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Orientación Universidad
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Rubén Darío, Apuntes de Filología hispánica

Asignatura: literatura hispanoamericana I de las colonias al modernismo, Profesor: Alfonso García Morales, Carrera: Filología hispánica, Universidad: US

Tipo: Apuntes

2013/2014

Subido el 11/11/2014

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4.1

(138)

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¡Descarga Rubén Darío y más Apuntes en PDF de Filología hispánica solo en Docsity! Tema 5. El modernismo literario II. Rubén Darío Azul..., Prosas profanas y otros poemas y Cantos de vida y esperanza. Rubén Darío (1867-1916) es una de esas figuras esenciales en nuestro proceso literario: utiliza, renueva y critica el legado de la poesía del siglo XIX y abre los caminos estéticos que dan inicio al siguiente. Es nuestro primer poeta plenamente moderno, con una profunda conciencia de su tiempo y del arte que le correspondía. Su presencia e influjo no solo afectan la literatura hispanoamericana, sino las letras de todo el orbe hispánico; y aún más allá de las letras mismas, pues tiene un impacto en otras esferas de la vida espiritual y cotidiana. La obra de Darío no solo está en sus libros: está también en su acción, su visión profética y hasta en su estilo vital, excesivo y contradictorio. Una de sus características es su espíritu ansioso por vencer el provincianismo que todavía imperaba en las costumbres literarias de América; esa ansiedad es un rasgo que bien podemos identificar con la modernidad. Los pasos de Darío lo llevaran constantemente en búsqueda de ambientes cada vez más cosmopolitas, cada vez más alejados del cerrado mundo natal. En cada instancia, Darío se reinventa a sí mismo y se metáfora. Darío salva lo mejor de la tradición recibida, absorbe todas las formas nuevas que están en el ambiente y las devuelve transfiguradas e algo distinto: su propia creación, admirable, entre otras cosas, por su sincretismo, con el que adapta, interpreta, traduce y dispersa en el ámbito de la cultura las semillas sembradas por sus lecturas de los clásicos antiguos y españoles, románticos, parnasianos y simbolistas. Era un maestro en conciliar los extremos y disolverlos en la unidad de una visión nueva. Así lo confirma su interés por el medioevo y el orientalismo; la música, la pintura y la decoración más refinadas, la sensualidad pagana y el misticismo cristiano; el prerrafaelismo y el helenismo; los colores y los sonidos; el alma y el cuerpo…Hay que entender por eso sus sinestesias y los espasmos de su hipersensibilidad no como meros juegos retóricos, sino como modos de agotar la complejidad del mundo moderno. Su alta conciencia crítica de la vía moderna y de la función que el arte cumplía en ella. Percibía con intensidad la urgencia de lo que él llamaba “su reino interior” a la vez que las demandas de la realidad sociopolítica, a los oscuros signos del sueño y el febril latido del acontecer inmediato. Vivió la agonía sin solución del artista insatisfecho y del intelectual que presiente con lucidez las crisis de la cultura a la que pertenece. No solo fue un poeta fecundo y proteico: fue un poeta precoz. Cuando era aún pequeño lo conocían como el “poeta niño”. Rebelde y anárquico, alérgico a los estudios formales, prefería la compañía y protección de políticos, autoridades y periodistas que ya habían conocido su talento. Su historia misma comienza con Azul… (Valparaíso, 1888) y con él comienza también a levantarse la gran ola modernista por todo el continente. Tres observaciones previas sobre Azul…: la primera es que los nexos con Abrojos y Rimas todavía se notan porque son obras contemporáneas, frutos de una misma circunstancia creadora. La segunda es que el libro contiene un puñado de versos y dos series en prosa en las que, aparte de relatos hay viñetas y “cuentecillos”, subgéneros en los que alcanzó su gran maestría. Es también evidente que Darío trataba las formas en prosa y en verso con un impulso hacia su fusión o, al menos, hacia su indiferenciación. Pero es cierto que las innovaciones más audaces, más modernistas, estén en el campo de la prosa, que es además la sección más abundante del volumen. Y la última observación: la segunda edición del libro (Guatemala, 1890), aparte de incluir la célebre “Carta-prologo” de Juan Valera y treinta y cuatro notas del poeta a sus textos, aumenta las secciones en prosa y en verso, mostrando la rápida evolución poética que experimentaba el autor; en la tercera edición del libro (Buenos Aires, 1905), tenida como la definitiva, hizo ligeras reducciones del nuevo material. El ciclo creador de Azul… va, en realidad, de 1888 a 1890. Si los metros y formas no son novedosos en sí mismos, no hay duda de que ha habido una intensa decantación verbal: la pesadez discursiva del verso ha desaparecido y este ahora flota, se eleva en un movimiento de libertad y gracia. Y en la parte más alta de ese vuelo hay una radiante visión que nos propone un mundo de formas puras y perfectas. La realidad se ha disuelto en una lluvia de imágenes encantadas y fantásticas, cuyo principio es el amor o, mejor dicho, el impulso erótico. Amor y placer, pasión e imaginación desatados; si hay dolor en ese mundo, es el del que ama más allá del objeto amado y del que se siente que las urgentes pulsiones de su espíritu y su carne nunca se satisfacen del todo. Los grandes temas del libro son el Amor y el Arte, también el amor por el arte. Por primera vez en nuestra lengua y en nuestra América, alguien se atrevía a plantear esa utopía de un espacio erotizado, placentero y estetizante para las almas descontentas con la mezquina realidad. Cuando usaba la prosa para narrar. Darío no dejaba de ser poeta y a la vez hacia que el cuento participase de las cualidades de la crónica del arte, del ensayo breve y el esmalte descriptivo. El cuento modernista es el primer modelo autorreferencial, una ficción que se presenta como ficción un objeto de arte con amplia autonomía frente a la realidad, que parece en América, al mismo tiempo que en la novela imperaba su polo opuesto: el naturalismo. Pero el resto del material en prosa esta decididamente en otra dimensión: la de la fantasía pura, la ensoñación, la leyenda exótica, el “cuentecillo” con personajes y sucesos fabulosos. Debajo de esas delicadas superficies hay un planteamiento moral sobre el arte y el artista. Los años siguientes a Azul... (1889-1892) transcurren en Centroamérica: pasa unas temporadas en Nicaragua, El Salvador, Guatemala, Costa Rica, al compás de sus aventuras literarias, periodísticas, políticas amatorias. Algo sustancial ocurre en este periodo de acelerada maduración y que contribuye a definir el perfil propio del poeta se intensifica y se expande. Ésta era una inclinación natural de Darío, hombre supersticiosos y dado al fantaseo morboso, y a sufrir frecuentes pesadillas, agravadas por el hábito del alcohol, pero era también un signo de la época: hacia fines d siglo hubo un renovado espiritualismo que tendía a buscar en el ocultismo y en otras formas exóticas de religiosidad, El modernismo planteaba un renacimiento, un nuevo ciclo vital tras la presente crisis del espoir1tu; había una red de secretas comunicaciones entre este mundo y el otro, entre los hombres de diversos tiempos, que apuntaban a la fusión en la totalidad cósmica. A mediado de 1892 el gobierno nicaragüense lo designa representante oficial a los actos de celebración del IV Centenario del Descubrimiento de América, lo que permite pasar unos meses en España. Su primer viaje europeo le confirmara lo que ya presentía: su fama ha trascendido las fronteras del continente y el número de los que lo siguen ha crecido a ambos lados del Atlántico. Pero observa también que el academicismo español es más resistente que el americano. En 1893 enviuda y a los pocos meses se cansa con Rosario Murillo. Antes de llegar a Buenos Aires da un rodeo por Nueva York y Paris (donde conoce a Verlaine, su maestro) Los años bonaerenses (1893-1898) señalan un momento cenital de la producción dariana, del auge modernista y la renovación de la lengua literaria hispanoamericana. En esa capital encontrara el ambiente ideal para desarrollar sus ideas, Lo más importante que sale en esos años de las manos de Rubén Darío son dos libros, ambos de 1896: Los raros y Prosas Profanas. Los raros reúne un conjunto de artículos y ensayos que habían aparecido primero en periódicos locales, que Darío uso sistemática y estratégicamente para difundir sus ideas. Constituye un catálogo o repertorio de los modelos que el autor había hecho suyos que ahora proponía a sus lectores y seguidores; al hacerlo así, Darío coloco en el centro de la vida literaria americana Literatura hispanoamericana filología hispánica María del Rocío Delgado Figuereo
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