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Resumen Revolucion Industrial y Francesa Hobsbawm, Apuntes de Historia

Resumen Revolucion Industrial y Francesa Hobsbawm

Tipo: Apuntes

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¡Descarga Resumen Revolucion Industrial y Francesa Hobsbawm y más Apuntes en PDF de Historia solo en Docsity! REVOLUCION INDUSTRIAL Estallo la Revolución Industrial (Take-off): Un día entre 1780 y 1790, y por primera vez en la historia, se liberó de sus cadenas al poder productivo de las sociedades humanas, que desde entonces se hicieron capaces de una constante, rápida y hasta el presente ilimitada multiplicación de hombres, bienes y servicios. Si empezó con el take-off en 1780, podemos afirmar que concluyo con la construcción del ferrocarril y la creación de una fuerte industria pesada en Inglaterra en 1840. El adelanto británico no se debía a una superioridad científica y técnica, la educación inglesa era una broma de dudoso gusto, aunque sus deficiencias se compensaban en parte con las escuelas rurales y las universidades de Escocia que enviaban jóvenes brillantes al país. Por fortuna, no era necesario pocos refinamientos intelectuales para hacer la Revolución Industrial. Sus inventos técnicos fueron sumamente modestos, y en ningún sentido superaron a los experimentos de los artesanos inteligentes en sus tareas, o las capacidades constructivas de los carpinteros, constructores de molinos y cerrajeros: La lanzadera volante, la máquina para hilar, el huso mecánico. Para fines prácticos, la única solución revolucionaria británica para el problema agrario ya había sido encontrada. Un puñado de terratenientes de mentalidad comercial monopolizaban casi la tierra, que era cultivada por arrendatarios que a su vez empleaban a gentes sin tierras o propietarios de pequeñísimas parcelas. La agricultura estaba preparada para cumplir sus tres funciones fundamentales en una era industrializada: aumentar la producción y la productividad para alimentar a una población no agraria en rápido y creciente aumento; proporcionar un vasto y ascendente cupo de potenciales reclutas para las ciudades y las industrias, y suministrar un mecanismo para la acumulación de capital utilizable por los sectores más modernos de la economía. Los agricultores iban a alzar una última barrera para impedir el avance de los industriales entre 1795 y 1846. Sin embargo, en conjunto se aceptaba que el dinero no solo hablaba, sino que gobernaba. Todo lo que un industrial necesitaba adquirir para ser admitido entre los regidores de la sociedad, era bastante dinero. La mayor parte del Siglo XVIII fue de cómoda expansión económica: esta expansión, ayudada por una suave inflación, habría impulsado a otros países a pasar de una economía preindustrial a la industrial. Una gran parte de la expansión industrial no condujo de hecho, inmediatamente o dentro del futuro previsible, a la Revolución Industrial. Las primeras manifestaciones de la Revolución Industrial: el crecimiento económico surgía de las decisiones entrecruzadas de innumerables empresarios privados e inversores, regidos por el principal imperativo de la época: comprar en el mercado más barato y vender en el más caro. Dado que ya se habían puesto los principales cimientos sociales de una sociedad industrial, se requerían dos cosas: primero, una industria que ya ofrecia excepcionales retribuciones para el fabricante que pudiera aumentar rápidamente su producción total, si era menester, con innovaciones razonablemente baratas y sencillas, y segundo, un mercado mundial ampliamente monopolizado por la producción de una sola nación. Una vez que Gran Bretaña empezó a industrializarse, otros países empezaron a disfrutar de los beneficios de la rápida expansión económica estimulada por la vanguardia de la Revolución Industrial. Gran Bretaña no disfrutaba de tales ventajas. Las guerras de 1793-1815, eliminaron virtualmente a todos los rivales en el mundo extra europeo con la excepción de EEUU. Gran Bretaña poseía una industria admirablemente equipada para acaudillar a la Revolución Industrial en las circunstancias capitalistas y una coyuntura económica que se lo permitía: la industria algodonera y la expansión colonial. II La industria británica, como todas las demás industrias algodoneras, tuvo su origen como un subproducto del comercio ultramarino, y los artículos de algodón indio o indianas. Más baratos que la lana, el algodón y las mezclas de algodón no tardaron en obtener en Inglaterra un mercado modesto, pero beneficioso. Pero sus mayores posibilidades para una rápida expansión estaban en ultramar. El comercio colonial había creado la industria del algodón y continuaba nutriéndola. En el siglo XVIII, se desarrolló en hinterland el gran centro de comercio de esclavos. Durante todo este periodo, la esclavitud y el algodón marcharon juntos. Las plantaciones de las indias occidentales, adonde los esclavos eran llevados, proporcionaban la cantidad de algodón en bruto suficiente para la industria británica. La industria del algodón fue lanzada como un planeador por el impulso del comercio colonial al que estaba ligada; un comercio que prometía una gran expansión que incitaba a los empresarios a adoptar las técnicas revolucionarias para conseguirla. Entre 1750 y 1769 la exportación de algodones británicos aumento más de 10 veces. En términos mercantiles, la Revolución Industrial puede considerarse, salvo en unos cuantos años iniciales, hacia 1780-1790, como el triunfo del mercado exterior sobre el interior. La industria británica había establecido un monopolio a causa de la guerra, las revoluciones de otros países y su propio gobierno imperial. América latina vino a depender virtualmente casi por completo de las importaciones británicas durante las guerras napoleónicas, y después de su ruptura con España y Portugal se convirtió casi por completo en una dependencia económica de Inglaterra. Cuando los nuevos intereses industriales predominaron en Inglaterra, los intereses mercantiles de las Indias Orientales se vinieron abajo. La India fue sistemáticamente desindustrializada y se convirtió a su vez en un mercado para los algodones de Lancashire. Por primera vez las telas de algodón para camisas de la Revolución Industrial trastocaban esas relaciones que hasta ahora habían equilibrado por una mezcla de exportaciones de metal y latrocinios. Los nuevos inventos que lo revolucionaron eran relativamente sencillos y baratos y compensaban en seguida sus gastos de instalación con una altísima producción. Podían ser instalados por pequeños empresarios que empezaban con unas cuantas libras prestadas. La expansión de la industria pudo financiarse fácilmente al margen de las ganancias corrientes, pues la combinación de sus conquistas de vastos mercados y una continua inflación de precios produjo fantásticos beneficios. Pero la fabricación del algodón tenía otras ventajas. Toda la materia prima provenía de fuera, por lo cual su abastecimiento podía aumentarse con los drásticos procedimientos utilizados por los blancos en las colonias (esclavitud y apertura de nuevas áreas de cultivo). Tampoco se veía estorbado por los tradicionales intereses de los agricultores europeos. trasladar las grandes cantidades de carbón. El tranvía o ferrocarril era una respuesta evidente. El coste de los transportes por tierra de mercancías voluminosas era tan alto, que resultaba facilísimo convencer a los propietarios de minas carboníferas en el interior de que la utilización de esos rápidos medios de transporte seria enormemente ventajosa para ellos. Ninguna de las innovaciones de la revolución industrial encendería las imaginaciones como el ferrocarril, constituía el gran triunfo del hombre por medio de la técnica. Desde un punto de vista económico, su gran coste era su principal ventaja. Sin duda su capacidad para abrir caminos hacia países antes separados del comercio mundial por alto precio de los transportes, el gran aumento en la velocidad y el volumen de las comunicaciones terrestres, tanto para personas como para mercancías, iban a ser a la larga de la mayor importancia. El hecho de la rápida implementación de los ferrocarriles fue que las clases ricas acumularon rentas tan deprisa y en tan grandes cantidades que excedían a toda posibilidad de gastarlas e invertirlas. REVOLUCION FRANCESA La revolución francesa puede no haber sido un fenómeno aislado, pero fue mucho mas fundamental que cualquiera de sus contemporáneas y sus consecuencias fueron mucho mas profundas. En primer lugar, sucedió en el mas poderoso y populoso Estado europeo. En 1789, casi de cada 5 europeos 1 era francés. En segundo lugar, de todas las revoluciones que la precedieron y la siguieron fue la única revolución social de masas, e inconmensurablemente mas radical que cualquier otro levantamiento. En tercer lugar, de todas las revoluciones contemporáneas, la francesa fue la única ecuménica (restauración de la unidad cristiana). Sus ejércitos se pusieron en marcha para revolucionar al mundo, y sus ideas lo lograron. La influencia indirecta de la revolución francesa es universal, pues proporciono el patrón para todos los movimientos revolucionarios subsiguientes, y sus lecciones fueron incorporadas en el moderno socialismo y comunismo. La revolución francesa esta considerada como la revolución de su época. Y sus orígenes deben buscarse por ello no simplemente en las condiciones generales de Europa, sino en la especifica situación de Francia. Turgot, el economista fisiócrata, preconizaba una eficaz explotación de la tierra, la libertad de empresa y de comercio, una normal y eficiente administración de un territorio nacional único y homogéneo, la volición de todas las restricciones y de desigualdades sociales que entorpecían el desenvolvimiento de los recursos nacionales y una equitativa y racional administración y tributación. Sin embargo, su intento de aplicar tal programa como primer ministro de Luis XVI en 1774-1776 fracaso lamentablemente, y ese fracaso es característico. En Francia fracasaban mas rápidamente que en otros países, porque la resistencia de los intereses tradicionales era mas efectiva. Pero los resultados de ese fracaso fueron mas catastróficos para la monarquía. Para explicar por qué la revolución estallo cuando lo hizo y por qué tomo el rumbo que tomo es mas conveniente considerar la llamada “reacción feudal”, que realmente proporciono la mecha que inflamaría el barril de pólvora de Francia. Las cuatrocientas mil personas que, sobre poco mas o menos, formaban entre los veintitrés millones de franceses la nobleza “primer orden” de la nación. Gozaban de considerables privilegios, incluida la exención de impuestos (aunque no de tantos como estaba exento el bien organizado clero) y el derecho a cobrar tributos feudales. La monarquía absoluta, había privado a los nobles de toda independencia y responsabilidad política. Hacia 1780 se requerían cuatro cuarteles de nobleza para conseguir un puesto en el ejército; todos los obispos eran nobles e incluso la clave de la administración real, las tendencias, estaban acaparadas por la nobleza. Como consecuencia, la nobleza no solo irritaba los sentimientos de la clase media al competir con éxito en la provisión de cargos oficiales, sino que socavaba los cimientos del Estado con su creciente inflación a apoderarse de la administración central y provincial. Una nueva profesión surgió, la de “feudista”. Así mismo – sobre todo los señores mas pobres de provincias con pocos recursos – intentaban contrarrestar la merma de sus rentas exprimiendo hasta el límite sus considerables derechos feudales para obtener dinero, o, con menos frecuencia, servicios de los campesinos. Con esta actitud, la nobleza no solo irritaba a la clase media, sino también al campesinado. La miseria general se intensificaba por el aumento de la población. Los tributos feudales, los diezmos y gabelas suponían unas cargas pesadas y crecientes para los ingresos de los campesinos. La inflación reducía el valor de la remanente. Solo una minoría de campesinos que disponía de un excedente constante para vender se beneficiaba de los precios cada vez mas elevados. Los problemas financieros de la monarquía iban en aumento. Francia se vio envuelta en la guerra de la independencia americana. La victoria sobre Inglaterra se obtuvo a costa de una bancarrota final, por lo que la revolución norteamericana puede considerarse la causa directa de la francesa. La primera brecha en el frente del absolutismo fue abierta por una selecta pero rebelde “Asamblea de Notables”, convocada en 1787 para asentir a las peticiones del gobierno. La segunda, y decisiva fue la desesperada decisión de convocar los Estados Generales, la vieja asamblea feudal del reino, la revolución empezó como un intento aristocrático de recuperar los mandos del Estado. Este intento fracaso por dos razones: por subestimar las intenciones independientes del “tercer estado” (entidad concebida para representar a todos los que no eran nobles ni clérigos) y por desconocer la profunda crisis económica y social que impela a sus decisiones políticas. La revolución francesa no fue hecha ni dirigida por un partido o movimiento, incluso sería difícil encontrar en ella líderes. No obstante, un sorprendente consenso de ideas entre un grupo social coherente dio unidad efectiva al movimiento revolucionario. Este grupo era la “burguesía”; sus ideas eran las del liberalismo clásico formado por los filósofos y economistas. Esta también hubiera estallado sin ellos; pero probablemente fueron ellos los que establecieron la diferencia entre una simple quiebra de un viejo régimen y la efectiva y rápida sustitución por otro nuevo. Las peticiones del burgués de 1789 esta contenidas en la famosa declaración de los derechos del hombre y del ciudadano de aquel año. Este documento es un manifiesto contra la sociedad jerárquica y los privilegios de los nobles, pero en favor de una sociedad democrática o igualitaria. “los hombres nacen libres e iguales bajo las leyes”, dice su artículo primero; pero luego, se acepta la existencia de distinciones sociales “aunque solo por razón de utilidad común”. La propiedad privada era un derecho natural sagrado. Los hombres eran iguales ante la ley. Pero, en conjunto, el clásico liberal burgués de 1789 no era un demócrata, sino un creyente en el constitucionalismo, en un Estado secular con libertades civiles y garantías para la iniciativa privada, gobernado por contribuyentes y propietarios. Sin embargo, oficialmente, dicho régimen no expresaría solo sus intereses de clase, sino la voluntad general del pueblo, al que se identificaba de manera significativa con la nación francesa. Sin duda la nación francesa no concebía en un principio que sus intereses chocaran con los de los otros pueblos, sino que, al contrario, se veía inaugurando un movimiento de la liberación general de los pueblos del poder de las tiranías. Pero, de hecho, la rivalidad nacional y la subordinación se hallaban implícitas en el nacionalismo al que el burgués de 1789 dio su primera expresión oficial. El pueblo, identificado con la nación era un concepto revolucionario, por lo cual era un arma de doble filo. La clase media había luchado arduamente y con éxito para conseguir una representación tan amplia como las de la nobleza y el clero juntas. Ahora luchaban con igual energía por el derecho a explotar su mayoría potencial de votos para convertir los Estados Generales en una asamblea de diputados individuales que votaran como tales. El tercer estado triunfo frente a la resistencia unida del rey y de los órdenes privilegiados. Pero lo que transformo una limitada agitación reformista en verdadera revolución fue el hecho de que la convocatoria de los Estados Generales coincidiera con una profunda crisis económica y social. Una mala cosecha en 1788 y un dificilísimo invierno agudizaron aquella crisis. Los pobres rurales estaban desesperados y desvalidos a causa de los motines y los actos de bandolerismo; los pobres urbanos lo estaban doblemente por el cese de trabajo en el preciso momento en que el coste de la vida se elevaba. Pero en 1788 y en 1789, una campaña de propaganda electoral, daba a la desesperación del pueblo una perspectiva política al introducir en sus mentes la tremenda y trascendental idea de liberarse de la opresión y de la tiranía de los ricos. Un pueblo encrespado respaldaba a los diputados del tercer estado. La contrarrevolución convirtió a una masa en potencia es una masa efectiva y actuante. La contrarrevolución movilizo a las masas de París, ya hambrientas, recelosas y militantes. El resulta mas sensacional de aquella movilización fue la toma de la Bastilla, prisión del Estado que simbolizaba la autoridad real, en donde los revolucionarios esperaban encontrar armas. La toma de la bastilla, que convirtió la fecha del 14 de julio en la fiesta nacional de Francia, ratifico la caída del despotismo y fue aclamada en todo el mundo como el comienzo de la liberación. La caída de la Bastilla extendió la revolución a las ciudades y los campos de Francia. Al cabo de tres semanas desde el 14 de julio, la estructura social del feudalismo rural francés y la maquina estatal de la monarquía francesa yacían en pedazos. La aristocracia y la clase media aceptaron inmediatamente lo inevitable: todos los privilegios feudales se abolieron de manera oficial, aunque, una vez estabilizada la situación política, el precio fijado para su redención fue muy alto. El feudalismo no se abolió finalmente hasta 1793. A finales de agosto la revolución obtuvo su manifiesto formal, la declaración de los derechos del hombre y del ciudadano. Por el contrario, el rey resistía con su habitual insensatez, y algunos sectores de la clase media revolucionaria, asustados por las complicaciones sociales del levantamiento de masas, empezaron a pensar que había llegado el momento del conservadurismo. Se promulgo una nueva constitución radicalísima, varias veces aplazada por los girondinos. En este noble, pero académico documento se ofrecía al pueblo el sufragio universal, el derecho de insurrección, trabajo y alimento, y la declaración oficial de que el bien común era la finalidad del gobierno y que los derechos del pueblo no serían meramente asequibles, sino operantes. Concretamente, los jacobinos abolían sin indemnización todos los derechos feudales aun existentes, aumentaban las posibilidades de los pequeños propietarios de cultivar las tierras confiscadas de los emigrados y abolieron la esclavitud en las colonias francesas. La transformación capitalista de la agricultura y las pequeñas empresas, condición esencial para un rápido desarrollo económico, se retrasó, y con ella la rapidez de la urbanización, la expansión del mercado interno, la multiplicación de la clase trabajadora e, incidentalmente, el ulterior avance de la revolución proletaria. El centro del nuevo gobierno, aun representando una alianza de los jacobinos y los sans- culottes, se inclinaba perceptiblemente hacia la izquierda. El comité perdió a Danton, y gano a Maximilien de Robespierre, que llego a ser su miembro mas influyente. Su poder era el del pueblo; su terror, el de esas masas. Cuando ellas le abandonaron, se produjo su caída. La tragedia de Robespierre y de la Republica Jacobina fue la de tener que perder, forzosamente, ese apoyo. El régimen era una alianza entra la clase media y las masas obreras; pero para los jacobinos de la clase media las concesiones de los sans-culottes eran tolerables solo en cuanto ligaban las masas del régimen sin aterrorizar a los propietarios; y dentro de la alianza los jacobinos de la clase media era una fuerza decisiva. Las exigencias económicas de la guerra les enajenaron el apoyo popular. En las ciudades, el racionamiento y la tasa de precios beneficiaba a las masas, pero la correspondiente congelación de salarios las perjudicaba. Por eso las masas se apartaron descontentas en una turbia y resentida pasividad. En abril de 1794, tanto los componentes del ala derecha como los del ala izquierda habían sido guillotinados y los robespierristas se encontraban políticamente aislados. Solo la crisis bélica los mantenía en el poder. El 9 termidor, según el calendario (27 de julio de 1794), la Convención derribo a Robespierre. Al día Siguiente fue ejecutado. IV Termidor supone el fin de la heroica y recordada fase de la revolución: la fase de los sans-culottes y los correctos ciudadanos. No fue una fase de vida cómoda, pues la mayor parte de los hombres estaban hambrientos y muchos aterrorizados; pero fue un fenómeno tan terrible e irrevocable como la primera explosión nuclear, que cambio para siempre toda la historia. El problema con el que hubo de enfrentarse la clase media francesa para la permanencia de lo que técnicamente se llama periodo revolucionario (1794-1799), era el de conseguir una estabilidad política y un progreso económico. La revolución consiguió una superioridad militar sin precedentes, que el soberbio talento militar de Napoleón explotaría. Aparte de Napoleón y de algunos pocos mas, su generalato y su cuerpo de estado mayor era pobre, pues el general revolucionario o el mariscal napoleónico eran la mayor parte de las veces el tipo de sargento o el oficial ascendidos mas por su valor personal y sus dotes de mando que por su inteligencia. Fue un ejército que conquisto a toda Europa en poco tiempo, no solo porque pudo, sino también porque tuvo que hacerlo. El ejército fue una carrera como otra cualquiera de las muchas que la revolución burguesa había abierto al talento, esto lo que convirtió al ejército, en un pilar de gobierno postermidoriano. Napoleón Bonaparte, nacido en 1769, comenzó lentamente su carrera en el arma de la artillería. Durante la revolución, fue reconocido por un comisario local en un frente crucial como un soldado de magníficos dotes. El año II ascendió a general. Sobrevivió a la caída de Robespierre. Fue nombrado primer cónsul; luego cónsul vitalicio; por último, emperador. Con su llegada, y como por milagro, los irresolubles problemas del Directorio encontraron solución. Al cabo de pocos años Francia tenía un código civil, un concordato con la iglesia y hasta un banco nacional, el mas patente símbolo de la estabilidad burguesa. Napoleón era el hombre de la revolución y el hombre que traía estabilidad, era la figura con la que cada hombre que rompe con la tradición se identificaría en sus sueños.
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