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Las raíces de los prejuicio
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padres cuando nos socializan exp. iones sociales pueden desempenar
las personas. Finalmente, nuestras institucic ? . 1 mo puede
la función de mantener y respaldar los prejuicios. Analice primero cómo p
un prejuicio defender la autoestima y la posición social.
E UENTES SOCIALES DE LOS PREJUICIOS
Desigualdad del estatus
Un principio que conviene recordar: la desigualdad del estatus genera prejuicios.
Los amos veían a los esclavos como vagos, irresponsables y carentes de ambi-
ción, justo los rasgos que justifican la esclavitud. Los historiadores debaten las
fuerzas que generan las diferencias de estatus. Pero, una vez que existen esas
desigualdades, los prejuicios ayudan a justificar la superioridad económica y
social de aquellos que tienen riqueza y poder. Dígame cuáles son las relaciones
económicas entre dos grupos y le predeciré las actitudes entre los grupos. Los
estereotipos racionalizan las desigualdades de estatus (Yzerbyt et al., 1997).
En época de conflictos; las actitudes se ajustan fácilmente a la conducta.
: La gente suele ver a sus enemigos como infrahumanos y los despersonaliza
con etiquetas, Durante la Segunda Guerra Mundial, los japoneses pasaron a
ser dos japos». Cuando se acabó la guerra, se convirtieron en «los inteligentes
z trabajadores japoneses». Las actitudes son sorprendentemente adaptables.
a señalado en módulos anteriores, los Actos crueles generan acti- :
249
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250
Parte CUATRO Relaciones sociales
Los estereotipos de género también ayudan a racionalizar los papeles de
énero. Tras estudiar estos estereotipos en todo el mundo, John Williams y Deborah
Best (1990b) señalaron que si las mujeres proporcionan la mayor parte de las
atenciones a los niños pequeños, resulta tranquilizador pensar que las mujeres
tienen un talante naturalmente afectuoso. Si los hombres dirigen Jos negocios,
cazan y luchan en las guerras, resulta reconfortante suponer que los hombres
son agresivos, independientes y aventureros. En los experimentos, la gente perci-
be a los miembros de grupos desconocidos como personas que tienen los rasgos
que se ajustan a sus papeles (Hoffman y Hurst, 1990).
Impacto de la discriminación:
la profecía que se cumple a sí misma
incidir con la jerarquía social, no sólo como una racio-
Las actitudes pueden co!
mbién porque la discriminación afecta asus ví
nalización de ella, sino ta:
rep +, «se puede amartillar, amar- /
«La propia reputación», escribió Gordon Allpor:
tillar y amartillar en la cabeza sin que le ocurra algo a la personalidad» (1958,
pág. 139). Si pudiéramos chasquear los dedos y acabar con toda la discrimi-
nación, resultaría ingenuo afirmar a continuación: «¡Los tiempos difíciles han
pasado, compañeros! Ahora pueden ponerse un traje de chaqueta y convertirse
en ejecutivos y profesionales con cartera», Cuando. se-acaba la opresión, sus
efectos permanecen, como, una resaca social.
En The Nature of Prejudice, Allport clasificó 15 posibles efectos de la victi-
mización. Allport consideraba que estas reacciones se podían reducir a dos
tipos básicos: aquellos que implican culparse a uno mismo (retirada, auto-odio,
agresión contra el grupo propio) y los que implican culpar a causas externas
(tomar represalias, sospechar de los demás, tener un mayor orgullo del grupo).
Si los resultados netos son negativos (por ejemplo, mayores tasas de delincuen-
cia) la gente puede utilizarlos para justificar la discriminación que ayuda a
mantenerlos: «Si dejamos que esa gente venga a vivir a nuestros agradables
vecindarios, el valor de nuestras propiedades se desmoronará».
¿Afecta la discriminación a sus víctimas de esta manera? Tenemos que tener
cuidado para no exagerar esta cuestión. El espíritu y el estilo de la cultura negra
es, para muchos, una herencia de la que sentirse orgullosos, y no sólo una res-
puesta ala victimización (Jones, 2004). Así pues, mientras que los jóvenes blancos
están aprendiendo a restar importancia a las diferencias étnicas y a evitar los
estereotipos, los jóvenes afroamericanos «están asumiendo cada vez más un
orgullo por su origen étnico y valorando positivamente las diferencias étnicas»,
señalaron Charles Judd y sus co-investigadores (1995). Las diferencias culturales
. ho tienen por qué implicar déficits sociales,
:1 ¿No obstante, las creencias sociales pueden confirmarse a sí mismas, tal y
como queda demostrado en un par de inteligentes experimentos realizados
. -por:Carl Word, Mark Zanna y Joel Cooper (1974). En el primer experimento,
- hombres. blancos de la Universidad de Princeton entrevistaron a ayudantes
:.+de investigación, blancos y negros, que actuaban como solicitantes de empleo.
Cuando: el solicitante era.negro, los entrevistadores se sentaron mucho más
lejos, teriinaron-la entrevista en la cuarta parte del tiempo y cometieron un
50 por ciento más de errores al hablar que cuando el solicitante era blanco.
y
EPS AAN IÓN reis
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|
módulo 23 Las ralces ue ss
Déficits de rendi
(Una estudiar
en un examen d
Amenaza del estereotipo
MY Estereotipos culturales > spender
(Alas mujeres nod? (Una estudiante Da cas
les dan bien un examen de mal
las matemáticas)
Desidentificación del
dominio estereotipado
(Las matemáticas NO son
importantes para Mi futuro)
FIGURA 23-2 ar un estereotipo negativo puede
Amenaza del estereotipo. La
producir déficits de rendimien'
amenaza de tener que afront
to y desidentificación.
sido elegidos por su competencia (Brown et al., 2000). Por tanto, es mejor retar a
los alumnos para que crean en su potencial, observa Steele. .
Pero, ¿cómo mina el rendimiento la amenaza del estereotipo? Una ruta
es la cognitiva, La amenaza del estereotipo distrae: el esfuerzo que hace fal-
ta para ignorar sus implicaciones incrementa la exigencia mental y reduce
la memoria áctiva (Croizet et al., 2004; Schmader y Johns, 2003; Steele et al.,
2002). Otro efecto es el motivacional: la preocupación por los errores bajo la
amenaza del estereotipo puede dificultar el rendimiento del individuo (Keller
y Dauenheimer, 2003; Seibt y Forster, 2004), y la estimulación fisiológica que
acompaña a la amenaza del estereotipo puede dificultar el rendimiento en,
pruebas difíciles (Ben-Zeev, Fein e Inszlicht, 2004; O'Brien y Crandall, 2003)
(recuerde del Módulo 17 el efecto de la estimulación proveniente de los demás:
la presencia de otros tiende a reforzar el rendimiento en las tareas fáciles y
perjudicarlo en las difíciles).
Si la amenaza del estereotipo puede reducir el rendimiento, ¿podría un
estereotipo positivo mejorarlo? Margaret Shih, Todd Pittinsky y Nalini Ambady
(1999) confirmaron esta posibilidad. Cuando se planteó a mujeres asiático-ame-
ricanas preguntas biográficas que les recordaban su identidad de género antes
de someterse a un examen de matemáticas, su rendimiento se desplomó (com-
parado con el de un grupo de control). Cuando se les recordó de forma análoga
a. asiática, su rendimiento aumentó. Los estereotipos negativos
o y, al parecer, los estereotipos positivos lo promueven.
DENTIDAD SOCIAL
Los seres humanos son una especie social. Nuestra historia ancestral nos pre-'.
pora a alimentarnos y protegernos (a vivir) en grupos. Los seres humañios'se E
egran por sus grupos, matan por sus grupos, mueren por sus grupos: Y noes
sorprendente que también nos definamos en función de nuestros grupos, señalan
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254 Parte CUATRO Relaciones sociales
los psicólogos sociales australianos John Turner (1981, 1987, 1991, 2001), Michael
Hogg (1992, 1996, 2003) y sus colegas. El autoconcepto (nuestro sentido de quié-
nes somos), incluye, no sólo una identidad personal (nuestro sentido de nuestras
características y actitudes personales) sino también una identidad sacial. Fiona
se identifica como una mujer, australiana, laborista, estudiante de la Universidad
de Nueva Gales del Sur, miembro de la familia MacDonald. Llevamos esas iden-
tidades sociales como cartas, que jugamos cuando resulta pertinente,
Cuando trabajó con el difunto psicólogo social británico Henri Tajfel, Turner
propuso la teoría de la identidad social. Turner y Tajfel observaron lo siguiente:
+ Categorizamos: Nos resulta útil ubicar a la gente, incluyendo a
nosotros mismos, en categorías. El definir a una persona como
hindú, escocés o conductor de autobús es un atajo para decir otras
cosas sobre esa persona.
e Identifícamos: Nos asociamos con determinados grupos (nuestros
endogrupos) y logramos autoestima al hacerlo.
e Comparamos: Comparamos nuestros grupos con otros grupos
(exogrupos) con un sesgo favorable hacia nuestro propio grupo.
Nos evaluamos, en parte, en función de los grupos a los que pertenecemos.
El tener un sentido de «nos-otros» refuerza nuestros autoconceptos. Nos hace
sentir bien. Buscamos, no sólo respeto por nosotros mismos, sino.también.orgu-
llo en nuestros grupos (Smith y Tyler, 1997). Además, el considerar a nuestros
grupos como superiores nos ayuda a sentirnos aún mejor. Es cómo si todos
pensáramos «Soy un X (su grupo). X es bueno. Por tanto, yo soy bueno».
Cuando carece de una identidad personal positiva, la gente suele buscar
la autoestima identificándose con un grupo. Así pues, muchos jóvenes en-
cuentran orgullo, poder e identidad, uniéndose a bandas callejeras. Muchos
patriotas se definen a partir de su identidad nacional (Staub, 1997). Y mucha
gente que se siente perdida encuentra su identidad asociándose con nuevos
movimientos religiosos, grupos de autoayuda o los clubes que se forman en
las residencias universitarias.
Sesgo endogrupal
La definición grupal de quién es usted (su raza, religión, género, nivel de es-
tudios) implica una definición de quién no es usted, El círculo que incluye a
«nosotros» (el endogrupo) excluye a «ellos» (el exogrupo). Así pues, la mera ex-
periencia de estar integrados en grupos puede promover un sesgo endogrupal.
Pregúntele a los niños, «¿quiénes son mejores, los niños de tu colegio o los niños
de [otro colegio cercano]?» Todos dirán que su propio colegio tiene los mejores
niños. Para los adultos también, cuanto más cerca está de casa, mejor parece
- todo. Más del 80 por ciento, tanto de los blancos como de los negros, afirma que
«+= las relaciones raciales son generalmente buenas en su vecindario, pero menos
sE de ún' 60 por ciento considera que las relaciones sean generalmente buenas
en únto de Estados Unidos (Sack y Elder, 2000). En un experimento de
: laboratorio; el mero hecho de compartir el mismo cumpleaños con una persona
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Módulo 23 Las raíces de los prejuicios
peración (Miller ct
al., 1998).
El sesgo endogrupal es un eje
toconcepto positivo. Somos tan conscientes del grupo que,
cualquier excusa para pensar en nosotros mismos como un $ ) E
y mostraremos el sesgo endogrupal. La gente se agrupa en grupos definidos por
nada más que el último dígito de su número del carné de conducir y siente tener
cierto parecido con sus compañeros de número. En una serie de experimentos,
Tajfel y Michael Billig (1974; Tajfel, 1970, 1981, 1982) descubrieron lo poco que
hace falta para provocar un favoritismo hacia nosotros y falta de equidad hacia
ellos. En un estudio, Tajfel y Billig pidieron a adolescentes británicos que evalua-
ran cuadros abstractos modernos y después les dijeron que ellos y algunos otros
habían preferido las obras de Paul Klee a las de Wassily Kandinsky. Finalmente,
sin llegar a conocer jamás a los demás miembros desu grupo, los adolescentes
dividieron cierta cantidad de dinero entre los miembros de ambos grupos.
En éste y otros experimentos, la definición de grupos, incluso de esta forma
trivial, producía un favoritismo hacia el endogrupo. David Wilder (1981) resu-
mía el resultado habitual: «Cuando se da la oportunidad de dividir 15 puntos
(canjeables por dinero), los sujetos solían conceder nueve o diez puntos a su
propio grupo y cinco o seis puntos al otro». Este sesgo se produce en ambos ¡
sexos y con individuos de todas las edades y nacionalidades, aunque sobre todo !
entre individuos provenientes de culturas individualistas (Gudykunst, 1989) 1
(los individuos provenientes de culturas comunales se identifican más con 1
todos sus iguales y, por tanto, tratan atodos de una forma más equitativa). |
También somos más proclives al sesgo endogrupal cuando nuestro grupo |
es pequeño y tiene un menor estatus que el exogrupo (Ellemers ef al., 1997;
Mullen et al., 1992). Cuando formamos parte de un grupo pequeño rodeado por
un grupo mayor, también somos conscientes de nuestra pertenencia a nuestro
grupo; cuando nuestro endogrupo es el mayoritario, pensamos menos en él.
Ser un estudiante extranjero, homosexual o lesbiana, o pertenecer a una raza
o género minoritario en una reunión social, hace que uno sienta su identidad
social con más agudeza y reaccione en consecuencia.
Incluso la creación de grupos aleatorios sin base lógica (por ejemplo, sim-
plemente creando un grupo X y otro Y tirando una moneda al aire) producirá
cierto sesgo endogrupal (Billig y Tajfel, 1973; Brewer-y Silver, 1978; Locksley et
al, 1980). En la novela Slapstick de Kart Vonnegut, las computadoras dieron a
todo el mundo un nuevo segundo nombre; todos los «Narcisos-11» sintieron
unidad entre sí y distancia de los «Frambuesa-13». El sesgo en beneficio propio
(Módulo 4) actúa de nuevo, permitiendo a la gente lograr una identidad social
más positiva: «Nosotros» somos mejores que «ellos», ¡incluso cuando «noso-
tros» y «ellos» se definen al azar!
mplo más de la búsqueda humana de un au-
cuando se nos da
3
| genera suficiente afecto como para provocar una mayor C00)
| rupo, lo haremos, 1
E
Conformidad
Una vez creados, los prejuicios se mantienen fundamentalmente por la inercia.
Si el prejuicio está“aceptado socialmenté, mucha gente seguirá el camino de la
resistencia mínima y aceptará la modá. Actuará, no tanto por una necesidad de.
odiar, sino por una necesidad de gustar y ser aceptada. - AS
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mayor estatus (Crocker et al, 1987). Tal vez aquellas personas cuyo estatus está
garantizado tienen una menor necesidad de sentirse superiores.
Pero hay otros factores relacionados con un estatus bajo que también po-
drían explicar los prejuicios. Imagine que es usted uno de los estudiantes de
la Universidad Estatal de Arizona que participó en un experimento realizado
por Robert Cialdini y Kenneth Richardson (1980). Va andando solo por el cam-
pus. Alguien se le acerca y le pide que le ayude respondiendo a una encuesta
de cinco minutos. Acepta. Después de que el investigador le someta a un breve
«examen de creatividad» le desanima dándole la noticia de que «ha obtenido
una puntuación relativamente baja en el examen». El investigador culmina a
continuación la encuesta haciéndole algunas preguntas de evaluación sobre, O
bien su Universidad, o su rival tradicional, la Universidad de Arizona. ¿Cree
usted que su sentimiento de fracaso afectará a su evaluación de cualquiera
de las universidades? En comparación con aquellos que estaban en un grupo
de control a los que no se había amenazado su autoestima, los estudiantes
que tenían un sentimiento de fracaso otorgaron una mayor valoración a su
propia universidad y una inferior a la rival. Aparentemente, la aserción de
la identidad social propia presumiendo del propio grupo y denigrando a los
grupos externos puede aumentar el ego propio.
James Meindl y Melvin Lerner (1984) concluyeron que una. experiencia
humillante (tirar al suelo accidentalmente un paquete de importantes tarjetas
informáticas de un individuo) hacía que los estudiantes canadienses anglo-
sajones expresaran una mayor hostilidad hacia los canadienses francófonos.
Y Teresa Amabile y Ann Glazebrook (1982) concluyeron que los hombres del
Dartmouth College a quienes se había hecho sentirse inseguros juzgaron con
más dureza el trabajo de los demás.
La personalidad autoritaria
En la década de 1940, los investigadores de la Universidad de California en
Berkeley (dos de los cuales habían huido de la Alemania nazi) se dispusieron
a realizar una urgente misión de investigación: revelar las raíces psicológicas
del antisemitismo tan venenoso que había provocado la matanza de millones
de judíos y había convertido a muchos millones de europeos en espectadores
indiferentes. En los estudios realizados con adultos estadounidenses, Theodor
Adorno y sus colegas (1950) descubrieron que la hostilidad hacia los judíos
solía coexistir con la hostilidad hacia otrás minorías. Parece que los prejuicios
son menos una actitud específica de un grupo que una forma de pensar so-
bre los que son diferentes. Además, estos individuos críticos, etnocéntricos,
.. compartían tendencias autoritarias: una intolerancia hacia la debilidad, una
+. actitud punitiva y un respeto sumiso hacia las autoridades de sus endogrupos,
«:"tal y como quedaba reflejado por su acuerdo con declaraciones del tipo «la
: obediencia y el respeto hacia la autoridad son las virtudes más importantes
qué tendrían que aprender los niños».
se ts Enrsu niñez, la gente autoritaria suele haber recibido una disciplina dura. Su-
== puestamente, esto les hace reprimir sus hostilidades e impulsos y «proyectarlos»
+: hacialós grupos externos. La inseguridad de los niños autoritarios parece predis-
«:ponetlos hácia una preocupación excesiva por el poder y el estatus, y una forma
inflexible: de pénsar en lo correcto y lo incorrecto que hace que sea difícil tolerar
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o e
enviiladad. Por o, estas Personas tienden a ser sumisas con aquellos que
L pe re ellos y agresivas o punitivas con los que están debajo.
mo a AaleS criticaron la investigación por centrarse en el autoritaris-
su principal co nd ar el autoritarismo dogmático de izquierdas. Aún así,
veces en len A n ha sobrevivido: las tendencias autoritarias, reflejadas a
económica y de a Pri surgen durante momentos de amenaza, de recesión
contemporinca ¡ xt nencia social Moty et al., 1991; Sales, 1973). En la Rusia
o o , LOS individuos que tienen una elevada puntuación en autorita-
an tendido a respaldar el regreso de la ideología marxista-leninista ya
oponerse a las reformas democráticas (McParland et al., 1992, 1996).
Además, los estudios contemporáneos sobre los autoritarios de derechas,
realizados por el psicólogo Bob Altemeyer (1988, 1992) de la Universidad de
Manitoba, confirman que hay individuos cuyos temores y hostilidades se
“hacen patentes en forma de prejuicios. Los sentimientos de una superioridad
moral pueden ir de la mano de la brutalidad hacia aquellos que se perciben
como inferiores.
Las distintas formas de prejuicios (hacia los negros, homosexuales y lesbia-
Nas, mujeres, mayores, obesos, víctimas del SIDA, sin techo) tienden a coexistir
en los mismos individuos (Bierly, 1985; Crandall, 1994; Peterson et al., 1993;
Snyder e Ickes, 1985). Como concluye Altemeyer, los autoritarios de derechas
tienden a ser «intolerantes de la igualdad de oportunidades».
Resulta particularmente sorprendente la gente que tiene una elevada
orientación hacia la dominancia social y una elevada personalidad autorita-
ria. Altemeyer (2004) informa que estos «doblemente altos» se encuentran, sin
que resulte sorprendente, '«entre los individuos que más prejuicios tienen de
nuestra sociedad». Lo que tal vez resulte más sorprendente y preocupante es
que parecen tener las peores cualidades de cada tipo de personalidad, bus-
cando mejorar su estatus con frecuencia de forma manipuladora al tiempo
que son dogmáticos y etnocéntricos. Altemeyer afirma que, aunque su núme-
ro es relativamente reducido, tienen una predisposición a ser los líderes de
los grupos xenófobos.
FUENTES COGNITIVAS DE LOS PREJUICIOS
Muchas de las explicaciones que se han dado hasta ahora de los prejuicios
podrían haber sido redactadas en la década de 1960, pero no las que siguen.
Esta nueva visión de los prejuicios, alimentada en la década de 1990 por más
de 2.100 artículos sobre los estereotipos, aplica la nueva investigación sobre el
pensamiento social. La cuestión básica es la siguiente: las creenci estereotí-
picas y las actitud ejuiciosas existen, no sólo debido al condicionamiento
social y porque e la gente desplace sus hostilidades, sino también
de los procesos de pensamiento normales. Muchos este-.
de la máquinaria de.la
bproductos de nuestra,
subproductos: de
“como. subproductos iento
reotipos surgen menos de la'málicia de”torazón que
mente. Al ¡guál que las ilusiones perceptivas, que son Su
maña para interpretar el mundo, los estereotipos ; pueden se
cómo .simplificamos nuestros complejos mundos.
$
5
0
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Parte CUATRO Relaciones sociales
Categorización
Una forma que tenemos de simplificar nue:
organizar <l mundo agrupando a los objetos
2000). Un biólogo clasifica las ana y losa
las personas. Una vez que lo ha hecho, puede pen zi > oría
dad Si los individuos eun grupo comparten ciertos parecidos (si a de los
de los miembros de la asociación MENSA son inteligentes, la mayoría Suede
jugadores de baloncesto son altos) el conocer a qué grupo per E al. 1998).
proporcionar una información útil con un mínimo esfuerzo Ma tenida
Los estereotipos ofrecen, a veces, «una tasa ventajosa de información as
respecto al esfuerzo dedicado» (Sherman et al., 1998). Los inspectores de Si os
y el personal de seguridad de los aviones reciben pues «perfiles» de indivi
sospechosos (Kraut y Poe, 1980). . .
Nos resulta especialmente fácil y eficiente recurrir a los estereotipos Cuan-
stro entorn
en grupos (Mac
nimales. Un ser
pensar sobre el!
rae y Bodenhausen,
humano clasifica a
las con más facili-
do estamos:
+ presionados por el tiempo (Kaplan et al., 1993),
+ preocupados (Gilbert y Hixon, 1991),
+ cansados (Bodenhausen, 1990),
estimulados emocionalmente (Esses et al., 1993b, Stroessner y Mackie,
1993), y
somos demasiado jóvenes como para apreciar la diversidad (Biernat, 1991).
La etnia y el sexo son, en nuestro mundo actual, formas poderosas de cate-
gorizar a la gente. Imagine a Tom, un agente inmobiliario afroamericano de 45
años de Nueva Orleáns. Sospecho que su imagen de «hombre negro» predomi-
na sobre las categorías de «edad media», «profesional» y «estadounidense del
Sur». Además, cuando se muestran fotografías de negros a individuos blancos,
nuestros cerebros responden de manera distinta, una décima de segundo (Ito
y Urland, 2003).
Los experimentos ponen de relieve nuestra categorización instantánea de la
gente en función de la raza. De manera muy parecida a la forma en que organi-
zamos lo que de hecho es un espectro continuo de colores en lo que percibimos
como colores distintos, tampoco podemos resistirnos a categorizar a la gente en
grupos. Etiquetamos a gente de una procedencia histórica muy diversa como,
sencillamente, «negros» o «blancos», como si esas categorías fueran blanco y
negro. Cuando los individuos observan a distintas personas haciendo decla-
raciones, suelen olvidar quién dijo qué y, sin embargo, recuerdan la raza de la
- Persona que hizo cada declaración (Hewstone et al., 1991; Stroessner et al., 1990;
Jaylor et al, 1978). En sí_esa categorización no es un prejuicio, pero sí que pro-
+ Porciona una base para los prejuicios,
Similitudes y diferencias percibidas
Págese una imagen de los siguientes objetos: manzanas, sillas, lápices.
Existe una fuerte tendencia a ver los objetos pertenecientes a un mismo
grupo como más uniformes de lo que realmente son. ¿Eran sus manzanas rojas?
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Módulo 23 Las raíces de los prejuicios
263
observaran un vídeo de un hombre leyendo. Los estudiantes prestaron una
mayor atención cuando se les hizo pensar que era una persona fuera de lo
habitual: un paciente de cáncer, un homosexual o un millonario. Detectaron
características que otros espectadores ignoraron, y su valoración de la persona
fue más extrema. Aquellos que pensaban que el hombre era un paciente de
cáncer observaron rasgos faciales y movimientos corporales distintivos y, por
tanto, percibieron que era mucho más «distinto de la mayoría de la gente»
que otros espectadores. La atención adicional que prestamos a la gente di-
ferente crea una ilusión de que difiere de los demás en un mayor grado del
que realmente difiere. Si la gente pensara que tiene una inteligencia de un
genio, probablemente se daría cuenta de cosas sobre usted que, de lo contrario,
pasarían desapercibidas.
Cuando están rodeados de blancos, los negros detectan a veces que la gen-
te reacciona ante su diferencia. Muchos refieren que se les observa o mira de
reojo, que son objeto de comentarios insensibles y que reciben un mal servicio
(Swim et al., 1998). A veces, percibimos incorrectamente que los demás están
reaccionando a nuestras diferencias. En el Dartmouth College, los investiga-
dores Robert Keck y Angelo Strenta (1980) descubrieron que así era cuando
pidieron a mujeres estudiantes que sintieran que estaban desfiguradas. Las
mujeres creían que el objetivo del experimento era valorar cómo reaccionaría
una persona ante una cicatriz en la cara creada con maquillaje teatral; la cica-
triz estaba en la mejilla derecha, recorriendo desde la oreja hasta la boca. De
hecho, el objetivo era ver cómo percibían las propias mujeres, cuando se las
hacía sentirse distintas, la conducta de los demás hacia ellas. Tras aplicar el
maquillaje, el experimentador daba a cada mujer un pequeño espejo de mano
para que pudiera ver la cicatriz de apariencia real. Cuando devolvía el espejo,
el experimentador aplicaba una «crema hidratante» para «impedir que el ma-
quillaje se resquebrajara». Lo que realmente hacía la «crema hidratante» era
quitar la cicatriz.
La siguiente escena resultó reveladora. Una joven mujer, que era extrema-
damente consciente de su propia apariencia sobre su supuesta cara desfigu-
rada, habló con otra mujer que no veía tal desfiguración y no sabía nada de
lo que había ocurrido antes. Si alguna vez se ha sentido tan consciente de sí
mismo como esta mujer (tal vez por una incapacidad física, un problema de
acné o simplemente, un mal peinado) tal vez pueda simpatizar con esta mujer
consciente de su propia apariencia. En comparación con las mujeres a las que
se las hizo creer que sus compañeras de conversación sólo creían que tenía una
alergia, las mujeres «desfiguradas» fueron extremadamente sensibles a la for-
ma en que sus compañeras de conversación las miraban. Consideraron que sus
compañeras estaban más tensas, distantes y condescendientes. Conscientes de
sí mismas por su supuesta diferencia, las mujeres «desfiguradas» interpretaron
incorrectamente las peculiares formas de comportarse y los comentarios que,
en otra situación, no hubieran constatado.
Casos vividos :
tes también utilizan casos distintivos como un atajo para juzgar
alos grupos ¿Son los negros buenos atletas? «Bueno, ahí están Venus y Serena
Williams, y Shaquille O'Neal. Sí, yo diría que sí». Observe el proceso de:
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264 Parte CUATRO Relaciones sociales
nos
+ Otros
051%
Población estadounidense Población estadounidense
percibida 1990 real
FIGURA 23-3 a
Sobrestimación de las poblaciones minoritarias.
Fuente: Encuesta Gallup 1990 (Gates, 1993).
pensamiento que actúa aquí: dada una experiencia limitada con Doe
grupo social, recordamos ejemplos de él mismo y generalizamos ap h os ne-
(Sherman, 1996). Además, si nos encontramos con ejemplos de eo p nos
gativos (por ejemplo, un negro agresivo) se resaltan los estereotipos, o que
lleva a minimizar el contacto con el grupo (Hendersen-King y Nisbett, 1996).
La generalización a partir_de.. casos únicos.puede provocar probl mas.
Los casos vívidos, aunque más disponibles en nuestra memoria, apenas s
representativos del grupo global. Los atletas excepcionales, aunque distintivos
y memorables, no son la mejor base para juzgar la distribución de los talentos
atléticos en todo un grupo. o
Aquellos que se encuentran en minoría numérica, al ser más distintivos,
también pueden ser sobrestimados numéricamente por la mayoría. ¿Qué pro-
Porción de la población de su país cree usted que es musulmana? La gente
en países no musulmanes suele sobreestimar esta proporción. Por ejemplo, en
Estados Unidos menos del 0,5 por ciento de la población se declaró musulmán
en 2002 en una encuesta del grupo Gallup (Strausberg, 2003).
O considere el informe de una encuesta Gallup de 1993 que afirma que el
estadounidense medio subestima en gran medida el porcentaje de Población
de negros e hispanos en Estados Unidos (Figura 23-3). Una encuesta Gallup
(Robinson, 2002). Repetidas encuestas sugieren que ap
tres o cuatro por ciento de los varones y el uno o dos
tienen una orientación homosexual (National Center for Health Statistics, 1991;
Smith, 1998; Traman, 2002).
«.*Myron Rothbart y sus cole
distintivos fomentar también los estereotipos. Pidieron a
versidad de Oregón que vieran 50 diapositivas,
altura de un hombre. Á un grupo de estudiantes s
que medían algo más de 1,90 metros (hasta 2),
. diez hombres que medían
estudiantes de la Uni-
mostrándose en cada una la
e le presentaron diez hombres
Pl de de A otro grupo se le presentaron
2ombres que '1 mucho más de 1,90 (hasta 2,20). Cuando osterior-
me mente se les Pidió que dijeran cuántos hombres medían más de 190, aquellos
y
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Módulo 23 1
Las raíces de 105 prejunroo ,
indivi ente altos recordaron un 5 por
don en o e icron pios de hombres extremadamente
res cda A 50 por ciento de más. En un experimento de seguimiento,
Tos studia tes eron descripciones de las acciones de 50 hombres, diez delos
a SS! er cometido, o bien delitos no violentos, como hurtos, oie de tos
Fiolentos, como violaciones. De aquellos a los que se mostró la lista
i ú tos violentos.
i i ayoría sobrestimó el número de ac
der acaparar lo ón de los casos distintivos y extremos ayuda a
El poder acaparar la atención de los 5 [ S So
explicar Por qué los individuos de clase media exageran tanto las nos
entre ellos y las clases inferiores. Cuanto menos sabemos de un g - , 380. En
vemos influidos por unos pocos casos vividos (Quaftrone y Jon > ' ce
contra de los estereotipos de la gente que vive de la asistencia social y pe
un automóvil de lujo, la gente que vive en la pobreza suele compartir as Pp
raciones de la clase media y preferiría ganarse el pan por sí misma que aceptar
los subsidios públicos (Cook y Curtin, 1987).
Atribución: ¿es un mundo justo?
Al explicar las acciones de los demás, cometemos frecuentemente el error fun-
damental aa atril tanto su conducta a sus disposiciones
internas que restamos importancia á potentes factores situacionales. El error se
produce, en parte, porque nuestra atención se centra en las personas y no en la
situación. La raza o el sexo de una persona es un elemento vívido y recibe nues-
tra atención; las fuerzas situacionales que actúan sobre esa persona suelen ser
menos visibles, Con frecuencia se solía ignorar la esclavitud como explicación
de la conducta de un esclavo; por el contrario, se atribuía esa conducta al propio
carácter del esclavo. Hasta hace poco, lo mismo sucedía cuando se explicaban
las diferencias percibidas entre hombres y mujeres. Debido a que era difícil ver
las restricciones del papel del género, atribuíamos la conducta de hombres y
mujeres tan sólo a sus disposiciones innatas. Cuanto más asume la gente que
es son sus estereotipos
En una serie de experimentos realizados en las universidades de Waterloo.
y Kentucky, Melvin Lerner (Lerner, 1980; Lerner y Miller, 1978) se descubrió
que la mera observación de la victimización de otra persona inocente basta para
ue l parezca menos merecedora. Imagine que usted, junto con otros
individuos, está participando en uno de los estudios de Lerner, supuestamente,
sobre la percepción de pistas emocionales (Lerner y Simmons, 1966). Uno de los
participantes, un cómplice, es elegido al azar para realizar una prueba de me-
moria. Esta persona recibe descargas dolorosas cada vez que da una respuesta
incorrecta. Usted y los demás anotan sus respuestas emocionales.
Tras observar a la víctima recibir estas descargas aparentemente dolo-
rosas, el experimentador le pide que la evalúe. ¿Cómo reaccionaría? ¿Con
simpatía compasiva? Podríamos esperar que fuera así. Como escribió Ralph
Waldo Emerson, «no se puede deshonrar al mártir». Por el contrario, Jos
experimentos revelaron que se puede deshonrar a los mártires. Cuando : o
observadores no tenían forma alguna de cambiar el sino de la víctima. os.
rechazarla y devaluarla. Juvenal, el autor satírico romano, anticipa
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