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Poesía pura en la vanguardia cubana: el fulgor de la llama, Apuntes de Poesía

Este ensayo explora la singularidad de la vanguardia poética cubana y cómo la poesía pura de autores como Emilio Ballagas, Mariano Brull, Eugenio Florit y Dulce María Loynaz se distinguió de la verbalidad esplendorosa. El texto aborda la evolución de la poesía cubana desde Martí y Casal hasta Boti y Poveda, y cómo estos poetas influyeron en la generación de grandes nombres de la vanguardia. Se analiza la estilización exasperada de la realidad y su conjunción con el clasicismo formal, y cómo las convicciones de estos poetas se reflejan en sus obras.

Tipo: Apuntes

2021/2022

Subido el 10/10/2022

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¡Descarga Poesía pura en la vanguardia cubana: el fulgor de la llama y más Apuntes en PDF de Poesía solo en Docsity! Numéro 13, articles Poesía pura en la vanguardia cubana: el fulgor de la llama Selena Millares Universidad Autónoma de Madrid selena.millares@uam.es Citation recommandée : Millares, Selena. “Poesía pura en la vanguardia cubana: el fulgor de la llama”. Les Ateliers du SAL 13 (2018) : 128-138. Résumé : Cet essai porte sur la singularité de l'avant-garde cubaine et son éloignement de la pyrotechnie verbale. La graine semée par Martí et Casal, puis par Boti et Poveda se développera avec des noms tels qu'Emilio Ballagas, Mariano Brull, Eugenio Florit et Dulce María Loynaz. A eux s’ajoutent les voix indispensables de Martínez Villena, de Navarro Luna, de José Z. Tallet et de Nicolás Guillén. Mots-clés : Poésie pure, avant-garde, Cuba, universalité. Resumen: Este ensayo versa sobre la singularidad de la vanguardia cubana y su alejamiento de la pirotecnia verbal. La simiente sembrada por Martí y Casal, y después por Boti y Poveda, fructificará con nombres como los de Emilio Ballagas, Mariano Brull, Eugenio Florit y Dulce María Loynaz. A ellos se suman las voces indispensables de Martínez Villena, Navarro Luna, José Z. Tallet y Nicolás Guillén. Palabras clave: Poesía pura, vanguardia, Cuba, universalidad Abstract: This essay deals with the singularity of the Cuban vanguard and its distance from verbal pyrotechnics. The seed sown by Martí and Casal, and then by Boti and Poveda, will bear fruit with names such as Emilio Ballagas, Mariano Brull, Eugenio Florit and Dulce María Loynaz. They are joined by the indispensable voices of Martínez Villena, Navarro Luna, José Z. Tallet and Nicolás Guillén. Keywords: Pure poetry, Avant-garde, Cuba, universality Selena Millares. “Poesía pura en la vanguardia cubana: el fulgor de la llama” Les Ateliers du SAL, Numéro 13, 2018 : 128-138. lería” (Marinello, Órbita 49). Igualmente, Rubén Martínez Ville- na, líder de la resistencia contra Gerardo Machado, es también poeta de estirpe martiana, y en La pupila insomne (póstumo, 1936) conjuga las parodias vanguardistas con la desautomatiza- ción de modelos ya caducos desde la ironía, e insiste en preocu- paciones que ya mostraron sus antecedentes: “no somos opues- tos a la liberación del verso, aunque sí nos resulta inadmisible la arritmia poética o la poesía arrítmica. Despojar al verso del rit- mo, del ritmo poético, se entiende, no es liberarlo de nada, sino suprimirlo en sí…” (Martínez Villena, Poesía 315). En definitiva, nos encontramos con poéticas que se resisten a hacer arte de salón, a ejecutar las pirotecnias verbales que en otros ámbitos están invadiendo el panorama de la escritura. En algunos casos, como los de Manuel Navarro Luna, José Za- carías Tallet o Nicolás Guillén, la preocupación social se hará do- minante, desde un hondo humanismo que acoge la novedad pero sin estridencias. El primero se incorpora a los nuevos aires desde la vocación desrealizadora de Surco (1928), con una escritura oscura y balbuceante, y continúa en la misma línea con Pulso y onda (1929), donde la irracionalidad y el onirismo construyen visiones atroces para traducir el malestar social, al tiempo que burlan las trampas del realismo y también las del localismo. Por su parte, Tallet se desplazará hacia la coloquialidad con su único poemario, La semilla estéril –escrito entre los años veinte y treinta pero publicado mucho después, en 1951–, donde la in- surgencia idiomática se aferra a lo antipoético, con un humoris- mo crítico que tiene, como el gusto por los neologismos, raíz quevedesca. La retórica se proscribe una vez más del verso, que fluye con la naturalidad de la conversación y guiños goliardescos. En cuanto a Guillén, es bien conocida su dedicación afroantillana y social, si bien su itinerario creador tiene la peculiaridad de re- gresar a la vanguardia en las propuestas lúdicas de la madurez, El gran zoo (1967) y El diario que a diario (1972). La morada inhabitable: Brull, Florit, Ballagas En ese abanico de posibilidades que configura el vanguardismo cubano ocupa un lugar destacado la poesía pura, vertiente que ya en 1920 defendía Paul Valéry con la imagen certera del fuego, en palabras citadas en el epígrafe de este artículo: la búsqueda de la belleza poética puede alcanzar su contemplación, pero no puede asirla; como la llama, es inhabitable. El espacio insular acoge con entusiasmo esa modalidad, despojada del elitismo que en ocasiones se le atribuye, y la apertura de la Revista de Avan- ce acogerá por igual los versos puristas y los combativos. De es- te modo, el privilegio del misterio, la abstracción, el candor, la serenidad y la síntesis ascensional que caracteriza al artepurismo se va a contagiar de ese humanismo que vibra en el entorno [132] Selena Millares. “Poesía pura en la vanguardia cubana: el fulgor de la llama“ Les Ateliers du SAL, Numéro 13, 2018 : 128-138. creador. Así ocurre, por ejemplo, en las propuestas de Mariano Brull, quien aglutina tradición y vanguardia, juego y gravedad, y que avanza hacia la esencialización a partir de Poemas en men- guante, de 1928. Ya antes, en La casa del silencio (1916), se vis- lumbraba ese devenir, con su debate entre lo antiguo y lo nuevo, y el ansia de consagrar el instante desde el intimismo y la trans- parencia. Con su segundo poemario interpreta ya un viaje ascen- sional hacia la esencialidad –“en la orilla más clara del silencio” (Brull, Poesía 90)– y desde el gesto infantil crea paraísos de inocencia e ingravidez, en el marco de una eternidad que el mar nombra. Al tiempo, el juego vanguardista cristaliza en jitanjáfo- ras que buscan la pureza original de las palabras desde una afa- ble insolencia, como en el poema “Verdehalago” –“Viernes, vír- gula, virgen / enano verde / verdularia cantárida…” (96)–, aun- que también caben en sus versos el onirismo y las visiones del trasmundo –“En pintarles la cara a los muertos / ha gastado su sangre la luna” (94)–. El ansia de conocimiento se hace queman- te y conduce al desaliento final ante la palabra esquiva o fugiti- va: Su don –arcano de inquietud– excita voluble en el renuncio que la anuncia silencio de Babel que al verbo irrita. Y si el Abecedario la denuncia: frente al agravio de la letra escrita en interrogaciones se pronuncia (108). El humor desmitificador e irreverente de corte vanguardista retorna en su Canto redondo, de 1934 –bautizado por Emilio Ba- llagas como “ruedaflor de rondaluna” (Obra poética 57)–, que comienza aludiendo a “la coliflor de la luna”. El libro se dedica a Gabriela Mistral, que comparte esa visión de la escritura como espacio desértico y de honda espiritualidad, y también como memoria del fracaso, del instante apenas atisbado, del ansia de eternidad hecha ceniza. La realidad se va haciendo más fantas- mática, inundada por el silencio y la oquedad, que derivarán en el siguiente poemario –Solo de rosa (1941)– en un clasicismo estremecido que conjuga música, poesía y silencio. En esa flor emblemática encuentra el poeta la veladora del fuego sagrado del paraíso, la comunión con la nada original, la eternidad del mar, pero también el maleficio tantálico de quien no puede apre- sarla: “Rompo una rosa y no te encuentro […] Ahora –rosa impo- sible– empiezas: / por agujas de aire entretejida / al mar de la delicia intacta, / donde todas las rosas / –antes que rosa– / be- lleza son sin cárcel de belleza” (Brull, Poesía 143). También Eugenio Florit rindió tributo en su verso a la órbita de la poesía pura, y desde los años veinte nos ofrece indagaciones [133] Selena Millares. “Poesía pura en la vanguardia cubana: el fulgor de la llama” Les Ateliers du SAL, Numéro 13, 2018 : 128-138. en los paisajes del alma, así como una poética de depuración y de plenitud: Venga pura la palabra serena, firmemente saturada de amor; venga sin miedo la palabra de luz, sincera y franca, como polvo de estrella hasta mi verso (Florit, Poema mío 26). La presencia del mar domina su escritura, como síntesis del Mediterráneo de su infancia y las aguas del Caribe, que le dan una segunda patria. El tono ascensional define su palabra, con emblemas de luz y serenidad, y los versos se inundan de mar y de sol. Su primer poemario de proyección amplia es Trópico (1930), que lleva a Cuba el neogongorismo hispánico y lo conju- ga con el popularismo de las décimas que lo componen. Poste- riormente, Doble acento (1937) –dedicado a Juan Ramón Jimé- nez, de la misma esfera de afinidades poéticas– se sumerge en la irracionalidad de vocación surrealizante, desde una abstracción luminosa, como en “Canción para leer”: Fuego íntimo de todos los claveles despedazados corriendo a un mar sin forma, sin eco, sólo palabra. La esencia luminosa caída en rayos por el mundo, hecha al fluir interminable de las arenas… (Florit, Antología 67) La trilogía de representantes de la poesía pura cubana se completa con la aportación de Emilio Ballagas, quien publica en 1931 su primer poemario, Júbilo y fuga, donde se integran, una vez más, el paisaje autóctono y el del alma, en la busca de la “matemática del sonido” que obsede al poeta. Evocaciones de José Martí y Gabriela Mistral señalan afinidades que confluyen en la esencialidad, la sobriedad desnuda del verso, el alejamiento del pintoresquismo, la dignificación del paisaje propio. El éxtasis vitalista de Jorge Guillén también se siente en la sensualidad y plenitud de esta escritura, que insiste en la certidumbre de que el mundo está bien hecho, y es una ofrenda de dones que em- briagan los sentidos y guarecen el alma: “Inundadme / en plea- mar de pétalos y trinos” (Ballagas, Obra 102). La poesía, en sin- tonía con el título que consagrara Marinello, se instituye como liberación: el viento, la luz y la tarde son compañeros de juego para el poeta, asimilado al niño que descubre, con asombro vir- ginal, las latencias mágicas que se esconden en lo aparentemen- te trivial. Los versos están sembrados de diminutivos –un rasgo habitual en la esfera de la poesía pura– para hablar de la ternura y la inocencia, que se alejan de cualquier posible altisonancia, y que se quieren acercar a la transparencia. Al mismo aliento in- fantil se acoge el espíritu lúdico, que con desenfado se instala en la estela de Brull: “Tierno glú-glú de la ele, / ele espiral del glú- [134] Selena Millares. “Poesía pura en la vanguardia cubana: el fulgor de la llama“ Les Ateliers du SAL, Numéro 13, 2018 : 128-138. traza una poética del silencio, que Cintio Vitier bautizaría con un oxímoron preciso –“relieve en la ausencia” (Baquero, Acerca- miento 12)–, y que ella canta desde su primer libro, donde se preludian los gestos poéticos que después se materializan en sus distintos volúmenes, desde territorios autónomos que no suscri- ben los postulados de las escuelas al uso, si bien su cercanía a la poesía pura se perfila nítida. Loynaz bebe de las aguas simbolis- tas y modernistas, pero las transmuta hasta lograr un universo aparte, leve como un estremecimiento en la superficie del agua. De íntima religiosidad, el verso se hace plegaria susurrante, en un proceso ascensional que, sin embargo, no quiere ser rechazo de su entorno. Muy al contrario, al tacto de lo celeste le sucede un descenso inmediato para cubrir lo precario: el anhelo de co- nocimiento sagrado quiere tan solo bañar la armonía interior pa- ra darla entera. Consciente de las acechanzas de la muerte, veta para su verso esas inquietudes, y canta a los dones de la vida, a la belleza desnuda de la tierra y el agua, donde el panteísmo nombra lo ínfimo para darle categoría celeste. Se suceden así cuadros de la tierra, entrañables, íntimos, don- de la pequeñez es invitación a la ternura, y los paisajes traducen los reinos interiores. Los dolores son ahogados por una volunta- riosa necesidad de construir la esperanza, y la autora deserta de la inevitable angustia que la acosa, para entonar su cántico go- zoso: “Creo en la tierra humilde, en el precioso / don de la tierra tibia y fuerte, / de la tierra bella. / Creo en el oscuro / éxtasis del estanque; en la palabra / buena que dijo alguien y en el ala / de oro / prometida / al gusano…” (Loynaz, Poesía 20). Rechazados los emblemas del artificio y la retórica, el verso avanza con un norte nuevo: asir el instante, un gesto de la luz, una sílaba del silencio. El juego y la ternura de la infancia transitan cómodos en esta escritura, conjuro contra la retórica, el efectismo y la gran- dilocuencia. Con ella se cierra un ciclo que podría verse como emblemático de una andadura colectiva que, en su pluralidad, hace de la poesía camino para la reconstrucción de esa patria poética que Martí soñara como una realidad posible. [137] Selena Millares. “Poesía pura en la vanguardia cubana: el fulgor de la llama” Les Ateliers du SAL, Numéro 13, 2018 : 128-138. Bibliografía Ballagas, Emilio. Obra poética. La Habana: Letras Cubanas, 1984. Baquero, Gastón (ed.). Acercamiento a Dulce María Loynaz. Ma- drid: Cultura Hispánica, 1993. Borrero, Juana. Poesías. La Habana: Academia de las Ciencias de Cuba, 1966. Boti, Regino. Poesía. La Habana: Arte y Literatura, 1977. Brull, Mariano. Poesía. La Habana, Letras Cubanas, 1983. Diego, Gerardo. “En la plenitud de su vida poética” (1948). Dulce María Loynaz. Ed. Pedro Simón. La Habana: Casa de las Américas, 1991. Florit, Eugenio. Poema mío (1920-1944). México: Letras de Mé- xico, 1947. ___. Antología penúltima. Madrid: Plenitud, 1970. Loynaz, Dulce María. Ensayos literarios. Salamanca: Universidad, 1993. ___. Poesía completa. La Habana: Letras Cubanas, 1993. Marinello, Juan. Órbita de Juan Marinello. La Habana: Instituto del Libro, 1968. ___. Ensayos, La Habana, Arte y Literatura, 1977. Martínez Villena, Rubén. Poesía y prosa. Vol. I. La Habana: Le- tras Cubanas, 1978. Poveda, José Manuel. Obra poética. La Habana: Letras Cubanas, 1988. Schwartz, Jorge. Las vanguardias latinoamericanas. Madrid: Cá- tedra, 1991. Valéry, Paul. “Introducción al conocimiento de la diosa”, Teoría poética y estética. Madrid: Visor 1990, pp. 11-24. Vitier, Cintio. Lo cubano en la poesía. La Habana: Instituto del Libro, 1970. [138]
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