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Revolución Industrial y Agrícola, Apuntes de Historia de España

Asignatura: Historia Contemporánea de España, Profesor: , Carrera: Historia, Universidad: UVA

Tipo: Apuntes

2014/2015
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Subido el 16/05/2015

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¡Descarga Revolución Industrial y Agrícola y más Apuntes en PDF de Historia de España solo en Docsity! TEMA 2. TRANSFORMACIÓN PRODUCTIVA: REVOLUCIÓN AGRÍCOLA Y REVOLUCIÓN INDUSTRIAL 1.- Génesis de la revolución industrial 2.- La transición del feudalismo al capitalismo 3.- Diferenciación de la economía tradicional y la especialización económica 4.- Las innovaciones técnicas y el cambio de mentalidad 5.- La revolución demográfica 6.- La revolución agrícola 7.- La revolución en Inglaterra 8.- La revolución de los transportes: el papel del ferrocarril 9.- Evolución del sistema económico liberal-capitalista 10.- La segunda revolución industrial 1.- Génesis de la revolución industrial La revolución industrial inglesa arranca en la segunda mitad del siglo XVIII, entre 1760 y 1780. Los demás países como Estados Unidos, Francia... Su revolución industrial tendrá lugar en el siglo XIX. En ningún caso, estos cambios tuvieron una perspectiva tan generalizada e integrada antes del siglo XVIII, como para poder denominarla revolución. Conseguirán: - El triunfo del capitalismo. - Con el desplazamiento de recursos del sector primario al secundario y al terciario, de los artículos suntuarios a la producción en gran escala, de los bienes de consumo a los producción, y del campo a la ciudad. - Con la introducción de innovaciones en los procesos de producción y distribución. 2.- La transición del feudalismo al capitalismo La economía feudal era básica pero íntegramente autosuficiente. Existía un mercado en el que monarcas, nobles y eclesiásticos obtenían los productos (de lujo o exóticos y algunos básicos. Esta presencia de un mercado y su expansión posterior implicó todo un florecimiento urbano y el desarrollo de una burguesía comercial pudo especializarse en su actividad, guiándose por criterios puramente económicos. La adaptación a las exigencias del mercado y de las nuevas realidades sociopolíticas de la Edad Moderna obligó a los señores feudales a ir abandonando su condición de guerreros para desarrollar mucho más su condición de propietarios como única vía para aumentar sus ingresos. A causa de esto, se realizaron unos cambios en la organización económica con un replanteamiento de las relaciones entre señores y vasallos, que redefinía el derecho de propiedad (de una propiedad vinculada, corporativa y relativa a una propiedad privada, libre y absoluta) y que convertía al campesino en arrendatario o en asalariado; y con la preocupación por la mejora del sistema productivo y una profundización de las relaciones con el mercado. Se sentaban las bases de la economía capitalista. La exigencia estatal y señorial del pago de impuestos y rentas en metálico integró a los vasallos en el mercado de una forma mucho más profunda. Esta realidad y los nuevos criterios de organización económica provocaron que algunos campesinos pudieses mejorar la explotación de su propiedad o que desarrollasen la industria artesanal doméstica. El trabajo se convirtió en una mercancía comprable y vendible según el mercado. El impulso comercial del siglo XVIII consiste sobre todo en un comercio a larga distancia y se basa en dos pilares. Por una parte, los intercambios de bienes de consumo o suntuarios procedentes de fuera de Europa (especias, café, té o azúcar). Por otra parte, se incorporan cada vez más a los circuitos comerciales bienes manufacturados, bien procedentes de India o bien producidos por la industria textil doméstica europea (tejidos de lana o lino). La aparición de una potente industria rural doméstica anterior a la revolución industrial es el hecho más destacado, llamado protoindustrialización. Esta industria rural está en la base del desarrollo del gran comercial, de la especialización agraria de carácter interregional y de la acumulación de capital comercia. Las características de esta industria son tres: 1. Su condición de actividad es rural y doméstica, por lo que el trabajo se desarrolla en el seno de los hogares y de las pequeñas comunidades, sin concentración fabril. 2. Está especializada en el sector textil (lana y lino) y su producción está orientada al mercado extrarregional. 3. Su organización depende directamente del capital mercantil, que le surte de materias primas y se encarga luego de su comercialización. 3.- Diferenciación de la economía tradicional y la especialización económica La transformación de la organización económica fue acompañada con una progresiva especialización de tipo sectorial y territorial. 3.1.- La diferenciación sectorial Hay transformaciones agrarias en el siglo XVII y comienzos del XVIII., es decir, antes de las revoluciones agrarias. Los cambios técnicos y organizativos propiciaron que la agricultura tuviese un papel dinamizador de la economía al incrementar la producción y la productividad, permitir un aumento demográfico, generar un capital que ralentizaba la oferta y demanda industrial, y reducir la dedicación agraria para dar paso a empresario y trabajadores industriales. Estas transformaciones fueron acompañadas de otras en la producción manufacturera. Al margen de la organización gremial urbana, fue surgiendo un sistema artesanal doméstico ligado a la actividad agrícola y protagonizada por pequeños y medianos propietarios, arrendatarios, asalariados, que realizaban a la vez tareas agrícolas y artesanales. Las mejoras agrícolas, el aumento demográfico y las posibilidades artesanales, potenciaron los cambios y llevaron a la especialización agrícola y artesanal. - Interés individual. Hace a cada hombre el mejor juez de su propio bien, constituyéndose la iniciativa individual, la propiedad privada, la libertad y la igualdad jurídica, en derechos sagrados e inviolables. - Armonía universal. Hace que cada individuo, al tiempo que persigue su propio interés, colabore en el bien común. - Mercado libre. Donde prevalezcan siempre las condiciones de competencia perfecta con el libre juego de la oferta y la demanda. - Limitaciones de la intervención del Estado, cuya función queda reducida a garantizar el orden económico natural. 5.- La revolución demográfica 5.1.- El crecimiento demográfico y sus causas Desde el siglo XVIII se produjo en Europa un crecimiento demográfico continuo. Era la consecuencia de la revolución demográfica, del tránsito de un ciclo demográfico antiguo caracterizado por altas tasas de natalidad y de mortalidad, crisis demográficas provocadas por hambrunas, guerras y epidemias, y un crecimiento demográfico muy lento e irregular a otro moderno. La nueva situación se definía por el mantenimiento de altas tasas de natalidad, descenso de la mortalidad, pérdida de importancia de las crisis demográficas y crecimiento demográfico rápido y continuo. Las causas del aumento de la demografía se deben a un descenso de la mortalidad debido a las mejoras sanitarias e higiénicas, los avances de la medicina y sobre todo una mejora en la alimentación y en el nivel de vida. Esas grandes epidemias que envolvieron al siglo XVIII, junto con la coincidencia de unas buenas cosechas, permitieron el abastecimiento alimentario, una mejor alimentación y por ello se aumentó la resistencia ante las enfermedades infecciosas. Sin embargo, hay otra hipótesis sobre el gran crecimiento demográfico con el aumento de la natalidad. Derivado del Antiguo Régimen demográfico, respondió a las nuevas posibilidades económicas. La gran oferta de trabajo agraria e industrial, estimularía la nupcialidad, se rebaja la edad para el matrimonio y por lo tanto de la natalidad. 5.2.- Crecimiento de la población urbana y las migraciones Otro aspecto importante de las transformaciones demográficas de esta etapa fue la movilidad derivada del propio empuje demográfico, de las mejoras del sistema de transportes, de los cambios de la estructura económica con cambios sectoriales y territoriales, y de la búsqueda de mejores niveles de vida. A. Crecimiento de la población urbana. en el Antiguo Régimen la población era predominantemente rural, desde el siglo XVIII se fue incrementando la población urbana, debido al propio crecimiento demográfico y a la emigración rural. Su evolución fue desigual, en conjunto el crecimiento fue lento: a principios de siglo tendría un 10% de la población y a finales de siglo tendría un 29%. Aunque las diferencias espaciales fueron importantes, en Inglaterra a mitad del XIX tenía más población urbana que rural, mientras que el resto de Europa sería en el siglo XX para que ocurriese exactamente lo mismo. Desde la perspectiva económica, el fenómeno del crecimiento urbano estuvo muy conectado con el desarrollo del mercado, la especialización económica y la concentración empresarial. B. Migraciones regionales e internacionales. Las grandes migraciones europeas son características de la segunda mitad del siglo XIX y primeras década del XX, el fenómeno aparece localizado, en la etapa de 1750 a 1850, entre los países afectados por la revolución demográfica y las crisis económicas, y los países americanos, en especial Norteamérica. Éstas contribuyeron a aliviar la presión demográfica. Estimularon, además, la expansión económica y colonial europea. 5.3.- Relaciones entre la Revolución demográfica y el desarrollo económico El paso decisivo en el incremento demográfico es su ritmo de crecimiento y su inserción en el mercado, tanto en la cantidad y preparación de la oferta de trabajo, como en la capacidad adquisitiva que sostiene la demanda. El mercado internacional facilitó unos mecanismos correctores importantes: el exceso de población encontró en la emigración una válvula de seguridad (Gran Bretaña); y la escasez de población, en la inmigración un complemento importante (Estados Unidos). Las posibilidades del mercado interior encontraron un complemento básico en la exportación de mercancías y capitales. El desarrollo occidental europeo de los siglos XVIII-XIX contó con un incremento demográfico de un ritmo relativamente moderado, que puro utilizar los mecanismos compensadores de la emigración y el mercado internacional, y que dispuso en el Estado liberal de una organización socio política estable y modernizada, y en el capitalismo una organización socioeconómica que no sólo facilitaba mercado, tierra y trabajo, sino también capital y técnica. 6.- La Revolución Agrícola La modificación de las estructuras agrarias propias de una sociedad feudal fue una tarea lenta pero decisiva. Las transformaciones que tienen lugar durante el siglo XIX afectan básicamente al ámbito de la propiedad de la tierra y su uso más que a las mejoras en su organización productiva y su integración en la economía capitalista. La abolición del feudalismo fue tarea prioritaria de todas las reformas liberales agrarias europeas. Se pone en relieve la consolidación de la propiedad privada de la tierra y la consagración de la figura del propietario como titular único. Decrece el papel de la pequeña comunidad campesina y emergen las figuras del propietario cultivador directo y el gran arrendatario. La primera revolución, iniciada en Inglaterra, comienza a manifestarse en los países continentales a principios del XIX, gracias a la: a) Supresión gradual del barbecho y mejora en la rotación de cultivos. b) Mejora del utillaje pero sin monitorizar. La segunda revolución agrícola comenzó en el continente hacia la década de 1870 y constituye la respuesta que la agricultura europea ofreció a la invasión de productos agrarios procedentes de las “nuevas Europas” (Norteamérica, Argentina y Oceanía). 6.1.- Cambios básicos A) La disolución del régimen señorial y de la agricultura comunal autosuficiente, y el desarrollo de unas actitudes empresariales que conducen al triunfo de la agricultura capitalista. Desaparecen monopolios y derechos de la Iglesia, burgueses versus nobleza. Especialización profesional, mano de obra asalariada, labradores-empresario y orientación hacia el mercado. B) Nuevas técnicas de producción. Se elimina gradualmente el barbecho y su sustitución por nuevos sistemas de rotación, introducción de nuevos cultivos (maíz, patatas, plantas forrajeras), selección de semillas y expansión ganadera, perfeccionamiento de las herramientas de uso tradicional, introducción de otras nuevas y comienzo de la mecanización (segadoras, trilladora…). La nueva técnica se llama Mixed farming: se pasa de la agricultura extensiva a la intensiva, devolviéndole al suelo el nitrógeno que perdía y que obligaba a dejar descansar la tierra. Se logra con abono animal el nitrógeno, esto obliga a alimentar al ganado, o bien cultivando al lado de las leguminosas, cereales que minimizan el nitrógeno perdido y sirven también para alimentar al ganado (trigo, nabo, cebada, trébol). Eso hace que se pueda tener más ganado, más abono, más cosechas e incluso más trabajadores. Es el sistema Norfolk, un cambio tecnológico crucial. C) Organización racional de la explotación agraria con el beneficio como criterio fundamental. Se procura el abaratamiento de la producción con inversiones de capital, técnicas nuevas, mano de obra barata y concentración de la propiedad. Se analizan las posibilidades del mercado, orientándose hacia la especialización en aquellos productos que ofrecen mayor rentabilidad y mejor salida comercial. 6.2.- Influencia de la Revolución agrícola en el desarrollo económico Para que la revolución industrial pudiese comenzar y desarrollarse, no hay dudas de que la revolución agrícola fue un esencial pilar para la primera. No hay países que haya traspasado el umbral de la revolución industrial sin realizar profundas transformaciones en sus estructuras agrarias. Como fenómeno revolucionario, la revolución agrícola y la industrial serían fenómenos concomitantes, partes de un mismo y único proceso, con un desarrollo interrelacionado. En resumen, las aportaciones de la revolución agrícola a la efectividad de la primera revolución industrial de la forma siguiente: A. Impulsó la revolución demográfica. Alimentando el crecimiento de la población y facilitando las concentraciones industriales y urbanas. B. Posibilitó el incremento de la demanda de productos industriales al incorporar nuevos útiles y técnicas al sistema productivo agrario, al elevar el poder adquisitivo de los empresarios agrarios y al facilitar una alimentación más barata que permitía incrementar la demanda industrial popular. C. Provocó la emigración rural y el transvase de mano de obra agracia hacia los sectores industriales en un proceso lento y complejo. D. Suministró capital y empresarios. Los grandes propietarios invirtieron en algunos sectores que ofrecían un beneficio más alto, como la minería y la siderurgia; los pequeños y medianos empresarios y sectores artesanales rurales, financiaron la industria textil. E. Debe precisarse, además, que no siempre existe una relación regional entre dinamismo agrario y revolución industrial. En las zonas con escaso potencial agrícola presionó a los agricultores a la emigración o dedicarse a la industria doméstica primero y la industrialización después. Esta situación permitió la importación de alimentos y la exportación de productos. • Facilitó los intercambios comerciales y la movilidad de la población, consolidando el crecimiento urbano, la especialización económica y la organización del mercado nacional. • Estimuló el crecimiento económico al incrementar la demanda de productos siderúrgicos, de carbón, de mano de obra, y debe sumarse la exportación de capital, hierro, máquinas y técnicos británicos. • Relanzó la revolución industrial al acelerar las innovaciones técnicas de la siderurgia, el desarrollo del sector clave de la maquinaria especializada y de precisión, así como otras industrias auxiliares. • Contribuyó a configurar y difundir el gran capitalismo financiero y empresarial, pues las enormes masas de capitales que necesitaba para su construcción exigió la aparición de nuevas instituciones financieras, mucho más dinámicas y capaces. 9.- Evolución del sistema económico liberal-capitalista Con la revolución industrial se consolidó la evolución a una economía liberal caracterizada por una propiedad privada, libre y absoluta, libre empresa y un mercado libre regulado por la búsqueda de beneficios y una ley de la oferta y la demanda aplicada al intercambio comercial y a los factores de producción (tierra, trabajo y capital). Estas directrices plantearon la división entre los propietarios de los medios de producción y de cambio y propietarios del trabajo. Inicialmente primó una perspectiva netamente individual, el capitalismo clásico, con una propiedad privada individual, un mercado entendida como la libre competencia entre individuos, tanto empresarios capitalistas como trabajadores; y el orden del Estado liberal, que debía garantizar esas orientaciones, eliminando privilegios y reglamentaciones del Antiguo Régimen, y limitando las posibilidades de la concertación empresarial y obrera. Estas directrices quedaron justificadas en buena parte en el pensamiento económico de la escuela clásica. Frente a esta imagen optimista, otros adoptaron una actitud más pesimista, ya que admitiendo la existencia de un orden económico natural, afirmaban sin embargo que, en ligar de conducir a un máximo de armonía, desembocaba inevitablemente en situaciones de conflicto. La síntesis final del liberalismo clásico llegó con John Stuart Mill, al defender los postulados básicos de la iniciativa individual, el papel de la acumulación del capital y el mercado libre y competitivo, a la vez que abría nuevos caminos al señalar la tendencia al estancamiento y la inestabilidad del sistema, que podrían ser resueltos a través de la intervención estatal. 10.- La segunda revolución industrial A partir de la década de 1870, una nueva fase se abre en la evolución de la economía mundial. El dominio europeo del mundo se manifiesta en la expansión imperialista y en la formación de extensos dominios coloniales. El producto que mejor simboliza los adelantos tecnológicos del último tercio del XIX es el acero, que progresivamente sustituye al hierro, en los sectores del transporte (ferrocarril o barcos acorazados), la construcción, maquinaria e incluso en bienes de consumo. La aparición del acero propició una enorme expansión en la industria siderúrgica. La industria química se convertiría en un sector importante ya que abarcaba distintos a su vez influye en distintas ramas como en la metalúrgica, papel, cemento, caucho, vidrio, etc.; que combinada con las nuevas fuentes de energía, permitió el desarrollo de actividades como la petroquímica o la electrólisis. En esta segunda revolución industrial pasa por una transición de nuevo con nuevas fuentes energéticas que serán las protagonistas durante todo el siglo XX: la electricidad y el petróleo. El carbón mineral iría desapareciendo poco a poco, mientras que se fue cambiando la maquinaria antigua por la nueva con motores de combustión interna. Por otra parte, aparecen dos tipos de manufacturación desarrollados gracias a la economía capitalista. Hay una nueva forma de organización del capital y del trabajo llamado Taylorismo y consiste en la aplicación de procedimientos mecánicos a los procesos de fabricación. Esta práctica se complementó con el desarrollo de las cadenas de montaje, generalizadas a partir de fines del XIX y de las que el caso de la planta de automóviles de la Ford es el mejor ejemplo. Sin embargo, la innovación de la Ford abrió el camino para prácticas comerciales nuevas, como la venta a crédito, la publicidad y la producción a gran escala. La combinación de métodos de trabajo y resultados productivos desemboca en un modelo de organización económica, apodado como Fordismo, que implica concentración fabril, gestión científica del trabajo, producción masiva y sociedad de consumo. 10.1.- La cara oculta de la revolución productiva Internacionalmente crece la desigualdad en la posesión de la riqueza. Además hay problemas medioambientales por la influencia del ser humano sobre su entorno, y el resultado es el cambio climático. Desde mediados del siglo XVIII se dio una aceleración del crecimiento económico, con una transformación en la forma de organizar la producción y en la estructura de la sociedad. Se efectuó la revolución en Europa, y no en otro lugar, por su desarrollo técnico y estructura social y política, homogénea e igualitaria en el reparto de la riqueza y por sus características jurídicas, culturales y religiosas (derechos de propiedad, concepto de persona). Según la teoría de Max weber sobre la “ética protestante”, el proletariado calvinista habría sido decisivo para el surgimiento del espíritu del capitalismo, al vincular la salvación individual con la predestinación. Además, Occidente se hallaba a mediados del siglo XVIII en una situación más próspera que cualquier otra región del mundo, y mejo preparada cultura y científicamente.
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