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Relaciones internacionales en el Próximo Oriente Antiguo, Resúmenes de Historia antigua

Mario Liverani explica el concepto de guerra y de paz que tenían varios de los pueblos del Próximo Oriente antiguo, los métodos que usaban para mantener el control en los territorios conquistados, la visión que poseían los egipcios acerca del faraón y el primer tratado de paz conocido, entre Ramses II y Hattusili III.

Tipo: Resúmenes

2022/2023

Subido el 28/05/2023

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¡Descarga Relaciones internacionales en el Próximo Oriente Antiguo y más Resúmenes en PDF de Historia antigua solo en Docsity! Relaciones internacionales en el Próximo Oriente antiguo, 1600-1100 a. C. Mario Liverani En la ideología egipcia, el faraón esta exento de padecer miedo alguno y de necesitar ayuda de su ejército para defender su reino, por el contrario, es él quien defiende a su ejército y sería capaz de combatir y derrotar a una multitud de enemigos él solo, manteniendo la paz interna, asegurando a su pueblo seguir con la cotidianeidad. Es por ello que, tanto en las representaciones iconográficas, como en la documentación del Antiguo Egipto que aún se conserva, podemos encontrar crónicas, seguramente exageradas, en las que se relata cómo el faraón peleo solitariamente contra miles de soldados enemigos, ganando la batalla. O en algunas narraciones se nos ofrece un escenario en el que el protagonista se encuentra acompañado de sus soldados, sin embargo, el ejército enemigo los supera de una manera impresionante. Un ejemplo de esto podría ser el siguiente fragmento: “Él es el rey que lucha solo, sin una multitud que le respalde. Él es más eficaz que millones de soldados. Furioso, que extiende el brazo derecho cuando entre en lucha y mata a cientos de miles es su puesto delante de sus caballos…”1. En las relaciones internacionales del Próximo Oriente, la paz era sinónimo de sumisión. Una vez que el príncipe enemigo se encontraba asediado, amenazado por una muerte inminente, la única opción que le quedaba era implorar al rey por misericordia y rogar que lo aceptase en su servicio. Si al rey le apetecía, le permitía vivir y lo hacía su siervo. En el caso egipcio, el rey derrotado realizaba su juramento de lealtad de manera oral, era una fórmula muy sencilla, como “¡Señor nuestro, no nos destruyas! ¡Señor nuestro, tómanos a tu servicio!"2. Este contrato era unilateral, él se comprometía a cumplir con cualquier orden dada por el faraón y este último no tenía ningún deber con el rey sometido. Además, no existían cláusulas, por lo cual, si el príncipe hacía algo que no era de agrado del faraón, incluso si lo hizo sin ánimo de ofender, el rey egipcio podía intervenir arbitrariamente. De una manera distinta sucedía cuando un príncipe era sometido por un rey hitita, realizaban un contrato por 1 EHR, I, p.2; HRR, p.33, citado por Mario Liverani. Relaciones internacionales en el Próximo Oriente antiguo, 1600-1100 a.C. Barcelona, Bellaterra, 2003, pp.122 2 AM pp. 56-57 y passim, citado por Mario Liverani. Relaciones internacionales en el Próximo Oriente antiguo, 1600-1100 a.C. Barcelona, Bellaterra, 2003, pp.145 escrito, con cláusulas definidas, lo que impedía una intromisión arbitraria; y los deberes eran recíprocos, aunque no equitativos, el rey dominante siempre tenía la ventaja. Para los egipcios, los pueblos extranjeros eran rebeldes por definición, era imposible confiar en ellos. Si un rey los traicionaba, no parecía tener sentido reemplazarlo con otro, pues la traición era parte de la naturaleza de todo el que no fuera de su propio país. Los hititas poseían una visión distinta, consideraban que la rebeldía era un pecado personal, y si algún rey pequeño de un país conquistado cometía un error, podía ser reemplazado por otro, uno en el que el gran rey pudiera depositar su confianza. Con el propósito de mantener su poder en los países conquistados, los egipcios tuvieron formas de control diversas, en residencias de gobernadores, guarniciones menores, puertos costeros y zona centralista; pero había poca presencia egipcia, ya que ellos preferían regresar a su tierra. Los hititas carecían de elementos humanos, así que recurrieron a formar relaciones políticas personalizadas. Por otra parte, los asirios establecieron colonias en zonas aún ocupadas por los antiguos pobladores, que garantizaban poder político y militar. En el sistema egipcio, si alguno era nombrado rey por el faraón, era nombrado debido a sus méritos y no por relaciones personales. Se le exigía que cuidara y mantuviera el orden del lugar que se le había asignado. Después de que se conquistaba una ciudad, se reconstruía y se le daba un nuevo nombre, el campo era medido e insertado en los procedimientos administrativos y se regulan escrupulosamente las contribuciones. El país interno se concebía como un cosmos, una estructura ordenada en la cual todo funcionaba adecuadamente; mientras que los países extranjeros eran caóticos, vivían sumidos en la violencia. Esto, fuera cierto o no, podía ser usado como excusa para emprenderse una expedición con el propósito de establecer el orden en la periferia, conquistar un nuevo territorio. Una cuestión importante dentro de la organización cósmica es la legitimidad, que para los gobernadores de las periferias significa la aprobación de los dioses de su dominio. Por ejemplo, las tribus libias que intentan elegir a su propio líder son condenadas por Ramsés III, porque estos líderes surgen contra el cosmos y no como parte de él, y no dominan una región por voluntad de los dioses, sino por voluntad propia. Esta era la concepción que tenían los egipcios y los hititas.
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