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Análisis poético: 'Exclama a Júpiter' de Francisco de Quevedo, Apuntes de Literatura

PoéticaLiteratura españolaMitología romana

En este documento se realiza un análisis detallado del poema 'Exclama a Júpiter' de Francisco de Quevedo. Se examina su estructura externa y internamente, se identifican las figuras retóricas utilizadas y se interpreta su significado. Además, se contextualiza el poema en la mitología romana y se relaciona con el tema del amor no correspondido.

Qué aprenderás

  • ¿Qué figuras retóricas utiliza Francisco de Quevedo en este poema?
  • ¿Cómo se divide la estructura externa del poema 'Exclama a Júpiter'?
  • ¿Qué significado tiene la referencia a Faetonte y Júpiter en el poema?

Tipo: Apuntes

2018/2019

Subido el 03/04/2022

dovi-21
dovi-21 🇪🇸

5

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¡Descarga Análisis poético: 'Exclama a Júpiter' de Francisco de Quevedo y más Apuntes en PDF de Literatura solo en Docsity! “Exclama a Júpiter contra unos ojos a quien el mismo Júpiter teme” Francisco de Quevedo Calificación: apto (9) Andrea Martínez Almazán NIUB: 18024031 Comentario literario Curso 2019-2020 ÍNDICE DE CONTENIDOS Poema a analizar ………………………………………………………….. 3 Estructura externa ………………………………………………………….. 3 Estructura interna ………………………………………………………….. 4 Figuras retóricas …………………………………………………………... 6 Conclusión …………………………………………………………... 7 Bibliografía y webgrafía …………………………………………………... 8 platónico utilizado por los petrarquistas. Es decir, según el dolce stil nuovo, el amor entraba por los ojos de la amada como si fueran espíritus y manipulaban su interior para luego salir y comunicar al amado con la dama. En este caso, los ojos de la dama no se comunican con el yo poético, sino que destruyen el mundo sin piedad. Asimismo, también hay ecos del tópico del amor como una llama que consume al enamorado, propio de la lírica trovadoresca, ya que el fuego en los ojos de la amada daña al yo poético. Ahora bien, la segunda unidad empieza con un conector aseverativo, “mas”, que introduce la segunda pregunta retórica. Hay un contraste claro entre las dos primeras unidades. Mientras que la primera se podría leer como una súplica a Júpiter para que lo ayude, la segunda unidad está construida por una estructura condicional, cuya prótasis está dividida en posición anafórica por el “si” en los versos 12,13 y 14, y desacredita esa petición inicial porque el yo poético le echa en cara a Júpiter que cómo va a terminar con el influjo de la dama si él mismo ha caído en él. Hay una relación entre los rayos de Júpiter (vv. 11) y los ojos de la dama, que se han definido como divinos, porque los rayos son el arma principal del dios del Olimpo. De hecho, los utilizó para derribar a Faetón del carro y mandarlo al río, no obstante, no puede castigar a la dama porque sus rayos no tienen poder alguno sobre ella. Júpiter es una víctima más del poder de los ojos de la dama, los cuales son más poderosos que los rayos del mismísimo Júpiter porque aparte de incendiar toda la totalidad del mundo, también son capaces de afectar al Dios de los dioses. A través de esa anáfora en el “si” de la condicional, que genera una serie de interrogaciones retóricas, se llega al clímax del poema en los dos últimos versos. Esta tercera unidad no es una conclusión a las preguntas retóricas, sino que se trata más de un consejo que el yo poético le lanza, con un tono bastante irónico, a Júpiter. Dado que no es capaz de castigarla, es mejor que disimule y que se olvide de los ojos de la dama, puesto que terminará mal herido si lucha contra ellos. Las estructuras condicionales están presentes en las dos primeras partes del poema, y a su vez, en las dos sub unidades que conforman la primera parte. Quevedo al utilizar estas estructuras aumenta esa sensación de hipótesis, no hay una conclusión clara. Si Júpiter es tan poderoso, ¿por qué no hace nada al respecto? Al final se intuye que ni él es capaz de acabar con el poder de la dama. Como se ha mencionado anteriormente, la referencia a Faetón estaría conectada con el incendio, es decir, con el fuego. En este poema la presencia del elemento es muy clara, sin embargo, el motivo del fuego se utiliza para llevar a cabo esa comparación entre los ojos de la dama y los rayos de Júpiter. Hay una conexión en las tres partes del poema a través de los adjetivos usados –encender, abrasar, fulminar–, los cuales tienen relación con la familia léxica del fuego. Además, en el verso 14, utiliza el término «lumbre». Varias acepciones de esta palabra hacen referencia al fuego, de modo que concuerda con el tono léxico general del poema. Ahora bien, una de sus acepciones es de “esplendor, claridad”, por lo que en el contexto del poema también se podría referir al influjo de la dama sobre Júpiter, y que refuerza esa dualidad del fuego como rayos del dios y ojos de la dama a la vez. De todo ello se deduce que la utilización del mito sirve, sobre todo, para desacreditar el poder de Júpiter, que a pesar de sus poderosos castigos, no es capaz de acabar con la dama. Es importante destacar que en ningún momento del poema se menciona de forma explícita a la dama. Quevedo emplea la tradición petrarquista del enamoramiento por los ojos para expresar la angustia del yo poético ante el dolor que siente y la impotencia. Pero solo hay una referencia a unos “divinos ojos” que son capaces de destruir todos los seres de la tierra, incluidos los dioses del Olimpo. Al comprender el trasfondo del poema se llega a la conclusión que los ojos contra los que lucha Júpiter en el título son los del amor no correspondido del yo poético. Además, también hay una referencia a la no piedad de esos ojos divinos, por lo que también habría cierta conexión con el tópico de la “belle dame sans mercy”, de origen trovadoresco, puesto que el sujeto de amor del yo poético se muestra indiferente ante ese amor y hasta es capaz de fulminar la totalidad de la tierra. De todo esto se entiende que el poema está dividió en tres partes: súplica, burla y consejo. Hay un ruego inicial del yo poético para que Júpiter lo ayude, igual que lo hizo en el caso de Faetón, solo que hay un giro en el verso 11, con ese “mas”, que desacredita la petición de ayuda para burlase de la ineficiencia del dios. Por lo tanto, estamos ante un poema ascendente. Es cierto que el clímax está en esa segunda pregunta retórica, puesto que los dos últimos versos actúan como un consejo, con el mismo tono solemne pero más suave. Por lo que respecta al tema del poema se puede resumir como: la queja del yo poético ante el poder de los ojos de su amada. Intenta pedir ayuda a Júpiter, rey del Olimpo, para que fulmine con su rayo, pero es en vano, porque el dios también ha sucumbido a su encanto. El lenguaje general del poema de Quevedo es sencillo, no hay un léxico difícil de comprender ni utiliza el hipérbaton para oscurecer el texto. Hay una elisión de la figura de la amada, lo cual puede complicar la interpretación final, pero con las referencias que da es fácil saber de qué está hablando el yo poético. La figura retórica que destaca en este poema es la interrogación retórica. Aunque no se produce una conexión entre la estructura interna y la externa porque no hay un proceso de pregunta-respuesta, esta figura retórica ayuda a estructurar las dos primeras unidades y, además, aumenta la sensación de impotencia al no hallar una solución al problema del yo poético. Todo el poema se sostiene por la figura de la apóstrofe, puesto que el yo poético se dirige directamente a Júpiter para pedirle ayuda y, al final, para desacreditarlo. Es un recurso de la estructura interna. Otra figura fundamental es el paralelismo que se establece entre los versos 4 y 10. A parte de unir las dos su unidades de la primera parte, su función también es unir las consecuencias de los problemas que se muestran en el poema. Por un lado, en el verso 4, hay una enumeración de las destrucciones que llevó a cabo Faetón: «encendió el río, el mar, el llanto, el monte». Mientras que, por otro lado, en el otro verso hay una enumeración de los seres que los ojos de la amada destruyen: «hombres y dioses, mar y tierra, y cielo?». Ambos actos tienen consecuencias para la totalidad del mundo, lo cual se aumenta con el recurso de la enumeración y, además, con el asíndeton en el verso 4 y el polisíndeton en el verso 10. La anáfora, en el poema, sirve para estructurar y enumerar las tres distintas prótasis de la estructura condicional en la segunda unidad, en concreto, los versos 12, 13 y 14, con el “si”, lo cual aumenta las razones por las que Júpiter no puede castigar a la dama, las enumera. Como se está mostrando en el comentario, la enumeración es un recurso fundamental también en el poema de Quevedo. Otro recurso a destacar es la hipérbole en el verso 10, ya que los ojos de una persona no son capaces de destruir un mundo entero. También está el recurso de la imprecación que el yo poético utiliza para pedirle a Júpiter que castigue a la dama por su destrucción y que se puede observar en el verso 7: «que la tomen agora tus enojos». En la primera interrogación retórica, del verso 7 al 10, hay un encabalgamiento que es importante para la expectación de conocer quien le hace daño al yo poético. También hay una bimembración entre los términos “ojos” y “rayos”, puesto que son comparados por su poder destructor, pero a la vez, son utilizados como el mismo foco. En conclusión, aunque no hay una referencia explícita en el poema de la dama, solo de unos ojos, el modo en que la mitología y la tradición se entremezclan para expresar ese tópico del amor no correspondido es brillante. Quevedo le da una vuelta al enamoramiento que entra por los ojos al compararlo con el fuego de los rayos de Júpiter y le da otro valor al dios romano, no tanto como rey, sino como un mísero mortal más que ha caído rendido ante el poder de la dama. Trabajo corregido por:
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