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Orientación Universidad
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resumen historia antigua, Resúmenes de Historia antigua

resumen historia antigua parcial historia

Tipo: Resúmenes

2021/2022

Subido el 02/01/2023

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¡Descarga resumen historia antigua y más Resúmenes en PDF de Historia antigua solo en Docsity! Pági naP AG E \* ME RG EF OR MA T1 Cuartero, María – 2017 –Resumen variado – Liverani, “El Antiguo Oriente”. Final Historia Antigua Eje 1: ⮚ Ubicación geográfica y características generales de la historia de los pueblos del Cercano Oriente: mesopotámicos, egipcios, hebreos y persas. ⮚ La concepción de realeza en cada Estado. ⮚ Contactos económicos y culturales. Modos de vida. Creencias religiosas. Analogías y originalidades. Línea de tiempo: V milenio a.C. Período de “El Obeid” IV milenio a.C. Período de Uruk y Período Yemdet Nasr III milenio a.C. Período Dinástico Arcaico Ciudades sumerias Imperio acadio Renacimiento sumerio 3.500 a.C. Uruk Antiguo 3.200 a.C. Uruk Tardío 3.000 a.C. Protoliterario 2.900 a.C. Sumerio Dinástico 2.350 a.C. Akkad 2.200 a.C. Dominio Guti 2.100 a.C. III Dinastía de Ur 2.000 a.C. Babilonia 1.782 a.C. Hammurabi 800 a.C. Asirios Siglo XX a.C. Imperio Asirio Siglo XIX a.C. Imperio Asirio Siglo XVIII a.C. Imperio Babilónico Siglo XVII a.C. Imperio Babilónico Siglo XVI a.C. Mitanni y Kassitas Siglo XV a.C. Mitanni y Kassitas Siglo XIV a.C. Imperio Medio Asirio Siglo XIII a.C. Imperio Medio Asirio Siglo XII a.C. Imperio Medio Asirio y Arameos Siglo XI a.C. Arameos Siglo X a.C. Arameos Siglo IX a.C. Imperio Nuevo Asirio Siglo VIII a.C. Imperio Nuevo Asirio Siglo VII a.C. Imperio Nuevo Asirio e Imperio Neobabilónico Siglo VI a.C. Imperio Neobabilónico e Imperio Aqueménida Siglo V a.C. Imperio Aqueménida Siglo IV a.C. Batalla de Gaugamela e Imperio de Alejandro Siglo III a.C. Imperio Seléucida Siglo II a.C. Imperio Seléucida y Partos Siglo I a.C. Partos Siglo I Partos Siglo II Partos y Alto Imperio Romano Pági naP AG E \* ME RG EF OR MA T1 Cuartero, María – 2017 –Resumen variado – Liverani, “El Antiguo Oriente”. Siglo III Imperio Sasánida, Bajo Imperio Romano e Imperio de Palmira Siglo IV Imperio Sasánida e Imperio Romano de Oriente Siglo V Imperio Sasánida e Imperio Romano de Oriente Cultura Halaf: 6100 a. C.– 5400 a. C. Cultura Hassuna-Samarra: 5600 a.C.–5000 a.C. Mehrgarh: 7000 a.C.-2.000 a.C. El Obeid: 5000 a. C.–3800 a. C. MESOPOTAMIA Neolítico: primeros establecimientos del Cercano Oriente: Siria, Palestina, Alta Mesopotamia: Jarmo, Umm-Dabaghiyah, Hassuna, Samarra, Tell-Halaf. Paso de la economía de depredación a la economía de producción. Décimo milenio: primeras experiencias agrícolas. Séptimo milenio: sedentarización, desarrollo de nuevas técnicas y comercio. Cuarto milenio: primeras comunidades organizadas Características generales: Edificios de planta rectangular, cerámica tosca, relaciones comerciales con Anatolia y Armenia. Almacenamiento en silos (Tell- Halaf). BAJA MESOPOTAMIA Principales yacimientos: Uruk, Eridu, El Obeid. Eridu: edificado en torno a un templo, cerámica monocroma y geométrica, posibles sumerios. Pági naP AG E \* ME RG EF OR MA T1 Cuartero, María – 2017 –Resumen variado – Liverani, “El Antiguo Oriente”. Otro canal de supervivencia de datos e imágenes sobre el antiguo Oriente en la cultura europea son los autores clásicos, representantes de un mundo (primero helénico, luego helenístico y más tarde romano) contemporáneo. A partir de Heródoto se afianzó una imagen y un uso de Oriente como lugar geométrico de los elementos de polaridad con respecto al Occidente “nuestro”. Es así como se consolidaron los mitos del despotismo oriental (opuesto a la democracia occidental), el inmovilismo tecnológico y cultural (opuesto al progreso de las civilizaciones europeas), y la sabiduría oculta y mágica (opuesta a la ciencia laica y racional de los griegos y sus herederos). Se debe hacer paso de esta antropología de la contraposición a una de la diversidad (en la que cada cultura es distinta de las demás, pero ninguna es privilegiada). Los comienzos de la escritura no son un hecho aislado, sino que se enmarcan en los procesos de especialización laboral y diferenciación social, de constitución de unidades administrativas y políticas complejas, de asentamientos humanos más amplios. Es igual que la formación de las ciudades, del estado, de una estratificación socioeconómica, en una palabra, es la culminación del proceso llamado “revolución urbana”. Las culturas del Oriente Próximo antiguo surgieron de esta revolución urbana, que se completó hacia 3.500 a. C. tras un largo período de formación. Antes de ellas, y en torno a ellas, las culturas de nivel prehistórico presentan un nivel distinto (y menos complicado) de agregación política, logros tecnológicos, control social y modo de producción. También la etapa final, que en nuestro caso coincide con la formación del imperio persa (500 a. C.), al que le seguirá en breve el helenismo, coincide con un fenómeno histórico importante: la inserción plena y definitiva de Oriente Próximo en hechos históricos y formaciones políticas de escala suprarregional. Al núcleo central y precoz de la Baja Mesopotamia se suman otros en Egipto, Irán, Asia central, valle del Indo, Egeo y sur de arabia. Todas estas zonas presentan unos caracteres originales distintos, pero con lazos entre sí. El área del oriente Próximo no se puede delimitar netamente: los límites son precisos al oeste (Mediterráneo) y al noroeste (mar Negro), más imprecisos al norte (Cáucaso, estepas de Asia central) y al sur (desierto de Arabia) y más abiertos al este (meseta de Irán, golfo Pérsico). Sin duda, toda la región se mantiene unida por lazos culturales, políticos y comerciales muy fuertes, pero cada zona mantiene siempre unos rasgos originales muy marcados. Todo el período estudiado (3.500 a 500 a. C.) tiene una continuidad y compacidad, conferidas por la consolidación y penetración progresiva del modelo urbano y del estado palatino. Los caracteres originales: Próximo Oriente tiene una extensión de unos 2.000.000 km2. Se trata de un área caracterizada por su variedad, acentuada por el relieve y los tipos de suelo, las precipitaciones y el clima, la vegetación y la habitabilidad. El relieve llega a 3.500 y 4.000 m en el Taurus, el Ponto y los Zagros, y sobrepasa los 5.000 m en Armenia (Ararat), mientras la depresión del mar Muerto (-395 m bajo el nivel del mar) es la más profunda del mundo. Se suceden las cordilleras, las llanuras aluviales y a veces los desiertos. Grandes ríos, como el Tigris y el Éufrates, atraviesan zonas que si no fuera por sus aguas estarían condenadas a una aridez casi total. Hay zonas de gran concentración demográfica, en estrecho contacto con otras casi despobladas. Para dar una imagen simplificada de Oriente Próximo se suele hablar del “creciente fértil”: un semicírculo de tierras fértiles, de regadío, adecuadas para el asentamiento agrícola y urbano, se extiende desde Pági naP AG E \* ME RG EF OR MA T1 Cuartero, María – 2017 –Resumen variado – Liverani, “El Antiguo Oriente”. Palestina hasta Mesopotamia, limitando al sur con el desierto siroarábigo y al norte con las tierras altas anatólicas, armenias e iraníes. Pero la realidad es más compleja, por ej. las tierras de regadío están interrumpidas por cordilleras menores y franjas desérticas, por lo que la discontinuidad ambiental es un rasgo estructural de Oriente próximo. El punto nodal es la soldadura de dos zonas distintas. A través de él pasan, en ambas direcciones, experiencias y productos, hombres y tecnologías. A veces los fenómenos facilitados por en punto nodal provocan un desplazamiento físico de los núcleos humanos (ej. trashumancia de pastores que aprovechan los puntos nodales de tipo montaña/llanura), y se obtiene un acceso privilegiado a recursos variados y complementarios. El hecho de los puntos nodales sean múltiples y cercanos unos a otros mantiene un fuerte dinamismo cultural en toda la región de Oriente Próximo. La imagen de un Oriente Próximo centrado en la llanura de la Baja Mesopotamia (donde se hallan las mayores extensiones agrícolas y concentraciones urbanas) rodeada de una población más discontinua, subordinadas cultural y políticamente al centro y suministradoras de materias primas para éste último, es una simplificación de la realidad, una mirada “mesopotamocéntrica” en la que se sacrifican otras culturas, el pluralismo. La densidad humana está vinculada a la producción agrícola, por lo que se localiza en las llanuras, sobre todo si son de regadío. En los valles aluviales se sitúa la mayoría de los cultivos y asentamientos humanos. Pero carecen de materias primas: no tienen bosques (madera), pastos (lana), metales ni piedras. Estos recursos se encuentran en las montañas y en las mesetas semiáridas, zonas en las que no puede haber asentamientos urbanos ni cultivos de regadío. Entre estas dos zonas ecológicas complementarias se establece un intercambio desigual, con transferencia de bienes materiales desde las zonas de recursos hasta las de poblamiento, y con transferencias (sobre todo de todo ideológico) en sentido contrario. El paisaje ha sufrido cambios debido a la actividad de los hombres; por ej. la deforestación: a las primeras deforestaciones neolíticas, les siguieron unas deforestaciones más importantes en la Edad del Bronce, cuando por exigencias de la urbanización se talaron también los bosques de las montañas de tronco alto (para la construcción), además de los restos de bosques de las llanuras agrícolas; con la Edad del Hierro se acentuó la explotación agropastoral de las zonas de montañas y cerros, donde la deforestación y el pastoreo excesivo llevó a la pérdida de toda la cubierta arbustiva, al lavado de suelo (al quedar éste sin protección ante las precipitaciones). El poblamiento: la variedad de paisajes que caracteriza a Oriente Próximo se traduce en un poblamiento humano de acentuada discontinuidad espacial. Por lo general, la población se concentra en las llanuras aluviales y en los nichos entre montañas más favorecidos, ocupa importantes zonas de cerros y mesetas, y se aparta de la montaña boscosa y de la estepa árida. Se pueden nombrar 3 principios: 1-sobra tierra para la población, 2-el agua disponible es lo que permite preparar la tierra para hacerla productiva, 3-pero es el trabajo humano lo que hace posible la organización infraestructural de las aguas y la tierra para su explotación. Los tres elementos se condicionan mutuamente, y el poblamiento, condicionado por los recursos alimentarios, condiciona a su vez su producción. El proceso de dilatación demográfica es lento y trabajoso. Opción entre dos modelos: Pági naP AG E \* ME RG EF OR MA T1 Cuartero, María – 2017 –Resumen variado – Liverani, “El Antiguo Oriente”. ✔ Una comunidad de dimensiones reducidas tiene menos posibilidades de sobrevivir, corre un riesgo mayor de sucumbir a crisis violentas (terremotos, enfermedad, sequía, etc.), y también tiene menos posibilidades de perpetuarse (incompatibilidades matrimoniales, edad matrimonial, etc.). Sin duda, una comunidad más numerosa acusa mejor las crisis menores (puede quedar diezmada, pero no extinguirse), conservando una adecuada base de recuperación y ofreciendo a sus miembros un número mayor de opciones y compensaciones más frecuentes. Pero una comunidad más amplia también deberá tener una estructura más compleja, que estará expuesta a crisis mayores y colapsos importantes. ✔ Hay un modelo de desarrollo (pequeñas comunidades agropecuarias, de aldea o grupo trashumante) más lento pero más seguro, que tiende a conservar lo que ya existe, renuncia a proyectos de desarrollo y tiende a conservar intacta su reserva de recursos (ganado, tierra). Pero, hay otro modelo de desarrollo más acelerado, adoptado por las ciudades, que tiene como rasgos la concentración de excedentes y la especialización laboral; debe utilizar al máximo los recursos y sobreexplotar los medios de producción y las fuerzas de trabajo: diezmando rebaños, regando demasiado, cultivando sin interrupción, iniciando guerras. No obstante, este modelo agresivo no puede mantenerse indefinidamente, de modo que su crisis es un elemento estructural. Los modos de producción que prevalecen en el antiguo Oriente son el “palatino” (los territorios compartían el estar gobernados por un palacio central) y el “doméstico”. El primero es resultado de la revolución urbana, y se caracteriza por la concentración de los medios de producción en manos de las grandes organizaciones del palacio y el templo; por la condición servil de los productores ante los detentadores del poder político-administrativo (núcleo dirigente del palacio y el templo); por la fuerte y orgánica especialización en el trabajo; por un flujo centrípeto y redistributivo de los bienes y la consiguiente disposición jerarquizada de los sectores productivos (la mayor parte de la población, campesinos, se dedicaba a tareas de producción y entregaba el excedente al palacio, con lo que se mantenía a otros dos sectores reducidos de la población, aquel dedicado al trabajo especializado y el dedicado a la gestión. A la cabeza de este último se encontraba el rey, como personalización del poder por encargo de los dioses; a cambio los campesinos recibían la contrapartida ideológica de lo que habían entregado, vida y protección asegurada por el rey en su papel de mediador ante los dioses, lo que equivale a decir que en realidad no recibían nada o bien poco, produciéndose por consiguiente una ficción de intercambio entre el palacio y la aldea. Este intercambio simulado e irreal en sus contrapartidas es lo que la ideología dominante, elaborada precisamente en los palacios y los templos que controlaban también la información, pretendía camuflar, convirtiendo así el engaño en invisible.). En cambio, el modo doméstico es un residuo de la situación de tipo neolítico, y se caracteriza por la coincidencia de fuerzas productivas y posesores de medios de producción; por una red de intercambios (multidireccional y recíproca); por la falta de especialización a tiempo completo; y por unas unidades productivas y sectores productivos paritarios. Los dos modos se sitúan en una relación de hegemonía/subordinación, ya que el modo palatino no podría subsistir sin recurrir al modo doméstico preexistente, que es radicalmente sometido y reestructurado con respecto a la formación en la que estaba solo y era autónomo. El Estado palatino se caracterizaba, por tanto, por su fragilidad estructural, que estaba condicionada por la inexistencia de un sentimiento de cohesión nacional, consecuencia de su articulación a dos niveles, Por Pági naP AG E \* ME RG EF OR MA T1 Cuartero, María – 2017 –Resumen variado – Liverani, “El Antiguo Oriente”. Esta fase de producción incipiente está representada, sobre todo en Palestina, en Irán, Kurdistán. Entre los distintos complejos culturales existen diferencias de recursos naturales e instrumental lítico (aunque coinciden en microlitos geométricos, puntas de flecha, hoja de hoz, buriles). Si al principio se trata de grupos todavía dependientes de la caza especializada y la recolección intensiva, al final del período aparecen los primeros indicios de cultivo. El período 7.500-6.000 es plenamente neolítico: comunidades de aldea sedentarias (250-500 personas), con casas de barro o adobe, y con una economía basada en el cultivo de gramíneas y leguminosas, cría de ovejas, cabras y cerdos. Además de los centros avanzados existen otros grupos portadores de una economía más atrasada, como en el desierto de Judea que todavía son campamentos de cazadores. Los contactos interregionales alcanzan un desarrollo notable, como se puede deducir de la difusión de la obsidiana (desde Anatolia y Armenia). Empieza a tomar forma el escenario neolítico de Oriente Próximo, con comunidades de aldea productoras de su propio alimento, que se distinguen entre sí por sus recursos y el grado de desarrollo tecnológico, y mantienen una relación de intercambio de materiales preciosos y fáciles de transportar. El problema de las causas del paso de la caza-recolección a la producción de alimento no se puede resolver de forma unívoca. Las causas y efectos, los factores independientes y dependientes se entremezclan. No parece acertada la explicación de la presión demográfica, ya que en la fase de recolección intensiva y caza especializada, la población es escasa y los recursos son suficientes. Probablemente hay que tener en cuenta dos factores: uno temporal (intento de dilatar los ritmos de dependencia ambiental en la búsqueda de alimento; el cultivo, el control de los rebaños, el almacenamiento y el sedentarismo son elementos que deben ir unidos para que se dé un control a largo plazo de los medios de producción) y otro espacial (tiene que ver con el movimiento de los grupos humanos a través de distintos ecosistemas para acceder a distintos recursos). Partiendo de la diversidad en el tiempo y el espacio de los recursos disponibles, las comunidades protoneolíticas tienden a ser más estables y complementarias, interviniendo en los ciclos reproductivos y de consumo, en lugar de depender pasivamente de ellos. El Neolítico pleno: caracteres generales: a finales del VII milenio, una vez culminada la fase de producción incipiente, en toda el área de Oriente Próximo han aparecido las innovaciones básicas que caracterizan a la cultura neolítica: asentamientos en comunidades de aldea, cultivo de las plantas alimentarias (gramíneas, leguminosas), cría de ovejas, cabras, cerdos y bóvidos, se afianzan técnicas como tejidos (lana, lino), cerámica (empieza en la zona de Zagros: Tepe Guran), primera utilización del cobre forjado. Cuando este progresivo desarrollo cultural llega a su plenitud, empieza otro período (primera mitad del IV milenio) con crisis del poblamiento en todo el Creciente Fértil, de Palestina a Khuzistán. El progresivo final de la crisis sienta las bases para una expansión de población y los hallazgos tecnológicos. En el período 6.000-4.500 surgen varias culturas neolíticas, que desde el arco situado al pie de las cordilleras (donde se habían experimentado las técnicas productivas) pasaron por un lado a las mesetas iraní y anatólica, y por otro a la llanura mesopotámica, dos medios que, una vez conquistados por la colonización agropecuaria mediante operaciones infraestructurales (roza, drenaje, regadío) brindan espacios muchos más amplios que los nichos intramontanos originarios. Pági naP AG E \* ME RG EF OR MA T1 Cuartero, María – 2017 –Resumen variado – Liverani, “El Antiguo Oriente”. La base económica es agropecuaria, y se caracteriza por una fuerte selección de las especies domesticadas (cebada, trigo, carraón), cuyo cultivo en los valles aluviales depende de las primeras técnicas de regadío. El riego artificial de los cultivos (ya sea oasis en Jericó, o de tipo drenaje y canalización en cuenca fluvial como Eridu) se convierte en algo habitual, proporcionando agua en cantidad abundante y bien repartida a lo largo del año. El riego, la hibridación y la selección provocan cambios morfológicos. Al margen de la producción agrícola, perdura una importante actividad de recolección. Se practica una selección de animales (perros, ovejas, cabras, cerdos, bóvidos, burros). Esta ganadería es sedentaria (bóvidos), de corto radio (cerdos) o trashumante (cabras y ovejas); y aporta carne, trabajo, productos lácteos y fibras textiles. En algunas zonas se practica la pesca en agua dulce (ríos, pantanos) y la recolección de moluscos. Reemplazaron las pieles de animales (propias del Paleolítico y Mesolítico) por fibras vegetales (lino) y animales (lana); y se produjeron transformaciones: se convierte en un elemento esencial del utillaje doméstico los morteros de piedra para molienda de semillas, y gracias a la introducción de la cerámica (ollas) cambia la cocción y consumo de los alimentos (almacenaje). Por lo general, las aldeas son pequeñas y están diseminadas. La dimensión reducida induce a pensar que el asentamiento coincidía con unas cuantas familias numerosas, y el parentesco en la aldea estaba muy generalizado. La estructura social se centra en unos o unos pocos cabezas de familia (patriarcas), con divisiones por sexo, edad y procedencia, pero las diferencias sociopolíticas son bastante relativas (no hay diferencias significativas de rango ni siquiera en los jaguares de las sepulturas). En las comunidades hay una religiosidad difusa. Tiene dos aspectos: uno funerario (veneración de antepasados) y otro de fertilidad (humana, vegetal y animal), situado en primer plano por las técnicas de producción de alimento. Se habla de religiosidad ya que el simbolismo (representación de animales y plantas) y las representaciones femeninas (las Venus esteatopigias) reflejan concepciones sobre hechos naturales (por ej. fertilidad y mortalidad) más que personalidad divinas bien individualizadas. La estructura social se compone de familias nucleares reunidas en familias extensas y en comunidades gentilicias. Las actividades que se relacionan directamente con la producción de alimento (tejido, cerámica) se realizan en el interior de las mismas familias de productores de alimento, sin especialistas con dedicación exclusiva. No hay manifestaciones externas de la unidad comunitaria, como edificios públicos, templos o almacenes comunes. Los santuarios extrafamiliares aparecen al final del período en la zona bajomesopotámica (Eridu), peo con formas embrionarias si se compara con los del posterior período Calcolítico. Aún con la existencia de murallas (Jericó) o santuarios (Çatal Hüyük), todavía no se puede hablar de ciudades, ya que no existía un poder político central, capaz de movilizar fuerzas, ni un carácter urbano, ni un carácter público del culto (era familiar). Sigue habiendo una escasa densidad, y el grado de conflictividad (guerra) entre las comunidades se supone que era bajo (las murallas y las posibles armas no especializadas más parecen hechas para animales salvajes). La escasa jerarquización socioeconómica, el poco peso de la clase dirigente en la política y el culto, la estructura dispersa de la ocupación del suelo y de los recursos, y la dimensión local (a escala de aldea) de Pági naP AG E \* ME RG EF OR MA T1 Cuartero, María – 2017 –Resumen variado – Liverani, “El Antiguo Oriente”. la producción y de las relaciones interfamiliares, plantean la duda de si existían agregaciones de dimensión regional o alguna superior a la aldea. En los que respecta a la cultura material, sí hay agregaciones a escala regional, por ej. la tipología y la decoración cerámica fueron de gran importancia para la identificación de unidades culturales neolíticas a escala regional. Comienzas las diferencias entre “nosotros” y los “otros”. Si la dimensión económica (producción) y la política son locales, pero existen agregados culturales a escala regional y diversificaciones comarcales debidas a la ambientación tecnológica, también existen relaciones que atraviesan todo Oriente Próximo: relaciones “comerciales” (trueque) en un radio de pocos kilómetros para la comida o materiales voluminosos, y a larga distancia para materiales preciosos (pequeños y livianos). Por ej. la obsidiana (material adecuado para hacer hojas cortantes) era transportada desde los centros de suministros (Anatolia central, Armenia) a Oriente Próximo, y, dentro de ciertos límites, piedras duras, conchas marinas y metales. Así pues, Oriente Próximo, que durante el Neolítico mantiene su estructura básica de células productivas autosuficientes de influencia local (las aldeas), empieza a encaminarse hacia un “sistema regional” estructurado de forma global: zonas distintas y complementarias para recursos, con regiones caracterizadas por rasgos culturales no motivados, con ambientes más o menos avanzados tecnológicamente, y zonas más o menos pobladas. El neolítico pleno: las variedades regionales: las zonas del arco de piedemonte que habían estado en vanguardia durante la “revolución” productiva pierden esta posición cuando, en el Neolítico pleno, las técnicas productivas son trasplantadas a ecosistemas donde no podrían haberse originado, pero en cambio encuentran espacios más amplios para desarrollarse. La colonización de las mesetas anatolia e iraní, y sobre todo de la llanura aluvial mesopotámica, posibilitó la distribución de horizontes culturales por toda la extensión de Oriente Próximo. Pero una difusión amplia no tiene por qué ser compacta: las “islas” puestas en cultivo permanecen perdidas en un inmenso mar de tierras que aún no están rozadas o drenadas. Por ej. en Anatolia, en el período de producción incipiente, sólo el sur del Taurus se implica de lleno en el proceso de desarrollo. Çatal Hüyük (sur de la península de anatolia) es el yacimiento más impresionante. Aprovecha un nicho de regadío y en punto nodal entre los recursos de la llanura semiárida y las montañas boscosas. La base económica es agropastoral (trigo, bóvidos), tiene una industria lítica bellísima (por lo general obsidiana), cerámica abundante, el asentamiento es compacto (las casas monocelulares están adosadas, por lo que su fachada exterior forma un frente compacto con fines defensivos). La tercera parte de las unidades, que por lo demás son como las otras (es decir, tienen un uso de vivienda), se caracteriza por la decoración, objetos destinados al culto (fertilidad, fecundación) y estatuillas femeninas. No se trata de santuarios (dado que también sirven d viviendas) sino de un culto doméstico. Otros yacimientos guía del Neolítico: Hacilar (5.400-4.800 Anatolia, es el más pequeño, una aldea pobre, con industria lítica de poco valor); Can Hasan (4.900-4.500 Anatolia, con viviendas monocelulares que forman una colmena compacta, aparece la policromía, por una posible influencia oriental –Halaf-); Mersin (4.500-4.300 Anatolia, posee un horizonte de tipo Halaf que culmina en la “fortaleza”, resultado de la yuxtaposición de las casas que forman una barrera en el exterior, un caso más de coordinación, pero no necesariamente de programación pública); Levante (5.500-4.200 Siria-Palestina, florecen culturas Pági naP AG E \* ME RG EF OR MA T1 Cuartero, María – 2017 –Resumen variado – Liverani, “El Antiguo Oriente”. económicas de la sociedad. Por ej. la cerámica de Ubaid clásico está hecha a mano y es de gran calidad, pero ya en la fase Ubaid Tardío, se produce una decadencia técnica, debido a la producción más apresurada, en serie en grandes cantidades. El proceso culmina en el período sucesivo (Uruk Antiguo) cuando se generaliza la fabricación de cerámica en serie. Así pues, con la cultura de Ubaid nos hallamos en un proceso de formación de agregados socioeconómicos y políticos más complejos que la aldea neolítica. El punto de partida es la ampliación de la producción agrícola, que se desarrolla en la llanura mesopotámica gracias a la irrigación extensiva y la introducción del arado de tiro animal; y las líneas maestras son la incipiente especialización laboral y funcional y la consiguiente aparición de funciones de coordinación y decisión (sobre todo en torno al papel guía del templo), y de la progresiva estratificación en el seno de la comunidad. A los centros Ubaid del sur se suman otros centros septentrionales, que suceden a la cultura Halaf tardía, ya en crisis profunda. El núcleo más importante y mejor conocido es el de la región que luego será Asiria. Los yacimientos principales son Tepe Gawra al pie de los montes, y Tell Arpachiya a orillas del Tigris. En la época Ubaid las dos áreas con equivalentes en riqueza y adelantos tecnológicos, aunque difieren bastante en cuanto a ubicación ecológica y tradición cultural. Las ricas necrópolis del norte, más que la agricultura (que en Asiria es floreciente pero depende de las precipitaciones), subrayan el papel de los contactos comerciales. Abundan el lapislázuli afgano, las piedras duras iraníes, la obsidiana y el cobre (ambos de Anatolia). También en el norte, hubo un nuevo desarrollo sociopolítico. La fuerza expansiva de la cultura de Ubaid se detiene en la zona del Khabur, pero las culturas caracterizadas por cerámicas de tipo Ubaid llegan más allá, a la Alta Siria, al sureste de Anatolia (Mersin), al curso alto del Éufrates, a Irán. En los centros Ubaid típicos, tanto en el sur como el norte, la metalurgia (fusión de cobre y arsenical) alcanzó considerables niveles técnicos, siendo utilizada para herramientas y armas, no sólo decoración. Encontramos ejemplos mucho más significativos de la nueva tecnología del cobre en zonas próximas a los yacimientos del metal, como Anatolia central y Palestina. Con el Calcolítico Tardío del este de Anatolia y el Gasuliense de Palestina (3.700-3.300), se llega al final del período Ubaid Tardío y se adentra en la fase Uruk antiguo, en el valle de la Baja Mesopotamia. Entre Ubaid Tardío y Uruk antiguo no hay ruptura. El desarrollo técnico y organizativo sigue la misma dirección, sólo ocurre un cambio del tipo cerámico distintivo (Ubaid Tardío: cerámica pintada/ Uruk: cerámica pulimentada, grises y rojos). Hay yacimientos guía de la fase Uruk Antiguo en el propio Uruk (que sucede a Eridu como yacimiento guía), y en el norte, donde perdura Tepe Gawra. En Uruk la división en subfases sigue los niveles de la zona sagrada del Eanna, que en el período Uruk Tardío (el sistema está en su apogeo) formará un gran conjunto de templos. En Uruk el tipo cerámico (con sus premisas organizativas y su realización técnica) ya está presente hacia 3.500. Paralelamente, en Ur se ha encontrado una instalación para la producción cerámica con muchos hornos de alfarero reunidos, señal de fabricación en masa, extrafamiliar; y también se ha encontrado el primer torno de alfarero, que ya se había empezado a usar en el período Ubaid Tardío tanto en la Baja Mesopotamia como en Irán. El uso del torno se generaliza para todos los tipos de cerámica. En Tell Uqair, Mesopotamia central, hay un impresionante complejo de templos (“el templo pintado”). Se encuentra en un recinto que puede darnos una idea de la valoración que los edificios de los templos y sus Pági naP AG E \* ME RG EF OR MA T1 Cuartero, María – 2017 –Resumen variado – Liverani, “El Antiguo Oriente”. estructuras económicas debieron experimentar en la segunda mitad del IV milenio. Un emplazamiento y una importancia análogos tiene el templo contemporáneo de Eridu. Estos templos son los núcleos alrededor de los cuales se apiña la comunidad, que también experimenta un notable crecimiento, diferenciándose de las pequeñas aldeas. Lo mismo sucede en alguna población del norte, como Tepe Gawra donde se puede seguir la evolución arquitectónica de la zona sagrada: una evolución que comprende varios santuarios del tipo tripartito, que tienen una forma de pórtico que los distingue de los del sur. Diferencias entre el norte y el sur: el potencial productivo y demográfico de las nuevas tierras de la Baja Mesopotamia, continuamente drenadas y roturadas, configura un nicho ecológico de enormes dimensiones, que desempeña el papel de formidable centro de expansión y polarización para las áreas marginales. El área septentrional, tiene unas posibilidades limitadas de desarrollo agrícola y demográfico, manteniendo su papel como centro comercial. La expansión de la cultura Uruk Antigua, tras las huellas de la Ubaid tardía, llega a regiones lejanas (Alta Mesopotamia, Khuzistán). Aunque la exportación más precisa y revolucionaria tuvo lugar en la fase Uruk Tardío. A mediados del IV milenio, se concretan algunos elementos importantes del orden político y cultural de Oriente Próximo. La llanura de la Baja Mesopotamia encabeza el desarrollo técnico y organizativo y se convierte en el centro de las zonas aledañas. Las ciudades templo se convierten en polos de atracción y guía socioeconómica, política e ideológica. El nuevo papel desempeñado por el templo corresponde a nuevas formas de religiosidad: el sistema de las ofrendas, el carácter comunitario de los edificios de culto y la existencia de más de un templo en la misma ciudad, señalan que ya han aparecido auténticas personalidades divinas (a las que los textos del período posterior darán nombres). La comunidad humana centra en ellas sus esperanzas y temores, superando concepciones genéricas referentes a las fuerzas de la naturaleza y de la fertilidad, más bien impersonales. Esta relación entre comunidades locales y personalidades divinas cuenta, a partir de ahora, con la mediación de una clase emergente de sacerdotes, que se arroga no sólo los honores y las obligaciones de esta intermediación, sino también los honores y las obligaciones de una dirección coordinada de los comportamientos políticos y económicos del cuerpo social en su conjunto. Edad del Bronce antiguo La revolución urbana: la especialización laboral, las “grandes organizaciones”: el lento desarrollo de la colonización agrícola, las técnicas artesanales, el comercio a larga distancia y los centros ceremoniales culminan a mediados del IV a. C. en la “revolución urbana”. Se produjo en la Baja Mesopotamia, sobre todo en el centro urbano Uruk (Uruk Antiguo 3.500-3.200 a. C/Uruk Tardío 3.200-3.000 a. C.). Se trata de un hecho revolucionario, tanto por los plazos (se trata de una rápida aceleración) como por el alcance de los cambios producidos (afectan a todos los aspectos de la civilización –demográficos, ideológicos, socioeconómicos y tecnológicos- de forma radical, transformando su estructura, instaurando un tipo de organización que será válido para toda la Edad del Bronce). Pági naP AG E \* ME RG EF OR MA T1 Cuartero, María – 2017 –Resumen variado – Liverani, “El Antiguo Oriente”. ¿Cuáles son los factores primarios y derivados? Estamos frente a un mecanismo de tipo sistémico, cuyos factores interaccionan entre sí, y reciben un impulso adicional como consecuencia de esa misma interacción. La nueva organización de la explotación de los recursos es un poderoso motor de desarrollo, pero sería inconcebible sin el impulso de la especialización laboral y la concentración urbana. Las innovaciones tecnológicas recibieron el estímulo del aumento de las necesidades productivas, pero a su vez las provocaron. El aumento de productividad agrícola es la premisa fundamental que asegura a las comunidades unos excedentes alimentarios gracias a los cuales pueden mantener especialistas a tiempo completo, creando un polo redistributivo central. El salto más llamativo es el demográfico y urbanístico, pero el esencial es el organizativo. El origen de la ciudad es el origen del estado y de la estratificación socioeconómica, es, por tanto, el origen de la historia. Por primera vez se da una interacción compleja de grupos humanos en el interior de cada comunidad (estratificación social, formación de una clase política dirigente, papel sociopolítico de la ideología) y entre las distintas comunidades organizadas a escala más amplia (estados) con sus respectivas estrategias para competir por el acceso a los recursos y el control del territorio. Edad de piedra: Paleolítico/Mesolítico/Neolítico. Edad de los metales: Calcolítico (cobre)/Bronce/Hierro. Durante el período Neolítico y Calcolítico, las comunidades permanecen en la dimensión de aldea (asentamiento humano comúnmente localizado en áreas rurales, generalmente es de tamaño y población menor que un pueblo, tienden a pasar el ganado y los pastores desde los pastos de invierno a los de verano, y viceversa). Las comunidades son homogéneas, autosuficientes, existen diferencias de grado entre familias y aldeas (más ricas, numerosas, etc.). También existen especializaciones (de personas o aldeas), pero con un carácter irregular. El salto organizativo consiste en sistematizar la separación entre producción primaria de alimento y técnicas especializadas, y polarizar esta separación, concentrando a los especialistas en poblaciones más grandes, protourbanas, y dejando la tarea de producción de alimento a las aldeas dispersas. Pronto la relación deja de ser complementaria y pasa a estar jerarquizada, con aldeas tributarias de la ciudad. Hay un flujo de excedentes alimentarios que va de los productores de alimento a los especialistas, de modo que éstos puedan sobrevivir a pesar de no producir alimento. Y hay otro flujo de productos especializados y servicios que va de los especialistas a los productores de alimentos. El mecanismo es bidireccional, y supone una ventaja para toda la sociedad, pero las relaciones internas se desequilibran a favor de los especialistas. Éstos conocen las técnicas más avanzadas, por lo que poseen prestigio social y cultural mucho mayores que los productores de alimento, quienes realizan funciones tecnológicamente rudimentarias y masificadas (aunque son el 80% de la población). Los especialistas están en una posición más favorable para quedarse con un porcentaje privilegiado de alimento, beneficios y para influir en las opciones estratégicas. En el vértice del núcleo especializado y urbano se sitúan quienes desempeñan funciones administrativas (escribas, administradores) y ceremoniales (sacerdotes), son quienes garantizan la cohesión de la comunidad y la organización de los flujos de trabajo y retribución. Lo que a escala familiar y de aldea era cometido de los cabezas de familia y estaba determinado por la tradición, se convierte ahora en una tarea especializada, que incluye la toma de decisiones delicadas, basadas en la desigualdad y tendentes a acentuarla. La solidaridad ya no es opcional como lo era en las comunidades de aldea (en donde un núcleo familiar autosuficiente podía extinguirse sin especiales consecuencias), en el Pági naP AG E \* ME RG EF OR MA T1 Cuartero, María – 2017 –Resumen variado – Liverani, “El Antiguo Oriente”. campo que lo rodea (el crecimiento urbano de Uruk –Uruk Antiguo- hace que se concentre la población y desaparezcan las aldeas en un radio de varios km., en cambio, en la zona de Nippur-Adab la concentración urbana es menos acusada, por lo que el crecimiento demográfico se reparte en numerosas aldeas). Par que el acondicionamiento del territorio agrícola mediante excavación de canales y asignación de parcelas sea eficaz y productivo, debe responder a una presión demográfica (reclutar suficiente mano de obra, provisiones, gastos). Una vez terminado el canal, se necesitan familias de colonos que ocupen las nuevas tierras, para obtener beneficios que amorticen los gastos de las instalaciones. Se trata de un proceso cíclico: requiere un excedente de personas y alimento, y desemboca en una ampliación de las bases productivas y los excedentes. También son cíclicos los efectos sobre las relaciones políticas interiores: requiere una sólida base de acuerdo y eficacia para proyectar la infraestructura y realizarla, pero a su vez genera aprobación y estrecha las relaciones de dependencia orgánica con los nuevos colonos (control y reparto de aguas, centralización y reutilización de excedentes). De este modo, la demografía, la tecnología y la política progresan en estrecha relación. Las relaciones de jerarquía e interdependencia alteran el paisaje. En el campo se diversifica el estado jurídico de la tierra. En la etapa preurbana casi todas las tierras pertenecen a las familias que las cultivan. En el ámbito de la comunidad de aldea es propiedad familiar. Con la urbanización aparecen dos estados jurídicos de las tierras. Parte de ellas siguen siendo de las familias, mientras que otras pertenecen al templo y al palacio. Estas últimas van en aumento, tanto por procesos de adquisición como por iniciativas de colonización. La gestión de las tierras de palacios y templos se realiza de dos maneras: una parte es explotada directamente por la organización con mano de obra servil (son las grandes haciendas agrícolas públicas); y otra parte es parcelada y asignada en usufructo a los dependientes de la organización a cambio de sus servicios. Estas tierras del templo y el palacio configuran un nuevo paisaje agrario, con presencia humana más dispersa, que caracteriza sobre todo a los alrededores de la ciudad y a las tierras recién acondicionadas, provocando marginación de las aldeas. Para el templo/palacio los diferentes tipos de tierras suponen distintas maneras de recaudar tributos: el diezmo de las tierras de la aldea, la totalidad del producto de las tierras explotadas directamente, y el servicio especializado a cambio de las tierras parceladas. Entre las distintas tierras también se establece una interacción económica, sobre todo porque las grandes campañas estacionales, que requieren abundante mano de obra, se realizan en las haciendas de los templos/palacios con prestaciones obligatorias de los habitantes de las aldeas, lo que reduce los costes de gestión de la gran organización. En los aglomerados urbanos encontramos una diversificación que los distingue de las aldeas (cuya composición homogénea de núcleos familiares se traduce en una serie de viviendas uniformes en cuanto a tamaño y funciones). La ciudad, con su estratificación y diversificación funcional, tiene un aspecto urbanístico más complejo: edificios públicos (templos, palacios, almacenes, viviendas de familias de prestigio social y recursos económicos) muy cuidados y buen aspecto. En este tejido urbano diferenciado, el centro de atracción es el templo o mejor dicho el área sagrada (por ej. el área sagrada Eanna en Uruk). La concentración de riqueza que proporciona la urbanización posibilita la construcción de murallas, las que se justifican por la protección del patrimonio contenido en la ciudad: mercancías valiosas, reservas alimentarias, conocimientos y habilidades técnicas de los talleres artesanales, las ideologías de los Pági naP AG E \* ME RG EF OR MA T1 Cuartero, María – 2017 –Resumen variado – Liverani, “El Antiguo Oriente”. templos, etc. En cambio, las aldeas, numerosas y pequeñas, poseen una riqueza modesta como para que valga la pena amurallarlas. Su auténtica riqueza es la población, mano de obra efectiva. A la aldea abierta en medio del campo, formada por casas de escaso valor arquitectónico, y destinadas a una curación corta, se contrapone la ciudad rodeada de murallas, con un tejido urbanístico muy apretado (debido a la delimitación del espacio útil) y edificios de gran tamaño y valor arquitectónico, destinados a perdurar. La urbanización es sinónimo de edificación monumental, como tutela simbólica y práctica de la prosperidad de la comunidad protoestatal. De la calidad a la cantidad: las grandes organizaciones de los templos y los palacios son enormes aparatos redistributivos. Los excedentes, las retribuciones, los servicios y las mercancías se entrecruzan y compensan a niveles muy complejos. Los instrumentos tradicionales del saber personal y la costumbre ya no son suficientes. Para que haya un flujo proporcionado y constante en las distintas direcciones hacen falta convenciones objetivas y despersonalizadas. Tiene que haber un sistema de pesos y medidas, un sistema de numeración, de cómputo y comparación de valores, y una extensión del sistema que además de las mercancías incluya el trabajo humano, el tiempo y la tierra. Medidas (de peso, de capacidad, superficiales) ya había, derivadas de elementos antropomorfos: pulgar, codo o pie. Pero estos medidas tradicionales eran difíciles de confrontar y variaban de unos lugares a otros. El paso decisivo consistió en integrarlas en un esquema homogéneo relacionado con el sistema de numeración. En Mesopotamia, este último se basa en los multiplicadores seis y diez, y se llama sexagesimal. Por ej. el talento se divide en 60 minas, y la mina a su vez se divide en 60 siclos. Las medidas estandarizadas requieren unos prototipos garantizados y custodiados por la administración central. Si el palmo tiene que ser igual para todos, se tendrá que medir con un palmo artificial, pero oficial. De modo que la instauración de organizaciones redistributivas de carácter suprafamiliar no sólo relaciona los pesos y medidas con unos valores numéricos elementales, también se encarga de crear ejemplares modelo. Una segunda operación de normalización administrativa se refiera a la comparación de los valores para que pueda existir intercambio y redistribuciones. Se deben conmensurar cosas distintas: mercancías, trabajo, tiempo, tierra. Cuando una de estas entidades entre en un sistema redistributivo, hay que darle un valor en relación con las demás entidades. Es la administración la que decide el valor de las distintas mercancías y servicios. Otra operación esencial: selección de algunas mercancías para la función de valor normalizador (las equivalencias de todas las mercancías se hacen con respecto a una sola que se convierte en medida de las demás, por ej. utilizaron la cebada y la plata). Cuando el tiempo es homogéneo y sexagesimal, se puede insertar fácilmente en los cálculos, al igual que el cálculo de raciones (por ej. si la ración diaria es de dos litros de aceite, le darán 60 al mes; los parámetros en el sistema de raciones son el sexo y la edad). La normalización y valoración del trabajo en relación con el tiempo invertido, por un lado, y con la retribución, por otro, conduce a una normalización de los propios productos. Si un alfarero percibe una retribución fija al mes, para controlar cuánto trabaja, la administración establece los cachorros que tiene que hacer en un tiempo determinado. Él trabajará en serie y fabricará cacharros estandarizados. La Pági naP AG E \* ME RG EF OR MA T1 Cuartero, María – 2017 –Resumen variado – Liverani, “El Antiguo Oriente”. producción en masa, los parámetros dimensionales y la retribución fija hacen que la producción se estabilice. Las necesidades administrativas de las grandes organizaciones crean un mundo agrario sexagesimal, una división sexagesimal del tiempo, y un sistema fijo de cómputo de los valores y retribuciones. Convierten una realidad caracterizada por infinitas variantes individuales en un mundo computable, despersonalizado y racional. Garantías y registros: el nacimiento de la escritura: al tiempo que se ponen en práctica sistemas de cómputo y medida, la administración tropieza con el problema de garantizar la corrección de las operaciones realizadas, y recordarlas. Cuando aparecen las grandes organizaciones de la primera urbanización, no cuentan con el instrumento de la escritura. Son sus necesidades lo que les lleva a crearla. La aparición de un sistema de registro escrito es la culminación del proceso de especialización laboral y despersonalización de las relaciones laborales y retributivas. El primer paso es el uso del sello como instrumento de convalidación y garantía. Ya en la fase Calcolítica Ubaid el uso del sello está muy generalizado. Se trata de sellos de estampilla y forma cuadrangular o redonda, con figuras geométricas o de animales. Su uso equivale a una firma y permite identificar al propietario del sello. En la época Uruk aparecen importantes novedades: la forma de la estampilla es reemplazada por el cilindro, de modo que la impronta se obtiene por rotación y se pueden conseguir bandas selladas de la longitud deseada (el sello pasa de ser una firma a una garantía de que no se ha abierto el recipiente sellado); las representaciones cambian ya que aparecen escenas de agricultura, ganadería, trabajo artesanal, transporte terrestre y fluvial, escenas de guerra y surge la figura del rey- héroe (defensor del templo frente a los enemigos, o defensor del almacén frente a los animales). El repertorio glíptico de Uruk da una visión esquemática de la sociedad protourbana que lo ha creado: división del trabajo, acumulación y centralización de los excedentes, desarrollo artesano, ascensión de una clase dirigente, y en particular de un rey, su relación con el templo. Hay un deseo de obtener un repertorio que refleje la ideología de la nueva sociedad y de las grandes organizaciones a las que pertenecen los funcionarios portadores de estos sellos. La novedad más importante es su función de identificar al autor del sellado, algo crucial en el sistema de garantías despersonalizadas por el que se rige una gran agencia redistributiva. El sellado de recipientes y estancias (almacenes) en el punto de acceso o cierre (cerrojo) se convierte en un procedimiento habitual. El nudo que cierra el recipiente o la puerta son sellados con una crétula o bulla, es decir, una pella de barro en la que se imprime el sello del funcionario responsable. Cuando la crétula se seca, no se puede deshacer el nudo sin romperla, con lo que resulta imposible cualquier efracción que no esté autorizada o realizada por el propio funcionario, el único capaz de poner otro sellado válido. El sellado y la apertura se convierten en actos administrativos precisos e importantes, ya que garantizan la integridad del contenido y la legitimidad de su utilización o distribución. Esto es válido tanto para los recipientes que trasladan de un lugar a otro como para los depósitos de excedentes destinados a un uso corriente. Las puertas de los almacenes se abren y cierran siempre con la supervisión del funcionario responsable. Pági naP AG E \* ME RG EF OR MA T1 Cuartero, María – 2017 –Resumen variado – Liverani, “El Antiguo Oriente”. El clero se encarga del culto diario y reservado, o periódico y público (fiestas), gestionando la relación con la divinidad, que proporciona la justificación ideal de las relaciones de desigualdad. La comunidad, al igual que cede una parte de su producto a las divinidades (la mejor parte) para conseguir a cambio un comportamiento favorable de los fenómenos naturales (desde antaño atribuyen a personalidades divinas la responsabilidad de hechos humanamente incontrolables), también cede una parte de su producto a la clase dirigente a cambio de los servicios organizativos y las decisiones. El núcleo que gestiona la relación con la divinidad (clero) y el que gestiona la dirección técnica (burocracia) se sitúan muy por encima de la masa de la población productiva. Lo mismo que la sociedad se ha diversificado por funciones especializadas, el mundo divino aparece ahora formado por una serie de personalidades que se caracterizan por una o varias funciones, lo que se traduce en una pluralidad de templos. Una tercera función, crucial para el funcionamiento del estado, es el ejercicio y el monopolio de la fuerza con fines defensivos (defender las riquezas y las capacidades técnicas concentradas en la ciudad del enemigo exterior) y de cohesión interna (dadas las injusticias distributivas, las grandes diferencias tributarias y de posición social, si la persuasión y la ideología no bastan, el poder central puede recurrir a medios coercitivos para combatir a los rebeldes). Esta defensa incluye campañas ofensivas, en un intento de apoderarse de los productos medios de producción (hombres, tierra) de otras ciudades estado o de zonas marginales. La formación del ejército, con dos niveles distintos, es la expresión del ejercicio estatal de la fuerza. Hay un núcleo militar, formado por especialistas en la guerra, con dedicación plena. En caso de guerra se recluta un ejército de conscriptos por prestaciones obligatorias, coaccionando a toda la población. Las tres funciones, distribuidas en oficios especializados (administración, clero y milicia) se subliman y reúnen en la persona única del jefe de la comunidad, el rey. Se debe recurrir a un personaje que reúna todos los poderes y responsabilidades, y también todo el aparato ideológico. El rey no es auxiliado por ningún organismo colegiado representativo, más bien es auxiliado por consejeros técnicos y responsables sectoriales subordinados a él. La función administrativa del rey ocupa la mayor parte de su actividad diaria, como jefe del palacio, gestionado como una empresa de grandes dimensiones. Le corresponde a él tomar decisiones estratégicas y de gestión diaria. El rey se presenta como sumo sacerdote del dios de la ciudad, el gestor humano de la empresa ciudadana por encargo del dios. En la fase de Uruk todavía no hay un palacio laico, residencia del rey. El templo, casa de dios, es el centro simbólico y operativo de la ciudad. El rey es el garante de la buena marcha de las relaciones entre la comunidad humana y el mundo divino. Al rey se le atribuye la responsabilidad de la defensa de la ciudad y el pueblo frente a los ataques exteriores. El templo domina en el centro de la ciudad y constituye su eje, tanto simbólico como operativo. Su dimensión hace que se destaque entre los demás edificios, y a eso se añade su acabado exterior y su mobiliario interior. Todo ello contribuye a poner en evidencia el poder y la riqueza del templo, que en teoría es la fachada con que la comunidad se presenta ante su dios, y en realidad la fachada con que el núcleo dirigente se presenta ante la población. El papel que desempeña el templo, de simbolizar y mantener la cohesión de la comunidad, es esencial. El área sagrada de Eanna (dedicada a la diosa Inanna, máxima divinidad de la ciudad) es el mayor complejo ceremonial que se conoce de este período. Dado que el peso del sector ceremonial en el conjunto urbano se puede referir en cierto modo al grado de justificación Pági naP AG E \* ME RG EF OR MA T1 Cuartero, María – 2017 –Resumen variado – Liverani, “El Antiguo Oriente”. religiosa de la disparidad socioeconómica, nos da una idea de la carga que en términos materiales supone el desarrollo de la organización central a expensas de la comunidad en su conjunto. En el período de Uruk no hay otra forma de justificación y propaganda político-religiosa que la existencia del templo y en las ceremonias que en relación a él se celebran. La figura del rey, el prestigio de los funcionarios y sacerdotes, giran alrededor del templo. La base de la formación de las comunidades protoestatales en la Baja Mesopotamia debió ser una fe entusiasta, sin fisuras. El rey es sumo sacerdote y se aprovecha del prestigio que refleja en él la divinidad. La cohesión de la comunidad se estimula por autoidentificación, en relación con el amo divino (idea esgrimida y alabada por el núcleo dirigente, “dios está con nosotros”, sirve para mantener el orden interno) y, por oposición, frente a las fuerzas exteriores (“los demás son malos, bárbaros, agresivos y amenazan al rebaño, por lo que debemos acabar con ellos antes de que acaben con nosotros y conquistar y aprovechar sus recursos”). Difusión y crisis de la primera urbanización: el comercio a larga distancia: en el período Uruk Tardío la maduración organizativa y la disponibilidad de excedentes alimentarios permiten a las administraciones urbanas de la Baja Mesopotamia poner en marcha un sistema de comercio a larga distancia. El primer factor innovador es el incremento de las necesidades de materias primas debido a los avances tecnológicos y organizativos (metales para armas, madera para el templo, etc.); un segundo factor es la iniciativa del comercio en las grandes organizaciones, pero como la comida no es apropiada para el transporte, los excedentes alimentarios se convierten en bienes apropiados para el intercambio (telas, productos manufacturados, etc.); al parecer también aparece el agente comercial, el cual parte del centro urbano bajomesopotámico con provisión de productos manufacturados y se dirige a los lugares especiales de intercambio (intermedios entre la Baja Mesopotamia y las zonas de origen de materia prima). El origen de ciertos productos puede ser desconocido, por la importancia del centro de distribución e intercambio. Una corrección es el papel que desempeñan los propios países exportadores de materias primas, que con el estímulo de la demanda de los centros protourbanos (un “mercado” de dimensiones desacostumbradas para la época), organizan su exportación, adaptándola a los ritmos anuales de la demanda. Así pues, el estímulo del comercio también resulta muy eficaz para el desarrollo organizativo de las regiones periféricas. Desconocemos las relaciones de intercambio que realmente se aplicaron por falta de fuentes, pero sean cuales fueren las prácticas del intercambio y el papel de los países productores y los centros intermediarios, el comercio administrado de los centros urbanos se caracteriza por tener una mayor capacidad para saltarse los pasos intermediarios, organizando expediciones comerciales que llegan directamente a los lugares de origen y concentración o semielaboración de los productos buscados, con el consiguiente ahorro de tiempo y coste. Los desplazamientos se realizan por agua siempre que sea posible (Tigris, Éufrates, golfo Pérsico), sino usan burros. Las regiones periféricas, poco pobladas pero ricas en materiales, tienen la función de aportar sus riquezas para el funcionamiento del país central (y del templo de la ciudad). Pági naP AG E \* ME RG EF OR MA T1 Cuartero, María – 2017 –Resumen variado – Liverani, “El Antiguo Oriente”. Uruk: la metrópoli y las colonias: la gran fuerza de expansión de la primera urbanización se deja notar con distinta intensidad a partir del núcleo bajomesopotámico, creando, cuatro zonas concéntricas. El núcleo interior, en el que está implantada la cultura Uruk, incluye la Baja Mesopotamia (futuro país Summer) y la Media (futuro país Akkad). En algunas zonas adyacentes (Asiria, Khuzistán y Alta Mesopotamia) se encuentran verdaderos centros periféricos Uruk, con los rasgos característicos de su cultura, pero emplazados en un territorio distinto, como auténticas colonias. Más allá de las colonias hay zonas con las que la cultura de Uruk mantiene relaciones estrechas (oeste Irán). En el núcleo bajomesopotámico el yacimiento guía es Uruk, porque debió ser el centro hegemónico, a juzgar por su extensión y la importancia de su barrio ceremonial y dirigente. Este último es incomparablemente más complejo que todos los núcleos de templos anteriores, y comprende el área sagrada del Eanna, con templos, palacios, patios, y el “templo blanco” de Anu. Las grandes dimensiones del paraje urbano de Uruk, el fenómeno de desaparición progresiva de las aldeas en los campos de los alrededores, la falta de centros urbanos cerca, y la presencia de otros centros urbanos menores (tienen posición subalterna, no necesariamente una sumisión a la capital), hace pensar que Uruk era una auténtica capital que controlaba un amplio territorio. En Susa (Irán), la presencia Uruk Tardío interrumpe la secuencia local, superponiéndose a las culturas anteriores, para dar paso a la posterior cultura protoelamita (Elam se situaba al este de Summer y Akkad, en el actual suroeste de Irán. Los elamitas llamaban a su país Haltamti. El alto Elam fue posteriormente más y más identificado por su baja capital, Susa, y geógrafos posteriores a Ptolomeo la llamaron Susiana/el período protoelamita discurre entre alrededor del 3200 a. C. al 2700 a. C. cuando Susa, más tarde capital de los elamitas, empezó a recibir influencia de las culturas de la meseta iraní). En otros casos, como Habuba, da la impresión de que las colonias surgen en parajes que antes no estaban poblados, y que de pronto se ven convertidos en centros urbanos, con toda la complejidad del desarrollo urbanístico y cultural, trasplantado en plena madurez desde otros lugares. Habuba es una ciudad amurallada con un barrio sagrado y un tejido urbano muy compacto. Posee una cultura material y administrativa (cerámica, sellos, tablillas numéricas y cretulae con contraseñas) que procede de la madre patria bajomesopotámica. La interpretación de centros como Susa o Habuba como colonias de Uruk es convincente, en cambio, no resulta fácil hacer una definición política de las poblaciones de Asiria y de Khabur. Aquí el proceso de desarrollo había tenido su réplica, de modo que la aparición de los centros Uruk Tardío no tiene lugar en vacío (Habuba) o en un medio distinto (Susa), sino como culminación de una progresión interna. Además de Gawra, otro centro de extensión y desarrollo es Nínive, que durante dos milenios y medio será la ciudad más importante del triángulo asirio. Las colonias de Uruk Tardío se propagaron con fines sobre todo comerciales. Estas avanzadillas d Uruk permiten acceder fácilmente a las zonas de origen de la madera, metales y piedras duras que se necesitan en la Baja Mesopotamia. No es fácil decidir si la relación política que se instauró fue de dependencia directa o presentaba formas de integración autónoma en un sistema económico interregional más amplio. La aparición y el desmoronamiento, bastante súbitos los dos del sistema colonial Uruk Tardío hacen pensar que en su organización y mantenimiento intervino una estrategia política consciente. En las Pági naP AG E \* ME RG EF OR MA T1 Cuartero, María – 2017 –Resumen variado – Liverani, “El Antiguo Oriente”. ● Protodinástico IIIb (2500-2334   a. C.), período mejor conocido por textos hallados en   Girsu   y   Ebla . Comienzo de la dinastía de   Ur-Nanshe   en   Lagash , época de las   tumbas reales de Ur   y concluye con la unificación de la región por Sargón de Akkad . Los guti, gutis o gutu fueron un pueblo del este del Tigris, que habitaba los montes Zagros a finales del tercer milenio a.C., que desde el 2000 a. C. participaron en las luchas por dominar Acad, reino una parte del cual llegaron a ocupar primero brevemente (2180 a. C.-2175 a. C.) y más tarde por más tiempo (2159 a. C.-2116 a. C.). Aparecen en la Historia Universal cuando Naram-Sin, rey acadio, emprende una expedición punitiva en su contra. La famosa estela de Naram-Sin refleja el triunfo militar de este. Sin embargo, un siglo después los gutis se cobraron su revancha al atacar el Imperio acadio, desmantelándolo. Los gutis se impusieron en Mesopotamia durante aproximadamente un siglo, hasta que —siendo vencidos primero por el rey de la ciudad de Uruk, Utu- ḫ egal—, la resurrección política de la antigua ciudad sumeria de Ur reemplazó su poder definitivamente. En líneas generales, la fase Uruk III-Yemdet Nasr es una fase de fuerte crecimiento demográfico y económico en la Baja Mesopotamia, con tendencia a concentrarse en el centro hegemónico de Uruk. También hay una expansión en zonas como Kish y el valle de Diyala. En cambio, el Protodinástico I es una fase de crisis y retroceso, que en cierto modo se corresponde con la crisis generalizada de la primera urbanización en las zonas perimesopotámicas. En la llanura mesopotámica, gracias al potencial productivo, la institución urbana no se ve amenazada de extinción ni pasa por una crisis aguda. Pero después del gran salto demográfico y organizativo del período de Uruk, y antes del salto posterior de la segunda Urbanización (Protodinástico II-III), no cabe duda de que se produce una pausa, en las que se interrumpen las ramificaciones coloniales y comerciales. En el Protodinástico I, la Baja Mesopotamia aparece como una más entre las culturas regionales, aunque se destaca por su importancia demográfica y su estructura organizativa. En Susiana (Elam se situaba al este de Sumeria y Akkad, en el actual suroeste de Irán, el alto Elam fue posteriormente identificado por su baja capital, Susa, y geógrafos posteriores a Ptolomeo la llamaron Susiana), después del intervalo Uruk, la secuencia local sigue su curso con la cultura protoelamita. Ésta se caracteriza entre otras cosas por un tipo de escritura que tiene su origen en la escritura de Uruk IV, pero con rasgos originales, con distintos caracteres formales que expresan una lengua diferente, el elamita, en vez del sumerio. La cultura protoelamita no se limita a Susiana, y su epicentro parece hallarse más al este. El medio geográfico iraní, con cuencas agrícolas aisladas entre las montañas o al borde del desierto, favorece la formación de entidades políticas comarcales. Entre las distintas comarcas, Susiana es un caso especial, porque acusa más la influencia mesopotámica. La cultura protoelamita se propaga desde su epicentro de Malyan con mayor rapidez que la Uruk. El comercio protoelamita abarca toda la meseta y se adentra en Mesopotamia y la zona del golfo Pérsico. En el litoral del golfo, que resulta apetecible para los centros urbanizados como fuente de cobre (por ej. Omán), se difunden a comienzos del III milenio varias cerámicas del tipo Yemdet Nasr. Es posible que los Pági naP AG E \* ME RG EF OR MA T1 Cuartero, María – 2017 –Resumen variado – Liverani, “El Antiguo Oriente”. buscadores de cobre y mercaderes mesopotámicos entrasen en contacto con las comunidades locales y estimularan en ellas la formación de clases dirigentes. La cultura básica de Omán es la aldea, con economía mixta: pesca, ganadería nómada, agricultura de oasis. Pero la formación de centros locales acaba poniendo en contacto el litoral bajomesopotámico y elamita del golfo con el litoral oriental, más alejado, hasta la desembocadura del Indo en el océano Índico, donde está a punto de aparecer la civilización protoindia de Harappa y Mohenjo Daro. La Mesopotamia Protodinástica: la situación étnica y demográfica: tras el paréntesis recesivo del Protodinástico I, la secuencia formada por el Protodinástico II y III se puede investigar por primera vez a través de textos explícitos (sociopolíticos y jurídicos). Comparada con la preponderancia y el relativo aislamiento de Uruk, la situación geográfica, productiva y política del Protodinástico II-III se caracteriza por un policentrismo más acusado, con una serie de ciudades estados de dimensiones similares que se hacen la competencia entre sí. Al sur está Uruk, Ur y Eridu, al este Lagash y Umma, en el centro Adab, Shuruppak y Nippur, y al norte Kish y Eshnunna. Remontando los cursos del Tigris y el Éufrates aparecen respectivamente Assur y Mari, nuevos centros de la expansión sumerio. Otras ciudades como Khamazi (en la ladera de los Zagros) y Susa no son sumerias, pero están integradas en el sistema mesopotámico. Durante este período la población de la llanura mesopotámica es muy superior a la de todos los períodos anteriores, y está mucho mejor repartido regionalmente, aunque sigue manteniendo la configuración de islas de población aisladas entre sí por estepas áridas o tierras anegadizas. La red de canales es la base de este sistema territorial integrado. En la historia de la ordenación hídrica de la llanura aluvial, que es paralela a su estructuración política, nos encontramos en el estadio de la fricción y la difícil integración entre las distintas islas comarcales. La cohesión interna de estas últimas no implica necesariamente una cohesión del conjunto. Todas ellas se relacionan con el flujo de las aguas, y las que están aguas abajo dependen de las que están aguas arriba. De ahí la tendencia general a un desplazamiento progresivo hacia el norte de las zonas privilegiadas, acompañado de la inevitable decadencia de las zonas situadas agua abajo, a la espera de una unificación política que planifique toda la llanura, lo cual tal vez suceda demasiado tarde para evitar la crisis de las ciudades meridionales. En las zonas de regadío, pobladas y cultivadas, perdura la estructura de varios niveles: capital central, centros intermedios (funciones administrativas y productoras-transformadoras descentralizadas) y aldeas. El propio concepto de aldea entra en crisis por la influencia de la organización central. Junto a las viejas aldeas, donde viven núcleos de campesinos libres, aunque sujetos a las prestaciones y tributos al templo de la ciudad, aparecen asentamientos agrícolas que son una emanación directa de la organización central, y se encargan de cultivar las tierras de los templos con mano de obra no libre. En el marco de esta diversidad de asentamientos en la llanura, hay una diferencia entre el norte y el sur que es ecológica y sociopolítica. La diferencia ecológica es la mayor facilidad de la parte alta para controlar los cursos de agua que, en cambio, tiende a estancarse en la parte baja. La diferencia sociopolítica es el papel preponderante que posee en el sur la colonización del templo, administrada, mientras que en el norte queda un espacio más amplio para la población libre. Hubo una llegada de distintos grupos étnicos a Mesopotamia, ya que no se debe olvidar que no estuvo habitada desde siempre, sino que fue la meta de unas migraciones procedentes de su periferia. Con todo Pági naP AG E \* ME RG EF OR MA T1 Cuartero, María – 2017 –Resumen variado – Liverani, “El Antiguo Oriente”. esto, es arbitrario preguntarse si la cultura de Ubaid es sumeria, o si los sumerios llegaron al comienzo del período Ubaid o de la época Uruk. En realidad, no se sabe si su llegada fue un fenómeno migratorio datable con precisión, o una lenta infiltración. Los complejos culturales de Ubaid y Uruk están vinculados a sus zonas de desarrollo. No se puede decir que vinieron de fuera, de zonas en las que se habrían formado como tales. El desarrollo cultural mesopotámico tiene un soporte étnico y lingüístico mixto desde el comienzo de la documentación escrita. En el Protodinástico II-III los documentos sueles estar escritos en sumerio, y esto dice mucho acerca de la preponderancia de este elemento. De esta preponderancia se deriva la muy no satisfactoria simplificación de llamar sumeria a esta cultura. La realidad es más compleja. Los semitas (acadios) ya estaban presentes en esta fase, y a una proporción mayor de sumerios en el sur se opone una mayor presencia de acadios en el norte. Un análisis del léxico sumerio señala la presencia de por lo menos 3 aportaciones distintas: términos presumerios (lengua de substrato, estadio Calcolítico anterior a la primera urbanización), términos sumerios y términos semíticos prestados. Esta situación ha inducido una visión que postula un nivel presumerio, uno sumerio y una aportación acadia (los acadios eran nómadas de raza semita, pueblos originarios de la Península Arábiga, que comenzaron a moverse hacia el Creciente Fértil coincidiendo con la prosperidad de las primeras ciudades- estado mesopotámicas, en Mesopotamia fue uno de los pueblos más importantes, presentes en el área del norte de la región, en la que se incluía la ciudad de Kish) posterior. En el III milenio los habitantes de Mesopotamia tenían una clara conciencia de la diversidad de lenguas. A modo de explicación o modelo mítico de la situación de multilingüismo, la cultura sumeria propone la evolución diversificada a partir de una sola lengua (hablada en un pasado de míticos orígenes). La ciudad-templo y la estructura social: la posición central del templo en la ciudad, que se advierte desde la fase Uruk en el urbanismo y la arquitectura, aparece con más claridad, gracias a la documentación escrita, en sus dos vertientes de centro ideológico y ceremonial y centro de decisión y organización. El planteamiento arquitectónico del templo Protodinástico refleja esta bivalencia del templo. Los espacios destinados a morada divina (la clase sacerdotal sólo tiene acceso) están flanqueados por espacios para la reunión de los fieles (patios), y espacios donde se guardan las provisiones y se realizan tareas económicas y administrativas (almacenes, archivos y talleres). Existe cierta ambigüedad entre la función del templo como centro directivo de la ciudad-estado y como célula (de producción y organización, pero sobre todo de culto) en el interior de la ciudad-estado. En el período Protodinástico, el centro directivo se sitúa aparte, como palacio, mientras el templo o los templos conservan sus funciones de culto y consolidan funciones económicas, aunque ya están integradas en la organización estatal global. En el reparto de funciones entre el templo y el palacio, el primero se queda con la primacía ideológica (incluyendo la legitimación divina del poder), pero el segundo se queda con la primacía operativa. En el ámbito de la organización interna es importante señalar que la visión mesopotámica reúne templos, palacios y casa familiares en la categoría de “casa”, en el sentido de unidad productiva y administrativa, célula básica de la sociedad. Las casas privadas son patrimonio y residencia de sus propietarios y sedes de sus actividades económicas; los templos también son patrimonio y residencia de tal o cual dios, y sede Pági naP AG E \* ME RG EF OR MA T1 Cuartero, María – 2017 –Resumen variado – Liverani, “El Antiguo Oriente”. “lugal”=“rey” u “hombre grande” (destaca las dotes propiamente humanas y es paralelo al término palacio “casa grande”). Este último término sólo aparece en la época Protodinástica, mientras que los otros dos están atestiguados en la época Uruk-Yemdet Nasr. Se está produciendo un cambio general: se pasa de una identificación más completa del poder político con el templo a una separación entre el culto y la política. La aparición de la realeza laica es una contradicción, ya que sigue siendo fundamental la legitimación divina de la realeza, y por lo tanto la subordinación del rey al dios. Pero en el plano administrativo surge la necesidad de subordinar los templos a la administración estatal unificada, convirtiéndolos en articulaciones internas sometidos al poder de decisión del palacio. También se plantea el problema de las relaciones entre las ciudades estado (no sólo en lo económico- militar), sino en el plano jurídico-ideológico. La pluralidad de dioses hace que se considere legítima una pluralidad de centros políticos, más o menos uno por ciudad, es decir, uno por dios. También en la misma ciudad se suceden diferentes dinastías, y los cambios de manos del poder requieren una justificación teológica. Por lo tanto, la unidad básica es la bala (dinastía), vinculada a una ciudad y al dios correspondiente, que concede o retira su aval según el comportamiento de los monarcas. Desde el punto de vista de cada ciudad se tiende a elevar el rango del dios propio, colocándolo por encima de los de las otras ciudades, con lo cual se considera que las relaciones entre estados no son de igual a igual, sino que deben estar sujetas a una escala de valores. Se formulan unas teologías y genealogías divinas. A diferencia del resto de las ciudades, en Nippur no hay una dinastía hegemónica, pero al tratarse de la ciudad de Enlil, al que todos los sumerios reconocen como dios supremo, ocupa una posición crucial. En la medida en que la teología de Nippur adquiere preponderancia en Summer, se acrecienta el papel de Enlil como árbitro supremo del reparto de poder entre las ciudades y en cada una de ellas. Los reyes de las ciudades estado sumerias, una vez lograda la legitimación interna (aprobación de la clase sacerdotal local) y la legitimación externa (aprobación de Nippur), son administradores del territorio de la ciudad. El dios es el dueño de la propiedad y de sus habitantes, y el rey su administrador delegado. Es decir, el rey es el amo siempre que respete las convenciones sociales y religiosas que hacen que la población le reconozca como legítimo. Las funciones básicas del rey son la administración permanente de la economía y la defensa contra ataques enemigos. Tiene la responsabilidad de crear y controlar las infraestructuras productivas y el sistema redistributivo. Pero las buenas cosechas y el resultado de los enfrentamientos los decide el dios o las voluntades contrapuestas de los dioses contendientes en la guerra. El dios dejará de favorecer las cosechas o proteger la ciudad cuando el rey haya cometido alguna infracción. Por lo tanto, una tercera función de la realeza es el culto. El problema de la legitimidad es ideológico. La justificación del poder procede de la capacidad para ejercitarlo, el rey que sucede a su predecesor por la vía hereditaria normal tiene legitimidad obvia, pero no ocurre lo mismo con los usurpadores o reyes nuevos, por lo que deben realizar eficazmente sus funciones. El campesino mesopotámico, oprimido por los fenómenos naturales (inundaciones, sequías, langostas) y la insoportable administración central, necesita saber que se hace lo posible para que todo esté controlado y funcione con eficacia y justicia, en función del bien común, cuya hipóstasis (fundamento) es el dios de la ciudad. El templo despersonalizado no necesita crear una imagen que trascienda su existencia, pero el rey –hombre cuyo papel puede ser codiciado por otros- necesita crear una imagen que le haga aparecer como fuerte y justo. Por ende, las primeras inscripciones reales en objetos pretenden reclamar el poderío del rey. Pági naP AG E \* ME RG EF OR MA T1 Cuartero, María – 2017 –Resumen variado – Liverani, “El Antiguo Oriente”. El mundo divino y la fundación mítica: si la revolución neolítica había creado una religiosidad centrada en la importante cuestión de la fertilidad y la reproducción de la vida animal y vegetal, y la revolución urbana había creado el panteón politeísta con divinidades especializadas en los distintos ámbitos de la vida, la consolidación y el desarrollo de los estados crea la necesidad de una fundación ideológica del poder. La figura del dios ciudadano desempeña una función vital en la centralización de los recursos, los procesos redistributivos, la justificación ideológica del poder y la movilización laboral de todos los ciudadanos. El mundo divino es la superposición de una serie de explicaciones de carácter mitológico sobre la organización del mundo actual. La justificación cultural está vinculada al mecanismo de las ofrendas que se llevan al templo todos los días con motivo de las fiestas periódicas. El sistema redistributivo general, con sus desigualdades, se justifica al conectarlo con el sistema de las ofrendas al templo. En la realidad, la movilización de trabajadores y la concentración de los excedentes de alimento se realizan dentro del marco de una organización racional de los recursos económicos, pero al mismo tiempo se enmarcan en el ámbito de las relaciones entre el mundo humano y el divino. Los campesinos que mantienen a las capas privilegiadas de la ciudad creen que están manteniendo a la divinidad. El sistema redistributivo se apoya en el concepto de consumo, pero los consumidores son sobrenaturales. Hay una cesión de bienes presentes con vistas a una contrapartida futura: tal es el sentido básico de las ofrendas y sacrificios a la divinidad. Igual de importante es la justificación mítica del mundo en sus formas actuales. Consiste en situar la figura de un dios o un héroe fundador en el origen de los aspectos de la vida actual. Rivalidades y hegemonías: la secuencia que mejor conocemos es la de Lagash, y la disputa que enfrenta a Lagash con Umma, ciudades vecinas, por el control de un territorio con abundantes cultivos y pastos. Como punto de referencia jurídico fue el arbitraje de Mesilim, rey de Kish. Debió ser un conflicto muy importante en el ámbito político y económico, pero no debió ser el único ni el más importante de la Mesopotamia Protodinástica. Nos sirve para hacernos una idea de cómo eran las relaciones entre las ciudades estado, con frecuentes enfrentamientos por la posesión de tierras intermedias. Su ideologización las convierte en disputas entre dioses. El afán de hegemonía se va transformando en un afán de dominio universal. En lo referido a los reyes, está el caso de Lugalzaggesi de Uruk que derrotó y sometió Ur, Larsa, Umma, Nippur y Lagash (menos el Diyala, Mesopotamia central, Susiana, Kish, Mari y Ebla), controlando así toda la Baja Mesopotamia. Lugalzaggesi afirma que los confines de su poder se hallan en el mar inferior (golfo Pérsico) y el mar superior (Mediterráneo). Prevalece la ideología de un “imperio universal”. La crisis interna y los edictos de reforma: Lugalzaggesi, fundador del primer imperio, antes de convertirse en rey de Uruk había sido rey de Umma, de la que heredó la tradicional rivalidad con Lagash, aunque consiguió resolver el conflicto militarmente. Después de la victoria de Uruk, el rey de Lagash, Urukagina, todavía fue capaz de conservar el poder local. Pági naP AG E \* ME RG EF OR MA T1 Cuartero, María – 2017 –Resumen variado – Liverani, “El Antiguo Oriente”. A Urukagina se le conoce por su guerra contra Lugalzaggesi y por un edicto de reforma que arroja luz sobre los problemas sociales de su tiempo, acusando a sus antecesores de haber tolerado los abusos por parte del clero y los administradores, en detrimento del pueblo llano (él mismo se consagra como protector de este último). El contenido de su edicto es una serie de medidas que acaban con los abusos. Es un claro intento de autolegitimación, pero también se ve la crisis socioeconómica de la época. Por ej. aborda el flagelo del endeudamiento de la clase campesina libre, fenómeno relacionado con las tendencias de la época, que aceleran la desaparición de la pequeña propiedad familiar y el aumento de las propiedades del templo y el palacio. Los libres tienen cada vez más dificultades para soportar el peso de los impuestos, si un par de cosechas desfavorables ponen a las familias en apuros, el proceso de endeudamiento y servidumbre se desencadena irreversiblemente. Más allá de las responsabilidades individuales, la tendencia es imparable, con la consolidación de las organizaciones económicas públicas, el enriquecimiento de sus miembros y la progresiva crisis de las comunidades residuales aldeanas de campesinos libres. El mundo de Ebla: la segunda urbanización en la Alta Mesopotamia: en la Alta Mesopotamia, después de la decadencia del sistema de asentamientos urbanos formados por influencia de la cultura Uruk, comenzó una nueva fase de urbanización más estable y generalizada. Las antiguas poblaciones Uruk fueron ocupadas, en parte, por la nueva urbanización, y, en parte, abandonadas. La recuperación tuvo lugar durante el Protodinástico II, y culminó con el Protodinástico III. Al hablar de la primera urbanización ya se dijo que había cierta contraposición entre un florecimiento debido a la colonización meridional, procedente del país de Summer (se especula que los sumerios no fueron el primer pueblo en asentarse en la baja Mesopotamia, en el curso bajo del Creciente fértil, sino que llegaron en un determinado momento de la Edad del Cobre o Calcolítico, allá por el año 3500 antes de nuestra era, durante el período ahora denominado Uruk; la difusión de los avances de la cultura de Uruk por el resto de Mesopotamia dio lugar al nacimiento de la cultura Sumeria/ La civilización sumeria es considerada como la primera y más antigua civilización del mundo, aunque la procedencia de sus habitantes, los sumerios, es incierta, existen numerosas hipótesis sobre sus orígenes, siendo la más aceptada actualmente la que argumenta que no habría ocurrido ninguna ruptura cultural con el período de Uruk, lo que descartaría factores externos, como podían ser invasiones o migraciones desde otros territorios lejanos), que remonta el curso del Tigris y el Éufrates y crea puntos de apoyo comerciales, y otro fruto del desarrollo local, sensible a las influencias técnicas y organizativas del sur, pero dotado de su propio país interior agrícola y de una autonomía política y cultural. El escenario se repite en la edad Protodinástica. La penetración meridional está atestiguada sobre todo en las dos bases de Mari en el medio Éufrates y de Assur en el medio Tigris, que desempeñarán durante mucho tiempo esta función de puestos avanzados del sur. Pero estos puestos avanzados meridionales, cuyos templos y palacios reflejan una cultura derivada de las ciudades sumerias, se encuentran incluidos en una franja de asentamientos urbanos que va desde la Alta Siria, pasando por las cuencas del Balikh y del Khabur, hasta Asiria. En esta franja la pluviosidad (lluvia) permite los cultivos de secano y el pastoreo de cabras y ovejas. El período de mayor extensión de los asentamientos es el Bronce Antiguo II-III. Pági naP AG E \* ME RG EF OR MA T1 Cuartero, María – 2017 –Resumen variado – Liverani, “El Antiguo Oriente”. El comercio era estatal, en el sentido de que el palacio se hacía cargo de la organización de la red, y dirigía ordenadamente los bienes aportados por varios operadores, tanto públicos como privados. Los reyes y gobernadores introdujeron en ella sus cuotas de mercancías, junto con los sectores privados (familias). Todas estas cantidades se registraban en entrada, y luego se introducían en la red comercial. Los beneficios o bienes obtenidos se volvían a repartir entre las propias entidades operativas. La red controlada por Ebla se extendía sobre todo hacia la Alta Mesopotamia, donde se podían vender mejor los productos manufacturados eblaítas (telas, vestidos, objetos de bronce) y conseguir materias primas (metales de Anatolia). Otra directriz era la de la costa siria y Palestina. Más allá se encuentra Egipto, cuya presencia en Ebla se concreta en valiosos objetos faraónicos. Es probable que el contacto con un interlocutor lejano pero prestigioso como Egipto se realizara mediante canales político-diplomáticos entre ambos reyes. Lo mismo sucedió ocasionalmente con Khamazi (reino poderoso en la zona de los Zagros), con el que se mantuvo el modelo de intercambio de regalo entre las cortes reales. La red de comercio diplomático debió ser distinta y más extensa que la del comercio administrativo en la red de los karum. Por último, estaba el problema del transporte de los bienes hasta Mesopotamia. El recorrido tropezaba con dos barreras: Mari (controlaba el tránsito en el curso medio del Éufrates, por lo que se encontraba en una posición clave para la afluencia de bienes de Mesopotamia, había competencia entre Mari y Ebla); y otra ciudad que actuaba como barrera monopolista (la potencia mesopotámica más septentrional), Kish. Durante el período presargónico fue el reino de Kish, a partir de Sargón fue Akkad, pero se trató de un cambio interno, pues el rey de Akkad seguía llamándose “rey de Kish”, y esta gran ciudad seguía desempeñando su función comercial, junto con la nueva capital política de Akkad. Sin embargo, la política cambió: los reyes de Kish habían aceptado si posición como piezas de un mosaico que funcionaba de forma coordinada (Ebla – Assur – Mari – Kish – Uruk – Susa - Dilmun), pero los reyes de Akkad aplicaron la política de la apropiación, primero con los eslabones intermedios (Uruk, Mari) y luego de los centros organizadores de las principales redes exteriores (Elam, Elba). Desde el punto de vista eblaíta, a la fase de beligerancia con Mari le sucedió la beligerancia con Akkad. A la fase de predominio de Mari sigue una fase de paridad (relación de igualdad o semejanza de dos o más cosas entre sí). La crisis de Mari tal vez estuviera causada por las primeras intervenciones de los acadios (con Sargón). Después se produjo la segunda oleada expansionista de Akkad, con Naram-Sin, que atacó gran parte de la red comercial altomesopotámica y declaró haber destruido Ebla. En líneas generales, el colapso tanto del Mari presargónico como de Ebla coincidió con la expansión de Sargón y Naram-Sin, quienes conquistaron sus territorios y trataron de hacerse con el control de la red comercial. Pero la brutal intervención del rey de Akkad, que destruyó los templos y palacios de las dos ciudades sirias, lo que hizo fue desestabilizar el área, disminuir las posibilidades comerciales y facilitar las presiones de los nómadas. Con Naram-Sin empezó en Mari la línea de los sakkanakku, subordinados políticamente primero a los reyes acadios y después a los neosumerios de Ur. En la fase final del Bronce Antiguo (IV), Ebla, entre la destrucción del palacio y la llegada de los amorritas (pueblo de origen cananeo constituido por tribus nómadas muy belicosas que ocuparon Siria, Canaán y la región al oeste del río Éufrates, desde la segunda mitad del tercer milenio antes de nuestra era), se caracteriza por la modestia de las realizaciones arquitectónicas y organizativas, comparadas con el esplendor y poderío de la Ebla anterior. Pági naP AG E \* ME RG EF OR MA T1 Cuartero, María – 2017 –Resumen variado – Liverani, “El Antiguo Oriente”. La cultura protosiria: el carácter más abierto de la sociedad eblaíta, no tan centrada como la mesopotámica en sus palacios y templos, y más apegada a la estructura gentilicia, se expresa en las formas arquitectónicas. El palacio mesopotámico, en su tipología conocida de Eridu, Kish y Mari, es un cuerpo cerrado hacia afuera, con accesos angostos y vigilados, mientras que está abierto hacia dentro, con patios a los que dan las salas. En cambio, el palacio de Ebla gira en torno a un gran escenario, el patio de audiencias, abierto por un lado a la ciudad y comunicado por el otro con el interior del palacio. Por lo tanto, si bien el palacio se parece a los modelos mesopotámicos por la complejidad de sus funciones y la articulación espacial, resulta muy innovador en sus técnicas de construcción y en la ideología que revela, con un poder más accesible a la sociedad. Los templos eran numerosos pero pequeños, desprovistos de ese contexto económico y administrativo (almacenes, talleres) que en Mesopotamia los aislaba del tejido urbano para destacar su función de centros políticos y económicos. El templo sirio sólo es la residencia del dios, y el punto de referencia de ceremonias celebradas al aire libre. La fiesta no es un episodio de culto cerrado, sino episodios del proceso redistributivo que implican a toda la población. Los dioses son locales, semíticos occidentales. Dagan prevalece sobre los demás, pero son importantes Ishtar, Adda. La cultura palatina se caracteriza por su gran riqueza y exquisito refinamiento (palacios lujosos y bien adornados), que nada tienen que envidiar a los de las ciudades sumerias más importantes de la época. Hay una gran actividad intelectual y artesanal que da lugar a una cultura siria inconfundible, poniendo a su servicio los materiales preciosos que llegan desde distancias enormes (por ej. lapislázuli afgano). Hasta la cerámica, de tradición loca, posee los dos caracteres típicos de las fábricas palatinas: el buen gusto y la normalización. Un elemento central de la cultura palatina eblaíta es la utilización de la escritura cuneiforme como instrumento avanzado de administración y comunicación. Ebla comparte el empleo de la escritura originalmente sumeria, pero expresando con ella la lengua local. La segunda urbanización en Líbano y Palestina: la primera urbanización apenas había afectado a Palestina (llegando a Egipto tal vez por otra vía), pero en el III milenio, el modelo urbano se extiende también al litoral sirolibanés y a toda Palestina. En esta última, la fase del Bronce Antiguo III es una de las de mayor asentamiento junto con un aumento demográfico. Como en Siria, se establece una red jerarquizada de asentamientos, con ciudades centrales y aldeas en las que se producen alimentos. La tribu pastoral mantiene su pujanza socioeconómica y sociopolítica alrededor del sistema de asentamientos. Los rendimientos agrícolas son modestos, las dificultades climáticas considerables y la producción agropecuaria diversificada. Se destacan algunos recursos de materias primas, como los cedros del Líbano, el cobre de Araba y las piedras duras del Sinaí. Algunas ciudades grandes son: Ugarit, Biblos. Los principales centros urbanos de Palestina, como Bet Yerah a orillas del lago Tiberíades, o Megiddo, se hallan en los valles de regadío; en oasis privilegiados, como Jericó. En la fase III surgen ciudades en el extremo sur, como Tell Arad. Se trata de ciudades amuralladas, por la constante pugna entre los centros políticos por hacerse con el control del territorio agrícola, los recursos y las rutas comerciales. Pági naP AG E \* ME RG EF OR MA T1 Cuartero, María – 2017 –Resumen variado – Liverani, “El Antiguo Oriente”. Los contactos políticos y comerciales con Egipto, hacia el que empieza a gravitar Palestina, parecen estrechos. Las dos redes comerciales, de Ebla y de Egipto, estaban conectadas. Se han encontrado objetos egipcios en Biblos y Ebla. Se trata de regalos reales, personales, por lo que no se excluye que sus destinatarios fueron interlocutores prestigiosos, de lugares alejados. El lapislázuli encontrado en Egipto debió llegar a través de Ebla, Biblos o Palestina (y no costeando la península de Arabia). Pero el interés egipcio por Palestina y la costa libanesa se debe a bienes básicos: la madera del Líbano y las esencias, el cobre de Araba, la turquesa del Sinaí, el aceite de oliva y el vino. Es probable que los egipcios se hicieran con los productos buscados en el Líbano, Palestina y Sinaí por procedimientos no comerciales. En primer lugar, estableciendo con las clases dirigentes locales un intercambio desigual, que compensara el acceso a los recursos locales con objetos de prestigio reservados a los jefes. En segundo lugar, si hacía falta, imponiendo su voluntad por la fuerza. A menudo la intervención militar egipcia en el Sinaí y Palestina se presenta bajo el aspecto de represión del bandidaje de las tribus nómadas, que aparecen como elementos perturbadores de las actividades y relaciones entre estados, a causa de su agresividad. Pero algunas veces las incursiones egipcias van dirigidas a zonas agrícolas y urbanizadas. El interés de Egipto no es territorial, sino comercial; su propósito es acceder a los recursos, más que controlar directamente la periferia. La alternancia de intervenciones armadas y envío de regalos lujosos establece un control suficiente sobre las clases dirigentes locales, que también están interesadas en mantener los contactos. La intervención egipcia en Palestina no es tan importante como la de los acadios en el norte, y no tiene efectos desestabilizadores. La desestabilización de la sociedad palestina del Bronce Antiguo se producirá más bien por motivos internos, como desenlace de un intento de explotación excesiva, con una carga demográfica excesiva, de los recursos naturales y tecnológicos de la época. El cuerno exterior del Creciente fértil era el que estaba más expuesto a crisis de ajuste y reestructuración. El elemento nómada será el que provoque el fin del sistema urbano palestino en el Período Intermedio entre el Bronce Antiguo y Medio, y al mismo tiempo su beneficiario. La frontera del área urbanizada avanzó en unos siglos como nunca lo había hecho (ni volverá a hacerlo en muchos siglos), demasiado como para poder mantenerse. Acabará retrocediendo durante un breve paréntesis, para ajustarse a la nueva situación. El Imperio de Akkad: el imperio universal y su realización: Sargón, rey de Akkad, es un hombre nuevo en el escenario político mesopotámico. La tradición fabulará sus orígenes, su carrera como copero del rey de Kish Ur-Zababa, y por último su toma del poder como rey de la nueva capital, Akkad. La ascensión del hombre nuevo, por lo general de origen nórdico, despeja el camino a nuevas tendencias en la concepción de la realeza (en vez de sagrada y administrativa, heroica y guerrera), en los horizontes de acción política (esta vez se extiende del mar inferior al mar superior), y en la consolidación del elemento semita, junto al sumerio (y en cierto modo contra él). Semita: El término semita hace referencia a los pueblos citados en la Biblia, descendientes de Sem, segundo hijo de Noé. Los antiguos pueblos de habla semítica incluyen a los habitantes de Aram, Asiria, Babilonia, Siria, Canaán —incluidos los hebreos— y Fenicia. Los pueblos de lengua semita estaban constituidos por un conjunto heterogéneo de pueblos y etnias, todos ellos pertenecientes a la antigua familia lingüística semita. Pági naP AG E \* ME RG EF OR MA T1 Cuartero, María – 2017 –Resumen variado – Liverani, “El Antiguo Oriente”. locales, lo que provoca una revolución en los valores tradicionales. Esto trajo consecuencias negativas (se caracterizó a Naram-Sin como un rey impío que está condenado al fracaso por tomar decisiones sin consultar a los dioses), problemáticas (problema de la mortalidad y humanidad del rey, a pesar de sus aspectos divinos), y positivas (la innovación será recuperada por los propios reyes del sur sumerio). Una cosa es la conquista, y otra la gestión del imperio. Está el núcleo, una zona que abarca desde el norte de Akkad hasta el golfo Pérsico; y las zonas periféricas. En el núcleo del imperio el dominio de Akkad se ejerce de un modo compacto, aunque no directo. El gobierno de las ciudades se deja en manos de los ensi locales, que dependen del rey de Akkad, pero conservan cierta autonomía. Sigue estando en vigor el principio dinástico, de modo que los ensi de Akkad no son gobernadores, sino dinastas subordinados al nombramiento imperial. Existe una difícil relación entre el emperador acadio y el dinasta local: en el aspecto administrativo (hay una penetración económica acadia, con compra de tierras a la corona y la existencia de colonias agrícolas en los territorios del sur, que sustrae territorio a los templos en su gestión de las tierras públicas, e inicia un proceso de unificación); en lo religioso (aparece un contraste entre en norte y el sur: el norte está representado por la deificación del rey y el papel de la diosa de Akkad, Ishtar; y el sur está representado por los dioses de las ciudades y la divinidad sumeria hegemónica, Enlil, dios de Nippur). Con las zonas periféricas se sigue una estrategia distinta. Su importancia ideológica es esencial, ya que el dominio sobre estas zonas permite alardear de un imperio universal. La periferia no se puede controlar directa y unitariamente, ya que su extensión es demasiado grande. Fuera de Mesopotamia los intereses de Akkad son comerciales. Lo principal es controlar las vías de comunicación, y esto se puede asegurar mediante la relación de dependencia de los ensi locales, mediante acuerdos con potencias demasiado fuertes como para ser reducidas a centros subalternos (Elam), y por último mediante la creación de bases fortificadas acadias en territorio indígena, como el palacio de Naram-Sin en Tell Brak. Nos hallamos a medio camino entre el tipo de organización que sostenía el comercio protohistórico de Uruk y el tipo más compacto y territorial que implantará el imperio de Ur III. La solución acadia deja un amplio margen en el propio núcleo del imperio, sobre todo en el sur sumerio, para la rebelión política y la oposición religiosa, y deja en la periferia un amplio margen para el desarrollo de las entidades estatales locales, subordinadas a los núcleos coloniales acadios. Pese a estas limitaciones, el organismo creado por Sargón y sus sucesores hace gala de un enorme poderío militar, político y comercial, como queda demostrado por sus victorias en los enfrentamientos con Ebla (provocó su desaparición) y Elam (la redujo de su poderío). El poblamiento y la administración: la capital acadia es Akkad. La distribución de los asentamientos en la Baja Mesopotamia no muestra cambios significativos, y parece que predomina la continuidad con respecto al Protodinástico III. Evidentemente, las rupturas políticas que jalonan la consolidación de la nueva dinastía no se corresponden con rupturas en los ámbitos demográfico y económico del país que, sin embargo, acusarán la crisis final. Erróneamente se afirmaba en el pasado que con Sargón el elemento semita predominó sobre el sumerio. Pero se ha demostrado que ya en el Protodinástico había semitas en Mesopotamia, y que no se Pági naP AG E \* ME RG EF OR MA T1 Cuartero, María – 2017 –Resumen variado – Liverani, “El Antiguo Oriente”. propagaron por migraciones masivas. También se ha probado que, en las luchas que enfrentaban a unas ciudades con otras, las diferencias de composición étnica no tenían un significado especial. Pero es cierto que la toma del poder en Akkad, ciudad del norte, centro de una zona con población mayoritariamente semita, alteró la situación global. Por ej. las inscripciones reales y los textos administrativos hacen uso del acadio, en vez del sumerio. El hecho político se inserta en unas tendencias de fondo. La primera tendencia es de carácter ambiental: el desplazamiento del centro político al norte está relacionado con la interconexión hídrica de la llanura mesopotámica, que inevitablemente provoca una crisis en los tramos situados aguas abajo a medida que aumenta la población y la explotación agrícola en los tramos situados aguas arriba. La segunda tendencia es de carácter etnolingüístico: los sumerios, que durante más de un milenio habían sido el principal elemento en la Baja Mesopotamia, son un grupo lingüístico aislado. En cambio, el elemento acadio en Mesopotamia central tiene tras de sí una enorme reserva de poblaciones semitas que comprende la Alta Mesopotamia, Siria y Palestina. La difusión y el desplazamiento hacen que, a la larga, cobre importancia el elemento que asimila más fácilmente a los nuevos grupos de inmigrados. Este es el caso de los acadios con las infiltraciones procedentes del oeste. En este marco general, la política de la dinastía de Akkad tiene un efecto multiplicador. A la conquista del sur por Sargón le siguió un proceso de colonización, durante el cual unos dirigentes administrativos acadios se instalaron en algunas ciudades del sur, y unos grupos de campesinos y arrendatarios emigraron hacia tierras antes sumerias. Había problemas tales como la diferencia de lenguas, diversidad de usos y tradiciones jurídicas sobre todo en la propiedad de tierras. No es casual que se disponga de más datos sobre la propiedad familiar y real, y menos sobre la propiedad del templo. La propiedad familiar está más arraigada en el norte, donde la estructura social estaba más influida por el ordenamiento gentilicio y acusaba menos la influencia del poder del templo, que en el sur estaba íntimamente relacionado con el desarrollo de la primera urbanización. En cuanto a la propiedad del rey, la dinastía de Akkad aplicó una política de centralización de tierras bajo la gestión directa de la corona. Junto a estas tierras compradas, se sumaron otras apropiadas por derecho de conquista, de modo que la casa real acumuló un importante patrimonio al margen de las administraciones de los templos, que mantenían su autonomía aunque políticamente dependieran del palacio. El sumerio y el semítico coexisten, pero se impone una escritura imperial. Es el comienzo de la unificación de la escritura y la administración en la Mesopotamia central y meridional, que culminará en la época neosumeria, a consecuencias de otra unificación política más compleja (III dinastía de Ur). El comercio y la periferia del imperio: Sargón dirigió su ejército hasta Tuttul, por un lado, y hasta el golfo Pérsico, por otro. Naram-Sin hasta Ebla y Magan. Bajo la dinastía de Akkad los horizontes, en poco tiempo, se ampliaron enormemente. El comercio protohistórico y los contactos comerciales entre las ciudades sumerias del Protodinástico tenían ya la misma amplitud. Sin embargo, este tráfico se realizaba a través de multitud de pasos intermedios, que facilitaban la afluencia de mercancías lejanas, pero los costes y el tiempo invertido restaban eficacia. Al parecer, el proyecto de los reyes acadios consistía en hacer que la esfera comercial y la política coincidieran, y llegar directamente a las fuentes de las materias primas sin pasar por la red de intermediación. Pági naP AG E \* ME RG EF OR MA T1 Cuartero, María – 2017 –Resumen variado – Liverani, “El Antiguo Oriente”. Para ello había que apoderarse de las redes comerciales que estaban en manos de Ebla al norte, de Elam para la meseta iraní, y en el golfo Pérsico giraban en torno al puerto de Dilmun. Las expediciones de los reyes de Akkad fuera de Mesopotamia se dirigen al corazón de estos tres circuitos. Sargón distingue entre una esfera de control político y conquista militar, que corresponde a Mesopotamia central y meridional, y una esfera de comercio exterior, ejercido por los propios acadios, en el oeste, o sus socios, en el este. Manishtusu y Naram-Sin cambian de política y procuran apoderarse de los circuitos de Ebla, Elam y, proporcionando botines sin alterar el estatus político, también Magan. Pero la apropiación del circuito conlleva en cierta medida su destrucción, y el acceso directo, con violentas conquistas, puede secar la fuente. La visión centralista de Mesopotamia, según la cual la periferia era una mina de materias primas, salvaje, a disposición del país central, no tiene en cuenta el hecho de que los países abastecedores poseen sus propios sistemas de extracción, primera elaboración y comercio, poseen sus propios intereses. En el norte de Siria la destrucción de Ebla provoca el retroceso de la organización política a unos niveles de mayor fragmentación, sin que Akkad sea capaz de hacerse con el control del comercio. La conquista de Susiana altera el orden político de la confederación elamita, dificultando la afluencia de materiales desde el extremo noreste iraní. En conjunto, la federación elamita se extendía por buena parte de Irán suroccidental y meridional, y mantenía relaciones con ciudades florecientes, pero más apartadas, como Tepe Yahya (una de las ciudades del país de Barakhshi-Markhashi); son puntos cruciales de la red de comunicaciones por la que pasaban el estaño, el lapislázuli, piedras duras y semipreciosas. Al principio, la intervención de Akkad en este sistema fue cautelosa, y se limitó a la ciudad vecina de Susa. Luego fue más ambigua, con una alternancia de victorias militares y tratados de igual a igual. Es difícil saber hasta qué punto la intervención acadia fue destructora, ya que, por un lado, el último rey de la dinastía Awan, Puzur-In-Shushinak (contemporáneo de Shar-kali-sharri), reinó con gran poder. Con él empieza la decadencia de Awan, que se extiende a las ciudades de la meseta. Todas ellas se reducen a las dimensiones de aldeas, y la circulación de mercancías se interrumpe. Parece que la crisis de Elam es paralela a la del propio Akkad. Un factor desencadenante de esta crisis son los pueblos de los Zagros, al norte de Elam: Guti y lullubi. Los Guti, que atacaron Mesopotamia, también lo hicieron con Elam. Es posible que la crisis elamita entre la dinastía de Awan y la posterior dinastía de Simashki (originaria de Luristán, tras la desaparición de Puzurinsusinak el dominio de Elam pasó a Simashki -comienzos del II milenio-, aunque esta dinastía llegó a apoderarse de Anshan, no pudo alcanzar la Susiana, en manos de una familia real elamita, al frente de la cual se encontraba el rey Hutrantemti) equivalga a la crisis de Mesopotamia a raíz de la intervención de los Guti. Pero mientras en Mesopotamia la demografía y la urbanización no se vieron afectadas, en Irán la crisis coincidió con una fase de despoblación progresiva. Aproximadamente para el año 2218 a. C., el poderoso imperio de Sargón de Akkad llegaba a su fin. Solo 4 generaciones duró el primer imperio que el hombre conoció. Sargón dejo a sus hijos el gobierno y estos lo legaron al nieto, llamado Naram-Sin, quien tuvo discordias con los pueblos dominados (Summer) y con los vecinos (Elam). El Imperio acadio fue un gran reino de Mesopotamia formado a partir de las conquistas de Sargón de Akkad. Mantuvo su máximo esplendor entre los siglos XXIV y XXII a. C. (2334 a 2192 a.C.) en los que se sucedieron cinco monarcas: el propio Sargón, sus hijos Rimush y Manishutusu, su nieto Naram- Sin y el hijo de éste, Sharkalisharri que gobernaron un total de 141 años. Pági naP AG E \* ME RG EF OR MA T1 Cuartero, María – 2017 –Resumen variado – Liverani, “El Antiguo Oriente”. incluso en su pretensión de dominar del mar inferior al mar superior, pero en realidad sus dominios se extienden más bien por la periferia montañosa, y no por la llanura mesopotámica. Muchas veces los imperios generan una periferia a su imagen y semejanza, por lo que la periferia responde con intentos de formaciones estatales más extensas. Un ejemplo de formación política periférica con pretensiones de universalidad aparece en territorio lingüísticamente hurrita, en la franja que se interpone entre la llanura mesopotámica y las montañas. Los reyes Hurritas proclaman su dominio en inscripciones reales, y pretenden una formación estatal protohurrita que forma un arco que va del alto Éufrates al Diyala, y ocupa espacios políticos que ha dejado vacíos la desaparición del imperio de Akkad y todavía no han sido ocupados por Ur III, abarcando, en el norte, la zona controlada por los Guti. La edad neosumeria: el renacimiento sumerio: con la decadencia del poder acadio (después de Shar- kali-sharri) y luego durante el dominio Guti, las ciudades del sur sumerio (desde Uruk hasta Ur y Lagash) mantuvieron un considerable grado de independencia. La relajación del poder central debió ser beneficiosa en el aspecto económico. Es cierto que el período Guti es recordado como perjudicial para el comercio debido a la inseguridad general. Pero también debió ser un período de escasas exacciones fiscales por parte de los monarcas. En el norte el control Guti pudo ser más concreto. En el sur existieron dinastías de ensi locales que recuperaron la tradición de las ciudades-estado. La lista real destaca entre todas ellas la “cuarta dinastía de Uruk”, pero la documentación coloca en primer término a la dinastía de Lagash, conocida por la secuencia de Ur-Baba, Gudea (dejó la mayor cantidad de textos literarios y estatuas, lo que le convierten en el rey sumerio más famoso) y Ur-Ningirsu. El radio de las actividades de Gudea es local. Sólo hay un enfrentamiento con Anshan y Elam (Lagash es la ciudad estado sumeria más oriental y se halla expuesta a las incursiones elamitas). Gudea destaca su actividad de constructor y administrador. La gran empresa de su reinado es la construcción del E-ninnu, templo del dios ciudadano Ningirsu. Todos los países contribuyen a su realización con distintos materiales, por lo que, la afluencia de estos materiales desde la periferia hasta el centro del mundo, donde se alzará el templo, supone un triunfo del prestigio de Ningirsu y un triunfo de la capacidad de Gudea. Esta es la visión de un ensi que no era ni el más poderoso ni del todo independiente dentro del sistema político real. Esta relativa libertad de acción de las ciudades estado puede explicar el hecho de que el dominio Guti se mantuviera cerca de un siglo. Su fin se debió a un episodio bélico singular. Un rey de Uruk, Utu-khegal, movilizó moral y militarmente a sus súbditos, se enfrentó con el ejército que había enviado a su encuentro el rey Guti Tirigan, y lo derrotó. El dominio Guti, al no poder contar con el apoyo de una población desperdigada que debía ser minoritaria, se desvaneció sin dejar rastro. Tras su victoria, Utu-khegal se hizo con el control de las ciudades mesopotámicas, pero no fue capaz de mantenerlo durante mucho tiempo, porque pronto fue suplantado por el ensi de Ur, Ur-Nammu. Éste creó una organización política más sólida y duradera, en la que el particularismo de las ciudades estado sumerias y la aspiración al dominio universal hallaron un marco adecuado. Ur-Nammu suplantó a Utu-khegal y se puso al frente del país con el título de rey de Ur, rey de Summer y de Akkad. Con esto quiere decir que su soberanía se extiende por la Mesopotamia central y meridional, y que el papel de las ciudades aisladas es secundario. Pági naP AG E \* ME RG EF OR MA T1 Cuartero, María – 2017 –Resumen variado – Liverani, “El Antiguo Oriente”. Las ciudades del reino de Ur pierden su milenaria autonomía. Al frente de cada ciudad sigue habiendo un ensi, pero este título no designa ya a un dinasta local, administrador por cuenta del dios de la ciudad. Ahora se trata de un funcionario de carrera designado por la capital, administrador por cuenta del rey de Ur. Por algo Ur-Nammu y sus sucesores mantienen la deificación, aunque deja de ser un hecho heroico y se convierte en un hecho administrativo y de culto. Los reyes de Ur pretenden arrebatar a los dioses ciudadanos la posesión ideal del país, para concentrar en sus manos toda la organización productiva y redistributiva, aunque luego, inevitablemente, tienen que delegarla en los dioses ciudadanos y ensi locales, dada la amplitud de dicha organización. Este proceso de centralización es muy importante en el plano ideológico y difícil de llevar a la práctica. La sustitución de los reyes locales por funcionarios centrales provoca fricciones e intervenciones dolorosas. Los reyes de Ur prefieren olvidar sus victorias sobre las ciudades sumerias, presentándose como adalides de una Mesopotamia unificada. Las inscripciones de Ur-Nammu hablan de actividades pacíficas: construcción de templos, excavación de canales, ordenación de territorios agrícolas, apertura de rutas comerciales. Un elemento importante de esta obra de organización es la publicación de un código de leyes. Se trata de organizar el modo de administrar justicia de forma estable. Ur-Nammu fija la medida normalizadora del sila (capacidad), la mina y el siclo (pesos), establece las indemnizaciones que hay que pagar en caso de homicidio, delitos sexuales y otros daños. Se pasa al código orgánico, mientras se mantiene la autoalabanza del rey, que ha restablecido la justicia y ha impedido abusos. A parte, se redactó un catastro general del reino, en el que las provincias están medidas y delimitadas con fronteras precisas. La expansión y organización del reino de Ur-Nammu se consolidan con su hijo Shulgi (reinó de 2094 a 2047 a. C.). En sus himnos de autoalabanza, Shulgi insiste en sus dotes pacíficas, sus aptitudes como escriba, juez, administrador y constructor, en su fuerza física y en su valor militar, utilizados para defender el país de Summer y Akkad de los ataques de los bárbaros montañeses del norte. Paz y justicia en el interior, fuerza victoriosa en el exterior. Tras la reorganización del ejército y la redacción de un nuevo catastro, la segunda mitad del reinado de Shulgi está dedicada a las campañas militares en el norte, contra las tierras que forman un arco desde el Diyala al Khabur, entre el llano y las montañas: Karakhar, Simurrum, Kharshi, Kimash, Khumurti y Shashrum. Detrás de esta franja de lengua hurrita (por eso se habla de guerras hurritas) se encuentran los amenazadores montañeses lullubi y hay que defenderse de ellos. Pero en la franja en cuestión hay tierras agrícolas y ciudades importantes (desde las asirias Urbilum y Nínive hasta Urkish, en la zona de Khabur), y al imperio de Ur le interesa incorporarlas a su territorio. Shulgi quiere recuperar el control de las rutas comerciales gestionadas por los tres puestos avanzados clásicos: Susa hacia el este iraní, Asiria hacia el norte y Anatolia, y Mari hacia Siria. En l zona occidental también hay nómadas sin civilizar (pastores de la estepa), los martu (amorritas). Los sucesores de Shulgi, su hijo Amar-Sin y su nieto Shu-Sin, tienen que continuar la labor en el frente hurrita, pero sin perder de vista el frente amorrita. La distinción que existe entre el país interior (Summer y Akkad) y periferia turbulenta, se materializa en la construcción de un muro que traviesa la llanura un poco más al norte de Akkad, y sirve para mantener a raya a los martu. Es una pequeña “muralla china”, cuya réplica más apropiada es el “muro del príncipe” que, más o menos en la misma época, se está construyendo en el Egipto de la XII dinastía, para hacer frente a los nómadas procedentes de la región siropalestina. Pági naP AG E \* ME RG EF OR MA T1 Cuartero, María – 2017 –Resumen variado – Liverani, “El Antiguo Oriente”. Los reyes de Ur, lo mismo que los de Akkad, dedicaron monumentos celebrativos en los templos, cuyo triunfalismo celebrativo va dirigido contra los pueblos bárbaros y levantiscos de las sierras y las estepas. Shu-Sin derrotó sobre todo a Simashki, importante región de la confederación elamita. El imperio comienza su decadencia con el reinado de Ibbi-Sin. Son 50 años de administración homogénea y paz interior, que contribuyen a convertir la Baja Mesopotamia en una entidad étnica y cultural inseparable. Se consolida la idea de que sólo puede haber una realeza y de que la verdadera separación política no está entre una u otra ciudad, ni entre sumerios y semitas, sino entre este conjunto unificado y el mundo bárbaro de alrededor. La administración y la economía: a pesar de la turbulencia de las zonas periféricas, durante la III dinastía de Ur la llanura bajomesopotámica comprendida entre el muro del país y el golfo Pérsico disfrutó de un período de gran prosperidad. El esquema de asentamiento establecido a comienzo de Ur III es en parte distinto del esquema del Protodinástico II-III y de Akkad (debido a las destrucciones provocadas por los acadios y las recientes incursiones de los pueblos exteriores). Como rasgo estructural, hay una crisis de los asentamientos menores (comunidades de aldea y puestos administrativos alejados del centro), por dos causas: las incursiones de los pueblos exteriores, amorritas o Guti, afectan a las aldeas indefensas y provocan la concentración de la población en los centros urbanos; además, el tipo de propiedad rural y la gestión de las tierras se inclina hacia el polo estado/templo, que ya no cuenta con las prestaciones en trabajo de los aldeanos libres, sino más bien con una clase de asalariados sin propiedad, que también gravitan en torno a las ciudades. En conjunto la población aumenta. Algunas de las ciudades que durante el período Protodinástico habían sido importantes se encuentran ahora en plena decadencia, sobre todo en el sur (Eridu, Uruk y Shuruppak). Otras, como Umma, Larsa e Isin, aumentan de tamaño, mientras que oras hacen su aparición como centros administrativos de cierta relevancia, como Babilonia y otras ciudades norteñas. El centro de gravedad se desplaza hacia el norte, y la situación entre las dos zonas de Summer y Akkad está equilibrada. La actividad constructora, iniciada por Ur-Nammu y continuada por sus sucesores, afecta a varias ciudades (por ej. Ekur de Nippur), pero se concentra sobre todo en la capital. El aumento demográfico y la ordenación urbanística se apoyan en la producción agrícola del país. Lo más innovador de la III dinastía de Ur (el mérito corresponde sobre todo a Shulgi) es un evidente afán de racionalización y unificación de la gestión administrativa de la economía. Hay un aumento cuantitativo de los textos administrativos neosumerios, y un aumento cualitativo en el afán por lograr que cuadren la previsión y el resultado, el trabajo empleado y el producto obtenido, mediante el uso sistemático de parámetros fijos. Aumentar la racionalidad económica. Los imperios anteriores eran esencialmente redes de flujos comerciales y relaciones políticas que tenían capacidad de centralización y subordinación, pero no gestionaban de manera directa los recursos. Ahora los reyes de Ur pretenden gestionar directamente los recursos de todo el imperio, que ya no está dividido en reinos ciudadanos tributarios, sino en simples provincias. A la cabeza de cada provincia hay un gobernador nombrado por el rey (ensi), que se apoya en una burocracia homogénea (los miembros inferiores son de origen local). La unificación y racionalización de los procedimientos administrativos se basa en numerosas experiencias locales y en precedentes acadios, y se lleva a cabo sumando las Pági naP AG E \* ME RG EF OR MA T1 Cuartero, María – 2017 –Resumen variado – Liverani, “El Antiguo Oriente”. Más allá del mundo elamita se hallan otras entidades políticas y culturales con las que la III dinastía de Ur establece contactos sólo comerciales, y mediatos. La principal formación política de Irán meridional al este de Anshan es Barakhshi, alcanzado de forma esporádica por el expansionismo acadio, pero esencialmente intacto, al hallarse muy apartado de la Baja Mesopotamia. Su centro corresponde a la zona de Kerman, e incluye yacimientos como Tepe Yahya. Interrumpidos los contactos militares, sigue habiendo una afluencia de mensajeros de Barakhshi (sureste de Irán, provee a Ur de piedras duras, animales exóticos) al imperio de Ur, lo que demuestra la existencia de contactos comerciales (además de algún emparentamiento de las familias reales), pero más por iniciativa barakhshita que de Ur. Lo mismo se puede decir de Magan (cobre), y de Melukhkha (productos exóticos). En este caso el comercio marítimo se realiza de forma mediata y sobre todo por iniciativa de los socios orientales. El puerto de Dilmun es un lugar de encuentro que precisamente en esta época llega a su máximo esplendor urbanístico. Los mercaderes sumerios pasan por Dilmun para recoger las materias primas orientales. En comparación con la edad acadia, hay una nueva orientación del tráfico y de las influencias políticas, con un desplazamiento del centro de gravedad hacia el este, lo que hace que Mesopotamia mantenga los contactos de forma menos agresiva y directa. En el polo opuesto del largo pasillo mesopotámico, flanqueado por el desierto siroarábigo y las montañas iraníes, la influencia neosumeria también se extiende con formas mediatas y cada vez más difuminadas. Un puesto avanzado de las relaciones con el occidente sirio es la ciudad de Mari, que había sido tomada militarmente por Sargón y ahora está gobernada por una estirpe de gobernadores (sakkanakku)que gozan de mayor autonomía que los ensi. Estos sakkanakku se independizan por completo con la crisis del poder acadio y durante la época de los Guti. Así es como la encontramos en la época de Ur III manteniendo estrechas relaciones diplomáticas y comerciales con su poderoso vecino del sur desde una posición independiente. Más allá de Mari la desaparición del imperio eblaíta ha dejado un vacío de poder que favorece la propagación de los martu, nuevas tribus occidentales de pastores semitas que se ciernen amenazadoramente sobre el núcleo central del imperio de Ur. Dentro de la creciente amorreización de Siria, algunas ciudades (que han perdido su esplendor del Protodinástico tardío) siguen siendo autónomas, y mantienen esporádicos contactos comerciales con Ur: Tuttul, Ebla, Urshum y Biblos. La presencia política de Ur en el norte es más intensa. La base de Assur está plenamente integrada en el imperio, gobernada por un ensi de nombramiento real, pese a hallarse bastante más allá del muro y aislada en un territorio turbulento y hostil, por las campañas militares. El proyecto de Shulgi y sus sucesores es garantizar militarmente una zona de seguridad para Assur y otras ciudades situadas más al norte, controlando la circulación por el Tigris y el acceso a la Alta Mesopotamia, dificultando la unión del elemento hurrita (Urkish-Nawar) y rechazando la presión de los montañeses iraníes más allá de la zona del piedemonte. Sin el esfuerzo militar del norte, los reyes de Ur se habrían quedado reducidos a una potencia meramente local. Al final del III milenio, en Anatolia se producen desplazamientos de población, y en algunas zonas (meseta central, cuenca de Konya, Cilicia) hay una dramática despoblación urbana. Pero sigue siendo una zona de importantes concentraciones de riqueza (minería, metalúrgica). Hay una existencia de ricas clases dirigentes locales en zonas que mantienen al margen de perturbaciones y migraciones (zonas de presencia hatti o prehititi residual). Estas clases dirigentes, que basan su riqueza en el control de las Pági naP AG E \* ME RG EF OR MA T1 Cuartero, María – 2017 –Resumen variado – Liverani, “El Antiguo Oriente”. cuencas mineras del cobre y la plata, pueden haber permanecido en contacto comercial con las ciudades bajomesopotámicas durante el período neosumerio, con lo que se mantendría una continuidad entre el interés mostrado en esa dirección por los reyes acadios. El papel central de Assur en el control de esta directriz comercial (creación de una red comercial alternativa y contigua a la eblaíta, al final de la época Protodinástica, creación de la red comercial paleoasiria) puede explicar el especial interés que demuestran los reyes de Ur por el control directo de esta ciudad, puesto imperial avanzado y aislado en una zona difícil de controlar. El Bronce Medio: la crisis de la segunda urbanización: la caída del imperio de Ur : al comenzar el reinado de Ibbi-Sin el imperio de Ur todavía se mantiene unido, pero pronto aparecen indicios de una crisis política y económica. Las ofrendas de los gobernadores provinciales a las divinidades de Ur se interrumpen en torno al séptimo año de su reinado, en el sexto se trabaja en las murallas de Ur y Nippur (por lo que parece que hacia el séptimo año se limita a la capital y poco más). Al mismo tiempo se producen crisis de producción agrícola y desabastecimiento de las ciudades. Los precios de los principales productos de disparan debido a su escasez. Habría una explicación doble: calamidades naturales, como las crecidas insuficientes del Tigris y el Éufrates, que dificultan la irrigación, con la consiguiente carestía. También se habla de incursiones de los pueblos bárbaros, por un lado los martu (o tidnum), y por otro los pueblos de Gutium y Simashki bajados de los Zagros, que devastan las ciudades del centro (Kish y Adab) y llegan hasta Eridu. Por último, la incursión elamita siembra la destrucción en Lagash. Se produce una disgregación del poder central. Ibbi-Sin no es capaz de afrontar personalmente el peligro y la disgregación, por lo que lo delega en un funcionario, Ishbi-Erra, quien aprovecha la situación para declararse independiente. Si las incursiones de los Guti y los amorritas suponen destrucción y ocupaciones momentáneas, la ocupación de los elamitas en el este y la autonomía en el norte bajo el nuevo reino de Isin reducen el imperio a una entidad política de radio ciudadano. Es difícil decir por qué Ibbi-Sin no opone una eficaz resistencia militar, como tampoco está claro hasta qué punto los factores económicos de la crisis son anteriores o posteriores a los políticos y militares. Los textos literarios presentan a la crisis como una decisión de los dioses de abandonar a sus ciudades, sencillamente porque a Ur le ha sido asignada la realeza, pero no un reino eterno. Ibbi-Sin sigue reinando durante 25 años, hasta que un ataque elamita a la capital lo obliga a encerrarse dentro de las murallas. El asedio se prolonga y en la ciudad empieza el hambre. Los elamitas irrumpen en la ciudad y saquean sus riquezas, profanando hasta los más venerables santuarios. Ibbi-Sin es hecho prisionero. Durante algún tiempo permanece en Ur una guarnición elamita, hasta que el cambio de actitud divina (explicación ideológica de la época) permite que la ciudad sea liberada por Ishbi-Erra y reconstruida. La destrucción de Ur, que antes había sido la capital del imperio y la ciudad más poderosa del mundo, causó gran impresión. Se escribieron gran cantidad de textos relatando la destrucción. Los martu: los nómadas y su papel: los nómadas semitas occidentales, llamados martu en sumerio y amurru en acadio (de ahí el nombre de amorritas) juegan un papel esencial en la decadencia y caída del imperio de Ur. En la llanura mesopotámica (al igual que en el valle del Nilo) el predominio territorial y político de las ciudades y de la economía agrícola, así como la ordenación hidrológica, habían marginado Pági naP AG E \* ME RG EF OR MA T1 Cuartero, María – 2017 –Resumen variado – Liverani, “El Antiguo Oriente”. a los nómadas, convirtiéndolos en elementos exteriores. En la franja siropalestina, las condiciones ecológicas habían conservado un sistema complejo y variado. Allí las islas de urbanización y explotación agrícola surgían en medio de zonas de monte y pastos o de estepa semiárida, que no eran adecuadas para la existencia de núcleos consistentes de urbanización. La notable expansión de la segunda urbanización a finales del tercer milenio por zonas ecológicamente difíciles –situadas en el límite entre la franja con suficientes precipitaciones, que permitían la agricultura de regadío, y la zona semiárida- se detuvo y sufrió un claro retroceso. Al parecer, habría influido un empeoramiento del clima. Esta franja siropalestina de ecología y economía mixtas forma un arco y se prolonga en la Alta Mesopotamia. Ha sido definida como “zona dimórfica”, no porque en ella se encuentren tribus de pastores, ciudades y aldeas agrícolas, sino porque la población (agropastoral integrada) posee un área de distribución concentrada en las zonas de regadío durante la estación seca estival, y desperdigada en los pastos y estepas durante la estación húmeda invernal-primaveral, siguiendo los ritmos de la trashumancia horizontal, que divide y vuelve a reunir estacionalmente a los núcleos amplios familiares y gentilicios. El crecimiento organizativo del componente ciudadano genera un crecimiento paralelo del componente pastoral. En la fase de la primera urbanización, la formación de estados ciudadanos había ampliado su dimensión política, provocando la formación de tribus numerosas. La formación de estados territoriales extensos provoca la de confederaciones tribales. Para los habitantes de las ciudades, los nómadas siguen respondiendo al estereotipo de salvajes carentes de los elementales atributos de la civilización (casas, ciudades, agricultura, sedentarismo, tumbas y culto). Pero las naciones pastorales no sólo tienen su propia cultura, sino también una importante dimensión política y organizativa. El componente pastoral en el área siropalestina, y más tarde en la altomesopotámica, se identifica en el plano lingüístico como una población semítica occidental, distinta de la oriental de los acadios. Antes se podía pensar que, en el período Protodinástico, el componente semítico occidental ocupaba toda la franja siropalestina. Pero, gracias a los archivos de Ebla, sabemos que el centro y norte de Siria estaba ocupado por un pueblo cuya lengua (llamada convencionalmente eblaíta) era distinta del acadio y del amorrita. Se trata de una lengua occidental, pero su escritura está muy influida por su proximidad y parecido con el elemento acadio. Así pues, el componente amorrita es secundario, aunque pasa a ser hegemónico tras la caída del sistema político eblaíta. Su penetración en Mesopotamia es posterior, y debe esperar a la caída de Ur III para propagarse. Este carácter secundario del elemento amorrita en Siria replantea la vieja cuestión de los orígenes semitas, es decir, la existencia de una zona que sirvió de reserva para la difusión de pueblos con dialectos semíticos hacia las zonas agrícolas y urbanizadas de Oriente Próximo. Habría que buscar esta reserva hacia la frontera suroccidental de Oriente Próximo, que sigue en el área nodal entre las tierras agrícolas y las tierras semiáridas, que pasando por Palestina y Transjordania, comprende toda Arabia occidental desde el Hiyaz hasta Yemen. Documentos nos revelan algunas características de la organización tribal (relaciones de parentesco) y de la religiosidad (al principio prevalece un dios genérico y luego hay una rápida asimilación de divinidades como Dagan e Ishtar del panteón sirio). Hay textos administrativos en los que aparecen unos martu que realizan intercambios con los habitantes de las ciudades. Son sobre todo pastores y tropas mercenarias, pero también portadores de productos Pági naP AG E \* ME RG EF OR MA T1 Cuartero, María – 2017 –Resumen variado – Liverani, “El Antiguo Oriente”. tumbas kurgan (amplia variedad de comunidades originarias de las estepas del medio y bajo Volga, que habrían invadido Europa central, el término kurgan designa un enterramiento provisto de un túmulo, debajo del cual está la cámara funeraria, normalmente construida en madera, este fue el método de enterramiento usado por muchos pueblos de las estepas euroasiáticas), metalurgia y cerámica negra pulimentada, propia de Transcaucasia. No obstante, al aplicar esta teoría hay que tener en cuenta que las culturas kurgan poseen una profundidad diacrónica muy acentuada. Esta teoría tiene objeciones: la conexión directa entre lengua y cultura material no perdura ni en el tiempo ni en el espacio. En el tiempo, el hecho lingüístico es más persistente que el cultural. En el espacio, las fronteras de distribución de los elementos culturales se entrecruzan complicadamente entre sí y con las lingüísticas. A parte, los cambios lingüísticos no siempre acompañan a episodios migratorios ni a procesos que van de lo unitario a lo fraccionario. En el ámbito arqueológico, la única teoría (Renfrew) que se opone a la tradicional, y propone un modelo alternativo (no migratorio, sino por dinámicas internas), plantea que el área egeoanatólica se puede considerar habitada desde siempre por pueblos indoeuropeos, y que los episodios de fractura en el desarrollo de la cultura material se pueden analizar con arreglo a su desarrollo interno. También propone que la difusión de los pueblos indoeuropeos se haga retroceder hasta la época de la difusión de la economía neolítica, cuando la agricultura y la aldea irradiaron desde Anatolia hacia Europa suroriental y más allá. A la hora de buscar una conexión entre la crisis del Bronce Antiguo egeoanatólico e iraní y la difusión de los pueblos indoeuropeos, lo que parece plausible es que la crisis de las culturas urbanizadas del Bronce Antiguo abriera amplios espacios, vacíos demográficos y políticos, siendo éstos ocupados por pueblos contiguos. Generalidad y variedad de la crisis: en Oriente Próximo la crisis de las culturas del Bronce Antiguo se prolonga por un período largo y en varias regiones asume aspectos distintos. Las primeras escaramuzas (combate de poca importancia) se pueden situar en torno a 2.300, sobre todo en Anatolia y en la creciente presión periférica sobre el imperio de Akkad. Más adelante se ven afectadas otras regiones (Irán, Siria) y el conjunto vuelve a encontrar una estabilidad a comienzos del II milenio (culturas del Bronce Medio). No obstante, todavía no se ha podido perfilar un panorama general. El hecho central de los tres siglos finales del III milenio es la crisis generalizada de grandes culturas urbanas del Bronce Antiguo. Al parecer el colapso se debe sobre todo a dinámicas internas: exceso de explotación del territorio, exceso de concentración urbana y palatina de los recursos, e inmovilización de los mismos con fines de prestigio, en un esfuerzo que, a la larga, lleva al citado colapso. La crisis afecta sobre todo a las zonas cuya urbanización no puede contar fácilmente con excedentes de alimento. En cambio, la llanura mesopotámica se libra de la crisis, e incluso trata de protegerse de ella encerrándose en sí misma. El abandono de zonas antes urbanizadas, su reconversión a una economía de alea o pastoral, también es una tendencia de larga duración. Hay zonas que se reponen de la crisis más aguda del Período Intermedio, pero no escapan a su inevitable suerte pocos siglos después. También puede que la crisis productiva se haya visto acelerada y agudizada por cambios climáticos a medio plazo (aumento de la Pági naP AG E \* ME RG EF OR MA T1 Cuartero, María – 2017 –Resumen variado – Liverani, “El Antiguo Oriente”. aridez). El cambio de las condiciones ecológicas es un factor que, a la larga, influye en el tipo de aprovechamiento del territorio. En un marco de recursos escasos, y quizá en vías de disminución, se insertan luchas político-militares. La principal es la política agresiva de los reyes de Akkad contra Ebla y Awan. Es una disputa por el control de los circuitos comerciales y el acceso a ciertas materias primas, pero conlleva una importante destrucción de las infraestructuras agrícolas y urbanas que puede llevar a ciertos sistemas políticos al colapso, o a tener que emprender una costosa labor de reconstrucción. La excesiva concentración de riqueza en los palacios reales (materias primas preciadas, competencias tecnológicas y administrativas) hace que los sistemas estén expuestos a caídas en picada, como consecuencia de la destrucción de sus centros de decisión. En el transcurso de una crisis, las áreas más favorecidas pueden pasar por períodos de prosperidad (como el caso de Ur III y el Imperio Medio egipcio), pero todas las zonas periféricas pasan por un proceso de despoblación y desurbanización. Entonces los viejos centros urbanos son reemplazados por nuevas estrategias de explotación más sencillas, o sea, por aldeas y grupos de pastores. En algunas zonas esta reconversión dura poco y se recuperan, otras necesitan de reestructuraciones de gran envergadura (con el inicio de la Edad del Hierro). En este marco de espacios abiertos y vacío político es más fácil la infiltración de grupos (sobre todo pastores) procedentes de las áreas con mayor fortaleza social y lingüística: por un lado los semitas, y por otro los indoeuropeos. Los primeros refuerzan y amplían el área de Siria-palestina y Mesopotamia, que había estado habitada por pueblos de habla semítica. Los segundos refuerzan o amplían las zonas indoeuropeas de Anatolia, Armenia y Transcaucasia, en la meseta iraní. La crisis final del Bronce Antiguo provoca la decadencia (o colapso) de pueblos que no son semitas ni indoeuropeos, situados entre los dos grandes grupos en vías de expansión. Estos pueblos habían estado vinculados a algunas de las grandes culturas del Bronce Antiguo: sumerios en la Baja Mesopotamia, elamitas en el sur de Irán, hurritas en la Alta Mesopotamia y prehititas en Anatolia central. Estos grupos lingüísticos, minoritarios y en vías de absorción, desaparecen en algunos casos, y en otros se mantienen durante todo el II milenio. Pero en general están sentenciados a la desaparición, dado que se encuentran atrapados entre dos grupos dotados de reservas inagotables y de una poderosa organización social y familiar, que asegura su penetración y predominio. El período intermedio de Isin y Larsa: los estados provinciales, demografía y economía: se reconstruye el paso de la tercera dinastía de Ur al período de Isin y Larsa bajo el signo de cambio. Sin embargo, sus protagonistas lo vivieron bajo el signo de la continuidad. Elementos de ruptura: desintegración de la unidad política a la que se ha llamado Segundo período Intermedio de Babilonia; un cambio lingüístico, con sustitución del sumerio por el acadio; alteración de la composición étnica, con la incorporación de los amorritas. Esta ruptura tuvo como consecuencias dramáticas como la destrucción de Ur. Se trató de conjurar con una continuidad impuesta, ideológica, sobre todo por parte de los reyes de Isin, que pretendieron presentarse como herederos de Ur, asumieron du deificación, sus títulos y sus ambiciones, y elaboraron listas reales en las que aparecían como directos sucesores suyos. Pági naP AG E \* ME RG EF OR MA T1 Cuartero, María – 2017 –Resumen variado – Liverani, “El Antiguo Oriente”. Al margen de este continuismo de evidente intención política, en los fenómenos infraestructurales de ambos períodos (demografía, tecnología y economía) se advierte una continuidad. La documentación señala la existencia de desplazamientos en los subsistemas. Por ej. en el sur se produce en crecimiento de Larsa y la decadencia de Umma y Lagash, en el norte el crecimiento de Babilonia y la decadencia de Kish. Permanecen estables la población total y la relación ciudad/aldea. Los reyes siguen desplegando una intensa actividad edificadora, y hay una continuidad en tipos urbanísticos y arquitectónicos. Este sistema, que básicamente no ha sufrido cambios, se organiza de varias maneras. Bajo el reinado de Ibbi-Sin disminuye el control sobre las provincias, y proliferan las ciudades con autonomía política. Aparecen media docena de estados independientes que compiten entre sí. Isin, situado en el centro, recoge una parte importante de la herencia de Ur, pero más al sur Larsa y Uruk son independientes. Al norte se independiza Babilonia, que poco a poco se anexiona otras ciudades, en principio autónomas, entre las que destaca Kish. En el Diyala se independiza Eshnunna, y lindando con Elam, Der. Las ciudades que habían sido guardianas de la frontera del imperio de Ur, Susa al este, Assur al norte y Mari al noroeste, se consolidan como formaciones políticas más o menos influyentes en la Baja Mesopotamia. Este es el sistema político regional que se interpone entre la anterior unificación bajo la hegemonía de Ur y la posterior bajo la Babilonia de Hammurabi. Hay una fuerte persistencia de un horizonte primero ciudadano, y ahora comarcal, como estructura básica del sistema mesopotámico, mientras que las unificaciones imperiales pasan por dificultades intrínsecas que no les permiten superar la duración de tres generaciones (Akkad, Ur) o incluso menos (Babilonia), y a duras penas logran alcanzar una dimensión política capaz de resistir en las fases de fragmentación. La principal estructura es el palacio. Sigue haciendo templos con las dimensiones, que conservan su función de células administrativas descentralizadas, y los reyes siguen alardeando de las restauraciones y ampliaciones de los santuarios ciudadanos, a lo que se añade ahora un creciente sentimiento de identificación estatal con el templo (o el área sagrada) de la capital, que ya no está subordinado a los reyes de Ur, como en el período anterior. Las grandes áreas sagradas, como las de Ur o Nippur, conservan su majestuosidad, a pesar de que las dos ciudades tienen dificultades para conservar su antiguo prestigio. Ur ha perdido para siempre su predominio político, y el centro religioso de Nippur ya no goza de la atención privilegiada de los reyes, como en tiempos de Akkad. En cambio, crece la importancia de otras áreas sagradas de ciudades emergentes: E-babbar de Larsa, el claustro de la naditu de Sippar o el área sagrada de Babilonia. Las rivalidades entre centros políticos que aspiran al predominio hacen que el papel religioso y ceremonial central se desplace a las capitales que toman el poder, hasta pasar definitivamente a Babilonia. La labor de construcción o ampliación de los palacios reales no cuenta con el mismo énfasis propagandístico, pero es más importante e innovadora. Cuando en Babilonia todavía no se ha llegado arqueológicamente a los niveles paleobabilonios, los palacios del período Isin-Larsa mejor documentados son los de Eshnunna (Tell Asmar). El complejo monumental de Eshnunna posee tres palacios (sur-norte- central) y una sala de audiencias atribuida Naram-Sin, además de otros edificios palatinos. Hay una clara ampliación de la superficie correspondiente al rey, comparada con las áreas de los templos y el tejido urbano privado. Pági naP AG E \* ME RG EF OR MA T1 Cuartero, María – 2017 –Resumen variado – Liverani, “El Antiguo Oriente”. Isin permaneció independiente (pero encajonada entre Larsa y Kish-luego Babilonia). En el sur hubo graves inundaciones por el desborde del Tigris y el Éufrates. Hubo choques militares con Babilonia, Eshnunna y Elam. La nueva dinastía autónoma de Uruk se estabilizó. Pero en conjunto los acontecimientos del país de Summer hasta 1.830 se caracterizan por una estrechez de miras que contraste con unos procedimientos (deificación) y unos tratamientos (de tipo imperial) completamente desproporcionados, reflejo del persistente afán por conservar la antigua hegemonía. En el país de Akkad, tras la caída del imperio de Ur, el viejo y prestigioso Kish había recuperado la independencia que le había sido arrebatada primero por Akkad y luego por Ur. Además muchas ciudades del norte, como Kazallu, Sippar o Babilonia, lograron una autonomía. Estas ciudades se enzarzaron en luchas, hasta que empezó la pujanza de Babilonia. La lista real babilonia empieza con Sumu-Abum, que ya controla Babilonia y Dilbat y lucha victoriosamente contra Kazallu. Su hijo y sucesor, Sumu-la-El, vence definitivamente a Kazallu y Kish y los incorpora a sus dominios, unificando todo el país de Akkad. Babilonia, Sippar, Dilbat, Marad, Kazallu y Kish son ya ciudades provinciales del reino de Babilonia. La rápida ascensión de Babilonia a costa de Kish sigue el ejemplo de la anterior y repentina ascensión de Akkad a costa del mismo Kish. Por último, la victoria final de Babilonia impone la identificación de Babilonia como nuevo Akkad. Sumu-la-El también es autor de una de las recurrentes cancelaciones de deudas, tratando de aparecer como libertador ante sus nuevos súbditos. Las tensiones políticas en los países de Summer y Akkad tienen resultados paralelos: en el sur crece la hegemonía de Larsa, aunque ciudades como Isin y Uruk conservan su autonomía. En el norte se consolida Babilonia, que ya empieza a mirar hacia el sur. Pero, en conjunto, estas tensiones se limitan a los estrechos horizontes de la llanura, retrocediendo casi a las costumbres protodinásticas. En cambio, en el mundo de la periferia hay unos horizontes y una movilidad distintos. Al menor peso de la tradición política ciudadana se suma el elemento amorrita, que aún conserva algo de sus orígenes en los amplios espacios pastorales de la zona dimórfica. Esto da lugar a una repentina explosión de episodios expansionistas, que afectan a todo el arco del piedemonte a lo largo del cual se sitúan Asiria, Eshnunna, Der y Elam. Asiria, que había permanecido encerrada en su ámbito regional, es la primera en saltar, con una expedición de Ilushuma, que sobrepasa Eshnunna y llega hasta el extremo sur de Summer. Luego es el propio Eshnunna, que durante el siglo XX había tenido un papel modesto, el que se expande súbitamente con Naram-Sin. Éste marcha vigorosamente sobre Asiria y la Alta Mesopotamia, convirtiéndose en rey de la primera. Por último, Shamshi-Adad, rey de Asiria (pero con capital en Shubat- Enlil, en la cuenca del Khabur) logra formar un imperio extenso. Incluso Der pelea contra Eshnunna por un lado, y Elam por otro. Por último, Elam, donde prosigue la dinastía de Shimashki, es expulsado de la Baja Mesopotamia por Ishbi-Erra, pero jamás renunciará a la aspiración de volver a invadirla, y por otro lado ejerce su influencia sobre extensos territorios del este y norte iraní. A la dinastía de Shimashki le sucede una línea de sukkal-mah que controlan todo Elam, de Susa a Anshan y las zonas montañosas del norte. El centro de gravedad del estado elamita se desplaza hacia el este, pero el período de los sukkal-mah se caracteriza por un especial interés por Mesopotamia. Susa se convierte en el centro político de esta compleja formación estatal, y el acadio se impone como lengua administrativa. Elam aspira a convertirse en una pieza importante de un mundo mesopotámico ampliado, que va desde la meseta iraní hasta el sur de Siria, y una a su matriz cultural sumerioacádica el predominio político (y étnico) de los amorritas. Estos Pági naP AG E \* ME RG EF OR MA T1 Cuartero, María – 2017 –Resumen variado – Liverani, “El Antiguo Oriente”. horizontes ensanchados son escenario de la interacción entre varios sujetos políticos, en un clima de paridad y rivalidades y alianzas que cambian. La evolución social y jurídica: con el paso del mundo neosumerio al Paleobabilonio la evolución de las relaciones sociales sufre una aceleración debido a la entrada de los amorritas. Éstos, en sus lugares de origen, tenían otras costumbres y relaciones sociales (arraigadas en el principio gentilicio), y estaban menos vinculados por tradición e intereses a la estructura básica de la sociedad mesopotámica (estructura del palacio y el templo). Este factor favorece la proliferación de fenómenos de evolución interna, resultado de la interacción entre el sector familiar y el palatino. Estos dos sectores subsisten en estrecho contacto y con frecuentes transfusiones. Por ej. los dependientes del palacio tienden a transmitir su puesto a sus hijos, lo que a la larga puede hacer que las categorías de dependientes del templo o palacio se conviertan en castas cerradas, haciéndose con el monopolio tecnológico. El problema mayor se da en el caso de los mercaderes, ya que podrían constituir empresas familiares, desvinculadas del control central y de las necesidades colectivas. La otra cara de este fenómeno es la tendencia a la apropiación de las tierras de concesión real. Si la retribución se produce mediante concesión de tierras, y esta concesión (junto con el servicio que la justifica) es transmitida de padres a hijos, al cabo de varias generaciones su carácter de concesión temporal va perdiendo sentido. En el sector de la propiedad familiar se producen dos fenómenos paralelos. La ampliación de la esfera familiar (en comparación con el período neosumerio) está relacionada con la llegada de los amorritas, el desplazamiento hacia el norte del centro de gravedad mesopotámico (Isin, Eshnunna y Babilonia), y el incremento de las asignaciones de parcelas a nuevas categorías de dependientes públicos, sobre todo en el sector militar. Esto último es consecuencia del aumento de la conflictividad en el interior de Mesopotamia, lo que obliga a una utilización masiva de tropas no palatinas, a veces reclutadas entre las tribus. También se debe a las repetidas conquistas de ciudades por parte de los estados hegemónicos, con la consiguiente expropiación de las tierras de los templos, que son asignadas a las nuevas clases de combatientes y veteranos. El segundo fenómeno tiene que ver con la transmisión de la propiedad en el ámbito familiar. La vieja familia extensa e indivisa (en lo referente a la propiedad) está en crisis, y hay una autonomía cada vez mayor del núcleo familiar, que desde siempre ha sido la célula básica de la explotación de la tierra, y ahora también lo es de las relaciones de propiedad. Los hermanos dividen las propiedades familiares, tanto en el momento del reparto de la herencia paterna como al contraer matrimonio. Por principio, la transmisión no sale del ámbito familiar, no obstante, siguiendo el ejemplo de las tierras de palacios y templos, se abre camino a una personalización de la propiedad (asignar un determinado dependiente, y no a su familia). Un tipo de documento típico de la época paleobabilonia es la aparcería. Las grandes organizaciones del templo y el palacio ya recurrían durante el III milenio a esta forma de explotación de la tierra contra el pago de un canon anual (en producto o en plata). Ahora las aparcerías se contratan sobre todo entre particulares, lo que indica que, por un lado, se había formado una clase de terratenientes (altos Pági naP AG E \* ME RG EF OR MA T1 Cuartero, María – 2017 –Resumen variado – Liverani, “El Antiguo Oriente”. funcionarios públicos) con más tierras de las que podían explotar directamente y, por otro, se había formado una clase de campesinos sin tierra cuya fuerza de trabajo podía ser utilizada en tierras ajenas. Sólo la parte menos empobrecida de la población campesina no propietaria, que puede pagar el canon, tiene el recurso de la aparcería. Para los núcleos familiares más pobres existe el trabajo asalariado. El palacio también recluta asalariados para obras públicas. Un organismo administrativo real recauda impuestos de los terratenientes, organiza los trabajos, contrata obreros y los remunera. El sistema del salario sustituye al de las raciones. En ambos casos se trata de una remuneración en productos alimentarios (o plata) mientras duran los trabajos, y está reservada a trabajos de escasa dificultad técnica, y requieren mucha mano de obra. Pero en el pasado las raciones cubrían todo el año. Ahora, el salario es más alto que la ración, porque tiene que alimentar al trabajador y su familia. Se tiene la impresión de que la condición de los asalariados paleobabilonios debió ser más difícil e incierta que la de los dependientes con régimen de ración. Comienza una crisis de la solidaridad familiar, lo que provoca la propagación de la servidumbre por deudas, ya sea por parte de personas que han perdido su punto de referencia económico (padre/marido), préstamos no devueltos u obligaciones incumplidas que no cuentan con una garantía inmobiliaria (el cabeza de familia deudor cede a su esposa, hijos o incluso se cede a sí mismo). Este tipo de servidumbre es prácticamente irreversible, ya que sólo descuenta los intereses y el capital permanece insoluto. La sensibilidad social y jurídica de la época experimenta un malestar por estas situaciones aberrantes, y reconoce la calidad de persona libre al deudor esclavizado. En la crisis de la solidaridad gentilicia, sometida a la presión de condiciones económicas más duras, sólo la intervención del rey puede atender a las necesidades del huérfano y la viuda, o liberar al esclavizado. La realeza paleobabilonia: la realeza es el factor de equilibrio en una sociedad caracterizada por tendencias a la fragmentación, individualismo y servidumbre generalizada. La función real se expresa ante la sociedad por medio de instrumentos ideológicos tradicionales: himnos reales, inscripciones celebrativas, códigos y decretos de amnistía, prácticas de deificación (estos instrumentos tienen un origen neosumerio). En el norte se sigue hablando del rey fuerte, que debe emplearse a fondo en el terreno militar, dada la fragmentación política. Mientras el rey neosumerio se presentaba a sí mismo como un buen administrador, el rey paleobabilonio aparece como el buen pastor de su pueblo. De esta forma, no sólo adopta una imaginería pastoral de cara a la nueva población amorrita, sino sobre todo una actitud de preocupación por las necesidades de las capas más pobres de la población, vista como un rebaño que sin la guía y las atenciones del pastor no sería capaz de sobrevivir. El rey sigue teniendo un papel central en la excavación de canales y la construcción de templos y murallas, pero mientras la atención del rey neosumerio estaba centrada en la administración pública (o sea, dependientes del palacio y templo), la atención del rey paleobabilonio se centra en los hombres libres, los desamparados. En un mundo en el que los vínculos de solidaridad se debilitan pavorosamente, generando una gran masa de desheredados, el rey aparece con una imagen paternalista (que también guarda relación con la arraigada estructura gentilicia de los amorritas): padre y madre de los huérfanos, sostén de la viuda, la libertad a los esclavizados, el que perdona las deudas, el que restituya el equilibrio natural al orden social. Pági naP AG E \* ME RG EF OR MA T1 Cuartero, María – 2017 –Resumen variado – Liverani, “El Antiguo Oriente”. Una expresión evidente de esta búsqueda de explicaciones personales sin pasar por la mediación de los lugares de culto y poder, de acceso directo al mundo suprasensible, es la rápida proliferación de métodos de interpretación de los presagios. Se trata de signos presentes en el mundo sensible, que indican lo que es o sucederá en otros mundos. En el III milenio ya existían técnicas de comunicación entre el mundo humano y el divino: en el sueño premonitorio un dios se aparece al rey y le dice lo que tiene que hacer (consideraban que era un canal de comunicación directa). En el período paleobabilonio la situación varía, sigue habiendo sueños explícitos (pero ahora sueñan los particulares), pero también se empiezan a interpretar los sueños comunes, pues se considera que son portadores crípticos de mensajes cargados de significado sobre la suerte que va a correr el soñador. En la época paleobabilonia además aparecen otras técnicas: presagios a partir de nacimientos deformes, de detalles de la vida diaria, astrología, etc. El principio, sólidamente establecido desde comienzos del II milenio es que cualquiera puede conocer su suerte interpretando los signos correspondientes. El esquema conceptual del presagio (“si… entonces…”) se convierte en el esquema conceptual típico de la cultura mesopotámica. El esquema también se aplica al ámbito legislativo y médico. Evidentemente, en el mundo mesopotámico no existía la distinción entre ciencia y presagios. La rama práctica, más típica del período paleobabilonia, es competencia del asu (médico), y consiste en la observación atenta de síntomas, seguida de un diagnóstico de la enfermedad y la prescripción del remedio adecuado. El estado y el comercio paleoasirios: origen y estructura del estado asirio: el estado asirio tiene un origen de carácter tribal y nómada. Los escribas neoasirios dejaron una lista real (consignan reyes y sus acciones) continua de dos milenios de duración. En general, esta lista está influida por el clima político- cultural de la época amorrita (con sus genealogías gentilicias de los jefes tribales), y tiene la intención de conectar a Ila-kabkabi (padre del usurpador Shamshi-Adad I) con los últimos reyes que vivían en tiendas, de esa forma se pretendía legitimar la posición de Shamshi-Adad. Esto es tendencioso y no se puede tomar en consideración. En realidad, si la intervención nómada se sitúa en consonancia con Shamshi-Adad I y trata de hacerse una prehistoria de legitimidad, la historia asiria más antigua es la de una región de urbanización antigua e intensa economía agrícola. Asiria es una zona de aldeas agrícolas desde el período de Hassuna y Halaf, y una tierra de ciudades desde el Ubaid Tardío y la época de la urbanización. Conviene distinguir dos núcleos, que al fundirse dan lugar al estado asirio tal como permanece durante varios siglos. El fértil triángulo de Asiria comprendido entre el Zab superior y el Tigris, cuya ciudad principal es Nínive, y la ciudad de Assur que da nombre a Asiria pero se halla descentrada y asilada más al sur, son distintos por ecología e historia. El triángulo de Asiria es una zona de poblamiento antiguo, urbanizada, ya que puede contar con pluviosidad y tierras de cultivo. Posee una población local de origen hurrita o subarteo (para los sumerios y acadios es el país de Subartu, la parte norte de las cuatro en que se divide el mundo). Recibe flujos de colonización procedentes del sur (Ubaid Tardío, Uruk), pero asimila estas influencias con formas originales. En cambio, Assur es una ciudad aislada, sin un extenso país interior agrícola, situada en una zona árida, y debe su importancia a su posición fluvial. En Assur son más recientes las influencias del sir, del Protodinástico en adelante. Pero se trata de influencias directas, que la convierten en una colonia de la Pági naP AG E \* ME RG EF OR MA T1 Cuartero, María – 2017 –Resumen variado – Liverani, “El Antiguo Oriente”. cultura sumerio en el Tigris medio. Si Nínive y el triángulo asirio tienen vocación agrícola y un intenso poblamiento, Assur posee vocación comercial. Desde Assur se puede remontar el Tigris hacia Anatolia oriental, se puede atajar por el oeste a través del Uadi Tharthar hacia la Alta Mesopotamia, y al noreste se puede remontar el Zab inferior hacia la meseta iraní. Avanzadilla comercial meridional y cuerpo separado en el país de Subartu, Assur acabará convirtiéndose en el centro político de toda la región, haciendo de Asiria una de las potencias de dimensión regional en el tablero político de la primera mitad del II milenio. La unión política de la ciudad de Assur con el rico triángulo asirio (y la subordinación del segundo al primero) revela el interés que tuvieron las formaciones imperiales mesopotámicas por esta región. Primero fue el interés acadio por el control de las redes comerciales periféricas. Luego el proyecto de la III dinastía de Ur de convertir a los ensi de Assur, sometidos a ella, en instrumentos eficaces para controlar las tierras de Subartu, contra las que habían dirigido varias expediciones militares. El hecho es que tras la caída del imperio de Ur los ensi de Assur se independizaron, iniciando la secuencia dinástica asiria con Sulili, Kikia y Akia. Desde esta fase inicial aparecen los caracteres originales de Asiria en la historia mesopotámica. Assur, centro comercial, y la zona agrícola de Nínive con sus alrededores, son complementarios. A su vez, Assur (y luego toda Asiria) es una avanzadilla del sur. Asiria es una zona de intenso poblamiento acadio en un contexto dominado por los hurritas en la vertiente de piedemonte, y por lo amorritas en la estepa. La posición de Asiria, justo al pie de los montes Zagros y Taurus, es una posición ventajosa, ya que desde allí se accede rápidamente a las materias primas periféricas, lo que marca el destino comercial de Asiria. Al mismo tiempo es una posición peligrosa, debido a la amenazadora presión de las tribus montañesas, lo que explica la vocación militar de Asiria. En cambio, hacia el oeste, asiria tiene fácil acceso a los amplios horizontes altomesopotámicos. Esto hace que en varias ocasiones el expansionismo político de asiria encuentre una salida en la amplia franja que va del Tigris al alto Éufrates, pasando por el triángulo del Khabur y del valle del Balikh. Falta documentación, pero sabemos que todos los reyes paleoasirios trabajaron en las murallas de Assur y en los templos de Assur, Ishtar y Adad. Existe una inscripción en la que Ilushuma declara que ha establecido la libertad para los acadios y sus hijos en ciudades situadas al este del Tigris (Der, Awal y Kismar), así como en Nippur y Ur. Hay una cancelación de deudas, que liberaba a los hijos y los devolvía a sus familias. Tras una expedición de conquista se tomaba esta medida, que servía momentáneamente para que el rey apareciese como un libertador, y no como un conquistador, a ojos de la población. Por lo tanto Ilushuma encabezó una expedición militar victoriosa al este del bajo Tigris, que llegó hasta el corazón de Summer: señal de que asiria era ya una potencia regional, capaz de atacar bastante lejos. Después del reinado de Ilushuma, asiria se halla inmersa en una red comercial que abarca desde la Alta Mesopotamia hasta el suroeste y el centro de Anatolia. Esta red comercial, que enlaza más o menos directamente con otras redes comerciales anteriores, hasta llegar a la de la época de Ebla, está documentada en el período de los cuatro reinos de Erishum I, Ikunum, Sargón I y Puzur-Ashur II, unos 80 años que corresponden al nivel II de Kanish. Luego hay un intervalo que coincide con el interregno de Naram-Sin de Eshnunna (que había tomado el poder en Asiria) y de su hijo Erishum II. Por último hay una segunda fase de comercio entre Asiria y Capadocia, con Shamshi-Adad I hasta que la red colapsa, Pági naP AG E \* ME RG EF OR MA T1 Cuartero, María – 2017 –Resumen variado – Liverani, “El Antiguo Oriente”. coincidiendo con la decadencia del poder asirio, con los descendientes de Shamshi-Adad. La red comercial, controlada sobre todo por empresarios privados, subsiste cuando está respaldada por el sólido poder de la metrópoli asiria, y decae cuando le falta este respaldo (después de Shamshi-Adad), o cuando cae en manos de un soberano como Naram-Sin de Eshnunna, más interesado en impulsar sus propias redes comerciales en otras direcciones. El sistema político asirio es tripartito. El rey está situado en el vértice, pero sus títulos in incluyen el obvio de sarrum (rey), y en cambio destacan su tradicional dependencia del dios ciudadano. El rey asirio es issiak Assur (acadización de ensi), es decir, gobernador de Assur (por cuenta del dios), un título cargado de significado, ya que el nombre de la ciudad coincide con el del dios. Se ha advertido incluso un deslizamiento progresivo del título de gobernador de la ciudad de Assur al de gobernador del dios Assur. Este deslizamiento tiene lugar bajo los reinados de Ilushuma y Erishum I y coincide con el paso de la ciudad-estado a una formación estatal más compleja (Asiria), que quiere recuperar el radio ciudadano y hace de Assur, dios nacional, el símbolo de su unidad. La fórmula que resume el lazo entre el dios y el rey es clara: el dios Assur es rey, es el gobernador de (o por cuenta de) Assur. Presenta al rey como jefe y responsable de la comunidad asiria ante el dios. Los títulos de príncipe y señor son más genéricos, y los encontramos también en reyes no asirios. El segundo elemento del sistema político paleoasirio es la ciudad (alum), que cuando actúa y toma decisiones como cuerpo unitario está representada por una asamblea (puhrum) en la que participan todos los ciudadanos libres (cabezas de familia). Esta ciudad posee competencias judiciales, y por ello a menudo se ve implicada en controversias jurídicas referentes a los mercaderes. No es una instancia política, es la voz de la comunidad ciudadana, y su importancia es proporcional a la de las actividades extrapalatinas, en este caso muy considerable, dado el peso del sector libre en el comercio paleoasirio. El tercer elemento del sistema político es el funcionario epónimo (persona que da nombre a un pueblo, a una tribu, a una ciudad o a una época), llamado limum. Además de dar nombre al año, este funcionario desempeña un papel que de alguna forma limita al rey. A diferencia de la realeza, que es hereditaria (o sea que pertenecería a una sola familia) y está legitimada por su vínculo privilegiado con el dios Assur, el epónimo limum se elige echando a suertes con un dado entre un número limitado de candidatos, representantes de varias familias. Las competencias del limum no están muy claras. Puede que se trata de un jefe de asamblea, cobra impuestos sobre el comercio y está más vinculado a la ciudad que al rey. En conjunto, en asiria el poder del palacio real es muy limitado. En el orden ideológico, por la subordinación al dios ciudadano (pero esta aparente limitación se traduce en un prestigio más seguro ante los súbditos, y en un control sobre las organizaciones del templo). En el orden operativo está limitado por el peso, nada despreciable, de la organización ciudadana, cuya fuerza se debe a la existencia de destacadas familias dedicadas al comercio, en las que la ciudad de Assur basaba gran parte de su poderío. Más adelante, a medida que la ciudad de Assur vaya perdiendo influencia entre las ciudades agrícolas del triángulo, el palacio real reforzará su posición, y la asamblea desaparecerá de la escena. La política militar y territorial que reemplazará a la comercial será un elemento crucial para el refuerzo de la posición del rey, en perjuicio de los otros componentes. Pági naP AG E \* ME RG EF OR MA T1 Cuartero, María – 2017 –Resumen variado – Liverani, “El Antiguo Oriente”. mayor calidad. Buena parte de la población de Assur se dedica de manera directa o indirecta al comercio y a la producción textil que florece gracias al comercio. Por lo tanto, en esta época Assur es una ciudad de vocación comercial e industrial, y con un modesto peso agrícola. El comercio se realiza con burros. Se supone que los viajes tenían una frecuencia anual, porque los puertos del Taurus se cerraban en invierno por la nieve, con lo que apenas quedaba tiempo para hacer el trayecto de Assur a Kanish, dirigirse a las ciudades menores para la venta al por menor, y volver a Assur. El recorrido se divide en tres tramos. Un primer tramo va se Assur a Apum, donde pasa por Tell Leilan (Shubat-Enlil, ciudad centro del reino de Apum). El segundo tramo va de Apum a Abrum, donde se cruza el Éufrates. El tercer tramo es el más largo, desde el Éufrates hasta Kanish. Los estados anatolios: el sistema colonial asirio en Anatolia consta de diez colonias principales (del tipo karum) y otras diez menores (del tipo wabartum), todas ellas relacionadas con ciudades indígenas y concentradas en tres zonas: 1) en torno al Éufrates medio y alto, tanto en el lado este o altomesopotámico (Nikhriya, Badua, Zalpakh) como en el lado oeste o anatólico (Urshum, Khakhkhum, Mama); 2) la llanura de Konya (Purushkhattum, Wakhshusanna, Shalatiwara); 3) la curva del Halys (Khattusha, Karakhna, Turkhumit) y su valle desde el curso alto (Shamukha) hasta la desembocadura (Zalpa). Dadas las características orográficas de Anatolia, las ciudades-estado (y por lo tanto las colonias asirias) se ubican en zonas reducidas, en los valles y llanos entre montañas, separadas entre sí por relieves montañosos y bosques, y en la depresión central por lagos y llanuras saladas. Las ciudades-estado locales son más numerosas que las colonias. Por lo menos son treinta, y son ciudades de varios tamaños y rangos, independientes entre sí, aunque las más pequeñas están en la órbita de las mayores. En cada ciudad independiente hay un palacio (autoridad política local), sede de un rey llamado rubaum o sarrum. Algunas veces encontramos el título de rubaumrabium (“gran rey”), lo que indica que su poder se extiende a otras ciudades subordinadas. En algunas zonas hay ciudades hegemónicas, como Kanish, Wakhshusanna y Purushkhattum. Pero en el período correspondiente al nivel II del karum de Kanish parece que la situación está basada en un equilibrio entre reinos independientes. En cambio, en la segunda fase (nivel Ib) aparecen tendencias expansionistas y unificadoras. También hay funcionarios indígenas. El más importante parece ser el jefe de la ciudadela (rabi simmiltin), especialmente en los sectores que están más en contacto con el comercio (jefe de los almacenes, jefe del mercado). Se trata de estados palatinos bastante bien organizados, capaces de entablar relaciones jurídicas y comerciales con los asirios. Son relaciones de carácter contractual (se ha desechado la vieja hipótesis de un predominio asirio en Anatolia, o incluso de un imperio asirio). Se basan en la firma de tratados, confirmados por un juramento solemne, entre cada nuevo rey y el karum central de Kanish o el karum anejo a la propia ciudad. El rey local permite que la colonia asiria permanezca en su territorio y se dedique al comercio, y le garantiza la protección en el propio karum y a lo largo de los recorridos caravaneros. La actividad asiria debe atenerse a una red completa de tratados con todas las ciudades interesadas. Este mecanismo corre el riesgo de saltar en pedazos cuando aparecen disputas entre estados indígenas, o cuando un nuevo rey pone dificultades. En cambio, el otro firmante (los asirios) es único, o unificado por la responsabilidad central del karum de Kanish o el aval de Assur. El sistema es Pági naP AG E \* ME RG EF OR MA T1 Cuartero, María – 2017 –Resumen variado – Liverani, “El Antiguo Oriente”. estable y homogéneo, las tasas de tránsito están normalizadas y el palacio real se reserva un derecho de prelación (a precios ventajosos), pero sólo sobre una proporción minoritaria de las mercancías. Si bien el status político de los reyes locales es de independencia plena de Asiria, los mercaderes asirios tienen las espaldas guardadas en sus relaciones con las autoridades locales. Se nota que tienen detrás una gran potencia (hasta militar) que es bien conocida por las ciudades-estado altomesopotámicas, sobre todo en la época de Shamshi-Adad. Aun prescindiendo del posible respaldo político-militar de Asiria, la solidez de la propia organización colonial sirve de apoyo a la actividad comercial. El poder de la gran organización mercantil (en el plano financiero, y por abastecimiento de bienes como tejidos y estaño) le permite tratar de igual a igual con los reyes locales, y ejercer un comercio lucrativo. Los asirios y los anatólicos permanecen separados, pero sus vínculos son estrechos: matrimonios mixtos, las casas de los mercaderes no se diferencian de las indígenas en la cultura material ni en los elementos de construcción. Cuando los mercaderes llegan a cierta edad tienden a volver a Asiria. La situación etnolingüística local aparece documentada por nombres propios de personajes indígenas que encontramos en los textos paleoasirios. Los nombres pertenecen, en parte, a dialectos afines al hitita. También hay grupos importantes de nombres luvitas (sobre todo en el suroeste), hurritas (sobre todo en el sureste) y hatti o prehititas (sobre todo en el centro). Después de los movimientos de pueblos que marcaron el fin del tercer milenio, la población se va estabilizando, y tiene al esquema que aparecerá a mediados del segundo milenio. Los ochenta años de la primera presencia comercial asiria se caracterizan por la estabilidad política. No parece que el hiatus (quiebre, ruptura) se deba a desórdenes locales, sino más bien a desórdenes en Asiria (de modo que la destrucción del karum entre los niveles II y Ib sería consecuencia de un abandono repentino). Cuando regresan los asirios tropiezan con una situación difícil: es un panorama de continuas luchas y difícil vecindad (por ej. los reyes de Mama y Kanish, aun estando obligados por pactos, se acusan mutuamente de haberse aprovechado de las dificultades del otro para saquear su territorio). Las operaciones militares y la destrucción de ciudades se repiten y muestran una situación de guerra endémica y el éxito progresivo del expansionismo de Anitta. La proliferación de guerras locales explican el fin del comercio asirio, que ya no encuentra en Anatolia los requisitos indispensables de estabilidad y paz. La edad de Mari: tribus y palacios en el Éufrates Medio: se han descubierto ricos archivos que abarcan la primera mitad del siglo XVIII. Se trata de una región crítica, fronteriza entre la llanura mesopotámica y las tierras occidentales. Mari era un puesto avanzado y paso obligado entre Mesopotamia y el norte de Siria. Mientras que más al sur la llanura aluvial se ensancha formando una región agrícola amplia y densamente poblada (gracias a las obras de canalización por ej.), y más al norte empieza la pluviosidad suficiente para una agricultura de secano, el Éufrates Medio es una especie de canal que une estos dos zonas, concentrando todo el tráfico en el sentido del curso del río, encajonado entre dos puntos nodales próximos entre sí que separan el valle de regadío de la meseta semiárida, donde sólo crecen los pastos en invierno y primavera, cuando acuden allí los rebaños y los pastores trashumantes. En la región coexisten nómadas y sedentarios, cuyos puntos de referencia organizativos y políticos son respectivamente la tribu y el palacio. Pági naP AG E \* ME RG EF OR MA T1 Cuartero, María – 2017 –Resumen variado – Liverani, “El Antiguo Oriente”. Un equívoco ha sido considerar que la presencia de tribus de pastores en el Éufrates medio sería una etapa en su migración geográfica desde el emplazamiento primitivo de los pueblos semitas hasta su destino final en las tierras de regadío, y al mismo tiempo considerar que su género de vida (seminomadismo) sería una etapa en la evolución del nomadismo puto al sedentarismo. Este equívoco ha impedido que el seminomadismo (pastoreo trashumante asociado a la agricultura de aldea) aparezca como un rasgo estructural y adaptado a la explotación de la zona. En el tema de prioridad, la creencia habitual de que los nómadas, por ser móviles, fueron unos recién llegados, y los palacios, por ser estables, fueron elementos anteriores, es insostenible. En realidad, ambas formas económico-organizativas se desarrollaron a la par y con influencias recíprocas. Hay que revisarse el estereotipo antiguo de los nómadas como agresivos dedicados al saqueo. Ambas economías son productivas, ambas necesitan al otro, e inevitablemente tropiezan la una con la otra en la utilización del mismo espacio. De parte de los dos hay agresividad hacia el otro (nómadas agreden pero los palacios someten a las tribus –mano de obra, milicia, etc.-). Movilidad: los desplazamientos de los pastores no es un vagabundeo, es la forma que asume en el espacio su economía trashumante. A su vez, en los palacios hay movilidad tanto en sentido estructural (los palacios se mantienen unidos a través de redes comerciales, de comunicación, militares y laborales basadas en las movilidad) como en sentido diacrónico, porque la fundación de nuevos palacios y los cambios en el tablero político conllevan dolorosas reestructuraciones en el aprovechamiento del territorio, en detrimento de los sistemas consolidados. Durante el Bronce Medio las tribus de pastores del Éufrates medio y el valle del Khabur hablan la lengua amorrita, un elemento relativamente nuevo superpuesto al estrato acadioeblaíta de unos pueblos que practicaban unas formas económicas similares, basadas en el pastoreo trashumante de cabras y ovejas, y en la agricultura. El pastoreo se realiza con desplazamientos horizontales entre los pastos estivales en los valles irrigados (la orilla del Éufrates) y la meseta semiárida, donde se encuentran los pastos invernales. Sólo una parte del grupo gentilicio (nawum) trashuma, el resto permanece en las aldeas del valle, dedicado a la agricultura. En una típica condición dimórfica: morfología concentrada en verano y dispersa en invierno. El ciclo agrícola se combina bien con el pastoral, porque los principales cultivos (cereales) son invernales, y antes del verano dejan espacio para que vuelvan los rebaños. Además, no todo el territorio agrícola está siempre cultivado, pues hay rotaciones de ciclo bienal sencillo. En situaciones de necesidad se efectúan desplazamientos a mayores distancias. Los grupos de pastores se dirigen entonces al norte (alto Khabur) o al oeste (norte de Siria). La organización política de estos pastores se basa en la estructura gentilicia, y posee varios grados de agregación, desde el pequeño grupo gentilicio (el campo pastoral o grupo migratorio), pasando por la tribu, hasta la confederación de tribus (o nación en sentido etnográfico). Tres confederaciones tribales principales giran en torno al reino de Mari. Los khaneos (habitan Khana) son los que mantienen unas relaciones más estrechas con el palacio. Su trashumancia se efectúa a distancias cortas entre el valle y la meseta aledaña, de modo que tanto sus pastos estivales como los invernales quedan dentro del territorio que puede ser controlado por el palacio de Mari, y es reivindicado por su reino. Los benyaminitas (Maru-Yamina “hijos de la derecha” o “del sur”, como la tribu homónima de Israel) están subdivididos en numerosas tribus, y a menudo la trashumancia sale del territorio de Mari y se adentra en los pastos del norte. Su actitud ante el poder real es combativa e independiente. Por último, los suteos Pági naP AG E \* ME RG EF OR MA T1 Cuartero, María – 2017 –Resumen variado – Liverani, “El Antiguo Oriente”. avanzado de Yamkhad). Yakhdun-Lim fecha uno de sus años con una victoria sobre Emar. El título de rey de Mari, Tuttul y Khana señala esta ampliación. Sin dejar de mirar al oeste, Yakhdun-Lim encabeza una expedición hasta la costa del Mediterráneo. Tiene un valor simbólico (llegar hasta el mar era la aspiración de todo imperio universal) y comercial (troncos de cedro). No es tanta su importancia política, ya que en la Alta Siria hay reinos independientes que Yakhdun- Lim no conquista ni somete, limitándose a firmar acuerdos con ellos para que permitan el tránsito de mercaderes y la afluencia a Mari de troncos, muy importantes para las grandes construcciones. Aunque se dedica a edificar su nueva residencia en el desierto, Yakhdun-Lim permanece en Mari, capital política y económica del reino, y en Terqa, capital espiritual (con el prestigioso templo de Dagan), y declara haber edificado murallas de ambas ciudades, aunque en el caso de Terqa se trata de la consolidación de unas murallas del período Protodinástico. Mari, gracias a los cursos de agua, está en una posición inmejorable para recibir la afluencia de mercancías y de tasación del conjunto del reino. Además, la expansión aguas abajo es menos rentable, ya que el Éufrates se encajona entre los escarpes de la meseta, sin casi terreno agrícola ni ciudades importantes, y el estrecho pasillo sólo se abre en la zona controlada por Babilonia. Mientras la zona eufrática de la Alta Mesopotamia es unificada por el rey de Mari, la zona opuesta (valle del Tigris, alto Khabur) es momentáneamente unificada por los reyes de Eshnunna Ipiq-Adad y Naram-Sin. El hijo de Ipiq-Adad, Naram-Sin, se puede identificar con el rey homónimo de la lista real asiria. Con Naram-Sin, Asiria es parte integrante de un reino que se extiende desde Eshnunna hasta el alto Khabur. Naram-Sin logra hacerse con el control de la red comercial asiria y la destruye (la red de Eshnunna es alternativa a la de Assur y su reinado coincide con el intervalo entre los dos subperíodos de la presencia asiria en Capadocia). El territorio controlado por Eshnunna en la Alta Mesopotamia limita con el que domina Yakhdun-Lim. La poderosa familia de Ila-kabkabi (padre de Aminum y de Shamshi-Adad) acaba siendo expulsada. Según la lista real, Ila-kabkabi se refugia en Babilonia. La formación política creada por Ipiq-Adad y Naram-Sin no dura mucho tiempo. A la muerte de Naram-Sin le suceden Erishum II en Asiria y Dadusha en Eshnunna. Pero mientras tanto Shamshi-Adad se ha apoderado de Ekallatum, y desde allí combate contra Dadusha, haciéndole retroceder hasta el valle del Diyala, que es su núcleo originario, y arrebata el trono de Assur a Erishum, asumiendo él mismo el título de rey de Asiria. Su llegada al poder plantea problemas con la tradición política asiria, los que surgen en el orden ideológico (de legitimación) y luego, sobre todo, en el orden práctico (organización del reino). En el terreno de la propaganda y de las justificaciones eruditas de la toma del poder de Shamshi-Adad, se puede citar tanto la crónica de los epónimos –historia de la familia de Shamshi-Adad a través de todas las luchas políticas que afianzaron su poder-, como la propia lista real asiria, que en su primer parte es un intento de incluir al usurpador con todos sus antepasados en una secuencia dinástica completamente ajena a él (y ajena también al anterior usurpador Naram-Sin). Shamshi-Adad es rey de Asiria de forma secundaria. Se trata de un miembro de una familia de jefes de tribu amorritas que habían luchado (primero con Yaggid-Lim de Mari y después con Ipiq-Adad de Eshnunna) por el control del alto Khabur. Después se habían refugiado en Babilonia, y por último habían regresado desde Ekallatum, una ciudad marginal desde el punto de vista geográfico e histórico. Después de la anexión de Asiria por Shamshi-Adad, el viejo centro religioso, político y comercial de Assur y el Pági naP AG E \* ME RG EF OR MA T1 Cuartero, María – 2017 –Resumen variado – Liverani, “El Antiguo Oriente”. triángulo agrícola de Nínive siguen ocupando un lugar secundario en la estructura organizativa del reino. Shamshi-Adad nombre regente de Asiria a su hijo Ishme-Dagan, en Ekallatum. Por su parte, el rey se instala en Shubat-Enlil, una ciudad que antes carecía de importancia (está al este del triángulo de Khabur, en una posición crucial para el control de las comunicaciones entre asiria y la Alta Mesopotamia). Se ha identificado esta ciudad con el lugar de Tell Leilan. Otros centros administrativos del reino de Shamshi- Adad son Chagar Bazar (zona del Khabur) y Tell Rimah (sur del Yébel Sinyar). Este último se puede identificar con Karana donde se han encontrado edificios públicos. Siguiendo con su política expansionista, Shamshi-Adad conquista Mari, cuyo rey Yakhdun-Lim se refugia en el oeste. Shamshi-Adad instala en Mari a otro hijo, Yasmakh-Addu. El aparato administrativo de la ciudad no sufre muchos cambios, pero la subordinación de Mari a una formación política más extensa deja sentir su peso. Parte de los recursos del reino son movilizados en función de las necesidades de Shamshi- Adad: guerras, envío de tropas, construcciones. Las relaciones entre Shamshi-Adad y Yasmakh-Addu son tensas, por las exigencias del rey asirio que gravan sobre la economía de Mari, y por la desconfianza del padre al hijo (lo cree un inútil). Shamshi-Adad es incapaz de ceder en su empeño político y militar, considera que todavía no alcanza sus objetivos. El paso del fraccionamiento político (basado en las ciudades tradicionales) a la unificación imperial (basada en la movilidad y amplitud de horizontes del elemento tribal) ha sido brusco. En el norte Shamshi-Adad hereda el problema asirio de contener la presión de los montañeses de los Zagros, que ahora se concreta en los turukku. La ciudad de Shusharra (Tell Shemshara) es el puesto avanzado para la explotación económica de esta tribu, o su contención militar. Shamshi-Adad también trata de poner en pie el sistema comercial de Capadocia, que produce elevados beneficios con la exportación de tejidos y el tráfico de metales, y en parte lo consigue. En el sureste, la formación estatal de Shamshi-Adad limita con dos poderosos estados: Eshnunna, que ha sido rechazada a su territorio originario y tiene que protegerse del expansionismo de Elam, y Babilonia, que está en ascenso y dentro de poco se convertirá en la potencia hegemónica del sur mesopotámico. En cambio, en el oeste la situación es más llevadera, con una mayor fragmentación y espacios libres para una posible expansión. Mientras que Yamkhad, con su poderoso rey Yarim-Lim, es un obstáculo insalvable, y aplica una política de oposición a Shamshi-Adad, los demás reinos sirios, sobre todo Karkemish en el norte y Qatna en el sur, son aliados del rey asirio (para protegerse de Yamkhad). Entre Mari, Shubat-Enlil y Karkemish, en el país alto, hay una serie de reinos de pequeñas dimensiones, vinculados a Shamshi-Adad por subordinación, premisa esencial para la reanudación del comercio con Anatolia. En conjunto se trata de un sistema muy variado y extenso, pero también muy frágil, ya que se basa en lazos personales y victorias militares (dos elementos sujetos a vuelcos repentinos). Por último, en el ámbito ideológico, salta a la vista el modelo acadio de Shamshi-Adad, que asume los títulos de rey fuerte y rey de Akkad. Una expedición suya al Mediterráneo que llega hasta el Líbano sigue las huellas de los reyes de Akkad. Su aspiración al dominio universal es evidente, si bien no puede asumir las formas clásicas, por no tener el control del sur de Mesopotamia. Shamshi-Adad traslada a Asiria cierta influencia babilónica, fruto de su estancia en Babilonia y su visión acadia del imperio. No se considera un simple rey de Asiria. Es probable que tratara de sustituir al dios Assur por Enlil, y es evidente que prestó Pági naP AG E \* ME RG EF OR MA T1 Cuartero, María – 2017 –Resumen variado – Liverani, “El Antiguo Oriente”. especial atención al dios de Nippur (baste recordar el nombre de su nueva capital), un dios que había intervenido en la legitimación de su antiguo modelo Sargón de Akkad. La edad de Mari: guerras, alianzas, comercio: los últimos años de Shamshi-Adad son difíciles, por la confluencia de ataques procedentes del este y oeste. Al oeste, la boda de Yasmakh-Addu con la hija del rey de Qatna había comprometido las relaciones con Yarim-Lim de Yamkhad, y había roto las hostilidades en el terreno bélico. En el este, el nuevo rey de Eshnunna, Ibal-pi-El, una vez sellada la amistad con Ebla, había dirigido sus miras expansionistas hacia la alta Mesopotamia, tras las huellas de Ipiq-Adad y Naram- Sin. Al principio la guerra se da en las fronteras (conquista y reconquista de Qabra y Arrapkha). Luego los ejércitos de Eshnunna penetran profundamente en el territorio de Shamshi-Adad. Al parecer, la guerra contra Eshnunna termina con un tratado de paz y alianza, pero el intento de Shamshi-Adad de dirigir todas sus fuerzas contra Yamkhad termina en desastre. Acabada la guerra, Shamshi-Adad desaparece, no sabemos cómo, pero a consecuencia de los sucesos militares. Del gran reino mesopotámico paterno, Ishme-Dagan conserva Asiria, que vuelve a incluir los territorios que le son propios: el valle del Tigris desde Ekallatum y Assur hasta el norte del triángulo asirio, con una dificultosa contención de las laderas de los Zagros y una tendencia a extenderse por el oeste, a partir del Uadi Tharthar, del Yébel Sinyar y del corredor que al norte de este último controla el paso del valle del Tigris al del Khabur. Pero la otra mitad del reino de Shamshi-Adad se pierde, y Yasmakh-Addu también desaparece en las fases finales de la guerra contra Yamkhad, probablemente barrido por la intervención de Yarim-Lim. Después de él sube al trono de Mari, Zimri-Lim, que dice ser hijo del anterior rey Yakhdun- Lim para enlazar con él (saltando el período asirio), y se casa con la hija de Yarim-Lim, manteniendo buenas relaciones políticas y comerciales con su poderoso vecino occidental. Entre el reino asirio de Ishme-Dagan y el reino de Mari de Zimri-Lim comienza una fase de lucha por el control de la franja intermedia y del país alto. Para la economía productiva de Mari resulta indispensable el control de esta zona: la hidrología y la trashumancia aconsejan que toda la cuenca del Khabur se mantenga unida bajo su dirección. En cambio, para Asiria el interés es comercial: la caravana que va desde Assur hasta Capadocia, pasa por las ciudades del alto Khabur y del alto Balikh (el comercio de Mari pasa más bien por la vía fluvial del Éufrates, y se dirige más al oeste). Zimri-Lim sale ganando, aísla a Ishme-Dagan de la Alta Mesopotamia y del comercio anatólico (que se extingue), y extiende su influencia hasta incluir todo el arco del piedemonte. Los pequeños estados de la Alta Mesopotamia conservan su autonomía y a sus dinastas (como había ocurrido bajo el reinado de Shamshi-Adad), pero se vinculan a Mari con alianzas, reforzadas por matrimonios que unen a hijas de Zimri-Lim con los reyes de Ilansura, Ashlakka, Elakhut, Andariq, etc. Con el resurgimiento del reino de Mari bajo el reinado de Zimri-Lim y el éxito de las guerras y la política matrimonial, se estabilizan dos grandes frentes políticos: por un lado, el frente del Éufrates formado por Yamkhad, Mari, Babilonia y Larsa, y, por otro, el frente del Tigris con Asiria, Eshnunna y Elam. Ibal-pi-El no se resigna y se aventura de nuevo en la Alta Mesopotamia, con una expedición que culmina en el asedio de Razama. La situación da un vuelvo con la victoria de Hammurabi de Babilonia sobre Eshnunna. De esta forma, el rey babilonio se desembaraza de un poderoso rival (cuya ciudad se halla muy cerca del territorio Pági naP AG E \* ME RG EF OR MA T1 Cuartero, María – 2017 –Resumen variado – Liverani, “El Antiguo Oriente”. absoluto (paralela y análoga a la de la Anatolia paleoasiria), con tendencias a la unificación durante el siglo XVIII, cuando gran parte del norte de Siria queda bajo el dominio de los reyes de Yamkhad, con capital en Aleppo. Yamkhad todavía es una entidad política débil bajo el reinado Sumu-epukh, contemporáneo y adversario de Yakhdun-Lim de Mari, y después de Shamshi-Adad. Pero su hijo Yarim-Lim se convierte en el jefe todopoderoso de un sistema político de dimensiones regionales, capaz de tener un protagonismo en las luchas de la época y en las relaciones diplomáticas y comerciales. Una flota y un ejército de Yarim-Lim están presentes en Mesopotamia central durante la guerra que acaba con Shamshi-Adad, y, en la época de Zimri-Lim, el rey de Aleppo todavía es capaz de declarar la guerra, incluso a der, en los confines de Elam. Si bien estas incursiones forman parte del dinámico mundo amorrita de las guerras y alianzas interregionales, conviene resaltar que jamás potencia mesopotámica alguna logró penetrar militarmente en Siria. Aleppo siempre controló la línea del Éufrates, con su puerto fluvial avanzado en Emar y parte del territorio mesopotámico hasta el Balikh. Con la generación de Zimri-Lim empieza en Mari una época más tranquila. El vínculo matrimonial de Zimri- Lim con la familia real de Aleppo, la estabilización de la situación política y la subida al trono del moderado Hammurabi como sucesor del enérgico Yarim-Lim, inauguran un período de paz y relaciones comerciales. Más adelante, cuando Hammurabi acabe con el reino de Mari, Yamkhad (que no ha sido afectada por estos hechos) gozará de una situación más tranquila, al convertirse en potencia hegemónica de la Alta Siria. En el sur, Qatna se sustrae a su dominio, y durante toda la época de Mari es, a su vez, capital de una coalición similar. Las difíciles relaciones entre Yamkhad y Qatna provocan el acercamiento entre Ishkhi-Adad, rey de Qatna, y Shamshi-Adad. Yasmakh-Addu se casa con una princesa de Qatna, y tal vez sea esta alianza lo que permite a Shamshi-Adad proclamar en una inscripción que ha llegado hasta el Mediterráneo y el Líbano. Parece que el rey asirio llegó hasta el Mediterráneo por la vía Mari-Palmira- Qatna-Líbano. Tras la muerte de Shamshi-Adad, también Ishkhi-Adad desaparece, y su sucesor Amut-pi- El se integra en el clima de normalización y pacificación, y firma un tratado de alianza con Yamkhad, con la mediación de Zimri-Lim. Karkemish y otras ciudades como Urshum, Khashshum y Khakhkhum, importantes para el control de las vías comerciales, quedan fuera del sistema. Permanecen al margen de las disputas y procuran mantener buenas relaciones comerciales con los que detentan el poder (y controlan los circuitos) en Alta Mesopotamia y Alta Siria. De modo que Aplakhanda de Karkemish mantiene buenas relaciones con Shamshi-Adad, y luego su hijo Yatar-Ammi se lleva bien con Zimri-Lim. Lo mismo sucede con las otras ciudades norteñas. Este es el panorama interregional. Un archivo proporciona noticias de Siria durante el período inmediatamente posterior. Los reyes locales reconocen formalmente la soberanía del rey de Yamkhad, usando para sí mismos el título de awilum (hombre) y para el señor de Aleppo el de sarrum “rey” (o a veces usan el de rey para sí mismos, pero entonces el señor de Aleppo es “rey grande”). El primer rey de Alalakh es hijo de un rey de Yamkhad, instalado por él en el trono de Alalakh a cambio del de Irrite (Urfa), perdido a raíz de una revuelta. Los archivos atestiguan dos generaciones de reyes de Alalakh: Yarim-Lim (hijo de Abba-El, rey de Yamkhad) y Ammi-taqum, a quienes corresponden por lo menos cinco reyes de Aleppo: Abba-El (hijo del Hammurabi citado, contemporáneo de Zimri-Lim), Yarim-Lim II, Niqmepukh, y luego Irkabtum, Hammurabi II y Yarim-Lim III con reinados breves, que nos llevan hasta mediados del siglo Pági naP AG E \* ME RG EF OR MA T1 Cuartero, María – 2017 –Resumen variado – Liverani, “El Antiguo Oriente”. XVII, cuando es destruida Ala-lakh VII. La posición política de Ebla debió ser parecida, también con una dinastía local (muy rica) que reconoce el dominio de Yamkhad. También es análogo el final de esta fase de Ebla, destruida a mediados del siglo XVII. Sobre la caída del sistema político de Yamkhad y la destrucción de algunas ciudades del norte de Siria arrojan luz las fuentes de origen hitita. A mediados del siglo XVII los reyes hititas Khattushili I y Murshili I se enfrentaron a Yamkhad y a los demás estados del norte de Siria. En una primera fase Khattushili I atacó las ciudades de Alalakh (destrucción del nivel VII), Khashshum y Khakhkhum. Los estados sirios se aliaron para defenderse, y las ciudades atacadas contaron con el apoyo de Karkemish y Yamkhad. El ataque hitita fue rechazado a duras penas, pero se saldó con un sensible retroceso. En una segunda fase Murshili I reanudó los ataques, se adentró más al sur, puso al fin al gran reino de Aleppo, probablemente destruyó otras ciudades (por ej. Ebla) y se hizo con el control de todo el norte de Siria. Varios siglos después los reyes hititas todavía recodaban con preocupación el poderío de Aleppo, y tomaban las medidas oportunas para evitar que de nuevo se formara un gran reino en el norte de Siria. Pero estos temores, justificados por el enorme peso político y militar que había tenido Yamkhad en los siglos XVIII y XVII, eran cada vez más anacrónicos. Aleppo no se repuso nunca del golpe infligido por Murshili I, y en todo el norte de Siria las destrucciones del siglo XVII aceleraron unos procesos de despoblamiento y desurbanización que se inscribían en tendencias a largo plazo. Los hicsos y en Bronce Medio Palestino: en la parte más meridional de la franja siropalestina, la reconstrucción del tejido urbano y de la organización estatal tras el Período Intermedio entre el Bronce Antiguo y el Medio fue un fenómeno local, pero estuvo influido por Egipto. Egipto, después de una penetración de nómadas semitas procedentes del Sinaí y sur de Palestina, hacia el 2.000, se había convertido en un poderoso estado unitario con los faraones tebanos de la XII dinastía (Imperio Medio, 1990-1785). Los faraones crearon el “muro del príncipe” (para defender el delta oriental), y renovaron su interés por los recursos asiáticos (cobre y piedras preciosas de Sinaí, madera del Líbano) y productos agrícolas (aceite y vino de las ciudades palestinas y sirias de la costa). La presencia del Imperio Medio egipcio en Palestina y Siria meridional y costera es capilar, se han encontrado monumentos egipcios en Gaza, Gezer, Sichem en Palestina, Biblos, Beirut en la costa siria, y Qatna, Ebla y Alalakh en el país interior. Egipto no aparece en el archivo de Mari, mientras que la red comercial siromesopotámica llega hasta el norte de Palestina. La presencia egipcio en Asia durante los siglos XIX y XVIII fue meramente comercial, que estuvo condicionado por el potencial y prestigio económico y militar de Egipto (los estados palestinos eran pequeños). Biblos fue la que mantuvo contactos más intensos. Los reyes locales solían recibir regalos de los faraones a cambio de facilitar el acceso a los bosques libaneses, pero estos reyes eran independientes. Hasta Ebla recibía regalos de gran valor. Bajo la XIII dinastía las relaciones comerciales egipcias incluían a Biblos y Ebla, y entraron en crisis a finales del siglo XVIII (luego se reestructuraron). En el Imperio Medio de Egipto, se tenía una visión de Siria-Palestina como tierras habitadas por nómadas y gobernadas por jefes de tribus rudos. Se conoce que los llamados textos de abominación eran listas de nombres de jefes y localidades extranjeras escritos en figurillas que se rompían en ceremonias mágicas para destruir, por analogía, a los enemigos potenciales de Egipto (la más antigua, XII dinastía, aparecen Pági naP AG E \* ME RG EF OR MA T1 Cuartero, María – 2017 –Resumen variado – Liverani, “El Antiguo Oriente”. nombres de grupos tribales, en la más reciente, XIII dinastía, aparecen estados ciudadanos). Palestina, costa libanesa y Siria meridional no son enemigos propiamente dicho, sólo potenciales. En el siglo XIX la implantación en Palestina de un modelo urbano igual que el de Siria hizo progresos. El grupo tribal empezó a gravitar en la ciudad, empieza a concentrarse, hasta que la ciudad amurallada, sus palacios y actividad comercial tomó la delantera. No se sabe si en el sur también hubo concentraciones. En la segunda mitad del XVIII las relaciones entre Egipto y Palestina cambian. La fase anterior (XII dinastía en Egipto, Bronce Medio IIa en Palestina, 1900-1750) se caracterizaba por un Egipto unitario y poderoso y una Palestina en fase de reorganización política y cambio de la relación entre la tribu y la ciudad. En la fase posterior (segundo período intermedio en Egipto, Bronce Medio IIb en Palestina, 1750- 1600) hay una decadencia y fragmentación de Egipto, mientras que Palestina ya está reorganizada (aunque sigue fragmentada en ciudades-estado). El intercambio comercial mantiene la intensidad, con formas distintas, y conlleva la penetración de tribus asiáticas en Egipto (por ej. delta oriental es atractiva por sus pastos para los pastores libaneses). Las fortificaciones pierden eficacia, y entre el delta y el sur de Palestina se crea un continuum por el que los grupos humanos y elementos culturales circulan con libertad. Para la tradición historiográfica egipcia los hicsos son jefes asiáticos que penetran Egipto de forma súbita y violenta, por la fuerza, y constituyen un dominio extranjero hasta que los faraones tebanos de las dinastías XVII y XVIII los expulsan. La infiltración no tuvo un carácter masivo ni de conquista militar. Se ha considerado que la infiltración de los hicsos en el delta fue la última etapa de un flujo migratorio de norte a sur protagonizado por hurritas (que aprovecharon la debilidad del poder central luego de la XIII dinastía), pero está claro que los nombres de los príncipes extranjeros son semitas (amorritas), con ciertos elementos hurritas, como en toda la onomástica siropalestina de la época. Durante un tiempo hubo fragmentación política, con dinastas egipcios o asiáticos que controlaban unidades comarcales en el interior de Egipto. La relación entre Egipto y Palestina siguió siendo compleja. Pero resulta difícil aceptar un imperio hicso que abarcaría el Alta Egipto y toda la franja siropalestina, con capital en Avaris (delta oriental). Probablemente lo que ocurrió fue que Egipto fue unificado parcialmente por una dinastía de origen asiático, pero ya egiptizada por su larga permanencia en el país. En cambio, la zona siropalestina debió quedar dividida en ciudades-estado autónomas que sólo tenían en común con los hicsos una cultura material que erróneamente se denomina hicsa, pero no es otra que la cultura palestina del Bronce Medio. Hay relaciones comerciales y diplomáticas, no control político. Los datos más interesantes de la cultura hicsa (es decir, la penetración de la cultura palestina del Bronce Medio en el delta egipcio) proceden de las excavaciones de Tell ed-Daba, en la zona de su capital Ávaris. Se trata de una facies cultural compacta. Las tumbas y templos son de tipo asiático, se va dando una consolidación progresiva del elemento palestino sobre las premisas egipcias. En un momento, estos grupos fueron fuertes como para hacerse con el control político en zonas del valle del Nilo. Después de este máximo de penetración asiática vendrá una brusca inversión de las relaciones y el comienzo de la política imperial del Imperio Nuevo egipcio en Asia. Pági naP AG E \* ME RG EF OR MA T1 Cuartero, María – 2017 –Resumen variado – Liverani, “El Antiguo Oriente”. historia mesopotámica, pertenecen a otra persona, que posee sobre ellos derecho absoluto, y se adquieren como botín de guerra o se compran en países extranjeros-. Los conciudadanos no pueden ser esclavos, pero sí someterse a la servidumbre prolongada (pero no pierden su condición original). Awilum y muskenum son categorías compuestas. Los libres tienen autonomía económica (terratenientes, funcionarios altos o medios del templo/palacio que han adquirido de manera permanente tierras). Los muskenum dependen del estado para su sustento, de modo que son semi-libres en el sentido económico (no poseen medios de producción), gozan de menos prestigio que los libres, y mantienen un vínculo de protección y subordinación al rey. En el código aparece una ley de talión, es decir, una reglamentación de las penas corporales como forma de venganza, y se ha atribuido esta práctica a la llegada de los amorritas –frente al arraigado principio de la compensación pecuniaria de la cultura sumeria y acadia-. Desde hace tiempo se ha aclarado que los códigos mesopotámicos no tienen ni pretenden tener valor normativo (o sea, plantear normas que deban ser aplicadas) ni inciden en el poder judicial (que sigue basándose en las costumbres). Por ej. el código de Hammurabi: se trata de un retablo del que se desprende que la justicia imperaba en Babilonia durante su reinado, por lo que le valía el sobrenombre de rey de la justicia para mayor gloria del rey. Los edictos de remisión de deudas y liberación de los esclavizados poseían una eficacia normativa mayor y un carácter propagandístico. Desde la época de Rim-Sin hasta el fin de la dinastía de Babilonia, su aplicación se extendió a todo el país, incluyendo el sur. El rey de Babilonia se presentaba ante sus súbditos como un buen padre, un rey justo y recto. Con la justicia se trata de lograr un equilibrio social y económico superior, y para ello es preciso que el rey preste atención a las clases más desprotegidas, y que sirve de dique frente al empuje de los mecanismos económicos de mercado que acabarían reduciendo a la servidumbre a gran parte de la población. La reforma religiosa: la Babilonia de Hammurabi y sus sucesores permanece inaccesible, debajo de las reconstrucciones de la ciudad. A juzgar por las ciudades de provincias, se tiene la impresión de que el período paleobabilonio tenía mucho que decir en cuanto a originalidad creativa. La arquitectura religiosa y palatina repiten los esquemas elaborados en los siglos anteriores. En cambio, la época de Hammurabi supone un giro en el ámbito teológico. El giro se debe a la nueva situación política, de unificación del país y aparición de ambiciones ciudadanas. Se notan las preferencias de las nuevas etnias amorritas, que prefieren a algunas divinidades (como Shamash, Ishtar y Adad), relegando a un segundo plano a las viejas divinidades sumerias. Las ciudades norteñas extienden a todo el país el prestigio de sus dioses locales: Marduk de Babilonia, Nabu de Borsippa, Nergal de Kutha y Shamash de Sippar. Se produce una reestructuración del panteón. Varias divinidades aparecen con el mismo rango, en un intento de contentar a todas y encontrar para cada una de ellas una conexión característica con la persona del rey. La vieja jerarquía, basada en la supremacía de Enlil de Nippur, ya no está vigente. En el plano de la religiosidad personal, no oficial, parece que el dios más popular es Shamash, en relación con la gran ansia de justicia que siente la sociedad de la época. La nueva estructuración del panteón sitúa en el vértice al dios de Babilonia, Marduk (lo que es difícil, ya que es un dios local). El proceso comienza con Hammurabi, pero culminará en la época casita. Para ello, Pági naP AG E \* ME RG EF OR MA T1 Cuartero, María – 2017 –Resumen variado – Liverani, “El Antiguo Oriente”. convierten a Marduk en hijo de Ea (dios de la sabiduría, de prestigio antiguo). Las nuevas tendencias hacia lo privado establecen una relación directa entre Marduk y el fiel, que satisface sus necesidades de seguridad. A su vez, lo colocan en el centro del mundo cosmológico, sustituyendo a Enlil (que ya está en decadencia). Realizan un poema sobre Marduk (en principio se habría compuesto entre finales de la dinastía de Hammurabi, antes del cual no existían las condiciones políticas para que se defendiera el carácter central del dios de Babilonia) que se recitaba en la fiesta del año nuevo babilonio. Un tercer elemento es que Hammurabi no era divinizado (como había sido Rim-Sin), ni siquiera sus sucesores, de modo que la costumbre se pierde. También desaparecen las manifestaciones secundarias de la deificación (hierogamia-matrimonio sagrado-, himnos celebrativos en nombre del rey) que habían sido típicas expresiones de la realeza desde comienzos de la III dinastía de Ur hasta el final de la dinastía de Larsa. El rey sale del mundo divino y vuelve al humano como pastor del rebaño, benévolo y justo. De modo que Marduk, además de ocupar el lugar de Enlil en el ámbito cosmológico, puede ocupar el lugar del rey en el ceremonial. Ahora el dios es protagonista, y ya no estará flaqueado por la ambigua figura del rey divinizado. El rey, por su parte, en vez de buscar la legitimación de su poder en la filiación divina, la busca, de acuerdo con la sensibilidad gentilicia de las etnias occidentales, en largas genealogías de antepasados tribales. La influencia del componente amorrita del reino es todavía muy llamativa durante el reinado de Hammurabi y los de sus sucesores. Hammurabi lleva el título de rey de Martu, rey de Summer y Akkad. No obstante, la asimilación todavía no es completa, todavía subsiste la conciencia de la diversidad; y los reyes de Babilonia procuran no descuidar el factor occidental. Con el fin de la I dinastía de Babilonia, la oleada amorrita será definitivamente integrada, y la sociedad babilonia se dispondrá a asimilar a nuevos grupos de inmigrantes. La disgregación del imperio: ni Larsa ni Eshnunna aceptaron la pérdida de su independencia, y el sucesor de Hammurabi, Samsu-iluna, tuvo rebeliones que sofocar. En Larsa se proclamó rey Rim-Sin II, que era hijo de Warad-Sin y nieto de Rim-Sin I. en Eshnunna un tal Iluni trató de independizarse de la capital. Samsu-iluna pudo sofocar la primera rebelión, pero en el sur estalló una nueva sublevación encabezada por Iluma-ilum. La rebelión duró hasta que ejecutaron al rebelde. El sur permaneció independiente con Iluma-ilum, cortando a Babilonia el acceso al mar. En los montes Zagros surgió una nueva amenaza: el noveno año de Samsu-iluna está datado por una victoria sobre el ejército de los casitas, un pueblo montañés que empezaba a presionar en el valle. En el noroeste parece que Samsu-iluna trató de mantener el control sobre el Éufrates medio (antiguo reino de Mari) y el país alto, pero con escaso éxito. Al reinado de Samsu-iluna le siguen los de Abi-eshukh (luchó contra el País del Mar, situación que se estabilizó dado que a los reyes babilonios les faltaban las fuerzas para recuperar el control de todo el país), Ammi-ditana y Ammi-saduqa. La Baja Mesopotamia permaneció dividida entre el País del Mar, al sur, y el reino de Babilonia en el centro-norte, mientras que los reyes de Khana gobernaban el Éufrates medio y los de Asiria el Tigris medio. Ammi-saduqa redactó un edicto en el que se nombraban los distritos de Num-khia, Larsa, Eshnunna, Isin, Uruk; Kisurra y Malgum. La capital del País del Mar debió ser Ur. Pági naP AG E \* ME RG EF OR MA T1 Cuartero, María – 2017 –Resumen variado – Liverani, “El Antiguo Oriente”. Una quincena de reyes de Khana se distribuyen en el período que va desde la destrucción de Mari a manos de Hammurabi, hasta el comienzo de la edad casita, hacia 1.600, cuando se constata que Terqa deja de ser una ciudad floreciente. Terqa, pese a las obras de restauración de los templos principales, estaba en evidente decadencia con respecto a la edad de Mari. Pero seguía siendo un centro político y comercial importante. Mantenía relaciones con Siria-Palestina (y Egipto) y el golfo Pérsico. Mientras tanto, más al norte tenían lugar importantes acontecimientos. Los reyes hititas atacaron Yamkhad, y Murshili acabo destruyéndola. Puede que los reyes de Khana vieran con buenos ojos la ascensión de Khatti, porque su propia posición en el Éufrates medio les convertía en rivales y víctimas potenciales de Yamkhad, por un lado, y de Babilonia, por otro. A raíz de la conquista hitita de Yamkhad, Khatti y Khana tuvieron frontera común, y las relaciones entre ambos proporcionan la clave para interpretar la enigmática expedición de Murshili contra Babilonia, que tuvo lugar durante el reinado de Samsu-ditana, último rey de la dinastía Hammurabi. La situación geográfica de Khana requería su colaboración para que pudieran pasar las tropas hititas hasta la frontera babilonia. Un texto posterior confirma este supuesto. En él se alude al regreso a Babilonia de la estatua del dios Marduk, deportada por los hititas, que había permanecido varios años en el país de Khana hasta ser rescatada por un rey casita de Babilonia. Es posible entonces que los hititas acudieran a petición de Khana para resolver viejas disputas entre ésta y Babilonia, dejando el botín en la propia Khana, y se marcharan sin sacar provecho político de su victoria. La toma de Babilonia y el saqueo del templo de Marduk fue un golpe mortífero para la dinastía babilonia. Los hititas se retiraron, pero el reinado de Samsu-ditana quedó afectado. De ello sacaron provecho los casitas, presentes en Babilonia y Khana desde hacía tiempo. Al parecer tomaron el poder en Babilonia militarmente. No se conoce el nombre del primer rey que, aprovechando la debilidad babilonia tras la incursión hitita, consiguió subir al trono de Babilonia. La confederación elamita: el estado elamita estaba gobernado por una dinastía llamada de los sukkal- mah (del título que designa la función real), y se caracterizaba por una especial estructura del poder y de su transmisión. El poder recaía en una terna formada por el sukkal-mah, jefe supremo de la confederación elamita, que residía en Susa, el sukkal de Elam y Simashki, que solía ser el hermano menor del sukkal- mah y probablemente residía en Simashki, y por último el sukkal de Susa, que solía ser el hijo del sukkal- mah. Los tres cargos tenían una importancia decreciente, y a la muerte del sukkal-mah su puesto era ocupado por su hermano (el sukkal de Elam), cuyo puesto era ocupado por su hermano (el sukkal de Elam), cuyo puesto era ocupado a su vez por otro hermano o por el hijo del primer rey (el hasta entonces sukkal de Susa). El poder pasaba de un hermano a otro, y sólo después de haber agotado una generación de hermanos pasaba al hijo del primero, es decir, a la generación siguiente. La estrecha solidaridad familiar, entre hermanos, estaba reforzada por la costumbre del levirato (el hermano del difunto se casaba con su viuda), y también por la costumbre de casarse con su hermana –debido a la cual, en condiciones típicas, a la muerte de un sakkal-mah, el sukkal de Elam, su hermano menor, heredaba tanto su función política como a su esposa, que, por otro lado, era la hermana de ambos. Este sistema de reparto y transmisión del poder se basaba en las costumbres sociojurídicas elamitas, pero mientras en la práctica jurídica normal se fue generalizando el reparto hereditario (frente a la gestión Pági naP AG E \* ME RG EF OR MA T1 Cuartero, María – 2017 –Resumen variado – Liverani, “El Antiguo Oriente”. encuentran en la oposición. El reino de Khtti está centrado en la curva del Halys; por el norte llega hasta el Mar Negro; por el suroeste hasta la llanura de Konya, y por el sureste hasta las laderas septentrionales del Taurus. Es una formación estatal de dimensiones regionales bastante reducidas comparada con otros reinos de la época, que constituye el país de Khatti en sentido estricto. Los territorios añadidos se consideran resultado del expansionismo exterior. Las ciudades como Zalpa y Kanish, principales rivales de Kushshara y Kattusha en la unificación del país, permanecen en la tradición mitológica. El proceso de unificación no fue sólo una sucesión de guerras, también tuvo un fuerte componente político (emparentamientos personales, formación de un patrimonio ideológico y simbólico, etc.). Por un lado, el rey hitita nombra gobernadores de las ciudades conquistadas a sus hijos (provoca tendencias autonomistas); por otro lado, el rey se casa con princesas de las ciudades conquistadas, y concentra en su corte a los miembros de las casas reales vencidas. La finalidad es la cohesión, pero surgen problemas como facciones en la corte y en la familia real, que luchan por el poder y la sucesión al trono. A medida que avanza la unificación del país, en la corte se concentran los elementos de rivalidad y pluralismo que aún no han sido bien asimilados. En el apogeo del Antiguo Reino hitita, cuando el viejo Khattushili cede el trono al joven Murshili, un documento (el testamento de Khattushili) nos presenta una situación peligrosa: el viejo rey que venció a los poderosos reinos del sureste anatólico y el norte de Siria, se queja de que nadie de su familia le ha obedecido nunca, por lo que se ve obligado a adoptar a un extraño (Murshili), escarmentado por las traiciones y atentados de sus familiares. Una cruda visión si nos imaginamos a Murshili dictando el testamento al viejo rey, abatido y enfermo en su lecho de muerte, para ratificar así un golpe de mano cuya única diferencia con la maquinación de las personas denunciadas en el testamento es que ha tenido éxito. 2. La expansión del Estado Antiguohitita: Khattushili, desde el inicio de su reinado, emprende expediciones militares lejanas, como Shanakhuitta y Zalpa. El estado hitita pierde cohesión al aumentar de tamaño, y su avance no es una ampliación cautelosa del núcleo central a medida que éste se consolida, sino una sucesión de campañas atrevidas seguidas. Al principio de su reinado, Khattushili ya controlaba la parte central de Anatolia. Habría llegado al mar Negro y al Mediterráneo. Al oeste seguían siendo independientes las extensas tierras de Arzawa, que de algún modo, más adelante, se sometieron a su autoridad. Al sureste, conservaron la independencia algunos reinos poderosos como Khashshum y Urshum. Detrás de ellos se encontraban dos potencias mayores. En Siria estaba la vieja potencia de Yamkhad, de la que dependían algunos estados del sureste anatólico (Alalakh, Urshum, etc.). En cambio, en la Alta Mesopotamia empezaba a descollar la potencia del reino de Khurri o “territorio de Khanigalbat o de los hurritas”. La zona estaba flaqueada por pequeños estados hurritas desde la época de Mari. La novedad consiste en el proceso de concentración de estos grupos en una formación estatal destinada a tener un desarrollo importante. Al segundo año de su reinado, Khattushili emprende expediciones contra Alalakh y Urshum. Al año siguiente, los hurritas invaden su país con efectos devastadores, que ponen de relieve la dudosa fidelidad de algunas ciudades. Luego, ataca a Khashshum, Khakhkhum y norte de Siria (donde encontró más resistencia). Pero su obra fue completada por su sucesor Murshili I, que volvió a adentrarse en Siria y logró doblegar al rey de Yamkhad y a sus aliados. Tanto Telipinu como el posterior tratado con Aleppo recuerdan la Pági naP AG E \* ME RG EF OR MA T1 Cuartero, María – 2017 –Resumen variado – Liverani, “El Antiguo Oriente”. destrucción del gran reino de Aleppo-Yamkhad por pate de Murshili I como un hecho decisivo. Al parecer, Murshili habría organizado los territorios conquistados manteniendo la autoridad hitita mediante la entronización de dinastas locales. A su vez, consolidó su presencia en el norte de Siria, dado que llegó hasta Babilonia y saqueó la ciudad (ya que no podía conservarla en su poder, y fueron los casitas quienes se aprovecharon de este golpe para introducirse en el vacío de poder que se había formado). A Siria trató de conservarla y puede que lo lograra, pero justo después nos encontramos a su sucesor, Khantili, luchando contra los hurritas. Khantili resistió en vano, y después de él se perdió el norte de Siria, que pasó a formar parte del reino de Khurri. Se repitió la historia: en el norte de Siria, el vacío político creado por los hititas con el aniquilamiento del reino de Yamkhad benefició a otra potencia nueva pero con un gran futuro por delante. La irrupción de Khattushili y Murshili en la escena internacional tuvo una duración limitada pero importantes consecuencias. Dejó claro que existía una nueva potencia capaz de encararse de igual a igual con los principales reinos de Oriente Próximo. Esta nueva potencia poseía unas capacidades que hasta entonces apenas se habían puesto de manifiesto, a causa del fraccionamiento. El medio anatólico había dado muestras de poseer enormes riquezas en materias primas y un patrimonio cultural original. Cuando el proceso de unificación política dio los pasos necesarios, el mundo anatólico apareció como un interlocutor de primer orden. 3. Economía y sociedad antiguohititas: el medio ecológico y productivo del estado hitita es muy distinto del de la Baja Mesopotamia (con sus parcelas a lo largos de los canales, intensamente cultivadas con cebada y palmeras), del de Siria y del de la Alta Mesopotamia (con agricultura extensiva de secano y ganadería trashumante de cabras y ovejas). Aquí es un medio montañoso, en el que las ciudades y los cultivos se concentran en los valles. Hay aprovisionamiento de madera, metales (cobre, plata) y piedra. Las zonas agrícolas están diversificadas: hay cultivo de cereales, horticultura y arboricultura (viñas, olivares, frutales). La cría de cabras y ovejas está muy extendida, pero la trashumancia es distinta de la del Éufrates medio (trashumancia horizontal, con reunión estival y dispersión invernal), ya que es vertical, con pastos estivales en las montañas e invernales en el fondo de los valles, y la reunión es invernal y la dispersión estival. Hay ganado vacuno, equino y porcino. Pero el recurso más escaso es la mano de obra (necesidad de recurrir a expediciones militares para conseguir mano de obra –prisioneros-) y que hay un despoblamiento en el campo. Esta economía agropastoral y extractiva, antes y después de la unificación política, mantiene su radio comarcal. Las ciudades no son grandes y están fortificadas. El poder central reemplaza poco a poco al poder local, y en esta fase todavía deja residuos de autonomía política. Algunas ciudades destacan como centros religiosos (Arinna, Nerikka, etc.). Los palacios y templos también son células básicas de la organización económica. Muchos artesanos dependen de los palacios, y el comercio está en manos del rey. Hay una división básica (también observada en otras sociedades del antiguo Oriente): por un lado, está la población libre, repartidas en comunidades de aldea y pequeños centros urbanos, con un alcalde y un consejo de ancianos (para la función judicial) que administran las tierras comunitarias y reales y mantienen el cumplimiento del luzzi o prestación del servicio obligatorio (laboral o militar); por otro lado, los dependientes del palacio son artesanos, militares, administradores y personas que brindan al palacioa un servicio. Pági naP AG E \* ME RG EF OR MA T1 Cuartero, María – 2017 –Resumen variado – Liverani, “El Antiguo Oriente”. En el “código hitita” se abordan detalles sobre el sistema socioeconómico. Es un documento de archivo que establece las tarifas y normas vigentes (establece cuáles son los delitos, que penas tienen, etc.) y recoge la evolución de las costumbres y sanciones (lo cual contrasta con la idea de una justicia inmutable, ya que establece variaciones). A su vez, hay un bloque que recoge el régimen de servicios (ideal para conocer el sistema socioeconómico). Al sistema teórico de base (luzzi como prestaciones a las que están obligados todos los súbditos, sahhan como servicio especializado a cambio de una concesión de tierra real), se añaden problemas que tienden a disgregarlo. Existe la tendencia a vender las tierras obtenidas por donación real o en pago de un servicio, de modo que al rey se le plantea el problema de determinar a quién corresponde prestar el servicio, al antiguo beneficiario o al nuevo comprador, pues de lo contrario el palacio corre el riesgo de quedarse sin el servicio. Hay categorías de artesanos que están obligadas a participar en las campañas militares, y otras no. Existe el problema de los vacíos que se crean en las tierras de concesión real, por muerte o desaparición del beneficiario o colono. Existen tres soluciones: uno de ellos asume la obligación del otro, o consigue un prisionero de guerra que ocupe el lugar (sin posibilidad de revender las tierras o encontrar otra escapatoria), o la tierra pasa a la ciudad o a la comunidad de aldea donde se encuentra. El palacio es tan poderoso como en otras regiones, pero en el caso de Anatolia su inserción en la economía es más inestable. En una situación económica y social cambiante, con fuertes autonomías locales y tendencia al descenso demográfico, tiene dificultades para controlar sus tierras y a sus dependientes. 4. La cultura Antiguohitita: la cultura anatólica se relaciona con las culturas del norte de Siria, Alta Mesopotamia y Baja Mesopotamia (en la escritura, el urbanismo, la arquitectura, la artesanía, etc.). Pero, las ciudades amuralladas del Bronce medio anatólico son distintas de sus contemporáneas de Siria y Alta Mesopotamia. La disposición de la acrópolis (Buyukkale) de Khattusha se distingue de las de los centros dirigentes de Mari o Alalakh: toda la acrópolis es un centro dirigente, y a las distintas funciones (administración, culto, almacén, archivo, etc.) les corresponden edificios separados, en vez de formar parte de una fábrica palatina única. La originalidad cultural antiguohitita es producto de una tradición local. Sobre todo en los sectores de la religión, el patrimonio mitológico, la sociedad y el arte se habla de un filón Khatti, que estaría caracterizado por elementos femeninos (religiosidad ctónica centrada en el culto a la Gran Madre) y aportaciones indoeuropeas de tipo patriarcal y guerrero. De modo que el sistema Khatti de transmisión hereditaria sería de tipo matriarcal y fratriarcal (el heredero es el hijo de la hermana), y el sistema hereditario indoeuropeo sería de tipo patriarcal (el heredero es el hijo). Los hititas debieron buscar una síntesis que comprometa a ambas tradiciones, ya que se presentaron disputas y enfrentamientos. Respecto a la realeza y a la gestión del poder, se pueden subrayar tres elementos característicos que los diferencian del mundo mesopotámico y sirio: la inestabilidad en la trasmisión del poder, el papel de los órganos colegiados y la importancia del elemento femenino. Las tensiones que estallan entre los miembros de la casa real en el momento de la transmisión del trono son evidentes. Hay episodios delictivos, pero castigados. Si la repetición de delitos acaba volviéndose algo tradicional, y la realeza es blanco de toda clase de ambiciones, es porque la regla de sucesión no resulta lo bastante fuerte y unívoca; pero por sobre
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