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El Cid: La Carta de Burgos - Escena clave de la lealtad, Guías, Proyectos, Investigaciones de Lengua y Literatura

Literatura Española MedievalLiteratura Española del Siglo XILiteratura Española del Romance

La documentación presenta una parte de la famosa carta de Burgos en la que don Álvar Fáñez, primo hermano de Cid Campeador, le promete lealtad y apoyo. El texto muestra la profunda amistad entre ellos y la determinación de Cid en liderar a sus vasallos. La escena es clave en la historia del Cid y muestra su carácter de líder y guerrero.

Qué aprenderás

  • ¿Cómo se muestra la lealtad entre don Álvar Fáñez y Cid Campeador en la carta de Burgos?
  • ¿Qué significa la escena de la carta de Burgos en la historia del Cid Campeador?
  • ¿Qué papel desempeña la carta de Burgos en la historia del Cid Campeador?
  • ¿Qué promete don Álvar Fáñez a Cid Campeador en la carta de Burgos?
  • ¿Qué reacciona Cid Campeador al recibir la carta de Burgos?

Tipo: Guías, Proyectos, Investigaciones

2021/2022

Subido el 20/03/2022

jhonn-clayman
jhonn-clayman 🇦🇷

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¡Descarga El Cid: La Carta de Burgos - Escena clave de la lealtad y más Guías, Proyectos, Investigaciones en PDF de Lengua y Literatura solo en Docsity! Todos los derechos: Alberto Montaner Frutos CANTAR DE MIO CID Versión modernizada Alberto Montaner Frutos PRELIMINAR Prosificación cronística de parte de los versos iniciales perdidos* Cuenta la historia que el Cid envió por todos sus amigos, parientes y vasallos, y les comunicó cómo le mandaba el rey salir de su tierra en un plazo de nueve días. Y les dijo: —Amigos, quiero saber cuáles de vosotros queréis ir conmigo. Y a los que vengáis conmigo Dios os vea con agrado, y de los que os quedéis aquí quiero irme con vuestro agrado.— Entonces habló don Álvar Fáñez, su primo hermano: —Iremos todos con vos, Cid, por yermos y por poblados, nunca os fallaremos mientras estemos vivos y sanos; con vos gastaremos las mulas y los caballos, el dinero y el vestuario; siempre os serviremos como leales amigos y vasallos.— Entonces corroboraron todos lo que dijo Álvar Fáñez y el Cid les agradeció mucho cuanto allí se hubo hablado. Y en cuanto el Cid cogió sus cosas, salió de Vivar con sus amigos y mandó que se fuesen camino de Burgos. Y cuando el Cid vio sus palacios desolados y sin gente, y las perchas sin azores y los portales sin bancos... Continúa con el texto conservado. Todos los derechos: Alberto Montaner Frutos CANTAR PRIMERO 1 En silencio intensamente llorando, volvía la cabeza, los estaba mirando. Vio puertas abiertas, batientes sin candados, perchas vacías, sin túnicas de piel ni mantos, 5 sin halcones y sin azores mudados. Suspiró mio Cid, por los pesares abrumado, habló mio Cid bien y muy mesurado: —¡Gracias a ti, Señor, Padre que estás en lo alto! ¡Esto han tramado contra mí mis enemigos malvados!— 2 10 Allí empiezan a espolear, allí sueltan las riendas. A la salida de Vivar una corneja les salió por la derecha y entrando en Burgos les salió por la izquierda. Se encogió mio Cid de hombros y agitó la cabeza: —¡Alegría, Álvar Fáñez, que nos echan de la tierra! 3 15 Mio Cid Ruy Díaz en Burgos entró, en su compañía hay sesenta pendones. 16b Salían a verlo mujeres y varones, burgueses y burguesas están en los miradores, llorando en silencio, tal era su dolor, por las bocas de todos salía una expresión: 20 —¡Dios, qué buen vasallo si tuviese buen señor!— 4 Le convidarían de grado, pero ninguno osaba: el rey Alfonso le tenía tal saña. Anteanoche llegó a Burgos su carta con grandes precauciones y solemnemente sellada: 25 que a mio Cid Ruy Díaz nadie le diese posada y que aquel que se la diese supiese una seria amenaza, que perdería sus bienes y además los ojos de la cara, y aun además el cuerpo y el alma. Un gran pesar tenía la gente cristiana, 30 se esconden de mio Cid, pues no osan decirle nada. Todos los derechos: Alberto Montaner Frutos contando su dinero, el que habían ganado. Llegó Martín Antolínez como hombre avisado: —¿Donde estáis, Rachel y Vidas, mis amigos apreciados? En secreto querría hablar con ambos.— 105 No lo demoran, los tres se apartaron. —Rachel y Vidas, dadme los dos las manos, que no me descubráis a moros ni a cristianos, para siempre os haré ricos, que no estéis necesitados. El Campeador por los tributos hubo entrado, 110 se apropió muchos bienes y muy extraordinarios; retuvo de ellos cuanto valía algo, de ahí vino esto por lo que ha sido acusado. Tiene dos arcas llenas de oro afinado, ya lo veis, que el rey lo ha expatriado, 115 ha dejado sus heredades, sus casas y sus palacios: aquéllas no se las puede llevar, si no, sería rastreado; el Campeador las dejará en vuestras manos y prestadle el dinero que sea apropiado. Tomad las arcas y ponedlas a salvo, 120 con firme juramento dadme palabra ambos de no inspeccionarlas en todo este año.— Rachel y Vidas estaban deliberando: —Tenemos necesidad en esto de ganar algo; de sobras sabemos que él ganó algo 125 cuando entró a tierra de moros, pues una gran suma ha sacado. No duerme sin temor quien lleva dinero en metálico. Estas arcas tomémoslas ambos, guardémoslas en lugar que no sea rastreado. Pero decidnos del Cid, ¿con cuánto se dará por pagado 130 y que intereses nos dará por todo este año?— Respondió Martín Antolínez, como hombre avisado: —Mio Cid querrá lo que sea apropiado, os pedirá poco por dejar su dinero a salvo; se le acogen de todas partes hombres necesitados, 135 necesita seiscientos marcos.— Dijeron Rachel y Vidas: —Se los daremos de buen grado.— —Ya veis que entra la noche, el Cid va apresurado, Todos los derechos: Alberto Montaner Frutos nos hace falta que nos deis los marcos.— Dijeron Rachel y Vidas: —No se hace así el mercado, 140 sino cogiendo primero y después dando.— Dijo Martín Antolínez: —Eso es de mi agrado, id los dos al Campeador renombrado y nosotros os ayudaremos, que eso es lo apropiado, para traer las arcas y ponerlas con vosotros a salvo, 145 que no lo sepan moros ni cristianos.— Dijeron Rachel y Vidas: —Esto es de nuestro agrado; una vez traídas las arcas, tomad los seiscientos marcos.— Martín Antolínez cabalgó apresurado con Rachel y Vidas, de muy buen grado. 150 No va por el puente, pues por el agua ha pasado, que no lo perciba de Burgos ningún ciudadano. Helos aquí en la tienda del Campeador renombrado, en cuanto entraron, al Cid le besaron las manos. Se sonrió mio Cid mientras les está hablando: 155 —¡Don Rachel y don Vidas, me tenéis olvidado!— Ya me salgo de la tierra, pues el rey me ha expatriado, por lo que me parece, de lo mío tendréis algo, mientras viváis no estaréis necesitados.— Don Rachel y don Vidas al Cid le besaron las manos. 160 Martín Antolínez el negocio ha cerrado de que por aquellas arcas le darían seiscientos marcos y se las guardarían bien hasta pasado un año, pues así le dieron su palabra y se lo habían jurado, y si antes las inspeccionasen, que por perjurio sean juzgados 165 y no les diese mio Cid de los intereses ni un cuarto. Dijo Martín Antolínez: —Que carguen las arcas de inmediato, llevadlas, Rachel y Vidas, ponedlas con vosotros a salvo; yo iré con vosotros para que traigamos los marcos, pues el Cid ha de partir antes de que cante el gallo.— 170 Al cargar las arcas veríais un gozo tan alto, aunque eran forzudos no podían cargarlas en alto; se alegran Rachel y Vidas con el dinero en metálico, pues mientras viviesen muy ricos serían ambos. Rachel a mio Cid le va a besar la mano: 10 Todos los derechos: Alberto Montaner Frutos 175 —¡Campeador, en buena hora ceñisteis espada! Os vais de Castilla rumbo a la gente extraña, así es vuestra ventura, grandes son vuestras ganancias; una túnica de piel roja, morisca y preciada, Cid, os beso las manos, que en regalo me sea dada.— 180 —De acuerdo —dijo el Cid—, quede desde aquí encargada y si no os la trajese de allí, sumadla a lo de las arcas.— Tendieron una alfombra en medio de la sala, sobre ella una sábana de hilo fino y muy blanca. De un solo golpe echaron trescientos marcos de plata, 185 los vio don Martín, sin peso los tomaba; los otros trescientos en oro se los pagaban. Cinco escuderos tenía don Martín, a todos los cargaba; cuando esto hubo hecho, oíd cómo hablaba: —Don Rachel y don Vidas, en vuestras manos están las arcas; 190 yo que os proporcioné esto bien me merezco unas calzas.— 11 Juntos Rachel y Vidas aparte salieron ambos: —Démosle un buen regalo, pues él nos lo ha buscado. Martín Antolínez, burgalés renombrado, 195 para que os hagáis calzas, rica túnica y buen manto, os damos de propina a vos treinta marcos.— Los mereceréis, pues es lo apropiado; seréis el fiador de lo que hemos acordado.— Lo agradeció don Martín y recibió los marcos; 200 fue a salir de la casa y se despidió de ambos. Ha salido de Burgos y el Arlanzón ha cruzado, se vino a la tienda del que nació con buen hado. El Cid lo recibió, abiertos ambos brazos: —¡Ya llegáis, Martín Antolínez, mi fiel vasallo! 205 Ojalá vea el día en que de mí recibáis algo.— —Vengo, Campeador, con mucho cuidado; vos seiscientos y yo treinta he ganado. Mandad recoger la tienda y vayámonos apresurados, en San Pedro de Cardeña, allí nos cante el gallo; 210 veremos a vuestra mujer, discreta hijadalgo. Abreviaremos la estancia y dejaremos el reinado; Todos los derechos: Alberto Montaner Frutos 280 Ya lo veis, que no separaremos en vida yo me iré y vos os quedaréis aquí establecida. ¡A Dios le plazca y a Santa María 282b que llegue con mis manos a casar a mis hijas o que me dé fortuna y algún tiempo de vida, y así vos, mujer honrada, de mí seáis atendida!— 17 285 Gran comida le hacen al buen Campeador. Tañen las campanas de San Pedro con clamor. Por Castilla se van oyendo los pregones, cómo se va de la tierra mio Cid el Campeador; unos dejan sus casas y otros sus posesiones. 290 En ese día, en el puente del Arlanzón ciento quince caballeros se juntan en unión, todos preguntas por mio Cid el Campeador. Martín Antolínez con ellos se reunió, se van hacia San Pedro, donde está el que en buen momento nació. 18 295 Cuando lo supo mio Cid el de Vivar, que le crece la mesnada, por lo que valdrá más, deprisa cabalga, a recibirlos sale; cuando los tuvo a la vista, se empezó a alegrar. 298b Todos se le acercan, la mano le van a besar. Habló mio Cid con buena voluntad: 300 —Yo se lo ruego a Dios, al Padre espiritual, que a los que por mí dejáis casas y heredades, antes de que yo muera, algún bien os pueda dar, lo que perdéis, doblado recuperar.— Se alegró mio Cid, porque su tropa va a más, 305 se alegraron los otros hombres, todos los que con él están. Seis días del plazo han agotado ya, por pasar quedan tres, sabed que ni uno más. Mandó el rey a mio Cid vigilar, que si después del plazo en su tierra lo pudiese agarrar, 310 por mucho que pagase no se podría escapar. El día ya ha pasado, la noche empieza a entrar, a todos sus caballeros los mandó juntar: —Oíd, varones, no os parezca mal; Todos los derechos: Alberto Montaner Frutos poco dinero traigo, os quiero dar una parte. 315 Acordaos bien de cómo habéis de actuar: por la mañana, de los gallos al cantar, no os retraséis, encargaos de ensillar; en San Pedro a maitines tañerá el buen abad, nos dirá la misa, la de la Santísima Trinidad. 320 Acabada la misa, pongámonos a cabalgar, pues el plazo se acerca, mucho hay que cabalgar.— Como lo mandó el Cid, así todos lo harán. Se va pasando la noche, la mañana viene ya; tras los segundos gallos, comienzan a ensillar. 325 Tañen a maitines, con una prisa muy grande, mio Cid y su mujer a la iglesia van. Se echó doña Jimena en las gradas ante el altar, rogándole al Creador lo mejor que ella sabe, que a mio Cid el Campeador Dios lo librase de mal: 330 —¡Señor Glorioso, Padre que en el cielo estás! Hiciste el cielo y la tierra, lo tercero el mar; hiciste estrellas y luna, y el sol para calentar; realizaste tu encarnación en Santa María, tu madre, en Belén naciste, como fue tu voluntad, 335 los pastores te glorificaron, te fueron a alabar, tres reyes de Arabia te vinieron a adorar, Melchor, Gaspar y Baltasar oro, incienso y mirra te ofrecieron, como fue tu voluntad; salvaste a Jonás cuando se cayó en el mar, 340 salvaste a Daniel de los leones en la horrible cárcel, salvaste dentro de Roma al noble San Sebastián, salvaste a Santa Susana de la acusación falaz; por tierra anduviste treinta y dos años, Señor espiritual, mostrándonos milagros, de ahí tenemos de qué hablar: 345 del agua hiciste vino y de la piedra, pan, resucitaste a Lázaro, pues fue tu voluntad, por los judíos te dejaste prender, en el monte dicho Calvario te pusieron en una cruz, en el llamado Golgotá, a dos ladrones contigo, uno de cada parte, 350 el uno fue al paraíso, pero el otro no entró allá; Todos los derechos: Alberto Montaner Frutos estando en la cruz obraste un prodigio grande: Longinos era ciego, que no vio nunca jamás, te dio con la lanza en el costado, del que salió la sangre, corrió por el astil abajo, las manos se fue a manchar, 355 las alzó hacia arriba, se las llevó a la faz, abrió los ojos, miró a todas partes, en ti creyó entonces, por eso se salvó del mal; en el sepulcro resucitaste [................] y fuiste a los infiernos, como fue tu voluntad, 360 rompiste las puertas y sacaste a los santos padres. Tú eres el rey de reyes y de todo el mundo padre, a ti adoro y en ti creo con toda mi voluntad, y le ruego a San Pedro que me ayude a rogar por mio Cid el Campeador, que Dios le libre de mal; 365 ¡siendo que hoy nos separamos, haznos en vida juntar!— Hecha la oración, la misa acabada está, salieron de la iglesia, se aprestan a cabalgar. El Cid a doña Jimena la iba a abrazar, doña Jimena al Cid la mano le va a besar, 370 llorando en silencio, sin saber cómo obrar, y él a las niñas las volvió a mirar: —A Dios os encomiendo, hijas, al Padre espiritual, ahora nos separamos, Dios sabe cuándo la reunión será.— Llorando en silencio, como no habéis visto igual, 375 así se apartan unos de otros como la uña de la carne. Mio Cid con sus vasallos empezó a cabalgar, esperándolos a todos, la cabeza volviendo va; muy a punto habló Minaya Álvar Fáñez: —Cid, ¿dónde está vuestro esfuerzo? ¡en buena hora nacisteis de madre! 380 Pensemos en andar camino, dejemos esto en paz. Aun todos estos pesares en gozo se volverán. Dios, que nos dio las almas, remedio nos dará.— Al abad don Sancho le vuelven a indicar cómo servir a doña Jimena y a las hijas que tiene allá 385 y a todas las damas que con ellas están; que el abad tenga por cierto que buena recompensa tendrá. Ya se ha vuelto don Sancho y habló Álvar Fáñez: —Si vieseis venir gente para ir con nosotros, abad, Todos los derechos: Alberto Montaner Frutos El alba ya rompía, venía la mañana, el sol salía ya, ¡Dios, qué hermoso apuntaba! En Castejón todos se levantaban, abren las puertas, fuera saliendo estaban, 460 para ver sus cultivos y todas sus propiedades. Todos han salido, las puertas abiertas dejaban, con la poca gente que en Castejón se quedara, la gente que estaba fuera toda iba dispersada. El Campeador salió de la emboscada, 464b corría hacia Castejón sin falta, 465 los moros y las moras los tenía como ganancia, y todo ese ganado cuanto alrededor anda. Mio Cid don Rodrigo a la puerta se encaminaba, los que la defienden, al ver que era atacada, tuvieron miedo y quedó desamparada. 470 Mio Cid Ruy Díaz por la puerta entraba, en la mano trae desnuda la espada, quince moros mataba de los que alcanzaba; ganó Castejón con su oro y su plata. Sus caballeros llegan con la ganancia, 475 se la dejan a mio Cid, pues no les importa nada. He aquí a los doscientos tres en la algarada, y sin temor saquean [......................]; 477b hasta Alcalá llegó la enseña de Minaya y de allí hacia arriba se vuelven con la ganancia, por el Henares arriba y por Guadalajara. 480 Cuántas son sus grandes ganancias, mucho botín de ovejas y de vacas, 481b y de ropas, y de otras riquezas amplias. Erguida viene la enseña de Minaya, nadie se atreve a asaltar su retaguardia. Con estos bienes se vuelve esa mesnada, 485 ya llegan a Castejón donde el Campeador estaba; el castillo bajo custodia, el Campeador cabalga, los salió a recibir con su mesnada; con los brazos abiertos recibe a Minaya: —¡Ya venís, Álvar Fáñez, una aguerrida lanza! Todos los derechos: Alberto Montaner Frutos 490 Allí a donde os enviase tendría buena esperanza. Eso con esto sea juntado; os doy la quinta parte si la queréis, Minaya.— 24 —Mucho os lo agradezco, Campeador renombrado; por esta quinta parte que me habéis enviado, 495 mucho le agradaría a Alfonso el castellano. Yo renuncio a ello y os dejo dispensado. A Dios se lo prometo, a aquel que está en lo alto hasta que esté satisfecho sobre mi buen caballo de luchar con moros en el campo, 500 y emplee la lanza y a la espada eche mano, por el codo abajo la sangre goteando, ante Ruy Díaz, el luchador renombrado, no tomaré de vos ni el valor de un mal centavo; hasta que por mí ganéis cualquier cosa que valga algo, 505 mientras tanto lo otro lo dejo en vuestras manos.— 25 Estas ganancias allí estaban juntadas. Se percató mio Cid, el que en buena hora ciñó espada, que del rey Alfonso llegarían fuerzas armadas, que le querría dañar con todas sus mesnadas. 510 Mandó repartir toda aquella ganancia y que sus oficiales de pago hiciesen carta. A sus caballeros la fortuna les tocaba, a cada uno de ellos le caen cien marcos de plata y a los de infantería la mitad sin falta; 515 todo el quinto a mio Cid le quedaba. Aquí no lo puede vender ni darlo como dádiva, esclavos y esclavas no quiso traer con su mesnada. Habló con los de Castejón y envió a por los de Hita y de Guadalajara, para ver su quinta parte por cuánto sería comprada, 520 pues por mucho que diesen obtendrían gran ganancia. La tasaron los moros en tres mil marcos de plata, quedó mio Cid satisfecho con esta dádiva; al tercer día se la dieron sin falta. Estimó mio Cid con toda su mesnada 525 que en el castillo ya no tendría morada, Todos los derechos: Alberto Montaner Frutos que lo podría retener, pero no tendría agua. —Los moros son aliados, pues la paz está firmada, nos buscará el rey Alfonso con toda su mesnada. Dejar quiero Castejón; oíd, mi séquito y Minaya, 26 530 lo que voy a decir no lo tengáis a mal: en Castejón no nos podemos quedar, cerca está el rey Alfonso y a buscarnos vendrá, pero el castillo no lo quiero arrasar, a cien moros y a cien moras los quiero liberar, 535 porque se lo arrebaté, que de mí no hablen mal. Todos estáis pagados y ninguno por pagar, mañana por la mañana pongámonos a cabalgar; contra Alfonso mi señor no querría luchar.— Lo que dijo el Cid a todos les complace; 540 del castillo que tomaron todos ricos se parten. Los moros y las moras bendiciéndolo están. Se van Henares arriba a toda velocidad, cruzan por la Alcarria y siguen adelante, por las cuevas de Anguita ellos pasando van. 540 Cruzaron los ríos, entraron a Campo Taranz. por esas tierras abajo a toda velocidad, entre Ariza y Cetina mio Cid se fue a albergar; grande es el botín que obtuvo en la zona por donde va. No saben los moros que propósito tendrá. 550 Otro día se puso en marcha mio Cid el de Vivar y pasó frente a Alhama, por la hoz abajo va, pasó por Bubierca y por Ateca, que está adelante, y junto a Alcocer mio Cid iba a acampar, en un otero redondo, fuerte y grande; 555 cerca corre el Jalón, el agua no le pueden cortar. Mio Cid don Rodrigo Alcocer piensa ganar. 27 Bien se planta en el otero, hace firme su acampada, los unos hacia la sierra y los otros hacia el agua. El buen Campeador, que en buena hora ciñó espada, 560 alrededor del otero, muy cerca del agua, Todos los derechos: Alberto Montaner Frutos los atrajo a una trampa, el castillo conquistó ya. —Si no pones remedio, Ateca y Terrer perderás, perderás Calatayud, que no se puede librar. La ribera del Jalón toda irá a mal, 635 lo mismo la del Jiloca, que está por la otra parte.— Cuando lo oyó el rey Tamín de corazón le pareció mal: —Tres reyes de moros veo alrededor de mí estar. No lo retraséis, dos id para allá. Llevad tres mil moros con armas para luchar, 640 más los de la frontera, que os ayudarán, cogédmelo con vida, traédmelo delante, porque se metió en mi tierra ante mi responderá.— Tres mil moros cabalgan y empiezan a avanzar, llegaron por la noche a Segorbe a acampar. 645 A la mañana siguiente se ponen a cabalgar, llegaron esa noche a Cella a acampar, por los de la frontera empiezan a enviar; no se detienen, vienen de todas partes. Salieron de Cella, a la que llaman del Canal, 650 anduvieron todo el día, que descanso no se dan, llegaron esa noche a Calatayud a acampar. Por todas esas tierras los pregones dan, se reunió una muchedumbre enormemente grande con estos dos reyes llamados Fáriz y Galve; 655 al bueno de mio Cid en Alcocer lo van a cercar. 33 Plantaron las tiendas y fijan la acampada, crecen estas fuerzas, pues la multitud es extraordinaria. Las patrullas que los moros sacan de día y de noche envueltas andan en armas, 660 muchas son las patrullas y grande es la albergada, a los de mio Cid ya les cortan el agua. Las mesnadas de mio Cid querían salir a la batalla, el que en buena hora nació firme se lo vedaba; se la tuvieron en cerco enteras tres semanas. 34 665 Al cabo de tres semanas, la cuarta iba a entrar, mio Cid con los suyos se puso a deliberar: Todos los derechos: Alberto Montaner Frutos —Nos han privado del agua, nos va a faltar el pan. Si nos queremos ir de noche, no nos lo consentirán; grandes son estos ejércitos para con ellos luchar. 670 Decidme, caballeros, cómo os parece actuar.— Primero habló Minaya, un caballero de alabar: —De Castilla la gentil hemos salido hasta acá, si con moros no lidiamos, nadie nos dará el pan. Somos seiscientos cumplidos, algunos hay de más; 675 en el nombre del Criador, de otro modo no será: vayamos a combatirlos mañana al alborear.— Dijo el Campeador: —A mi gusto hablasteis, os honrasteis, Minaya, como era de esperar.— A los moros y a las moras afuera los manda echar, 680 que ninguno supiese este secreto plan. Por el día y por la noche se empiezan a preparar. A la mañana siguiente el sol iba a rayar; se ha armado mio Cid con cuantos consigo están. Hablaba mio Cid como oiréis contar: 685 —Todos salgamos fuera, que no se quede nadie, salvo dos peones solos para la puerta guardar. Si muriésemos en el campo, en el castillo nos entrarán; si venciésemos la batalla, creceríamos en caudal. Y vos, Pedro Bermúdez, mi enseña tomad, 690 como sois muy bueno, la sostendréis sin fallar, pero no avancéis con ella si yo no os lo mandase.— Al Cid le besó la mano, la enseña va a tomar. Abrieron las puertas y saliendo van; viéronlo las patrullas de los moros, a la albergada se vuelvan ya. 695 ¡Qué prisas tienen los moros! y se comienzan a armar, con el ruido de los tambores la tierra se iba a quebrantar; veríais armarse a los moros, muy deprisa formar. De parte de los moros dos enseñas hay principales, formaron dos cuerpos de pendones mezclados, ¿quién los podría contar? 700 Las filas de los moros ya avanzan adelante, para a mio Cid y los suyos con sus manos agarrar. —Estaos quietas, mesnadas, aquí en este lugar, ninguno rompa filas hasta que yo lo mande.— Todos los derechos: Alberto Montaner Frutos Aquel Pedro Bermúdez no lo pudo soportar, 705 la enseña tiene en la mano, comenzó a espolear: —¡El Creador os proteja, Cid Campeador leal! Voy a meter vuestra enseña en la tropa principal; los que tienen ese deber veremos cómo la socorrerán.— Dijo el Campeador: —¡No lo hagáis, por caridad!— 710 Respondió Pedro Bermúdez: —¡De otro modo no será!— Espoleó al caballo y lo metió en la tropa principal. Los moros le reciben, la enseña quieren ganar, le dan grandes golpes, pero no lo logran dañar. Dijo el Campeador: —¡Ayudadle, por caridad!— 35 715 Se ponen los escudos ante los corazones, abaten las lanzas junto con sus pendones, inclinan las caras sobre los arzones, los iban a herir con valientes corazones Con grandes gritos proclama el que en buena ora nació: 720 —¡Heridlos, caballeros, por amor del Creador! ¡Yo soy Ruy Díaz, el Cid Campeador!— Todos atacan la tropa donde está Pedro Bermúdez, trescientas lanzas son, todas tienen pendones; sendos moros mataron, todos de sendos golpes; 725 al volver a la carga otros tantos son. 36 Veríais tantas lanzas abatir y alzar, tanta adarga horadar y pasar, tanta loriga cortar y desmallar, tantos pendones blancos salir rojos por la sangre, 730 tantos buenos caballos sin sus dueños andar. Los moros llaman —¡Mahoma!— y —¡Santiago!— la cristiandad. Cayeron en breve espacio moros muertos mil trescientos ya. 37 ¡Qué bien lucha sobre su dorado arzón mio Cid Ruy Díaz, el buen luchador! 735 Minaya Álvar Fáñez, el que Zorita mandó, Martín Antolínez, el burgalés de pro, Muño Gustioz, el que su criado fue, Martín Muñoz, el que mandó Montemayor, Todos los derechos: Alberto Montaner Frutos 810 —Oíd, Minaya, sois mi derecho brazo: de esta riqueza que el Creador nos ha dado a vuestro gusto coged con vuestras manos. Enviaros quiero a Castilla con un recado sobre esta batalla que hemos ganado; 815 al rey Alfonso, que me ha exiliado, le quiero enviar de regalo treinta caballos, todos con sus sillas, de frenos bien dotados, sendas espadas de los arzones colgando.— Dijo Minaya Álvar Fáñez: —Esto haré yo con agrado.— 41 820 —Aquí tenéis oro y plata, una bota llena, que no le falta una pizca; en Santa María de Burgos pagad mil misas, lo que sobre de eso dádselo a mi mujer y a mis hijas, que recen por mí de noche y de día; 825 si yo les viviese, serán damas ricas.— 42 Minaya Álvar Fáñez lo acoge con agrado, 826b para ir con él los hombres han designado. 42 bis Entrada la noche, entonces dan la cebada, mio Cid Ruy Díaz con los suyos se concertaba: 43 —¡Ya os vais, Minaya, a Castilla la gentil! 830 A nuestros amigos bien les podréis decir. «Dios nos apoyó y vencimos la lid», A la vuelta, si no nos halláis aquí, donde sepáis que estamos veníos a reunir. Con lanzas y con espadas hemos de resistir, 835 si no en este dura tierra no podríamos vivir.— 44 Ya está arreglado, de mañana se fue Minaya y el Campeador quedó allí con su mesnada. La tierra es dura y sobradamente mala; todos los días a mio Cid vigilaban 840 los moros de las fronteras y esa otra gente extraña. Todos los derechos: Alberto Montaner Frutos Se curó el rey Fáriz, con él deliberaban; juntos los de Ateca y los de Terrer la plaza y los de Calatayud, que es la más honrada, asó lo han tasado, de pago han hecho una carta: 845 les ha vendido Alcocer por tres mil marcos de plata. 45 Mio Cid Ruy Díaz a Alcocer ha venido. ¡Qué bien pagó a sus vasallos mismos! A caballeros y a infantes los ha hecho ricos, entre todos los suyos no encontraríais un mendigo: 850 el que a un buen señor sirve siempre vive con beneficio. 46 Cuando mio Cid el castillo fue a dejar, los moros y las moras se empezaron a quejar. —¡Ya te vas, mio Cid; nuestras oraciones te vayan por delante! Satisfechos quedamos, señor, de tu parte.— 855 Cuando dejó Alcocer mio Cid el de Vivar, los moros y las moras comenzaron a llorar. Alzó su enseña, el Campeador se va, avanzó Jalón abajo, espoleó hacia adelante; a la salida del Jalón tuvo unas muy buenas aves. 860 Alegró a los de Terrer y a los de Calatayud más, les pesó a los de Alcocer, pues su provecho era grande. Espoleó mio Cid, se iba todo adelante, allí se fijó en un poyo que está junto a Monreal; alto es el poyo, maravilloso y grande, 865 no teme un asalto, sabed, por ninguna parte. Puso tributo a Daroca antes, luego a Molina, que está por la otra parte, la tercera a Teruel, que está más adelante; en su poder tenía a Cella la del Canal. 47 870 ¡Mio Cid Ruy Díaz de Dios tenga la gracia! A Castilla se ha ido Álvar Fáñez Minaya, treinta caballos al rey le presentaba. El rey los vio, puso una sonrisa franca: —¿Quién me ha dado éstos, que Dios os valga, Minaya?— 875 —Mio Cid Ruy Díaz, el que en buena hora ciñó espada. Todos los derechos: Alberto Montaner Frutos Venció dos reyes moros en aquella batalla; es enorme, señor, su ganancia. A vos, rey honrado, os envía esta dádiva, os besa los pies y las manos ambas 880 para que le otorguéis gracia, así el Creador os valga.— Dijo el rey: —Sería cosa temprana que a un exiliado, que del señor no tiene gracia, se le acogiese al cabo de tres semanas. Pero, puesto que de moros es, acepto esta dádiva; 885 aún me agrada por el Cid, que obtuvo tal ganancia. Junto a todo esto, yo os exculpo, Minaya; los feudos y las tierras os sean retornadas. Podéis ir y venir, desde ahora os doy mi gracia, pero del Campeador yo no os digo nada. 890 Además de todo esto, deciros quiero, Minaya, 48 que de todo mi reino a los que así quieran obrar, buenos y valientes, para al Cid ayudar, les libero sus personas y perdono sus propiedades.— Le besó las manos Minaya Álvar Fáñez 895 —Muchas gracias, rey, como a señor natural. Esto hacéis por ahora, más haréis adelante.— 49 —Id por Castilla y que os dejen andar, Minaya, sin temor alguno id a mio Cid a buscarle ganancia.— Os quiero hablar del que en buena hora ciñó espada. 900 Aquél poyo, en él hizo acampada; mientras que sea el pueblo de moros y de la gente cristiana, el Poyo de mio Cid le llamarán en los mapas. Estando allí mucha tierra saqueaba, el río Martín todo le tributaba. 905 A Zaragoza sus nuevas llegaban, no les agrada a los moros, fuertemente les pesaba. Allí estuvo mio Cid enteras quince semanas. Cuando vio el hombre cabal que se retrasa Minaya, con toda su gente viajó de trasnochada; 910 dejó el poyo, todo lo abandonaba, Todos los derechos: Alberto Montaner Frutos Respondió el conde: —¡Eso no se cumplirá!— 980 ¡Lo de antes y lo de ahora todo me lo pagará, sabrá el exiliado a quien vino a deshonrar!— Se volvió el mensajero corriendo a no poder más; entonces comprende mio Cid el de Vivar que por menos de una batalla no se podrá de él librar: 57 985 —¡Mis caballeros, apartad la ganancia, equipaos deprisa y poneos las armas! El conde don Ramón nos dará gran batalla, de moros y de cristianos trae tropas muy sobradas, por menos de una batalla, no nos dejará por nada. 990 Pues adelante nos seguirán, aquí sea la batalla; ensillad bien los caballos y vestíos las armas. Ellos vienen cuesta abajo y todos llevan calzas, y las sillas de carrera y las cinchas aflojadas; nosotros cabalgaremos en sillas gallegas, con botas sobre las calzas, 995 cien caballeros debemos vencer a aquellas mesnadas. Antes de que lleguen al llano presentémosles las lanzas: por uno que golpeéis tres sillas serán vaciadas. Verá Ramón Berenguer tras quién ha ido a la caza, hoy en este pinar de Tévar, para quitarme la ganancia. 58 1000 Todos están preparados cuando mio Cid hubo hablado, las armas habían cogido y estaban a caballo; vieron cuesta abajo las fuerzas de los francos. Al cabo de la cuesta, ya cerca del llano, mandóles cargar el Cid, el que nació con buen hado; 1005 esto lo hacen los suyos con ganas y con agrado, los pendones y las lanzas bien los van empleando, a los unos hiriendo y a los otros derribando. Ha vencido esta batalla el que nació con buen hado, al conde don Ramón preso lo ha tomado. 59 1010 Allí ganó a Colada, que vale más de mil marcos de plata allí venció esta batalla, con lo que honró su barba. Apresó al conde, a su tienda lo llevaba, a sus servidores cuidarlo les mandaba. Todos los derechos: Alberto Montaner Frutos Fuera de la tienda él se marchaba, 1015 de todas partes los suyos se juntaban; le agradó a mio Cid, pues grandes son las ganancias. A mio Cid don Rodrigo un banquete le preparan, el conde don Ramón no se lo aprecia nada; le conducen la comida, delante se la dejaban, 1020 no se los quiere comer, todos los desdeñaba: —No comeré ni un bocado por cuanto hay en toda España, antes perderé mi cuerpo y me abandonará el alma, pues tales desharrapados me vencieron en batalla.— 60 Mio Cid Ruy Díaz oiréis lo que dijo: 1025 —Comed, conde, de este pan y bebed de este vino; si lo que digo hacéis, saldréis de cautivo, si no, en toda vuestra vida no veréis cristianismo.— 61 Dijo el conde: —Comed, don Rodrigo, y poneos a descansar, yo me dejaré morir, que no quiero comer ya.— 1030 Hasta el tercer día en razón no le hacen entrar; mientras ellos reparten estas ganancias tan grandes, no le pueden hacer comer ni un bocado de pan. 62 Dijo mio Cid: —Comed, conde, algo, 1033b porque si no coméis, ya no veréis cristianos; y si vos coméis tal que sea de mi agrado, a vos y a dos hijosdalgo 1035b os soltaré las personas y libres he de dejaros.— Cuando esto oyó el conde ya se iba alegrando: —Si lo hacéis así, Cid, como lo habéis contado, en tanto que yo viva estaré maravillado.— —Pues comed, conde, y cuando hayáis yantado 1040 a vos y a otros dos libres he de dejaros, pero de lo que habéis perdido y yo gané en el campo, 1042 sabed que no os daré a vos ni un mal centavo, 1044 pues bien lo necesito para estos mis vasallos 1045 que conmigo andan maltratados. Cogiendo de vos y de otros nos hemos de ir contentando, Todos los derechos: Alberto Montaner Frutos tendremos esta vida mientras quiera el Padre Santo, como enfrentado a su rey y de su tierra exiliado.— Alegre estaba el conde y pidió agua para las manos, 1050 se lo tenían delante y al punto se lo acercaron. Con los caballeros que el Cid le había dado, comiendo va el conde, ¡Dios, con cuánto agrado! Junto a él estaba el que nació con buen hado: —Si no coméis bien, conde, que sea de mi agrado, 1055 aquí haremos la morada, no nos separaremos ambos,— Aquí dijo el conde: —¡Con ganas y con agrado!— Con estos dos caballeros deprisa va yantando; satisfecho está mio Cid, que lo está observando, porque el conde don Ramón tan bien mueve las manos. 1060 —Si os complaciese, mio Cid, para irnos listos estamos; mandadnos dar las monturas y al punto cabalgamos. Desde el día en que fui conde no comí de tan buen grado, el placer que he tenido no será olvidado.— Le dan tres palafrenes muy bien ensillados 1065 y buenas vestiduras de túnicas y mantos. El conde don Ramón entre ambos se ha colocado, hasta el final del campamento los escolta el castellano: —¡Ya os vais, conde, a guisa de muy franco! ¡Mucho os agradezco lo que me habéis dejado! 1070 Si por la mente se os pasa el querer vengarlo, si me venís a buscar, encontrarme podréis, 1072-1073 o me dejaréis de lo vuestro o de lo mío os llevaréis algo.— —Descansad ya, mio Cid, estáis totalmente a salvo; 1075 ya os he pagado por todo este año, veniros a buscar no será ni pensado.— 63 Espoleaba el conde y empezaba a andar, volviendo la cabeza y mirando hacia atrás, miedo iba teniendo de que mio Cid se arrepentirá, 1080 lo que no haría el cabal por cuanto en el mundo hay, una deslealtad, pues no la hizo jamás. Habiéndose ido el conde, regresó el de Vivar, se juntó a sus mesnadas, las empezó a pagar 1084 con la ganancia que han hecho, maravillosa y grande:
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