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La Inminencia: Reflexiones Poéticas de Andrés Sánchez Robayna - Prof. Peinado Elliot, Apuntes de Comunicación Audiovisual

Andrés sánchez robayna reflexiona sobre la palabra 'inminencia' y la relación de esta con la poesía, la creación, el conocimiento y la vida. El autor aborda temas como la permanencia, el desierto interior, la soledad, la ansiedad, la misteriosidad y la sacralidad. Se incluyen citas de maría zambrano, ivo pogorelich, einstein y walter pater.

Tipo: Apuntes

2014/2015

Subido el 26/01/2015

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martampeters 🇪🇸

4.7

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¡Descarga La Inminencia: Reflexiones Poéticas de Andrés Sánchez Robayna - Prof. Peinado Elliot y más Apuntes en PDF de Comunicación Audiovisual solo en Docsity! Andrés Sánchez Robayna, La inminencia. Diarios (1980-1995), Madrid, Fondo de Cultura Económica, 1996. p. 13: ¿Inminencia? ¿Cuál? ¿Qué es lo que esa palabra anuncia, en su promesa o en su afirmación? Lo diré casi abruptamente: el sentido, la revelación, el desciframiento de los datos de lo visible y lo invisible en su orden más justo y armónico. Es preciso fijar los datos, los elementos que deben ordenarse. De lo contrario, nada se mostrará. La inminencia: la espera, no siempre paciente, de ese momento en que el dibujo aparecerá con nitidez, tras lo oscuro, sobre la hoja o la arena o el aire. Alguien ha trazado en ellos unos signos de esperanza. Espera y esperanza, sí. Y deseo: el deseo de que esos datos, esos trazos, conformen una ofrenda suficiente. p. 59: Víspera de mi cumpleaños. Trabajo intensamente en la revisión de los poemas de un nuevo libro, que he decidido titular La roca. Esta palabra es, sí, permanencia, solidez, cohesión. Está en ella, además, la antigua fábula: el gran dios dormido permanece en el interior de la roca. La roca es la unidad del dios. La roca es un dios. El enigma –la imagen- que ella engendra. El poema ha de tener la forma de un grupo de rocas. Percusión de la roca: poema litofónico. El sonido del enigma de ser. p. 73: Leo en María Zambrano, que acaba de volver a España después de cuarenta y cinco años de exilio: “Quizá la capacidad de crear se dé mejor en un desierto, en un exilio. La creación proviene de la revelación y las revelaciones se han dado siempre en el desierto”. Se trata, en realidad, de un desierto interior: pienso en el funcionario budista “quietamente sentado, sin hacer nada”, un día cualquiera, a quien le es dada, de pronto, la revelación. Y, más adelante, en una reflexión que quisiera yo adoptar como divisa (intelectual, moral, social): “No hay que querer ser nada. Hay que querer servir y conocer”, dictada en ella por la más secreta sabiduría. p. 76: Días atrás (…), las notas de Ivo Pogorelich me llevaron a otra noche más honda. Noche desconocida, noche del no-conocimiento mientras duró la música. En el teatro, la soledad y la ansiedad del deseo, las lágrimas de Eros ante la impermanencia y la caducidad de la belleza. p. 80: Einstein, de nuevo. (…) : “La experiencia más bella y más profunda que puede tener un hombre es el sentido de lo misterioso. ÉL constituye el fundamento de la religión y de todo afán profundo en arte y ciencia. Quien no lo haya experimentado me parece, si no muerto, al menos ciego… El percibir que, tras lo que podemos experimentar, se oculta algo que es inalcanzable a nuestro espíritu –algo cuya belleza y sublimidad nos alcanza sólo indirectamente y a modo de pálido reflejo- es religiosidad”. Y añade: “En este sentido yo soy religioso”. p.94: Todas las artes tienden a la condición de la música (Walter Pater) p. 119: ¿Y no es la poesía, por ello mismo, la única que sirve para el conocimiento de la vida? ¿No es el poema el homenaje de la muerte a la vida? Observo que la escritura mía última encierra, en cierto modo, esa idea. Los poemas llevarán el título de Palmas sobre la losa fría. Veo en él la idea y la imagen de la vida y la muerte, ambas interrogándose, aliadas, pero nunca, en verdad, aunadas o fundidas. Afirmación o victoria de la vida. Afirmación de la vida hasta en la muerte. p. 126: “No se posee una poética, sino que se es acaso poseído por ella”, dije en otra ocasión acerca del enigma de la palabra. Somos la entraña de la palabra. En ella somos engendrados. p. 128: [Kirie Misa de Ralph Vaughn Williams]Las voces se alzan del silencio y lo quiebran para adorarlo aún más, para mostrar su soterrado fervor. Que ese fervor me llame, como la luna en el ramaje oscuro. p. 130: Constable, Stratocumulus. Cuatro pájaros suben hasta la nube inmensa. Y en esa danza se dibuja un misterioso estado de rapto y de sosiego, que en el pintor fue tal vez la figuración de una paz, de un interior aquietamiento. Sol salvaje. No hay una sola nube. Vi, en la terraza, el rosa intenso de los geranios contra el blanco del muro, recién pintado. Podría sin duda estar allí mirando durante horas, como en completa hipnosis. Theia manía. Un furor sagrado. Es decir: según algunos críticos, entusiasmo, raptus; algo irracional y, por ello, inmoral. Una teoría negativa de la poesía. p. 173: En pura coherencia con la respuesta que el trabajo del poeta recibe casi siempre en vida, sólo el silencio, o sólo una pequeña nota perdida entre la información de los hechos de la política, la economía o los espectáculos, sería la adecuada reacción a una vida y a una obra entregadas a un destino órfico, a la palabra buscada en sacrificio entre las ruinas o el éxtasis del ser. Volver a ver la noche, ahora y siempre, no con los ojos del poeta chino –luna y ranas: ¿cómo rehuir esa hermosa visión oriental?-, sino con la mirada que se hunde en lo desconocido. Nuestra nada, la nada occidental, es más dramática. ¡Oh, sí, dios deseado, tu solo ojo nocturno, ahora, de este cuarto a oscuras! p. 199: Leo en alguna parte que nuestra época asiste a una nueva “vuelta a la naturaleza” y a “un retorno a la interioridad del artista”. Tengo mis dudas de que ello sea así, aunque no en términos absolutos. Lo dominante parece ser, por el contrario, una larga ironía referencial, constantemente dirigida a los modelos modernos. Un nuevo escepticismo, en cualquier caso. Escépticos contra espirituales, diría. Aunque escasos, éstos no faltan, en verdad. Ellos son los que retienen, para mí, lo mejor (200) de la experiencia artística contemporánea. (…) En el arte espiritual, en cambio, lo que se llama el “público” no forma parte, en rigor, del proceso: viene después de la experiencia, en cualquier caso, como un regalo, como un eco posible y, por ello mismo, inesperado. Nuestra época no ha hecho tal vez otra cosa que dejar en evidencia, casi con crueldad, al arte no religioso. p. 199: Celebración de lo invisible tanto como de lo visible. El poema es un acto litúrgico. He aquí, en cierto modo, lo que en otro tiempo concebí sobre todo como mito y música. p. 199: Desde algún tiempo atrás, no concibo o no podría concebir ninguna escritura ajena a la idea y al espacio de la sacralidad.
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