII no puede consentir. Son obras que se deben leer y estudiar de forma privada. Según él, las obras hay que escribirlas de forma que haya ejemplos de adhesión a la religión católica, de amor a la patria y al rey, respeto a las jerarquías y la autoridad y ejemplos de amor en el matrimonio, entre padres e hijos… Es fundamental que estos ejemplos se vena en la escena porque es el gran vehículo de educación. Cree que si las clases altas ven estas obras y se comportan así, las populares imitarán el comportamiento y la educación se transmitirá de arriba abajo. En cuanto al teatro popular, fundamentalmente sainetes y tonadillas. Jovellanos es consciente de que este tipo de teatro, si se analiza desde el punto de vista ilustrado es espantoso, no cumple ni poética ni políticamente, pero en vez de prohibirlo, reconoce que como al pueblo le encanta sería muy dura su prohibición total, propone que se adapte y reforme como el gran teatro. Esto es prácticamente imposible, ya que si a un sainete se le quita las bromas, lo sexual, deja de ser un sainete. La propuesta es laica; pretende que sea la Real Academia de la Lengua la que juzgue las obras que se vana representar. Que haga un concurso anual para que se presenten todos los que quieren representar ese año, se hagan unos premios y sólo se puedan representar las obras que tengan la aprobación de la Real Academia. También propone reformas en la representación en escena. Considera que los actores son muy malos y lo son porque no estudian, no existe una institución que se encargue de que los actores aprendan a interpretar y a declamar. Esto va unido a que los actores estaban muy mal vistos socialmente, en general eran de capas sociales bajas, nunca obtenían reconocimiento social alto. Convertir el ser actor en un oficio honorable. Unido a este fallo de los actores, reconoce que la decoración suele ser un desastre ya que la escenografía, quien la lleva a acabo, no tiene nociones ni de historia ni geografía, así que termina siendo algo grotesco sin sentido. Lo mismo ocurre con el baile. En cuanto a la dirección, propone que haya siempre un director de teatro que se encargue de que haya orden y buena educación entre los actores y entre el público, ya que el magistrado no puede dedicarse a ir al teatro para que todo vaya en orden. Estas ideas, no son originales ni nuevas, se han visto publicadas en algunos periódicos, pero él reúne todas las opiniones y las ordena. El teatro ya se había prohibido en muchas ciudades. Pidieron licencias para abrir nuevos teatros, pero no las concedían. El pueblo en lugar de trabajar, va al teatro. Además los hombres y las mujeres se mezclan a la entrada y salida del teatro. Los ilustrados pretenden un teatro tranquilo, ordenado, con separación de público y actores. Al final, es la idea que ha imperado hasta hoy. Así, el teatro pierde su dimensión de fiesta. La gente no sólo iba al teatro para ver teatro, la gente se pasaba allí el día, incluso se comía allí. Jovellanos participó en la reforma del teatro desde dos puntos de vista: una parte teórica, la que hemos visto; y la parte práctica, escribiendo dos obras: drama histórico, Pelayo y la otra es El delincuente honrado. Se escribió durante su estancia en Sevilla y se representó al año siguiente y se publicó unos cuarenta años después, en 1787. Empieza con el protagonista, Torcuato, desesperado porque ha llegado a Segovia un juez que tiene que investigar la muerte del Marqués de Montilla. El autor de esa muerte es Torcuato que se vio obligado a batirse en duelo con él y le mató. Tras ello, Torcuato, se casa con su viuda, Laura, quien, además, es la hija del Corregidor, el juez del lugar. Ante el hecho de que va a llegar un juez que tiene pistas sobre quien ha matado al Marqués, Torcuato decide abandonar la ciudad, se lo cuenta a Anselmo, su amigos, que lo sabe todo, pero detienen a Anselmo y le acusan del asesinato del Marqués. Torcuato se entrega a la justicia para impedir la muerte de su amigo. El juez que han mandado desde Madrid, Don Justo, siente un gran cariño hacia Torcuato, entiende que es injusta la ley por la que le condenan a muerte, le parece que no es lo mismo, retar a duelo que, que te reten, pero tiene que condenarle a muerte porque es la autoridad. La trama se complica un poco más cuando Don Justo descubre que Torcuato es su hijo. Esto crea un conflicto en Don Justo porque tiene que seguir la ley y condenarle a muerte aunque sea su hijo. Pide el perdón real, y en el último momento se lo conceden. Desde la primera escena tiene que quedar claro que Torcuato es inocente aunque haya matado al Marqués. Don Justo y don Simon son personajes clave: el primero encarna el tipo de justicia que le gustaría a Jovellanos y Dos Simón el tipo de justicia tradicional que Jovellanos pretende reformar. La idea surge del enfrentamiento entre estos dos personajes y teatralmente funciona muy bien porque Don Simón va a exponer todas sus ideas antiguas sin saber que lo que pide va a afectar de forma directa a su familia, pide la pena de muerte para su actual yerno, al que adora. El personaje de Don Simón, Jovellanos hace que no sea odioso. Pretende decir que es un personaje que actúa así porque lo han educado de esa forma, pero en el fondo no es mala persona. Para él, la justicia es si se consigue capturar al delincuente y castigarle. Los acusados prácticamente pierden su condición humana. No hay referencia a la ley y si las penas van acorde con el delito y si hay circunstancias que hagan que alguien cometa un delito. El personaje de Don Justo conoce y respeta las leyes pero conoce los defectos de las leyes y compadece al acusado. Incluso antes de saber que Torcuato es su hijo, ya siente compasión por él y entiende porqué ha actuado así. Pero aún así tiene que cumplir las leyes y lo único que puede hacer es pedir el perdón real. Los dos jueces de la obra, como jueces actúan de forma opuesta y como padres están mucho más cercanos. Los dos sienten cariño por Torcuato y son amorosos dulces en la relación con sus hijos. El personaje de Torcuato es el perfecto joven y ejemplo de virtudes. En ningún momento tiene ningún defecto. coherente. Todas responden en unos mismos parámetros, basados en el neoclasicismo. Moratín ha asumido de una forma natural estos preceptos, los ha hecho suyos y le sale natural. Editó conjuntamente todas las comedias y en el prólogo definía la comedia como una imitación en diálogo, en prosa o verso, de un suceso ocurrido en un lugar y en pocas horas entre personas particulares, por medio del cual y de la oportuna expresión de afectos y caracteres, resultan puestos en ridículo los vicios y errores comunes de la sociedad y recomendadas por consiguiente la verdad y la virtud. El sí de las niñas parece ser que se pudo basar en casos conocidos directamente por Moratín, pero eso no quiere decir que viéramos exactamente lo que ocurrió. Él se enamoró de una joven que tenía una madre que hizo lo posible por interponerse, así que la chica se caso finalmente con un militar. En esta obra los personajes principales son tres o cuatro, dependiendo de a quién se le dé más importancia: don diego, un hombre de unos 60 años, que pretende casarse con esa joven a la que le lleva muchos años; la joven es Doña Francisca, la típica jovencita ingenua, criada por las monjas y a la que prácticamente sacan del convento para casarla. Doña Irene es el personaje que se opone a Don Diego, es la madre de Francisca que quiere que la boda se realice a cualquier precio y que le da igual lo que opine su hija. Don Carlos es el sobrino de Don Diego y que es el enamorado secreto de Doña Francisca. Don Diego siempre querrá hablar con la niña, para ver si ella quiere, pero no podrá, su madre lo impide. Hay una carta que encuentra quien no debe. Finalmente Don Diego renuncia y hay final feliz. Respeta perfectamente la unidad de acción. El escenario, que deja bien claro cuál debe ser, a través de dos caminos para que se entienda cómo quiere que se represente: está el texto literario, el texto tal cual se lee; el texto espectacular está conformado por todas las pistas que se dan para el espacio, para ello utiliza las acotaciones y las didascalias. Estas últimas son todas esas pistas que el autor mete en el propio diálogo. En el caso de Moratín, como sabemos que él mismo fue el editor de sus obras, sabemos que las acotaciones son suyas propias y que tenia una idea muy clara de cómo quería que se representasen las obras. En El sí de las niñas, todo lo que ocurre en escena es en una posada, lo que no quiere decir que no ocurran cosas fuera y nos enteremos por las didascalias. La elección es inteligente porque hace verosímil que los personajes se encuentren. Don Carlos, que acude a la llamada de Doña Francisca acude a la posada, y al tío no se extraña de encontrarlo allí, porque está muy cerca del destacamento del joven. En el escenario se ve una sola sala a la que van a dar cuatro paredes y unas escaleras que conducen al bajo. En esa única sala es donde se van a encontrar todos los personajes. La unidad de tiempo también se respeta perfectamente. La comedia empieza a las siete de la tarde, con Don Diego que duda sobre si la decisión de casarse es acertada o no. Durante la noche la trama se va complicando y sólo por la mañana, con la luz, lo natural y racional se impone y el viejo cede al joven su puesto. El tiempo también se sabe por acotaciones y didascalias. Obviamente no es verosímil que todo pase en dos horas, pero si es posible que suceda en unas 40 horas. La unidad de acción pretende que no haya tramas que distraigan al espectador, si se pretende corregir esos vicios y errores, al espectador no se le puede confundir con tramas secundarias. La obra no es sólo la tonta historia de amor, sino que tiene problemas más profundos que afectan a la familia y se ponen en tela de juicio, en el fondo se habla de qué obligaciones tiene el individuo con la sociedad, la diferencia entre la libertad y la responsabilidad, qué debe primar, los sentimientos o la razón… El conflicto de autoridad, se ve sobre todo entre Don Diego, que representa la autoridad y Don Carlos que representa la libertad, este se debate entre la libertad de elegir con quién se casa y la responsabilidad de obedecer a su tío. Al final triunfa la autoridad, pues nunca llega a desobedecer. Convierte el conflicto en un acuerdo. Francisca no quiere casarse con Diego, pero su madre nunca le da la oportunidad de decírselo ni mostrar sus sentimientos. Irene sería el otro ejemplo de autoridad, la mal ejercida. Ante ella, la rebeldía de los hijos sí debería ser permitida. Resuelve el conflicto de una forma racional y tranquila y poco “revolucionaria”. Moratín no es un liberal y es poco amigo de los levantamientos. Don Carlos es el sobrino de Don Diego. Parece que es el que peor trabajado psicológicamente está, según la crítica del siglo XVIII. Parece inconcebible que una persona tan aparentemente enamorada decida renunciar a su amada. Al principio se le conoce por las descripciones de los demás. Es Simón quien primero hace una presentación del personaje. Mozo de talento, gran soldado, amable, obediente y ensalzando su valor, que ya se ha ensalzado en varias batallas. La segunda descripción la hace Calamocha, que dice que cuando su amo recibió la carta se comportó como un enamorado, el típico galán. Por eso el espectador piensa que se dirige a la posada para enfrentarse al prometido de su amada. Pero no es hasta el acto segundo cuando el espectador conoce al verdadero Carlos y se hace a la idea del galán que crea Moratín. Cuando se entera de que su rival está en el cuarto de enfrente, parece que va a cometer una locura, pero reflexiona pues probablemente sea un hombre de honor y esté enamorado del hombre de Francisca. En lugar de dejarse llevar por la pasión, reflexiona y acude a la razón, lo contrario de lo que hace su tío. El plan de Carlos es, antes de saber que es su tío, piensa acudir para pedir ayuda, como autoridad paternal. Hasta aquí, su comportamiento es bastante coherente. Lo que a los románticos es parece inverosímil es la huída y la renuncia, que no se revele ante una situación que es injusta. Visto desde el punto de vista romántica, el comportamiento de don Carlos no es coherente, pero si entendemos a este personaje dentro de este contexto de educación de Moratín, el personaje sí que se comporta coherentemente. Porque ha sido educado en el respeto a la autoridad, el ejercicio de la razón y es capaz de dejarse elevar por los sentimientos de manera irracional. Sólo tiene un momento de rebeldía hacia su tío, cuando le reprocha a su tío que aunque se case con Francisca, ella jamás le va a amar, pero en seguida vuelve a su tono juicioso, le pide el perdón antes de marcharse. Se respira que, en el fondo son dos personas que se quieren y se respetan. Esa rebeldía, en el fondo, es una advertencia hacia el público: si la autoridad ejercida no es racional, la rebeldía de los hijos va a estar justificada y será lógica aunque el hijo tenga muy buenas intenciones. Carlos es un prototipo de galán educado, racional, que encarna al perfecto hijo y marido, como ideales de los ilustrados. En realidad los enfrentamientos más crudos no se dan entre los dos rivales amorosos, sino entre los personajes que representan a la autoridad: Don Diego e Irene.
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