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Orientación Universidad
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Resumen de un capítulo, Resúmenes de Religión

Es sobre la vida de los primeros patriarcas (Enoc)

Tipo: Resúmenes

Antes del 2010

Subido el 20/09/2023

cristian-ochoa-12
cristian-ochoa-12 🇦🇷

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¡Descarga Resumen de un capítulo y más Resúmenes en PDF de Religión solo en Docsity! Citas elegidas del Capítulo “Set y Enoc” del libro Patriarcas y Profetas Acerca de la creación de Adán se dice: “que a la semejanza de Dios lo hizo”. Pero el hombre, después de la caída, “engendró un hijo a su semejanza, conforme a su imagen”. Génesis 5:1, 3. En tanto que Adán había sido creado sin pecado, a la semejanza de Dios, Set, así como Caín, heredó la naturaleza caída de sus padres. Pero recibió también el conocimiento del Redentor, e instrucción acerca de la justicia. Mediante la gracia divina sirvió y honró a Dios; y trabajó, como Abel lo habría hecho, de haber vivido, por cambiar las mentes pecaminosas de los hombres y encauzarlas a reverenciar y obedecer a su Creador. PP 59.1 Y a Set también le nació un hijo, al que puso por nombre Enós. Entonces los hombres comenzaron a invocar el nombre de Jehová”. Génesis 4:26. Los fieles habían adorado a Dios antes; pero a medida que aumentaba el número de los seres humanos, se hacía más visible la distinción entre las dos clases en que se dividían. Había franca lealtad hacia Dios de parte de una clase, así como desprecio y desobediencia de parte de la otra. PP 60.1 El sábado fue honrado por todos los hijos de Adán que permanecieron leales a Dios. Pero Caín y sus descendientes no respetaron el día en el cual Dios había reposado. Eligieron su propio tiempo para el trabajo y el descanso, sin tomar en cuenta el mandamiento de Jehová. PP 60.2 Durante algún tiempo las dos clases permanecieron separadas. Esparciéndose del lugar en que se establecieron primeramente, los descendientes de Caín se dispersaron por todos los llanos y valles donde habían habitado los hijos de Set; y estos, para escapar a la influencia contaminadora de aquellos, se retiraron a las montañas, y allí establecieron sus hogares. Mientras duró esta separación, los hijos de Set mantuvieron el culto a Dios en toda su pureza. Pero con el transcurso del tiempo, se aventuraron poco a poco a mezclarse con los habitantes de los valles. Esta asociación produjo los peores resultados. Vieron “los hijos de Dios que las hijas de los hombres eran hermosas”. Génesis 6:2. Atraídos por la hermosura de las hijas de los descendientes de Caín, los hijos de Set desagradaron al Señor uniéndose con ellas en matrimonio. Muchos de los que adoraban a Dios fueron inducidos a pecar mediante los halagos que ahora estaban constantemente ante ellos, y perdieron su carácter peculiar y santo. Al mezclarse con los depravados, llegaron a ser semejantes a ellos en espíritu y en obras; menospreciaron las restricciones del séptimo mandamiento, y “tomáron para sí mujeres escogiendo entre todas”. Los hijos de Set siguieron “el camino de Caín” (Judas 11), fijaron su atención en la prosperidad y el gozo terrenales y descuidaron los mandamientos del Señor. Los hombres “habiendo conocido a Dios, no lo glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias”. Al contrario, “se envanecieron en sus razonamientos y su necio corazón fue entenebrecido”. Por tanto “Dios los entregó a una mente depravada, para hacer cosas que no deben”. Romanos 1:21, 28. El pecado se extendió por toda la tierra como una lepra mortal. PP 60.4 Adán vivió casi mil años entre los hombres, como testigo de los resultados del pecado. Con toda fidelidad trató de poner coto a la corriente del mal. Se le había ordenado instruir a su descendencia en el camino del Señor; y cuidadosamente atesoró lo que Dios le había revelado, y lo repetía a las generaciones que se sucedían. A sus hijos y a sus nietos hasta la novena generación, pudo describir Adán el estado santo y feliz del hombre en el paraíso, y repitiéndoles la historia de su caída, les refirió los sufrimientos mediante los cuales Dios le había enseñado la necesidad de adherirse estrictamente a su ley y les explicó las misericordiosas medidas tomadas para su salvación. Pero solamente unos pocos prestaron atención a sus palabras. A menudo le hacían amargos reproches por el pecado que había traído tanto dolor a sus descendientes. PP 61.1 La vida de Adán estuvo llena de tristeza, humildad y contrición. Cuando salió del Edén, la idea de que tendría que morir lo hacía estremecerse de terror. Conoció por primera vez la realidad de la muerte en la familia humana cuando Caín, su primogénito, asesinó a su hermano. Lleno del más agudo remordimiento por su propio pecado, y doblemente acongojado por la muerte de Abel y el rechazamiento de Caín, Adán quedó abrumado por la angustia. Veía cómo por todas partes se extendía la corrupción que iba a causar finalmente la destrucción del mundo mediante un diluvio; y a pesar de que la sentencia de muerte pronunciada sobre él por su Creador le había parecido terrible al principio, después de presenciar durante casi mil años los resultados del pecado, Adán llegó a considerar como una misericordia el que Dios pusiera fin a su vida de sufrimiento y dolor. PP 61.2 No obstante, la iniquidad del mundo antediluviano, esa época no fue, como a menudo se ha supuesto, una era de ignorancia y barbarie. Los hombres tuvieron oportunidad de alcanzar un alto desarrollo moral e intelectual. Poseían gran fuerza física y mental, y sus ventajas para adquirir conocimientos religiosos y científicos eran incomparables. Es un error suponer que, porque vivían muchos años, sus mentes alcanzaban tarde su madurez: sus facultades mentales se desarrollaban temprano y los que abrigaban el temor de Dios y vivían en armonía con su voluntad, continuaban aumentando en conocimiento y en sabiduría durante toda su vida. PP 62.1 Si pudieran compararse con los antediluvianos de la misma edad, los más ilustres eruditos de nuestros tiempos parecerían muy inferiores en desarrollo mental y físico. A medida que se acortó la vida del hombre y disminuyó su vigor físico, también se aminoró su capacidad mental. Hoy día hay hombres que dedican al estudio un período de veinte a cincuenta años, y el mundo se llena de admiración por sus éxitos. Pero ¡qué limitados son estos triunfos cuando se comparan con los de aquellos hombres cuyo vigor físico y mental se desarrollaba durante siglos! PP 62.2 Adán había aprendido del Creador la historia de la creación; él mismo había presenciado los acontecimientos de nueve siglos; y comunicó sus conocimientos a sus descendientes. Los antediluvianos no tenían libros ni anales escritos; pero con su gran vigor mental y físico disponían de una memoria poderosa, que les permitía comprender y retener lo que se les comunicaba, para transmitirlo después con toda precisión a sus descendientes. Durante varios siglos hubo siete generaciones que vivieron contemporáneamente, y tuvieron la oportunidad de consultarse para aprovechar cada una los conocimientos y la experiencia de las demás. PP 62.3 Las ventajas que gozaron los hombres de aquellos tiempos para obtener un conocimiento de Dios por el estudio de su obra, no han sido igualadas desde entonces. Lejos de ser una era de tinieblas religiosas, fue una edad de grandes luces. Todo el mundo tuvo la oportunidad de recibir instrucción de Adán y los que temían al Señor tuvieron también a Cristo y a los ángeles por maestros. Y tuvieron un silencioso testimonio de la verdad en el huerto de Dios, que durante siglos permaneció entre los hombres. A la puerta del paraíso, guardada por querubines, se manifestaba la gloria de Dios, y allí iban los primeros adoradores a levantar sus altares y a presentar sus ofrendas. Allí fue donde Caín y Abel llevaron sus sacrificios y Dios había condescendido a comunicarse con ellos. PP 63.1 El escepticismo no podía negar la existencia del Edén mientras estaba a la vista, con su entrada vedada por los ángeles custodios. El orden de la creación, el objeto del huerto, la historia de sus dos árboles tan estrechamente ligados al destino del hombre, eran hechos indiscutibles; y la existencia y suprema autoridad de Dios, la vigencia de su ley, eran verdades que nadie pudo poner en tela de juicio mientras Adán vivió. PP 63.2 A pesar de la iniquidad que prevalecía, había un grupo de hombres santos, ennoblecidos y elevados por la comunión con Dios, que vivían en compañerismo con el cielo. Eran hombres de gran capacidad intelectual, que habían realizado obras admirables. Tenían una santa y gran misión; a saber, desarrollar un carácter justo y enseñar una lección de piedad, no a los hombres de su tiempo, sino también a las generaciones futuras. Solo algunos de los más destacados son mencionados en las Escrituras; pero a través de todos los tiempos, Dios ha tenido testigos fieles y adoradores sinceros. PP 63.3
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