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Resumen por capítulos Don Quijote, Resúmenes de Lengua y Literatura

Resumen de los dos libros de Don Quijote de la mancha

Tipo: Resúmenes

2020/2021
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Subido el 29/05/2021

saripin
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¡Descarga Resumen por capítulos Don Quijote y más Resúmenes en PDF de Lengua y Literatura solo en Docsity! DON QUIJOTE DE LA MANCHA Sara Peña Gutierrez 1ºBach A parte B Capítulo I En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme vivía un hombre de complexión recia, con una afición a la caza y madrugador, de unos 50 años llamado Alonso Quijano. A este hombre le gustaba mucho las novelas de caballeros y su escritor favorito era Feliciano de Silva. tenía una obsesión tan grande a los libros de caballeros que quiso ser uno. Cogió las armas de sus bisabuelos para hacerlo. Para ser un caballero necesitaba un nombre así que se puso Don quijote de la Mancha, también necesitaba un nombre para su caballo, al cual le puso Rocinante y por último una mujer para dedicarle sus trunfos. Capítulo II Don Quijote hace su primera salida antes del amanecer. por el camino se preguntaba sobre su futuro y pensó que realmente no era un caballero porque no llevaba armas como cualquier caballero pero al rato volvió a penar que era un caballero perfecto, Se iba imaginando que sería un caballero famoso y que aparecería en los libros. Cuando anocheció se fue a una venta para pasar la noche y allí se encontró a dos mujeres, como ellas se reían de su forma de hablar, Don Quijote se enfado pero apareció el ventero para darle comida, un sitio para dormir y dejar su caballo. Don Quijote se nombra caballero y para que fuese válido le pidió al ventero que lo nombrara caballero. El ventero aceptó pensando que estaba loco. para nombrarle caballero debía poner las armas en la capilla pero como no había las pusieron en el patio y así Don Quijote se quedaría en el patio vigilándolas. Se tuvo que enfrentar con dos hombres que querían quitarle las armas hasta que vino el ventero y los calmo. Al final, fue nombrado caballero como antiguamente, con dos toques en los hombros con la espada. Capítulo III Capítulo IV Don Quijote se va de la venta y va al pueblo para recoger dinero y buscar un escudero. En el camino oye unas voces y va hacía ellos. Cuando llego vio a un hombre pegando a un niño, Don Quijote le dice que pare a no ser que quiera enfrentarse con él. El hombre paró y Don Quijote le pregunto que porque esta pegando al niño y él le responde que le había perdido unas ovejas y el niño dijo que el hombre llevaba nueve meses sin pagarle. Don Quijote hace que el hombre jure que pagaría al niño y que lo dejaría libre. Cuando Don Quijote se va el hombre vuelve a pegar al niño y el niño le dice que va a buscar a Don Quijote. En su camino Don Quijote se encuentra a dos mercaderes a los que les cuenta lo guapa que es su amada Dulcinea. Ellos le dicen que sí pero que será manca o tuerta. Don Quijote, enfadado, les ataca pero el caballo se tropieza y no puede lograr levantar las armas. Los mercaderes le atacan y le rompen la lanza. Luego, se fueron y dejaron abandonado a Don Quijote. Cuando el nombramiento las dos mujeres quedaron sorprendidos y le dijeron a don quijote que le servirían para siempre. Al final, todo acabo en nada y Don Quijote se fue al amanecer. Capítulo V Don Quijote empieza a recordar uno de los libros que había leído y empezó a decirlo en voz alta. Paso un hombre que lo reconoció como Quijano y le ayudo a levantarse. El hombre le preguntaba como estaba pero Don Quijote solo le contestaba con versos de los libros que había leído. Cuando nadie pudiera ver al hombre entrar en la casa de Don Quijote con Don Quijote herido entraron al pueblo. Allí estaban su mujer, la sobrina, el cura y el barbero. Cuando curaron a Don Quijote les dijo que le habían herido 10 gigantes. Cuando Don Quijote se fue a la cama el hombre le dijo todo lo que Don Quijote le había dicho durante el viaje. Capítulo XIII A camino del entierro los pastores le preguntaron a Don Quijote que porque iba tan armado en zonas tranquilas. Él les dijo que él era un caballero que en lugar de ofrecer sus victorias a Dios se las ofrecía a su amada porque todos los caballeros tienen que tener una amada. Los pastores pensaron que Don Quijote estaba loco. Cuando llegaron vieron que estaba llevo de pastores y entre todos estaba Crisónomo, el pastor muerto, en un baúl con papeles. Uno de los pastores cogió uno de los papeles donde había escrito sus últimos versos Crisónomo. Capítulo XIV En la canción de Crisónomo se expresan sus sentimientos en el final de la vida donde contaba que Marcela no le correspondía mientras que él le ofrecía todo su amor. También cuenta la belleza de Marcela. Todos se dieron cuenta de la frialdad de Marcela. Al acabar de leerla apareció Marcela diciendo que ella no tenía la culpa de su muerte y que si correspondiera todos los amores no acabaría nunca. También dijo que ella vive lejos para no molestar a nadie y vivir sola y ella no tiene ninguna culpa de Crisónomo se hiciera ilusiones. Don Quijote le dio la razón diciendo que ella no tenía la culpa. Cuando enterraron a Crisónomo, Don Quiote se despidió y algunos pastores le dijeron que quería ir a Sevilla, él no aceptó porque quería acabar su ruta. Capítulo XV Después de despedirse de todos se fue. Intento seguir a Marcela pero al rato paro a dormir un rato. Rocinante vio unas yeguas y fue detrás de ellas, las yeguas y los dueños comenzaron a golpear a Rocinante, Don Quijote fue a luchar contra esas personas pero como eran más de veinte personas Sancho y él acabaron mal. Don Quijote creyó que había perdido porque esas personas no eran caballeros y él solo debía luchar contra caballeros, así que debía luchar Sancho porque no era un caballero. Sancho se negó diciendo que el era pacífico. Se levantaron y fueron a buscar un sitio para dormir. Encontraron una venta que Don Quijote confundió con un castillo, Sancho le dijo que solo era una venta. Don Quijote empezó a discutir con Sancho ya que él creía que era un castillo. Capítulo XVI Cuando entraron a la venta a Don Quijote le atendió la mujer del ventero y la hija que la pusieron una cama mal hecha. A Sancho le atendió la sirvienta y le uso una cama peor que a la de Don Quijote. Cuando acabaron de curarles fueron a descansar pero en la misma habitación había otra persona, un Harriero, que había quedado por la noche con la sirvienta. A la hora de la cita de la sirvienta y el Herriero. la sirvienta entró a la habitación y Don Quijote creyendo que era una hermosa dama la cogió de las manos y la comenzó a alabar. Cuando harriero escucho eso empezó a darle golpes en la espalda a Don Quijote. La cama al ser de mala calidad se cayó y el ruido despertó al ventero, que pensó que habí́a sido la sirvienta. La sirvienta se escondió debajo de la cama de Sancho y él empezó a pegarle, el Herriero y el ventero empezaron a pegar a Sancho. Un hombre que estaba en una habitación cercana fue a ver que pasaba, cuando llegó vio a Don Quijote tumbado y con sangre en la espalda, el hombre se lo dijo a todos los que estaban en la habitación. Todos dejaron de pegarse y se fueron, Sancho y el hombre fueron a buscar un candil para ver mejor. Capítulo XVII Don Quijote y Sancho se preguntaron si estaban bien. Don Quijote empezó a decir que la sirvienta era la hermosa hija del ventero. Después, el hombre le pregunto que como estaba y Don Quijote le respondió malamente así que el hombre le arrojo el candil a la cabeza. Don Quijote le pidió a Sancho unos ingredientes para preparar una poción mágica para curarse. Cuando preparó la poción se la tomó y esta le produjo arcadas y vómitos. Después pidió que le dejaran dormir en paz. Al despertarse Don Quijote se pensaba que estaba curado totalmente y se lo dijo a Sancho. Sancho al ver el resultado también quiso probar de la poción y a Sancho también le dio arcadas y vómitos y además a Sancho no le hizo nada bueno la poción. Don Quijote le dijo que la poción era solo para caballeros y que por eso no le funcionaba a él. Después Don Quijote obligo a Sancho a irse de la venta. El ventero le dijo a Don Quijote que tenía que pagar su estancia pero Don Quijote no quiso pagar ya que eso era un castillo y los caballeros no deben pagar en los castillos. El ventero se lo dijo a Sancho al ver que Don Quijote no quería pagar. Sancho le dijo que el escudero tampoco debía pagar. Unos hombres vieron lo que estaba pasando y le echaron a Sancho una jarra de agua fría en la cabeza. Al rato, dejaron que s fueran de la venta pero se quedaron sus alforjas. Capítulo XVIII Don Quijote se cree que la venta estaba encantada pero Sancho le dijo que no. Mientras estaban en su camino Don Quijote vio mucho humo a lo lejos. Don Quijote pensó que eran dos ejércitos que se estaban enfrentando. se subieron a una colina para ver mejor la pelea. Estando en la colina Don Quijote empezó a decir personajes famosos y a describir la batalla. cuando estaban más cerca Sancho se dio cuenta que el humo venía de unos rebaños de ovejas, se lo dijo a Don Quijote, pero este se empeño de que era un ejercito y se abalanzó a las ovejas. Los pastores empezaron a tirarle piedras. Don Quijote le pregunto a Sancho que si tenía alguna muela rota por las piedras, Sancho al ver la muela rota vomitó. Luego les entro ganas de comer pero no pudieron porque no tenían las alforjas con la comida. Don Quijote le pide a Sancho que elija un camino. Capítulo XIX Sancho le dice a Don Quijote que las desventuras que les están pasando es porque Don Quijote había roto su juramento de no comer pan. Don Quijote le dice que él tiene parte de culpa por no recordárselo. Cuando se hizo de niche vieron unas luces que se acercaban. las luces eran personas así que cuando estaban más cerca don quijote les preguntó que de donde venían, la mula de uno se asustó y tiro al hombre y los demás huyeron. Don quijote apuntó con su lanza al hombre del suelo y le pregunto que de donde venían. El hombre le dijo que era un monje y que llevaba a un muerto. don quijote llamo a sancho, que estaba robando comida, para que le ayudara a levantar al monje. sancho describió a Don Quijote como "el caballero de la triste figura" porque le faltaban muelas y tenía la cara muy delgada de no comer. se despidieron del monje y se fueron a comer la comida robada en un prado. Capítulo XX Los dos van en busca de agua. Es de noche y tienen mucha sed. De repente oyen uno golpes, y a Sancho le entra mucho miedo. No quiere que don Quijote se vaya para enfrentarse a esta ‘aventura’ y con llantos y sollozos intenta retenerlo. Como su amo no se deja ablandar, el escudero recurre a una maña atando los pies de Rocinante de modo que no puede moverse. Para entretener a don Quijote, Sancho le cuenta una historia de manera muy torpe. Capítulo XXVII Los dos van a buscar a don Quijote disfrazados de doncella y escudero, guiados por Sancho Panza. En Sierra Morena se encuentran con Cardenio quien les cuenta cómo su ‘amigo’ Fernando lo engañó quitándole a su prometida Luscinda. Capítulo XXVIII Después, el grupo se topa con Dorotea disfrazada de mozo que, a su vez, les cuenta cómo fue seducida y desdeñada por Fernando por lo que huyó a aquel lugar remoto. Capítulo XXIX Dorotea se ofrece a ayudar a llevar a casa a don Quijote haciendo el papel de la princesa Micomicona. Juntos van al lugar donde está don Quijote y Dorotea le pide ayuda. Don Quijote promete socorrerla y todo el grupo se pone en camino. Para tomarle el pelo, el cura comenta a don Quijote que, hace poco, él y el barbero fueron robados por unos delincuentes que algún loco había liberado antes. Capítulo XXX Sancho dice que don Quijote fue el liberador de los galeotes y éste trata de justificarse. Dorotea / Micomicona inventa una historia sobre un gigante que le quitó su reino. Promete casarse con don Quijote si la auyda. Don Quijote rechaza esta oferta porque ya está prometido a Dulcinea. Sancho Panza no puede entender esta decisión porque piensa que la princesa es mucho más hermosa que Dulcinea. Don Quijote se enfada por esta blasfemia y apalea a su escudero pero poco después se reconcilian. Don Quijote quiere saber de Sancho cómo reaccionó Dulcinea cuando le entregó su carta. Sancho admite que la había olvidado pero dice que se la repitió de memoria a un sacristán quien se la trasladó. Capítulo XXXI Sancho inventa que encontró a Dulcinea ahechando trigo y oliendo a sudor. Don Quijote no puede creerse todo esto. Sancho le cuenta que Dulcinea destrozó la carta para que no la leyera nadie. Don Quijote le promete otra vez el gobierno de la ínsula que quiere pedir a Micomicona en recompensa a su ayuda. Pasa por el camino Andrés, el mozo a quien don Quijote ayudó en su primera salida, e increpa al caballero rogándole que nunca más se entrometa en su vida: “Déjeme con mi desgracia, que no será tanta, que no sea mayor la que me vendrá de su ayuda.” A todos los presentes les cuesta retener la risa por consideración con don Quijote. Capítulo XXXII El grupo llega a la venta y empieza a discutir sobre los libros de caballerías. El cura los condena porque no contienen más que mentiras. Al ventero le gustan porque son muy entretenidos. Cree que todo lo que se cuenta en ellos es la verdad, pues están impresos con licencia del Consejo Real. Aunque está muy cerca de la locura de don Quijote dice que no imitaría a los caballeros porque tiene bien claro que lo de los caballeros andantes fue usanza de tiempos pasados. A la hija del ventero le gustan sobre todo las lamentaciones de los caballeros cuando sus señoras están ausentes aunque no entiende por qué éstas no se casan simplemente con sus pretendientes sin demasiadas complicaciones. A Sancho le confunde toda esta dicusión. En una maleta se encuentran unos papeles que contienen la Novela del curioso impertinente que el cura se pone a leer a todos. Capítulo XXXIII La duquesa en ese momento decidió engañar también a sancho y le dijo que no era mentira lo que le dijo a Don Quijote sino que había sido todo verdad y que no se lo había inventado él. sancho se creyó todo lo que la Duquesa le decía ya que no se podía ni imaginar que alguien como la duquesa podía querer burlarse de él. después de hablar con Sancho la duquesa acordó junto con el duque que le iban a gastar a Sancho y a don Quijote la broma más grande que jamás se haya gastado. Capítulo XXXIV Tras esos días de incertidumbre Camila se da cuenta de los sentimientos de Lotario y le escribe una carta a su marido contándole lo que esta sucediendo, Anselmo viendo que el plan funciona responde a su esposa diciéndole que no se preocupara de nada que él llegaría pronto. Cuando este llega le pregunta a su amigo Lotario que es lo que sucede y este le confirma la pureza de su mujer la cual no cesa de rechazar sus proposiciones. Camila le cuenta todo a su criada Leonela la cual utiliza esta información para llevar a la casa de Camila todas las noches a su amante, sabiendo que si Camila decía algo a Anselmo esta se lo contaría todo acerca del verdadero amor de Lotario hacia Camila. Lotario le cuenta a Anselmo que ha visto salir a un hombre de la casa pensando que este había estado con Camila, habiendo estado en realidad con la criada, Leonela. Entre Lotario, Camila y Leonela consiguen que Anselmo se esconda como quien no quiere la cosa en una habitación de la casa para así poner en funcionamiento un plan para que tanto Camila como Lotario pudieran quedar bien y resolver todo el entuerto que se había formado. Al acabar con este plan Anselmo sale a hablar con Lotario para manifestarle su alegría tras ver que su esposa es tan pura y sincera como creían en un primer momento y para felicitar a Lotario por lo buen amigo que era y lo bien que se había portado con él. Capítulo XXXV Don Quijote quien duerme en un aposento contiguo interrumpe la lectura con gritos luchando con unos cueros de vino que él cree ser el gigante que acosa a la princesa Micomicona. Sancho le cree y busca la cabeza del gigante que su amo dice habérsela cortado. El ventero está fuera de sí por los costes del vino derramado y de los cueros destrozados, pero el cura promete pagárselo todo. Capítulo XXXVI Fernando y Luscinda llegan a la venta. Dorotea ruega a don Fernando que la acepte como su esposa legítima y que no fuerce más a Luscinda. Fernando reconoce su amor por Dorotea y se disuelve el embrollo entre Fernando / Dorotea y Cardenio / Luscinda. Capítulo XLIV Los cuatro hombres son criados del padre de Luis que vienen para traerlo a casa. Don Luis le explica al oidor el amor por su hija. El oidor promete hablar con su padre para arreglar la boda. En esto, el barbero, al que don Quijote quitó la bacía y Sancho la albarda, llega a la venta y exige que le devuelvan sus pertinencias. Sancho defiende a su amo diciendo que ganó los despojos en buena guerra. Don Quijote está muy satisfecho con su escudero y se propone armarle caballero en la primera ocasión que se le ofrezca. Sancho crea el término de “baciyelmo”. Capítulo XLV Maese Nicolás quiere burlarse del barbero y le dice que es de la misma profesión que él y sabe decir a ciencia cierta que el objeto en cuestión no es bacía sino yelmo. Cardenio, Fernando y el cura que entienden la intención de maese Nicolás lo apoyan por lo que el barbero queda muy confuso. Respecto a la cuestión si lo que quitó Sancho al barbero es albarda o jaez de caballo, Fernando quiere tomar en secreto los votos de los presentes manipulando el resultado según su gusto. Al final, anuncia que la albarda de jumento es jaez de caballo pero se entromete un cuadrillero que entró en la venta y dice la verdad. Esto encadena una pelea tumultuosa. Finalmente todos se sosegan y se reconcilian por iniciativa de don Quijote. Uno de los cuadrilleros reconoce en él el delincuente que es buscado por la Santa Hermandad y quiere detenerlo. Capítulo XLVI El cura convence al cuadrillero de que no es posible detener a don Quijote ya que está loco. Además le paga la bacía al barbero. Sancho duda de la autenticidad de Micomicona porque se mostró demasiado íntima con Fernando. Micomicona / Dorotea explica todo por encantamiento. Se enjaula a don Quijote en un carro de buyes para llevarlo a casa. Éste se cree encantado. Capítulo XLVII Don Quijote está sorprendido por su estado porque nunca leyó de semejante encantamiento. Se explica a sí mismo que quizás hayan cambiado los encantamientos en los tiempos modernos. El grupo parte de la venta y se cruzan con un canónigo de Toledo. Sancho duda de que su amo esté encantado ya que tiene que hacer sus necesidades como cualquiera, también reconoce al cura y al barbero que van disfrazados. El canónigo empieza una discusión sobre los libros de caballerías con el cura. Capítulo XLVIII El cura y el canónigo prosiguen su discusión literaria. Sancho trata de convencer a don Quijote de que sus acompañantes son el cura y el barbero pero su amo le dice que algún demonio lo engaña. Sancho insiste y le pregunta al caballero que si no le han venido las ganas de hacer “aguas mayores o menores”. Primero, don Quijote no lo entiende pero después le pide que lo saque de la jaula “que no anda todo limpio”. Capítulo XLIX Liberan a don Quijote. El canóniogo trata de persuadirle que se dedique a otra lectura que la de los libros de caballerías. Don Quijote lo considera loco por decir tantas blasfemias contra tan estimados libros y mezcla hechos y personajes ficticios e históricos. Capítulo L Don Quijote aduce que los libros de caballerías tienen que ser verdaderos como sus autores cuentan, punto por punto, el padre, la madre, la partia, la edad etc. del héroe. Dice que pronto espera verse rey o emperador de algún reino por el valor de su fuerte brazo para darle el condado prometido a su escudero, “el mejor hombre del mundo”. Sancho promete que no le faltará habilidad para gobernar su estado. El canónigo queda atónito por la locura y necedad de amo y escudero. Llega un cabrero que riñe a una cabra y explica al grupo que lo hace porque el animal es hembra. Capítulo LI Prosiguiendo con las bromas de los Duques estos decidieron mandarle a Teresa Panza una carta en donde le contaban las hazañasde Sancho y le mandaban unos cuantos regalos. Cuando Teresa Panza leyó la carta se maravilló de todo lo que su marido estabaconsiguiendo y salió rápidamente a contárselo a todo el mundo Capítulo LII Don Quijote se pelea con el cabrero por decirle éste que está loco. Se acerca una procesión con una imagen cubierta de la vírgen María. Don Quijote cree que se trata de alguna señora secuestrada y exige a los sacerdotes que la liberen. Ellos se ponen a reír de buena gana lo que enciende la cólera de don Quijote. Arremete contra el grupo pero termina malherido en el suelo. Sancho Panza cree que su amo está muerto y pronuncia un discurso gracioso: “Oh flor de la caballería ...”. Don Quijote vuelve en sí y el grupo sigue su camino hacia su aldea. Después de llegar allí, el cura y el barbero advierten al ama de casa y a la sobrina que cuiden bien de don Quijote para que no vuelva a escaparse. El autor anuncia la tercera salida de don Quijote y adjunta los epitafios de los académicos de la Argamasilla. Pide al lector que no dé más crédito a su historia que a los libros de caballerías y promete buscar más aventuras de don Quijote “si no tan verdaderas, a lo menos de tanta invención y pasatiempo”. La sobrina y el ama de don Quijote al temer que éste volviera a las andadas comenzaron a decirle que sería mejor que fuese a servir al rey y que dejara de ser un caballero andante. don Quijote al oír esto comenzó a comparar a los caballeros andantes con los caballeros cortesanos. Mientras tanto su sobrina le intentaba convencer de que los caballeros andantes no son más que tonterías, también le decía la sobrina a don Quijote que otro motivo por el cual él no podía ser caballero era por que era pobre y solo los hidalgos y los ricos podían ser caballeros. Don Quijote le comenzó a explicar que él había nacido bajo la influencia de Marte por lo que debía dedicarse a las armas y añadió que no se molestasen más en intentar impedírselo ya que era el cielo quien ordenaba que él fuese caballero. Al poco tiempo apareció Sancho y don Quijote le recibió con grandes abrazos y se encerró con él en sus aposentes. En cuanto el ama de don Quijote vio entrar a Sancho se fue a buscar al bachiller para que impidiese la salida de ambos. Cuando el bachiller escuchó lo que le dijo el ama, le aconsejó que se tranquilizara y que se fuese a casa, que más tarde iría él. Cuando Sancho estuvo solo con don Quijote le pidió, por consejo de su mujer, un salario ya que no se podía mantener de las mercedes. don Quijote le dijo que era tradición que los escuderos se mantuviesen de las mercedes de su señor y que él no estaba dispuesto a romper ninguna tradición caballeresca. don Quijote le dijo a Sancho que si no quería continuar siendo su escudero que ya encontraría otro escudero. Al poco tiempo apareció el bachiller junto con el ama y la sobrina de don Quijote. El bachiller se acercó a don Quijote y le animó a proseguir con su aventura ofreciéndose incluso para ser su escudero. Sancho al oír esto comenzó a llorar y le dijo que él seguiría siendo su escudero y que solo le había pedido el sueldo para complacer a su mujer. Después de esto Sancho y don Quijote se abrazaron y acordaron que la salida fuese a los tres días. Después de esto el ama y la sobrina se quedaron asombradas y desesperadas al ver que el bachiller estaba del lado de don Quijote y no del suyo. Sancho consiguió calmar a su mujer y don Quijote a su sobrina y al ama. A los tres días partieron hacia el Toboso, pero esta vez Sancho llevaba una bolsa de dinero que le había dado don Quijote para cubrir los gastos que se les presentaran. Capítulo VI Capítulo VII Don Quijote antes de comenzar sus aventuras decide ir a ver a Dulcinea al Toboso para recibir su permiso y su bendición para emprender sus aventuras. Sancho le advierte que la última vez que vio a Dulcinea estaba recogiendo trigo pero don Quijote atribuyó este comportamiento a los encantamientos. Sancho comienza a hacer conjeturas acerca de si el escritor del libro le habrá tratado bien a pesar de sus defectos. Mientras tanto don Quijote comienza a manifestar su deseo de alcanzar la fama y acaba explicando cómo los caballeros andantes son capaces de dominar los pecados capitales. Sancho le dice a don Quijote que si lo que quiere es alcanzar la fama seria mejor dedicarse a la vida santa ya que se hace más famoso un buen fraile que un gran caballero andante. Al anochecer llegaron al Toboso y don Quijote decidió entrar una vez fuese de noche por lo que estuvieron descasando un rato junto a unas encinas. Sancho estaba preocupado ya que nunca había visto a Dulcinea y tenía miedo de que su amo le mandase a buscarla. Don Quijote y Sancho entraron a media noche al Toboso para buscar el palacio de Dulcinea, el que no encontraban ya que no existía. Tras un tiempo buscando llegaron a la conclusión de que ninguno de los dos conocía a Dulcinea pues don Quijote se había enamorado de ella por la buena fama que tenía y Sancho la había visto también por los comentarios que de ella le habían hecho. Después de un buen rato buscando Sancho decide convencer a don Quijote para que éste se quede esperando en un encinar hasta que Sancho encuentre a Dulcinea y le diga que su amado caballero le está esperando en un encinar cercano. Capítulo VIII Capítulo IX Antes de marchar Sancho en busca de Dulcinea, le había ordenado don Quijote que se fijara en las reacciones físicas que mostrara Dulcinea al enterarse de que estaba allí su caballero. Antes de que Sancho comenzara su búsqueda se sentó, donde su amo no pudiese verle, para reflexionar acerca de la locura de su amo que aunque Sancho le llevase a otra persona que no fuese Dulcinea, don Quijote juraría que su amada está encantada. Al atardecer Sancho vio pasar cerca de él a tres labradoras y fue corriendo junto a su amo para decirle que Dulcinea se acercaba con dos de sus sirvientas y de este modo se inventó sus ropas para que su amo pensase que su amada se acercaba. Cuando se estaban acercando las tres labradoras, se puso en marcha el plan de Sancho ya que él pensaba que cuando su amo viese a las tres labradoras e hiciese caso a Sancho que decía que era Dulcinea con sus sirvientas, pensaría que estaban encantadas. Las labradoras, al oír las alabanzas que don Quijote hacía de ellas, salieron corriendo escapando de don Quijote y de Sancho. Después de ver cómo las tres labradoras huyeron Sancho y don Quijote comenzaron a hablar contra los encantadores que privaron a don Quijote de ver la belleza de su amada, Dulcinea. Finalmente, don Quijote y Sancho prosiguieron su camino hacia Zaragoza donde se celebraban todos los años unas fiestas muy importantes. Cuando don Quijote y Sancho iban de camino a Zaragoza, conversando tranquilamente, se les apareció una carreta con personajes aterradores como la muerte acompañada de maléficos personajes. Ante el aparente miedo de don Quijote y Sancho estos personajes confesaron pertenecer a una compañía de teatro que acababa de representar “Las Cortes de la Muerte” en un pueblo cercano y todavía no les había dado tiempo a cambiarse de ropa. Cuando don Quijote se encontraba ya más tranquilo y dispuesto a marcharse apareció otro extraño personaje con un palo en la mano con el cual golpeó el suelo haciendo que Rocinante saliese corriendo tirando a don Quijote al suelo, cuando Sancho estaba dispuesto a ayudarle este extraño personaje se montó encima de Rucio, el burro de Sancho, golpeándolo y haciéndole salir corriendo. Cuando Rucio consiguió tirar a su agresor al suelo volvió con Sancho. Capítulo X Capítulo XI Después de caer al suelo el Caballero del Bosque, Sancho y don Quijote se dieron cuenta de que era el bachiller Sansón Carrasco. A su vez Sancho se dio cuenta de que el escudero del Caballero del Bosque era su vecino Tomé Celial y entonces le pidió a don Quijote que no matara a Sansón Carrasco. Al reanimarse Sansón Carrasco, don Quijote le obligó a ir al Toboso a encomendarse a la dama de don Quijote y a admitir que no había vencido a don Quijote sino a alguien que se parecía mucho a él. Después de esto don Quijote y Sancho prosiguieron su camino hacia Zaragoza. Obviamente, el bachiller había acordado con el cura y el barbero el animar a don Quijote a realizar su tercera salida y que de este modo cuando Sansón se hiciese pasar por el Caballero del Bosque y venciera a don Quijote le obligaría a volver a la ciudad para cumplir el acuerdo como vencido que había salido del duelo. Sansón Carrasco manifiesta notablemente su deseo de salir y apalear a don Quijote como venganza mientras que Tomé Celial, su supuesto escudero, decide irse a su casa y dejar de actuar como un simple loco. Iba don Quijote muy contento después de su reciente victoria cuando encontró a un hombre, que iba sobre una yegua tordilla. Don Quijote al verle le propuso que hiciesen el camino juntos. El hombre al oír las aventuras que don Quijote contaba se dio cuenta que no debía de estar muy bien de la sesera. El hombre dijo que se llamaba don Diego de Miranda y que era un hombre rico que pasaba el tiempo entreteniéndose con buenas obras. Cuando don Quijote le preguntó por la familia este dijo que no estaba muy contento ya que su hijo que acababa de regresar de estudiar leyes en la universidad de Salamanca no quería seguir estudiando leyes porque se encontraba absorto en la poesía. Don Quijote al oír esto le dijo que un padre nunca debía frustrar los deseos de un hijo y que la poesía no tenía nada de malo. Entonces don Quijote comenzó a alabar la poesía de tal manera que el hombre se dio cuenta del buen juicio de don Quijote. Al poco rato vieron como por el camino se acercaba un carro con muchas banderas reales, don Quijote cuando lo vio se dio cuenta de que estaba ante una nueva aventura. Capítulo XV Capítulo XVI Al ver don Quijote ese extraño carruaje llamó a Sancho el cual había puesto unos quesos, que acababa de comprar a unos pastores, en la celada de don Quijote, cuando este se la puso y el queso se comenzó a derretir a don Quijote se le comenzó a llenar la cara de queso derretido y pensó que se le estaban derritiendo los sesos o que estaba sudando de una manera impresionante, cuando se quito la celada y se dio cuenta le echó la culpa a los encantadores. Don Quijote le preguntó al hombre que conducía el carro que cuál era la mercancía que llevaba, este le dijo que eran dos leones que llevaba al rey como regalo del general Orán. Además de esto les pidió que se apartaran ya que los leones estaban muy hambrientos. Don Quijote le ordenó al hombre del carro que abriese la jaula, que se iba a enfrentar a los leones porque no les tenía ningún miedo. El hombre del carro accedió pero le pidió tiempo para que él y sus compañeros se apartaran. Cuando el leonero le abrió las puertas de la jaula al león se dio la vuelta y al no ver nada interesante se volvió a acostar en la jaula ignorando completamente a don Quijote. Don Quijote le pidió al leonero que sacase a los leones pero tras la negativa le dijo al hombre del carro que contase en todas partes la hazaña de don Quijote que a partir de esa hazaña pensaba llamarse el Caballero de los Leones. En ese momento don Diego estaba pensando cómo era posible que don Quijote estuviese loco en actos y comportamiento mientras que cuando habla parece la persona más cuerda del mundo. En ese momento don Quijote comenzó a hablar de las diferencias entre caballeros y el ejército de la andante caballería. Al medio día don Quijote, Sancho y don Diego llegaron a la casa de este ultimo donde se hospedaron durante unos días. Don Diego le dijo a su hijo, Lorenzo, que juzgara él mismo la locura de don Quijote. Don Quijote comenzó a hablar con don Lorenzo, habló de los caballeros de tal manera que dejó con la boca abierta a todo aquel que le escuchó. Don Lorenzo llegó a la conclusión de que don Quijote estaba loco pero tenía muchos momentos de total cordura en sus comentarios. Capítulo XVII Capítulo XVIII Al poco tiempo comenzó don Quijote a hablar con don Lorenzo de la poesía y le pidió a don Lorenzo que le leyese algunas de sus poesías, tras leérselas don Quijote opinó que era un gran poeta. Al cabo de unos días don Quijote decidió marcharse ya que dijo que un caballero no podía pasar mucho tiempo sin aventuras. Al irse, Sancho se sentía muy triste ya que en casa de don Diego vivía en la abundancia todos los días. Cuando proseguían su camino encontraron a dos estudiantes los cuales tras un tiempo hablando invitaron a don Quijote a que asistiera a las bodas de Camacho con una labradora, a la que llamaban Quiteria, la Hermosa. Los estudiantes le dijeron que iban a ser unas bodas muy abundantes y que todos esperaban la reacción de Basilio un joven que estaba enamorado de Quiteria y que además ella le correspondía el amor solo que el padre de ella no les permitía casarse debido a los pocos bienes materiales de Basilio. Por el camino ambos estudiantes comenzaron una pelea acerca del arte o la fuerza en los combates con espada, esgrima. Tras un largo enfrentamiento se dio a demostrar que predominaba el arte sobre la fuerza. Cuando llegaron al lugar donde se iban a celebrar las bodas, oyeron numerosos instrumentos con lo que don Quijote se negó a entrar y pasaron la noche al aire libre como era costumbre en los caballeros, decisión que no se tomó excesivamente bien Sancho. Al amanecer, viendo don Quijote cómo su escudero dormía comenzó a hablar acerca del sueño de su criado. Más tarde Sancho se despertó al oler los manjares que se estaban preparando para la boda de Camacho. Sancho al ver estos platos se acercó a un cocinero y le pidió cortésmente si le podía dar un poco, el cocinero le dijo que comiera todo lo que quisiera que tenía su total permiso para comer. Mientras Sancho comía, don Quijote se entretenía con las danzas y bailes que, como la noche anterior, animaban el lugar. Hasta que comenzaron las bodas don Quijote y Sancho siguieron dialogando sobre la muerte. Capítulo XIX Capítulo XX En el monte para llamar la atención del asno ambos hombres comenzaron a rebuznar por separado, momentos más tarde encontraron al asno devorado por los lobos pero se quedaron con la anécdota de que rebuznaban tan bien que en varias ocasiones confundieron sus propios rebuznos con los del asno. A partir de ese día esa anécdota se conoció en los pueblos de la zona de tal manera que cuando alguien veía a un habitante de ese pueblo le rebuznaba en señal de burla. Entonces por eso el hombre aquel llevaba armas tan urgentemente a su pueblo ya que las necesitaban para enfrentarse con todos los pueblos que burlaban a sus compañeros de aldea. En ese momento entró en la venta un hombre que se hacia llamar Maese Pedro, quien explicó que era un titiritero que representaba en su pequeño escenario diversas historias y que además en su repertorio tenía un mono que le adivinaba todo lo pasado y presente. Maese Pedro adivinó que era don Quijote y explicó a todos lo que estaba haciendo en ese momento la mujer de Sancho y explicó también que lo que había visto don Quijote en la cueva de Montesinos había sido cierto a medias. Tras estas explicaciones quiso hacer una función en honor a don Quijote. Maese Pedro representó una historia en la cual don Gaiferos liberaba a su esposa, Melisendra, la cual estaba cautiva de los moros en Sansueña. Durante la actuación de Maese Pedro don Quijote estuvo interviniendo constantemente para explicar lo que en la obra estaba sucediendo como si de pura realidad se tratara. Don Quijote en otro arrebato de locura desenvainó la espada destruyendo todos los muñecos de Maese Pedro ya que eran unos moros que perseguían a los “buenos” de la obra y don Quijote como buen caballero quería ayudarlos a escapar. Don Quijote viendo lo que había hecho achacó su error a los encantadores que le habían embaucado. A la mañana siguiente Maese Pedro se marchó muy pronto ya que no quería encontrarse con don Quijote por si le hacia otra de las suyas. Capítulo XXVI En realidad Maese Pedro era Ginés de Pasamonte uno de los galeotes a los que don Quijote había liberado en anteriores aventuras. Ginés se había hecho titiritero y se ganaba la vida yendo por los pueblos, pero antes de entrar en cada pueblo se enteraba de cosas recientes que habían pasado y así fingía que el mono era adivino. Antes de entrar en la venta había reconocido a don Quijote y así se pudo ganar la confianza de los que se encontraban en la venta. Cuando don Quijote se marchó de la venta se encontró al escuadrón del rebuzno que iba armado en busca de sus burladores. Don Quijote para evitar una tonta batalla les dijo a los del rebuzno que en este mundo solo había cuatro razones por las cuales había que coger las armas para pelear y se las nombró: en defensa de la fe católica; en defensa de su propia vida; en defensa de la honra, la familia y la hacienda; o en servicio de su rey. Ya estaban totalmente convencidos de dejar las armas cuando Sancho dijo que tampoco se debían enfadar tato por un rebuzno ya que él cuando era pequeño rebuznaba tan bien que todos los asnos de su pueblo le respondían. Y entonces Sancho emitió un fuerte rebuzno y uno de los del pueblo pesando que se estaba burlando le tiró del asno y comenzaron a apedrear a Sancho y a don Quijote, que había salido en su ayuda. Después de ser apedreados Sancho y don Quijote salieron corriendo de cerca de los del pueblo del rebuzno. Cuando don Quijote y Sancho se dieron cuenta de que no les seguían se pararon y don Quijote le reprochó a Sancho el que se hubiera puesto a rebuznar ya que estaba claro que con eso iba a conseguir que se enfadaran. Sancho le reprochó a su vez a don Quijote el que se hubiera ido ya que nunca había visto a un caballero que dejara a su escudero atrás viendo como le apaleaban. Don Quijote respondió que en la historia otros muchos caballeros habían esperado otro momento para atacar mientras su escudero luchaba contra una multitud. Continuaron su camino para más tarde parar en una alameda a pasar la noche. Por el camino Sancho le dijo a don Quijote que haría mejor yéndose a su casa ya que además de no ganar nada las deudas de don Quijote hacia él mismo comenzaban a no pagarse nunca. Don Quijote al oír esto comenzó a insultar a Sancho diciéndole que era un asno y que nunca podría hacer nada para remediarlo, según don Quijote lo único que tendría que hacer Sancho seria admitir lo bestia que era. Capítulo XXVII Capítulo XXVIII Sancho al oír esto se echó a llorar admitiendo que era un asno sin remedio. Entraron en la alameda y pasaron allí la noche. Al día siguiente prosiguieron su camino hacia Zaragoza. A los dos día llegaron a la orilla del río Ebro, donde don Quijote vio un barco sin remos ni velas amarrado a la orilla. Don Quijote pensó que era una nueva aventura y que debía montarse en el barco e ir a rescatar a un caballero. A pesar de que Sancho le avisó que el barco era de unos pescadores, don Quijote no le hizo caso y se montaron ambos en la barca. Una corriente les llevó hacia unas grandes aceñas que había en la mitad del río. Los molineros que vieron cómo don Quijote y Sancho se iban sobre las ruedas de las aceñas les tiraron de la barca con unos palos yendo luego los molineros detrás de don Quijote y Sancho para evitar que se ahogaran. Después de esto los molineros le pidieron a don Quijote que les pagara los daños, don Quijote les dijo que lo haría con la condición de que liberaran al caballero que tenían prisionero. Los molineros al no entenderle le pidieron el dinero a Sancho el cual se los dio sin ningún problema. Don Quijote y Sancho viendo que esa aventura estaba reservada para otros caballeros se marcharon del lugar volviendo a su camino hacia Zaragoza. Después de lo hecho se marcharon del río pensando cada cual en sus cosas, don Quijote claro está pensando en Dulcinea. Al día siguiente de esta aventura, cuando don Quijote y Sancho proseguían su camino, encontraron a una Duquesa y a un Duque a los cuales don Quijote presentó su deseo e intención de servir en cuanto hiciese falta. La Duquesa y el Duque habían reconocido a don Quijote ya que habían leído con anterioridad la primera parte del Quijote. Don Quijote y Sancho acompañaron a los Duques hacia su castillo ya que ambos Duques eran lectores de libros de caballería y querían pasar unos días con don Quijote. Capítulo XXIX Capítulo XXX En el último carro apareció una extraña ninfa, con la cara desgarrada, que decía ser Merlín, el encantador, el cual se conmovió al ver a Dulcinea convertida en rústica aldeana y decidió que la única y exclusiva manera para que Dulcinea volviese a tener la misma belleza que antes era que Sancho se debía dar tres mil trescientos azotes en las posaderas. Sancho al oír esto le dijo a don Quijote que no pensaba dárselos ya que él no tenía ni la más mínima intención de que Dulcinea volviese a su estado natural, además dijo que si era don Quijote el que tenía tanta intención en volver a ver a Dulcinea bien que se diera él los azotes y que no se lo pidiera a Sancho ya que él no tenía culpa ninguna. En ese momento intervino el Duque el cual dijo que si no accedía a darse los azotes no le daría el gobierno de la ínsula ya que demostraría ser un gobernador muy duro. Sancho al oír esto accedió con la condición de que él debía decidir cuándo se daría los azotes y que no deberían hacerle sangre y además dijo que no debería haber nadie que se los contara y que se tendrían que fiar de lo que él dijera. Al día siguiente Sancho le comenzó a explicar a la Duquesa que ya se había dado unas cuantas palmadas en la espalda ya que no creía que mereciese la pena el azotarse para que otros obtuvieran la recompensa. La Duquesa al oír esto le dijo a Sancho que debía buscar otro método para azotarse ya que el darse palmadas en la espalda no servía absolutamente de nada. Sancho le enseñó a la Duquesa una carta que tenía pensado mandar a su mujer en la cual le contaba que estaba a punto de irse a gobernar la ínsula que el Duque le había prometido y que la Duquesa no hacía más que besarle la mano con lo que ella también debería hacerlo. También le dijo a su mujer que estaba deseando ir a gobernar la ínsula para ver si así conseguía algo de dinero. Al oír esto la Duquesa contestó que se mostraba un poco codicioso y que un buen gobernador no se tenía que mostrar codicioso. Después de esto se fueron al jardín a comer y mientras comían vieron cómo se acercaba un hombre que se hacía llamar Trifaldin, escudero de la condesa Trifaldi, el cual en realidad era el mayordomo del Duque que se había hecho pasar por Merlín un par de capítulos más atrás. Este personaje decía que la condesa Trifaldi estaba esperando fuera y quería hablar con don Quijote porque le necesitaba por temas caballerescos. Don Quijote y el Duque accedieron a que entrara y esperaron a que llegara. Capítulo XXXV Capítulo XXXVI Mientras todos estaban esperando a que la condesa Trifaldi hiciese su aparición se produjo una conversación entre Sancho, la dueña doña Rodríguez y la Duquesa en la cual cada uno dio su opinión acerca de si este tipo de mujeres tienen alguna función en este mundo o si simplemente sirven para adornar y para tener ocupado un puesto en la sociedad que luego no sirve de nada y lo único que hace es gastar dinero público con su mantenimiento. Cuando la Trifaldi apareció, precedida de doce doncellas, preguntó si se encontraban allí don Quijote de la Mancha y su escudero Sancho Panza. Cuando don Quijote y Sancho se presentaron ante ella comenzó a contarles su historia, con una voz ronca y poco femenina. Ella había ayudado a una princesa, Antonomasia, hija y heredera del rey Archipiela y de la reina Maguncia de Candaya, a conseguir el amor de un caballero llamado don Clavijo. Debido a su intención Antonomasia se había entregado a don Clavijo y tenían intención de casarse. Cuando la madre de Antonomasia se enteró de que su hija se había casado con un hombre de linaje más bajo que ella, se enojó tanto que a los tres día murió. Un día después de su muerte apareció el gigante Malambruno, primo hermano de la madre de Antonomasia, en un caballo de madera y para vengarse de la muerte de su prima convirtió a Antonomasia y a don Clavijo en estatuas de diversos metales. Y para culminar la venganza hizo crecer barbas a todas las doncellas del palacio para vengarse así de la intercesión de la Trifaldi. Una vez dijo eso y para que los allí presentes se lo creyeran se descubrieron la cara y mostraron cómo tenían todas unas barbas bastante considerables. Capítulo XXXVII Capítulo XXXVIII Capítulo XXXIX Después de haberle contado la historia a don Quijote le acabó pidiendo que por favor fuese a luchar con Malambruno ya que éste había dicho que solo desharía el encantamiento en caso de que don Quijote de la Mancha fuese a luchar contra él. Cuando don Quijote aceptó, la Trifaldi le dijo que Malambruno había dicho que mandaría un caballo de madera, llamado Clavileño, el cual llevaría a Sancho y a don Quijote a donde se encontraba él, que estaba a 3.220 leguas por el aire y en línea recta sobre Clavileño. Por la noche llevaron a don Quijote y a Sancho hacia el caballo y le dijeron que deberían taparse los ojos porque la altitud que iban a alcanzar era muy grande y se podía marear. Don Quijote y Sancho accedieron, y al momento les dijeron que para activar el caballo había que mover una clavija que se encontraba en el cuello del caballo. Y para bajarse del caballo cuando llegasen tendrían que esperar a que este relinchara. Cuando don Quijote apretó la clavija todos los allí presentes se despedían como si realmente se estuvieran moviendo, incluso imitaban el calor de la altitud y el movimiento del viento. Al cabo de un rato los allí presentes encendieron la cola de Clavileño el cual al estar lleno de cohetes salió disparado por el aire tirando a don Quijote y a Sancho al suelo. Cuando se levantaron vieron que no se habían movido del lugar y que a su alrededor estaban los mismos personajes que antes y observaron también que junto a ellos había una lanza con un mensaje el cual decía que don Quijote había vencido con solo intentarlo y que Malambruno se contentaba con eso y había desencantado a la Trifaldi y a sus doncellas. También decía que igualmente se desencantaría Dulcinea en cuanto Sancho cumpliera lo prometido. Cuando el Duque leyó la carta felicitó efusivamente a don Quijote por su hazaña. Sancho le dijo a la Duquesa que durante su viaje en Clavileño se había quitado el pañuelo y había visto cómo el mundo y las personas eran muy pequeñas desde esas alturas, la Duquesa al decirle que eso era imposible Sancho le respondió que mediante el encantamiento nada era imposible. Sancho prosiguió contando que había estado tan cerca del sol que había podido comprobar que realmente era muy grande, también dijo que se habían detenido en la constelación de las siete cabrillas ya que como Sancho había sido cabrero se entretuvo un poco con ellas. Capítulo XL Capítulo XLI El primer hombre le dio al segundo una caña que tenía en la mano y juró ante todos que ya se los había devuelto y entonces se fue recuperando su caña antes. Sancho al darse cuenta de esto le mandó que le diese la caña al hombre que le había dejado los diez escudos y le dijo que con la caña ya estaba pagado. La sorpresa vino cuando el hombre rompió la caña y vio que dentro de ella estaban los diez escudos. En el tercer caso se contaba lo siguiente: una mujer llegó ante Sancho diciendo que un hombre la había forzado en mitad de un camino y no la quería indemnizar. El hombre decía que la mujer se le había ofrecido y que ya le había pagado lo justo por esos trabajos. Sancho le dijo al hombre que le diese una bolsa que tenía llena de dinero, y cuando se fue la mujer le mandó salir detrás de ella para recuperar la bolsa. Al cabo de un rato regresaron el hombre y la mujer sólo que ambos unidos a la bolsa ya que la mujer no la quería soltar por nada del mundo. Sancho al ver esto le dijo a la mujer que si hubiera puesto tanto empeño en defenderse como lo está poniendo ahora en agarrar la bolsa nadie la habría forzado en el campo. Les mandó ir y le devolvió la bolsa de dinero al hombre. Un día al salir don Quijote se encontró a Altisidora y una amiga, al ver a don Quijote Altisidora fingió que se desmayaba para que don Quijote se fijase en ella. Don Quijote al verla le dijo a su amiga que esa noche se quedaría él mismo haciendo la compañía para que se desengañara. Por la noche comenzó a cantarle un romance a Altisidora en el cual le decía que él sólo estaba enamorado de una mujer y que sus sentimientos no se cambiarían por nada ni por nadie. En el jardín estaban las Duques y otras personas del castillo. Desde un corredor cercano a la reja de don Quijote descolgaron un saco lleno de gatos los cuales al meterse en la habitación de don Quijote comenzaron a montar un escándalo tan grande que parecía que en la habitación se estaba librando la mayor batalla jamás vista. Don Quijote pensó que la habitación estaba llena de encantadores y, puesto que estaba a oscuras, comenzó a dar espadazos contra los gatos. Entonces uno de los gatos se le subió a la cabeza y le araño y mordió la cara. Capítulo XLVI En la ínsula de Sancho era la hora de comer y sus sirvientes le llevaron a un gran palacio donde le iban sirviendo grandes platos de comida. Con el pequeño inconveniente de que cada vez que tenía un plato de comida delante un médico que estaba junto a él mandaba que se lo quitaran con lo cual es fácilmente imaginable el hambre que estaba pasando el pobre Sancho. Cuando Sancho estaba a punto de comer algo decente llegó una carta del Duque diciendo que existía una conspiración contra él y sería recomendable que no comiera nada de lo que le ofrecían. Entonces Sancho se tuvo que contentar con un racimo de uvas y un poco de pan. Mientras Sancho comía la poca comida que le permitían comer apareció un labrador que le comenzó a contar su vida. Sancho después de escucharle le preguntó qué era lo que quería. Entonces el labrador le pidió a Sancho que le diese 300 ó 600 ducados para poder celebrar la boda de su hijo y una carta para que su futuro consuegro accediese a la boda con su hijo. Sancho se enfadó tanto al oír esto que el médico que estaba allí le prometió darle de comer para evitar enfados similares. En una de las noches en que don Quijote dormía apaciblemente escuchó cómo alguien entraba silenciosamente en su habitación. Pensando que era Altisidora que quería perturbar su honestidad se puso de pie encima de la cama. Al entrar la dueña Rodríguez vio a don Quijote de esa manera y ambos se asustaron enormemente. Después de ese susto la dueña comenzó a decirle a don Quijote que le necesitaba por temas caballerescos. La señora comenzó a contarle a don Quijote su historia, en la cual decía que ella tenía una hija que había sido seducida por el hijo de un siervo del Duque, el cual le había pedido matrimonio a la pobre niña. También le dijo a don Quijote que ya le había pedido con anterioridad al Duque que la ayudara pero éste no le hacía caso a la dueña por que este labrador solía prestarle dinero y arreglarle algunos chanchullos. En un momento de su conversación la dueña comenzó a meterse con Altisidora y con la Duquesa. Después de haber dicho esto la dueña se apagaron las luces de extraña manera y don Quijote y la dueña comenzaron a recibir pellizcos y azotainas. Después de esta peculiar batalla ambos acosadores se marcharon de la habitación, la dueña salió de la habitación de don Quijote llorando y don Quijote se quedó sin saber qué extraños encantadores les habían Capítulo XLVII Capítulo XLVIII De vuelta en la ínsula de Sancho éste se empeñó en hacer una ronda de noche para ver la clase de gente que se paseaba por su ínsula de noche y limpiarla a ser posible de mala gente. En esta ronda vio, primero, a un muchacho que le dijo que nadie conseguiría hacer que él durmiera una sola noche en la cárcel, al preguntarle Sancho si era por que dudaba de su autoridad el muchacho le dijo que no era cuestión de autoridad sino que él se pasaría toda la noche sin dormir. Después de esto vio Sancho a una muchacha vestida de niño a la cual le preguntó por qué iba vestida de esa manera. La muchacha le contó a Sancho que se había disfrazado de niño por que su padre no la dejaba salir desde que había muerto su madre. Entonces entre su hermano y ella habían decidido cambiarse las ropas para que así pudiera salir sin que su padre se diera cuenta. Después de haber oído esto Sancho decidió llevar a la muchacha a casa. Después de esta noche Sancho seguía demostrando a todos los habitantes de la ínsula su gran sensatez y juicio. Volviendo a la casa de los Duques se nos cuenta que los “encantadores” que habían dado una paliza a don Quijote y a la dueña Rodríguez eran en realidad la Duquesa y Altisidora que habían estado escuchando todo lo que la dueña decía de ellas y en señal de venganza decidieron apalear a don Quijote y a la dueña. Prosiguiendo con las bromas de los Duques estos decidieron mandarle a Teresa Panza una carta en donde le contaban las hazañas de Sancho y le mandaban unos cuantos regalos. Cuando Teresa Panza leyó la carta se maravilló de todo lo que su marido estaba consiguiendo y salió rápidamente a contárselo a todo el mundo. Cuando el cura y Sansón se enteraron de que Sancho estaba de gobernador de una ínsula se quedaron asombrados y maravillados de lo que le estaba sucediendo a Sancho. Teresa Panza decidió mandarle mediante el paje una carta para Sancho y otra para la Duquesa agradeciéndole todo lo que estaba haciendo por Sancho. Capítulo XLIX Capítulo L Mientras Sancho volvía a casa de los Duques se le hizo de noche e intentando buscar un lugar para descansar se cayó en un hoyo muy profundo del que no podía salir sin ayuda. Se pasó la noche lamentándose y a la mañana siguiente vio que en una pared del agujero había un camino por el cual se metió. Al fondo del camino pudo ver que había claridad y que había una salida, pero era también muy alta. Sancho se puso a dar voces para ver si alguien le oía. Al poco tiempo se dio cuenta de que arriba del agujero se encontraba don Quijote al que, para convencerle, le tuvo que contar todo lo que le había sucedido en la ínsula y el porqué de que estuviera ahora en el fondo de un agujero. Al cabo de un rato volvió don Quijote con muchas personas con cuerda para sacar a Sancho y al asno del agujero. Después de salir del agujero Sancho les contó a los duques todo lo sucedido y estos prometieron darle en un futuro el gobierno de una ínsula menos conflictiva y más tranquila. Al cabo de unos cuantos días comenzó el combate entre don Quijote y Tosilos, el que suplantaba al labrador. Tosilos debía derrotar a don Quijote sin hacerle daño pero éste al ver a la hija de la dueña se quedó enamorado de ella y decidió darse por vencido. Cuando éste se quitó la máscara todos se dieron cuenta que no era el labrador pero la hija de la dueña dijo que se quería casar con él pues prefería a un lacayo que la amase y no a un labrador que la burlase. Don Quijote aclaró la situación diciendo que en realidad era el labrador que había sido encantado. El Duque viendo que su plan no funcionaba decidió encerrar en un calabozo a Tosilos para ver si se desencantaba y si no todos viesen que era un impostor. Después de tantas pequeñas aventuras en casa de los Duques don Quijote y Sancho decidieron marcharse una mañana, después de haber obtenido el permiso de los Duques, como todo buen caballero. Capítulo LV Capítulo LVI Finalmente como despedida a don Quijote Altisidora le dedicó un romance en el cual, burlándose de él, le decía lo enamorada que estaba de él y cómo se iba sin haberle dado a ella ni una sola pizca de cariño, amor o afecto. Finalmente don Quijote y Sancho se despidieron de los Duques y de todos los allí presentes y se fueron en busca de más aventuras a Zaragoza. De camino a Zaragoza don Quijote y Sancho volvieron a sus antiguas conversaciones y se contaron mutuamente lo que habían hecho los días que estuvieron separados. Al poco tiempo don Quijote y Sancho encontraron su primera aventura, después del descanso. Encontraron a unos labradores que estaban descansando en el campo. Junto a ellos había algo tapado con sábanas. Don Quijote al verlo se interesó por lo que era y los labradores gustosamente le contaron a don Quijote que eran imágenes de santos que llevaban a una iglesia que estaban haciendo. Don Quijote al enterarse de que todas esas imágenes eran de santos caballeros comenzó a contar la historia de cada uno de ellos. Después de esto Sancho y don Quijote prosiguieron su camino. Don Quijote había considerado esta pequeña aventura como una buena señal, mientras que Sancho la había considerado como la aventura más simple que hasta el momento habían tenido. Después de estos pequeños comentarios don Quijote y Sancho comenzaron a hablar del amor y de Altisidora- Sancho dijo que no entendía cómo Altisidora se podía haber enamorado de don Quijote ya que él no veía en don Quijote suficientes argumentos como para enamorar a una dama. Don Quijote al oír esto dijo que en ocasiones el único motivo para enamorar es no espantar y que él no espantaba a nadie, y que además tenía muy buenas virtudes morales. Siguiendo el camino hacia Zaragoza don Quijote y Sancho se encontraron con una vacada la cual les arrollo y les tiro de sus monturas. Ddon Quijote y Sancho habían sido avisados con anterioridad por las personas que conducían la vacada pero estos no habían hecho caso de sus advertencias. Capítulo LVII Capítulo LVIII Prosiguiendo el camino don Quijote y Sancho se pararon a comer un poco pero don Quijote comenzó a decir que tenía pensado dejarse morir de hambre ya que estaba totalmente sumido en sus pensamientos. También le pidió a Sancho que se diese algunos azotes para poder así desencantar a Dulcinea, pero Sancho dijo que no se los pensaba dar ya que azotarse uno mismo era algo excesivamente doloroso. Al llegar a una venta próxima descubrieron que unos caballeros estaban hablando de una segunda parte del Quijote que se había publicado. Cuando don Quijote leyó algo del libro se quedó asombrado de lo malo que era y de todas las mentiras que en él se decían. Además decidieron no ir a Zaragoza ya que según habían dicho esos caballeros el libro había estado en las justas de la ciudad. Don Quijote también dejó recado a los caballeros de que dijeran y publicaran la falsedad de ese libro, y dicho esto se marcharon. Al oír todo lo que don Quijote había dicho estos caballeros se quedaron totalmente admirados y se dieron cuenta de que en verdad eran don Quijote y Sancho. Al cabo de unos cuantos días cuando don Quijote y Sancho descansaban en un bosque, don Quijote cogió las correas de Rocinante y con intención de azotar a Sancho, para contribuir así con el desencantamiento de Dulcinea, se abalanzó sobre él. Sancho al ver la reacción de don Quijote le inmovilizó hasta que este juró que Sancho se podría azotar cuándo y cómo quisiera. Sancho se alejó, por precaución, de don Quijote y encontró a unos bandoleros ahorcados de unos árboles. Esto demostró que estaban cerca de Barcelona ya que allí castigaban con esa pena a los bandoleros capturados. Por la mañana don Quijote y Sancho fueron rodeados de improviso por unos bandoleros, cuyo jefe se hacia llamar Roque Guinart. Hechas las presentaciones el bandolero se alegró de conocer a don Quijote ya que había oído hablar mucho de él y tenia ganas de conocerle. Al cabo de un rato se les acercó una muchacha que era hija de un amigo de Roque la cual le pidió que la pasase a Francia y que en su ausencia defendiese a su padre. Capítulo LIX Capítulo LX Una vez en la batalla don Quijote salió derrotado y humillado frente al Caballero de la Blanca Luna. Don Quijote se vio obligado a cumplir su palabra y dijo que se retiraría un año de la caballería pero reafirmó que su dama era la más bella del mundo. Después de la batalla el Caballero de la Blanca Luna se marchó y a don Quijote le llevaron a la ciudad en una silla de mano. Don Antonio que había perseguido al Caballero de la Blanca Luna hasta un mesón descubrió que en realidad era el bachiller Sansón Carrasco que quería que don Quijote volviese a casa a curarse de su locura. Don Antonio al oír esto le dijo que era tonto ya que quería curar de la locura al loco más gracioso que hay en el mundo, pero que no le diría nada de eso a don Quijote para que así cumpliera su palabra.A los pocos días del vencimiento don Quijote y Sancho volvían a su pueblo ya que debía de cumplir su palabra. Don Quijote iba a caballo y Sancho andando ya que el asno llevaba las armas de don Quijote. Al pasar por el lugar donde don Quijote fue vencido recuerda el momento de su vencimiento y se entristece. Sancho al oír a don Quijote le intenta consolar diciéndole que él estaba contento a pesar de que ya no era gobernador de ningún sitio.De camino Sancho se quejo durante unos cuantos días de tener que ir caminando porque las armas las tenía que llevar su asno, Sancho sugirió que deberían colgar las armas en un árbol para poder así aligerar peso. Don Quijote le regaña efusivamente ya que según él las armas no le habían hecho ningún mal servicio.Al cabo de unos días encontraron a dos vecinos que se habían sentado en una carrera solo que uno era excesivamente más gordo que el otro. El gordo le exigía al delgado que se pusiera un sobrepeso en el cuerpo para que así la carrera estuviese igualada. Sancho al oír esto dijo que entonces porque no se quitaba el gordo un equivalente en kilos para que la carrera estuviese igualada. De camino a casa don Quijote y Sancho se encontraron a Tosilos el cual les contó todo lo que había sucedido en la casa de los Duques en ausencia de don Quijote y les ofreció comida. Solo Sancho se detuvo un rato a comer algo pero pronto se incorporó su amo. Capítulo LXV Capítulo LXVI Hablando de amores Sancho explica que no entiende en absoluto que es lo que tiene él que ver con el desencantamiento de Dulcinea pero que se dará los azotes cuando le apetezca. Al pasar por un prado y ver unos pastores a don Quijote se le ocurre la idea de convertirse en pastores durante el año que tendrá que estar parado. Al decir esto Sancho y el propio don Quijote comienzan a fantasear acerca de cómo iban a vivir siendo pastores y se comienzan a inventar nombres para todos sus amigos. Hablando de ser pastores Sancho y don Quijote comienzan a ponerles a todos sus amigos y parientes unos nombres pastorescos muy extraños y burlescos. En mitad del sueño de don Quijote y Sancho, don Quijote se despierta y le dice a Sancho que sería conveniente que se diera unos azotes a cuenta del desencantamiento de Dulcinea. Sancho se niega una vez más y le dice a su amo que duerma y le deje dormir. Poco después de esto escucharon un gran estruendo don Quijote y Sancho y al poco rato pasaron por encima de ambos personajes un centenar de puercos. Sancho quiso matar a un par de ellos como venganza, pero don Quijote dijo que se lo tenía bien merecido por haber fracasado como caballero. Al día siguiente se les aparecieron unos caballeros armados que les obligaron a acompañarles hasta la casa de los Duques. Cuando llegaron a la casa de los Duques vieron a Altisidora tumbada en un túmulo. Al parecer Altisidora había sido encantada y para desencantarla Sancho debería darse veinticuatro mamonas, doce pellizcos y seis alfilerazos. En ese momento entraron unas señoras que comenzaron a pellizcar y a pegar a Sancho, pero los alfilerazos no se los dejó dar. En ese momento comentan don Quijote y Sancho la virtud que éste tiene para desencantar doncellas ya que siempre le toca a él pasar por esas cosas. Don Quijote aprovecha para pedirle a Sancho que se dé un par de latigazos para desencantar a Dulcinea, solo que Sancho se niega a hacerlo. Capítulo LXVII Capítulo LXVIII Capítulo LXIX Don Quijote y Sancho se acostaron pero tardaron en dormirse porque estuvieron largo tiempo hablando sobre los encantadores. Se nos cuenta que los Duques sabían que don Quijote iba a pasar por allí porque se loshabía dicho el bachiller Sansón Carrasco a su vuelta de Barcelona, y habían decidido gastarle a don Quijote la ultima broma. Entró por la noche Altisidora en la habitación de don Quijote y tras decirle éste que su amor esa solo para Dulcinea, Altisidora comenzó a decir que todo lo que había sucedido esa noche había sido fingido y que ella nunca había estado enamorada de él. Cuando se incorporaron a la discusión los Duques, Altisidora siguió insultado a don Quijote llamándole feo y otro tipo de insultos relacionados con su triste figura. don Quijote al poco tiempo decidió marcharse esa misma tarde. Cuando don Quijote y Sancho se pararon en un bosque cercano don Quijote le sugirió a Sancho que le iba a dar un cuarto de real por cada azote y Sancho accedió. Al cabo de un rato azotándose Sancho le dijo a don Quijote que subiera el precio a medio real y don Quijote accedió. Al cabo de unos azotes Sancho comenzó a azotar a los árboles y de vez en cuando se quejaba para que don Quijote no sospechara nada. Al poco tiempo don Quijote le pidió a Sancho que parara que no quería que este muriera. Al cabo de unos días entraron en un mesón en donde encontraron a un personaje del Quijote de Avellaneda, don Álvaro de Tarfe, el cual acabó reconociendo que aquellos que tenía delante eran los verdaderos don Quijote y Sancho y no los que describía el autor de su libro, Avellaneda. Don Quijote le pidió a don Álvaro que hiciese una declaración en la cual decía y afirmaba que el Quijote de Avellaneda era totalmente falso y que todo lo que en él se decía era mentira. A la noche siguiente don Quijote y Sancho divisaron la aldea donde vivían y desde lo alto de la colina Sancho se arrodillo y dijo que allí llegaban los habitualmente habitantes de la aldea. Don Quijote y Sancho no estaban muy bien parados pero allí se encontraban sanos y salvos. Capítulo LXX Capítulo LXXI Capítulo LXXII
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