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La moral en la Suma Teológica de Santo Tomás de Aquino: el camino hacia Dios, Monografías, Ensayos de Teología

Filosofía moralTeología moralTeología de Santo Tomás

Una introducción a la moral teológica de Santo Tomás de Aquino, ubicada en la segunda parte de su Suma Teológica. Se explica cómo la moral ocupa el lugar más amplio en esta obra, ya que comprende toda la II-II. Se discute su definición teológica y su relación con Dios, la creación y la redención. Se mencionan las principales fuentes de inspiración de Santo Tomás, como la Biblia, Aristóteles y los autores que le precedieron. Se destaca la originalidad de esta parte de la Suma Teológica por la riqueza de sus construcciones y los estudios inéditos que contiene.

Qué aprenderás

  • ¿Cómo se define la moral teológica según Santo Tomás?
  • ¿Qué significa que la moral ocupa el lugar más amplio en la Suma Teológica de Santo Tomás?
  • ¿Qué fuentes de inspiración tenían mayor influencia en la moral teológica de Santo Tomás?

Tipo: Monografías, Ensayos

2015/2016

Subido el 23/11/2022

giotto-carpio
giotto-carpio 🇵🇪

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¡Descarga La moral en la Suma Teológica de Santo Tomás de Aquino: el camino hacia Dios y más Monografías, Ensayos en PDF de Teología solo en Docsity! INTRODUCCIÓN A LA I-II Por RAFAEL LARRAÑETA OLLETA, O.P. La moral ocupa en la Suma teológica de Santo Tomás la parte más amplia, pues comprende también toda la II-II. Junto con ésta que nos toca introdu- cir, se ha considerado la sección más original y genial del Doctor de Aqui- no. Su teología moral, dividida orgánicamente en definiciones y demostra- ciones perfectamente concatenadas entre sí, hace confluir en ella la gran ma- yoría de las doctrinas éticas hasta entonces conocidas. No es extraño que, no mucho tiempo después, la perspectiva moral de la Suma teológica se con- virtiese en punto de referencia obligatorio para los tratadistas católicos. El mismo magisterio hizo de ella el puntal de su enseñanza y la norma para sus documentos oficiales. 1. Características generales La parte moral de la Suma se inicia con un brevísimo prólogo. Pese a su reducida dimensión de pocas líneas, es muy importante atenernos a él, es- pecialmente si lo confrontamos con los prólogos paralelos de cada parte; sólo así podremos entender el sentido pleno de la intención del autor. La moral de Santo Tomás está situada tras el estudio del misterio de Dios, que abarca no sólo la investigación sobre Dios mismo, sino también la relación con los seres creados. El Santo da una explicación estrictamente teológica a esta manera de situar la moral, que ya puede adivinarse por su mismo orden de exposición. En el prólogo de la q.2, en la 1.a parte, que es la presentación de toda ella, define su moral como «el movimiento de la criatura racional hacia Dios», es decir, como el intermedio entre esa salida de Dios (creación) y esa vuelta a Dios (redención-salvación) que estructura la Suma, cual fiel reflejo de la vida humana. La moral aparece como la forma de llegar a Dios, como la vía por la cual los hombres logran merecer en la medida posible la salva- ción de Dios. No está muy lejos esta consideración de la mejor tradición primitiva, que hacía consistir la vida del creyente en un odos o via de la fe verdadera, como sucede en las primeras proposiciones de la Didaché. Ahora, sin olvidar la referencia a la procedencia divina, completa su de- finición de la moral teológica acudiendo al esquema antropológico de la «imagen de Dios». Según las tesis, de raigambre platónico-agustiniana, el hombre es participación del ser de Dios y está hecho, tal como dice la Es- critura, a imagen y semejanza suya. Todo el proyecto moral del cristiano consiste en cumplir con su rango de «semejanza de Dios», usando diestra y rectamente su libre albedrío para que le conduzca a ese Bien total, que es Dios mismo. 4 Introducción a la I-II Cristo, imagen de Dios Padre, será mostrado en el tercer prólogo de la q.1, 3.a parte, como quien realizó en sí mismo el camino veraz que lleva a la bienaventuranza perfecta, es decir, el modelo pleno para la conducta ética del creyente. Queda bien clara y patente la voluntad de encuadrar la moral en un marco totalmente teológico. Ese es el sentido auténtico que tuvo en la Bi- blia y que Santo Tomás desea mantener. La principal fuente de inspiración y el dinamismo más vigoroso de la moral surge de Dios mismo y del mis- terio completo de la fe. La conducta del creyente debe ser un cumplimiento de la intención y voluntad de Dios, así como una satisfacción de su voca- ción profunda a la felicidad total con su Creador. Siglos después se inició una separación metodológica entre el estudio de la fe misma (el dogma) y la acción del creyente (la moral). A la larga, esta disyunción se convirtió en ruptura, y la moral quedó atrapada en las redes del legalismo moralizante, perdiendo así sus raíces genuinamente teológicas. Nada de esto tiene que ver con la Suma teológica) y quizás por ello, hoy se ha llevado a cabo la recuperación de la ética cristiana por parte de la teolo- gía como tal, remitiéndola directamente a sus fuentes bíblicas. Desde este planteamiento tan teológico de la moral se comprende mejor la pregunta sobre la racionalidad interna de la ética en la Suma teológica. Esta pregunta incluye el interrogante sobre la estructura íntima de la moralidad. La respuesta fundamental va a ser reiteradamente propuesta en una y múltiples fórmulas a través de las diversas cuestiones: siendo Dios el objeto de la teología como tal, Dios ha de ser también el objeto propio de la teolo- gía moral. Esta formulación, de nuevo teocéntrica, no va a desconocer una distribución importante, demasiado recordada por los comentaristas pos- teriores. Tal como hemos visto en las definiciones de los prólogos a las tres par- tes de la Suma, Dios aparece como el término o fin de la actuación humana, libre y moral. Pero este hombre libre va a funcionar en todo su dinamismo ético como un hombre autónomo, y tanto en sus motivaciones y atractivos como en sus impotencias y tentaciones, seguirá siendo un ser enteramente racional. La distinción no es difícil, mientras que las interrelaciones entre esa ra- cionalidad del actuar humano y la sobrenaturalidad del fin de la existencia humana se hacen extremadamente complejas. Los discípulos convertirán esta «distinción» en un vastísimo tratado acerca del carácter teológico de la cien- cia moral. Esta mezcla y síntesis entre teología y racionalidad da un tono singular a la moral de Santo Tomás. Descubrimos así que, siguiendo a Aristóteles, él confecciona tratados meramente filosóficos, como el de los hábitos, los actos humanos, las pasiones, las virtudes, los vicios. Parece casi una repro- ducción de la Etica a Nicómaco del Estagirita, con otro esquema y notables mejoras. La teología está ahí presente como telón de fondo o como peque- ños complementos al tema total. A la vez hallamos tratados solamente teo- lógicos, como el de la gracia, cuya inspiración sólo puede proceder de la Bi- blia y la teología. Después encontramos otros, como el de la bienaventu- Introducción a la I-II 7 dentro de una síntesis, en la cual llega a identificarse lo bueno con la caridad. Quien más huella dejó, sin embargo, en todas las producciones teológi- cas de la época, fue la obra de Pedro Lombardo († 1160) con sus Cuatro Li- bros de las Sentencias. Santo Tomás se dejó llevar mucho por él, de tal manera que inició sus grandes escritos con el Comentario a las Sentencias de P. Lom- bardo. Esta obra magna de la teología de entonces se divide en dos partes desiguales. La primera parte, titulada De rebus, se subdivide, a su vez, en otras tres, a saber: una, que comprende el libro I, y que habla del misterio de Dios; otra, el libro II, que estudia la creación y el hombre; y la tercera, que abarca el libro III, donde se reflexiona sobre la encarnación, las virtudes y los pecados. La segunda parte está encabezada con el título De signis, y contiene sólo el libro IV; en ella se exponen los sacramentos y los novísi- mos. La moral aparece, por tanto, junto a la encarnación, aunque derive del esquema creacional. El Comentario de Santo Tomás introduce el tema de «la salida y retorno a Dios», hablando del retorno a partir del libro III6. Esta estructura la conservará el Santo en su Suma teológica de un modo parcial, haciendo prologar su parte moral con este tratado de la bienaventuranza, que encabeza la I-II y que juzga como la causa final del movimiento de re- torno. La Suma áurea, de Guillermo de Auxerre († 1231), influyó bastante en la doctrina moral y sacramentaría de Santo Tomás, pero es muy similar a la de Pedro Lombardo. Algunos llegaron a considerarla como un comentario más a las Sentencias. Los más inmediatos predecesores doctrinales fueron Alejandro de Hales († 1243) y San Alberto Magno († 1280). La que más parece haber influido en nuestro autor es la Suma de A. de Hales. Dividida en dos grandes secciones, que, a su vez, se subdividen en otras dos, las cuatro partes resultantes corresponden con bastante similitud a las cuatro partes de que de hecho está formada la Suma teológica de Santo Tomás. En cambio, el esquema no se asemeja tanto, pues la primera gran sección, titulada Opera conditionis, estudia los temas del Creador y de la crea- ción, mientras que la segunda, Opera restaurationis, se dedica al Redentor y la redención. La diferencia es notable, pues en este predecesor del aquina- tense, la moral aparece derivando de la redención, y en la Suma teológica la redención viene detrás de la moral, siendo ésta como un puente entre la creación natural y la salvación de Cristo. San Alberto Magno, su maestro, escribió dos sumas. La que más nos in- teresa es la primera, puesto que la segunda es, ciertamente, posterior a la de Tomás. Titulada Summa de creaturis, está dividida en varias partes. La prime- ra trata de «quattuor coaequaevis», la segunda del hombre, la tercera del bien, etc. Los críticos han juzgado que sólo las dos primeras deben conside- rarse como propias de la Suma. Santo Tomás tomó de esta suma mucho ma- 6 Boccanegra ha hecho algunas comparaciones sugerentes entre los distintos planteamientos observados en P. Lombardo y en las obras de Santo Tomás más cercanas: el Comentario a las Sentencias, la Suma contra Gentiles y la Suma de Teología. Cf. su introducción a la I-II en S. TOM- MASO D'AQUINO, La Somma teológica (Perugia 1959) VIII p.10-20. 8 Introducción a la I-II terial, especialmente todo lo referido a las fuentes aristotélicas. Pero la es- tructura total es muy fragmentaria en su maestro Alberto, mientras en el discípulo está perfectamente construida y llena de significados. La moral está también mejor ordenada en Santo Tomás y hay un mejor logro de ade- cuación entre el orden de la racionalidad y el orden sobrenatural. Las razones que debieron de impulsar a Santo Tomás a construir una moral más independiente de la razón y más inserta en la línea de la creación- salvación pudieron estar motivadas por estos autores que inmediatamente le precedieron. No quería despojar de su cohesión humana y racional a la mo- ral. Por ello le concede un puesto aparte. No pretendía en absoluto privarla de sus raíces en el misterio de la fe. Por ello une el tratado anterior sobre Dios y su creación con la moral, insertando en su inicio el tema del fin de la vida humana, que es Dios mismo, así como haciéndolo terminar con las cuestiones sobre la gracia, en virtud de la cual la acción humana se hace me- ritoria ante Dios. Deudor reconocido de todos estos autores, Santo Tomás, con plena honradez científica, va sembrando sus textos de citas explícitas o generales, con las cuales es fácil descubrir hoy el valor de su estudio y la categoría de sus aportaciones e investigaciones. 3. Originalidad El estudio de las fuentes nos lleva de la mano a preguntarnos por su originalidad. Algunos contemporáneos7 ya notaron que toda esta segunda parte de la Suma teológica, es decir, la dedicada a la moral, es la más original de todas por la riqueza de sus construcciones y por haber en ella estudios hasta en- tonces inéditos. En efecto, los tratados de la I-II referentes a los actos humanos, las pa- siones, los hábitos y la ley, no se encuentran en obras anteriores de Santo Tomás. Escogiendo y profundizando la enseñanza de la moral nicomaquea de Aristóteles y dotándole, como dijimos, de su carácter teológico, el autor logra textos realmente sugerentes y notables. Conviene destacar dos aspectos que proceden del Estagirita y que dieron un tono tan diverso y original a su moral. El primer aspecto se refiere al carácter científico de la moral. Se discutió y se discute mucho entre filósofos y teólogos sobre el «estatuto» de la ética. Sus «fuentes» parecen ser las teorías y doctrinas acerca del hombre, e inclu- so de Dios (o de los dioses en las filosofías paganas). Pero también es fácil detectar que existen otras «fuentes» de moralidad, como son las costumbres de los pueblos, transmitidas a veces de generación en generación. Si a ello unimos el «campo de aplicación», que es la conducta humana, encontrare- mos lógica la pregunta por su consistencia científica. La respuesta de Aris- 7 Esto es lo que refiere S. RAMÍREZ en su introducción general a la Suma teológica. Cf. S. TOMÁS DE AQUINO, Suma teológica (Madrid 21957) I p.193*. Introducción a la l-ll 9 tóteles, que ya comentó Santo Tomás de acuerdo con él8, es que la ética o la moral es una ciencia, pero una ciencia singular, porque posee rasgos más prácticos que especulativos. Y lo que es más importante, esta «ciencia» en que consiste la moral ha de tender, por necesidad y si no quiere perder su sentido, a hacer que los hombres lleven una vida virtuosa. Dicho con otras palabras, no sólo debe enseñar a los hombres a pensar en sus reacciones éti- cas, sino que debe mostrarles el arte de conducir la vida. Esta forma de con- siderar la moral está muy en concordancia con los autores humanistas actua- les9, quienes se alejan de esas otras corrientes que, desde las ciencias positi- vas o desde las filosofías del lenguaje, intentan desposeer a la ética de su carácter humano y dinámico. El segundo aspecto tiene profunda conexión con el anterior. La moral de Santo Tomás, como la de Aristóteles, tiene «un centro», posee algo que le da consistencia y garra. La aplicación falseada de sus análisis de los actos humanos y la caída en el legalismo por alejamiento de la teología, transfor- maron la moral de los teólogos clásicos en un jeroglífico de posibilidades para juzgar un acto moral. Despojada de su sentido hondo, la moral se con- virtió en «casuismo», una especie de juego de acertijo para descubrir cuántas diferenciaciones esenciales podía tener un acto humano, un caso moral. Nada de eso aparece ni en el autor de la Etica nicomaquea ni en nuestro Doctor. La moral está centrada, como bien puede descubrirse en esta I-II, en el hábito moral. La finalidad de la acción humana es lograr formar en el hombre hábitos buenos (virtudes), desterrando los malos (vicios). Del con- junto surgirá un conjunto de hábitos buenos que dotarán a cada uno del ca- rácter, estilo o forma de ser que la moral desea conseguir en todos. No es ilógico que esta manera de concebir al hombre ético sea muy po- sitiva. Es decir, Santo Tomás desea reflejar con su ética que el hombre, creado por Dios, aun habiendo recibido la tradición del pecado, es un ser con potencialidades más positivas que negativas. Su naturaleza es original- mente buena. Incluso en la ignorancia de Dios, el hombre puede percibir en sí, en su naturaleza primaria, la luz de la bondad, la guía, orientación o ley hacia ti bien. La moral no basca aterrorizar a los hombres con el recuerdo de su condición desgraciada, sino más bien enseñarles a desplegar toda su capacidad natural para el bien y, desde el bien, ir caminando a la felicidad y a Dios mismo. Santo Tomás se desprende mejor de ciertas inclinaciones agustinianas hacia el pesimismo moral. La tradición posterior de talante antinatural, como la de Lutero, o de insistencia en el frío deber, como la de Kant, poco tendrían que ver con la tendencia hacia la moral de la felicidad que refleja la Suma teológica. 8 In Ethic. l.I lect.I-III. 9 Como ejemplo de otros pensadores, más alejados del pensamiento clásico del catolicismo, pero concordes contesta idea, citamos a E. FROMM, Etica y psicoanálisis (México 91973) p.20-50.
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