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Orientación Universidad
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Literatura Medieval siglos ..., Guías, Proyectos, Investigaciones de Historia de España

Se habla en general dce edad media y medieval

Tipo: Guías, Proyectos, Investigaciones

2022/2023

Subido el 26/05/2023

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¡Descarga Literatura Medieval siglos ... y más Guías, Proyectos, Investigaciones en PDF de Historia de España solo en Docsity! CÁTEDBA ALÍONSO X EL SABIO CASTILLO P SAN MARCOS ALCANATE REVISTA DE ESTUDIOS ALfONSÍES VOLUMEN VI 2008-2009 SEPARATA (AMA SUMARIO 11 Jesús Montoya Martínez (1930-2007) VI SEMANA DE ESTUDIOS ALfONSÍES 17 Creatividad lingüística en las traducciones alfonsíes del árabe Georg Bossong Universität Zürich 39 Las traducciones astronómicas alfonsíes y la aparición de una prosa cientíica castellana Julio Samsó Universidad de Barcelona 53 La «clerezía» cortesana de Alfonso X: la «letradura» como sistema de saber Fernando Gómez Redondo UAH 81 La “teoría de la ley” en la obra legislativa de Alfonso X el Sabio José Sánchez-Arcilla Bernal Universidad Complutense 125 De lexicología jurídica alfonsí: naturaleza Georges Martin Universidad París-Sorbona 139 Orden de palabras, tópicos y focos en el corpus alfonsí Inés Fernández-Ordóñez Universidad Autónoma de Madrid 173 Alfonso X y la historia del español: imagen histórica Rafael Cano Aguilar Universidad de Sevilla CANTIGAS 197 L’arte e l’artista nel canzoniere mariano alfonsino Valeria Bertolucci Pizzorusso Università di Pisa 207 La arquitectura en las miniaturas de la corte de Alfonso X el Sabio Rafael Cómez Ramos Universidad de Sevilla 227 Lectura retórica visual de la Cantiga 4 Francisco Corti Universidad de Buenos Aires 239 Retratos de Alfonso X el Sabio en la Primera Partida (British Library, Add.ms.20.787). Iconografía y cronología Ana Domínguez Universidad Complutense de Madrid 253 Las materias narrativas como fondo paradigmático en los cancioneros de Alfonso X y Don Denís Leticia Eirín García Universidade da Coruña 265 Relación de la Cantiga nº 193 con dos milagros de la época María Jesús Latorre Rodríguez Grupo de Investigación retórica Medieval, HUM 499. Universidad de Granada 281 La ironía y la burla en la miniatura de códices medievales Antonio R. Rubio Flores Grupo de Investigación “Retórica Medieval” Universidad de Granada 297 La voz personal de Alfonso X en una Cantiga murciana Connie L. Scarborough University of Cincinnati 309 El yo anónimo y las Cantigas de Santa María de Alfonso X Joseph T. Snow Michigan State University (USA) 323 Cantigas de Santa María: fortuna de sus manuscritos Laura Fernández Departamento de Hª del Arte I (Medieval). UCM 349 De Santa María del Puerto a El Gran Puerto de Santa María Jesús Montoya Martínez Granada NOTICIERO ALFONSÍ RESEÑAS 371 Jerry R. Craddock, Palabra de Rey: selección de estudios sobre legislación alfonsina. Dr. D. Félix Martínez Llorente 373 Juan Torres Fontes, Documentos de Alfonso X el Sabio. Manuel González Jiménez 375 Manuel González Jiménez, La repoblación del reino de Sevilla en el siglo XIII Carlos de Ayala Martínez 379 Javier Elvira, Inés Fernández-Ordóñez, Javier García González, Ana Serradilla Castaño (eds.), Lenguas, reinos y dialectos en la Edad Media ibérica. La construcción de la identidad. Homenaje a Juan Ramón Lodares Rafael Cano Aguilar 385 Beatriz Díez Calleja (ed.), El primitivo romance hispánico Rafael Cano Aguilar 390 Iván Negueruela Martínez, Murcia por una mitra. La ilegalidad del traslado del obispado de Cartagena a Murcia por Sancho IV. Manuel González Jiménez 392 Manuel González Jiménez y Ángel Luís Molina Molina: Los Milagros Romanzados de Santo Domingo de Silos de Pero Marín. Manuel García Fernández 394 Braulio Vázquez Campos: Adelantados y lucha por el poder en el reino de Murcia, Juan Francisco Jiménez Alcázar NOTICIAS 399 Inés Fernández-Ordóñez, nueva académica 401 Diego Catalán Menéndez-Pidal. In memoriam 54 Alcanate VI [2008-2009], [53 - 79] VI SEMANA DE ESTUDIOS ALfONSÍES Fernando GÓMEZ REDONDO concepción y desarrollo tanto de un imaginario letrado como de los principios teóricos que sostienen una determinada producción. Creo poder airmar que la mayor parte, por no decir la totalidad, de los conceptos necesarios para que se arme una historia literaria, referida a una lengua y a una nación concretas, se instigan en el período alfonsí en virtud del cumplimiento de unas circunstancias que son impulsadas desde la voluntad precisa de deinir un nuevo modelo de convivencia política y cultural; resumo la trama de estas ideas porque ha sido ya ijada en un anterior análisis, pero con- viene recordar estos aspectos como soporte de la investigación presente: 1) Se tienden las raíces de la historia literaria porque, en los tres decenios de este reinado, se inventa el mismo concepto de historia; la noción del pasado histórico –deinida en las grandes empresas historiográicas– se convierte en garante de la del pasado literario, puesto que se adquiere una clara conciencia de un transcurso cronológico de acontecimientos que quedan interpretados o cifrados a través de una precisa producción letrada de la que procede dar cuenta –es el cañamazo de las diferentes crónicas instigadas– para alumbrar proyectos similares, orientados ya hacia el presente. 2) Sólo puede haber historia literaria desde el momento en que se apoya y se impulsa una nueva conciencia lingüística, ijada en torno a esa «lengua de Castiella» o a ese «nuestro lenguaje de Castiella» que se va deiniendo y enri- queciendo –sobre todo en su armadura lexicográica– a la par que se elaboran traducciones –con el Calila como la primera– y se promueven las principales compilaciones alfonsíes, incardinadas todas al propósito de deinir una misma visión del mundo. 3) Una historia literaria requiere de la creación de un sistema literario, acotado en unas especíicas fronteras políticas y lingüísticas, que necesitan ser airmadas con toda urgencia para consolidar el reino de Castilla frente a las reivindicaciones leonesistas, a Navarra y a Aragón, a Portugal y a Granada. Y ese sistema literario se construye no por exclusión de ideas o de formas, sino por inclusión de obras, de autores, de órdenes textuales (la noción de texto se crea ahora asociada a una realidad lingüística) muy variados. 4) La concepción de la obra alfonsí implica una organización y una valoración de los hechos y de las ideas que conforman el mundo, de los nom- bres que lo deinen y lo precisan. Alfonso X es el primero en proponer una mediación de valores, que posibilita que el pasado se utilice para reinterpretar el presente. 5) Esa transformación de las categorías literarias del pasado propicia la construcción de nuevos esquemas ideológicos; una historia literaria necesita de un imaginario teórico y conceptual que la sostenga; en este aspecto, el reinado 55 Alcanate VI [2008-2009], [53 - 79] VI SEMANA DE ESTUDIOS ALfONSÍES La «clerezía» cortesana de Alfonso X: la «letradura» como sistema de saber alfonsí es un período inaugural en el que se construye una nueva concepción de la literatura y de los ines y funciones a los que tiene que servir. 6) Alfonso X es el responsable de la creación del primer modelo de lite- ratura nacional, puesto que las obras promovidas –atentas cada una de ellas a un aspecto del «entendimiento» del rey– generan las facetas, sociales y políticas, de esa identidad nacional. Se trata de obras asentadas en el complejo dominio de la traducción, responsable de que se conigure la noción de comunidad (no vincu- lada aún a hábitos de lectura, pero sí ya de escritura) y se faciliten transferencias culturales entre los distintos sistemas literarios peninsulares. 7) La historia de la literatura surge del proceso de la formación de iden- tidades culturales, que en la época alfonsí se reieren básicamente a la visión política que desde la corte se promueve; pero también es cierto que la diver- sidad de formas y de géneros que se conigura en este momento depende de la existencia de otras cortes literarias, paralelas a la alfonsí y promovidas fun- damentalmente por sus hermanos, como ocurre con don Fadrique –un relejo de la misma queda en la presentación del Sendebar–, quizá con don Enrique y, de hacer caso a su hijo, con don Manuel (al menos la educación de don Juan Manuel está asegurada por su madre Beatriz de Saboya). 8) Debe contarse, también, con la concepción de Alfonso X como «auc- tor»; de ella depende la narración de hechos para airmar o «inventar» los valores del pasado que mejor se acompasen con la conciencia histórica que pretende instigarse, amén de la imagen que de sí mismo el monarca quería transmitir en cuanto rex litteratus o decus Hesperie. 9) La concepción letrada alfonsí acota precisas representaciones del espa- cio cultural; principios historiológicos como el de la tensión entre centro y periferia, el de la globalización cultural, el de las articulaciones de bordes y de fronteras, el de la delimitación de ámbitos culturales y literarios son reconoci- bles en la obra alfonsí. 10) La corte letrada alfonsí es la primera en que se concibe un espacio peninsular amplio, plural y variado, de carácter integrador; a ello contribuye la educación y formación del propio Rey Sabio: su crianza galleguista (el período de Alláriz), su participación en la expansión militar conseguida por su padre, la conquista del reino de Murcia llevada a cabo por él, su matrimonio con doña Violante de Aragón, la política de enlaces que promueve (en especial, la entrega del Algarve como dote de su hija doña Beatriz de Portugal), su visión política imperialista (en cuanto Staufen que era, volcado en el sueño de ser reconocido Rey de Romanos). En resumen, Alfonso puede ser considerado verdadero muñidor del con- cepto de historia literaria en virtud de tres principios básicos: a) la deinición del 56 Alcanate VI [2008-2009], [53 - 79] VI SEMANA DE ESTUDIOS ALfONSÍES Fernando GÓMEZ REDONDO objeto que constituye la «historia» desde una perspectiva geográica, también geoliteraria (el trazado de la Estoria de España vale para airmar esta noción); b) la articulación interna de la labor historiográica conforme a pautas de orga- nización y de estructuración de unos contenidos que remiten a un «saber» regio; c) la ijación del campo o del sistema literario que se construye en la corte alfonsí, asentado en la asimilación de las artes elocutivas, convertidas en líneas maestras de deinición de una «ideología cultural»1. 1. La «letradura»: la interpretación del pasado literario Siendo esto así, lo que me interesa examinar aquí es una curiosa deriva- ción terminológica que se produce en el reinado alfonsí y que afecta a la misma ijación de la voz «literatura» que, sin duda, no se hubiera concebido sin la cons- trucción del orden de la «historia» y la determinación de un modelo estable de «lengua castellana», de esa propuesta de nombrar la realidad y de registrarla con- forme a los valores de un pasado literario que era preciso descubrir y aprove- char en el presente. A lo largo de la primera mitad del siglo xiii, el término que designa el conjunto de saberes de ese pasado y de las disciplinas necesarias para sistematizarlo es el de «clerezía» que coincide, ya en el Libro de Alexandre, con el de «savieza» o ‘sabiduría’; estos autores clericales se llaman «clérigos», «maes- tros», pero también «letrados»; de ahí que el concepto que yo haya acuñado para identiicar el sistema cultural alfonsí sea el de «clerezía cortesana» porque todo ese mosaico de artes y de materias se pone al servicio de un proyecto político de integración cultural detrás del que emerge la igura de un rey letrado. Como ya es sabido, tanto la alta nobleza del reino como los principales prelados se opusieron a la coniguración de este modelo cultural de carácter integrador, unos por el regalismo con que era deinida la historia –de donde buena parte de las derivaciones nobiliarias de la Estoria de España a lo largo del siglo xiv–, otros por los excesos cometidos por Alfonso en su deseo por aden- trarse en el dominio de la «natura». Aparece clara, para estos grupos disidentes, la necesidad de controlar o limitar esta pluralidad de intenciones y de saberes que se está instigando desde la corte regia. Por una parte, la recuperación y la reela- boración de las principales tramas de la materia épica tienen que ver con este deseo de recobrrar un imaginario cultural diferente al acotado por Alfonso en el 1 Síntesis de F. Gómez Redondo, «The Court of Alfonso X», en Fernando Cabo Aseguinolaza, Anxo Abuín y César Domínguez, eds., A Comparative History of Literatures in the Iberian Peninsula, Ámsterdam, John Benjamin, 2010-2011, en prensa. 59 Alcanate VI [2008-2009], [53 - 79] VI SEMANA DE ESTUDIOS ALfONSÍES La «clerezía» cortesana de Alfonso X: la «letradura» como sistema de saber Ahora en A se está remitiendo a la ley anterior y aquel concepto de «clerezía» queda sustituido por el de «letradura»; por otro lado, es apreciable el control ejercido en este cuerpo legislativo por la «Sancta Eglesia», en cuanto ins- tigadora de estas normas; la referencia a esta institución desaparece en Partida I, aunque el orden de ideas sea el mismo: Postulación tanto quiere dezir como demandançia e es otra manera para fazer perlado e ésta non deve ser fecha sinon en aquellos que ovieren algunos de estos enbargos señalados porque non pueden ser elegidos, assí como los que no oviesen edad de treinta años complidos, e otrosí de los que nom han orden de epístola a lo menos, e que non fuessen nascidos de legítimo matrimonio, o que non oviessen la letradura que les pertenesce para obispos» (40rb). Lo que se busca es un grado mayor de precisión en esta segunda redac- ción, pero como se comprueba el contenido terminológico es el mismo: hay un grado admisible de «letradura» inherente a la condición de obispo; ello, por simple contraste, lo que indica es que este orden de saberes debe quedar preser- vado para la alta clerecía y que no debe ser, en ningún caso, requerido por los seglares, en especial por los caballeros como luego se verá. No han de ser sólo los prelados, sino que cualquier clérigo que disfrute de un beneicio eclesiástico ha de justiicar el desempeño de esa función desde el saber que asegura este conocimiento letrado; así se indica en el Título xvi, en la ley xiv, pero ahora sólo en la primera versión de Partida I, es decir en A: Qué pena han los prelados que dan los beneicios de Sancta Eglesia a clérigos que no los merecen. Costumbres buenas a letradura deven aver los clérigos a qui dieren los prelados los beneicios de las eglesias e que sean tales que puedan e quieran fazer a Dios servicio en ellas... (343-344). Importa la referencia porque la «letradura» airma la adquisición de esas buenas costumbres que garantizan el servicio que se debe prestar a Dios, de donde la necesidad de limitar sus demasías. Con todo, es en el penitencial transmitido por el Setenario y por la segunda redacción de la Partida I, en donde se pone de maniiesto la correlación entre «letradura» y cualquier persona letrada, no necesariamente eclesiástico; así, en el cap. c del Setenario, relativo a «Quién puede dar la penitençia e de las preguntas que deven fazer», se ijan las condiciones del conitente que deben ser conocidas por el confesor para que la penitencia sea eicaz: 60 Alcanate VI [2008-2009], [53 - 79] VI SEMANA DE ESTUDIOS ALfONSÍES Fernando GÓMEZ REDONDO Et por ende deve ý parar mientes el penitençiador qué persona es aquel que se le coniessa, primeramiente en su hedat, si es moço o mançebo o viejo, et desí en estado de su cuerpo, si es sano o enfermo, o rezio o laco, o gruesso o magro, o lazrado o viçioso; otrossí en estado de su fazienda, si es clérigo o lego o sin letradura, o casado o por casar, o rico o pobre, o libre o siervo (201-202)6. Los «legos» son, por tanto, los que carecen de «letradura» por oposición a los «clérigos»; un nuevo matiz ofrece la segunda versión de Partida I: ...cuál es el pecado que izo aquel que se le coniessa, e de qué edad es el peca- dor, si es mancebo o si es viejo, o sano o doliente, o libre o siervo, o rico o pobre, o clérigo o lego, o letrado o sin letradura, o perlado o otra persona menor, o en qué lugar izo el pecado... (IV.xxiv, 22rb-va). La nueva pareja de términos que se alumbra en ese período de 1272- 1275 admite la aparición del «letrado» no necesariamente «clérigo» o «perlado», por oposición a los que carecen de la «letradura» suiciente para servirse de los saberes. Es este uso el que puede ponerse en correspondencia con el sentido con que igura en Estoria de España, una compilación promovida en este mismo arco de fechas; de este modo, se está garantizando que esos dos términos de «letrado» y «letradura», asociados ya de esa manera tan precisa, comienzan a designar a los oiciales áulicos –maestros, hombres de leyes, traductores– que ayudarían a Alfonso a construir su obra. Existe, por tanto, en la corte alfonsí una tensión semántica entre dos términos que parecen similares –«clerezía» y «letradura»– pero que apuntan a nociones diferentes; si del primero se adueña el Rey Sabio para enmarcar esa prodigiosa pesquisa de saberes y esa continua promoción de obras, el segundo es requerido por el campo semántico de los prelados a in de designar el con- junto de materias conveniente a los clérigos o a los obispos, ijando siempre unos límites al grado de conocimiento que puede ser adquirido por el estudio; «letradura» que se siente más cerca del término litteratūra en su acepción latina se vincula, por tanto, a los eclesiásticos y asegura, a la par, una visión ortodoxa de unas artes y unas ciencias que deben ser sometidas a control riguroso. 6 Se cita por la ed. de Kenneth H. Vanderford, Buenos Aires, Instituto de Filología, 1945. 61 Alcanate VI [2008-2009], [53 - 79] VI SEMANA DE ESTUDIOS ALfONSÍES La «clerezía» cortesana de Alfonso X: la «letradura» como sistema de saber 2. La «letradura»: la airmación del pensamiento literario molinista De este modo, el término de «letradura» –con esas valencias religiosas tan precisas– adquiere pleno sentido en el marco cultural del molinismo, tanto en el reinado de Sancho IV, y así lo testimonia su aparición en los Castigos, como en el de su sucesor, Fernando IV, y en el período de la minoridad de Alfonso XI, es decir, prácticamente a lo largo de la vida de doña María de Molina, que pudo ser «tres veces reina» gracias al apoyo de los concejos y de la alta clerecía, en concreto de la toledana. Durante el reinado de Sancho IV, es decir entre 1284 y 1295, siguen instigándose los grandes proyectos letrados alfonsíes –la Estoria de España, la Gran conquista de Ultramar, el Libro del tesoro–, pero las líneas maestras de su pensamiento se van a someter a una profunda revisión; desaparece la pesquisa centrada en el orden de la «natura», la historia deja de ser espejo de la conciencia regia y pasa a convertirse en una trama de «exemplos», la corte garantiza la con- vivencia entre los principales linajes del reino y se asienta en el valor del consejo. Las directrices de gobierno de Sancho se ajustan a un modelo que sigue siendo regalista –y mucho más tras el magnicidio de Alfaro de 1288– pero que aspira a ser aristocrático; por ello, su curia se convierte en un nuevo espacio de convi- vencia en donde este término de «letradura» adquirirá la identidad precisa para designar ya, por primera vez, el orden de una producción letrada y convertirse, así, en línea básica de airmación de la historia literaria. Pero esto no hubiera sido posible sin el soporte de la plural coniguración de formas y de géneros que tiene lugar en el reinado anterior. Ahora lo que ocurre es que se adaptan a otro propósito. Por ello, en Castigos de Sancho IV se pone tanto empeño en deinir el espacio áulico en el que el rey tiene que adquirir un preciso sentido; no es como antes, porque la corte alfonsí giraba en torno a la igura del monarca y era representación entera de su saber; la «letradura» ahora se desplaza al ámbito curial y su concepción sirve para graduar los mecanismos de recepción de los textos que se difunden en el entorno del rey; de ahí que Sancho recomiende a su hijo en el cap. xvi, en virtud de la dignidad regia que habrá de asumir, que se esfuerce por ser «buen lapidario» –es decir, ‘conocedor’– de los caracteres de los hombres, una idea que será recurrente en el pensamiento de don Juan Manuel; de ello depende el fenómeno de la alegría cortesana de que llegue a rodearse, como escenario en el que su igura tendrá que adquirir un preciso valor: E saber deves escojer cuáles son los omnes con que fables en seso, o con cuáles fables en juglería o en escarnio, o cuáles son para fablar con ellos en trobar, o cuáles son para cantar, o cuáles son letrados para fablar con ellos en letradura, 64 Alcanate VI [2008-2009], [53 - 79] VI SEMANA DE ESTUDIOS ALfONSÍES Fernando GÓMEZ REDONDO obras e se saben guardar de las malas. E en tales como éstos non se pierde la buena simiente de las buenas palabras que oyen, mas cresçe e amuchigua e va adelante. E bienaventurado es aquel que gelas dize e a quien Dios da tales oido- res que gelas aprenden. La semiente que cae sobre la piedra dura e seca en que non falla humor en que críe es a semejança de las buenas palabras que se dizen ante los nesçios e desentendidos, que los sus coraçones son secos e sin humidat de buen entendimiento e de buena razón e de letradura, e por que non falla en qué prender para retener lo que oye que son enduresçidos que non saben retener las palabras que han oídas (310-311). Nada de particular tiene que este mismo esquema de división de recep- tores –aun sólo nombradas aquí dos de las tres potencias del alma: entendi- miento y memoria– lo utilice en su prólogo en prosa Juan Ruiz o lo requiera también don Juan Manuel en diversos pasajes de su obra; tanto el Arcipreste como el noble castellano son autores formados en este ambiente cultural del molinismo y se ajustan a las condiciones con que las obras deben ser leídas ante un público y a las pautas con que estos receptores deben aprender a aprove- charse de las mismas. Aquí es muy clara la similitudo del Evangelio, con la pará- bola del sembrador que permite, de nuevo, distinguir a los «sesudos e letrados» de los «nesçios e desentendidos»; en esta trama de comparaciones, queda claro que la «letradura» ha de quedar reservada para aquellos que sepan servirse de ella8, no ya sólo porque sean capaces de mantener disputas, sino porque aseguran un mínimo proceso de enseñanza, que aun siendo cortesana, airma sus raíces en un saber tolerado por la Iglesia. El mismo saber que le permitió a Sancho reinar y triunfar sobre su padre. En el molinismo, como rasgos opuestos al modelo alfonsí, el «saber» se deine como estructura abierta, porque proviene siempre de Dios, y el «seso natural» –es decir aquel que el hombre posee en función de la naturaleza con que ha sido creado– se enfrenta a la noción de «ciencia». Estas ideas son dei- nidas en uno de los productos capitales de este entramado cultural, el Libro del caballero Zifar, la primera obra en que se ensayan los esquemas de la icción narrativa en prosa, precisamente para poder legar a los descendientes de Sancho iv los valores de airmación de la ideología que permitió reinar a este monarca y construir una nueva línea dinástica que acababa de recibir la bendición de Bonifacio viii, con la legitimación de su matrimonio con doña María; por 8 Ya es sintomático que el término de «letradura» desaparezca de los manuscritos C (BN Madrid 3995) y B (BN Madrid 6603) emparentados entre sí por numerosas lecciones aunque como ha demostrado Bizzarri derive cada uno de ellos de una rama independiente que remite a un mismo prototipo. 65 Alcanate VI [2008-2009], [53 - 79] VI SEMANA DE ESTUDIOS ALfONSÍES La «clerezía» cortesana de Alfonso X: la «letradura» como sistema de saber todas estas razones, se arma el mosaico de estorias que integra el Zifar y se lleva, al interior de su estructura, como remate de la primera de ellas, esa miscelánea sapiencial de los Castigos del rey de Mentón, estrechamente ligada a Flores de ilo- sofía, pero concebida con el mismo objetivo que los Castigos de Sancho IV, el de la transmisión de un saber letrado que debe ser regulado en todos sus aspectos por la Iglesia; precisamente, una de las claves de la enseñanza que Zifar imparte a sus hijos incide en la defensa del «seso natural» frente a cualesquiera formas del conocimiento letrado; por primera vez, el término de «letradura» se acerca al mismo dominio de la «clerezía» alfonsí, ya que resulta rechazado o cuando menos ajustado a unos límites que posibiliten la recta utilización de sus conteni- dos; la importancia que se concede a este orden viene marcada por la continua reiteración del mismo, buscando siempre los diferentes matices con que debe ser considerado: E por ende, deve onbre obedescer al seso como a verdadero amigo e contrastar a su voluntad como a falso enemigo. Onde bienaventurado es aquel a quien Dios quiere dar buen seso natural, ca más val’ que letradura muy grande para saberse onbre mantener en este mundo e ganar el otro. E por ende dizen que más val’ una onça de letradura con buen seso natural, que un quintal de letra- dura sin buen seso; ca la letradura faze al onbre orgulloso e sobervio, e el buen seso fázelo omildoso e paçiente. E todos los omes de buen seso pueden llegar a grant estado, e mayormente seyendo letrados, e aprendiendo buenas costunbres; ca en la letradura puede onbre saber cuáles son las cosas que deve usar e cuáles son de las que se deve guardar. E por ende vós, mios ijos, punad en aprender, ca en aprendiendo veredes e entenderedes mejor las cosas para guarda e endresça- miento de las vuestras faziendas e de aquellos que quesierdes bien. Ca estas dos cosas, seso e letradura, mantienen el mundo en justiçia e en verdat e en caridat (ed. CG, 290-291; ed. JML, 368)9 La idea determinante es que la «letradura» por sí misma nada vale, que debe someterse en todos los casos a la regulación que el «seso natural» –vincu- lado siempre a la imagen de Dios– debe imponer en ese conjunto de saberes. Es el cultivo de las virtudes el que se prescribe –la humildad, la paciencia– frente a las demasías a que el estudio de las ciencias –ahora acogidas todas bajo el tér- mino de «letradura»– puede arrastrar, de donde esa asociación con el orgullo y la soberbia. No hay un rechazo, sin más, de este orden de conocimientos, sino la 9 Remito con las abreviaturas a la ed. de Cristina González, Madrid, Cátedra, 1984 y a la crítica elaborada por José Manuel Lucía Megías en su tesis doctoral Edición crítica del «Libro del Cavallero Zifar», Alcalá de Henares, Universidad, 1993. 66 Alcanate VI [2008-2009], [53 - 79] VI SEMANA DE ESTUDIOS ALfONSÍES Fernando GÓMEZ REDONDO recomendación de acompasarlo al aprendizaje de las buenas costumbres, las úni- cas que pueden posibilitar que se adquiera un «grant estado» –en este mundo– y que se pueda recorrer el correspondiente camino para salvar el alma. El hecho de que la «letradura» permita airmar un itinerario que conduzca del mundo a Dios es uno de los principios básicos con que don Juan Manuel sostiene y justiica su producción letrada. En cierto modo, parece que la formación del noble se ha ceñido a las enseñanzas que en los dos regimientos –el de la realidad: el de Sancho iv y el de la icción: el del rey de Mentón– se imparten. Pero, en cualquier caso, la referencia del Zifar es fundamental porque liga al término de «letradura» todo un orden de producción literaria del que pueden derivar esos valores políticos y morales que son los que aseguran el mantenimiento de la «justiçia», la airmación de la «verdat», la defensa de la «caridat». Lo que es cierto es que la relación entre «seso» y «letradura» debe que- dar siempre sujeta a un orden de conocimientos tolerado por la Iglesia; con este propósito, se instiga en este período el Lucidario, una suerte de compendio enciclopédico en el que se rechaza la ciencia –en especial, la de la «natura»– y se airma la ortodoxia religiosa; aquí, en el diálogo que mantienen un maestro y un discípulo, vuelve a aparecer otra referencia a la necesidad de incardinar la «letradura» al saber que Dios permite que los hombres conozcan; tal es lo que airma este riguroso maestro: Por ende, mio diçípulo, entre los pequeños me quiero yo poner, ca non entre los segundos [los sabios], ca yo só muy pequeño en saver, salvo ende lo que Dios quiere que [sepa] por la su graçia e la su merçed, ca non por otra letradura que aya en mí. Por ende, quiero que sepas que d’esta setena edad [adelante] non avemos a aver otra ninguna, mas non puede omne del mundo saber, por seso nin por letradura que aya, si ha de ser la in ante que la hedat sea conplida o en el comienço d’ella, aviendo a començar otra edad si la in antes non fuese; e la razón por que non á de seer más de siete hedades, quiérote agora dezir e pro- barlo por ley e por natura derecha (194-195)10. La ciencia –que queda aquí integrada en el vasto dominio de la «letra- dura» opuesta al saber de Dios– no permite adquirir un grado de conocimiento preciso sobre los verdaderos asuntos que interesan al hombre; de ahí que el maestro pruebe su airmación con argumentos de la «ley» –es decir, garantizados por la doctrina religiosa– y un mínimo proceso de deinición de la «natura», que es el que se ha desplegado en la primera parte del libro; en un importante 10 Se cita por la ed. de Richard P. Kinkade, Los “Lucidarios” españoles, Madrid, Gredos, 1968. 69 Alcanate VI [2008-2009], [53 - 79] VI SEMANA DE ESTUDIOS ALfONSÍES La «clerezía» cortesana de Alfonso X: la «letradura» como sistema de saber religión. El dominio de la «letradura» que él posee no se corresponde al modelo perilado por el «cavallero ançiano»: Et por ende yo, que bisque mucho en estado de cavallero et non aprendí otra sçiencia, siempre iz cuanto pudi por partir el coraçón de non cuidar estas cosas (íd.). Si no el autor, sí buena parte de sus iguras se ajustará a estos principios. Con todo, don Juan Manuel procura crear personajes que representen diversas facetas del orden de la «letradura» permisible. De ahí que el siguiente preceptor creado, Julio, en el Libro de los estados vuelva a someter el orden de la «letradura» a la condición estamental a la que se pertenece; antes de que ello ocurra, su creador, don Juan Manuel dedica el Libro a su cuñado don Juan, arzobispo de Toledo, una igura que representa, por tanto, el grado de conocimiento que se puede adquirir en virtud de las responsabilidades del estado eclesiástico que se abraza; es posible que hayan pasado unos cincuenta años desde la redacción de las leyes alfonsíes en que se regulaban las cualidades que debía poseer el obispo para ser elegido y los conceptos son los mismos; aquí, sigue resultando esencial el control que el «entendimiento» tiene que ejercer sobre ese saber letrado: Et por esta razón vos lo envío, ca só cierto que tan buen entendimiento vos Dios dio et tan grant letradura avedes, que entendredes muy bien todas las cosas aprovechosas et bien dichas et todas las menguas que [en] este libro fueren. Ca por vuestras buenas obras, et cuan alongado sodes de los malos fechos et de mal pecado, vos quiere Dios alunbrar el entendimiento para el su serviçio, más por gracia que por estudio (208). No hay riesgo alguno si el «entendimiento» es enderezado por Dios al recto cumplimiento de unos ines que han de ser catequéticos y pastorales; así que parece que esa «letradura» es alumbrada por «gracia» de Dios, más que pro- curada en virtud de un «estudio» que puede resultar dañino si lo que busca es un conocimiento ligado sólo a la naturaleza humana. En el interior del Libro, en el primer encuentro que Julio mantiene con el rey Morabán, cuando éste le pide que adoctrine a su hijo, al infante Joás, que vivía acuciado por el deseo de conocer cuál era el estado más conveniente para salvar el alma, Julio se ajusta a los límites de la formación recibida para señalar la diicultad de asumir la tarea que se le encomienda: — Señor –dixo Julio–, por aventura vós cuidades que ha [en] mí mayor enten- dimiento et mayor letradura de cuanta es la verdat, et para tal fecho como éste 70 Alcanate VI [2008-2009], [53 - 79] VI SEMANA DE ESTUDIOS ALfONSÍES Fernando GÓMEZ REDONDO devedes catar otro que lo pudiese mejor fazer. Pero pues vós mandades que vos sirva en ello, yo faré ý todo mio poder; et Dios lo endereçe a lo que fuere más su serviçio (234). Julio ha ofrecido la respuesta esperada y, por ello, el rey y Turín se sienten «muy pagados» por unas «razones» en las que se está recordando el equilibrio que tiene que alcanzarse entre el orden del «entendimiento» –que, en cierto modo, siempre se ciñe a una disposición estamental– y el de la «letradura» que es el que ha de ser encauzado desde la dimensión del estudio, del acercamiento al saber; por ello, antes el rey había descrito a Julio como el «omne de mejor entendimiento» y «más letrado» de todos sus «regnos» (íd.) y este preceptor ajusta su enseñanza a los designios de Dios. En cierto modo, don Juan Manuel proyecta en este tutor, elegido para formar al infante Joás por sus virtudes, la propia condición de su persona alejado de la corte por Alfonso XI, encerrada su hija doña Constanza en el castillo de Toro. En esta continua representación de su ser, don Juan adoctrina a su hijo don Fernando en el Libro enfenido entregándole las pautas y los valores impres- cindibles para que sepa mantener su estado y conocer las obligaciones a las que habrá de vivir sujeto; se trata de un regimiento, pero nobiliario, de corte similar al de los Castigos de Sancho IV o al de los Castigos del rey de Mentón; un padre transmite a su hijo un «saber» vinculado a un determinado linaje, sin que importe mucho que sea regio o aristocrático; uno de los asuntos que aborda es el de la educación porque incide en el mismo proceso que se está construyendo; ahí es donde, una vez más, el orden de la «letradura» tiene que aparecer para vincularlo a unas precisas condiciones, apuntadas aquí en el cap. iii: En pos esto, ya vos dixe desuso que en el tiempo de la criança que ay departi- miento; ca unas cosas conviene de fazer a los niños et otras a los moços et otras a los mançebos (...) Et en todas las cosas fazerles lo que les cunple que les fuere aprovechoso, et guardarlos de las cosas que les pueden enpeçer. Et después que fueren entendiendo, irles mostrando poco a poco todas las cosas por que pueden ser muy sabidores, tan bien en la letradura cuanto les cunple de saber, como en saber todo lo que cunple de cavallería, et de cómo pueden mantener sus pueblos en derecho et en iustiçia et en paz (158). La formación del «entendimiento» tiene que avanzar a la par que se asi- milan unos contenidos seleccionados precisamente para favorecer el desarrollo de esa facultad; ahí es donde cabe el acercamiento a unas artes elocutivas, de las que resulta determinante el estudio de la gramática y de algunas nociones de lógica, porque el resto de la formación se abre a esa doble línea referida al 71 Alcanate VI [2008-2009], [53 - 79] VI SEMANA DE ESTUDIOS ALfONSÍES La «clerezía» cortesana de Alfonso X: la «letradura» como sistema de saber dominio de la caballería –siempre más práctica que teórica, aunque don Juan instruya dos tratados de esta materia– y a un conocimiento de las leyes y de la política, adscrito a unas funciones de gobierno que competen también al esta- mento de la nobleza. Estos principios de educación, asentados en la «letradura», se explicitan en el cap. lxvii del Libro de los estados y son importantes porque coinciden con las líneas maestras ijadas ya en Castigos de Sancho IV, relativas a la transmisión y recepción de las «buenas estorias» de las que han de desprenderse comportamientos ejemplares: Et de[s]que pasare[n] de çinco años adelante, deven començar poco a poco a les mostrar leer, pero con falago et sin premia. Et este leer debe ser tanto, a lo menos, fasta que sepan fablar et entender latín. Et después deven fazer cuanto pudieren por que tomen plazer en leer las corónicas de los grandes fechos et de las grandes conquistas et de los fechos de armas et de cavallerías que acaesçieron (...) Et comoquier que el entendimiento et el esfuerço non lo puede aprender omne de ninguno, nin aver tan conplido como debe si Dios non gelo da por su merçed (324). Cualquier acercamiento al «saber» precisa de inmediato de ese apunte referido al control religioso que sobre el conocimiento se debe ejercer. «Letra- dura» queda asociada, por tanto, a la acción de «leer» –derivada de lectio–, a la adquisición de un mínimo grado de conocimiento de la lengua latina, que permita «fablar» y «entender» en la misma diversas materias, atingentes a unas disposiciones estamentales13. El propio don Juan, tras crear esas calculadas iguras de preceptores, hasta llegar a serlo él mismo de su hijo, no duda en arriesgarse en desplegar nociones de teología, propias de un prelado y no de un lego, a in de defender el dogma asuncionista; consciente como lo era de estar cruzando un límite que le debía estar vedado, en el proemio del Tractado de la Asunción, que aco- moda al entendimiento receptivo de fray Remón Masquefa, justiica el aco- meter una cuestión tan elevada por haberse hallado presente en una disputa en que esta creencia había sido puesta en duda; en cierto modo, habla desde su condición caballeresca puesto que, movido por «buen zelo», asume la defensa de la igura de la Virgen, denostada por detractores que negaban que hubiera podido subir al cielo: 13 Piénsese que éstas son pautas dictadas por Julio al infante Joás. Cabe, con todo, la posibilidad de que «latín» sea lengua vernácula. 74 Alcanate VI [2008-2009], [53 - 79] VI SEMANA DE ESTUDIOS ALfONSÍES Fernando GÓMEZ REDONDO deseo por parte de su autor de describir la realidad mundanal que un confesor debe conocer para poder cumplir rectamente con el cometido penitencial; la «letradura» vuelve a amoldarse a la dimensión receptiva a la que los textos deben ajustarse; en el prólogo, el autor se preocupa por distinguir dos clases de recep- tores conforme a la teoría de los sentidos y a la concepción de que el «saber» debe ser salvaguardado de aquellos que no lo pueden aprovechar; sin embargo, Martín Pérez no se encuentra conforme con esta rigurosa concepción, porque hay letrados de maniiesta soberbia que se niegan a descubrir a receptores de sano entendimiento –por ser «natural»– el orden de la sabiduría que subyace en los textos. Martín Pérez se está dirigiendo al mismo público en que parece pensar Juan Ruiz y lo hace, como Pedro de Cuéllar, sirviéndose de la lengua vernácula como medio de garantizar la difusión doctrinal: Por ende, ruego a ti, leedor, que si fallares en ti sçiençia e letradura, que non muerdas nin despreçies esta poca limosna, sacada de las letras, en lengua comunal, non para ti, farto de sçiençia, mas para los fanbrientos d’ella, porque aquellos que non salieron al restrojo de la escuela a coger las espigas de la escriptura, que puedan, si ál que non, aver en sus casas los granos del trigo linpio, sin las pajas e las aristas de la disputaçión (3-4)15. Así se presenta un libro en el que con poco estudio se puede aprender la doctrina necesaria para salvar las almas, de un modo más eicaz que si se dedi- caran muchos años y trabajos a requerir de los maestros las ciencias para esto mismo. Hay aquí un cambio importante en el paradigma de la transmisión del conocimiento letrado, porque esa dimensión de «letradura» está buscando un cauce no sólo de airmación vernácula, sino de acercamiento a un público nuevo al que procede adoctrinar conforme a los principios fundamentales de la fe. Lo cierto es que el término de «letradura» desaparece prácticamente cuando se alcanza la mitad del siglo xiv. Aún, forzado por la rima, lo utiliza Rodrigo Yáñez en el Poema de Alfonso XI, no para precisar un orden religioso, sino para presentar la propia obra que está componiendo e insertar en la misma el sentido de alabanza al rey que procura en todo momento, de ahí que la refe- rencia aparezca en una digresión en la que se explica que Dios había reservado la conquista de Algeciras para el rey castellano, y se remita, como prueba, al propio poema en que se están contando estos hechos: 15 Cito por Martín Pérez, Libro de las confesiones. Una radiografía de la sociedad medieval española, ed. de Antonio García y García, Bernardo Alonso Rodríguez, Francisco Cantelar Rodríguez, Madrid, B.A.C., 2000. 75 Alcanate VI [2008-2009], [53 - 79] VI SEMANA DE ESTUDIOS ALfONSÍES La «clerezía» cortesana de Alfonso X: la «letradura» como sistema de saber así como oiredes en esta letradura (ms.: ‘letreadura’) e por sienpre fablaredes d’este rey de gran ventura: si quesierdes escuchar, oiredes gran fazaña. Agora quiero contar d’este noble rey d’España (c. 2022-2023)16. Nada tiene que ver, por tanto, el conocimiento de esta «letradura» con el vinculado al saber religioso que desde Partida I se está instruyendo y que se utiliza, progresivamente, para regular los modelos de airmación letrada que se habían impuesto en las cortes anteriores. Sólo en la de Juan ii, ya en la primera mitad del siglo xv, se recuperan principios doctrinales de esta misma naturaleza y es, justo, en ese momento, cuando aparecen, como restos de un imaginario religioso que procedía recupe- rar, dos nuevas referencias al término de «letradura»; bien es cierto que una se desliza en un poema de tono jocoso de Diego Martínez de Medina en el Can- cionero de Baena, en el que, con todo, se recuerda la vinculación de este proceso de formación letrada a la lengua latina17; importa más el rasgo descriptivo con que se presenta la igura de don Pedro de Luna, arzobispo de Toledo, abuelo del Maestre don Álvaro, en la Crónica de Juan II, aún en la sección redactada por don Álvar García de Santa María, en 1431.xxiv: ...hobo venido a este reino por legado del Papa Clemente seteno, don Pedro de Luna, hermano de don Juan Martínez de Luna, abuelo de este Condestable; era Cardenal de los antiguos e más solemnes de linaje, e en letradura e buenas e virtuosas costumbres que en corte de Roma e en el colegio de los Cardenales antes de la cisma había, el cual fue después Papa, que se llamó Benedicto. Fue el terceno Papa que en la iglesia de Dios este nombre hobiese. Vino sobre el fecho de la cisma que entonces comenzara (307)18. 16 Se cita por la ed. de Juan Victorio, Madrid, Cátedra, 1991, 387. 17 Requerido el término por la consonancia: «Grande es e bien oscura / la soltura / de manos al reprovado / e como sin letradura / sin fondura / entendiéredes farpado; / ca latín en su natura / sin rotura / non diredes preguntado, / e dizides en res pura, / sin pavura, / que leístes su deitado», cito por la ed. de ..., 582-583. 18 Cito por la ed. de Antonio Paz y Melia, incluida en la Colección de documentos inéditos pora la historia de España, Madrid, 1891, tomo xcix, 79-465 y tomo c, 3-409. 76 Alcanate VI [2008-2009], [53 - 79] VI SEMANA DE ESTUDIOS ALfONSÍES Fernando GÓMEZ REDONDO Quedan incardinadas en este pasaje las dos líneas de formación que pretendía asegurar el entramado legislativo alumbrado en la época alfonsí: la «letradura» debe relacionarse con esas «buenas e virtuosas costumbres» que le permitan al prelado cumplir las obligaciones de la dignidad eclesiástica a la que pertenecía. Pero éste ya es un uso arcaico, porque en la segunda mitad del siglo xv va a comenzar a ser desplazado por el término de «literatura» que asumirá buena parte de estos valores. 5. La «literatura»: un dominio ajeno a la creación y recepción literarias En verdad, la voz «literatura», cuando aparece ya este término en los vocabularios que se componen y se imprimen a inales del s. xv, ya por Alfonso de Palencia, ya por Nebrija19, ve restringidos sus signiicados a los usos pura- mente gramaticales, es decir ajustado al mismo sentido que Quintiliano (Inst. or., II, i.4) diera al concepto de litteratūra; así ocurre en el Universal vocabulario de Palencia impreso en 1490, a cuento de explicar la voz pasiva en el lema neuter: Neuter: quiere dezir ni aquel nin éste, como ne vterque, ‘ninguno de nós’. Et nom- bre neutro dizen los gramáticos que no se tiene por masculino ni por feminino cuanto toca ala boz, ca por el entendimiento muéstrase masculino o feminino. Et dizen verbo neutro que no reçibe .r. como passivo, los cuales llaman verbos neutrales, como iaceo, sedeo e dízense neutros passivos los que no tienen pretérito salvo en literatura passiva, como io factus sum e gaudeo gauisus sum, ca ceno cenas faze cenatus sum e cenaui e prandeo prandes faze pransus sum e pransi e d’esta causa no son neutros passivos (301r)20. «Literatura» remite a una forma de composición, entonces, en la que son reconocibles esos modos verbales de la voz pasiva. Viene a ser éste el mismo uso que da al término fray Hernando de Talavera en su Católica impugnación de 148721; este opúsculo, requerido por la reina Isabel, es una diatriba contra los argumentos de un judaizante sevillano que había tergiversado un sermón pro- nunciado por este jerónimo en la ciudad de Sevilla años antes; Talavera procura 19 En este caso sólo remitiendo al étimo latino: «Letrero de letras: literatura, -ae», en su Vocabulario español-latino, ed. de John O’Neill, Madison, H.S.M.S., 1992. 20 Se cita por Universal vocabulario en latín y en romance, ed. Gracia Lozano López, Madison, H.S.M.S., 1992. 21 Con lo que se puede retrasar en tres años la aparición de esta voz en lengua vernácula, por cuanto Corominas y Pascual, s.v. letras remiten a Palencia y a 1490 (III, 636b). 79 Alcanate VI [2008-2009], [53 - 79] VI SEMANA DE ESTUDIOS ALfONSÍES La «clerezía» cortesana de Alfonso X: la «letradura» como sistema de saber 2ª) En el reinado de Sancho iv, y después en el modelo cultural del molinismo, «letradura» adquiere un valor referido a la producción y recepción letradas de carácter cortesano, reguladas por la Iglesia y opuestas abiertamente a la concepción del «saber» alfonsí. Adquiere, ahora, «letradura» una dimensión de carácter histórico, debido a su inserción en el ámbito de la alegría cortesana y en el conjunto de actividades que regulan el ocio. El término designa, por primera vez, el orden de una producción letrada y se convierte en línea inaugural de airmación de la historia literaria. Esto no hubiera podido ocurrir sin la plural coniguración de formas y de géneros instigada en el reinado de Alfonso X y, sobre todo, sin el valor que se concede al discurso historiográico. 3ª) En el molinismo, tal y como lo testimonia el Zifar, «letradura» designa el conjunto de materias o de obras coniadas al cauce de la escritura y que deben ser ajustadas a los límites del «seso natural», la facultad que debe prevale- cer sobre la tentación de adquirir un «saber» que siempre es sospechoso y que puede entorpecer la salvación del alma. 4ª) Con don Juan Manuel, la «letradura» interviene en el proceso de edu- cación, pasando así del grupo de los eclesiásticos al de los caballeros, por cuanto se deine un modelo de formación en el que resulta conveniente adquirir un cierto grado de saber letrado; de ahí que el noble castellano se proyecte, de modo especial, en las iguras dedicadas al adoctrinamiento y que presuponen la más compleja representación de su ser. 5ª) Estos usos designativos de un saber religioso, que se abre al dominio cortesano, porque se implican en los procesos de formación y de entreteni- miento de la cortesía, se mantienen hasta la primera mitad del siglo xv, siendo sustituido el término de «letradura», en la segunda mitad de esta centuria, por el de «literatura»; esta voz, que aparece ya incorporada en los vocabularios de ina- les de la centuria, sigue conservando los mismos valores, pero deja de referirse a una producción letrada, así como a los procesos de educación a que se refería don Juan Manuel o a los mecanismos de transmisión y recepción de las obras. Sin que llegue a sentirse como cultismo, el uso restringido a que se ajusta «lite- ratura» –valores gramaticales, formación religiosa– lo que pone de maniiesto es que el orden de la creación literaria era reconocido con los términos de «poesía» o de «elocuencia» hasta inales del siglo xviii. 6ª) De ahí, la importancia de recuperar la amplia red de sentidos que llegó a adquirir el término de «letradura» a lo largo de la Edad Media, sobre todo en el cambio de siglos del xiii al xiv; se trata de un concepto alfonsí en cuya evolución se inscribe el proceso que explica la aparición y coniguración de la historia literaria. A presas arc ma qe el ¿en mó neopus CÁTEDRA Banes ALÍONSO X EL SABIO Fundación Cultural CASTILLO P SAN MARCOS
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