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Orientación Universidad
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Textos historia antigua, Apuntes de Historia

Asignatura: Historia antigua, Profesor: Luis Ballesteros Pastor, Carrera: Historia del arte, Universidad: US

Tipo: Apuntes

2013/2014

Subido el 18/03/2014

saryago12
saryago12 🇪🇸

3.8

(39)

12 documentos

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¡Descarga Textos historia antigua y más Apuntes en PDF de Historia solo en Docsity! TEXTOS PARA HISTORIA DEL ARTE I. PRÓXIMO ORIENTE AISÁTICO 1.- La lucha entre Uruk y Kish. Los enviados de Agga, hijo de Enmebaragesi, partieron de Kish para presentarse ante Gilgamesh, en Uruk. El señor Gilgamesh, ante los ancianos de su ciudad llevó el asunto y les pidió consejo: "No nos sometamos a la casa de Kish, ataquémosles con nuestras armas". La asamblea reunida de los ancianos de su ciudad respondió a Gilgamesh: "Sometámonos a la casa de Kish, no la ataquemos con nuestras armas". Gilgamesh, señor de Kullab, que realizó heroicas hazañas por la diosa Inanna, no aceptó en su corazón las palabras de los ancianos de su ciudad. Por segunda vez Gilgamesh, el señor de Kullab, ante los combatientes de su ciudad llevó el asunto y les pidió consejo:"¡No os sometáis a la casa de Kish! ¡Ataquémosla con nuestras armas! La asamblea reunida de los combatientes de su ciudad respondió a Gilgamesh: "¡No os sometáis a la casa de Kish! ¡Ataquémosla con nuestras armas!". Entonces Gilgamesh, el señor de Kullab, ante este consejo de los combatientes de su ciudad, sintió alegrarse su corazón, esclarecerse su alma. S.N. Kramer, From the Tablets of Sumer, pp. 82-83. 2.- La maldición de Akad. ¡Akkad, tú que osaste atacar al Ekur, tú que has desafiado a Enlil! (...) Que los ladrillos de arcilla de que estás hecha vuelvan a su abismo. Que sean ladrillos malditos por Enki. Que tus árboles vuelvan a sus bosques. Que sean los árboles malditos por Ninildu. Tus bueyes abatidos, que así puedas abatir a tus mujeres en su lugar. Tus carneros degollados, que así puedas degollar a los niños en su lugar (...) Akkad, que tu palacio, construido con el corazón alegre, se convierta en una ruina lamentable... Que en los lugares donde se celebraban tus ritos y tus fiestas, la zorra que vaga por los caminos, menee el rabo. Que en los caminos de sirga de tus barcas, no medren más que hierbajos... Más aún, que en los caminos de sirga y los embarcaderos de tus barcas ningún ser humano pueda pasar, a causa de las cabras salvajes, de las sabandijas, de las serpientes y de los escorpiones.... En los caminos de sirga de sus barcas ya no medran más que hierbajos. En los caminos de sus carros ya no medra más que la "planta que gime"; más aún, en los caminos de sirgas y los embarcaderos de sus barcas, no pasa ningún ser humano, a causa de las cabras salvajes, de las sabandijas, de las serpientes y de los escorpiones. En las llanuras donde crecía la planta del corazón, ya no crece más que la "caña de las lágrimas". Akkad, en lugar de su agua dulce, ya no ve fluir más que un agua amarga. S.N. Kramer, From the Tablets of Sumer, pp. 305-306. 3.- Fragmentos del llamado "Código de Ur-Namu" (En realidad promulgado por Shulgi, hijo de éste). -Había pastos junto a los bueyes, pastos junto a los corderos y pastos junto a los asnos. En este día, Ur-Nammu, varón poderoso, rey de Ur, rey de Sumer y Akkad, con la fuerza de Nanna, rey de la ciudad... la equidad en el país estableció, el desorden y la iniquidad extirpó; a los capitanes de los barcos para el comercio fluvial, a los pastos de los bueyes, de los carneros, de los asnos... Sumer y Akkad... En este día... la equidad con la fuerza de Nanna... -Conformó un siclo de bronce, fijó una mina de plata; un siclo de plata como medida de peso de 1/60 de mina fijo... El huérfano al poderoso no fue entregado. La viuda al rico no fue entregada. El hombre de un siclo al hombre de una mina no fue nunca entregado... -Si un ciudadano acusa a otro ciudadano de brujería y lo conduce ante el dios-río, y si el dios-río lo declara puro, aquel que lo conduce... -Si un ciudadano a otro ciudadano en el curso de una riña su mano o su pie ha fracturado, 10 siclos de plata pagará. Si un ciudadano a otro ciudadano ha golpeado con un arma y le ha roto un hueso, una mina de plata pagará. Si un ciudadano a otro ciudadano ha golpeado con un instrumento pesado la nariz, 2/3 de mina pagará. Si... E. Szlechter, "Le Code d'Ur-Nammu", RA 49, 1955, pp.169 y ss. 4.- Código de Hammurabi. Prólogo: Cuando el exaltado Anum, rey de los Annunaki e Illil, señor del cielo y de la tierra, que señala el destino de la humanidad, concedió el mando divino de la multitud del pueblo a Marduk, el primer hijo nacido de Ea, lo magnificó entre los Igigi, llamó a Babilonia por su exaltado nombre y la hizo preeminente en las cuatro partes del mundo... entonces Anum y Ellil, que dona prosperidad al pueblo, me llamaron con el nombre de Hammurabi, el príncipe reverente temeroso de Dios, para hacer que la justicia apareciera en la tierra, para destruir el mal y que el fuerte no oprimiera al débil para surgir como el mismo Shamash sobre la multitud de oscuro cabello y dar luz a la tierra. 1.-Si un hombre ha acusado a otro y le ha atribuido un asesinato y éste no ha sido probado en su contra, su acusador será condenado a muerte. 2.-Si un hombre ha acusado a otro de brujería y no ha sido probada, el acusado irá al río santo, saltará al río santo y si el río santo lo hunde, su acusador tomará y guardará su casa; si el río santo prueba su inocencia y vuelve seguro, quien le ha acusado de brujería será condenado a muerte... 5.-Si un juez ha tratado un pleito, dado una sentencia y hecho que se sellara una tableta para ser ejecutada, y después de esto varía su juicio, se le hará culpable de variar su juicio y pagará doce veces la demanda del litigio, se le apartará de su lugar en el banco de los jueces en la asamblea y nunca más se sentará en juicio con los jueces. 8.-Si un hombre ha robado un buey, cordero, asno, cerdo o barca, si es a dios o al palacio, devolverá el tréntuplo; si es a un mushkenu, compensará el décuplo. Si el ladrón no tiene con qué responder, será culpable de muerte. 15.-Si un hombre ha hecho salir de las puertas a un esclavo o esclava del palacio, a un esclavo o esclava de un mushkenu, será condenado a muerte. 196.-Si un hombre ha reventado el ojo de un hombre libre, se le reventará un ojo. 197.-Si rompe el hueso de un hombre libre, se le romperá un hueso. 198.-Si revienta el ojo de un mushkenu o rompe el miembro de un mushkenu, pagará una mina de plata. 199.-Si ha reventado el ojo del esclavo de un hombre libre, o roto el miembro del esclavo de un hombre libre, pagará la mitad de su precio. 209.-Si un hombre golpea a la hija de un hombre libre y la hace abortar, pagará 10 siclos de plata por el fruto de su vientre. 210.-Si esa mujer muere, se matará a su hija. 211.-Quien cause el aborto de la hija de un villano, golpeándola, pagará 5 siclos de plata. gobierno de las cabezas negras, me entregó el cetro, la espada y el báculo, me presentó la diadema del gobierno legítimo. En ese tiempo, al comienzo de mi sacerdocio, la tierra de Uradri (Urartu) se rebeló, y a Assur y los grandes dioses, mis señores, alcé mis manos en oración, movilicé mis ejércitos y marché contra sus poderosas plazas fuertes en las montañas. Las tierras de Himme, Uadkun, bargun, Salua, Halila, Luha, Nilipahri, Zingun, ocho países con sus fuerzas conquisté. Capturé y quemé a cincuenta y una de sus ciudades, y como botín me apoderé de su propiedad. En sólo tres días, ante los pies de Assur, mi señor, traje en sumisión a toda la tierra de Uruadri. Seleccioné a sus hombres jóvenes, los tomé a mi servicio, los elegí para que me temieran. Para siempre les impuse pesado tributo en su región montañosa. La ciudad de Arina una plaza fuerte defendida, que antes se había rebelado contra el dios Assur, con la ayuda de Assur y de los grandes dioses mis señores, tomé esa ciudad, la destruí y esparcí kudime por todo el lugar. Reuní su polvo y los deposité en la puerta de mi ciudad Assur (como testigo) para días venideros. D.D. Luckenbill, Ancient Records of Assyria and Babylonia, vol.I, 16-17. 8.- Apogeo de Israel con Salomón. Tenía Salomón doce gobernadores sobre todo Israel, los cuales abastecían al monarca y a su casa: cada uno estaba encargado del abastecimiento un mes por año. (...) Salomón imperaba en todos los reinos desde el río y hasta la frontera de los filisteos y hasta la frontera de Egipto, los cuales aportaron tributo y estuvieron sujetos a Salomón todos los días de su vida. La provisión de boca de Salomón era cada día de treinta coros de flor de harina y sesenta coros de harina corriente; des reses vacunas cebadas y veinte reses vacunas de pasto, cien reses de ganado menor, sin contra ciervos, gacelas, gansos y aves cebadas. En realidad, él señoreaba en todo el lado de acá del río, desde Tifsah hasta Gaza, y en todos los reyes aquende el río, y gozaba de paz en todos sus confines circundantes. Judá e Israel habitaron tranquilos, cada uno bajo su parra y su higuera, desde Dan hasta Bersheba, mientras vivió Salomón (...). El rey Salomón impuso una prestación personal a todo Israel; consistía tal prestación en una leva de treinta mil hombres. Él los enviaba al Líbano, a diez mil por mes, alternativamente: un mes estaban en el Líbano y dos en su casa. Y Adonirám hallábase al frente de dicha prestación. Tenía, además, Salomón setenta mil hombres dedicados al transporte y ochenta mil canteros en la montaña; sin contar los oficiales nombrados por los intendentes de Salomón y que andaban al frente de los trabajos, en número de tres mil trescientos los cuales dirigían a las gentes que trabajaban en la obra (del templo). Libro I de los Reyes (extractos). 9.- Tercera campaña de Senaquerib (702 a.C.). En mi tercera campaña marché contra Hatti. Luli, rey de Sidón, a quien el aterrador hechizo de mi señorío había dominado, huyó a lo lejos, allende los mares, y pereció. El sobrecogedor esplendor del arma de Asur, mi señor, abrumó sus fuertes ciudades, como Sidón Grande, Sidón Pequeña, Bit-Zitt, Zarbitu, Mahalliba, Usu (a saber: la parte de tierra firme de Tiro), Akzib y Akko, todas sus ciudades fortificadas, amuralladas y bien provistas de alimentos y agua para sus guarniciones, y se inclinaron en señal de sumisión a mis pies. Puse a Etbaal en el trono para que fuese rey sobre ellos y le impuse tributo debido a mí como superior suyo, para que se pagase anualmente sin interrupción. (...) En cuanto a Ezequías el Judío, no se sometió a mi yugo. Puse sitio a 46 ciudades fuertes, baluartes e innumerables aldehuelas de sus inmediaciones, y las conquisté mediante terraplenes bien construidos y aretes acercados a los muros, combinados con el ataque de infantes y usando minas, brechas y trabajo de zapa. Saqué de ellas 200.150 personas, jóvenes y ancianos, varones y hembras, caballos, mulas, asnos, camellos, ganado mayor y menor sin cuento, y los consideré botín. A él mismo hice prisionero en Jerusalén, su residencia real, como a un pájaro en una jaula. La cerqué con terraplenes a fin de molestar a los que abandonaban la puerta de su ciudad. Las ciudades que había pasado a saco desgajé de su país y las entregué a Mitoini, rery de Asod, a Padi, rey de Eqrón, y a Sillibel, rey de Gaza. Así reduje su país, pero aumenté aún el tributo y los presentes debidos a mí como su superior, que le impuse después además del tributo anterior para que se pagase anualmente. El propio Ezequías, al que el temible esplendor de mi señorío había abrumado (...), y cuyas tropas le habían desertado, me envió más tarde a Nínive, mi ciudad señorial, además de 30 talentos de oro, 800 talentos de plata, piedras preciosas, antimonio, grandes bloques de piedra roja, lechos y sillas con taracea de marfil, cueros de elefante, madera de ébano, madera de boj, y toda clase de valiosos tesoros, sus hijas, concubinas y músicos. J.B. Pritchard, Ancient Near Eastern Texts, 2, 287-288. 10.- Costumbres de los persas, según Heródoto. Suelen subir a las cimas de las montañas para ofrecer sacrificios a Zeus, cuyo nombre aplican a toda la bóveda celeste. (...) Cada uno se casa con varias esposas legítimas y se procura, además, un número muy superior de concubinas. (...) Desde los cinco hasta los veinte años sólo enseñan a sus hijos tres cosas: a montar a caballo, a disparar el arco y a decir la verdad. Y hasta que un niño no tiene cinco años, no comparece en presencia de su padre, sino que hace su vida con las mujeres (...). El cadáver de un persa no recibe sepultura, mientras no haya sido desfigurado por un ave de rapiña o un perro. Desde luego, los magos sé positivamente que lo hacen así, pues lo hacen públicamente. En cualquier caso, los persas impregnan con cera el cadáver y, después, lo entierran. Por su parte, los magos se diferencian notablemente del resto de los hombres, en especial de los sacerdotes de Egipto; pues, mientras éstos estiman como un deber de su clase no dar muerte a ningún animal, a excepción de los que sacrifican, los magos, por el contrario, matan con sus propias manos toda clase de seres vivos, excepción hecha del perro y del hombre. Heródoto, Historia 1.131-140 (extractos). 11.- Poder de Darío, Gran Rey de Persia Yo (soy) Darío, el rey grande, el rey de reyes, rey sobre los persas, rey de los pueblos, el hijo de Histaspes, el nieto de Arsames, el aqueménida. Y Darío el rey dice: Mi padre (es) además Histaspes, y el padre de Histaspes (es) Arsames y el padre de Arsames (es) Ariaramnes y el padre de Ariaramnes (es) Teispes y el padre de Teispes (es) Aquemenes. Y Darío el rey dice: por tal motivo nosotros nos consideramos de raza aqueménida, (pues) desde el más remoto origen hemos sido nobles y desde el más remoto origen de nuestra raza, reyes. Y Darío el rey dice: ocho reyes de mi raza detentaron antes la realeza, yo en noveno (lugar) ejercí la realeza; por lazos de unión nosotros hemos sido reyes. Y Darío el rey dice: por voluntad de Ahuramazda yo ejercí la realeza; Ahuramazda me concedió la realeza. Y Darío el rey dice: éstos (son) los países que se declararon míos y cuya realeza ejercí por voluntad de Ahuramazda: persas y elamitas y babilonios y asirios y árabes y egipcios y los del mar y sardos y jonios y medos y armenios y capadocios y partos y drangianos y arios y corasmios y (el de) Bactria y sogdianos y (el de) Gandara y saceos y (el de) Satagidia y (el de) Aracosia y (el de) Maka, en total completamente 23 países. Y Darío el rey dice: estos países que se declararon míos, otorgados por voluntad de Ahuramazda, me servían, traían mi tributo, lo que yo les dije, de noche o de día, lo hicieron. Y Darío el rey dice: estos son los países en los que al hombre [fiel?] a éste lo protegí; a quien (era) malvado, a éste lo perseguí duramente. Por voluntad de Ahuramazda mi ley era observada en estos países, según lo que yo les decía esto hacían. Inscripción de Behistún, A. Kuhrt, The Persian Empire, 5.1 II. EGIPTO. 12.- El rey Menes. De acuerdo con el relato de los sacerdotes, Menes, primer rey de Egipto, puso al abrigo de un dique el emplazamiento de Menfis; en efecto el río discurría entonces entero a lo largo de la cadena arenosa del lago de Libia; Menes, a 100 estadios poco más o menos de Menfis hacia el Sur, le obligó mediante elevaciones de terreno a formar un recodo, secó el lecho antiguo y desvió el río de manera que discurrió por medio de la llanura... Después que, continúan los sacerdotes, este Menes, que fue el primer rey, hubo secado el espacio del que el Nilo se había apartado, fundó la ciudad que ahora es llamadas Menfis -Menfis se halla, en efecto, en la parte estrecha de Egipto- y, además de esta ciudad, hizo cavar un lago, alimentado por el río, que le roda al Norte y al Oeste (por la parte de Levante la limita el mismo Nilo); después construyó en la ciudad el santuario de Hefesto, que es amplio y más digno de lo que se habla. Heródoto, Historia, 2.99. 13.- Amonestaciones del profeta Ipuwer La Sublime Sala de Justicia, sus escrituras son arrancadas, sus lugares secretos son divulgados. Las fórmulas mágicas son divulgadas yt se convierten en ineficaces, porque los hombres las tienen en su memoria. Son abiertas las oficinas públicas; son robadas sus declaraciones; desdichado de mí por la tristeza de estos tiempos... Ved: cosas que nunca tuvieron lugar en el pasado: el rey es arrastrado por los pobres. Lo que ocultaba la Pirámide está ahora vacío. Algunos hombres sin fe ni ley han despojado al país de la realeza. Han venido a alzarse contra el Ureus que defiende Ra y pacifica las Dos Tierras... Eres gracioso, grande, brillante y alto sobre cada país; Tus rayos abarcan las tierras hasta el límite de cuanto hiciste: Porque eres Re, alcanzas hasta el extremo de ellas; (Tú) las subyugas (para) tu amado hijo. Aunque estás en lo lontano, tus rayos se hallan en la tierra; Aunque estás en sus rostros, nadie sabe tu marcha. Cuando te pones en el horizonte occidental, La tierra se oscurece, al modo de la muerte. Duermen en una habitación, con las cabezas envueltas, Y un ojo no ve al otro. Todos los bienes que hay debajo de sus cabezas podrían robarse, (Sin que) ellos (lo) notaran. Cada león ha salido de su guarida; Todo lo que repta, pica. La tiniebla es una mortaja y la tierra está en silencio, Pues quien los hizo reposa en su horizonte. Al alba, cuando te encumbras en el horizonte, Cuando resplandeces como el Atón de día, Disipas la oscuridad y lanzas tus rayos. Los Dos Países festejan cada día, Despiertos y levantados sobre (sus) pies, Pues tú los has alzado. Lavando sus cuerpos, desnudándose, Sus brazos se (elevan) en prez a tu aparición. Todo el mundo ejecuta su labor. Todas las bestias se contentan con sus pastos; Árboles y plantas florecen, Los pájaros que vuelan de sus nidos Sus alas (despliegan) en loor de tu ka. Todos los animales saltan sobre (sus) patas. Cuanto vuela y se posa Vive cuando tú te elevas (para) ellos. Los barcos navegan al norte y al sur también, Porque cada ruta se abre a tu aparición. Los peces del río se deslizan ante tu faz; Tus rayos están en medio del gran mar verde. (...) Los países de Siria y Nubia, la tierra de Egipto, Tú pones cada hombre en su lugar, Tú provees a sus necesidades: Todos tienen su alimento y el tiempo de su vida está decretado. Sus lenguas se hallan separadas en habla, Y sus naturalezas también; Sus pieles se distinguen Como tú distingues los pueblos extranjeros. Tú haces un Nilo en el mundo inferior, Tú lo educes porque deseas Sustentar al pueblo (de Egipto), Según tú los hiciste para ti mismo, El señor de todos ellos, fatigándo(se) con ellos, El señor de cada país, alzándose por ellos, El Atón del día, magnífico en majestad. Todos los países extraños y distantes (también) hiciste su vida, Pues estableciste un Nilo en el cielo, Para que descienda para ellos y haga olas sobre los montes, Como el gran mar verde, Para irrigar sus campos en sus ciudades. ¡Cuán efectivos son tus propósitos, oh señor de eternidad! El Nilo del cielo es para los pueblos extranjeros Y para las bestias de todo desierto que van sobre (sus) pies; (En cambio el verdadero) Nilo sale del mundo inferior para Egipto. (...) Estás en mi corazón Y no hay otro que te conozca Sino tu hijo Nefer-heperu-Re Wa-en-Re, Porque le hiciste bien versado en tus proyectos y en tu fuerza. J. B. Pritchard, La Sabiduría del Antiguo Oriente. 16. Ramsés III y los "Pueblos del Mar" Año 8 bajo la majestad de Ramsés III (...). Los países extranjeros conspiraron en sus islas. De repente las tierras fueron apartadas y diseminadas en la contienda. Ningua tierra podía sostenerse frente a sus armas, desde Hatti, Kode, Karkemish, Arzawa y Alasiya en adelante, siendo ampatadas de una vez. Desolaron a su gente y su tierra fue como lo que nunca había sido. Avanzaban hacia Egipto mientras la llama se preparaba ante ellos. Su confederación la formaban los filisteos, tjeker, sateles, denyen y weses, con sus territorios unificados. Pusieron sus manos en los países hasta el circuito de la tierra, con los corazones llenos de confianza y seguridad: "¡Nuestros propósitos triunfarán!" Pero el corazón de este dios, el Señor de los dioses, estaba preparado y dispuesto a atraparlos como pájaros... Organicé mi frontera en Djahi, preparé frente a ellos a príncipes, jefes de guarniciones y maryannu. He dispuesto las bocas del río como un fuerte muro, con naves de guerra, galeras y embarcaciones de cabotaje (...). Las tropas consistían en hombres elegidos de Egipto. (...) La fuerza de carros se componía de corredores, de hombres selectos, de todo guerrero de carro bueno y capaz. (...) Yo era el valiente Montu, firme al frente de ellos, de modo que viesen la presa de mis manos. Aquellos que llegaron a mi frontera, su simiente no existe, su corazón y su alma terminaron para siempre (...). Aquellos que vinieron juntos por el mar, la llama entera estuvo delante de ellos en las bocas del río, y una empalizada de lanzas los rodeó en la playa. J.B. Pritchard, ANET 260. III. GRECIA 17. La discutida talasocracia cretense En efecto, Minos es el más antiguo de cuantos conocemos por tradición oral, que poseyendo una escuadra naval y dominando la mayor parte del actual mar griego, pudo también ejercer su poder sobre las islas Cícladas, al tiempo que fue el primer colonizador de la mayor parte de ellas, expulsando a los carios y estableciendo como jefes a sus propios hijos. Y, como es natural, en la medida que podía, mantenía el mar limpio de piratas, a fin de que los tributos pudieran llegarle mejor. Pues antiguamente los griegos y los bárbaros que en el continente habitaban el litoral y los de las islas, después que comenzaron a intensificar sus relaciones por mar, se dedicaron a la piratería, conducidos por hombres poderosos, atraídos por el beneficio que les reportaba y por la necesidad de buscar alimento para los débiles. Y cayendo sobre ciudades sin amurallar, con la población diseminada por aldeas, las saqueaban, y de ello obtenían la mayor parte de sus medios de vida, dado que este tipo de trabajo no era aún vergonzoso, más bien les procuraba algo de gloria. Tucídides, Historia de la Guerra del Peloponeso, 1.4-5. 18. Instituciones homéricas Heródoto 4.150-151; 156-159 (extractos). 21. Imagen negativa de un tirano: Aristodemo de Cumas Aristodemo dejó pasar unos pocos días (tras la victoria en la batalla de Aricia) en los que cumplió los votos a los dioses y aguardó a las embarcaciones que llegaban con retraso, y cuando se presentó el momento oportuno, dijo que deseaba contar ante la boulé lo acaecido en el combate y mostrar el botín de guerra. Una vez reunidas las autoridades en el bouleuterio en gran número, Aristodemo se adelantó para hablar y expuso todo lo sucedido en la batalla, mientras sus cómplices en el golpe de mano, dispuestos por él, irrumpieron en el bouleuterio en tropel con espadas debajo de sus mantos y degollaron a todos los aristócratas. Después de esto hubo huidas y carreras de los que estaban el ágora, unos hacia sus casas, otros fuera de la ciudad, con excepción de los que estaban enterados del golpe; estos últimos tomaron la ciudadela, los arsenales y los lugares seguros de la ciudad. A la noche siguiente liberó de las cárceles a los condenados a muerte, que eran muchos, y después de armarlos junto con sus amigos, entre los que se encontraban también los prisioneros tirrenos, constituyó un cuerpo de guardia en torno a su persona. Al llegar el día, convocó al pueblo a una asamblea y lanzó una larga acusación contra los ciudadanos que había matado, tras lo cual dijo que éstos habían sido castigados con justicia, pues habían intrigado contra él, pero que, por lo que se refería a los demás ciudadanos, había venido para traerles libertad, igualdad de derechos y otros muchos bienes. Tras pronunciar estas palabras y colmar a todo el pueblo de esperanzas maravillosas tomó las peores medidas políticas que existen entre los hombres y que son el preludio de toda tiranía: la redistribución de la tierra y la abolición de las deudas. Prometió ocuparse él mismo de ambas cuestiones, si se le designaba general con plenos poderes hasta que los asuntos públicos estuviesen seguros y se estableciera una forma democrática de gobierno. Como la multitud plebeya y sin principios acogió con alegría el saqueo de los bienes ajenos, Aristodemo, dándose a sí mismo un poder absoluto, impuso otra medida con la que los engañó y privó de la libertad (...). Ese mismo día se apoderó de las armas de todos los cumanos, y, durante los días siguientes, registró las casas, en las que mató a muchos buenos ciudadanos con la excusa de que no habían consagrado todas las armas a los dioses, tras lo cual reforzó la tiranía con tres cuerpos de guardia. Uno estaba formado por los ciudadanos más viles y malvados, con cuya ayuda había derrocado al gobierno aristocrático; otro, por los esclavos más impíos, a los que él mismo había dado la libertad por haber matado a sus señores, y el tercero, un cuerpo mercenario, por los bárbaros más salvajes. Dionisio de Halicarnaso, Antigüedades Romanas, 7.7-8. 22.- Discurso fúnebre de Pericles Comenzaré, ante todo, por nuestros antepasados. Es justo a la vez que adecuado en una ocasión como ésta tributarles el homenaje del recuerdo. Ellos habitaron siempre esta tierra y, en el sucederse de las generaciones, nos la han transmitido libre hasta nuestros días gracias a su valor. Y si ellos son dignos de elogio, todavía lo son más nuestros padres, pues al legado que habían recibido consiguieron añadir, no sin esfuerzo, el imperio que poseemos, dejándonos así a nuestra generación una herencia incrementada. Nosotros, en fin, los hombres que ahora mismo aún estamos en plena madurez, hemos acrecentado todavía más la potencia de este imperio. (...) Tenemos un régimen político que no emula las leyes de otros pueblos, y más que imitadores de los demás, somos un modelo a seguir. Su nombre, debido a que el gobierno no depende de unos pocos sino de la mayoría, es democracia. En lo que concierne a los asuntos privados, la igualdad, conforme a nuestras leyes, alcanza a todo el mundo, mientras que en la elección de los cargos públicos no anteponemos las razones de clase al mérito personal, conforme al prestigio de que goza cada ciudadano en su actividad; y tampoco nadie, en razón de su pobreza, encuentra obstáculos debido a la oscuridad de su condición social (...). Si en nuestras relaciones privadas evitamos molestarnos, en la vida pública, un respetuoso temor es la principal causa de que no cometamos infracciones, porque prestamos obediencia a quienes se suceden en el gobierno y a las leyes, y principalmente a las que están establecidas para ayudar a los que sufren injusticias y a las que, aun sin estar escritas, acarrean a quien las infringe una vergüenza por todos reconocida. Por otra parte, como alivio de nuestras fatigas, hemos procurado a nuestro espíritu muchísimos esparcimientos. Tenemos juegos y fiestas durante todo el año, y casas privadas con espléndidas instalaciones, cuyo goce cotidiano aleja la tristeza. (...) En el sistema de prepararnos para la guerra también nos distinguimos de nuestros adversarios en estos aspectos: nuestra ciudad está abierta a todo el mundo, y en ningún caso recurrimos a las expulsiones de extranjeros para impedir que se llegue a una información u observación de algo que, de no mantenerse en secreto, podría resultar útil al enemigo que lo descubriera. Esto es así porque no confiamos tanto en los preparativos y estratagemas como en el valor que sale de nosotros mismos en el momento de entrar en acción. Y en lo que se refiere a los métodos de educación, mientras que ellos, desde muy jóvenes, tratan de alcanzar la fortaleza viril mediante un penoso entrenamiento, nosotros, a pesar de nuestro estilo de vida más relajado, no nos enfrentamos con menos valor a peligros equivalentes (...) Amamos la belleza con sencillez y el saber sin relajación. Nos servimos de la riqueza más como oportunidad para la acción que como pretexto para la vanagloria, y entre nosotros no es un motivo de vergüenza para nadie reconocer su pobreza, sino que lo es más bien no hacer nada por evitarla. Las mismas personas pueden dedicar a la vez su atención a sus asuntos particulares y a los públicos (...). Somos, en efecto, los únicos que, a quien no toma parte en estos asuntos, lo consideramos no un despreocupado, sino un inútil; y nosotros en persona, cuando menos, damos nuestro juicio sobre los asuntos, o los estudiamos puntualmente, porque, en nuestra opinión, no son las palabras las que suponen un perjuicio para la acción, sino el no informarse por medio de la palabra antes de proceder a lo necesario mediante la acción. También nos distinguimos en cuanto a que somos extraordinariamente audaces a la vez que hacemos nuestros cálculos sobre las acciones que vamos a emprender, mientras que a los otros la ignorancia les da coraje, y el cálculo, indecisión. (...) Resumiendo, afirmo que nuestra ciudad es, en su conjunto, un ejemplo para Grecia, y que cada uno de nuestros ciudadanos individualmente puede, en mi opinión, hacer gala de una personalidad suficientemente capacitada para dedicarse a las más diversas formas de actividad con una gracia y habilidad extraordinarias. (...) Porque, entre las ciudades actuales, la nuestra es la única que, puesta a prueba, se muestra superior a su fama, y la única que no suscita indignación en el enemigo que la ataca, cuando éste considera las cualidades de quienes son causa de sus males, ni, en sus súbditos, el reproche de ser gobernados por hombres indignos. Y dado que mostramos nuestro poder con pruebas importantes, y sin que nos falten los testigos, seremos admirados por nuestros contemporáneos y por las generaciones futuras, y no tendremos ninguna necesidad ni de un Homero que nos haga el elogio ni de ningún poeta que deleite de momento con sus versos (...); nos bastará con haber obligado a todo el mar y a toda la Tierra a ser accesibles a nuestra audacia, y con haber dejado por todas partes monumentos eternos en recuerdo de males y bienes. Tucídides, 2.36-41 (extractos). 23. La "profesionalización" de la política y el desencanto del ciudadano medio. ¿Por qué hace tiempo todo iba bien y ahora todo va mal? En primer lugar, porque antes el pueblo tenía el valor de hacer personalmente la política y la guerra, era patrón de los políticos y gozaba de todos los privilegios como soberano y cada persona se sentía afortunada si recibía del pueblo honores, cargos y recompensas. Pero hoy los políticos lo hacen todo y disponen de todos los bienes, y vosotros, pueblo, estáis reducidos a la condición de siervos y permanecéis paralizados, privados de vuestro dinero, de vuestros aliados, y completamente satisfechos cuando se decreta una contribución para los espectáculos y se organizan las fiestas Boedromías. Al contrario -y esto es lo más vergonzoso- estáis agradecidos porque se os da lo que es vuestro. Y los políticos, después de haberos encarcelado en la ciudad, os empujan a estas satisfacciones y os domestican para someteros. No es posible tener sentimientos nobles y generosos cuando se obra mezquinamente... Demóstenes, Primera Olintíaca 3.30 y ss. 24.- La relación de Alejandro con las ciudades griegas Durante la pritanía de Disíteo, del rey Alejandro al pueblo quiota. Todos los desterrados de Quíos podrán regresar y en Quíos se instaurará el régimen democrático. Serán elegidos redactores de leyes, que codificarán y enmendarán las actualmente vigentes con el fin de que nada se oponga a la democracia ni al retorno de los desterrados. Las enmiendas y las propuestas serán remitidas para su ratificación a Alejandro. Los quiotas aportarán veinte trirremes equipadas a sus expensas, las cuales vendrán a reunirse con el resto de la escuadra griega que está con nosotros. Por lo que se refiere a los que vendieron la ciudad a los bárbaros, los que han huido serán desterrados de todas las ciudades que participan de la paz y serán reos de presidio, conforme al decreto de los griegos; cuantos han permanecido en Quíos, serán enviados a la Asamblea de la Confederación griega, donde se les juzgará. Si surge alguna querella entre los que regresan y los que están en la ciudad, los implicados serán juzgados en nuestra corte. Hasta que los quiotas se reconcilien, el rey Alejandro mantendrá en la ciudad una guarnición suficiente, cuya manutención correrá a cargo de los quiotas. M.N. Tod, A Selection of Greek Historical Inscriptions, 192 (332 a.C.). 25. El incidente de Opis Una vez en Opis, Alejandro reunió a los macedonios para adelantarles que quedaba libre del servicio en el ejército todo aquel que por edad o mutilación corporal resultara inútil para el servicio de armas, y que su intención era mandarles a cada cual a su pueblo. A los que se marcharan los iba a dotar de tal suerte, que al llegar a su casa fueran la envidia de los vecinos. (...) Alejandro decía esto para congraciarse con los macedonios, pero éstos, que veían que Alejandro los trataba ahora con menosprecio y los consideraba unos inútiles para la guerra, se consideraron, y con razón, dolidos por las palabras de Alejandro, al igual que antes lo habían estado durante la expedición en repetidas ocasiones; así, les molestaba su vestimenta persa (pues ello representaba también el desprecio por todo lo macedonio) y el equipamiento de los Epígonos (al fin y al cabo unos bárbaros) a la usanza (...) macedonia; finalmente, también les molestó la inclusión de jinetes de tribus bárbaras en los batallones de los Compañeros. Ante todo esto, no pudieron permanecer ya en silencio, sino que le rogaron les diera de baja a todos de su ejército, y que organizara nuevas expediciones con su padre (irónicamente aludían así a Amón). Al oír esto Alejandro (...) saltó del estrado en que estaba con sus oficiales y dio órdenes de que detuvieran a los cabecillas que habían soliviantado al resto del ejército, señalando él mismo con el dedo a sus hispaspistas a quiénes tenían que detener, en total trece hombres. Acto seguido dio órdenes de que éstos fueran ajusticiados. Todos los demás, atemorizados, guardaron profundo silencio, ante lo cual Alejandro subió de nuevo a la tribuna y les dijo lo siguiente: (...) "En efecto, Filipo os encontró siendo unos vagabundos indigentes: muchos de vosotros, mal cubiertos con unas burdas pieles, erais pastores de unas pocas ovejas IV. ETRURIA Y REPÚBLICA ROMANA 27. Etruria y los etruscos Los etruscos, que antiguamente se distinguían por su energía, conquistaron un vasto territorio en el que fundaron muchas ciudades importantes. Disponían asimismo de poderosas fuerzas navales, y tuvieron durante mucho tiempo el dominio de los mares, hasta el punto de que el que baña las costas de Italia fue denominado por ellos mar Tirreno. Perfeccionando el equipamiento de sus ejércitos de tierra, inventaron lo que se llama trompeta, que es de la mayor utilidad en la guerra, y que fue llamada por ellos tirrena, y prepararon distintivos honoríficos para los generales que les dirigían, atribuyéndoles lictores, un asiento de marfil y una toga bordada de púrpura. Y en las casas inventaron el peristilo, que es de una gran comodidad para aislarse del estruendo causado por la servidumbre. La mayor parte de estos descubrimientos fueron imitados por los romanos, que los perfeccionaron y los introdujeron en su civilización. Hicieron progresar las letras, las ciencias de la naturaleza y la teología, y desarrollaron más que ningún otro pueblo la observación de los rayos. Por esta razón, aún en nuestros días inspiran una viva admiración a los que son los dueños de casi todo el mundo y que se sirven de ellos para interpretar los signos celestes. Como habitan una tierra fértil en frutos de toda clase y la cultivan asiduamente, gozan de una abundancia de productos agrícolas que no sólo bastan para su mantenimiento, sino que les conduce a un lujo excesivo y a la voluptuosidad. Así, se hacen preparar dos veces al día mesas suntuosas con todo lo que contribuye a una vida delicada, encargan mantos bordados de flores, ordenan que se les sirva gran cantidad de vasos de plata, y tienen a su servicio un considerable número de esclavos. De entre éstos, algunos son de una rara belleza, otros van engalanados con magníficas vestimentas que no convienen al estado servil, y, en Etruria, los criados tienen estancias particulares de toda clase: así es de todas formas para la mayoría de los hombres libres. En general se han alejado de la valentía que los distinguía en otro tiempo, y a fuerza de vivir en los banquetes y las delicias afeminadas, han perdido, lo que no es de extrañar, la reputación que sus ancestros se habían forjado en la guerra. Pero lo que ha influido más que nada a dejarse llevar por la molicie es la calidad de su tierra, ya que, habitando un país que produce de todo y que es de una fertilidad sin límites, pueden guardar abundantes frutos de toda especie. (Posidonio, FGH IIA, 87, 119 y C 154 y ss., apud Diodoro de Sicilia, 5.40). 28. Rómulo, fundador de las instituciones Rómulo reservó al rey estas prerrogativas: en primer lugar, presidir los asuntos sagrados y los sacrificios y cumplir todo lo que fue previsto por la voluntad de los dioses; a continuación, en tanto que guardián de las leyes y de las costumbres de los antepasados, ocuparse de la justicia según el derecho natural y el derecho establecido: juzgar los mayores crímenes, encomendar los menores a los senadores, pensar en impedir todas las faltas en el proceso; reunir al senado y convocar al pueblo, expresar el primero su opinión y ejecutar las decisiones de la mayoría. Tales fueron los poderes acordados al rey y tuvo, además de éstos, el mando supremo de la guerra. A la asamblea del senado atribuyó igualmente el honor y el poder: decidir sobre todas las cuestiones que el rey le sometiera y de hacerlo mediante un voto, y se debía tomar la decisión de la mayoría... A la masa del pueblo asignó estos tres poderes: elegir los magistrados, sancionar las leyes y decidir sobre la paz y la guerra, cuando el rey se lo demandara; pero, incluso entonces, la autoridad del pueblo no estaba sin control, pues le era necesario el acuerdo del senado. El pueblo no votaba masivamente, sino que era convocado por curias, lo que había parecido bueno a la mayoría de las curias era atribuido inmediatamente al Senado. Dionisio de Halicarnaso, Antigüedades Romanas, 2.14.1-3. 29. Las leyes Licinio-Sextias Elegidos tribunos de la plebe C. Licinio y L. Sextio, presentaron proyectos de leyes dirigidos, todos ellos, contra el poder de los patricios y en favor de los intereses de la plebe; una era sobre las deudas: después de deducir del capital todos los intereses pagados hasta entonces, se pagaría el sueldo en tres años por partes iguales. Otro sería sobre la extensión de las propiedades: nadie podía poseer más de 500 iugera (125 Ha.). Un tercero preveía que no se celebrarían comicios para la elección de tribunos militares con poderes consulares, sino únicamente para la elección de cónsules: uno de ellos debería ser elegido en la plebe. Todas eran proposiciones exageradas, que no podían pasar sin grandes luchas. Espantados por este peligro, que amenazaba de un solo golpe a todos los bienes de los que los hombres poseen un deseo inmoderado, tierras, dinero, honores, los patricios se enzarzaron en discusiones, tanto públicas como privadas. No encontraron otro remedio que el recurso a la intercesión, que ya se había utilizado antes en numerosos conflictos políticos. Tito Livio, Ab Urbe condita, 6.35.4-7. 30. La constitución romana según Polibio Cuando los cónsules están en Roma, antes de partir a la cabeza del ejército, son los jefes de la República; todos los demás magistrados les están sometidos y les obedecen, a excepción de los tribunos de la plebe, quienes introducen las embajadas al senado. Cuando un asunto urgente reclama una deliberación, se dirigen a los senadores y cumplen todas las cláusulas de su decisión. Si una cuestión relativa a los asuntos públicos compete a la autoridad del pueblo, presentar los proyectos, vigilar la realización de las decisiones de la mayoría. En lo que respecta a la preparación de la guerra y a la dirección de las operaciones, tienen igualmente un poder casi absoluto. Son ellos quienes deciden respecto a la participación de los aliados, quienes nombran a los tribunos militares, proceden a las levas y eligen a quienes les conviene. Pueden infligir, como quieran y a quienes quieran, sanciones en contra de los que durante una expedición se encuentran bajo sus órdenes. Asistidos por el cuestor, que obedece prontamente sus órdenes, pueden ajustar todos los gastos públicos que les parezcan necesarios. De este modo, se podría decir, con pleno derecho, cuando se considera esta parte de la constitución romana, por qué es totalmente monárquica y real. Polibio, Historias, 6.12.1-9. El senado tiene, en principio, un poder absoluto sobre el tesoro y controla, en efecto, todos los ingresos lo mismo que todos los gastos. Los cuestores no pueden efectuar ningún gasto que no se haya decidido en el senado, excepto los que hacen para los cónsules; el senado es igualmente el jefe de estos grandísimos gastos que emplean, cada cinco años, los censores en interés de todos para la reparación y construcción de edificios públicos; es él quien da autorización a dos censores. Igualmente todos los delitos cometidos en Italia y que requieren una investigación pública como la traición, conjuración, envenenamiento y muerte, están bajo la jurisdicción del senado. Además, si algún particular o alguna ciudad de Italia demandan ser recibidos en reconciliación, ser castigados, socorridos o recibir una protección, esto incumbe al senado. Si hay que enviar una embajada fuera de Italia, que será para reconciliar a las ciudades, para aconsejarlas o, ¡por Zeus¡, para darles órdenes, recibir su sumisión, declararles la guerra, es el senado quien toma la decisión. Del mismo modo, cuando llegan embajadas a Roma, saben cómo hay que responderlas y cómo hay que recibirlas. Polibio, 6.13.1-7. 31. Influencias orientales en la cultura romana A medida que la guerra se prolongaba y que los éxitos y fracasos hacían variar, no sólo la suerte, sino el alma de las gentes de Roma, invadieron la ciudad tales prácticas religiosas, en gran parte extranjeras, que pareció que de repente o los hombres o los dioses habían cambiado. No era sólo en secreto, entre los muros de las casas, donde se abolieron los ritos romanos: en público, en el Foro, en el Capitolio, se veía una multitud de mujeres que no observaban, ni en sus sacrificios ni en sus plegarias a los dioses, la costumbre de sus antepasados. Sacrificadores, adivinos, se habían apoderado de los espíritus; su número se acrecentó gracias a la afluencia de la plebe campesina, lanzada por la pobreza y el miedo de sus campos, a los que una guerra prolongada hacía incultos y peligrosos, a la ciudad... Se oyó en principio a las gentes honestas indignarse en privado; posteriormente, el asunto llegó al senado y a las quejas públicas. Censurados gravemente por el senado por no haber prohibido estas prácticas, los ediles y triunviros encargados de los asuntos capitales, intentando expulsar a la multitud del Foro y dispersar los preparativos de estas ceremonias, estuvieron a punto de ser maltratados. Cuando se vio que el mal era demasiado fuerte para ser curado por magistrados inferiores, el senado encargó a M. Aurelio, pretor urbano, de librar al pueblo de estas prácticas. Éste eligió en la asamblea el senado-consulto y ordenó por edicto a quien tuviera colecciones de profecías, fórmulas de oraciones o un tratado de los sacrificios por escrito, que le trajeran todos estos libros y escritos antes del 1 de abril, y prohibió a todos sacrificar en un recinto público o consagrado siguiendo un rito nuevo o extranjero. Tito Livio, Ab Urbe condita 25.1.6-12. 32. La crisis de la República, según Salustio Antes de la destrucción de Cartago, el senado y el pueblo romano se repartían pacífica y equitativamente la administración del Estado; no había entre los ciudadanos rivalidad por el lustre o el poder; el miedo de los enemigos mantenía a la ciudad en las prácticas virtuosas; pero al salir de sus corazones aquel miedo, entraron en ellos aquellas otras cosas que suelen seguir a la prosperidad: la disolución y el orgullo; así el sosiego que habían deseado en la adversidad fue para ellos, una vez alcanzado, más duro y amargo que aquélla. La nobleza, en efecto, empezó a servirse a capricho de su superior posición, como asimismo el pueblo de su libertad; diose cada cual a apropiárselo todo en su singular provecho, a saquear, a robar; así, no hubo cosa que no fuese arrebatada de una parte u otra, y la patria, que estaba en medio, quedó despedazada. Por lo demás, la nobleza, formando bando, tenía más poder, mientras la fuerza de la plebe se debilitaba, disuelta y repartida en su muchedumbre; tanto en la guerra como en el interior del Estado se vivía al arbitrio de los oligarcas; en sus manos estaban el tesoro, las provincias, los cargos, las honras y los triunfos; el pueblo se veía oprimido por el servicio militar y la indigencia; el botín de guerra lo arrebatan y partían los generales con unos pocos; entretanto, los padres e hijitos de los soldados eran echados de sus moradas dondequiera tenían por lindero a un propietario más poderoso. De este modo había irrumpido la codicia acompañada del poder, sin límite ni freno, lo contaminaba y devastaba todo. Salustio, Guerra de Jugurta, 41.1-9. legítimo que el mayor número no sólo esté sometido a todas las cargas, sino que también esté asociado a mi victoria. Este edicto será (...) la soberanía del pueblo romano. Papiro Gyssensis 40.1. 36. Reformas de Diocleciano y Constantino. Cada uno de los cuatro soberanos mantuvo a su disposición, él solo, más soldados de cuantos habían tenido los emperadores precedentes en todo el Imperio. Los impuestos aumentaron de forma inusitada; el número de los que recibían era mayor del de los que pagaban, de modo que los colonos arruinados abandonaron la tierra y los campos quedaron incultos. Aún peor resultó el hecho de que todas las provincias fueran divididas en partes y que a cada región y a cada una de las ciudades se enviase una multitud de funcionarios y recaudadores, cosa que no fue en absoluto favorable para la sociedad. Lactancio, Sobre la Muerte de los Perseguidores, 7. (Constantino) Trastocó las funciones administrativas, establecidas tiempo atrás. Había, en efecto, dos prefectos del pretorio, que ejercían su cargo en común, de tal manera que dependían de sus atenciones y de su poder no sólo los cuerpos de tropas asentados en palacio, sino también los que estaban encargados de la seguridad de la ciudad y los que estaban afincados en todas las fronteras... Además, Constantino, modificando esta marcada organización, partió en cuatro esta función única... Después de dividir así la función de la prefectura, se esforzó por empequeñecerla mediante otros procedimientos. Desde entonces, por ejemplo, los soldados estaban mandados, en todas partes, no sólo por centuriones y tribunos, sino también por quienes se denominaban duces y que ocupaban en todas partes el lugar del pretor; creó magistri de los soldados, uno de ellos puesto al frente de la caballería y el otro de la infantería, y trasfirió a sus manos la facultad de mandar a los soldados y de reprimir sus faltas, privando igualmente de este poder a los prefectos. Quiero indicar inmediatamente los inconvenientes que de ello resultaron (...). Mientras que los prefectos pagaban los gastos militares sobre los impuestos que conseguían en todas partes por la intermediación de sus subordinados... Los soldados, dándose cuenta de que un mismo hombre les proporcionaba la subsistencias y castigaba a los delincuentes, no se arriesgaban a abandonar su deber, por miedo a verse privados del avituallamiento e inmediatamente castigados; pero ahora que un hombre se preocupa de los víveres mientras que otro dirige la disciplina, no hacen nada que no redunde en beneficio propio, sin contar con que la mayor parte del avituallamiento es una fuente de ganancias para el dux y sus subordinados. Zósimo, Historia Nueva, II, 32, 3-33. Constantino tomó aún una medida más, que procuró a los bárbaros un libre acceso a los territorios de obediencia romana. En efecto, Diocleciano, en su previsión, según se dijo anteriormente, había abastecido con ciudades fortificadas, guarniciones y torres todas las fronteras del Imperio y el ejército se encontraba asentado por completo en ellas; el acceso al territorio estaba así prohibido a los bárbaros, puesto que por todas partes encontraban fuerzas dispuestas a rechazar sus asaltos. Esta seguridad la derrumbó Constantino retirando de la frontera a la mayor parte de los soldados para instalarlos en las ciudades que no tenían necesidad alguna de ser protegidas. Las que estaban expuestas a las incursiones de los bárbaros las dejó sin protección, pero infligió a ciudades apacibles el azote de la ocupación militar. La mayor parte llegaron a estar desiertas, mientras que los soldados, frecuentando los teatros y entregándose a los placeres, perdieron su propio vigor. Zósimo, Historia Nueva, II, 34. 37. Los bárbaros en el Imperio. Mientras tanto, los pobres, las viudas y los huérfanos, despojados y oprimidos, habían llegado a tal extremo de desesperación que muchos, que pertenecían a familias conocidas y habían recibido una buena educación, se veían obligados a buscar refugio entre los enemigos del pueblo romano para no ser víctimas de injustas persecuciones. Iban a los bárbaros en busca de la humanidad romana, puesto que no podían soportar entre los romanos la inhumanidad bárbara. Aunque resultaban extraños por sus costumbres e idioma a los bárbaros, (...) y aunque les chocaba su bajo nivel de vida, a pesar de todo, les resultaba más fácil acostumbrarse a las costumbres bárbaras que soportar la injusta crueldad de los romanos. Se ponían al servicio de los godos o de los bagaudas y no se arrepentían, pues preferían vivir libremente con el nombre de esclavos antes que ser esclavos manteniendo sólo el nombre de libres. Salviano, Sobre el gobierno de Dios, 5.
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