¡Descarga resumenes cuentos reunidos y más Resúmenes en PDF de Comunicación solo en Docsity! 1970 La historia narra cómo se dio el terremoto-alud del 31 de mayo de 1970 en Yungay. Las personas no imaginaron lo que sucedería, los sobrevivientes luego expresarían que lo vieron en pesadillas o en visiones, en aves negras, en el cielo extraño, más ninguno pudo descifrar exactamente esos mensajes. El narrador cuenta como mientras todos ahí intentaban buscar explicación alguna de lo que estaba sucediendo, cuando el silencio absoluto se apoderó del lugar y levantaron las miradas uniformemente hacia el horizonte, presintieron que algo gigantesco se estaba dando. En ese momento nadie hizo movimiento alguno, todos ¿, inclusive las plantas y animales estaban inmóviles, después de ese silencio se escuchó una explosión llegando de cuatro cuadrantes para proceder con un temblor abrupto que de extremo a extremo se había extendido, este causó que los muros empiecen a desprenderse, todo empezó a sacudirse y hacerse añicos. La gente empezó a correr por todas las direcciones, trataron de huir de la muerte, pero muchas de esas personas morían intentándolo. Las edificaciones de barro y madera se desprendían fácilmente mientras la gente salía despavorida y clamaban a Dios para que los deje vivir. Bastaba levantar la mirada y ver todo el desastre que estaba dejando ese terremoto para saber que nada volvería a ser igual. Fue entonces cuando en medio de ese ruido intenso de destrucción y llanto, se le encimó otro de mayor potencia, este provenía de las alturas y todos pensaban que el fin del mundo iba a llegar. Aunque intentasen correr ya no podían salvarse, la desesperación aumentaba y el terremoto aún no llegaba a su fin, el sonido que se escucho lejano se acercaba cada vez más. Fue entonces cuando en medio de todo ese caos se puedo ver un bloque enorme que se había desprendido del Huascarán. La avalancha de lodo piedra y hielo se aproximaba muy rápido, y el terremoto continuaba todavía. Fue una porción de la avalancha la que se encargó de sepultar a toda la población. Cuando el narrador volvió su mirada hacia Yungay, todo había terminado, ya no había nada de este, solo quedaban escombros. El cielo se tornó oscuro y la gente huía a donde el alud no llegase, más el lodo estaba por todas partes. Las personas se refugiaron en lo alto del cementerio, en ese momento no quedaba nada más que la vista de las puntas de cuatro palmeras ubicadas en la plaza. Cuando los sobrevivientes estaban a salvo, el narrador sintió algo duro y pesado en la cabeza, entonces perdió el equilibrio y la noción del tiempo, poco después dejó de respirar por el manto de polvo que oscureció el lugar, escuchó murmullos multiplicándose más no pudo distinguir nada hasta que escuchó la voz de su hermana mientras miraba al vacío, corrió a saludarla pero no encontró a nadie, intentó entablar conversación algunos otros sobrevivientes sin recibir atención alguna por parte de ellos. Mientras trataba de calmarse, escuchó la voz de su madre que lo llamaba y corrió nuevamente a buscarla, fracasando otra vez. Pasó tiempo y el narrador ya estaba cansado de llorar y pensar, entonces vio a una fila de personas abriéndose paso en medio de la luz de las velas, quiso ir tras ellos, pero el cuerpo le pesaba, estaba alegre de ver a tanta gente viva pero cansado a la vez. Decidió buscar un nicho donde reclinar su cabeza para descansar un poco, cuando un hombre flaco salió del nicho y le
