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resumen por actos la celestina, Apuntes de Lengua y Literatura

2n bachillerato, LA CELESTINA literatura castellana

Tipo: Apuntes

2018/2019

Subido el 28/12/2019

raul-ramos-17
raul-ramos-17 🇪🇸

4.7

(8)

13 documentos

Vista previa parcial del texto

¡Descarga resumen por actos la celestina y más Apuntes en PDF de Lengua y Literatura solo en Docsity! ARGUMENTO GENERAL de toda la obra Calisto fue de noble linaje, de claro ingenio, de gentil disposición, de linda criança, dotado de muchas gracias, de estado mediano. Fue preso en el amor de Melibea, muger moça, muy generosa, de alta y sereníssima sangre, sublimada en próspero estado, vna sola heredera a su padre Pleberio, y de su madre Alisa muy amada. Por solicitud del pungido Calisto, vencido el casto propósito della entreueniendo Celestina, mala y astuta mujer, con dos seruientes del vencido Calisto, engañados y por ésta tornados desleales, presa su fidelidad con anzuelo de codicia y de deleyte, vinieron los amantes y los que les ministraron, en amargo y desastrado fin. Para comienço de lo cual dispuso el aduersa fortuna lugar oportuno, donde a la presencia de Calisto se presento la desseada Melibea. AUTO I Sumario: Entrando CALISTO una huerta empos de un falcon suyo, hallo alli a MELIBEA, de cuyo amor preso, comenzole de hablar; de la cual rigurosamente despedido, fue para su casa muy angustiado. [Pasados unos días] hablo con un criado suyo llamado SEMPRONIO, el cual, despues de muchas razones, le enderezo a una vieja llamada Celestina, en cuya casa tenia el mismo criado una enamorada llamada ELICIA, la cual, viniendo SEMPRONIO a casa de CELESTINA con el negocio de su amo, tenia a otro consigo llamado CRITO, al qual escondieron. Entretanto que SEMPRONIO estaba negociando con CELESTINA, CALISTO estaba razonando con otro criado suyo, por nombre PARMENO; el qual razonamiento dura hasta que llega SEMPRONIO y CELESTINA a casa de CALISTO. PARMENO fue conocido de CELESTINA, la cual mucho le dice de los hechos y conocimiento de su madre, induciendole a amor y concordia de SEMPRONIO. Resumen: CALISTO. __ En esto veo, Melibea, la grandeza de Dios. MELIBEA. __ ¿ En qué, Calisto? CAL. __ En dar poder a natura que de tan perfeta hermosura te dotasse y facer a mi inmérito, tanta merced que verte alcançasse, y en tan conueniente lugar, que mi secreto dolor manifestarte pudiesse. Con estas palabras saluda Calisto a su deseada Melibea, cuando, según el Argumento General de Francisco de Rojas, ésta se presentó ante aquél en un conveniente lugar. Calisto, se nos dice en el sumario y más adelante en el Acto II del texto, se había enamorado locamente de Melibea un día en que, en busca de su halcón, entró en el huerto donde se encontró con ella. Desde entonces había venido ofreciendo servicio, devoción, sacrificio y obras pías por poder volver a verla. Ese intenso deseo de Calisto se cumple en esta aparición de Melibea, en sueño. Melibea parece rechazar sus insinuaciones. Al despertar, Calisto, desde su cámara, llama a voces a Sempronio, su criado, y le increpa malhumorado. Sempronio y Calisto arguyen sobre el amor y el dolor que ese amor suele traer consigo. Para Calisto, Melibea es su diosa: por Dios la creo, por Dios la confieso y no creo que ay otro soberano en el cielo; aunque entre nosotros mora. Más que cristiano, se confiesa melibeo: Melibeo soy y a Melibea adoro y en Melibea creo y a Melibea amo. Sempronio, para disuadir al joven amante, acude al leyendas mitológicas de diosas sometidas a animalismo, como Pasifé con el toro de cuya unión nació el Minotauro. A continuación se inventa el cuento de la diosa Minerva con quien él llama un can, en lugar de Vulcán, dios del fuego. Todo esto para llegar a la acusación más grave de todas sobre los abuelos de Calisto: sugiere que su abuela tuvo relaciones con un ximio (mono), poniendo como testigo al cuchillo de su abuelo. Lo de tu abuela con el ximio, ¿ Hablilla fué? Testigo es el cuchillo de tu abuelo. Y en todo esto Calisto, que tantas veces montaba en cólera contra el criado, hasta amenazarle de muerte, no encuentra respuesta directa, sino este aparte: ¡ Maldito sea este necio! ¡ Y qué porradas dize! Sigue el criado esforzándose por convencer a su amo de los males que las mujeres ocasinaron a persoanajes importantes en la historia, Adán, Salomón, David, Aristóteles, Virgilio. A esto le responde Calisto: con una frase elocuente: ¡Ve! mientra más me dizes y más inconuenientes me pones, más la quiero. No sé qué se es. Y el loco enamorado nos pinta un hermoso cuadro de su amada, muy diferente al de la visión beatífica del comienzo, que encaja por lo general dentro del marco europeo de la época, y se distingue por la introducción, por vez primera en la literatura universal, de un atributo de belleza femenina, los ojos verdes rasgados; rasgo que a lo largo de los siglos se consagraría como un atractivo singular entre otras (y otros) protagonistas de las literaturas y folklore hispánicos. Comienço por los cabellos. ¿Vees tú las madexas del oro delgado, que hilan en Arabia? Más lindos son y no resplandescen menos. Su longura hasta el postrero assiento de sus pies; después crinados y atados con la delgada cuerda, como ella se los pone, no ha más menester para conuertir los hombres en piedras. ... Los ojos verdes, rasgados; las pestañas luengas; las cejas delgadas y alçadas; la nariz mediana; la boca pequeña; los dientes menudos y blancos; los labrios colorados y grosezuelos; el torno del rostro poco más luengo que redondo ... el pecho alto; la redondez y forma de las pequeñas tetas, ¿Quién te la podría figurar? ¡Que se despereza el hombre quando las mira! Volviendo a Sempronio, el criado finalmente se rendiría en sus intentos de disuasión y se comprometería a cumplir los deseos de su amo: Con todo, si de estos aguijones me da, traérsela he hasta la cama. Para conseguir su promesa, decide solicitar la ayuda de Celestina, una vieja alcahueta. Sempronio va a la casa de Celestina donde encuentra a Elicia, una joven prostituta, amiga suya. Sempronio convence a Celestina a tener confianza en él y Y así confiando en mi mucho poder, me parto para allá con mi hilado, donde creo te llevo ya envuelto. AUTO IV Sumario: CELESTINA, andando por el camino, habla consigo misma hasta llegar a la puerta de PLEBERIO, donde hallo a LUCRECIA, criada de PLEBERIO. Ponese con ella en razones. Sentidas por ALISA, madre de MELIBEA, y sabido que es CELESTINA, hacela entrar en casa. Viene un mensajero a llamar a ALISA. Vase. Queda CELESTINA en casa con MELIBEA y le descubre la causa de su venida. Resumen: Celestina camina a la casa de Melibea pensando en lo que acontecerá cuando ella llegue. Teme no ser bien recibida y que su visita se tome a ofensa: por un lado pueden que la mantee o la azoten; por otro, si no entra, será objeto de la furia de Calisto. Es más honorable sufrir el castigo que romper la confianza de alguien. Cuando Celestina llega a la casa, Lucrecia, sirviente de Melibea, prima de Elisa, y una amiga suya la saludan a la puerta. Celestina dice que venía de visita; pero Lucrecia duda de eso, pues sabe que Celestina nunca hace nada sin interés de lucro. Celestina explica a Lucrecia que ella viene a ofrecerles unos hilos a Melibea y su madre. Lucrecia dice que Alisa, madre de Melibea, llevaba unos días tejiendo y que el hilo le vendría bien. Alisa pregunta a Lucrecia quien está allí y Lucrecia la dice sin reparos: la que empicotaron por hechicera, que vendía las mozas a los abades y descasaba mil casados. Alisa recuerda a Celestina, a la que llama buena pieza y, con todo, la invita a entrar. Alisa está ansiosa de comprar el hilo que Celestina describe como Delgado como el pelo de la cabeza, igual, recio como cuerdas de vihuela, blanco como el copo de la nieve, hilado todo por estos pulgares, aspado y aderezado. Velo aquí en madejitas. Repentinamente, Alisa se da cuenta de que ella debe salir a visitar a su hermana que está enferma y deja A Melibea sola con Celestina. Celestina aconseja a Melibea a gozar su lozana juventud antes que llegue la vejez con sus achaques: Dios la deje gozar su noble juventud y florida mocedad, que es el tiempo en que más placeres y mayores deleites se alcanzarán. Que, a la mi fe, la vejez no es sino mesón de enfermedades, posada de pensamientos, amiga de rencillas, congoja continua, llaga incurable, mancilla de lo pasado, pena de lo presente Melibea parece complacida con las reflexiones de la vieja y cree que éstos son los sentimientos del pobre y que la gente rica piensa de otra manera. Melibea da gracias a Celestina por su visita y le paga por la compra. Celestina aprovecha esta oportunidad y revela a Melibea la razón altruista de su visita, que ha sido motivada por ajenas necesidades y no mías. A lo que responde la doncella: Pide lo que querrás, sea para quien fuere. Celestina se extiende en rodeos sobre la necesidad de curar a los enfermos moribundos; en particular un enfermo que le preocupaba: ¡Doncella graciosa y de alto linaje! tu suave fabla y alegre gesto, junto con el aparejo de liberalidad, que muestras con esta pobre vieja, me dan osadía a te lo decir. Yo dejo un enfermo a la muerte, que con sola una palabra de tu noble boca salida, que le lleve metida en mi seno, tiene por fe que sanará, según la mucha decocción tiene en tu gentileza. Sigue Celestina con sus digresiones, tras lo cual sigue el siguiente intercambio: MELIB. __ Por Dios, sin más dilatar, me digas quién es ese doliente, que de mal tan perplejo se siente, que su pasión y remedio salen de una misma fuente. CEL. __ Bien tendrás, señora, noticia en esta ciudad de un caballero mancebo gentilhombre de clara sangre, que llaman Calisto. MELIB. __ ¡Ya, ya, ya! Buena vieja, no me digas más, no pases adelante ... ¡Quemada seas, alcahueta falsa, hechizera, enemiga de onestad, causadora de secretos yerros! ¡Jesú, Jesú ! !Quítamela, Lucrecia, de delante, que me fino, que no me ha dexado gota de sangre en el cuerpo! Bien se lo mereçe esto y más, quien a estas tales da oydos. .......... ¡Jesú! No oiga yo mentar más ese loco, saltaparedes, fantasma de noche, luengo como cigÜeña, figura de paramento malpintado; sinó, aquí me caeré muerta. Melibea, aparentemente enojada, reprende a la vieja por su insolencia. Celestina cree haber triunfado en su cometido: Más fuerte estaba Troya, y aun otras más bravas he yo amansado! Ninguna tempestad mucho dura Celestina pide a Melibea una oración en favor de Calisto, para calmar su dolor de muelas. Celestina se disculpa. Melibea le concede lo que pidió. Melibea le da a Celestina el cordón y le pide que pase al día siguiente por la oración. La doncella queda en hacer cualquier cosa que ella pueda en ayuda del paciente. Celestina aprovecha para elogiar las cualidades de Calisto: Fuerza y esfuerzo, no tuvo Hércules tanta. La presencia y faciones, disposición, desenvoltura, otra lengua había menester para las contar. Todo junto semeja ángel del cielo. Por fe tengo que no era tan hermoso aquel gentil Narciso, que se enamoró de su propia figura, cuando se vio en las aguas de la fuente. Agora, señora, tiénele derribado una sola muela que jamás cesa de quejar. Lucrecia, que oye la conversación, acusa a Celestina de manipular a Melibea. Celestina, para ponerla de su lado, le promete una lejía para el pelo que lo transforme en oro y unos polvos para los dientes que mitiguen el olor de su aliento. AUTO V Sumario: Despedida CELESTINA de MELIBEA, va por la calle sola hablando. Vee a SEMPRONIO y PARMENO que van a la Madalena por su sentilde;or. SEMPRONIO habla con CALISTO. Sobreviene CELESTINA. Van a casa de CALISTO. Declarale CELESTINA su mensaje y negocio recaudado con MELIBEA. Mientra ellos en essas razones estan, PARMENO y SEMPRONIO entre si hablan. Despidese CELESTINA de CALISTO, va para su casa, llama a la puerta. ELICIA le viene a abrir. Cenan y vanse a dormir. Resumen: Celestina se congratula de haber llevado a cabo su encargo de persuadir a Melibea con gran éxito. Ella está orgullosa de sí misma por haber acertado en lo que tantas otras hubieran fracasado: ¡O cuántas erraran en lo que yo he acertado! Sempronio está en casa de Celestina esperando su llegada. Está curioso por saber lo que sucedió con Melibea, pero Celestina no quiere contarle nada antes de ver a Calisto: Delante Calisto oirás maravillas; que será desflorar mi embajada comunicándola con muchos. De mi boca quiero que sepas lo que se ha hecho. Sempronio y Celestina caminan juntos, en animada conversación. Pármeno los ve acercarse y se lo notifica a Calisto. Este insta al criado a que no se demore en abrirles la puerta. Calisto está ansioso por oír el informe de Celestina, torturado entre la esperanza y la desilusión: ¡Oh, mis tristes oídos! Aparejaos a lo que os viniere, que en su boca de Celestina está agora aposentado el alivio o pena de mi corazón. AUTO VI Sumario : Entrada CELESTINA en casa de CALISTO con grande aficion y desseo, CALISTO le pregunta de lo que le ha acontescidon con MELIBEA. Mientras ellos estan hablando, PARMENO, oyendo fablar a CELESTINA de su parte contra SEMPRONIO, a cada razon le pone un mote reprendiendolo SEMPRONIO. En fin la vieja CELESTINA le descubre todo lo negociado y un cordon de MELIBEA. Y despedida de CALISTO, vase para su casa y con ella PARMENO. Resumen: Calisto está ansioso por saber de Melibea. Celestina, con su característica maestría en digresiones y circunloquios, trata de acrecentar la impaciencia del joven enamorado, a veces haciéndole esperar lo mejor, a veces infundiéndole temores. El joven se impacienta desesperado: Madre mia, abrevia tu razón o toma esta espada y mátame. Aprovecha Celestina para resaltar lo arduo de su empresa: cómo tuvo que arriesgar su vida, poniéndola al tablero, y cómo logró al fin ganarse la amistad de Melibea; de tal manera que en adelante le abriría la puerta a pesar de su pobre apariencia: Buena se puede decir, pues queda abierta puerta para mi tornada y antes me recibirá a mí con esta saya rota, que a otro con seda y brocado. Calisto seguía impaciente: CAL. __ Dime, por Dios, señora, ¿Qué hacía? ¿Cómo entraste? ¿Qué tenía vestido? ¿A qué parte de casa estaba? ¿Qué cara te mostró al principio? CEL. __ Aquella cara, señor, que suelen los bravos toros mostrar contra los que lanzan las agudas flechas en el coso, la que los monteses puercos contra los sabuesos, que mucho los aquejan. CAL. __ ¿Y a esas llamas señales de salud? Pues ¿cuáles serán mortales? No reintegración del amor. Comamos y holguemos, que nuestro amo ayunará por todos. Entre los dos criados acuerda celebrar una comida en casa de Celestina, con Elicia y Areúsa. Mientras tanto, en la alcoba, como de costumbre, Calisto delira de amor, recitando poesías, entre sueños, sin saber si es hora de despertar o acostarse. CAL. __ Corazón, bien se te emplea Que penes y viuas triste, Pues tan presto te venciste Del amor de Melibea. Calisto oye tocar a misa y se dispone para ir a la iglesia. En su atolondramiento, se entrega a la disposición de su criado: Sempronio mi fiel criado, mi buen consejero, mi leal servidor, sea como a ti te parece. Porque cierto tengo, según tu limpieza de servicio, quieres tanto mi vida como la tuya. AUTO IX Sumario: SEMPRONIO y PARMENO van a casa de CELESTINA entre sí hablando. Llegados allá, hallan a ELICIA Y AREUSA. Pónense a comer; entre comer riñe ELICIA con SEMPRONIO. Levántase de la mesa. Tórnanla apaziguar. Estando ellos todos entre sí razonando, viene LUCRECIA, criada de MELIBEA, llamar a CELESTINA que vaya a estar con MELIBEA. Resumen: Sempronio y Pármeno salen a ir a la casa de Celestina para la comida. Ellos caminan a la iglesia a ver si Celestina pues ésta suele ir cuando en su casa falta comida: Cuando ella tiene qué hacer, no se acuerda de Dios ni cura de santidades. Cuando hay que roer en casa, sanos están los santos; cuando va a la iglesia con sus cuentas en la mano, no sobra el comer en casa. Los dos criados saben que Celestina no es mucho de fiar, pero al mismo tiempo creen que, para bien de todos no deben darle publicidad a su ruindad. Elicia y Areúsa están impacientes porque ellos se retrasan. Cuando llegan, los cinco se sientan a la mesa frente a una comida abundante; Celestina entona sus alabanzas al vino: esto quita la tristeza del corazón, más que el oro ni el coral; esto da esfuerzo al mozo y al viejo fuerza, pone color al descolorido, coraje al cobarde, al flojo diligencia, conforta los celebros, saca el frío del estómago, quita el hedor del anhélito, hace potentes los fríos, hace sufrir los afanes de las labranzas, a los cansados segadores hace sudar toda agua mala, sana el romadizo y las muelas, ... Elicia, algo celosa, se enoja con Sempronio por los inmerecidos elogios a Melibea. Aquella hermosura por una moneda se compra de la tienda. Por cierto, que conozco yo en la calle donde ella vive cuatro doncellas en quien Dios más repartió su gracia que no en Melibea, que si algo tiene de hermosura es por buenos atavíos que trae. Ponedlos en un palo, también diréis que es gentil. Elicia se levanta de la mesa, pero se apacigua eventualmente y la convencen a que regrese y goce de la buena comida. Celestina alienta a las parejas al besarse y abrazarse: Besaos y abrazaos, que a mí no me queda otra cosa sino gozarme de vello. Mientra a la mesa estáis, de la cinta arriba todo se perdona. Cuando seáis aparte, no quiero poner tasa, pues que el rey no la pone. Lucrecia llega con un mensaje de Melibea. Areúsa aprovecha para lanzar una durísima diatriba contra las señoras y el servicio en general; ella se cree feliz por no estar sometida: La mejor honra que en sus casas tienen, es andar hechas callejeras, de dueña en dueña, con sus mensajes a cuestas. Nunca oyen su nombre propio de la boca de ellas; sino puta acá, puta acullá. ... no hay quien las sepa contentar, no quien pueda sufrirlas. Su placer es dar voces, su gloria es reñir. De lo mejor fecho menos contentamiento muestran. Por esto, madre, he querido más vivir en mi pequeña casa, exenta y señora, que no en sus ricos palacios sojuzgada y cautiva. Celestina secunda sin reserva todo lo dicho por la joven prostituta: En tu seso has estado, bien sabes lo que haces. Que los sabios dicen: que vale más una migaja de pan con paz, que toda la casa llena de viandas con rencilla. Lucrecia comenta sobre lo dificultoso que le sería a Celestina mantener en años anteriores a tantas mozas en el burdel. Celestina responde que no podía estar más equivocada. Aquellos fueron años de apoteosis, con nueve mozas entre los catorce y dieciocho años, que ofrecían sus favores a todos los dignatarios, incluidos los clérigos, entre los que cuales se consideraba duquesa: Caballeros viejos y mozos, abades de todas dignidades, desde obispos hasta sacristanes. En entrando por la iglesia, vía derrocar bonetes en mi honor, como si yo fuera una duquesa. ... De media legua que me viesen, dejaban las horas. Uno a uno, dos a dos, venían a donde yo estaba a ver si mandaba algo, a preguntarme cada uno por la suya. Que hombre había, que estando diciendo missa, en viéndome entrar, se turbaba, que no hacía ni decía cosa a derechas. \Unos me llamaban señora, otros tía, ... Lucrecia, a solas con Celestina, le ruega que vaya a casa de su señora Melibea y le lleve el cordón ceñidor, pues aquélla se encontraba afectada por ciertos desmayos y un dolor del corazón y, además, necesitaba sus consejos. Celestina y Lucrecia se encaminan a la casa de Melibea. AUTO X Sumario: Mientra andan CELESTINA y LUCRECIA por camino, stá hablando MELIBEA consigo misma. Llegan a la puerta; entra LUCRECIA primero. Haze entrar a CELESTINA. MELIBEA, después de muchas razones, descubre a CELESTINA arder en amor de CALISTO. Veen venir a ALISA, madre de MELIBEA. Despídense den uno. Pregunta ALISA a MELIBEA de los negocios de CELESTINA. Defendióle su mucha conversación. Resumen: Melibea habla consigo misma acerca de su amor a Calisto. Ella se sentía atribulada por sentimientos opuestos de un amor apasionado y la necesidad de guardar su honor y la pureza. No se desdore aquella hoja de castidad que tengo asentada sobre este amoroso deseo, publicando ser otro mi dolor, que no el que me atormenta . Lucrecia entra la habitación de Melibea e invita entrar a Celestina. Melibea espera que Celestina tenga capaz al curar su sufrimiento. Celestina no prescribirá una cura a Melibea hasta que ella admita completamente la naturaleza de sus infortunios. Melibea revela a Celestina su pasión por Calisto. Celestina hará los arreglos para Calisto se reúna con Melibea en las puertas de su casa a la medianoche. Alisa llega y Celestina se ausenta. La madre amonesta a su hija sobre la vieja: Guarte, hija, della, que es gran traidora; que el sotil ladrón siempre rodea las ricas moradas. Sabe ésta con sus traiciones, con sus falsas mercadurías, mudar los propósitos castos. Daña la fama; a tres veces que entra en una casa, engendra sospecha. AUTO XI Sumario: Despedida CELESTINA de MELIBEA, va por la calle sola hablando. Vee a SEMPRONIO y PARMENO que van a la Madalena por su señor. SEMPRONIO habla con CALISTO. Sobreviene CELESTINA. Van a casa de CALISTO. Declarale CELESTINA su mensaje y negocio recaudado con MELIBEA. Mientra ellos en essas razones estan, PARMENO y SEMPRONIO entre si hablan. Despidese CELESTINA de CALISTO, va para su casa, llama a la puerta. ELICIA le viene a abrir. Cenan y vanse a dormir. Resumen: Celestina sale de la casa de Melibea y se reúne con Sempronio y Pármeno que recogen a Calisto en la iglesia. Celestina da la enhorabuena a Calisto porque ha convertido a Melibea en su servidora: Pero todo vaya en buena hora, pues tan buen recado traigo, que te traigo muchas buenas palabras de Melibea y la dejo a tu servicio Calisto se enoja porque el habla de Celestina no es cortés: Habla cortés, madre, no digas tal cosa, que dirán estos mozos que estás loca. Melibea es mi señora, Melibea es mi Dios, Melibea es mi vida; yo su cautivo, yo su siervo. Calisto da una cadenilla de oro a Celestina como pago para su buen trabajo. Pármeno y Sempronio saborean la ganancia que su parte de la cadena les supondrá. Pármeno pondera que no daría su parte por medio marco de oro. Celestina insiste en la disposición de Melibea a entregarse a Calisto: Melibea pena por ti más que tú por ella, Melibea te ama y desea ver, Melibea piensa más horas en tu persona que en la suya, Melibea se llama tuya y esto tiene por título de libertad y con esto amansa el fuego, que más que a ti la quema. Calisto se siente agobiado, enajenado; se pregunta si estaría soñando; se siente morir de gozo: AUTO XIII Sumario: Despertado CALISTO de dormir, sta hablando consigo mismo. Dende un poco sta llamando a TRISTAN y a otros sus criados. Torna dormir CALISTO. Ponese TRISTAN a la puerta. Viene SOSIA llorando. Preguntado de TRISTAN, SOSIA cuentale la muerte de SEMPRONIO y PARMENO. Van a dezyr las nuevas a CALISTO, el qual, sabiendo la verdad, haze grande lamentacion. Resumen: Calisto se despierta de un azucarado sueño. Quiere cerciorarse de que lo experimentado aquella noche no había sido pura fantasía. Para ello trata de interrogar a sus criados. Se encuentra con Tristán. Le manda a buscar a Sempronio y Pármeno. En aquellos instantes llega Sosia, el mozo de espuelas, todo desgreñado, con la noticia de que Sempronio y Pármeno han sido degollados públicamente en la plaza. Calisto culpa a la mala fortuna de los incidentes, pondera cómo Celestina era mala y falsa, condenada a morir de mala manera, y se revela contra el destino, decidido a acudir a la cita con Melibea, y sustituir a los criados muertos por Tristán y Sosia, quienes le acompañarán al huerto con escalas: ¡Oh fortuna, cuánto y por cuántas partes me has combatido! Pues, por más que sigas mi morada y seas contraria a mi persona, las adversidades con igual ánimo se han de sufrir y en ellas se prueba el corazón recio o flaco. No ay mejor toque para conocer qué quilates de virtud o esfuerzo tiene el hombre. Pues por más mal y daño que me venga, no dejaré de cumplir el mandado de aquélla por quien todo esto se ha causado. Que más me va en conseguir la ganancia de la gloria que espero, que en la pérdida de morir los que murieron. Ellos eran sobrados y esforzados: ahora o en otro tiempo de pagar habían. La vieja era mala y falsa, según parece que hacía trato con ellos, y así que riñeron sobre la capa del justo. Permisión fue divina que así acabase en pago de muchos adulterios que por su intercessión o causa son cometidos. quiero hacer aderezar a Sosia y a Tristanico. Irán comigo este tan esperado camino. Llevarán escalas, que son muy altas las paredes. AUTO XIV Sumario: Está MELIBEA muy affligida hablando con Lucrecia sobre la tardança de CALISTO, el qual le avía hecho voto de venir en aquella noche a visitalla, lo qual cumplió; y con él vinieron SOSIA y TRISTAN. Y después que cumplió su voluntad, bolvieron todos a la posada, y CALISTO se retrae en su palacio y quéxase por aver estado tan poca quantidad de tiempo con MELIBEA, y ruega a Febo que cierre sus rayos, para haver de restaurar su desseo. Resumen: En el huerto, Melibea y Lucrecia esperan impacientes. Llegan Calisto y sus mozos. Sosia arrima la escalera. Calisto se apresura. Melibea, nerviosa, le aconseja que baje poco a poco. Calisto tiene en sus brazos a Melibea: ¡Oh angélica ymagen! !Oh preciosa perla, ante quien el mundo es feo! ¡ O mi señora y mi gloria! En mis braços te tengo y no lo creo. Mora en mi persona tanta turbación de placer, que me hace no sentir todo el gozo que poseo. Melibea amonesta a Calisto a no deshonrarla: MELIB. __ Señor mio, pues me fié en tus manos, pues quise cumplir tu voluntad, no sea de peor condición, por ser piadosa, que si fuera esquiva y sin misericordia; no quieras perderme por tan brevce deleite y en tan poco espacio. ... Goza de lo que yo gozo, que es ver y llegar a tu persona; no pidas ni tomes aquello que, tomado, no será en tu mano bolver. Guarte, señor, de dañar lo que con todos tesoros del mundo no se restaura. Desde fuera, Tristán y Sosia escuchan a los amantes. Comenta Sosia: ... con su pan se la coma, que bien caro le cuesta: dos mozos entraron en la salsa destos amores. El reloj da las tres. Calisto se dispone a salir. Manda a sus criados poner la escalera. Al despedirse, comenta Melibea: Lucrecia, vente acá, que estoy sola. Aquel señor mio es ydo. comigo dexa su corazón, consigo lleva el mío. Se oyen ruidos afuera. En la Comedia, primera versión en XVI actos, como se explicó en la nota preliminar, Calisto resbala y muere al bajar de la escalera. Con el fin de alargar la historia de los amores de Calisto y Melibea, se interpolaron varios actos, para reasumir la narración en el Acto XIX, como se hará notar a su debido tiempo. Calisto y sus criados regresan a la casa. Calisto reflexiona sobre el gozo de haber poseído a Melibea y la deshonra que pueda venirle de la muerte de Sempronio y Pármeno: ¡Oh mezquino yo! Quánto me es agradable de mi natural la solicitud y silencio y escuridad. No sé si lo causa que me vino a la memoria la traición que hize en me departir de aquella señora que tanto amo, hasta que más fuera de día, o el dolor de mi deshonrra. ¡Ay, ay! Que esto es, esta herida es la que siento ahora que se ha resfriado. ahora que está helada la sangre, que ayer hervía; ahora que veo la mengua de mi casa, la falta de mi servicio, la perdición de mi patrimonio, la infamia que tiene mi persona de la muerte que de mis criados se ha seguido. Al fin, el recuerdo y el placer recibido triunfan sobre el recuerdo y el dolor de las muertes: Acuérdate de tu señora y tu bien todo. y pues tu vida no tienes en nada por su servicio, no has de tener las muertes de otros, pues ningún dolor igualará con el recibido plazer . Tristán y Sosia contemplan por la ventana a Elicia, vestida de luto y llorosa, que entra en casa de Areúsa. AUTO XV Sumario: Areúsa dize palabras injuriosas a un rufián llamado CENTURIO, el qual se despide della por la venida de ELICIA, la qual cuenta a Areúsa las muertes que sobre los amores de CALISTO Y MELIBEA se avían ordenado, y conciertan Areúsa y ELICIA que CENTURIO aya de vengar las muertes de los tres en los dos enamorados. En fin, despídese ELICIA de Areúsa, no consintiendo en lo que le ruega, por no perder el buen tiempo que se dava, estando en su asueta casa. Resumen: Areúsa discute con un rufián llamado Centurio en su casa. Entra Elicia. Sale Centurio. Areúsa se sorprende del aspecto de Elicia. Elicia le informa de que no sólo han muerto Sempronio y Pármeno sino también de que éstos asesinaron a Celestina enfrente de ella. Celestina y Sempronio habían sido su sustento y maldice a Calisto y Melibea por haberle causado tal pérdida: !Ay, que rabio! ! Ay, mezquina, que salgo de seso! ¡ Ay, que no hallo quién lo sienta como yo! No hay quien pierda lo que yo pierdo. ¡Oh cuánto mejores y más honestas fueran mis lágrimas en pasión ajena, que en la propia mía! ¿A dónde iré, que pierdo madre, manto y abrigo; pierdo amigo y tal que nunca faltaba de mi marido? ¡Oh Celestina sabia, honrrada y autorizada, quántas faltas me encobrías con tu buen saber! ... ¡Oh Calisto y Melibea, causadores de tantas muertes! ¡Mal fin hayan vuestros amores, en mal sabor se convertan vuestros dulces placeres! Tórnese lloro vuestra gloria, trabajo vuestro descanso. las yerbas deleitosas, donde tomais los hurtados solaces, se conviertan en culebras, los cantares se os tornen lloro, los sombrosos árboles del huerto se sequen con vuestra vista, sus flores olorosas se tornen de negra color. Areúsa cree que el consuelo no está en las lágrimas sino en la venganza: muchas cosas se pueden vengar que es imposible remediar y ésta tiene el remedio dudoso y la venganza en la mano. Decide que le pedirá a Centurio que dé muerte a Calisto cuando éste vuelva a salir para reunirse con Melibea. Mientras tanto le pide a Elicia que se mude a su casa. Esta se lo agradece, pero prefiere vivir en la suya. Elicia hará las debidas averiguaciones sobre el encuentro de Calisto y Melibea por medio de Sosia. Sale para su casa. AUTO XVI Sumario: Pensando PLEBERIO y ALISA tener su hija MELIBEA el don de la Virginidad conservada, lo qual, según ha parescido, está en contrario, y están razonando sobre el casamiento de MELIBEA, y en tan gran quantidad le dan pena las palabras que de sus padres oye, que embía a LUCRECIA para que sea causa de su silencio en aquel propósito. Resumen: Pleberio y Alisa conversan sobre el futuro de su hija. Ya tiene edad de casarse. es la única heredera de sus bienes. La doncella reúne en sí además de la riqueza, discreción, honestidad, virginidad. No habría caballero que fuera a rehuir tan casamiento. Alisa se muestra de acuerdo con su marido. Melibea, por su parte, que está oyendo, con Lucrecia, la conversación de sus padres, califica de devaneos tales elucubraciones. No estaban enterados de que llevaba ya un mes viendo a Calisto. La doncella defiende sus amoríos y los compara con otros famosos de la mitología y la historia. Harta de la conversación, recomienda a Lucrecia que entre y los interrumpa con algún tipo de pretexto. AUTO XVII Oyeme tú, por mi vida, que yo quiero cantar sola. Papagayos, ruiseñores, que cantais al alborada, llevad nueva a mis amores, cómo espero aquí asentada. La media noche es passada, y no viene. Sabedme si hay otra amada que lo detiene. Calisto no puede esperar más y se presenta ante Melibea. La anima a que siga cantando. Para ella, la inspiración provenía del deseo de ver a su amado, al que ya tenía delante. Mientras habla, Calisto trata de desnudarla. Melibea muestra ciertos reparos ante la acostumbrada impaciencia y violencia de su amado: no me destroces ni maltrates como sueles. ¿Qué provecho te trae dañar mis vestiduras? Calisto, como voraz de halcón que quiere devorar su presa, le responde: Señora, el que quiere comer el ave, quita primero las plumas. En el trasfondo, Lucrecia esta observando a los amantes y se deshace de dentera. Del otro lado de la tapia llegan gritos de los criados que parecen estar enzarzados en un altercado con Traso y su pandilla. Calisto, a los ruidos, se desprende de Malibea y sube apresuradamente las escalera para ayudar a sus mozos. Melibea queda nerviosa ante lo que le pueda pasar a su amante. Tristán le dice a su amo que no baje, que solo se traraba de unos bellacos que pasaban dando voces. Recomienda a su amo que baje con cuidado. Calisto resbala y cae pidiendo confesión. Yace en el suelo inerte, sin habla. Hasta aquí la gran interpolación de la Tragicomedia. Se reasume la narración, interrumpida en el acto XIV). Meliba y Lucerecia, que escuchan al otro lado de la tapia, oyen decir a Tristán: ¿Oh mi señor y mi bien muerto! ¡Oh mi señor despeñado! ¡Oh triste muerte sin confessión! Coge, Sosia, esos sesos de esos cantos, júntalos con la cabeza del desdichado amo nuestro. ¡Oh día de aziago! !Oh arrebatado fin! Lucrecia persuade a la doncella a ir a su cámara. Decide llamar a los padres y fingir otro mal. AUTO XX Sumario: LUCRECIA llama a la puerta de la cámara de PLEBERIO. Pregúntale PLEBERIO lo que quiere. LUCRECIA le da priessa que vaya a ver a su hija MELIBEA. Levantado PLEBERIO, va a la cámara de MELIBEA. Consuélala, preguntando qué mal tiene. Finge MELIBEA dolor del coraçón. Embía MELIBEA a su padre por algunos estrumentos músicos. Sube ella y LUCRECIA en una torre. Embía de sí a LUCRECIA; cierra tras ella la puerta. Llégasse su padre al pie de la torre. Descúbrele MELIBEA todo el negocio que avía passado. En fin, déxase caer de la torre abaxo. Resumen: Lucrecia va a la cámara de Pleberio y le pide venir a ver a Melibea. Pleberio se alarma al ver a su hija tan desconsolada: ¿Qué dolor puede ser, que iguale con ver yo el tuyo? Tu madre está sin seso en oir tu mal. No pudo venir a verte de turbada. Esfuerza tu fuerza, abiva tu corazón, arréciate de manera que puedas tú conmigo ir a visitar a ella. Dime, ánima mia, la causa de tu sentimiento. Melibea quiere subir con su padre a la azotea para mirar el paisaje y los navíos, a ver si así afloja su congoja. Pide que le traigan algún instrumento para acompañar el canto y mitigar así su dolor. Pleberio pide a Lucrecia que le acompañe. Melibea llama a ésta para comunicarle un mensaje que quiere enviar a su madre. Desde lo más alto de la torreta, recita Melibea detalladamente a su padre, quien desde abajo la escucha, sus tratos con Celestina, sus amoríos con Calisto y la muerte del desdichado. Muerto su amor, sería injusto, añade, que ella siguiera con vida. ¿Qué crueldad sería, padre mío, muriendo él despeñado, que viviese yo penada? Su muerte convida a la mía, comvídame y fuerza que sea presto, sin dilación, muéstrame que ha de ser despeñada por seguirle en todo. y así contentarle he en la muerte, pues no tube tiempo en la vida. ¡Oh mi amor y señor Calisto! Espérame, ya voy; detente, si me esperas; no me incuses la tardanza que hago,dando esta ultima cuenta a mi viejo padre, pues le debo mucho más. ¡Oh padre mio muy amado! Ruégote, si amor en esta pasada y penosa vida me has tenido, que sean juntas nuestras sepulturas: juntas nos hagan nuestras exequias. algunas consolatorias palabras te diría antes de mi agradable fin ... veo tus lágrimas malsufridas descender por tu arrugada faz. Salúdame a mi cara y amada madre: sepa de ti largamente la triste razón porque muero ... gran dolor llevo de mí, mayor de ti, muy mayor de mi vieja madre. Dios quede contigo y con ella. A él ofrezco mi ánima. Pon tú en cobro este cuerpo, que allí baxa. AUTO XXI Sumario: PLEBERIO, tornado a su cámara con grandísimo llanto, pregúntale ALISA, su muger, la causa de tan súpito mal. Cuéntale la muerte de su hija MELIBEA, mostrándole el cuerpo della todo fecho pedaços, y haziendo su planto, concluye. Resumen: Pleberio vuelve a su cámara. Alisa le pregunta por qué está tan triste. Pleberio recita una larga lamentación. Lamenta el desengaño y la futilidad de su vida y su trabajo; la inutilidad de las riquezas que había almacenado en beneficio de su hija. Maldice a la fortuna por haberle privado del gran consuelo de su vejez, maldice el amor. Concluye con estas palabras: Del mundo me quejo, porque en sí me crió, porque no me dando vida, no engendrara en él a Melibea; no nacida, no amara; no amando, cesara mi quejosa y desconsolada postrimería. ¡O hmi compañera buena! ¡mi hija despedaçada! ¿Por qué no quisiste que estorbasse tu muerte? ¿Por qué no hubiste lástima de tu querida y amada madre? ¿Por qué te mostraste tan cruel con tu viejo padre? ¿Por qué me dexaste, quando yo te había de dexar? ¿Por qué me dexaste penado? ¿Por qué me dexaste triste y solo in hac lachrymarum valle [en este valle de lágrimas]. F I N
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