Medea y la mujer perversa, Resúmenes de Literatura Griega

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La hechicería y la mujer perversa en Medea En el presente ensayo, se plantea que la hechicería presentada en “Medea” de Eurípides es un eje estigmatizador que causa una imagen negativa de la mujer, pues la magia en manos femeninas posee un carácter oscuro que la vuelve una figura que genera miedo y que debe evitarse; esta negatividad es causada a su vez por dos razones: la sabiduría que posee le otorga poder sobre los elementos de la naturaleza y la asocia a ella, desligándola de su humanidad para ser asociada con “fieras” y, de esta manera, la hechicera se encuentra en los límites de lo civilizado; y en correlación a lo primero, la sabiduría de la magia le otorga poder sobre la sexualidad del hombre, en el que un daño sobre él implica el mayor perjuicio que el varón clásico pueda sufrir, por el cual la mujer se configura como una amenaza directa para el mundo masculino, La mujer hechicera y la naturaleza En el mundo clásico, la hechicería presenta la cualidad de estar relacionada con las fuerzas naturales. Una característica importante de la magia es que basa su poder en el conocimiento del uso de los elementos de la naturaleza como, por ejemplo, de la utilización de hierbas. Esto y otros rasgos que caracterizan a la hechicería como la relación con los astros, por su condición de nieta de Helios, y la adoración a Hécate, diosa del inframundo, de la magia y de la oscuridad, presentan al personaje de Medea con un fuerte vínculo con lo natural y lo oscuro que la vuelven una indiscutible figura de la hechicería. Pero existe un aspecto vinculado a la personalidad, descrito por Álvarez, N. (2004), que deriva de la relación entre hechicería-Medea-naturaleza, en la que la magia no solo otorga a la mujer hechicera poder sobre la naturaleza, sino que además la asocia íntimamente. Hago referencia al carácter feroz de Medea, el cual entrega una imagen de negatividad femenina que la desprovee hasta cierto punto de su propia humanidad y la posiciona sobre una dimensión cercana de lo salvaje. Esta asociación entre naturaleza y el carácter de Medea se da a través de las comparaciones descritas en la tragedia de Eurípides. Fragmentos que dan cuenta de esta relación: “Eres de piedra, pobre de ti, o de hierro”; “…leona, no mujer, pues es tu natural más salvaje que el mismo de Escila…” En donde adjetivos como “leona”, “piedra, “hierro” y la comparación con el monstruo de Escila refieren al carácter indomable de Medea. De la misma forma, la asociación de la individualidad de Medea con lo salvaje da cuenta de una posición anti-civilatoria que la ubica en los márgenes de la sociedad griega. La zona limítrofe desde donde Medea se posiciona le permite no acatar las normas que establecen el orden social, por lo que Medea posee una libertad en cuanto que la moral que la rige está condicionada por las reglas que ella misma establece. En este aspecto, se puede comparar a Medea con las amazonas, las cuales relacionadas con la naturaleza (p.ej., el culto a Artemisa) presentaban tradiciones bárbaras que las relegaba a un ámbito fuera de lo civilatorio. Esto, por tanto, entregaba la imagen negativa de un personaje peligroso, cuyas acciones no respondían al respeto por las normas básicas de una sociedad, sino que llegando a niveles altos de inhumanidad podían tornar a la hechicera de un carácter monstruoso. La hechicería y la sexualidad masculina La mujer hechicera posee saberes sobre lo natural y, en general, sobre el predominio cósmico, que la presentan con la capacidad y el poder de generar tanto el equilibrio como la inestabilidad del orden natural. Esta cualidad, junto a la practica negativa a la que se le está asociada, la cubre de una imagen de amenaza constante y de alto nivel para el o los individuos sobre los que posiciona su magia. Al hablar sobre el poder desestabilizante de la hechicera, trae a colación el tema de la sexualidad del hombre y su vulnerabilidad frente a la práctica de la magia femenina, el cual es trascendental en medida que, frente a las otras demostraciones de poder sobre el orden natural, se muestra un poder que logra transgredir el espacio privado del hombre y sobrepasa el marco de la dominación masculina sobre la mujer ante la imposibilidad del hombre de contrarrestar el poder femenino. En el caso de Medea, vemos en un primer instante la revelación de su poder sobre la sexualidad masculina en la conversación que sostiene con Egeo, en el que Medea promete a éste acabar con su esterilidad. Aquí podemos ver que las fuerzas sobrenaturales de la hechicera pueden tanto beneficiar al hombre como perjudicarlo. Una actitud que contradice el estereotipo en el que la posesión del poder en la mujer solo puede traer destrucción y peligro. Pero en Medea, sí se presenta a la vez un carácter fuertemente destructivo revelado en la planificación y ejecución de su venganza. En este caso, en directa relación al desequilibrio sexual, resalta el caso peculiar de la castración “simbólica” a Jasón. Presenta la cualidad de no tener como medio artificioso una pócima, que es lo más común, sino que se da a través de un plan más elaborado y complejo, en el que no sucede la impotencia sexual, sino la desaparición de la progenie. De esta manera, en Medea se presenta una imagen destructiva, no solo por el estereotipo de la hechicera como ser amenazante del orden natural, sino también por su desborde violento que traspasa las prácticas comunes de la hechicería. En conclusión, la hechicería entrega a la mujer sabiduría y poder sobre los elementos de la naturaleza, pero a cambio, la cubre de una imagen de negatividad como, en el caso de Medea, la vinculación con lo natural salvaje que la aleja del orden social y el estereotipo de la mujer hechicera en el que ésta genera un desequilibrio sobre el orden natural, siendo aún más peligrosa en el caso de la sexualidad del hombre por su característica de arma transgresora e incontrarrestable.