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Problemática ambiental es una cuestión de ética y valores, Monografías, Ensayos de Desarrollo Sostenible

Una ensayo que plantea los problemas ambientales desde una perspectiva moral

Tipo: Monografías, Ensayos

2020/2021

Subido el 21/04/2021

kdisell
kdisell 🇻🇪

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¡Descarga Problemática ambiental es una cuestión de ética y valores y más Monografías, Ensayos en PDF de Desarrollo Sostenible solo en Docsity! La problemática ambiental es una cuestión de ética y valores. Ana Quintero. Resumen. El pensar con ética y acatando los valores morales de una sociedad racional es la principal fuente de soluciones que logran que una sociedad funcione adecuadamente y logre mantener el equilibrio entre la conexión que existe entre el hombre y el ambiente en el cual se desenvuelve e interactúa constantemente. Esta temática es el punto central de análisis en el presente ensayo titulado: “La problemática ambiental es una cuestión de ética y valores”. Reconociendo cómo los avances científicos y tecnológicos nos llevaron a la degradación ambiental actual y lo necesario que es cambiar de una vez y para siempre las creencias y costumbres actuales de la gran parte de seres humanos para lograr un desarrollo sostenible y sustentable del medioambiente. Introducción. El ser humano, al igual que las demás especies de seres vivos y no vivos que habitan en el planeta e interactúan entre sí, cumple un rol, un propósito de existencia dentro del “ciclo de la vida” que mantiene en funcionamiento el medioambiente en el que nos desenvolvemos. Entendiendo como medioambiente o ambiente, según el artículo 3 de la Ley Orgánica del Ambiente al “conjunto o sistema de elementos de naturaleza física, química, biológica o socio cultural, en constante dinámica por la acción humana o natural, que rige y condiciona la existencia de los seres humanos y demás organismos vivos, que interactúan permanentemente en un espacio y tiempo determinado.” Puesto que el ambiente condiciona la existencia de los seres humanos y demás especies vivientes, se deben cumplir con ciertos deberes para poder beneficiarnos de los derechos que el medioambiente provee, no solo tomar deliberadamente los recursos que el planeta tiene para usos exclusivos de consumo humano que resultan innecesarios o insostenibles para el medioambiente. Expuesto lo anterior, el presente trabajo busca analizar cómo los valores éticos y morales son necesarios para la conservación e interacción equilibrada del hombre con su ambiente natural. Tomando en cuenta los pasos históricos que dio el ser humano en cuanto a la ciencia y tecnología que resultaron en el desfavorecimiento del medioambiente en comparación a como se conocía siglos antes. El pensamiento ético. Según A. Cortina (1996), la ética “es una parte de la filosofía que reflexiona sobre la moral, y por eso recibe también el nombre de filosofía moral”. Entendiendo como moral a la conducta del hombre que obedece a unos criterios valorativos acerca del bien y del mal. Desde los inicios de la aparición del hombre sobre la tierra, este ha encontrado la manera de sobrevivir y adaptarse a su ambiente natural, aprovechando los recursos que este le suministra, como fuentes de alimento, agua, fuego y materiales para consolidar su hogar junto con otros seres humanos en sociedad. Las tecnologías empleadas para aprovechar los recursos del ambiente fueron, en sus inicios, insignificantes como para que supusieran un riesgo para el planeta y los seres que ahí habitan. Tecnologías que permiten el cultivo, la pesca, la ganadería y demás, permitieron a la raza humana vivir a través de la historia interactuando con su medioambiente, mientras este podía recuperar los recursos que se utilizaban. Es decir, persistía el equilibrio entre el ser humano y su ambiente permitiendo el desarrollo sustentable de los recursos y una vida próspera. Sin embargo, ya para mediados del siglo XX, con los avances tecnológicos que esta época trajo consigo, la toma de recursos se hizo cada vez más necesaria, sin mencionar la cantidad de tecnologías poco sustentables que, en lugar de mantener el equilibrio entre el hombre y su ambiente, propiciaban el deterioro de este último, contaminando y/o tomando deliberadamente y sin considerar las consecuencias que trae la sobreexplotación de los recursos ambientales. Ejemplos como los ocurridos en cualquiera de las guerras mundiales, algo más de 1,6 millones de toneladas de armamento sumergido solo en mares alemanes de la parte del Norte y Báltico. También alrededor de Hawái hay un importante cementerio marino de armas estadounidenses. Ambos, provocando alteraciones a largo plazo en la composición de los mares y la vida marítima. El agente naranja en la guerra de Vietnam (1955-1975), donde el gobierno estadounidense utilizaba productos químicos altamente tóxicos para acabar con las tácticas de la guerrilla del Viet Cong, los conocidos napalm y el agente naranja que despejaban las zonas selváticas. El primero era simplemente un incinerador instantáneo que quemaba todo lo que tocaba, mientras que el segundo era un herbicida y defoliante que acababa rápidamente con enormes extensiones vegetales. Trayendo consigo la destrucción de hectáreas de arboleda y suelo fértil para que la guerrilla no pudiera aprovechar los recursos alimenticios ni el escondite que la zona le proveía. Siempre se dio por sentado que vivimos en un ambiente, el cual es susceptible a nuestra huella, puesto que se toman en consideración asuntos políticos, sociales, económicos y/o militares (por nombrar algunos) por encima de este. Si bien el medioambiente pudo subsanar acontecimientos pasados, la falta de cuidado por parte del ser humano y la constante devastación ambiental que se acentúa conforme pasan los años, ha ocasionado grandes cambios en el planeta como lo conocíamos, obteniendo cambios graves y, en algunos casos, irreversibles. Existen leyes que promueven el cuidado del ambiente, otorgando principios, derechos y deberes que el ser humano debe acatar para mantener el equilibrio. El problema de esto es que no se agrega realmente tanta importancia a respetar estás leyes o, siquiera, a aprenderlas. La gran mayoría de las personas en la actualidad, me atrevo a decir, desconocen algún artículo promulgado en la Ley Orgánica del Ambiente, incluso pudieran hasta desconocer que existan leyes ambientales. “Es un derecho y un deber de cada generación proteger y mantener el ambiente en beneficio de sí misma y del mundo futuro. Toda persona tiene derecho individual y colectivamente a disfrutar de una vida y de un ambiente seguro, sano y ecológicamente equilibrado. El Estado protegerá el ambiente, la diversidad biológica, los recursos genéticos, los procesos ecológicos, los parques nacionales y monumentos naturales y demás áreas de especial importancia ecológica. El genoma de los seres vivos no podrá ser patentado, y la ley que se refiera a los principios bioéticos regulará la materia. Es una obligación fundamental del Estado, con la activa participación de la sociedad, garantizar que la población se desenvuelva en un ambiente libre de contaminación, en donde el aire, el agua, los suelos, las costas, el clima, la capa de ozono, las especies vivas, sean especialmente protegidos, de conformidad con la ley.” Por consiguiente, no es cuestión de faltar leyes que nos motiven a cuidar del ambiente, como ya vimos tenemos leyes y principios que nos enseñan y otorgan responsabilidades, además de derechos que, si se fijan, solo podemos disfrutar de ellos si hacemos nuestra parte en primer lugar. A. Cortina en su libro titulado “El quehacer ético”, p. 37 nos plantea algunas razones de por qué no bastan las normas jurídicas para que una sociedad sea justa, Aquí nombraremos al menos tres de ellas: “Las leyes jurídicas no siempre protegen suficientemente todos los derechos que son reconocidos por una moral cívica”. Esto quiere decir que las leyes jurídicas no siempre poseen ese aspecto de universalidad que las leyes morales tienen, provocando que se dejen “cabos sueltos”, derechos que no son tomados en consideración, a pesar de que son importantes para los individuos en cuestión. “A veces exigen comportamientos que no parecen justos a quienes se saben obligados por ellas”. Como se mencionó anteriormente, no existe un acuerdo previo de aceptación con todos los individuos que mantenga un trato correcto por igual. “El hecho de “juridificar” es propio de sociedades con escasa libertad. En las sociedades más libres, las necesidades de regulación legal son menores, porque los ciudadanos saben cómo comportarse correctamente”. El hecho de formar y formar normas que deberían promover el bienestar de la población ya es una pista de que las costumbres sociales no funcionan de manera moral, puesto que una sociedad moralmente correcta no necesita acatar un millón de leyes por ordenanza externa si ya conoce internamente que debe comportarse de cierta manera para mantener el orden y acercarse más hacia su fin último. Estas razones nos demuestran que las leyes jurídicas, por muy buenas y específicas que estás sean, por mucho que intenten abarcar para brindar bienestar, son ineficaces por sí solas y deben ser complementadas por leyes morales bajo una buena gestión del pensamiento ético para resolver el principal problema que relaciona todos los conflictos en el mundo: el comportamiento socialmente inadecuado e insostenible. El comportamiento, las costumbres erróneas que dejan más pesares que beneficios, las creencias y formas de llevar la vida sin acatar las consecuencias, son las principales fuentes que ocasionan problemas tan masivos, como es el deterioro ambiental tan alarmante que vivimos actualmente. Ruptura del nexo entre hombre y su medioambiente. Tradicionalmente el tema de la ética no ha estado ligado a los aspectos referentes a la naturaleza y al medioambiente. Las viejas cuestiones de la relación entre el ser y el deber, la causa y el fin, la naturaleza y el valor, que son del dominio de la ética, han estado circunscritas a una esfera en donde se excluyó el tema del medioambiente. Y sólo hasta décadas muy recientes, este tema ha pasado a tener una preocupación ética notable, salvo el caso de la medicina que ha tenido una tradición en el asunto desde la antigüedad. Nos dice Hans Jonas (1979), que todas las éticas existentes hasta ahora compartían tácitamente las siguientes premisas conectadas entre sí: 1) La condición humana, resultante de la naturaleza del hombre y de las cosas, permanece en lo fundamental fija de una vez para siempre; 2) Sobre esa base es posible determinar con claridad y sin dificultades el bien humano; 3) El alcance de la acción humana y, por ende, de la responsabilidad humana está estrictamente delimitado. Pero la época que se inició desde mediados del siglo XX, con la capacidad del hombre de romper ese nexo constante con su medioambiente, mediante el desarrollo científico- tecnológico, ha modificado notablemente las cosas. Antes de nuestra época, las interacciones del hombre en la naturaleza (como ya se dijo), tal y como él mismo las veía, eran esencialmente superficiales e incapaces de dañar su permanente equilibrio. Sin embargo, las cosas han cambiado. Lo que hemos conocido en el siglo XX, es que la naturaleza es vulnerable. El desarrollo científico-tecnológico moderno nos ha mostrado la tremenda vulnerabilidad del ambiente, una vulnerabilidad que no se sospechaba antes de que se reconociera en los daños causados. Y es sobre esta capacidad de daño sobre el ambiente, lo que nos hace considerar la importancia del saber previo, como principio de cautela frente a nuestras acciones. En la actualidad, países como Suiza, Francia y Dinamarca asumieron un compromiso medioambiental que involucra sus tecnologías, avances científicos y costumbres para que estas puedan continuar manteniendo el equilibrio natural que preserva la salud de su gente y del ambiente. Este compromiso ya tiene largo tiempo de trayectoria y sigue dando frutos positivos que dejan en claro que las nuevas tecnologías y la ciencia pueden seguir existiendo e, incluso, ser más eficaces a la hora de mantener un ambiente más saludable para la comunidad actual y futura. Aprender de estos países y de las enseñanzas que dejó el siglo XX gracias a las masivas equivocaciones medioambientales por parte del ser humano, se puede aprovechar la “era tecnológica” para revertir la mala gestión del ambiente y asegurar un futuro sustentable del hombre sobre la tierra en armonía con su entorno. Reparar el nexo entre el ser humano y su ambiente, conlleva una serie de modificaciones en los principios éticos y valores morales que nos hagan sentir el peso de nuestras acciones sobre lo que hacemos hacia nuestro entorno y cómo interactuamos con este. Pensamientos egoístas que solo buscan satisfacer necesidades materiales y ansias de poder o control deben desaparecer; es ilógico pensar que podemos vivir bien sin un hogar, agua, aire limpio y alimento, por lo que es absurdo no cuidar el único ambiente en condiciones habitables sin pensar en las consecuencias futuras o inmediatas. No podemos comer dinero, como tampoco podemos seguir dejando de lado la importancia que tiene el cuidado ambiental y la responsabilidad que debemos, como sociedad, asumir. De hecho, el cuidado ambiental es tan importante que las leyes lo respaldan en uno de los principios de la Ley Orgánica del Ambiente: “Limitación a los derechos individuales: los derechos ambientales prevalecen sobre los derechos económicos y sociales, limitándolos en los términos establecidos en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela y las leyes especiales”. Y como ya se dijo con anterioridad, solo podemos obtener los derechos si cumplimos con nuestros deberes con antelación. Como pregunta abierta para la reflexión: ¿realmente eres consciente del daño ambiental ocasionado hasta ahora y, lo que es más, del daño que haces y cómo este te afecta a ti mismo? Conclusiones. El pensamiento ético es lo que nos permite la capacidad de criterio sobre las costumbres para que prevalezca la moral en las acciones y decisiones que se toman día a día, para ser conscientes del daño que se puede llegar a ocasionar si descuidamos las responsabilidades ambientales que debemos, como sociedad, asumir. El siglo XX ha dejado una huella de destrucción y descuido considerable para el ambiente, dejando ver lo vulnerable que es la naturaleza y lo importante que es aprender de los errores cometidos para implementar nuevas tecnologías apuntando, también, a que la ciencia trabaje en conjunto para mejorar la calidad de vida obteniendo un desarrollo sustentable del ambiente mediante la gestión adecuada de este. La creencia arcaica de que las leyes por sí solas bastan para mantener el orden y buen comportamiento de la sociedad es insostenible, puesto que las leyes jurídicas deben estar fundamentadas por leyes morales, las cuales, a su vez, están sujetas a criterios de leyes éticas que aseguran el razonamiento adecuado de lo que es universalmente correcto e incorrecto t cómo actuar de acuerdo a ello. Reparar el nexo, la unión equilibrada entre ser humano y ambiente, es trabajo de todos y debe ser apoyado por el Estado de manera en que se trate el tema con debida importancia por las razones correctas, la sustentabilidad y preservación del ambiente por ser patrimonio social de incalculable valor, además del único patrimonio que provee recursos vitales para la existencia humana. Bibliografía. Zapata, R. “Temas de ética” (pregrado), Universidad Nacional Abierta. Pp. 29-43, 2000. Savater, F. “Ética para Amador”. Ariel, Barcelona, 7ª. Ed. 1994. Cortina, A. “El quehacer ético”, Santillana, Madrid. 1996.
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