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Poesía Tradicional en Literatura Española: Popular vs. Tradicional (86 characters) - Prof., Esquemas y mapas conceptuales de Literatura

En este documento, ramón menéndez pidal distingue entre la poesía popular y la poesía tradicional en la literatura española. La poesía popular es aquella que agrada a todos y se repite mucho, mientras que la poesía tradicional es aquella que se ha incorporado a la imaginación colectiva y se rehace en cada repetición. El autor analiza cómo la poesía tradicional se propaga a través de grupos humanos y territorios determinados y cómo se refunde en cada una de sus variantes.

Tipo: Esquemas y mapas conceptuales

2022/2023

Subido el 23/01/2024

ali-arani-dean
ali-arani-dean 🇪🇸

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¡Descarga Poesía Tradicional en Literatura Española: Popular vs. Tradicional (86 characters) - Prof. y más Esquemas y mapas conceptuales en PDF de Literatura solo en Docsity! LÍRICA TRADICIONAL Ramón Menéndez Pidal, “Poesía popular y poesía tradicional en la literatura española”, in Id., Estudios sobre lírica medieval, Madrid: Centro para la edición de los clásicos españoles, 2014, pp. 61-94 [pp. 80-81]. […] se comprenderá la necesidad de distinguir entre los varios tipos de poesía popular dos categorías principalísimas: la de lo estrictamente popular y la de lo tradicional. Toda obra que tiene méritos especiales para agradar a todos en general, para ser repetida mucho y perdurar en el gusto público bastante tiempo, es obra popular; (…). El pueblo escucha o repite estas poesías sin alterarlas o rehacerlas; tiene conciencia de que son obra ajena, y como ajena hay que respetarla al repetirla. Pero existe otra clase de poesía más encarnada en la tradición, más arraigada en la memoria de todos, de recuerdo más extendido y más reiterado; el pueblo la ha recibido como suya, la toma como propia de su tesoro intelectual, y al repetirla, no lo hace fielmente de un modo casi pasivo como en los casos precisados, sino que sintiéndola suya, hallándola incorporada en su propia imaginación, la reproduce emotiva e imaginativamente y por lo tanto la rehace en más o en menos, considerándose él como una parte del autor. Esta poesía que se rehace en cada repetición, que se refunde en cada una de sus variantes, las cuales viven y se propagan en ondas de carácter colectivo, a través de un grupo humano y sobre un territorio determinado, es la poesía propiamente tradicional, bien distinta de la otra meramente popular. La esencia de lo tradicional está, pues, más allá de la mera recepción o aceptación de una poesía por el pueblo que señala John Meier; está en la reelaboración de la poesía por medio de las variantes. Ramón Menéndez Pidal, Romancero hispánico, Madrid: Espasa-Calpe, 1968, t. I, pp. 44-47. Uno es el meramente popular [...]. El canto es recibido por el público como una moda reciente; (...). Entonces la repetición de este canto en boca del público es bastante fiel; las variantes son escasas (…). Un segundo grado es el tradicional. El canto es considerado como patrimonio común. Sin duda, antes se introdujo como moda nueva, pero, olvidada rápidamente la novedad, el canto sigue estimado como antiguo (…). Asimilado por el pueblo, mirado como patrimonio cultural de todos, cada uno se siente dueño de él por herencia, lo repite como suyo, con autoridad de coautor”. Dámaso Alonso y José Manuel Blecua, Antología de la poesía Española. Lírica de tipo tradicional, Madrid: Gredos, 1964 (introducción de José Manuel Blecua) Tendrá que llegar el Humanismo y después el Renacimiento con su exaltación de lo Natural para que estos cantarcillos sean admirados e imitados por los cortesanos. Si el marqués de Santillana calificaba de ínfimos a los poetas “que sin ninguna regla, orden ni cuento” hacían esos cantares, medio siglo más tarde todo el mundo los cantaba, los glosaba y los divinizaba. Al mismo tiempo que se ensalzaban los refranes, se glosaban los romances viejos e interesaban hasta los juegos de niños, la lírica popular y tradicional salta de los campos y de las calles y se enseñorea de la Corte. Fueron los músicos de la Corte de los Reyes Católicos los que volvieron de nuevo los ojos hacia estas breves fórmulas poéticas [...] El famoso Cancionero musical de Palacio viene a ser para nuestra lírica tradicional lo que un Cancioneiro para la gallego-portuguesa. Aunque muchas de sus 225 canciones profanas no sean tradicionales, sí, en cambio, se pueden demostrar la tradicionalidad de muchas. [...] Serán los vihuelistas y polifonistas los que en pleno Renacimiento contribuirán con más esfuerzos, y con más ejemplos de extraordinaria belleza, a mantener este fervor por la cancioncilla de tipo tradicional. Dámaso Alonso, «Cancioncillas ‘de amigo’ mozárabes (primavera temprana de la lírica europea)», Revista de Filología Española, XXXIII (1949), pp. 297- 349, p. 334 y ss. […] el núcleo lírico popular en la tradición hispánica es una breve y sencilla estrofa: un villancico. En él está la esencia intensificada: él es la materia preciosa (...). Él es precisamente lo que da una prodigiosa unidad a la poesía tradicional castellana. La glosa es el metal del engaste. El villancico es la piedra preciosa que, por su concentradísima brevedad, necesita ser engastada. 1. ¡Eya, velar! ¡Eya, velar! ¡Eya, velar! Velat, aljama de los judíos, ¡eya, velar! que non vos furten al Fijo de Dios. ¡Eya, velar! Ca furtárvoslo querrán, ¡eya, velar! Andrés e Pedro e Joán. ¡Eya, velar! [v. 2. aljama ‘barrio medieval en el que habitaban los judíos conforme a sus propias leyes dentro de las ciudades cristianas’.] 2. En Cañatañazor perdió Almanzor Amor tiene aquesto, con su lindo gesto, que prende muy presto y suelta muy tarde. No puedo apartarme. 10. Amores me matan, madre, ¿qué será triste de mí, que nunca tan mal me vi? 11. No duermen mis ojos, madre, ¿qué harán? Amor los desvela, ¿si se morirán? 12. Aquel cavallero, madre, que de amores me fabló, más que a mí le quiero yo. 13. Castigado me ha de mi madre por vos, gentil caballero; mándame que no os hable: no lo haré, que mucho os quiero. 14. No tengo cabellos, madre, mas tengo bonico donayre. No tengo cabellos, madre, que me lleguen a la cinta; mas tengo bonico donayre con que mato a quien me mira. Mato a quien me mira, madre, con mi bonico donayre. No tengo cabellos, madre, mas tengo bonico donaire. 15. Soy garridica y vivo penada por ser malcasada. 16. Agora que sé d’amor me metéis monja? ¡Ay Dios, qué grave cosa! Agora que sé de amor de caballero, ¿agora me metéis monja en el monesterio? ¡Ay Dios, qué grave cosa! 17. Ya cantan los gallos, buen amor, y vete; cata que amanece. Vete, alma mía, más tarde no esperes, no descubra el día los nuestros placeres. Cata que los gallos, según me parece, dicen que amanece. 18 Ya florecen los árboles, Juan: ¡mala seré de guardar! Ya florecen los almendros y los amores en ellos, Juan, mala seré de guardar. Ya florecen los árboles, Juan: ¡mala seré de guardar! 19. Dentro en el vergel moriré. Dentro en el rosal matarm’han. Yo m’iba, mi madre, las rosas coger; hallé mis amores dentro en el vergel. Dentro del rosal matarm'han. 20. Estos mis cabellos, madre, dos a dos se los lleva el aire. No sé qué pendencia es esta del aire con mis cabellos, o, si enamorado d'ellos, les hace regalo y fiesta; de tal suerte los molesta que, cogidos al desgaire, dos a dos me los lleva el aire. Y si acaso los descojo luego el aire los maltrata, tambien me los desbarata cuando los entrezo y cojo; ora sienta d'esto enojo, ora se los lleve en donaire, dos a dos me los lleva el aire. 21. Caballero, queráisme dejar, que me dirán mal. ¡Oh qué mañanica, mañana, la mañana de San Juan, cuando la niña y el caballero ambos se iban a bañar! Caballero, queráisme dejar, que me dirán mal. 22. A mi puerta nace una fonte: ¿por dó saliré que no me moje? A mi puerta la garrida nace una fonte frida, donde lavo mi camisa y la de aquel que yo más quería. ¿Por dó saliré que no me moje? 23. Mano a mano los dos amores mano a mano. El galán y la galana ambos vuelven el agua clara,
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