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Teorías del Desarrollo Infantil y la Transformación de las Etapas de la Vida - Prof. Rodrí, Apuntes de Pedagogía

Una introducción a las teorías del desarrollo infantil, desde la infancia hasta la vejez. Se abordan temas como la egocentrismo del niño, la importancia de la madre en el primer año de vida, la socialización de género y la influencia de la sociedad en el desarrollo humano. Además, se discuten conceptos como la cohorte, la generación y el estilo de vida juvenil.

Tipo: Apuntes

2013/2014

Subido el 12/01/2014

paulacruzgonzalez77
paulacruzgonzalez77 🇪🇸

4.3

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¡Descarga Teorías del Desarrollo Infantil y la Transformación de las Etapas de la Vida - Prof. Rodrí y más Apuntes en PDF de Pedagogía solo en Docsity! TEMA 4: EL CURSO DE LA VIDA La socialización es el proceso mediante el cual el bebé indefenso se convierte en una persona con consciencia de sí misma y con inteligencia, capaz de manejar las formas culturales en las que nació. La socialización entre los jóvenes permite que se desarrolle el fenómeno más amplio de la reproducción social, el proceso por el cual las sociedades mantienen continuidad estructural a lo largo del tiempo. Todas las sociedades poseen características que perduran durante largos periodos de tiempo, aunque sus miembros cambien según nacen y mueren los individuos. La socialización conecta a diferentes generaciones unas con otras. Aunque el proceso de aprendizaje cultural sea mucho más intenso en la infancia y en la primera niñez, el aprendizaje y la adaptación continúan durante todo el ciclo vital. Cultura, sociedad y socialización del niño Teorías del desarrollo infantil Durante los primeros meses de su vida el bebé apenas comprende las diferencias entre los seres humanos y los objetos materiales de su entorno y no tiene conciencia de sí mismo. Gradualmente empiezan a entender que los demás tienen identidades, conciencia y necesidades distintas de las suyas propias. Las principales teorías sobre desarrollo infantil hacen hincapié en diferentes aspectos de la socialización. -Jean Piaget y las etapas del desarrollo cognitivo: El estudioso suizo del comportamiento infantil Jean Piaget, investigó la cognición, los modos en que los niños aprenden a pensar sobre sí mismos y sobre su entorno. Piaget daba mucha importancia a la capacidad activa del niño para explicarse el mundo. Los niños interpretan lo que ven, lo que oyen y sienten en el mundo que les rodea. Piaget describe varias etapas, cada etapa supone la adquisición de nuevas habilidades y para alcanzarla se debe superar completamente la anterior 1º Etapa sensorial-motora (0-2 años): Los niños aprenden principalmente la manipulación de objetos y la exploración física de su entorno. No diferencian los objetos de las personas, ni son conscientes de que exista nada fuera de su campo de visión. El mayor logro de esta etapa es que al final los niños comprenden las propiedades particulares y estables de su entorno. 2º Etapa preoperacional (2-7 años): Durante su transcurso, los niños adquieren maestría en el lenguaje y son capaces de usar palabras para representar objetos e imágenes de una manera simbólica. Esta etapa los niños son egocéntricos, tendencia del niño a interpretar el mundo exclusivamente en términos de su propia situación. En la etapa preoperacional los niños no son capaces de mantener conversaciones con otros. Los niños hablan juntos pero no hablan unos con otros de la misma forma en que lo hacen los adultos. Durante esta fase del desarrollo los niños no tienen una comprensión de las categorías de pensamiento, conceptos tales como causalidad, velocidad, peso o número. 3º Etapa de las operaciones concretas (7-11 años): A lo largo de esta fase los niños llegan a dominar las nociones lógicas y abstractas. Son capaces de manejar ideas como la de causalidad sin grandes dificultades. Son capaces de realizar operaciones matemáticas para multiplicar, dividir y restar y son mucho menos egocéntricos. 4º Etapa de las operaciones formales (11- 15 años): Durante la adolescencia el niño en desarrollo llega a ser capaz de captar ideas muy abstractas e hipotéticas. En la etapa de las operaciones formales el joven es capaz de entender por qué algunas cuestiones tienen trampa. Según Piaget las tres primeras etapas de desarrollo son universales, pero no todos los adultos alcanzan la tercera, la etapa de las operaciones formales. Depende en parte del proceso de escolarización. Los adultos que no completan su formación tienden a continuar pensando en términos más concretos y conservan muchos vestigios de egocentrismo. El psicólogo Vygotsky, realizó una crítica constructiva de las influyentes ideas de Piaget. Vygotsky observó que las oportunidades de aprendizaje de las que disponen los niños dependen mucho del grupo social al que pertenecen, lo que influye enormemente en su capacidad para aprender a partir de sus encuentros con el mundo exterior a su yo. Al igual que éstas limitan ciertos grupos y permiten que otros se enriquezcan, también limitan y posibilitan su desarrollo cognitivo. Los agentes de la socialización Los agentes de socialización son grupos o contextos sociales en los que ocurren procesos significativos de socialización. La socialización primaria tiene lugar en la infancia y en la niñez y es el periodo más intenso de aprendizaje cultural. En esta fase el principal agente de socialización es la familia. La socialización secundaria tiene lugar en una fase posterior de la niñez y en la madurez. La escuela, los grupos de compañeros, las organizaciones, los medios de comunicación y por último, el lugar de trabajo son las nuevas fuerzas socializadoras de los individuos. La interacción social que se produce en estos contextos contribuye a que las personas aprendan los valores, las normas y las creencias que constituyen las pautas de su cultura. -Familia: Como los sistemas familiares varían mucho, el abanico de contactos familiares que experimenta el niño no es igual en las diferentes culturas. Generalmente la madre es el individuo más importante en los primeros años de vida del niño, pero las relaciones entre madres e hijos están influidas por la forma y la regularidad de sus correcto e incorrecto?”, los hombres solían responder mencionando ideales abstractos sobre el deber, la justicia y la libertad individual, mientras que las mujeres sacaban repetidamente el tema de la ayuda a los demás. Una estudiante de secundaria respondía: “la moralidad tiene que ver con las responsabilidades, obligaciones y valores”. Las mujeres mostraban más indecisión al realizar juicios morales que los hombres, contemplando las posibles contradicciones entre seguir un estricto código moral y evitar herir a los demás. La opinión que tienen de sí mismas está basada en su capacidad para satisfacer con éxito las necesidades de los demás, y no en el orgullo producido por los logros individuales. El curso de la vida Las diferentes transiciones por las que pasa un individuo a lo largo de su vida parecen estar prefijadas biológicamente. Esta visión del ciclo vital humano que nos ofrece el sentido común está ampliamente aceptada por la sociedad e indica firmemente que existen una serie de fases universales y uniformes que atraviesa todo el mundo. Por ejemplo, todo aquel que ha alcanzado la vejez ha sido previamente bebé, niño, joven, y adulto, y todo el mundo termina por morir. Sin embargo, ni histórica ni sociológicamente esto es correcto. Dichas etapas biológicas naturales forman parte del curso de la vida, que es tanto social como biológico (Vincent, 2003). Este concepto refleja, el reconocimiento por parte de los sociólogos de que existe una considerable variedad en las diferentes sociedades actuales y en las que han existido a lo largo del tiempo, y esta variedad afecta al curso de la vida, ya que sus etapas están influidas por las diferencias culturales y por las circunstancias materiales de la vida de las personas en los diferentes tipos de sociedad. Por ejemplo: en la sociedad contemporánea occidental suele relacionarse la muerte con las personas mayores, porque la mayor parte de la gente vive por encima de los setenta años. Otros factores sociales, como la clase, el género o la etnia, influyen en el modo en que se experimenta el curso de la vida. El curso de la vida individual no sólo se ve estructurado por las grandes divisiones sociales de clase, género y etnia, sino que también se sitúa históricamente. Podemos reflexionar sobre este aspecto utilizando los conceptos de cohortes de nacimiento y generaciones. Una cohorte es un grupo de personas que tienen algo en común, por lo que las cohortes de edad son grupos que han nacido en el mismo año. Los sociólogos creen que tales grupos tienden a estar influidos por los mismos acontecimientos importantes y que, aunque la respuesta ante ellos sea diferente, siguen compartiendo una experiencia común. El sociólogo húngaro Karl Mannheim (1893-1947) subrayó convincentemente la influencia de determinadas generaciones en la experiencia del curso de la vida de los individuos que forman parte de ellas. Una generación es un grupo de personas nacidas en el mismo año o bien en el mismo período de años. Mannheim afirmó: “los individuos que pertenecen a la misma generación están dotados de una ubicación especial en la dimensión histórica del proceso social”. Lo que quiere decir es que la ubicación generacional puede tener tanta influencia en las actitudes y creencias de la gente como la clase social a la que pertenezcan. Sociólogos e historiadores, han identificado las diferentes actitudes de la generación del “baby-boom” (Guillon, 2004) y de la “generación beat” (Charters, 2001). Los primeros fueron los nacidos tras la Segunda Guerra Mundial, , cuando muchos países experimentaron grandes aumentos en su tasa de natalidad, posiblemente debido en gran parte al crecimiento económico y la prosperidad experimentados durante la posguerra. Estos niños experimentaron muchas cosas nuevas. Sus experiencias fueron muy diferentes de las de sus padres, y también lo fue su forma de vivir la vida, ya que “ganaron” la etapa de la “juventud”. Este aspecto dual de configurar el curso de la vida y provocar el cambio social es una de las razones por las que Mannheim considera a las generaciones al mismo nivel que las clases sociales en cuanto a su potencial impacto sobre las identidades individuales y la vida social. La niñez Hasta hace poco tiempo, los sociólogos solían analizar al niño y a la niñez en el contexto de la socialización primaria que se produce dentro de la familia. A menudo, parecían transmitir la impresión de que se trataba simplemente de una etapa transitoria que conducía al período sociológicamente más significativo de la edad adulta, en el que los individuos participaban en el trabajo, la reproducción y la construcción de relaciones. No obstante, esta idea se basa en el concepto de una edad adulta estable, que cada vez se pone más en entredicho a medida que disminuyen los “empleos fijos” y las relaciones permanentes, para toda la vida, en el contexto de modernidad más fluida o “líquida” que caracteriza al mundo contemporáneo. Los niños deberían considerarse un grupo social específico. Se ha dicho también que la niñez era una construcción social; la experiencia de la niñez y sus implicaciones para la sociedad son diversas, tanto en los diferentes periodos históricos como en las distintas regiones geográficas dentro de un mismo periodo de tiempo (Jenks, 2005). El historiador francés Philippe Ariés (1965) sostenía que la niñez , concebida como una fase separada del desarrollo, no existía en los tiempos medievales. Hasta el siglo XX, en la mayor parte de los países occidentales los niños comenzaban a trabajar en una edad que ahora nos parece muy temprana. De hecho, todavía existen países en el mundo en los que los niños pequeños desarrollan un trabajo a tiempo completo, en ocasiones en circunstancias físicamente muy exigentes. La Convención sobre los Derechos de la Infancia de la ONU (UNCRC), que estableció los derechos de los niños de todo el mundo, entró en vigor en 1990, y fue ratificada por todos los países miembros (excepto EE.UU y Somalia). Define al niño como cualquier persona de edad inferior a los dieciocho años, a menos que los estados-nación tuvieran una definición anterior. Debido al largo período de niñez que se reconoce en la actualidad, las sociedades modernas están mucho más centradas en los niños que las tradicionales. Una sociedad centrada en el niño no es aquella en la que todos los niños experimentan cariño y cuidados por parte de sus padres o de otros adultos. El maltrato físico y el abuso sexual de los niños son características comunes de la vida familiar de la presente sociedad, aunque sólo recientemente ha salido a la luz el alcance de dichos abusos. El maltrato infantil está claramente conectado a los malos tratos frecuentes recibidos por los niños en la Europa premoderna. El carácter diferenciado de la niñez puede que esté reduciéndose una vez más, llevando las relaciones niños-adultos a un punto crítico (Prout, 2004). Algunos observadores sugieren que ahora los niños crecen tan deprisa que la sólida frontera anteriormente establecida entre adultos y niños se está reduciendo rápidamente, provocando la “desaparición” de la niñez en las sociedades desarrolladas (Postman, 1995; Buckingham, 2000). Señalan que incluso los niños pequeños pueden ver los mismos programas de televisión que los adultos, por lo que se familiarizan antes con el mundo adulto que las generaciones anteriores. Los niños se están convirtiendo en consumidores desde una edad más temprana, y consumen productos para adultos. Todo ello significa que el periodo de infancia protegida que caracterizó a los países desarrollados durante la mayor parte del siglo XX puede estar debilitándose en la actualidad. La adolescencia y la cultura juvenil El concepto de “adolescente” tampoco existía hasta hace poco. En las sociedades occidentales, los adolescentes están entre dos mundos: a menudo intentan comportarse como los adultos, pero legalmente se les trata como a niños. Los adolescentes en Occidente viven entre la niñez y la edad adulta, y deben crecer en una sociedad sometida a un continuo cambio. Relacionada con la idea del adolescente está la de cultura juvenil, un modo de vida asociado a la gente joven asociado a la gente joven, especialmente en los países desarrollados. Este concepto no existe en muchas otras culturas, pasadas y presentes, en las que los niños pasan directamente a la edad adulta mucho antes, sin la fase intermedia de “juventud”. Los sociólogos hablaron por primera vez de cultura juvenil en los años cincuenta y sesenta, cuando los adolescentes más mayores que comenzaban a trabajar empezaron a beneficiarse de la prosperidad de posguerra (Savage, 2007). Empezó a tomar forma una “cultura juvenil” que se diferenciaba de la convencional y que construyó que se diferenciaba de la convencional y que construyó nuevos mundos significativos de los que brotaron subculturas juveniles. Steven Miles (2000) señala que los conceptos de cultura juvenil y subcultura juvenil nos han llevado al error de creer que todos los jóvenes son esencialmente similares, participan en actividades contraculturales y desviadas o experimentan una desventaja social específica. el historiador Geoffrey Pearson (1983) encontró subculturas juveniles desviadas en el siglo XIX en Gran Bretaña. Miles propone como alternativa el concepto de estilo de vida juvenil, que sugiere una diversidad de experiencias dentro de la juventud convencional. La juventud biológicos, psicológicos y sociales que afectan a las personas a medida que se hacen mayores. Estos procesos sugieren la metáfora de tres diferentes, aunque interrelacionados, “relojes” evolutivos: 1- el biológico vinculado al cuerpo físico. 2- el psicológico relacionado con la mente y las capacidades mentales. 3- el social que hace referencia a las normas culturales, los valores y las expectativas de roles asociados con la edad. -El envejecimiento biológico: los efectos biológicos del envejecimiento están bien establecidos, aunque la edad cronológica exacta a la que se producen varían enormemente de un individuo a otro, dependiendo de los factores genéticos y el estilo de vida. Los procesos normales del envejecimiento no se puede evitar, pero sí compensarse parcialmente mediante una buena salud, una dieta y nutrición adecuadas y una cantidad razonable de ejercicio. El estilo de vida puede suponer una diferencia significativa en términos de salud en cualquier época de la vida. Algunos científicos llegan a afirmar que con un estilo de vida adecuado y los avances en la tecnología médica, cada vez más personas podrán disfrutar de vidas relativamente carentes de enfermedades hasta alcanzar su máximo biológico, experimentando sólo un breve período de enfermedades justo antes de la muerte. Aunque la mayoría de las personas mayores en las sociedades desarrolladas no sufren impedimentos físicos y se mantienen físicamente activos, continúan existiendo desafortunados estereotipos sobre los “mayores débiles y delicados”. En Occidente se consideraba que las personas mayores eran una fuente de conocimiento, sabias y capaces de proporcionar buenos consejos, y en algunas culturas se les sigue viendo como miembros activos y valiosos de la sociedad. -El envejecimiento psicológico: los efectos están mucho menos claros que los físicos. La memoria y la capacidad para aprender no disminuyen significativamente hasta una etapa muy tardía en la mayor parte de las personas, aunque la velocidad con la que se puede recordar algo o analizar información puede reducirse un tanto, produciendo la falsa impresión de un deterioro mental. Las investigaciones actuales se centran en averiguar hasta qué punto la perdida de la memoria se relaciona con otras variables como la salud, la personalidad y las estructuras sociales. Científicos y sociólogos afirman que el deterioro intelectual no es necesariamente irreversible. Incluso la enfermedad de Alzheimer, que es la principal causa de demencia en la vejez, es relativamente rara en personas menores de sesenta y cinco años, aunque puede afectar a un 50% de los mayores de ochenta y cinco. La investigación más reciente alienta la esperanza de que un día llegue a ser posible el tratamiento de esta enfermedad. -El envejecimiento social: la edad social está constituida por las normas y roles culturalmente asociados a una determinada edad cronológica. Las ideas sobre la edad social difieren de una sociedad a otra. Algunas sociedades como la china, han reverenciado tradicionalmente a las personas mayores, a las que consideran una fuente de memoria histórica y sabiduría. Otras sociedades como la británica, son más propensas a no tenerlas en cuenta, pues las ven como personas improductivas y dependientes. Se dedica una fortuna a medicamentos, cirugía plástica y remedios caseros que prometen la eterna juventud. Las personas mayores, como el resto de personas, no se limitan a desempeñar pasivamente los roles sociales que se les asignan, sino que los modelan y redefinen activamente. El envejecimiento: diferentes explicaciones sociológicas Los gerontólogos sociales han elaborado una serie de teorías en relación con la naturaleza del envejecimiento. -La primera generación de teorías, el funcionalismo: las primeras teorías del envejecimiento reflejaban el enfoque funcionalista dominante en la que la sociología de las décadas de los cincuenta y los sesenta. Se centraban en el modo en que los individuos se adaptaban al cambio en los roles sociales según envejecen y en cómo estos roles eran útiles para la sociedad. Estas primeras teorías solían asumir que el envejecimiento trae consigo un deterioro físico y psicológico y que los nuevos roles sociales deberían tener en cuenta este cambio. Talcott Parsons sostenía que la sociedad necesita encontrar roles adecuados a la edad avanzada de las personas mayores. Al observar el envejecimiento de la sociedad que ya se hacía evidente en su época, señalaba que este fracaso bien podría provocar el desánimo de las personas mayores y su marginación de la sociedad. Con el fin de adquirir una “madurez saludable” las personas mayores necesitan adaptarse psicológicamente al cambio en sus circunstancias, y la sociedad necesita redefinir los roles sociales de las personas mayores. Las ideas de Parsons se anticiparon a las teorías de la desconexión, que afirmaba la necesidad que tiene la sociedad de despojar a las personas de sus roles tradicionales cuando se hacen mayores, con el fin de liberar esos roles para otros. Según este punto de vista, las personas mayores se vuelven más delicadas, enfermizas y dependientes, por lo que resulta disfuncional para la sociedad que sigan ocupando roles sociales tradicionales con los que ya no son capaces de cumplir adecuadamente. Se asume que la “desconexión” es funcional para la sociedad porque permite que los roles que desempeñan hasta entonces las personas mayores sean asumidos por jóvenes. También se asume que será funcional para las personas mayores porque les permite asumir roles menos agotadores. Aunque hay cierta verdad en la teoría de la desconexión, la idea da por bueno el estereotipo que asocia necesariamente a la vejez con la fragilidad y la dependencia. Los críticos de las teorías funcionalistas del envejecimiento afirman que estas teorías subrayan la necesidad de que las personas mayores se adapten a las condiciones existentes. -Segunda generación de teorías: teoría de la estratificación de la edad y teoría del ciclo vital: la primera considera el papel y la influencia de las estructuras sociales, como los programas de jubilación. Uno de los principales aspectos de la teoría de la estratificación de la edad es el concepto de retraso estructural, que proporciona una descripción del modo en que las estructuras no siguen el ritmo de los cambios en la población y en las vidas de los individuos. La perspectiva del ciclo vital también transcendía la visión del envejecimiento en términos de adaptación individual. Este modelo consideraba la vejez como una etapa de la vida configurada por los factores históricos, sociales, económicos y medioambientales que habían intervenido en etapas anteriores del ciclo vital. Consideraba el envejecimiento un proceso continuo que abarca desde el nacimiento hasta la muerte. En este sentido, contrastaba con anteriores teorías que se centraban exclusivamente en los mayores como grupo diferente. -Tercera generación de teorías: teoría de la política económica: una de las corrientes más importantes de los últimos años por Carroll Estes. Su enfoque ofrece una descripción del papel del Estado y del capitalismo en la configuración de los sistemas de dominación y exclusión de las personas mayores. La teoría se centra en el estudio del papel que desempeñan los sistemas políticos y económicos en la configuración y reproducción de los sistemas de poder y las desigualdades predominantes en la sociedad. Los programas relacionados con las personas mayores reflejan la estratificación de la sociedad por género, raza y clase. Por tanto, los fenómenos del envejecimiento y la vejez están directamente relacionados con la sociedad ( en su conjunto ) en la que se sitúan. Aspectos del envejecimiento: A medida que las personas envejecen, deben enfrentarse a una mezcla de problemas físicos, emocionales y materiales que pueden ser difíciles de manejar. Uno de los retos que marcan una transición significativa es la jubilación. Para la mayor parte de las personas, el trabajo contribuye a su sentido de identidad personal. La jubilación es una pérdida de estatus a la que muchas personas encuentran difícil adaptarse. Otro importante cambio para mucha gente mayor es la pérdida del cónyuge. La población de edad más avanzada refleja la diversidad de las sociedades, son diferentes en términos de salud, como cualquier otra persona. Estas diferencias pueden influir en la capacidad para mantener su autonomía y su bienestar general. En la actualidad “la vejez” abarca un amplio abanico de edad, cada vez mayor. A menudo, en las sociedades modernas se distingue entre la tercera y la cuarta edad. La tercera edad iría desde los 50 hasta los 64 años, una etapa en la que los individuos pueden llevar vidas activas e independientes, cada vez más liberados de sus responsabilidades cotidianas como padres y del mercado de trabajo. La cuarta edad hace referencia a los años de la vida en los que la independencia de las personas y la capacidad para cuidarse a sí mismas se ven más seriamente amenazadas. -Desigualdad y personas mayores: En general, en las sociedades desarrolladas las personas mayores tienden a estar más desfavorecidas materialmente que otros segmentos de población. No obstante, la percepción subjetiva de las personas mayores sobre su nivel de vida no se basa únicamente en factores materiales, sino también en las comparaciones que efectúan con otros grupos de referencia. La jubilación suele implicar una pérdida de ingresos que puede suponer una caída significativa del nivel de vida de la persona mayor. La capacidad de suscribir un fondo de pensiones profesional o privado durante la vida laboral es uno de los determinantes básicos de la desigualdad de ingresos entre los jubilados. Como consecuencia, las La muerte, la agonía y el duelo. Sociología del proceso de la muerte Una de las razones por las que el proceso de la muerte no ha ocupado un lugar más central en la sociología es que éste señala el final de la participación de un individuo en el mundo social, por lo que parece quedar fuera del ámbito de interés de la sociología. Uno de los primeros estudios de investigación fue el de Glaser y Strauss, que se centró en la experiencia de la muerte y de los enfermos terminales en el pabellón oncológico de un hospital estadounidense, pero este trabajo constituye una excepción a la norma. Desde la década de los noventa, sin embargo, se ha venido rectificando este olvido y se ha desarrollado un nuevo campo de investigación: la sociología de la muerte, la agonía y el duelo. Uno de los fundadores de este nuevo campo es el sociólogo británico Tony Walter. Los antropólogos han estudiado desde hace tiempo las diferencias culturales de los rituales de la muerte de las pequeñas sociedades y de los países en vías de desarrollo, pero la sociología moderna se ha centrado sobre todo en el mundo desarrollado. Los sociólogos se han visto sorprendido por los rasgos comunes de las sociedades industriales modernas en relación con el modo de manejar la muerte. Teorías sobre la muerte en las sociedades modernas Una de las características principales de las sociedades modernas es que, hasta hace muy poco, han mostrado tendencia a mantener la muerte fuera de la óptica de la vida social. Pero en la mayor parte de las sociedades modernas actuales, la muerte suele sobrevenir en los hospitales o residencias, lugares relativamente impersonales separados de los escenarios habituales de la vida social. Norbert Elias conecta esta ocultación moderna de la muerte y los moribundos con la mayor esperanza de vida. Para Elias la forma de afrontar la fase terminal de la vida, o la propia muerte, presenta problemas emocionales para las personas que alcanzan esa etapa. En las sociedades modernas, morirse puede ser un proceso muy solitario. Zygmunt Bauman ofrece otra perspectiva sobre el distanciamiento de las personas del proceso de la muerte, afirmando que las sociedades modernas niegan la muerte y la aplazan a un futuro lejano, al convertir el último e inevitable fin de la vida en una multitud de pequeñas enfermedades y “riesgos para la salud”, “no mortales” y potencialmente curables. En concreto, las sociedades modernas dan un gran valor a la juventud, y el esfuerzo por “mantenerse joven” ocupa gran parte de las vidas de muchas personas. Bauman describe tales acciones como parte de una “estrategia vital”. Últimos avances A juicio de los sociólogos, desde mediados de la década de los noventa se han producido importantes cambios en el modo en que las sociedades modernas abordan el tema de la agonía, la muerte y el duelo. En primer lugar, el movimiento que promueve residencias para enfermos terminales, iniciado en la década de los sesenta, pretende ofrecer una alternativa a la impersonalidad de los hospitales convencionales. LA primera de estas residencias modernas fue fundada por Sauders, quien creía, que el sistema de alivio del dolor propiciado en estos establecimientos hacía innecesaria la eutanasia. En segundo lugar, parece que están surgiendo nuevas formas de tratar con la muerte y el duelo, mucho más informales que las del pasado. Algunos sociólogos las han descrito como “desarrollos posmodernos” gracias a los cuáles están surgiendo enfoques más individualistas y, por tanto, más diversos para tratar con la muerte.
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