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Simbolismo y lenguaje en el Romancero Gitano de Federico García Lorca, Apuntes de Lengua y Literatura

Este documento analiza el uso simbólico del lenguaje en el romancero gitano, una de las obras más importantes de federico garcía lorca. Se exploran los símbolos y metáforas utilizados por el poeta, así como su relación con los temas de muerte, violencia y sexualidad. Además, se hace hincapié en la influencia de los romances medievales en el lenguaje y la estructura del poema.

Tipo: Apuntes

2021/2022

Subido el 02/01/2024

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¡Descarga Simbolismo y lenguaje en el Romancero Gitano de Federico García Lorca y más Apuntes en PDF de Lengua y Literatura solo en Docsity! ROMANCERO GITANO DE FEDERICO GARCÍA LORCA: la imagen del pueblo gitano, los personajes protagonistas, los temas trágicos, los símbolos, técnicas narrativas y el estilo. Publicado en 1928, pero escrito entre 1924 y 1927, la mayoría de los romances habían ido apareciendo en revistas literarias. El título inicial fue Primer Romancero gitano, que trata de expresar la originalidad del tema, su deseo de llamar la atención sobre haber poetizado el tema gitano por “primera vez”. El libro le proporcionará un notable éxito entre los escritores y el público. En este libro se funden popularismo y vanguardismo. 1.1. La imagen del pueblo gitano. Romancero gitano canta fraternalmente a una raza marginada y perseguida. Es un recurso de Lorca para ilustrar el destino trágico, porque, por encima de los gitanos, se eleva un único personaje, la pena negra, que está presente en todos los rincones. Hablando sobre esta obra en una conferencia, Lorca dijo lo siguiente: “El libro, en conjunto, aunque se llama gitano, es el poema de Andalucía, y lo llamo gitano porque el gitano es lo más elevado, lo más profundo, más aristocrático de mi país, lo más representativo de su modo y el que guarda el ascua, la sangre y el alfabeto de la verdad andaluza y universal. Así pues, el libro es un retablo de la Andalucía, con gitanos, caballos, arcángeles, planetas, con su brisa judía, con su brisa romana, con ríos, con crímenes, con la nota vulgar del contrabandista, y la nota celeste de los niños desnudos de Córdoba que burlan a San Rafael. Un libro donde apenas si está expresada la Andalucía que se ve, pero donde está temblando la que no se ve. Y ahora lo voy a decir. Un libro antipintoresco, antifolklórico, antiflamenco. Donde no hay ni una chaquetilla corta ni un traje de torero, ni un sombrero plano ni una pandereta, donde las figuras sirven a fondos milenarios y donde no hay más que un solo personaje grande y oscuro como un cielo de estío, un solo personaje que es la Pena que se filtra en el tuétano de los huesos y en la savia de los árboles, y que no tiene nada que ver con la melancolía ni con la nostalgia ni con ninguna aflicción o dolencia de ánimo, que es un sentimiento más celeste que terrestre; pena andaluza que es una lucha de la inteligencia amorosa con el misterio que la rodea y no puede comprender.” Lorca tuvo problemas con la justicia tras la denuncia que se hizo en su contra, por el supuesto carácter ofensivo de su “Romance de la Guardia Civil”. Es más, todavía sigue asociándose el contenido de algunos romances a las causas de su asesinato. Pero está claro que el libro no es un testimonio social, documental de la raza gitana, sino que se utilizan elementos anecdóticos y realistas del ámbito gitano para expresar todo su mundo espiritual, su complejidad anímica. El gitano representa una marginalidad, a veces delictiva, que le interesa exclusivamente para proyectar sus aspiraciones y sus sueños íntimos, sus deseos de unos modos de vida marginales y libres, su anhelo de libertad. El gitano representa el hombre que vive fuera de la sociedad, el hombre primitivo, la fuerza elemental de la naturaleza, que existe al margen de las leyes y de las convenciones sociales. Es un libro profundo, escrito con materiales folclóricos, que enfrenta el impulso vital y las pasiones amorosas con la ley, la norma, las costumbres establecidas, los intereses sociales o las imposiciones de la civilización. Estructuralmente, presenta dos bloques desiguales, con características propias cada uno de ellos. El bloque primero, el más extenso y, sin duda, el principal, va desde el romance primero al decimoquinto. Contiene la personal visión de Lorca del mundo gitano o su personal invención de un mundo gitano que se subjetiva a través de materiales tomados de la gitanería como realidad social y, sobre todo, folclórica. El mundo que allí existe es un mundo cerrado, autónomo, inconfundible, no identificable con ninguna realidad existente. Es un mundo que el poeta empezó a crear cuando en el romance primero vio a la luna acercarse a la fragua para llevarse consigo una incipiente vida gitana. Y es un mundo que el poeta destruye en el romance decimoquinto, cuando los gitanos son brutalmente sorprendidos, saqueados, quemados, asesinados bajo idéntica presidencia luminosa de una luna, que en el romance primero era luna llena (“polisón de nardos”), y que aquí es luna menguante, y ajena o despreocupada a la existencia humana: “la media luna soñaba / un éxtasis de cigüeña”. Un mundo que se abrió entre nardos embriagadores y se cierra con siemprevivas (“Romance de la Guardia Civil”), lorquiana flor de la muerte. Un mundo que se abrió en armonía e íntima comunión con el cosmos favorable y bien dispuesto, aquel aire conmovido que participaba en el velatorio de la fragua enlutada, y se cierra con un cosmos, dolido y altivamente despreocupado: “el alba meció sus hombros / en largo perfil de piedra”. Un mundo que se abrió al ritmo marcado por jinetes que regresaban de correrías nocturnas tocando el tambor del llano, y se cierra cuando un fantasmal, bíblico, nocturno y picassiano “caballo malherido / llamaba a todas las puertas”. El bloque segundo está compuesto por otros tres poemas históricos, romances decimosexto, decimoséptimo y decimoctavo, que sirven al poeta para dar su versión agitanada de unos cuadros histórico-legendarios de extracción literaria (“Romance de don Pedro a caballo”), o bien de contenido religioso (“Martirio de Santa Olalla” y “Amnón y Thamar”). En la mitad del libro se encuentran los tres romances dedicados a ciudades andaluzas. El centro de ese trío lo ocupa el romance dedicado a “San Rafael”, es decir, el romance evocador y exaltador de las esencias de Córdoba, ciudad a la par árabe y romana, y esencialmente andaluza. Los otros dos, “San Miguel” y “San Gabriel”, exaltan a las otras dos ciudades andaluzas que ocupan lugares importantes en la poética de Lorca: Granada, de la mano de San Miguel, objeto allá de popular romería, y la capital Sevilla, identificada con la gracia de San Gabriel. Estos tres romances conforman el centro del libro. Canta a las femeninas ciudades (Granada, Córdoba, Sevilla) a través de figuras de sujetos masculinos, los arcángeles, en una típica maniobra confundidora de sexos en Lorca. 1.2. Los personajes protagonistas Los siete primeros romances del libro presentan protagonistas femeninas: en el primero es la luna, en el segundo es Preciosa, en el cuarto la gitana suicida, el quinto está ocupado por la reprimida figura de la gitana monja, en el sexto la protagonista es la casada infiel, y en el séptimo es protagonista única la figura desvariante y honda de Soledad, la encarnación de la “Pena Negra”, la encarnación del eterno femenino lorquiano, anhelante y frustrado. En el bloque siguiente, predominan los hombres: ese Antoñito, que protagoniza los romances undécimo y duodécimo; ese Muerto de amor del tercero; ese Emplazado, al que se le cumple el plazo fatal del decimocuarto; ese don Pedro a caballo, que de tanto jugar con el agua de las lagunas, acaba muerto en el romance decimoséptimo, “ay, jugando con las ranas”. Los personajes del Romancero Gitano son tipos individuales que representan al colectivo de su raza, la gitana. Son seres instintivos en los que destaca el primitivismo y están en conexión con la naturaleza. Lorca describe diferentes tipos humanos en sus romances: el niño, el adolescente, la soltera, la casada infiel, la madre, el hombre con sus instintos más primitivos, la figura opresiva representada sueño misterioso y mágico de quien construyó una imposible ciudad hecha de inconsistente arena: “Que te busquen en mi frente/Juego de luna y arena”. 1.3.3.-. Andalucía del llanto, del cante jondo y del duende: refleja el conflicto que vive la raza gitana porque si se integra en el mundo “payo” desaparecería como raza y, si no lo hicieran, estarán siempre marginados. Todo esto aparece unido a la tradición del cante jondo. El cante jondo es el espejo de la Andalucía con sus montes y sus ríos. Este grupo de canciones andaluzas, cuyo origen se remonta a los primitivos sistemas musicales de la India, es un son misterioso que comienza en las primeras edades de la cultura. «Rompe las celdas sonoras de nuestra escala atemperada, que no cabe en un pentagrama rígido y frío de nuestra música actual y quiebra en pequeños cristalitos las flores cerradas de los semitonos». Lorca metaforiza el trinar, la fuerza primitiva que conserva su pureza, tanto en su composición como en su estilo. La melodía de esta siguiriya gitana obedece a la acumulación de la historia de España y, por eso mismo, es el idioma particular del andaluz. El Poema del Cante Jondo fue publicado en 1921. El artista nos lleva a lo fundamental: la expresión dolorosa de un pueblo perseguido. Hace referencia a tres hechos históricos que influyeron en las canciones: la adopción del canto litúrgico por la iglesia española, la invasión sarracena de sangre africana y la aparición de bandas de gitanos. Éstos redondean el cante jondo, usando una misma nota como si fuera una prosa cantada. El ritmo métrico desaparece aunque esté compuesto de tercetos y cuartetos asonantados. El canto fue conservado por el pueblo español, un arte popular que la aristocracia consideraba de mal gusto. Durante la exposición universal que se celebró en París en el año novecientos, en el pabellón de España, un grupo de gitanos cantaba el cante jondo. De ahí al estudio de la tradición y a la recolección de cantos y poemas, hubo solo un paso. Las estrofas del Poema del Cante Jondo, son expresiones justas como lo es el cante jondo en sí mismo. El sistema simbólico centraliza a la muerte en la «Malagueña». Construida en la anécdota cotidiana, la muerte entra y sale de la taberna, empáticamente con la gente siniestra que por allí circula. Las imágenes sensoriales son todo el acontecer. La canción es una mujer en el «Paso de la siriguiya», mujer de ritmo sin cabeza. El viento se convierte en mito de la masculinidad. El llanto llora en los versos de «La guitarra», monótona como el agua. Lorca obtiene del cante jondo los materiales primarios para poder trabajar el Romancero Gitano, proyecto elaborado entre 1924 y 1927 y publicado en 1928. En él confluyen el Modernismo, el Ultraísmo y también, algo del Surrealismo. Pero en sus poemas, irradia el irracionalismo. Comienza en media res, transcurre entre el amanecer y el atardecer, momentos ambiguos del día y de la noche. Valiéndose de las repeticiones, irrumpe el paisaje y el folclore andaluz. El escritor ahonda en los temas marginales y los mitos, retomando los romances de la tradición popular. Trasciende lo gitano, que en palabras del poeta: «es lo más elevado, lo más profundo, lo más aristocrático de mi país, lo más representativo de su modo y el que guarda el ascua, la sangre y el alfabeto de la verdad andaluza y universal». Poseedor de un sólido conocimiento del romancero y de los cancioneros tradicionales, Lorca funde el romance narrativo con el lírico, logrando un efecto dramático de enorme misterio poético. El gran personaje del libro es la Pena, pena que percibimos intangible, la pena de los gitanos. Muerte y violencia desfilan desde el principio al fin. La luna, mujer-muerte junto al niño gitano. El sendero doloroso. Los esclavos del rey David quieren matar a Amnón. Juan Antonio es herido de muerte por el toro. La muchacha ahogada, de ojos de «fría plata» estalla en el sonambulismo frente a la frustración. El Amargo como ángel de la muerte. La noche que «llama temblando» y el viento sátiro. La lucha de Andalucía y la de toda España. Desesperanza y obsesión. Mitos que se entremezclan con el elemento realista. La presencia de lo sobrenatural, lo cósmico; la religiosidad andaluza y su imaginería. El duende: Lorca desarrolla una teoría estética donde despliega sus ideas acerca del proceso de creación artística en relación al “misterio de los duendes”. En “El teatro y la teoría del Duende", conferencia dictada primero en Buenos Aires y luego en La Habana, en el año 1933, Lorca explica que el gran arte depende de un conocimiento cercano de la muerte, de la conexión con los orígenes de una nación y de un reconocimiento de las limitaciones del raciocinio. El “duende”, para los andaluces, alude a la interpretación subliminal de la tauromaquia (el arte de los toros) así como de cualquier otro fenómeno como el baile o el cante. Estas manifestaciones transportan al artista a una experiencia “de la muerte”, ya que evadirse del tiempo implica tocar el fin de la existencia. El arte que nace de la mera reproducción de formas es opuesto al “arte del duende”. 1.4. Los símbolos El concepto del gitano para Lorca es símbolo de una cultura primitiva y natural, en el sentido de contacto entre el hombre y la Naturaleza. El gitano para Lorca va a significar el conflicto de la vida: el individuo que trata de afirmar su individualidad frente al mundo, de ahí nace su destino trágico. El gitano es el personaje del mundo andaluz. Frente al gitano, símbolo de este primitivismo, tenemos a la Guardia Civil, símbolo de la sociedad, vista siempre como una fuerza negativa, representación del poder y de la civilización (no con un ánimo político de criticar a la Guardia Civil, sino como elemento represor). Unido al símbolo del gitano hay dos temas: el amor y la muerte unidos como las dos caras de una moneda. También puede ser amor y muerte moral o el erotismo, o la homosexualidad. La muerte como tal. En relación con estos temas todo el libro está relacionado por símbolos como la Luna, el agua, el viento, las estrellas, los caballos, los grillos, los gallos, los peces, los perros el ruiseñor o la, determinadas flores, frutos, plantas, los colores, los metales… Todo ello con un contenido simbólico. Algunos significados son: - La luna representa la muerte y la petrificación. Aparece 218 veces - El viento es el símbolo del erotismo masculino. -El agua: (en movimiento) la vida, (en reposo: aljibe, pozo) la pasión estancada. -Colores: negro, la muerte; blanco, la vida y la luz.· El color verde, la muerte, también el deseo prohibido que conduce a la frustración y a la esterilidad. -La figura del caballo representa la pasión desenfrenada que conduce hacia la muerte, pues nunca alcanza el destino que añora. -El espejo significa el hogar y la vida sedentaria. A veces representaciones metafóricas del espejo son los ojos y la luna como gran espejo en el que se refleja el mundo. -Metales (cuchillos, yunques, anillos...): la vida de los gitanos y la muerte. -Rosas y granadas: las heridas sangrantes. BIBLIOGRAFÍA SOBRE EL SIMBOLISMO.- MARTÍNEZ GALÁN, Rosario; “Simbolismo en Romancero Gitano”, Revista Tavira, Cádiz, 1990, págs.23-45 http://juanmdrs.files.wordpress.com/2012/01/romancero-gitano.pdf RODA TEIXIDÓ, Montserrat; “la mujer en el romancero gitano”, Palestra Universitària 19 (2008) pàgs. 219-245 FRIEDMORE, Richard L. “Simbolismo ambiguo en la poesía de García Lorca”, Papeles de Son Armadans, 1971, año XVI, LXIV, nº 189, págs 225-240 SALAZAR RINCÓN, Javier; “Cirios, candiles, velones... símbolos de angustia y muerte en la obra de Federico García Lorca; EPOS. XV (19991 págs. 199-212 Centro Asociado de la UNED. La Seu d'Urgell CAMEROTTO, Silvia; http://desibilabis.blogspot.com.es/2007/04/antecedentes-del-romancero- gitano-el.html 1.4. Técnicas narrativas 1.4.1. Realismo: el libro tiene una base real, es decir, se produce una perfecta armonía entre la imaginación para acuñar metáforas o expresiones sorprendentes y la base sólidamente realista de cuanto está poetizando Lorca. Son acontecimientos absolutamente reales los que Lorca está transformando en un mundo propio, muy teñido de sabor mítico. En el romance primero, hay un niño que, en ausencia de sus familiares, muere en soledad presidida por la luna. Lorca presenta este suceso, realista y verosímil, con una transformación de planos que convierte a la luna en ejecutora activa de una muerte, y al niño, ya nube en el cielo (Por el cielo va la luna / con un niño de la mano), en víctima del astro nocturno. En el romance segundo hay una chica gitana que, paseando en la noche, resulta sorprendida por una súbita tormenta, con fuerte viento e intenso aparato eléctrico (lenguas celestes, sátiro de estrellas bajas), padeciendo el natural susto y corriendo a refugiarse en lugar seguro. Esa realidad objetiva es poéticamente interpretada como acto voluntario de agresión por parte de un viento humanoide e hipermasculinizado que pugna por violar a la muchacha. El anónimo protagonista del Romance sonámbulo es un contrabandista, Que el barco sobre la mar / y el caballo en la montaña, ya que por mar y, lógicamente, en barco entra a Andalucía el contrabando que a caballo es transportado al interior a través de las montañas. Malherido el protagonista por la Guardia Civil, que le persigue y que, al final del romance, aporrea la casa en que ha buscado refugio, inútil y tardíamente, decidido a cambiar sus peligrosos modos de vida por el asentamiento hogareño. La coloración verde de todo el romance tiene explicación realista: sobre el cuerpo flotante de la muchacha ahogada en el aljibe se ha depositado el limo verdoso de las aguas estancadas, y es la visión de ese cuerpo, antes cara fresca, pelo negro, la que colorea con fijación de pesadilla todo el romance. 1.4.2. Vivificación o antropomorfización de lo inerte o lo animal: capacidad para dar vida a lo que no tiene vida, de humanizar animales, de animalizar objetos, accidentes atmosféricos o situaciones. Lorca queda convertido así en un dios creador. Así, los faroles tiemblan con reacción humana (“Romance sonámbulo”, vv. 57-58), como lo hace la noche que llama temblando / al cristal de los balcones (“Muerto de amor”, vv. 13- 14), tiritan los cuchillos (“Prendimiento de Antoñito el Camborio”, vv. 37-38) o la alcoba sufre las miradas excitadas de Amnón (“Thamar y Amnón”, v. 39). En “Preciosa y el aire” el sendero es anfibio, el viento agrede sexualmente a una gitana, y ese mismo viento, agitando las olas, provoca esta imagen: frunce su rumor el mar. Otras veces los elementos se desentienden del quehacer humano o les son claramente hostiles. Ocurre cuando grave silencio, de espalda, / manaba el cielo combado (“Romance del emplazado”, vv. 44-45) o cuando el amanecer muestra despreocupación hacia un suceso luctuoso: el alba meció sus hombros / en largo perfil de piedra (“Romance de la Guardia Civil”, vv. 115-116). La hostilidad es manifiesta en ese monte, convertido en gato garduño que eriza sus pitas agrias (“Romance sonámbulo”, vv. 19-20). 1.4.3. Sensualismo y atención a lo concreto: la escritura de Lorca está centrada en lo concreto, en lo sensorial. Percibe el mundo a través de los cinco sentidos. Vista, olfato y tacto se conjugan en “La casada infiel”: “toqué sus pechos dormidos / y se me abrieron de pronto / como ramos de jacinto”. En “La monja gitana” aparece el tacto (un rumor último y sordo / le despega la camisa”), la vista (“cal”, “tela pajiza”, “siete pájaros de prisma”, “araña gris”), oído (“silencio”, “mirto”, “cinco toronjas se endulzan”), etc. Muchas veces estas percepciones sensoriales se presentan a través de audaces sinestesias, ligadas a construcciones metafóricas: “la iglesia gruñe a lo lejos” en “La monja gitana”, “sangre resbalada gime / muda canción de serpiente” que expresa el silencioso fluir de la sangre en “Reyerta” o los relámpagos de la noche “clamaban las luces / en los altos corredores” de “Muerto de amor”. Lo concreto y lo sensorial aparecen ligados en las abundantes indicaciones horarias y en las cuantificaciones exactas: a Antoñito lo llevan al calabozo “a las nueve de la noche”; en el “Muerto de amor” la madre ordena “cierra la puerta, hijo mío,/ acaban de dar las once”; el violador de Thamar se tiende en la cama “a las tres y media”. Se nos comunica la fecha exacta en que el Emplazado cierra los ojos: “y el veinticinco de agosto / se tendió para cerrarlos”. También proliferan las cifras concretas: acuden “tres carabineros” a los gritos de Preciosa; a Antoñito lo prenden “cinco tricornios”, y “cuatro puñales” acaban con su vida que se le escapa en “tres golpes de sangre”, etc. 1.4.4. Condensación verbal, sinestesia y metáfora. Capacidad del poeta para encerrar en pocas palabras multitud de sugerencias y apreciaciones. La densidad verbal le lleva a sintetizar a través de creaciones metafóricas: Antoñito “daba saltos / jabonados de delfín”. En “Thamar y Amnón” nos comunica la existencia de lejanos balidos “aire rizado venía / con los balidos de lana”. La condensación verbal llega a crear versos en que alguna parte de la cláusula asume funciones que le son absolutamente impropias. Es el caso de “linfa de pozo oprimida / brota silencio en las jarras” (“Thamar y Amnón”), donde el sustantivo silencio asume un valor claramente adverbial. El Romancero ofrece también frecuentes desplazamientos calificativos, es decir, el traslado verbal que, en un texto, experimenta cierta atribución o cualidad sensible, que pasa así de su medio físico habitual a otro cercano, favoreciendo la densidad de expresión: por ejemplo, la “oración decapitada” de Santa Olalla; o el cruce de informaciones trastocadas que hace posibles aquellos versos del “Romance sonámbulo”: la higuera frota su viento / con la lija de las ramas. Dentro del ámbito de la condensación, Lorca usa de forma continuada la metáfora como un recurso inherente, producto de su concepción de la poesía, así como por influjo de Góngora. Aunque existen casos en que la metáfora es introducida por métodos que facilitan su comprensión (“el tambor del llano” del primer romance; o el “gong de la nieve” del romance segundo; o “el toro de la reyerta” del romance tercero), aparece mayoritariamente con una estructura muy audaz, sustituyendo el objeto sometido a comparación (en “Preciosa y el aire” las “glorietas de caracolas” equivalen a saltos de peces que dibujan una trayectoria curva al asomarse a la superficie; el “carámbano de luna” del “Romance sonámbulo” es un rayo lunar; el “poema de balcones” lo construye el mar con sus sucesivas oleadas sobre la playa en “San Miguel”). 1.4.5. Carácter literario y popular del Romancero: sobre una esencia culta se detectan claras reminiscencias populares como el ritmo, deliberadamente musical, y los asuntos que dan vida a los romances: contrabando, peleas, navajazos, tiros, adulterios, suicidios por amor. Hay expresiones tomadas de romances medievales (“Míralo por dónde viene” en “Preciosa y el aire” o el piropo “¡Ay Antoñito el Camborio / digno de una Emperatriz!”). En el Romance primero “la zumaya” (un pájaro) recuerda a los presagios del vuelo de la corneja del Cantar de Mio Cid. También tiene sabor medieval el uso del adverbio ya en “Prendimiento y muerte de Antoñito el Camborio” (ya mi talle se ha quebrado / como caña de maíz) o en “Thamar y Amnón” (ya la coge del cabello / ya la camisa le rasga). Cercanos a los romances medievales son los diálogos dramáticos que entran siempre sin verbo de presentación, y que tienen también valores teatrales y narrativos (“Niño, déjame, no pises / mi blancor almidonado” en “Romance de la luna, luna”). Lo mismo ocurre con el fragmentarismo, ya que ofrece los acontecimientos dramáticos desdibujados, sin antecedentes narrativos, creando romances-escena a través de la selección depurada de los momentos culminantes. Además, el uso de los tiempos verbales, descargados de su valor habitual. Así, el pretérito imperfecto de indicativo, lejos de señalar pasado, expresa un perspectivo afectivo o temporal de carácter subjetivo. Asimismo, Lorca suele jugar con las alternancias temporales para favorecer la narración y el drama de los romances. 1.5. El estilo Los recursos que llevan al poeta a mostrar el mundo creado vienen marcados por la fusión de rasgos de raíz vanguardista, propios de la generación del 27, junto con otros tradicionales unidos a la fantasía del poeta en el Romancero. Son recursos de raíz vanguardista: las imágenes utilizadas son complejas y fusionan elementos; la metáfora utilizada como base de su poética; ya que todo es simbólico y representativo, caracterizando al personaje a través de la técnica de la proyección espacial y la imagen visionaria. Una de las cosas que más llama la atención en el Romancero es la novedad y lo insólito de las imágenes: desplazamientos calificativos, comparaciones, metáforas, símbolos, hipérboles personificaciones, animalizaciones, metonimias… Algunas recuerdan las greguerías de Gómez de la Serna, otras el barroquismo de Góngora. La influencia de Góngora explicaría también el hermetismo de algunos de sus poemas y algunas peculiaridades de su estilo, como es la densidad metafórica que aparece en algunos de sus poemas. Las figuras son duales porque Lorca desea transmitir la dualidad del contraste entre la realidad y el deseo que lleva a la frustración. Toda la obra es dual, ya que la dualidad transmite la idea binaria del individuo vs. la sociedad/lo bueno vs. lo malo. Elementos vinculados a la poesía tradicional son: el fragmentarismo, que se observa en rasgos como: -Comienzo con la conjunción y o que, como si fuera el fragmento de una composición previa: Y que yo me la llevé al río (“La casada infiel”).
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