¡Descarga Resumen Carlos Sojo - La noción de Ciudadanía en el Debate Latinoamericano. y más Resúmenes en PDF de Ciencia Política solo en Docsity! 1. Sojo, Carlos. 2002. Sojo estudia el debate contemporáneo latinoamericano en torno a la noción de ciudadanía. EN EL PLANO JURÍDICO FORMAL: “La cuestión de la ciudadanía se resuelve por la definición de un marco normativo de derechos y deberes de observación obligatoria para el conjunto de individuos abarcados en una comunidad histórico-territorial, denominada nación.” EN EL ORDEN POLÍTICO IDEOLÓGICO: “La ciudadanía se refleja como la autocomprensión dominante que se define como portadora del contenido integrador de la sociedad, a menudo en una afirmación que no admite validación empírica.” Y agrega que la ciudadanía es una afirmación de la comunidad, que se constituye como tal a partir de la noción del otro. Elementos de la discusión de ciudadanía en América Latina: 1. concepto en su formulación clásica de la sociología inglesa de posguerra; 2. las implicaciones del proceso de globalización sobre una noción fuertemente anclada en la especificidad del Estado Nación; 3. ciertas contribuciones basadas en la experiencia latinoamericana de la década de 1990. II. Marshall y la noción clásica La concepción moderna de ciudadanía la elabora el sociólogo británico Thomas H. Marshall. Según Sojo, “dicho autor no se ocupa de analizar las posibilidades diferenciales de comprender los problemas de la ciudadanía desde una teoría de las clases sociales”. En tal sentido, Marshall creía que las clases sociales se podían comprender sobre la base de dos procedimientos analíticos: una comprensión ciertamente weberiana según la cual la clase se fundamenta en la “jerarquía del status” sustentada por la ley y las costumbres, y una tipología de clases sociales que se origina en el producto del vínculo de las instituciones de propiedad y educación con el funcionamiento de la estructura productiva. En ambos casos, uno referido a la estratificación precapitalista y, el otro, a las formas más modernas derivadas de la industrialización, ciudadanía y clase apuntan a principios opuestos. (p. 27). Así es que Marshall afirma que: ‘Ciudadanía es un status asignado a todos aquellos que son miembros plenos de una comunidad. Todos los que posean dicho status son iguales con respecto a derechos y deberes... Clase social, por otro lado, es un sistema de desigualdad. Y también, como ciudadanía, puede basarse en un conjunto de ideales, creencias y valores’. Para Sojo, a pesar de las diferencias con el análisis de Marshall, es interesante reflexionar en torno a las posibilidades de consolidación democrática en sociedades que apenas empiezan experiencias de gobierno civil o en otras que, no habiendo sufrido los rigores de la guerra civil, sí han sentido los quebrantos de la crisis económica y de las no menos severas medidas adoptadas para estabilizar economías y reanudar el crecimiento. Marshall divide tres elementos de la noción de ciudadanía: a. Civil. b. Político. c. Social. Sojo observa que esta división ha sido muy criticada por considerarse un desarrollo cronológico demasiado secuencial. En respuesta a ello, Sojo matiza las críticas y comenta que es claro que no son desarrollos autónomos que finalizan inmediatamente antes que se produzca el nuevo proceso y que los traslados son evidentes, tal como ha afirmado Marshall. Aun así, el autor presenta sus diferencias con Marshall: En síntesis, pienso que la evolución de los derechos de ciudadanía desde sus orígenes civiles hasta los derechos sociales es el resultado de un enfrentamiento entre los ideales individualistas que impulsan el desarrollo del capitalismo y una buena parte de los valores igualitaristas que empujan la formación del sistema político democrático. Este enfrentamiento, que Wolfe (1980) atribuyó al liberalismo y la democracia, Marshall lo ve como el tránsito positivo hacia adelante de dos principios opuestos que funcionan armónicamente porque se autolimita. Como señala Bryan Roberts en un ensayo inédito, Marshall definió a la ciudadanía como ‘un principio de igualdad que coexiste, con dificultad, con la desigualdad social que resulta del juego de las fuerzas del mercado… Tiende a ver una ciudadanía plenamente desarrollada cuando se reducen las tensiones de la desigualdad social inducida por el mercado por medio del estímulo de la igualdad de oportunidades y la movilidad social’. III. Ciudadanía y globalización Principal reto de la actualización del pensamiento de Marshall: la idea de ciudadanía emerge en el mundo de la posguerra fría no como una expresión del liberalismo que pudo haberla originado en su versión de mitad del siglo XX, sino como manifestación de resistencia a un liberalismo presuntamente global y presuntuosamente universal, que no conoce como legítima la intervención del Estado en la regulación de las relaciones entre las personas y el mercado. Ese es en cierto modo el mejor de los legados de la noción marshaliana de ciudadanía. No hay ciudadanía en un mercado total; los consumidores no son ciudadanos porque carecen de derechos. Sólo les compete el deber de la realización del lucro individual. (p. 29). Hay autores que comienzan a discutir y reelaborar la teoría de Marshall. En primer lugar, se distingue dos tipos de ciudadanía: 1. Ciudadanía formal: membresía de un estado-nación. Brubaker señala que ésta no es requisito para alguna forma de ciudadanía sustantiva (no es condición suficiente ni necesaria → ejemplo, mujeres y grupos étnicos discriminados). 2. Ciudadanía sustantiva: tener derechos y capacidad de ejercerlos, con cierto grado de participación en los ámbitos públicos y privados de las dimensiones marcadas por Marshall. La dimensión formal de la ciudadanía ha quedado en tela de juicio a partir de tres fenómenos: 1. Tendencia creciente a la migración que ha aumentado las demandas de derechos sociales. 2. tendencia a la internacionalización del trabajo legal que exige facilidades de desplazamiento y de residencia legal a extranjeros. 3. la definición de “la nación” como el locus exclusivo de la ciudadanía. Habermas (1994, p. 25) lo plantea como una visión de ciudadanía activa donde la organización de los individuos no origina un status legal ante el Estado, una credencial. “Alude así a rasgos de