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Los actos de habla, Apuntes de Periodismo

Asignatura: Pragmatica, Profesor: Carmen Aguirre, Carrera: Periodismo, Universidad: UCM

Tipo: Apuntes

2013/2014

Subido el 29/05/2014

alii19
alii19 🇪🇸

3.9

(68)

16 documentos

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¡Descarga Los actos de habla y más Apuntes en PDF de Periodismo solo en Docsity! TEMA 3 LOS ACTOS DE HABLA: HACER COSAS CON PALABRAS John Austin No solo usamos la lengua para describir el mundo que nos rodea, son muchas las cosas que hacemos con la lengua. Te apuesto 5 euros a que mañana llueve. (Apuesta) Hacer una apuesta  Acto performativo Mañana llueve. (Aserción) Levinson señala que algunos actos preformativos están vinculados a ceremonias preestablecidas y el contexto tiene que cumplir unas condiciones o requisitos (´felicity conditions`). –Os declaro marido y mujer. –Le condeno a 10 años de cárcel. En el primer caso el contexto tiene que ser una iglesia o un juzgado o ayuntamiento y el hablante una autoridad. En el segundo caso el contexto ha de ser un juicio y el hablante un juez. Actos performativos implícitos y explícitos En algunos casos se emplean términos que señalan de manera explícita y expresa el acto de habla: Te prometo que te prepararé una buena comida. (Acto performativo explícito – Promesa) En otros casos el acto preformativo puede quedar implícito: Te prepararé una buena comida. (Acto performativo implícito – Promesa) Austin: una teoría generalizada de los actos de habla Austin va mucho más allá y considera que todas las expresiones, incluso las asertivas constituyen “actos de habla”. Austin distingue tres tipos de actos que se pueden producir al producir una oración: Acto locutivo: Es un acto consistente en decir algo. Acto ilocutivo: Es un acto que se realiza al decir algo: pedir disculpas, agradecer (dar las gracias), preguntar… Acto perlocutivo: Son los efectos o consecuencias que producen los actos ilocutivos. Estos efectos se producen en el oyente. Manos arriba Puede ser interpretado como una amenaza. Los actos perlocutivos son exitosos cuando los efectos provocados coinciden con las intenciones del hablante. Si algo no es interpretado como un insulto, por ejemplo, no podemos decir que el insulto se haya producido; a pesar de que el hablante haya tenido intención de insultar. La teoría de Searle sobre los actos de habla Searle profundiza en la idea de que hablar una lengua es participar en un comportamiento que respeta unas normas, y considera que se tienen que dar unas condiciones para que los actos de habla puedan llevarse a cabo. Condiciones para el acto de “dar las gracias” Condiciones de contenido: un acto pasado A realizado por O (oyente) Condiciones de preparación: A beneficia a H (hablante) y H entiende que A beneficia a H. Condiciones de sinceridad: H se siente agradecido por A Condición esencial: H realiza un acto de habla de agradecimiento. Tipología de los actos de habla Actos asertivos o representativos: el hablante expresa algo sobre el mundo que le rodea que piensa que es verdad (afirma, niega) niega, asevera o corrige algo, con diferente nivel de certeza: "Este invierno está nevando mucho". Actos directivos: el hablante intenta obligar al oyente a ejecutar una acción: Termina tu trabajo. Hasta luego. Disculpas: Lo siento. Agradecimientos: Gracias Si de verdad queremos disculparnos o agradecer solemos hacerlo de manera menos rutinaria. Diferencias entre las lenguas. Resume el siguiente texto y clasifica después los distintos actos de habla que se mencionan en él. Resume el siguiente texto y clasifica después los distintos actos de habla que se mencionan en él. La expresión de buenos deseos hacia nuestro prójimo: ¿un acto de habla cortés automático? Domnita Dumitrescu (California State University, Estados Unidos) 3. Los deseos situacionales: fórmulas lingüísticas y contextos de uso Los deseos situacionales son fórmulas lingüísticas fijas que una lengua -en nuestro caso, el español- pone a la disposición de sus usuarios para que éstos las empleen en situaciones sociales específicas. Estas situaciones -que a menudo conllevan una alta carga emocional, y crean la expectativa de un comportamiento verbal adecuado por parte de los miembros de una misma comunidad sociocultural- incluyen, principalmente, fiestas y celebraciones colectivas o individuales, pero también otros eventos, públicos o privados, que ocasionan alegría o, al contrario, angustia y sufrimiento (esta caracterización se inspira en la de Tannen y Öztek, 1981, quienes clasifican las fórmulas de cortesía en griego y en turco según su empleo para eventos felices o para eventos que provocan angustia o dolor). Entre las fiestas comunitarias más importantes para las cuales existen fórmulas rituales de deseo en el mundo hispano están la Navidad, el Año Nuevo y, en una medida bastante menor, las Pascuas Floridas (la Semana Santa) y/o las Pascuas de Pentecostés. También, varios de mis informantes mencionaron el Día de Reyes, el Día Guadalupano, y algunos de los que llevaban más tiempo de residencia en los Estados Unidos enumeraron las fiestas típicas de ese país, como el Día de Acción de Gracia (Thanksgiving), el Día de las Madres (también, del Padre e incluso de los Abuelos), o el Día de los Enamorados (San Valentín), que los hispanos estadounidenses acostumbran celebrar con gran frecuencia. En todos los casos, las fórmulas empleadas son bastante estereotipadas en lo que concierne tanto a su estructura sintáctica como su contenido léxico-semántico. La estructura sintáctica predominante es una frase nominal en que figura un sustantivo (a menudo en forma de plural) precedido casi siempre del adjetivo «feliz» o del cuantificador «mucho». Entre mis datos aparecen con alta frecuencia: ¡Feliz Navidad! o ¡Felices Navidades!, y también ¡Feliz Nochebuena! y ¡Felices Pascuas! (en Navidad); Feliz (o Próspero/Venturoso) año nuevo, Felices Fiestas, Muchas Felicidades (con motivo del Año Nuevo); Feliz Pascua (al final de la Semana Santa); o, según el caso, Feliz día de Reyes, Feliz día de San Valentín, Feliz Día de Acción de Gracias, Feliz Día Guadalupano, etc. La otra fórmula sintáctica, quizás menos frecuente en este caso (aunque predominante entre los votos interaccionales, como voy a mostrar más adelante) es una oración desiderativa o imperativa indirecta, del tipo: Que tengas un próspero año nuevo, Que pases una bonita Navidad, Que Jesús te traiga muchas cosas buenas, Que todos tus deseos se cumplan, etc. He aquí también el comentario que hace al respecto un informante en el Corpus de conversaciones coloquiales recogidas en Valencia: «llegan las fiestas y dices que el año que viene te traiga muchas cosas buenas, que pases unas felices fiestas, o sea que...» (Briz y grupo Val.Es.Co., 2002: 357). Estructuras sintácticas muy similares se dan también en el caso de las fiestas y celebraciones individuales, como, por ejemplo, el cumpleaños y el onomástico de una persona, la boda, el bautismo, el aniversario de un matrimonio, las quinceañeras (en México), etc. Feliz cumpleaños, Feliz Día (de tu santo), Feliz santo, Feliz aniversario, o simplemente Felicidades (en tu día)son algunas fórmulas que ilustran el patrón nominal ya señalado. Por otra parte, Que tengas un feliz día de tu santo Que todos tus deseos se cumplan, Que cumplas muchos años más, Que tu matrimonio dure para siempre, etc., son algunas fórmulas que ilustran el patrón verbal. Los deseos situacionales arriba mencionados suelen ocurrir en la secuencia de apertura de la interacción, sustituyéndose a los saludos habituales, o inmediatamente después de éstos, pero no antes: sería aceptable, al llegar a casa de una persona que celebra su cumpleaños, decir: Buenas noches, Feliz cumpleaños (aunque lo más habitual, según mi propia experiencia con hispanohablantes, sería expresar el deseo en lugar del saludo), pero sonaría raro decir: Feliz cumpleaños, Buenas noches. Es posible, por supuesto, reiterar un deseo situacional en el curso de la interacción (especialmente como brindis) o al final de la misma, a guisa de despedida, pero lo importante es que la primera vez hay que formularlo al principio de la interacción (y que si a uno se le olvida momentáneamente esta obligación social, es habitual disculparse por el retraso, diciendo, por ejemplo: Ay, perdón, se me olvidó decirte «feliz cumpleaños», o Disculpa, ni me dio tiempo felicitarte, etc.). Es interesante comentar, al respecto, la relación que existe entre el deseo y el saludo, un acto de habla con el que el deseo está estrechamente emparentado en su origen. Efectivamente, según Kerbrat-Orecchioni (2001), varios saludos derivan etimológicamente de la expresión de buenos deseos, por ejemplo, «saludar» y sus equivalentes en otras lenguas románicas como el francés o el rumano, proviene de «desearle salud a uno» en latín; y la despedida inglesa Good- bye es una alteración de la fórmula antigua God Be with You, cuyo equivalente en español «que Dios te acompañe» (o en rumano: Dumnezeu cu tine) todavía se usan como despedidas entre personas creyentes, probablemente más en el ambiente rural que urbano. De ahí que Areiza Londoño y García Valencia afirmen que «en términos del acto de habla saludar se podría entender como desearle cortés y sinceramente al otro que se encuentre bien» (2003: 79). Sin embargo, es de observar que en la actualidad, el saludo, a pesar de su parentesco genético con el deseo, ha perdido la fuerza ilocutiva de este último y se usa simplemente como señal de reconocimiento entre los interlocutores, razón por la cual, en el modelo de la cortesía propuesto por Kerbrat-Orecchioni (2000, 2001), se clasifica como un FFA (face flattering act), o sea, como un acto de habla con una carga de cortesía más alta. Esta carga de cortesía más alta los acerca a otro tipo de «regalos verbales», los cumplidos, que, al igual que éstos, no sólo se pueden, sino que incluso -como he mencionado en la sección anterior- se deben agradecer. Los saludos, en cambio, aunque son también actos de habla corteses, no son FFAs, y por esta razón no se pueden agradecer, sino solamente devolver. Compárese: Buenas noches/Buenas noches (saludo) con Que tengas (una) buena noche / Gracias, igualmente (deseo); o Buen día / Buen día (saludo argentino) con Que tengas un buen día / Gracias, también vos (deseo). Es de notar, además, que el deseo siempre les sigue por tratarse, por lo visto, de un crescendo de cortesía cuyo orden no se puede invertir. Y finalmente mencionemos también que otra diferencia importante entre el saludo y el deseo es que este último tiene contenido proposicional, razón por la cual no se puede realizar en forma no verbal, como es a veces el caso del saludo. Las fiestas y celebraciones colectivas o individuales ocasionan, además, el empleo de otros deseos situacionales, directamente dependientes del desarrollo ulterior de la interacción. Los casos más típicos son los brindis que se hacen antes de beber y las fórmulas que se emplean con motivo de las comidas. El brindis más usual en español es ¡Salud!, a veces expandido en la forma ¡Salud, pesetas (o: dinero) y amor, pero está ganando terreno rápidamente el anglicismo onomatopéyico ¡chinchín!(ya incluido en la última edición del DRAE). También es frecuente mencionar por qué o por quién se brinda (por ejemplo: ¡Por tu éxito!, ¡Por nuestra amistad!, ¡Por nosotros!, o ¡A tu salud!, ¡A la tuya!, ¡A la nuestra!, etc.). La fórmula más habitual asociada con la comida es «(Buen) provecho», usada antes de empezar a comer o cuando alguien ya está comiendo y otra persona pasa por su lado. Por ejemplo: «Sixto jamás se movía durante las comidas. Todas [las clientas] deseaban: -Buen provecho.» (J. A. de Zunzunegui, en Steel, 1985: 62). (Sobre el uso de provecho al final de la comida, véase la nota 6). Otro ejemplo interesante, que combina en un solo par adyacente, los deseos asociados con ambas actividades, comer y beber, es el siguiente, de R. Marqués:«(José se levanta, va al armario de los licores y toma la copa que se había servido. Vuelve con ella. La alza). J: - ¡Salud! M: -Que le aproveche» (R. Marqués, citado en Steel, 1985: 62). Por último, hay otras situaciones felices en que, si no es obligatorio, sí es al menos muy recomendable (y usual) expresarle buenos deseos a su interlocutor, tanto en español como en otras lenguas. Además de las fiestas y celebraciones ya mencionadas previamente (y que Tannen y Öztek, 1981, incluyen en el subgrupo de las «ocasiones»), se consideran eventos felices las «ganancias» en sentido amplio, o sea -según las autoras citadas- las «llegadas» y las «nuevas posesiones». La llegada de una persona que ha estado ausente por un tiempo más o menos largo se suele «celebrar» en español con la conocida fórmula de¡Bienvenido/a!, a la que, a diferencia del griego y del rumano, lenguas en que es obligatorio contestar con una fórmula cuyo significado exacto es «bienhallado». no le corresponde ninguna reacción verbal rivalizada. Las nuevas posesiones pueden incluir la compra de una casa, de un nuevo auto, o de otros bienes de valor, así como la expansión de la familia al tener un matrimonio (más) hijos. En español, según mis informantes, casi no hay fórmulas estereotipadas para expresar buenos deseos en tales situaciones, aunque sí es común felicitar a los nuevos padres de las criaturas o a los nuevos dueños del coche, de la casa, etc. En el caso de estrenar alguien una prenda de vestir nueva, mis informantes mexicanos aludieron a la costumbre de recordarle a la respectiva persona la obligación del «remojo», pero no usaron expresiones de deseo, sino a lo máximo, usaron algún tipo de cumplido, como ¡Qué bien te va esta nueva blusa!, ¡Qué linda pulsera!, o una exclamación de aprecio: ¡Qué padre! Otros usaron exclamaciones con adjetivos diferentes: ¡Qué chivo!, ¡Qué chulo! (dicho por un informante de El Salvador), ¡Qué regio!, ¡Qué bacán! (Perú), y sólo los informantes colombianos mencionaron fórmulas como ¡Disfrútalo! o ¡Que lo disfrutes! para alguien que acaba de adquirir un bien material que hacía tiempo deseaba tener, o una ropa cara. En este aspecto, me parece que el español contrasta claramente con el griego, el rumano, el turco, y quizás otras lenguas de la Península Balcánica, cuyos hablantes, en vez de felicitar o halagar al interlocutor en las situaciones citadas, usan fórmulas de deseo muy ritualizadas, que siempre aluden a la salud, la felicidad y a la longevidad, los tres valores más apreciados, a juzgar por la profusión de deseos que los menciona; en las respectivas culturas: se le desea a uno que Heve la nueva ropa estando en buena salud, que posea la casa, el auto, etc., en buena salud y/o con felicidad, o que la compra que ha hecho sea de buen augurio, y que los niños le vivan muchos años y le traigan mucha felicidad. En este sentido, el castellano se acerca, al contrario, al francés (que en tales situaciones, según Katsiki, 2001, contrasta con el griego de la misma forma) y, diría yo -basándome en mi experiencia de convivencia estadounidense-, con el inglés.
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