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Resumen malestar en la cultura de Sigmund Freud, Resúmenes de Sociología

Asignatura: Fonaments de la sociologia, Profesor: Enrico Mora, Carrera: Ciencia Política i Gestió Pública, Universidad: UAB

Tipo: Resúmenes

2016/2017

Subido el 30/04/2017

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¡Descarga Resumen malestar en la cultura de Sigmund Freud y más Resúmenes en PDF de Sociología solo en Docsity! Capítulo I En este capítulo, Freud trata principalmente el tema del origen de la sensación de eternidad o "sentimiento oceánico" como fuente primordial de la religiosidad humana. Según él, "trataríase de un sentimiento de indisoluble de comunión, de inseparable pertenencia a la totalidad del mundo exterior". Para dilucidar el origen de este sentimiento debemos embarcarnos en el análisis del yo. En situaciones normales, dice Freud, nada nos parece más seguro y establecido como la sensación de nuestra "mismidad", de nuestro propio yo. Sin embargo, la investigación psicoanalítica establece que el yo se continúa hacia dentro, sin límites precisos, con una entidad psíquica inconsciente que denominamos ello y a la cual el yo sirve de fachada. Por lo menos hacia el exterior, el yo parece siempre mantener límites claros; sin embargo hay una situación en la que amenaza esfumarse el límite entre el yo y el objeto: el enamoramiento. El enamorado afirma que yo y tú son uno, y está dispuesto a comportarse como si así fuera. De esto aducimos que lo que puede ser anulado por una función fisiológica podrá, desde luego, ser trastornado por procesos patológicos. Por lo tanto, el sentimiento yoicio está sujeto a trastornos, y los límites del yo con el mundo exterior no son inmutables. Establecido esto, debemos decir que el sentido yoicio del adulto no pudo haber sido el mismo desde el principio, sino que sufre una evolución. El lactante, por ejemplo, aún no discierne su yo del mundo exterior. Va aprendiendo esto a través de diversos estímulos, pero lo que ha de causarle mayor impresión es el hecho de que algunas de las fuentes de estímulo sean susceptibles de provocarle sensaciones en todo momento, mientras que otras se le sustraen temporalmente, entre ellas la que más anhela: el seno materno. Así, comienza a oponérsele al yo un objeto, uno que se encuentra afuera y para cuya aparición es necesario realizar una acción particular: el llanto. Un segundo paso en la demarcación del yo, lo que implica una aceptación de un afuera, es el surgimiento de la tendencia a disociar del yo cuanto pueda convertirse en una fuente de displacer, lo que es impulsado por el principio del placer, que induce a abolir y evitar estas sensaciones. De esto modo, el hombre el hombre aprende a dominar un método mediante el cual puede discernir lo interior y lo exterior. El que el yo aplique esta misma metodología al defenderse de ciertos estímulos displacientes provenientes de su interior, habrá de dar origen a importantes trastornos patológicos. De esta forma Freud dice que originalmente el yo lo incluye todo, y luego desprende de sí el mundo exterior. Este razonamiento implica la aceptación de que el producto de las fases tempranas de un proceso evolutivo se puede conservar junto con su parte evolucionada, lo cual ejemplifica Freud con la supervivencia del cocodrilo luego de la extinción de sus predecesores, los dinosaurios. Otra metáfora que usa es la de una ciudad imaginaria en la que persisten todas las características y estructuras de la Ciudad Eterna, Roma, cuyas estructuras han cambiado, o incluso dejado de existir para dejar paso a otras construidas durante períodos subsiguientes. Esta persistencia de todos los estadíos previos de algo, junto con su forma definitiva, es solo posible en el campo psíquico, y es más bien una regla que una excepción. Capítulo 2 Sigmund Freud trata ahora el tema de la búsqueda de la felicidad, el objeto común a todos los hombres, y de qué forma se relaciona la religión con este tema. Tal como nos ha sido impuesta la vida, dice Freud, resulta demasiado pesada, nos depara excesivos sufrimientos, decepciones y empresas imposibles. Por eso, necesitamos lenitivos para poder soportarla. Los clasifica en tres tipos: • Distracciones poderosas que nos hacen parecer pequeña nuestra miseria. Ej.: cultivar, actividad científica • Satisfacciones sustitutivas que la reducen. Ej.: arte • Narcóticos que nos tornan insensibles a ella Alega que es difícil en qué lugar de esta clasificación entra la religión. Ésta es la única que puede dar respuesta acerca de la finalidad de la vida humana. Aún más allá, la idea de adjudicar un objeto a la vida humana solo puede existir en función de un sistema religioso. Por eso, Freud deja de lado este tema para centrarse en otro más modesto: el objeto que el hombre si impone a sí mismo, la búsqueda de la felicidad. Él distingue dos aspectos de esta búsqueda: evitar el dolor y el displacer, y experimentar intensas sensaciones placenteras. Como vemos, el que fija este objetivo es el antes mencionado por Freud programa del principio del placer. No obstante, este programa es irrealizable, ya que todo el universo se le opone, e incluso podemos decir, reflexiona Freud, que el plan de la Creación no incluye que el hombre sea feliz. Según Freud, la felicidad se puede traducir como la satisfacción casi siempre instantánea de necesidades acumuladas que han alcanzado un punto elevado de tensión, y, por lo tanto, solo puede darse como un fenómeno episódico. Esto es producto de nuestra naturaleza, que sólo nos permite gozar intensamente del contraste, no de la estabilidad. En cambio, no es mucho más fácil experimentar las desgracias, que nos atacan desde tres flancos: • El propio cuerpo, que, condenando a la aniquilación y la decadencia, ni siquiera puede eludir de los displaceres producidos por el mismo • El mundo exterior, fuente de fuerzas destructoras omnipotentes e implacables • Las relaciones humanas, tal vez la mayor y más intensa fuente de sufrimiento, y casi ineludible. Como resultado de este panorama, el hombre tiende a rebajar sus pretensiones, a seguir el principio de la realidad, llegando a considerarse feliz por el hecho de haber eludido la desgracia. Así, la finalidad de evitar el sufrimiento relega a segundo plano la de logar el placer. Freud emprende una clasificación de las metodologías aplicadas por el hombre en su búsqueda de la felicidad: • Fin positivo: obtención del placer • Satisfacción ilimitada de todas las necesidades: no obstante uno de los caminos más tentadores, significa anteponer el placer a la prudencia y pronto se hacen notar sus consecuencias. • Intoxicación: siendo uno de los métodos más efectivos, no solo proporciona estímulos placenteros, sino que también nos impide percibir estímulos desagradables. Freud reconoce una relación entre éstos dos fenómenos: "la descarga del placer oscila entre la facilitación y la coartación y paralelamente disminuye o aumenta la receptividad para el displacer". Los estupefacientes no solo proporcionan placer inmediato, sino también una considerable independencia del mundo exterior. • regular las relaciones de los hombre entre sí Los rasgos de la cultura se pueden clasificar de la siguiente manera: • Actividades y vienes útiles para el hombre: toda invención y descubrimiento del hombre que tenga como fin poner la tierra al servicio del hombre y protegerlo de las fuerzas Naturaleza. Entre éstos están el descubrimiento y dominio del fuego, el uso de herramientas y la construcción de herramientas. Mediante estas invenciones el hombre perfecciona sus órganos para sobreponerse a los obstáculos que encuentra en su camino. • Deidades: en éstas el hombre deposita las cualidades y aptitudes vedadas al él a modo de ideales. En cierto modo, el hombre mismo ha llegado a ser un dios con prótesis: llega a ser un ser bastante magnífico cuando hace uso de todos sus artefactos, no obstante ellos no son parte de su cuerpo y en más de una ocasión le provocan displaceres. • Belleza: la bella disposición y adorno de las creaciones que parecen carecer de utilidad son una manifestación cultural muy importante. • Higiene: cualquier falta a este precepto es considerada incompatible con la idea de cultura • Orden: es una suerte de impulso de repetición que establece cómo, cuándo y dónde deben efectuarse ciertas tareas con el fin de ahorrarse dudas e indecisiones respecto de cómo actuar. Su carácter benéfico para el hombre es indiscutible, ya que le permite sacar el máximo provecho del espacio y tiempo de los que dispone. • Producciones científicas y artísticas: entre ellas se encuentran los sistemas religiosos, los planteos filosóficos y las construcciones ideales del hombre, esto es, su idea de perfección, así como las pretensiones que establece basándose en tales ideas. • Regulaciones sociales: Mediante éstas, el hombre se reúne en comunidades, con el fin de que la voluntad del individuo mas fuerte no se superponga a la de los demás por debajo suyo en este respecto. Si no fuera por estas, el único principio que regiría las relaciones humanas sería el de la selección natural: la supervivencia del más fuerte. De ésta forma entonces, el poderío común, el Derecho, se impone al del individuo, la fuerza bruta, con el fin de garantizar la justicia. Con este fin, los miembros de la comunidad restringen sus posibilidades de obtener satisfacción y sacrifican sus instintos en aras del bien común, cosa que el individuo no contempla. La libertad individual no es un bien de la cultura, pues era máxima antes de la imposición de ésta. El desarrollo cultural le impone restricciones, y la justicia exige que nadie escape a ellas. Sin embargo, cuando el ímpetu libertario se convierte en una rebelión contra alguna injustica establecida, contribuye así al desarrollo y progreso de la cultura, siendo así compatible con ésta. En realidad, gran parte de los enfrentamientos en la historia del hombre giran alrededor del fin de hallar el equilibrio, es decir, la felicidad para todos. A modo de conclusión, Freud hace un repaso • La cultura no es sinónimo de perfección. • La evolución cultural es un proceso particular que opera en la Humanidad. • Podemos caracterizar este proceso por los cambios que impone a las predisposiciones instintivas del hombre, en algunos casos dando origen a rasgos de carácter. Capítulo 4 En este capítulo Freud se dedica a dilucidar el origen de la cultura desde el comienzo mismo de la humanidad. Según él, el hombre, comprendiendo que estaba en sus manos mejorar su destino por medio del trabajo, empezó a ver sus semejantes como colaboradores con quienes resulta útil vivir en comunidad. Aún antes de esto, ya había adoptado la costumbre de formar una familia, en la cual podía encontrar sus primeros auxiliares. Dice Freud que la construcción de la familia debe su origen a la necesidad de satisfacción genital: el objeto sexual, la hembra pasó a ser un inquilino permanente en la casa, y luego, a su vez, tuvo quedarse para permanecer junto al macho más fuerte por el bien de su prole. Con el tiempo, lo hijos se dieron cuenta de una asociación puede ser más poderosa que el individuo aislado. Fue así como surgieron las alianzas fraternas. Los hermanos tuvieron que imponerse restricciones para consolidar este sistema. Así, los preceptos del tabú se convirtieron en el primer Derecho, la primera ley. De esta forma la vida en comunidad adquirió sus fundamentos: • la obligación del trabajo impuesta por las necesidades exteriores. • el amor, que impedía al hombre separarse de su mujer, y a ésta, separarse de su prole. Pasa ahora el filósofo a hablar de las perturbaciones que sufriría la cultura y mencionas dos: • 1. El amor sexual: Como ya ha esclarecido antes Freud, este camino conduce a una peligrosa dependencia respecto de un objeto del mundo exterior, objeto que puede ser arrebatado por el hombre por la infidelidad o la muerte. A pesar de ello, y gracias a su predisposición, una minoría logra hallar la felicidad a través del amor sexual. Éstos lo gran su cometido a través de independizarse del consentimiento del objeto sexual, protegiéndose así de la pérdida del objeto. Dirigen su amor en igual medida a todos los seres, evitan las peripecias y decepciones del amor genital, transformando el instinto en un impulso coartado. Así también, desvían su amor hacia la Humanidad entera y le dan un carácter universal. Sin embargo, presenta dos objeciones Freud a esta modalidad de vida: • un amor que no discrimina pierde a nuestros ojos buena parte de su valor, pues comete una injusticia ante el objeto • luego, no todos los seres humanos merecen ser amados Aquel impulso amoroso que instituyó a la familia sigue influyendo en la cultura, tanto en su faceta primitiva como en su forma de cariño coartado en su fin. En ambas variantes perpetúa su función de unir a una mayor cantidad de seres en comunidad. En este punto Freud hace una distinción entre el amor y el cariño. El primero se da entre un hombre y una mujer que han formado una familia sobre la base de sus necesidades genitales; el segundo, entre padres e hijos, hermanos y hermanas. De nuevo, el amor genital lleva a la formación de nuevas familias; el cariño, a las amistades. Sin embargo, la cultura impone restricciones al amor. • 2. La mujer: ésta impone discordia con sus exigencias amorosas. Las mujeres, dice Freud, representan los intereses de la familia y de la vida sexual; la obra cultural, en cambio, en convierte cada vez más en tarea masculina, imponiendo a los hombre dificultades crecientes y obligándoles a sublimar sus instintos, sublimación para la que las mujeres están escasamente dotadas. El hombre entonces tiene que sustraer energía psíquica de la que antiguamente dedicaba a la mujer y a la familia, en incluso de sus deberes de esposo y padre. Viéndose la mujer relegada a segundo plano por las exigencias culturales, adopta una actitud hostil hacia la cultura. • 3. Restricción sexual por parte de la cultura: a lo largo de la historia, la cultura a impuesto con fines benéficos para la humanidad, restricciones sexuales al hombre. Freud desprecia las restricciones al amor genital heterosexual, la monogamia y la fidelidad. Sin embargo, solo los seres débiles, dice el filósofo, se someten a tan amplia restricción de su libertad sexual, mientras que las naturalezas más fuertes únicamente la aceptaron con una condición compensadora, de la que luego hablará Freud. Capítulo 5 Síntesis Busca Freud la necesidad que impulsó a la cultura a vincular a los individuos de la comunidad bajo lazos amistosos, no satisfecha con los vínculos de unión amorosos entre dos seres. Empieza por el análisis del precepto bíblico "Amarás al prójimo como a ti mismo". Él considera absurdo este ideal debido a que el amor es algo demasiado preciado y que, a su vez, exige mucho trabajo para malgastarlo en extraños que seguramente no lo merecen. Incluso, dice que sería injusto amarlo dado que le amor es una demostración de preferencia. Y si, por otro lado, debiéramos darle una porción de nuestro amor a cada ser que habita el universo, esta porción sería ínfima. Más absurdo es aún, dice Freud, al ser el hombre un ente egoísta que no dudaría de causar daño a su prójimo si mediante esto sacara algún provecho, por pequeño que sea. El precepto "Amarás al prójimo como el prójimo te ame a ti", por su parte, sería incuestionable. Tampoco es válida la afirmación: "Precisamente porque tu prójimo no merece tu amor y es más bien tu enemigo, debes amarlo como a ti mismo", dado que el hombre tiene preceptos de moral, y un "premio" directo de esta clase a la maldad sería un prejuicio para la cultura. Y es en este punto donde el filósofo pasa aborda un tema especialmente relacionado: la naturaleza agresiva del hombre. Por consiguiente, el prójimo ahora no es un solamente posible colaborador, sino también, una posible fuente de satisfacción. Freud verifica el refrán "Homo homini lupus"[3]. Esta agresión reprimida por fuerzas antagónicas de la psique, sale a la luz ante la ausencia de éstas o simplemente, cuando se la provoca. Debido a esta tendencia agresiva del hombre es que la sociedad civilizada se constantemente al borde de la desintegración. He aquí las multifacéticas restricciones al instinto que impone la cultura. Por su parte, la cultura espera también evitar los peores despliegues de fuerza bruta haciendo uso ella misma de la fuerza. Sin embargo, esta aplicación de la ley no alcanza las manifestaciones más discretas y sutiles de la agresividad. El comunismo presenta una supuesta solución a este problema: la eliminación de la propiedad privada. De este modo se sustraería de la agresividad humana una de sus herramientas más fuertes; no obstante, la agresividad no es consecuencia de la propiedad, ya que existía mucho antes de ésta cobrara valor. Quedarían todavía los privilegios derivados de las relaciones sexuales, convirtiéndose en fuente de la más intensa envidia y dejando más espacio todavía para los impulsos violentos del hombre. Si entonces se abolieran los privilegios sexuales, entonces sería imposible prever los caminos que seguiría la evolución de la cultura. Observa Freud que las comunidades más intensamente enfrentadas en el mundo, son, por lo general, las que más se parecen. Llama a este fenómeno narcisismo de las pequeñas diferencias". Sería éste una forma de satisfacer de forma más o menos inofensiva las tendencias agresivas, facilitando así la cohesión de éstas comunidades. Y, en vista de la naturaleza de los sueños de supremacía por parte de ciertas comunidades registrados por la historia, declara compresible Freud el que los comunistas recurran a la persecución de la burguesía como apoyo psicológico, dando así un carácter subjetivo a la ideología de éstos.
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