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Miguel de Cervantes y el “Quijote”, Apuntes de Filología hispánica

Asignatura: Cervantes, Profesor: Francisco Escobar, Carrera: Filología hispánica, Universidad: US

Tipo: Apuntes

2012/2013
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Subido el 20/09/2013

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¡Descarga Miguel de Cervantes y el “Quijote” y más Apuntes en PDF de Filología hispánica solo en Docsity! Miguel de Cervantes y el “Quijote” a) Vida: nació Miguel de Cervantes en 1547 en Alcalá de Henares en el seno de una familia de vida azarosa y deambulante. Esta vida itinerante se ha relacionado con su origen converso. En 1570 marcha a Italia, donde quedará impresionado por su arte, su literatura y vida. Participó como soldado en la batalla de Lepanto y fue militar en diversos lugares italianos. A su regreso a España en 1575 es apresado y conducido a Argel, donde permanecerá cautivo durante cinco años y donde descubre una nueva civilización, lo que acentúa su espíritu tolerante. Tal vez durante su cautiverio empezaron a fraguarse sus novelas. Rescatado, vuelve a España. Escribe “La Galatea”, que publica en 1585. Las dificultades económicas propias y de su familia le obligan a escribir obras de teatro. Por esos años se casa con Catalina de Salazar, natural de Esquivias, donde vivirá tres años. En 1587 marcha de allí, deja a su mujer e inicia un período de estancia en Andalucía como recaudador de impuestos para la Armada Invencible. Es excomulgado dos veces y encarcelado otras dos. Probablemente en su última estancia en la cárcel de Sevilla, escribió parte del Quijote. Mientras se publica la primera parte de su novela, que tendrá un gran éxito, marcha a vivir a Valladolid, donde residía la corte, en compañía de su mujer, su hija, sus dos hermanas, etc. Allí vuelve a conocer la prisión en compañía de su familia por un oscuro asunto. Sus años finales en Madrid también se complican por problemas familiares y por dificultades económicas. Sin embargo, prosigue con su tarea de escritor y es en estos últimos años de su vida cuando publica la mayor parte de sus obras. Murió en Madrid el 23 de abril de 1616. 2. b) Cervantes, poeta y dramaturgo: debió de escribir bastantes poemas, pero muchos se han perdido. Sólo publicó una obra en verso, “El viaje del Parnaso” (1614). En ella presenta en conflicto a los buenos y malos escritores y es interesante por los juicios literarios que vierte y por las referencias autobiográficas. Es muy conocido su soneto “Al túmulo del rey Felipe II en Sevilla” (“Voto a dios que me espanta esta grandeza/ y que diera un doblón por describilla…”). En general, como poeta, Cervantes es un escritor culto empapado de la tradición clásica e italiana. Escribió Cervantes numerosas obras teatrales, de las que conservamos más de una decena, a las que hay que sumar los ocho entremeses que hoy conocemos. Sus comedias, de diversos temas, siguen las normas clásicas de verosimilitud y respeto a las reglas, pero incorporan los elementos nuevos con los que Lope de Vega rompería los moldes dramáticos clásicos. Algunas de sus comedias son: “Los baños de Argel”, “Pedro de Urdemalas”, extraer esta ejemplaridad. Tal vez, Cervantes emplea el término “ejemplares” en el sentido ético y estético, como modelos de creación literaria. La variedad es un rasgo de este conjunto de narraciones. Pese a ello, suele agrupárselas en dos conjuntos: en uno dominaría el tratamiento realista de personajes y ambientes, en tanto que otras se caracterizarían por un tono marcadamente idealista. Serían novelas realistas: “Rinconete y Cortadillo”, “El licenciado Vidriera”, “El celoso extremeño” y “El coloquio de los perros”. Idealistas podrían considerarse: “El amante liberal”, “La española inglesa”, “La fuerza de la sangre”, “La señora Cornelia”. Combinan rasgos de ambos grupos las dos restantes: “La gitanilla” y “La ilustre fregona”. d) El “Quijote”: -Génesis: El “Quijote” es la obra maestra de Cervantes. Consta de dos partes. La primera se publicó en 1605 y la segunda diez años después, en 1615. Estas dos partes son bastante diferentes: la primera es más espontánea, parece escrita sobre la marcha y contiene diversidad de elementos; la segunda, sin embargo, está mucho más pensada y responde a un plan bien trazado. No obstante, ambas muestran cierto paralelismo estructural: tras unos capítulos iniciales introductorios, al protagonista le suceden ininterrumpidamente una serie de aventuras; hacia la mitad de ambas partes, el continuo deambular del protagonista se detiene, en la venta en la primera parte y en casa de los duques en la 5. segunda, en donde suceden hechos muy diversos, todos con un marcado cariz literario; el final ambas partes también es simétrico: desengañado y derrotado, don Quijote regresa a casa. Antes del final, la segunda parte contiene varios capítulos en los que Cervantes responde a la publicación del “Quijote” de Avellaneda. Esta continuación apócrifa de la novela se publicó en 1614, firmada por un tal Alonso Fernández de Avellaneda, seudónimo quizá de Gerónimo de Pasamonte, autor de la época a quien Cervantes toma como modelo para el personaje Ginés de Pasamonte, el galeote liberado por don Quijote. Este “Quijote” apócrifo, literariamente muy inferior al cervantino, es muy interesante porque revela la indignación que la publicación de la primera parte del cervantino habría causado al círculo de Lope de Vega, cuyas comedias son satirizadas por Cervantes. -Los personajes: dos son los personajes centrales de la gran novela cervantina: don Quijote y Sancho Panza. Don Quijote, Alonso Quijano, es un modesto hidalgo de un pueblo manchego que, loco, debido a la lectura de libros de caballerías, decide convertirse él mismo en caballero andante. Su extraña y anacrónica figura en la España de comienzos del XVII hace de él un personaje fundamentalmente cómico. Sin embargo, el diseño de su figura es muy complejo: fuera de su peculiar locura caballeresca, muestra buen juicio y expone atinadas opiniones sobre muy diversos asuntos, incluidos los literarios. Rasgo esencial de su carácter es la pertinaz defensa de sus ideas, incluidas las que proceden de su extraña locura, lo que hace que continuamente sea vapuleado por la realidad. Sancho Panza es el escudero que en los libros de caballerías acompañaba al protagonista. No obstante, en su elaboración Cervantes sintetiza, además, muchas características de tipos 6. folclóricos y literarios muy próximos, como el simple, el bufón, e rústico, el bobo, el enano, el gracioso, el pícaro o el criado. Pero Sancho es un personaje más complejo, pues, a partir de un modelo literario folclórico previo, crece y sobrepasa su original función cómica. Característica de los dos protagonistas sería la transferencia de rasgos del uno al otro. Y, por ello, se ha hablado de la “quijotización” de Sancho y de la “sanchificación” de don Quijote. Sin embargo, ambos mantienen a lo largo de toda la obra sus rasgos básicos iniciales. Además, todos los personajes se ven, en buena medida, influidos por los rasgos de los demás: la locura de don Quijote contagia a los duques, que se comportan de modo insensato, o a Sansón Carrasco, bachiller del pueblo de Alonso Quijano, que también se disfraza de caballero andante; las campesinos de aquella época. Ambos personajes serían un reflejo abreviado de aquella sociedad. 8. Cervantes estaría parodiando la ilusión caballeresca y pastoril, la utopía humanista típica del XVI, que es ya una respuesta inútil a los problemas de la España del momento. La lección final sería, pues, comprender, en conocida expresión cervantina, que cada uno es hijo de sus obras y vale tanto cuanto valgan ellas. -Lenguaje y estilo: el lenguaje del “Quijote” es un acabado resumen de la variedad de estilos del Renacimiento: el estilo elevado, el habla de la parodia burlesca, el habla culta, el habla popular, todo ello conforme a la situación social de los personajes. Es significativa la presencia de recursos propios de la tradición oral: dualidad de narradores, ambivalencia del léxico, las sonoridades, los ritmos, el uso de apóstrofes, la dramatización del relato, los juegos equívocos, la atención a las inflexiones de voz, las técnicas de puesta en escena, los incisos y digresiones del narrador… De esta forma, Cervantes contribuye a gestar un nuevo lector entendido y cómplice, a quien dirige prólogos y preliminares que reclaman su connivencia, que se deja llevar, pero no engañar, por tantos embaucadores cervantinos maestros en el arte de hablar, como Vidriera y Berganza en las “Novelas ejemplares” o, en el “Quijote”, Maese Pedro y el mismo Cide Hamete Benengeli, el ficticio y burlón narrador arábigo que, supuestamente, escribe toda la novela. Estamos ya ante la creación del lector moderno: un lector escéptico que erigirá la duda como sistema. ANTOLOGÍA DE TEXTOS: EL “QUIJOTE”, DE MIGUEL DE CERVANTES. --------------------------------------------------------------------- ----------------- EL “QUIJOTE”, de Miguel de Cervantes. (Selección) Capítulo Primero: Que trata de la condición y ejercicio del famoso hidalgo don Quijote de la Mancha En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor. Una olla de algo más vaca que carnero, salpicón las más noches, duelos y quebrantos los sábados, lantejas los viernes, algún palomino de añadidura los domingos, consumían las tres partes de su hacienda. El resto della concluían sayo de velarte, calzas de velludo para las fiestas, con sus pantuflos de lo mesmo, y los días de entresemana se honraba con su vellorí de lo más fino. Tenía en su casa una ama que pasaba de los cuarenta, y una sobrina que no llegaba a los veinte, y un mozo de campo y plaza, que así ensillaba el rocín como tomaba la podadera. Frisaba la edad de nuestro hidalgo con los cincuenta años; era de complexión recia, seco de carnes, enjuto de rostro, gran madrugador y amigo de la caza. Quieren decir que tenía el sobrenombre de Quijada, o Quesada, que en esto hay alguna diferencia en los autores que deste caso escriben; aunque, por conjeturas verosímiles, se deja entender que se llamaba Quejana. Pero esto importa poco a nuestro cuento; basta que en la narración dél no se salga un punto de la verdad. Es, pues, de saber que este sobredicho hidalgo, los ratos que estaba ocioso, que eran los más del año, se daba a leer libros de caballerías, con tanta afición y gusto, que olvidó casi de todo punto el ejercicio de la caza, y aun la administración de su hacienda. Y llegó a tanto su curiosidad y desatino en esto, que vendió muchas hanegas de tierra de sembradura para comprar libros de caballerías en que leer, y así, llevó a su casa todos cuantos pudo haber dellos; …/… 2. En resolución, él se enfrascó tanto en su letura, que se le pasaban las noches leyendo de claro en claro, y los días de turbio en turbio; y así, del poco dormir y del mucho leer, se le secó el celebro, de manera que vino a perder el juicio. Llenósele la fantasía de todo aquello que leía en los libros, así de encantamentos como de pendencias, batallas, desafíos, heridas, requiebros, amores, tormentas y disparates imposibles; y asentósele de tal modo en la imaginación que era verdad toda aquella máquina No entendían los cabreros aquella jerigonza de escuderos y de caballeros andantes, y no hacían otra cosa que comer y callar, y mirar a sus huéspedes, que, con mucho donaire y gana, embaulaban tasajo como el puño. …/… Después que don Quijote hubo bien satisfecho su estómago, tomó un puño de bellotas en la mano, y, mirándolas atentamente, soltó la voz a semejantes razones: -Dichosa edad y siglos dichosos aquéllos a quien los antiguos pusieron nombre de dorados, y no porque en ellos el oro, que en esta nuestra edad de hierro tanto se estima, se alcanzase en aquella venturosa sin fatiga 4. alguna, sino porque entonces los que en ella vivían ignoraban estas dos palabras de tuyo y mío. Eran en aquella santa edad todas las cosas comunes; a nadie le era necesario, para alcanzar su ordinario sustento, tomar otro trabajo que alzar la mano y alcanzarle de las robustas encinas, que liberalmente les estaban convidando con su dulce y sazonado fruto. Las claras fuentes y corrientes ríos, en magnífica abundancia, sabrosas y transparentes aguas les ofrecían. …/ … Todo era paz entonces, todo amistad, todo concordia; aún no se había atrevido la pesada reja del corvo arado a abrir ni visitar las entrañas piadosas de nuestra primera madre, que ella, sin ser forzada, ofrecía, por todas las partes de su fértil y espacioso seno, lo que pudiese hartar, sustentar y deleitar a los hijos que entonces la poseían. Entonces sí que andaban las simples y hermosas zagalejas de valle en valle y de otero en otero, en trenza y en cabello, sin más vestidos de aquellos que eran menester para cubrir honestamente lo que la honestidad quiere y ha querido siempre que se cubra; y no eran sus adornos de los que ahora se usan, a quien la púrpura de Tiro y la por tantos modos martirizada seda encarecen, sino de algunas hojas verdes de lampazos y yedra entretejidas, con lo que quizá iban tan pomposas y compuestas como van agora nuestras cortesanas con las raras y peregrinas invenciones que la curiosidad ociosa les ha mostrado. Entonces se decoraban los concetos amorosos del alma simple y sencillamente, del mesmo modo y manera que ella los concebía, sin buscar artificioso rodeo de palabras para encarecerlos. No había la fraude, el engaño ni la malicia mezcládose con la verdad y llaneza. La justicia se estaba en sus proprios términos, sin que la osasen turbar ni ofender los del favor y los del interese, que tanto ahora la menoscaban, turban y persiguen. La ley del encaje aún no se había sentado en el entendimiento del juez, porque entonces no había qué juzgar, ni quién fuese juzgado. 5. Capítulo XLVII: Del extraño modo con que fue encantado don Quijote de la Mancha, con otros famosos sucesos -Verdaderamente, señor cura, yo hallo por mi cuenta que son perjudiciales en la república estos que llaman libros de caballerías y, aunque he leído, llevado de un ocioso y falso gusto, casi el principio de todos los más que hay impresos, jamás me he podido acomodar a leer ninguno del principio al cabo, porque me parece que, cuál más, cuál menos, todos ellos son una mesma cosa, y no tiene más éste que aquél, ni estotro que el otro. Y, según a mí me parece, este género de escritura y composición cae debajo de aquel de las fábulas que llaman milesias, que son cuentos disparatados, que atienden solamente a deleitar, y no a enseñar: al contrario de lo que hacen las fábulas apólogas, que deleitan y enseñan juntamente. Y, puesto que el principal intento de semejantes libros sea el deleitar, no sé yo cómo puedan conseguirle, yendo llenos de tantos y tan desaforados disparates; que el deleite que en el alma se concibe ha de ser de la hermosura y concordancia que vee o contempla en las cosas que la vista o la imaginación le ponen delante; y toda cosa que tiene en sí fealdad y descompostura no nos puede causar contento alguno. …/… Y, si a esto se me respondiese que los que tales libros componen los escriben como cosas de mentira, y que así, no están obligados a mirar en delicadezas ni verdades, responderles hía yo que tanto la mentira es mejor cuanto más parece verdadera, y tanto más agrada cuanto tiene más de lo dudoso y posible. Hanse de casar las fábulas mentirosas con el entendimiento de los que las el arte pide, no sirven sino para cuatro discretos que las entienden, y todos los demás se quedan ayunos de entender su artificio, y que a ellos les está mejor ganar de comer con los muchos, que no opinión con los pocos, …/… -En materia ha tocado vuestra merced, señor canónigo -dijo a esta sazón el cura-, que ha despertado en mí un antiguo rancor que tengo con las comedias que agora se usan, tal, que iguala al que tengo con los libros de caballerías; porque, habiendo de ser la comedia, según le parece a Tulio, espejo de la vida humana, ejemplo de las costumbres y imagen de la verdad, las que ahora se representan son espejos de disparates, ejemplos de necedades e imágenes de lascivia. Capítulo XLII: De los consejos que dio don Quijote a Sancho Panza antes que fuese a gobernar la ínsula, con otras cosas bien consideradas: -Así es verdad -replicó don Quijote-, por lo cual los no de principios nobles deben acompañar la gravedad del cargo que ejercitan con una blanda suavidad que, guiada por la prudencia, los libre de la murmuración maliciosa, de quien no hay estado que se escape. Haz gala, Sancho, de la humildad de tu linaje, y no te desprecies de decir que vienes de labradores; porque, viendo que no te corres, ninguno se pondrá a correrte; y préciate más de ser humilde virtuoso que pecador soberbio. 8. Inumerables son aquellos que, de baja estirpe nacidos, han subido a la suma dignidad pontificia e imperatoria; y desta verdad te pudiera traer tantos ejemplos, que te cansaran. Mira, Sancho: si tomas por medio a la virtud, y te precias de hacer hechos virtuosos, no hay para qué tener envidia a los que los tienen de príncipes y señores, porque la sangre se hereda y la virtud se aquista, y la virtud vale por sí sola lo que la sangre no vale. …/… Nunca te guíes por la ley del encaje, que suele tener mucha cabida con los ignorantes que presumen de agudos. Hallen en ti más compasión las lágrimas del pobre, pero no más justicia, que las informaciones del rico. Procura descubrir la verdad por entre las promesas y dádivas del rico, como por entre los sollozos e importunidades del pobre. Cuando pudiere y debiere tener lugar la equidad, no cargues todo el rigor de la ley al delincuente, que no es mejor la fama del juez riguroso que la del compasivo. Si acaso doblares la vara de la justicia, no sea con el peso de la dádiva, sino con el de la misericordia. …/… Al culpado que cayere debajo de tu juridición considérale hombre miserable, sujeto a las condiciones de la depravada naturaleza nuestra, y en todo cuanto fuere de tu parte, sin hacer agravio a la contraria, muéstratele piadoso y clemente, porque, aunque los atributos de Dios todos son iguales, más resplandece y campea a nuestro ver el de la misericordia que el de la justicia. Si estos preceptos y estas reglas sigues, Sancho, serán luengos tus días, tu fama será eterna, tus premios colmados, tu felicidad indecible, casarás tus hijos como quisieres, títulos tendrán ellos y tus nietos, vivirás en paz y beneplácito de las gentes, y en los últimos pasos de la vida te alcanzará el de la muerte, en vejez suave y madura, y cerrarán tus ojos las tiernas y delicadas manos de tus terceros netezuelos. Esto que hasta aquí te he dicho son documentos que han de adornar tu alma; escucha ahora los que han de servir para adorno del cuerpo. 9. Capítulo XLIII: De los consejos segundos que dio don Quijote a Sancho Panza: Atentísimamente le escuchaba Sancho, y procuraba conservar en la memoria sus consejos, como quien pensaba guardarlos y salir por ellos a buen parto de la preñez de su gobierno. Prosiguió, pues, don Quijote, y dijo: -En lo que toca a cómo has de gobernar tu persona y casa, Sancho, lo primero que te encargo es que seas limpio, y que te cortes las uñas, sin dejarlas crecer, como algunos hacen, a quien su ignorancia les ha dado a entender que las uñas largas les hermosean las manos, como si aquel escremento y añadidura que se dejan de cortar fuese uña, siendo antes garras de cernícalo lagartijero: puerco y extraordinario abuso. No andes, Sancho, desceñido y flojo, que el vestido descompuesto da indicios de ánimo desmazalado, si ya la descompostura y flojedad no cae debajo 11. Mejor me está a mí una hoz en la mano que un cetro de gobernador; más quiero hartarme de gazpachos que estar sujeto a la miseria de un médico impertinente que me mate de hambre; y más quiero recostarme a la sombra de una encina en el verano y arroparme con un zamarro de dos pelos en el invierno, en mi libertad, que acostarme con la sujeción del gobierno entre sábanas de holanda y vestirme de martas cebollinas. Vuestras mercedes se queden con Dios, y digan al duque mi señor que, desnudo nací, desnudo me hallo: ni pierdo ni gano; quiero decir, que sin blanca entré en este gobierno y sin ella salgo, bien al revés de como suelen salir los gobernadores de otras ínsulas. Y apártense: déjenme ir, que me voy a bizmar; que creo que tengo brumadas todas las costillas, merced a los enemigos que esta noche se han paseado sobre mí. …/… No son estas burlas para dos veces. Por Dios que así me quede en éste, ni admita otro gobierno, aunque me le diesen entre dos platos, como volar al cielo sin alas. Yo soy del linaje de los Panzas, que todos son testarudos, y si una vez dicen nones, nones han de ser, aunque sean pares, a pesar de todo el mundo. Quédense en esta caballeriza las alas de la hormiga, que me levantaron en el aire para que me comiesen vencejos y otros pájaros, y volvámonos a andar por el suelo con pie llano, que, si no le adornaren zapatos picados de cordobán, no le faltarán alpargatas toscas de cuerda. Cada oveja con su pareja, y nadie tienda más la pierna de cuanto fuere larga la sábana; y déjenme pasar, que se me hace tarde. …/… Todos vinieron en ello, y le dejaron ir, ofreciéndole primero compañía y todo aquello que quisiese para el regalo de su persona y para la comodidad de su viaje. Sancho dijo que no quería más de un poco de cebada para el rucio y medio queso y medio pan para él; que, pues el camino era tan corto, no había menester mayor ni mejor repostería. Abrazáronle todos, y él, llorando, abrazó a todos, y los dejó admirados, así de sus razones como de su determinación tan resoluta y tan discreta. 12. Capítulo LXXIV: De cómo don Quijote cayó malo, y del testamento que hizo, y su muerte: Apenas los vio don Quijote, cuando dijo: -Dadme albricias, buenos señores, de que ya yo no soy don Quijote de la Mancha, sino Alonso Quijano, a quien mis costumbres me dieron renombre de Bueno. Ya soy enemigo de Amadís de Gaula y de toda la infinita caterva de su linaje, ya me son odiosas todas las historias profanas del andante caballería, ya conozco mi necedad y el peligro en que me pusieron haberlas leído, ya, por misericordia de Dios, escarmentando en cabeza propia, las abomino. Cuando esto le oyeron decir los tres, creyeron, sin duda, que alguna nueva locura le había tomado. Y Sansón le dijo: -¿Ahora, señor don Quijote, que tenemos nueva que está desencantada la señora Dulcinea, sale vuestra merced con eso? Y ¿agora que estamos tan a pique de ser pastores, para pasar cantando la vida, como unos príncipes, quiere vuesa merced hacerse ermitaño? Calle, por su vida, vuelva en sí, y déjese de cuentos. -Los de hasta aquí -replicó don Quijote-, que han sido verdaderos en mi daño, los ha de volver mi muerte, con ayuda del cielo, en mi provecho. Yo, señores, siento que me voy muriendo a toda priesa; déjense burlas aparte, y traíganme un confesor que me confiese y un escribano que haga mi testamento, que en tales trances como éste no se ha de burlar el hombre con el alma; y así, suplico que, en tanto que el señor cura me confiesa, vayan por el escribano. …/… Estas nuevas dieron un terrible empujón a los ojos preñados de ama, sobrina y de Sancho Panza, su buen escudero, de tal manera, que los hizo reventar las lágrimas de los ojos y mil profundos suspiros del pecho; porque, verdaderamente, como alguna vez se ha dicho, en tanto 13. que don Quijote fue Alonso Quijano el Bueno, a secas, y en tanto que fue don Quijote de la Mancha, fue siempre de apacible condición y de agradable trato, y por esto no sólo era bien
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