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Orientación Universidad
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Resumen- Eduardo Posada Carbó, La nación soñada Capítulo 5 “Intelectuales en tiempos de crisis”, Resúmenes de Derecho Constitucional

Eduardo Posada habla en este capítulo de la esperanza de que Colombia se convierta en la nación que la mayoría de los colombianos soñamos, siendo así, un país pacífico, sin violencia, “liberal” y democrático.

Tipo: Resúmenes

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¡Descarga Resumen- Eduardo Posada Carbó, La nación soñada Capítulo 5 “Intelectuales en tiempos de crisis” y más Resúmenes en PDF de Derecho Constitucional solo en Docsity! Eduardo Posada Carbó, La nación soñada: Capítulo 5 “Intelectuales en tiempos de crisis” Intelectuales en tiempos de crisis Después de que ingrese a la universidad javeriana en el año 1974 fui invitado a participar en un grupo de estudio en la cafetería ubicada al lado del edificio Pablo VI. En los inicios en la integración a este grupo, recuerdo que leí el panfleto de Lenin, ¿Qué hacer?, al lado de otro texto que había adquirido en la librería El Zancudo frente de la Universidad, el socialismo criollo aplicado por Rafael Uribe también fue objeto en la charla, aunque el interés social lo ocupaban los “clásicos”. Por otro lado, una universidad privada y confesional, podría ser apenas el pasatiempo de algunos, adquiría un tamaño abrumador en los colegios y universidades públicas. En 1970 Vera Grabe, una exguerrillera del M-19, ingresó a la Universidad Nacional, al llegar a la universidad encontró los muros llenos de grafitis expresando siglas, consignas, todas sobre la revolución y el pueblo, la mayoría sobre las armas, además, el Che Guevara coronaba el conjunto, y junto a él la imagen de Camilo Torres. Y aquí, a diferencia de otros países todavía sobreviven algunos. Pero aquí paradójicamente, la democracia liberal logró mantenerse firme mientras los militares tomaban el poder en tantos lugares de la región. Sí pudiera ofrecer, algunas reflexiones sobre la forma cómo, en tiempos de crisis, algunos de nuestros más destacados relevantes que han inferido en la nacionalidad política, y como tales situaciones ignoradas, menospreciando las tradiciones liberales y democráticas hasta negarle el valor al curso de nuestra historia. La palabra “intelectual” es notable a finales del siglo XIX en Francia, tras el debate provocado por el juicio a Dreyfussen el que intervinieron importantes hombres de letras de la época como Emilie Zola, desde ahí, el intelectual no es solo el que se ocupa de los asuntos de la mente, sino quién además comunica sus ideales y las comparte con la sociedad. Y sigo el ejercicio con dos figuras notables contemporáneas, aunque de distinta generación, en tiempos de crisis más reciente. Antes que identificar líneas de continuidad o fuentes comunes entre estos intelectuales, me interesa mostrar cómo las ideas humillativas sobre la nación y sus instituciones. No obstante, el objetivo inicial de este capítulo es dar a conocer el abandono intelectual de la democracia liberal en Colombia, su sobrevivencia en medio de amenazas, pero ese abandono no fue total. Dedico una sección a examinar el papel de quienes mantuvieron la defensa de la institucionalidad liberal y democrática en épocas revolucionarias. En las conclusiones, reflexiono sobre lo que podría llamarse la gradual reconciliación de los "intelectuales progresistas" con la democracia liberal en Colombia. La nacionalidad en manos letradas Cuando el congreso cerro en 1949 marcó una señal en la carrera desinstitucionalizadora cuando se desataba la violencia, desembocó en la dictadura militar general de Pinilla. En este año, Eduardo Caballero Calderón -"el mejor escritor vivo del país" según Jacques Gilard, publicó Cartas colombianas, donde recogió sus impresiones de los departamentos que acababa de visitar como registrador electoral. Años más tarde, durante el régimen dictatorial, aparecía la indagación sociológico de la historia colombiana, Luis López de Mesa-figura “difícilmente igualada”, no logró identificar la existencia de una nación, sólo vio divisiones y desarticulaciones. Además, López de Mesa hizo al final un recuento de lo que aportaba las ciencias y las artes a la cultura nacional, pero tal esfuerzo por destacar lo “privativa-mente suyo” del país se vio desbordado por su otro derrotero de una “cultura poco auténtica”, esa aparente orfandad de una cultura nacional propia. Cómo López de Mesa y Eduardo Caballero Calderón también creyó que los colombianos no éramos una nación y que nuestra historia debía considerarse “como una serie de frustraciones continuas”, Pero en él, tanto sus sentimientos de vergüenza nacional como de adversidad a la política están mucho más marcados. A si mismo, el discurso antipolítico de Caballero Cagentes, merece atención, no sólo por su contenido, sino por la misma experiencia antes de escribir los textos aquí examinados. Había sido diputado en las asambleas de Boyacá (1933), Cundinamarca (1943) y funcionario del Ministerio de Relaciones (1934, 39-41, 46-48), como ya lo observé, sus cartas colombianas fueron el resultado de su correría por varios departamentos del país para tratar de dirimir allí, en su condición de supuesto registrador, disputas electorales. Entonces, Sánchez observa que “atrapados por la confrontación partidista, los intelectuales de la década de 1950 perdieron, o carecían de, la autonomía que les hubiera permitido intelectual de las entrañas lopistas en el MRL, quien en medio de la discusión expresó que se sentía “totalmente interpretado” en las opiniones por Camilo Torres. Finalmente, la afiliación política de casi todos los diarios, desde sus orígenes, condicionó un periodismo partidista, que hoy no recibe mayores créditos. Sus valores merecen ser seriamente reconsiderados. Como lo ha observado Jorge Orlando Melo, la “multiplicidad de periódicos de diferentes perspectivas hay una opción de pluralismo informativo”. Y por encima de cualquier división partidista, tenían los principios de la democracia liberal y a sus instituciones y así escuchar y hacer comunicar a la comunidad estas perspectivas. Conclusiones Quise indagar aquí las razones del desprecio intelectual contemporáneo por nuestras tradiciones liberales y democráticas descritas en capítulos. Comencé con una opinión sobre el clima de opinión percibido. Antes de que esa fiebre revolucionaria irrumpiera entre 60´s a 70’s, la democracia liberal colombiana perdió defensores entre influyentes hombres. Es considerado el aprecio entre destacados académicos como Eduardo Pizarro León Gómez, quien ha observado que la tradición electoral y la tradición democrática, es un capital político enorme que los colombianos no hemos valorado suficientemente”. Por último, el cambio de perspectiva frente a las tradiciones liberales y democráticas colombianas han sido vistas en diferentes localidades. La hostilidad sobreviviente de algunos ignorantes contrasta con la receptividad de otros, la superación definitiva exigirá esfuerzos intelectuales nacionales se cumplan con un doble propósito (sugerido en algunas parte del libro) y reencontrarnos con los valores del liberalismo y la democracia para devolverle sentido a la nacionalidad. Comentario Eduardo Posada habla en este capítulo de la esperanza de que Colombia se convierta en la nación que la mayoría de los colombianos soñamos, siendo así, un país pacífico, sin violencia, “liberal” y democrático. Donde se enfoca en hablar que el futuro de la nación depende de una buena parte del intelectual colombiana. Se basa en creadores como artistas, periodistas, historiadores y científicos sociales entre otros para poder visualizar un país y una nación unida.Posada cree que la visión izquierdista es inexacta ya que para él las tradiciones “liberales” y “democráticas” las describe en una forma diferente, en definiciones estrechas. El “liberalismo” lo describe para limitar el poder del Estado, mientras que la “democracia” la describe sobre todo con las elecciones. Para Posada, tanto el “liberalismo” como la “democracia” carecen de algo fundamental, la relación con la violencia (un término muy marcado en la historia de Colombia). Finalmente concluyo que el capítulo de Posada puede que no sea una buena historia, pero en la medida en que ayude a extinguir los mitos de la izquierda, contribuirá a su modo para que se logre la nación soñada.
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