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Reseña: La espada y el crisantemo, Apuntes de Historia

Asignatura: Introducció a l'antropologia social i cultural, Profesor: , Carrera: Història, Universidad: UAB

Tipo: Apuntes

2016/2017
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Subido el 10/01/2017

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¡Descarga Reseña: La espada y el crisantemo y más Apuntes en PDF de Historia solo en Docsity! Comentario crítico y descriptivo de una monografía: “El crisantemo y la espada” de Ruth Benedict David CASTELLÓ GUILLAMON NIU: 1390334 Historia: Introducción a la antropología cultural Curso: 2014 – 2015 El contexto del crisantemo y la espada La segunda guerra mundial enfrento a Estados Unidos con un nuevo adversario muy distinto a los conocidos hasta entonces por la nación del dólar. El imperio nipón presentaba una ideología, mentalidad y valores que no tenían ninguna relación con los estándares de la cultura estadounidense. Esta diferencia tan abismal de culturas supuso una cierta desventaja por la dificultad en ocasiones para el ejército americano a la hora de predecir los movimientos del enemigo. Por eso en 1944 el ejército encomendó a Ruth Benedict la realización de un estudio antropológico para comprender la mentalidad y aspiraciones internas que movían a los nipones. Se trató del primer estudio importante sobre la idiosincrasia y la mentalidad japonesa. Los objetivos del estudio eran más para determinar qué tipo de mensaje debían enviar los aliados a la retaguardia japonesa para disolver la guerra de las mentes de los civiles que un intento por comprender los objetivos militares de los vestigios del imperio, fue más bien un estudio de mercado con fines de marketing bélico disuasorio. Ruth Benedict estudio antropología con Franz Boas en la universidad de Columbia. Se formó en la rama del Particularismo histórico acuñado por su mentor Franz Boas. El particularismo histórico rechaza el evolucionismo de la cultura de manera unilineal. Defiende que cada sociedad es una representación colectiva de su pasado único. La idea de que todas las sociedades evolucionan por un mismo camino común y que todas pueden llegar al mismo nivel de desarrollo por sus propios medios es totalmente descartada por Boas. El particularismo defiende que las sociedades que han alcanzado el mismo desarrollo pueden haberlo hecho por caminos diferentes. La coyuntura de guerra no permitió a Benedict desarrollar su estudio antropológico por las vías más convencionales que conllevan la integración del antropólogo en el grupo que es objeto de estudio para observar y comprender al grupo desde sus entrañas mediante la convivencia y la participación en su cultura. Para compensar la falta de esta zona de estudio, se desarrolló un estudio basado en el análisis a distancia. Para ello Benedict conto con acceso a los ciudadanos estadounidenses de origen nipón confinados en los campos de concentración preventivos de Estados Unidos y también de testimonios de personas que habían tenido un fuerte contacto con la cultura japonesa. Otro de los recursos fue recopilar y analizar todo el material cultural producido por japoneses que fuera posible y analizarlo. Aun así muchos cuestionaron el trabajo realizado por Ruth Benedict al no tener un contacto directo con el objeto de estudio, el japonés que luchaba en la guerra por su país y no el emigrante que había abandonado su país y no había vuelto para participar en la guerra. Puede que el tendero de Nueva York y el Kamikaze de un Zero nipón tuvieran ciertos aspectos en común, pero lo más destacable eran sus diferencias. Además todo el trabajo antropológico se acaba basando en una comparativa cultural entre Estados Unidos y Japón. En muchas ocasiones la comparación de Benedict entre su patria y su enemigo parece perder el norte por un subjetivismo propio del vencedor sobre el vencido. Mostrando una mentalidad japonesa suicida al pretender enfrentarse a la gran nación de América y salir victoriosa, y la única explicación que entiende para la progresión de la guerra aun con este hándicap es el fanatismo extremo del espíritu imperial japonés. No deja de recalcar lo magnánimo que son lo EE.UU. frente al mundo y su defensa de la libertad de las naciones. Todo esto nos lleva a pensar que el patriotismo de Ruth Benedict puede haber desviado a la autora de la objetividad que requiere el trabajo del antropólogo. Temas destacados de la monografía A continuación se encuentran resumidos los temas que he encontrado más interesantes, bajo mi punto de vista, de la monografía. Sobre todo aquellos temas que encuentro más relevantes en relación a la coyuntura de estudio y que explica la actitud expansionista del imperialismo japonés. Y que aspectos de su mentalidad e ideología han contribuido a las características que más sorprendieron durante su enfrentamiento militar ante los Estados Unidos de América. Mentalidad en la guerra La concepción de la guerra por los japoneses era diferente a la occidental. Su motivación para la guerra establecer su orden social ideal en todo el mundo por ello su actitud en la guerra nos aporta mucha información de la sociedad. En referencia al orden mundial Japón estaba en contra de la anarquía que suponía la absoluta soberanía independiente de cada país. Por ello se presentaba como la fuerza superior que jerarquizaría el orden mundial. Una jerarquización igual a la de su sociedad que era la base de todo el país con el emperador como el escalafón más elevado. La fe en el espíritu imperial japonés fue el sustento esencial de su actitud bélica. En contraposición a la cultura occidental material los japoneses creían en el espíritu como fuerza interior y tenían fe absoluta en él. Las cosa materiales han de fallar necesariamente mientras que el espíritu no, por ello ganara la guerra aun y la potencia armamentística americana superior. El armamento de Japón era la manifestación material del espíritu, como la katana lo es de la virtud. El espíritu era una fuerza tan superior que podía sobreponerse a todas las dificultades a las que se enfrentase un nipón desde el hambre y el frio hasta la inmolación kamikaze. Kamikazes que se estas medidas a efectos prácticos las formas de protocolo tradicionales se mantuvieron firmes en uno de los sectores más tradicionales de la sociedad japonesa. La industria se redirigió hacia las oligarquías privadas de los Zaibatsu que sobretodo estaban formadas por la familia Mitsubishi y la familia Mitsui. El estado invertía en estas industrias privadas para fomentar e impulsar su desarrollo, más allá de las leyes de la oferta y la demanda, por la necesidad de acelerar la modernización de la industria y el aumento del grado tecnológico del Japón para que fuera capaz de competir con las demás potencias industriales del momento. La mentalidad sobre la deuda Deudoras del pasado así se consideran las naciones orientales. A diferencia de los europeos y norteamericanos sienten que deben algo a todos los hombres del pasado, gracias a los que disfrutan de su presente. Este sentimiento de deuda explica la facilidad de sacrificio de los japoneses. Las obligaciones de deuda se denominan on. El on es una carga de obligaciones hacia una persona o algo, como el país o sus antepasados. El on se parece mucho a una gran lealtad hacia algo, pero como concepto relacionado a una deuda. El mayor on se tenía respecto al emperador. El on estaba presente en todas las relaciones de los japoneses, no solo con el emperador. El buen funcionamiento de esta mentalidad se basa en la capacidad de ser un buen deudor, sin sentir remordimientos por el sometimiento que supone. Llevar un on es una carga que no gusta, prefieren evitar las deudas, sobre todo entre iguales. Por ello los japoneses son muy cautelosos a la hora de pedir ayuda o darla porque puede llegar a implicar un on. Las distintas formas de dar las gracias en japonés suelen implicar connotaciones de pedir perdón por el inconveniente que tiene ayudar a alguien y las molestias que puede causar. El pago de la deuda on como toda deuda ha de ser pagado y ahí reside la virtud del on, en expresar de modo activo tu agradecimiento. Cabe destacar que no existe un solo tipo de dicha deuda sino que hay diferentes variantes en función de la persona con la cual se establece la deuda. - On: obligaciones contraídas pasivamente. - Ko-on: recibido del emperador. - Oya on: recibido de los padres. - Mushi on: recibido del amo. - Shi no on: recibido del profesor. - On: recibido en todas las relaciones. Los recíprocos del “on” son los pagos a la ya descrita deuda que al fin y al cabo es el deber de todo japonés para poder mantener su virtud. - Chu: Deber hacia el emperador y todo lo que representa. - Ko: Deber hacia la familia. - Nimmu: Deber hacia el trabajo. Otra forma de “pago” es el giri que se debe pagar con una equivalencia matemática al favor recibido y hay límite de tiempo. El giri puede ser hacia el mundo o hacia uno mismo que es el deber de limpiar la reputación personal. La deuda más difícil de soportar es el giri. El giri puede ser hacia el mundo, o hacia uno mismo y su propia reputación, como el honor. Que sea más pesada la carga del giri se debe a la heterogenia lista de obligaciones que comporta y como se establece de manera involuntaria o a pesar del hombre. El honor o la buena reputación del japonés El giri hacia el propio nombre es el encargado de mantener limpio el honor. Se trata de actos fuera del círculo del on que mantienen limpia la propia reputación, como mantener la compostura y acatar los protocolos sociales, el estoicismo ante el dolor, defender la profesionalidad propia,… El giri requiere limpiar las manchas del nombre, deben eliminarse. Eso puede suponer tomar venganza de un detractor o el suicidio. Aunque dentro de estos dos extremos existen infinidad de caminos. Los japoneses sienten tan profundamente los insultos como los favores, y en ambos casos es de hambre virtuoso devaluarlos. No separan las dos acciones según constituyen una agresión o no, ellos no consideran agresión a esta venganza sino que se trata de una acción de limpiar el nombre y por lo tanto se trata tan solo del gesto de reparar un agravio. El giri pues no es tan exótico como podríamos pensar, de hecho guarda muchas similitudes con los duelos que se llevaban a cabo hace algo más de un siglo en Europa para defender el honor cada individuo. La diferencia es que en oriente no se cae tan fácilmente en provocaciones, pues la violencia se consideraba que carecía de ética si no se empleaba sin un buen motivo. Conclusiones Los temas tratados me parecen los más importantes si tenemos en cuenta el objetivo del estudio antropológico. El trabajo realizado por Ruth Benedict responde a la demanda del ejército estadounidense para comprender la mente del Alto Mando japonés y de sus soldados, y de hecho lo consigue. Responde las principales cuestiones referentes al misterioso Japón imperialista como sus motivaciones para lanzarse al expansionismo continental, el fuerte espíritu de sacrificio a todos los niveles, la devoción por el emperador y sobre todo como se había desarrollado tan rápidamente un país en tan solo 50 años como para poder hacer frente a la primera potencia mundial del momento. Todas las explicaciones resultan fascinantes y nos aportan un punto de vista nuevo que desconocíamos, pero es difícil no cuestionarse la rigurosidad del trabajo de Benedict teniendo en cuenta los recursos de los que disponía. Empezando por el contacto y la integración dentro de la sociedad que es objeto de estudio el trabajo de Ruth Benedict ya se va de las bases de la antropología. Aunque las circunstancias excepcionales del conflicto armado impidieron a la antropóloga seguir los pasos preestablecidos de estudiar desde el interior la sociedad. El acceso a miembros de dicha sociedad es digamos que contaminado o impuro. Los miembros entrevistados son de uno u otro modo distantes a la mentalidad de su país, algunos por su condición de emigrantes y otros por el cambio de su statuo quo al ser prisioneros de guerra que colaboran con el enemigo de su país. Además las entrevistas no son la vía adecuada de estudio, en la entrevista se responden a las preguntas planteadas por el antropólogo pero este no puede observar aquello de lo que se le habla en directo. Por ello puede perder matices tan comunes para el entrevistado que no se molesta en mencionar porque nunca sea dado cuenta de su relevancia por su cotidianidad. La otra gran pega que encuentro en el texto de Benedict son los niveles descontrolados de patriotismo y superioridad occidental que parecen asomar por el texto en ciertos capítulos especialmente en el primero al presentar el contexto histórico del conflicto y el papel de justo pacificador que tiene Estados Unidos. No cuestiono esa posición, o punto de vista de la autora, pero me parece que choca de bruces con la actitud necesaria para realizar cualquier estudio de carácter antropológico sin menospreciar la cultura que es objeto de estudio por la superioridad de la propia. Por otra parte podría tratarse también de la narrativa empleada para captar la atención del lector estadounidense, orgulloso del papel yankee en el conflicto del Pacifico y de la Segunda Guerra Mundial, que atraería a un gran número de lectores y haría de “El crisantemo y la espada” el bestseller que fue en la fecha de su publicación en 1946 justo después de acabar la guerra y que vendía el exotismo del país derrotado.
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