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BREVIARIO
INTRODUCCIÓN
1. EUTROPIO: SU VIDA
No es mucho lo que conocemos con seguridad del autor
del Breuiarium ab Vrbe condita, por más que varios estu-
diosos hayan intentado reconstruir su biografía!, Entre ellos
hay que destacar los últimos artículos sobre este punto de G.
Bonamente? y de H. W. Bird*, autor de diversos trabajos
1'G. Bonamente ofrece una detallada relación de los trabajos en los
que se intenta reconstruir la biografía del historiador. Aqui me limito 4
citar a los autores que han abordado esta cuestión desde el siglo pasado,
añadiendo entre paréntesis la fecha de publicación: H, Nisaro (1845), W.
Pmocorr (1873), H. Deovse (1879), O. Seex (1883 y 1906), €. Wa-
cexer (1886), A, Seur (1906), P. Gessi (1907), W, Harrke
(1932), E. MaLcovart (1942), T. DaustioLT (1964), A, H. MM. Jowes
(1964), A. Castacas. (1967), W. Des Boer (1968) y J. Marrirws
(1975). Of. G. Boxamente, «La dedica del “Breuiarium” e la carriera di
Eutropio», Giornale Italiano di Filología $ (1977), 274-297; 275
3 G, Boamente, ar? cit. y «La biografía di Eutropio “lo storica"»,
AFLM 10 (1977), 159-210,
3 Entre otros trabajos sobre este historiador, hay que recordar el que
dedica a su biografía (H. W. Breb, «Eutropias: his Life and Career»,
Échos du Monde Classique / Classical Views 32.7 [1988], 51-60) y el ca-
12 BREVIARIO:
re naturalmente al caso de Eutropio, pues parece que llegó a
ser magister epistularum con Constancio II antes del 361,
Es posible que desempeñara este cargo cuando el empe-
rador Constancio 11 murió entre Cilicia y Capadocia en no-
viembre del 361. Su sucesor, Juliano, llegó en diciembre de
ese mismo año a Constantinopla y pronto creó una comisión
al mando del nuevo prefecto del pretorio, que tenía por ob-
jeto investigar las actuaciones anteriores y las actitudes ha-
cia el nuevo emperador de funcionarios, miembros del go-
bierno y altos oficiales. Amiano Marcelino nos da cuenta de
algunos destierros y ejecuciones! no obstante, Eutropio,
quien presumiblemente sufrió también este tipo de indaga-
ciones, fue exculpado de cualquier acusación; de otro modo
hubiera sido difícil que acompañara al emperador Juliano en
su campaña contra los persas en el 363 y que retuviera qui-
zás su puesto como magister epistularum. Su presencia en
esta campaña pártica de Juliano es el único dato biográfico
que incluye el Breuiarium en la narración histórica (X 16:
.. cui expedirioni ego quoque interfii).
Después de la muerte de Juliano en junio del 363, en
opinión de H. W. Bird", probablemente Eutropio estuvo
entre los militares y funcionarios de la corte que se reunie-
ron para elegir un nuevo emperador y aunque quizás no es-
tuvo entre los partidarios de Joviano, su carrera posterior
parece indicar que no se significó excesivamente y no ofen-
dió a ninguna de la facciones en conflicto, Pero no parece
haber presenciado la repentina muerte de Joviano con la que
termina su obra y sobre la que ofrece diversas hipótesis
(X 18).
12 Ay, Marc, XXII2.4 55
1 CF. H.W, Biro, Extropiws: Brewiaritn, pág. XI
INTRODUCCIÓN 13
En febrero del 364 Valentiniano fue elegido emperador
por los jefes civiles y militares. Quizás Eutropio no tomó
parte en esta elección, pero al final de su obra tras la muerte
de Joviano añade que éste fue deificado por la benignidad de
los emperadores que le sucedieron (X 18). Esta referencia a
Valentiniano y Valente puede indicar que quizás el historia-
dor siguiera trabajando en la administración imperial con
Joviano y posteriormente con Valente.
Este último, emperador de Oriente, parece haber gozado
de mejor reputación que su hermano Valentiniano; con rela-
ción al historiador, la dedicatoria de su obra a Valente es
prueba de la gratitud del autor y lealtad hacia el emperador.
Durante los años 367-369 Valente estuvo luchando en la re-
gión del Danubio contra los godos. Es probable que Eutro-
pio le acompañara, pues demuestra ciertos conocimientos sobre
esta región; por ejemplo, nombra las tribus que en el mo-
mento de escribir su obra vivían allí (VII 2: ...in his agris,
quos nunc Taifali, Victohali er Teruingi habent), conoce la
extensión de la antigua provincia de la Dacia (VITI 2) y da
la impresión de haber visto el lugar donde fue asesinado
Aureliano (IX 15). En estos años fue nombrado magister
memoriae de Valente, cargo que ocupaba en el 369 cuando
le dedicó el Breuiarium. Eutropio entregó su obra al empe-
rador cuando éste había celebrado su triunfo sobre los godos
y asumido el titulo de Gothicus Maximus en el verano del
año 369, después de vencer a Átanarico. Nos proporciona
estos datos el título de la dedicatoria que encabeza la obra '?:
DOMINO VALENTI
GOTHICO MAXIMO PERPETVO AVGVSTO
EVTROPIVS V. €, MAGISTER MEMORIAE
% Sigo la última edición de la obra de Eutropio, la de C. Sarrisa, E-
tropius: Breuiariun: ab Vrbe condita, Leipzig, Teubner, 1979.
14 BREVIARIO
Como demuestra C. Bonamente ", tanto gracias al cono-
cimiento más detallado del cursus honorum bajoimperial,
como al estudio de la transmisión manuscrita de Eutropio,
hoy día se puede aceptar definitivamente como auténtico el
título de ufir) cilarissimus) magister memoriae. Son datos
que llevan a fechar la publicación de la obra en el 369-370
y, por otra parte, ponen de relieve una vez más las buenas
relaciones de Eutropio con la corte y en concreto con el em-
perador Valente. Existían en la administración del imperio
oriental tres sacra scrinia, que podriamos traducir, siguien-
do a H. W. Bird, como Secretarias de Estado *, que reunían
a distintos funcionarios (memoriales, epistulares y libellen-
ses), cuya función consistía en asistir al magister memoriae,
epistularum y libellorum. De éstos, el cargo más importante
y el que tenía a sus órdenes un mayor número de funciona-
rios era el de magíster memoriae Y.
Como ya se ha señalado oportunamente, la relación con
la corte y la adquisición de un rango social, evidente en el
caso de Eutropio, son una característica común de la mayor
parte de los hombres de letras del s. 1v, como, por ejemplo,
Temistio, Ausonio o Macrobio, y en concreto en el campo
de la historiografía, tanto nuestro historiador como Aurelio
Victor o Festo alcanzaron las más altas cimas de la carrera
13 G. BoxamenTe, «La dedica del “Breuiarium"” e la carriera dí Eu-
tropio», Giornale Italiano di Filologia 8 (1977), 274-297.
1 «...Eutropius was promoted to the position of Secretary of State for
General Petitions (magister memoriae) in the Easto, HL. W. Bien, Eutro-
plus: Breuiariam, pág, XII.
15 El entramado burocrático era complejo y las funciones estaban dis-
tribuidas entre los tres scrinia de manera, aparentemente, arbitraria; para
las funciones e importancia de los scrinia, véase A. H. M, Jowts, op, cif,
Il, págs. 575-576.
INTRODUCCIÓN 17
diversas y van desde el desprecio de Sir Ronald Syme, que
la califica de pobre y superficial, al encendido elogio de
otros investigadores como T. R. Glover, quien alaba la eru-
dición y la inteligencia del autor”. Parece oportuno al llegar
aqui recordar el viejo aforismo: in medio uirtus, sobre todo
cuando no tenemos datos para aceptar el riesgo que supone
imos a un extremo: ni el desdén hacia su vida y su obra ni la
alabanza desmedida. Al menos no pecamos contra la pru-
dencia si nos conformamos con la imagen de un hombre que
desempeñó distintos cargos en la administración imperial,
en la que fue escalando puestos hasta llegar al consulado,
sirviendo siempre fielmente a los sucesivos emperadores en
una época dificil y cambiante. No hay rastro de su vida pri-
vada, sólo nos queda su obra. Pasemos a ella.
2. SUOBRA: EL «BREVIARIVM»
En una de las últimas obras publicadas sobre historia e
historiografía en la Antigiiedad, la de E. Cizek?', se consi-
dera la historiografía latina más como un conjunto de géne-
ros que como un género único. Cada uno tendría sus reglas
específicas y su propia estructura, que le proporcionarían
una entidad propia. Esto no significa que no tuvieran carac-
terísticas generales y, por otra parte, que entre los diferentes
2% CE R_Svwz, The Prosopography of the Later Roman Empire, Cam-
bridge, 1971, pág. 317, n. 40, y T. R. GLover, Life and Letlers in the
Fourth Century, Londres, 1901, págs. 108-109, ambos citados por H. W.
Bird como opiniones extremas y dispares sobre el historiador (cf. H.
w. Bien, Eutropius: Breuiarivon, pág. XVII.
31 E, Cizex, Histoire et historiens d Rome dans ['Antiquité, Lyon,
1995. El autor dedica un capítulo de su libro a desarrollar esta idea:
«L'historiographie, fédération de genres», págs. 12-19.
18 BREVIARIO
géneros no hubiera contactos permanentes y múltiples rela-
ciones. Ási podríamos identificar en algunas obras históri-
cas, además de las marcas del género dominante, rasgos de
uno o incluso más géneros secundarios.
Esta idea que aparece esbozada ya en los manuales que
podríamos llamar «clásicos» de historiografía latina, puede
ser útil para encuadrar la obra de Eutropio, quien se nos pre-
senta como uno de los representantes más importantes de
este género historiográfico que es el epitome o breuiarium,
términos sobre los que quisiera detenerme un poco,
La obra de Eutropio lleva por título, en los manuscritos
que nos la han conservado, el término de Breuiarium*, que
podríamos traducir en español simplemente por «breviario»,
pero que he preferido a lo largo de esta introducción mante-
ner en latín, ya que no tiene en nuestra lengua el sentido ex-
clusivo que tienen en otras lenguas modernas abrégé o sum-
mary, aplicado especialmente a escritos históricos”. Esta
voz breuiarium es la misma utilizada por Festo (Breuia-
rin... de breuiario rerum gestarum populi Romani)%, mien-
* Con algunas variantes y cambios de género en el término: ¿ncipit
Breuiarium Eutropil, incipit breularius Eutropii... El término empleado
por el último editor de Eutropio, C. Sawriwr, es el de Breuiaritm.
2 En español el primer significado que registra el DRAE en su última
edición es uno de carácter religioso («libro que contiene el rezo eclesiás-
tico de todo el año»), que puede todavia anteponerse en el recuerdo, al
menos en personas de mi generación, al sentido más general de «epitome
» compendio», recogido en el DRAE como segunda acepción. Para evitar
las connotaciones que se derivan de la primera acepción del vocablo,
mantengo el término latino.
2 Éste es el comienzo de la obra en el códice Bambergensis. Sobre el
posible significado de la expresión breuiarium de breulario, véase W
bus Borr, Some Minor Roman Historians, Leiden, 1972, págs, 173-174,
INTRODUCCIÓN 19
tras que Floro se sirve del término epitoma, tomado del grie-
go (Epitomae de Tito Livio... libri 1%.
A. todos ellos, en mi opinión, bien podemos llamarles
«compiladores» o sirviendonos de una perifrasis: «autores
de resúmenes», ya que no existe en nuestra lengua ningún
término idóneo relacionado con breviario**, que, por otra
parte, acabo de desechar por las razones ya expuestas. En
principio, el epitome fepitoma) o breuiarium, términos utili-
zados en latín, el primero procedente del griego y el segun-
do de raigambre claramente latina, parecen usarse indistin-
tamente en los estudios sobre historiografía, aunque siempre
puede existir una mayor o menor predilección por uno de
ellos, Tal es el caso del citado E. Cizek, que parece preferir
el de epitome, al que dedica un apartado de uno de los ca-
Pítulos del libro ya citado”; aunque hay también quien dis-
tingue entre breuiarium y epitome, utilizando el primer tér-
mino para referirse a una sintesis personal procedente de
varias obras y el segundo para designar el resumen de una
obra ya elaborada *,
Para E. Cizek hubo dos tipos de epitome: uno más téc-
nico, el resumen de un autor, y otro de mayor envergadura.
Al primer tipo pertenece, sin duda, el Epitome (o epitoma)
25 Ése es el titulo que encabeza la cdición de la Teubner de O. Ross-
pacH, L, Annaeus Florus, Epitomae de Tito Liuio bellorum omnium
annorum DOC libri MT, Leipzig, Teubner, 1896.
3% E, Malcovati emplea en alguna ocasión abbreviatori (le figure dei
due abbreviator!...) y el término I breviari (ef. E, MaLcovats, art. cil,
1».
37 E. Cizek, «L'épitomén, en el cap. IX: «L'historiographic latine
aptés Suétone», op. cit., págs, 285-287,
Y Asi lo recoge recientemente 1. Moreno en un capítulo dedicado a
este asunto, cf. 1. Moreno, «Los autores de resúmenes», en C. CODOÑER
(ed.), Historia de la literatura latina, Madrid, 1997, págs. 700-709.
22 BREVIARIO
Con relación a la monarquía y a la época republicana,
filólogos e historiadores coinciden en la necesidad de situar
a Eutropio en la tradición de Livio*. Ciertamente, cualquier
autor que hubiese querido tratar, aunque fuera someramente,
la historia de época arcaica y republicana de Roma, no po-
día prescindir de la obra de Livio o de sus compiladores,
dada la cantidad de noticias y el prestigio del que gozaba
este autor en época imperial. Esta dependencia de Eutropio
respecto a Livio podría ser directa, como sostenía en el siglo
pasado W. Pirogoff*, o indirecta a través de un epítome de
Livio, que no ha llegado a nosotros y en el que estarían
contenidas las noticias que se encuentran en Eutropio, pero
no en Livio”,
Pero también podría haber utilizado alguna otra fuen-
te. De hecho, menciona en una ocasión a Fabio Píctor:
«... según narra el historiador Fabio, que participó en esta
guerra» (Breu. 111 5). Se trata de un senador que tomó parte
en la segunda guerra púnica y escribió una Historia de Ro-
ma desde los orígenes hasta sus días. Si Eutropio se sirvió
de esta historia de Fabio Pictor directamente o si la cita es de
segunda mano, es algo que no podemos asegurar con cerle-
za%, W. den Boer sostiene, por otra parte, que Eutropio co-
noció y utilizó como fuente la obra de Floro, quien escribió
% Concretamente para la época de la monarquía, el estudio más deta-
llado es el de M. Carozza, «Nota sulle fonti di Eutropio per l'etá regia»,
Ati e Memorie dell' Accademia Patavina di Scienze, Lettere ed Arti 75
(1962-63), 349-385.
3 Pmocorr, De Eutropii Breutarii ab Vrbe condita indole ac
Jontibus, Berlin, 1873, págs. 39-40; pero el propio Piragaff no descartaba
que Eutropio hubiera podido servirse de un chronicon del s. 1v derivado
de Livio.
M Esta última hipótesis es la que ha prevalecido desde época de
Mommsen, cf. M, Carozza, art. cf, 349,
35 H, W, Bix, op. cit, págs. XLVI-XLVIL
INTRODUCCIÓN 23
una Historia de Roma desde la monarquía hasta época de
Augusto, basada en un epítome de Livio. Otra es la opinión
de C. Wagener: tanto Floro como Eutropio habrían utilizado
una fuente común además del epitome de Livio, perdido y
al que ya hemos hecho alusión *.
No se pueden rastrear fácilmente las fuentes utilizadas
por Eutropio para la monarquía y época republicana, y qui-
zás lo único evidente es que se sitúa, como ya se ha dicho,
en la tradición de Livio.
Para época imperial el problema de las fuentes es dife-
rente. Para intentar explicar los errores comunes y las coin-
cidencias entre el Breuigrium de Eutropio, el Liber de Cae-
saribus de Aurelio Víctor y algunas partes de la Historia
Augusta, en el siglo pasado A. Enmann”, aplicando el mé-
todo de Lachmann como si se tratara de explicar la relación
entre tres manuscritos, supuso que estas obras procederían
de una fuente común perdida. A este arquetipo —o subar-
quetipo— literario le llamó Kaisergeschichte. Esta historia
de los emperadores que no se nos habria conservado y que
justificaría las coincidencias entre las obras anteriormente
citadas, llegaría hasta el reinado de Diocleciano o quizás
hasta el 337 0 357%,
16 Cf. W. pEN Bor, op. cil, págs. 138-139 y C. Wacenrk, «Eutro-
pius. Jahresberichte», Philologus 45 (1836), 510 ss.
A, Enuara, «Eine verlorene Geschichte der rómischen Kaiser und
das Buch De uiris iiustribus Vrbis Romae», Philologus 4 (1884), 337-
501,
3% A. Enmann consideraba que la Aaisergeschichte abarcaría hasta el
reinado de Diocleciano y que la obra habría sido continuada posterior
mente hasta cl 357, Al fechar ahora la Fistoria Augusta a finales del s. 14,
ello permitiría que la Kaisergeschichte hubiera llegado hasta el 337 0
357, Cf. H. W. Bixp, «Further Observations on the Dating of Enmann's
Kaisergeschichte», Classical Quarterly 23 (1973), 375.
24 BREVIARIO
Como se puede suponer, no todos los investigadores han
aceptado esta propuesta de A. Enmann, aunque todos nece-
sariamente han de referirse a ella y en ocasiones el que ci-
ten como fuente del Breniarium de Eutropio «la Kaiserge-
schichte de Enmann» se presta no poco a confusión. Á pesar
de las críticas que no han faltado, esta historia perdida sigue
siendo, un siglo después de la publicación del artículo de
este estudioso alemán, un punto de referencia con respecto a
las fuentes de Eutropio para época imperial; asi, todavía en
1952 A. Alfóldi aceptaba la existencia de esta obra com-
puesta por biografías de emperadores y escrita a mediados
del s. 1v, y en 1968 R. Syme daba por sentado que Aurelio
Victor y Eutropio utilizaron una fuente común, consideran-
do la Kaisergeschichte como una hipótesis válida*. En el
otro extremo, W. den Boer califica a esta supuesta historia
de emperadores de «manufactured en 1874»*% y P. Dufraig-
ne la rechaza como una obra fantasma que no aparece ates-
tiguada en ninguna parte“.
Naturalmente, a estas fuentes literarias hay que añadir la
propia experiencia personal del autor, Podria, por ejemplo,
saber la extensión de la Dacia por sus tareas administrativas,
conocer el lugar donde murió Aureliano por sus viajes ofi-
C£. A. AurúLoa, A Conflict of Ideas in the Late Roman Empire, Ox-
ford, 1952, pág. 98, y R. Svur, Ammianus and the Historia Augusta,
Onford, 1968, pág. 106.
4 La idea de este comentario, «manufactured en 1874, es clara; para
W. den Boer esta historia habria sido «elaborada» por el propio Enmann.
en 1874, pero no he conseguido averiguar por qué se refiere a esta fecha
y no a 1884, que es cuando se publica el artículo en Philologus. La fecha
de 1874 aparece tanto en el libro de W. Dew Born (Some Minor Roman
historians, Leiden, 1972, pág. 21) como en el de H. W. Birb (op. cil,
pág. XLVI).
4 P. Durralasr, Aurelius Victor: Livre des Césars, Paris, 1975, pág.
XXVIL
INTRODUCCIÓN 27
el prefacio y la narración de época republicana deben ser del
propio autor*.
En general, en el campo del léxico, parece que Eutropio
no utiliza un vocabulario diferente del que hubiera podido
leer en los documentos de su scriniunt. En algunos casos la
relación con su actividad de funcionario de la administra-
ción imperial es evidente también en el vocabulario em-
pleado y en las expresiones estereotipadas o notariales a que
acude*,
Era de esperar que Eutropio dejara vislumbrar en su
lengua el proceso que estaba sufriendo el latin literario y
que acabaría dando origen siglos más tarde a las lenguas
romances. En este sentido, el fenómeno quizás más fre-
cuente es la transposición de los tiempos del verbo sim en
las formas perifrásticas, también hay que señalar el uso de
un pluscuamperfecto con habeo + participio de pasado co-
mo ubi milites congregatos habebat (V1 19) o genituram fi-
liorum ita cognitam habuit (VU 20) y el uso de quod en
completivas con verbos de habla, indicio del proceso que
acabará sustituyendo los infinitivos por conjunciones en las
lenguas romances.
Para finalizar este apartado, en el que sólo queremos
dejar constancia de algunas de las características señaladas
en relación a la lengua y estilo de nuestro historiador, hay
que subrayar que la preocupación principal de Eutropio es
la breuitas, alcanzada con clipsis de distinto tipo, construc-
ciones participiales y asíndeton; pero, también, un cierto de-
seo de uariatio, especialmente en los últimos cinco libros:
35 H, W. Bird ofrece una relación de estos términos, entre ellos:
erystallinus, monetarkas, purpura (con el sentido de poder), vehículm,
vespillo.... cf. H. W. BIRD, op, cit,, pág. LIL.
4 Véanse algunos ejemplos recogidos en €, Santini, art, cil, 5-6,
28 BREVIARIO
algún pleonasmo, ejemplos de quiasmo, paralelismo busca-
do en algunas frases y algunas expresiones poéticas”,
Por último, parece importante señalar que, aunque casi
todos los investigadores tratan de la obra de Eutropio en su
conjunto, su último editor** ha tratado convincentemente de
mostrar cómo se pueden distinguir estilisticamente dos blo-
ques en el Breniarivm, en correspondencia con las diferen-
tes fuentes utilizadas: un epitome de Livio desde el libro I al
VI y para los libros VI al X, de carácter biográfico, la Kai-
sergeschichte postulada por Enmann y obras afines, a que
nos hemos referido ya; tal diferencia es, en última instancia,
el reflejo de una distinta forma de composición entre ambas
partes
3. INFLUENCIA DE EUTROPIO
El que la obra sea un resumen junto con la simplicidad
de su lengua, son razones que explican la gran popularidad
que alcanzó el historiador, Esta opinión, desarrollada de una
u otra manera, haciendo más o menos hincapié en sus cuali-
dades didácticas, ha sido expresada prácticamente por todos
los investigadores que han abordado este asunto *.
% CLE MaLcovana, art. elt., 19,
18 Cf. C. Sawrisa, art.cit., 10,
4% Esta explica que hace algún tiempo el estudio del latin comenzara
eu algunos lugares por la lectura de Eutropio, según señala E. Ctzrk,
Histoire et historiens d Rome dans l'Antiquité, Lyon, 1995, pág. 289; aun-
que no ofrece más precisiones sobre dónde y cuándo, es de suponer —por
el lugar de publicación de su obra— que E. Cizek se refiera a la situación
que se daba en Francia hace algunos años, donde parece vivir, pero po-
dría también referirse a Rumanía donde publicó sus primeras obras. Por
nuestra parte, sabido es que en España generaciones de alumnos desde, al
INTRODUCCIÓN 29
Si el Breuiarium de Festo fue usado por distintos auto-
res, desde Amiano Marcelino o la Historia Augusta hasta
Isidoro, mayor fortuna aún tuvo el Breuiarium de Eutropio
y tan amplia difusión que fue casi el único medio durante
los siglos del Medievo de conocer la historia de Roma”. El
éxito del que gozó empezó pronto, con la traducción al
griego por Peanio hacia el año 380, cuando todavía vivía el
autor. Poco antes, en el 378, habia muerto el emperador
Valente, a quien Eutropio había dedicado su obra en el 369
o poco después, como hemos visto al tratar la biografía del
historiador, Que ya en vida del autor y unos años después de
la publicación de la obra se tradujera al griego, es un indicio
del éxito que alcanzó en una época en la que la difusión de
los textos distaba mucho de ser la actual: que de una obra
histórica, un resumen de historia de Roma, publicado en el
369, o poco después, aparezca unos diez años más tarde,
posiblemente en el 380, una traducción al griego es una sor-
presa, incluso pensando en la difusión de la literatura en la
actualidad,
La traducción de Peanio*', aunque hecha con cierta li-
es de capital importancia por su antigiiedad y la
tradición que representa, para la constitución del texto de
menos, los años sesenta han aprendido los rudimentos de la lengua latina
traduciendo la Guerra de las Galias de César. Quisiéramos aquí apuntar
la posibilidad —aunque quizás no sea el lugar más apropiado— de que se
alternara o sustituyera ocasionalmente con la lectura de textos de Eutro-
pio, que por un lado no presentan grandes dificultades para la traducción
y por otro ofrecen una visión más general de la historia de Rama,
“E, MaLcovari, art. cit, 16 (y sobre la influencia de Eutropio,
págs. 16-19).
3! Publicada por H, Drovsex en la edición de Eutropio: Eutropi Bre-
viarium ab Vrbe condia, en Monumenta Germaniae Historica, Berlín,
1879 (reimpr. 1961)
% E. MaLcovan, art. cíl,, 16-17,
32 BREVIARIO
tecas: de iglesias y monasterios, de pontifices y principes.
Parece que su Breuiarium llegó a ser un libro de texto en la
Edad Media, tanto en el Occidente como en el mundo bi-
zantino a través de sus traducciones griegas, y cumplió los
mismos objetivos que se le atribuyen en la actualidad a
los libros de texto: informar, divulgar conocimientos, enseñar,
y lo que no es menos importante, servir también como modelo.
La popularidad de Eutropio continuó hasta los s. xvIn y
xix en que aparecen numerosas ediciones acompañadas de
vocabularios y notas gramaticales. Todavía a principios de
nuestro siglo se han publicado ediciones escolares de Eutro-
pio, aunque más recientemente el interés por este autor haya
disminuido y su obra se utilice fundamentalmente como fuen-
te secundaria para el estudio de la historia de Roma”,
4. La TRANSMISIÓN DEL «BREVIARIVM» DE EUTROPIO,
TRADICIÓN MANUSCRITA Y EDICIONES
La transmisión manuscrita de la obra de Eutropio corre
pareja al éxito que tuvo ésta desde la Antigiiedad, al que me
he referido en el apartado anterior. Se han conservado unos
ochenta manuscritos, de los cuales diecisdis son anteriores
al s. xv%, Ha llegado a nosotros también un número similar
del Brewiarium de Festo, el otro compilador contemporáneo
de Eutropio, pero sólo se nos han conservado dos del De
3 WM. W. Biro, Eutropius; Breuiarium, pág. LVIL
%* El cómputo general es de H, W. Baro, op. cit, págs. LV-LVI, aun-
que el número de códices anteriores al s. xv está tomado del Conspectus
siglorunt et notarum de la edición de C. Santini, de los que exceptuamos
obviamente los perdidos y los excerpta; cf. Eutropit Breuiarium ab Vrbe
condita, ed. C. Santi, Leipzig, Teubner, 1979, pág. XVITL
INTRODUCCIÓN 33
Caesaribus, escrito por otro contemporáneo de Eutropio, Au-
relio Victor. La llamativa diferencia entre los códices conser-
vados de estos autores o de ambos autores si nos centramos
en Eutropio y Aurelio Victor, ha sido puesta de manifiesto
por H. W. Bird*, quien intenta explicarla, entre otras razo-
nes, porque la obra de Eutropio abarca la totalidad de la
historia de Roma hasta el año 364, mientras que la obra de
Aurelio Víctor ofrece información sólo sobre época imperial.
En cualquier caso, es evidente que el gran número de
manuscritos de esta obra sólo puede justificarse, como ya
queda apuntado, por el éxito de la obra de este autor desde
la Antigiedad, incluso ya en vida, como demuestra la ver-
sión griega de Peanio. Ésa puede ser la razón fundamental
de que existan copias manuscritas en Italia, en Alemania, en
Francia, en Inglaterra, en España..., y de que, como ya se ha
señalado, la obra de Eutropio aparezca en casi todos los ca-
tálogos de las bibliotecas, tanto eclesiásticas como privadas
desde el s. x%.
Las primeras ediciones de Eutropio aparecen en el s. XVI:
son las de Egnatius (Venecia, 1516), de Schoonhoven (Ba-
silea, 1546 y 1552) y otra de Schoonhoven con adiciones de
otros estudiosos (Basilea, 1559). Entre 1564 y 1877 siguen
publicándose ediciones: doce según la relación de C. Santi-
nió!; a partir de esa fecha parecen ser los eruditos alemanes
los más interesados en editar el Breuiarium y a finales del
siglo pasado ven la luz las ediciones de W. Hartel (Berlín,
1872), H. Droysen (Berlín, 1879; reimpr. 1961), C. Wage-
ner (Leipzig, 1884) y F. Ruehl (Leipzig, 1887). En opinión
3% EW. Buen, op. cil, págs. LV-LVI.
$ E, MaLcovatr, art. cit, 19.
6% Para una relación detallada de las ediciones de Eutropio, véase el
Conspectus editionum en pág. XVII de la citada edición de C. SANTI,
161.—2
34 BREVIARIO
de W. den Boer* la de H. Droysen es la más valiosa en su
tratamiento de aspectos filológicos, aunque la de F. Ruehl es
la más usada.
No parece casual que la última edición de Eutropio pu-
blicada en Teubner (Leipzig, 1979) corra a cargo de un ita-
liano, C. Santini. El articulo de E. Malcovati% en que abor-
dó de manera magistral los breviarios del s. tv, ofreciendo
una interesante visión de conjunto, parece que despertó en-
tre sus compatriotas un mayor interés por la obra de este
autor: M. Capozza, N. Scivoletto, G. Bonamente y P. Veni-
ni se han ocupado de distintos aspectos de la obra de este
historiador, hasta C. Santini, el último editor ya citado, quien
habia publicado también algunos trabajos con anterioridad a
la edición %,
A estos nombres hay que unir en estos últimos años el
de H. W. Bird, autor de importantes estudios sobre nuestro
historiador que culminan en su traducción inglesa del Bre-
uiarium, que incluye también introducción y un muy útil
comentario, amén de los correspondientes índices y biblio-
grafía.
42 W. pes Barr, Some Minor Roman Historians, Leiden, 1972, págs.
170-171. La edición de F. Ruehl fue reeditada por Teubner (Stuttgart,
1975). El libro de W. den Boer es anterior a la edición de C. Santini de
1979,
62 E. MaLcovari, «l breviari del IV secolo», Annali della Facolrá dí
Lentere e di Filosofía. Universitá di Cagliari 21 (1942), 1-22. Poco des-
pués publicó la Prof. Malcovati otro articulo sobre Eutropio ya citada:
«Le traduzioni greche di Eutropio», Rendiconti dell' Istituto Lombardo di
Scienze e Lettere 77 (1943-44), 1-32.
4 Todos estos trabajos aparecen citados en la Bibliografía final que
acompaña a esta introducción,
38 VIARIO
—, «La dedica del “Breuiarium' e la carriera di Eutropio», Gior-
nale Italiano di Filología 8 (1977), 274-297.
—, «dl paganesimo dí Eutropio: le testimonianze di Niceforo Gre-
gora e di Peter Lambeck», Annali della Facoltá di Letiere e
Filosofia. Universitá di Macerata 18 (1985), 257-272,
—, Giuliano lApostata e il Breviario di Eutropio, Roma, 1986.
M. Carozza, «Nota sulle fonti di Eutropio per V'etá regia», Arti e
Memorie dell'Accademia Patavina di Scienze, Lettere ed Art,
75.3 (1962-1963), 349-385,
E. Cizxk, «La poétique de l' Histoire dans les abrégés du IV siécle
ap. J. C.», Revue de Philologie, de Linérature et d'Histoire An-
ciennes 58 (1994), 107-129.
— Histoire et historiens á Rome dans l'Antiquité, Lyon, 1995.
P. EnrLino, Quaestiones Eutropianae, Halle, 1881.
A. ENMANN, «Eine verlorene Geschichte der rómischen Kaiser
und das Buch De uiris ¿Iiustribus Vrbis Romae», Philologus 4
(1884), 337-501.
T. R. GLOVER, Life and Letters in the Fourth Century, Cambridge,
1901.
E, MaLcovari, «l breviari del IV secolo», Annali della Facoltá di
Lettere e di Filosofia. Universird di Cagliari 21 (1942), 1-22.
—, «Le traduzioni greche di Eutropio», Rendiconti dell'Istituto
Lombardo di Scienze e Lettere 77 (1943-1944), 1-32,
S. Mazzarino, Aspetti sociali del quarto secolo, Roma, 1951.
A. MomIaLiano, The Conflict benveen Paganism and Christianity
in the Fourth Century, Oxford, 1963.
—, Studies in Historiography, Londres, 1966,
H. vaN OosteN, «Keiserdatums in Eutropius», Acta Classica 32
(1989), 59-78,
C. Sawris, «Per una caratterizzazione stilistica del *Breuiarium"
di Eutropio», Giornale Italiano di Filologia 31 (1979), 1-16.
N. ScivoLerro, «La “civilitas” del IV secolo e il significato del
*Breuiarium' di Eutropio», Giornale ltaliano di Filologia 22
(1970), 14-25.
M. P. SrooLon1, A. R. Corsiau, Entropii Lexicon, Perugia, 1982,
R. Syur, Emperors and Biography, Oxford, 1971.
PRÓLOGO
AL EMPERADOR VALENTE GÓTICO MÁXIMO, -
AUGUSTO PARA SIEMPRE, EUTROPIO, VARÓN ILUSTRISIMO,
SECRETARIO DE ESTADO DE PETICIONES
Como Vuestra Bondad quiso, he reunido, por orden cro-
nológico y con brevedad! los hechos de la historia de Ro-
ma más sobresalientes, tanto los referidos a los asuntos mi-
litares como a los civiles, desde la fundación de la ciudad
hasta muestros días; también añadí sucintamente los más
destacados de la vida de los emperadores, con el fin de que
la mente divina de Vuestra Serenidad pueda alegrarse de ha-
ber secundado en el gobierno del imperio las acciones de
hombres ilustres, incluso antes de conocerlas por su lectura.
* En la dedicatoria al emperador Valente expone Eutropio con clari-
dad su intención al escribir su obra: sc trata de un compendio de la histo-
ría de Roma desde la fundación de la ciudad hasta Joviano, el emperador
al que suceden Valentinisno | y Valente. Señala que ha reunido «con
brevedad» (breul marratione) los hechos de la historia de Roma, añadicn-
do también sucintamente (stricsim addítis etiam his...) los más destacados
de la vida de los emperadores, expresiones en consonancia con el título
que dan a la obra los manuscritos que nos la han conservado (Sreuia-
ritm). Sobre esta dedicatoria al emperador Valente, véase G. BoNAMES-
te, «La dedica del “Breuiarium” e la carriera di Eutropio», Giornale Ha-
liano dí Filología 8 (1977), 274-297.
LIBRO I
El Imperio Romano, casi el más pequeño en sus co- 1
mienzos y el mayor en desarrollo que la memoria de los
hombres puede recordar en todo el mundo, tiene su origen
en Rómulo, quien, hijo de Rea Silvia, virgen vestal, y, se-
pún se cree, de Marte, nació junto con su hermano Remo de
un único parto. Rómulo, después de haberse dedicado al ro-
bo viviendo entre pastores, fundó a los dieciocho años una
pequeña ciudad en el monte Palatino el 21 de abril*, en el
tercer año de la sexta olimpiada, en el 394 después de la
caída de Troya, según cuentan algunos con más o menos
detalle.
Después de la fundación de la ciudad, que se llamó Ro-
ma por el nombre de Rómulo, llevó a cabo en términos go-
nerales lo siguiente: acogió dentro de la ciudad a un gran
número de habitantes de los alrededores y eligió a cien entre
los mayores, con cuyo consejo pudiera gobernar todo, a
quienes en razón de su edad llamó senadores?, Entonces,
2 La fecha tradicional de la fundación de Roma es el 21 de abril del año
753, aunque Eutropio a lo largo de la obra no sigue siempre este cómputo,
sino el año 750 a. €.
3 Durante la monarquia, el senado estuvo compuesto por representantes
de los patres familiarum elegidos por el rey, en número de cien en tiempos
44 BREVIARIO
rey al que él mismo había sucedido, y por su hija, con la que
se había casado Tarquinio.
Lucio Tarquinio el Soberbio, séptimo y último rey*,
venció a los volscos, pueblo cercano a Roma en dirección a
la Campania; sometió a la ciudad de Gabios y a Suesa Po-
mecia; firmó la paz con los etruscos y edificó el templo de
Júpiter en el Capitolio. Después en el ataque a Árdea, ciu-
dad situada a dieciocho millas de Roma, perdió el poder. La
causa fue que su hijo, Tarquinio el Joven, había violado a
Lucrecia, la más noble y virtuosa mujer, esposa de Colatino,
y que ésta se quejó por tal afrenta a su marido, a su padre y
a sus amigos, y se quitó la vida delante de todos. Por esta
causa Bruto, pariente también él de Tarquinio, instigó al
pueblo y arrebató el poder a Tarquinio. Luego el ejército
también le abandonó cuando estaba sitiando la ciudad de
Árdca junto con el propio rey. Al llegar el rey a la ciudad de
Roma no le dejaron entrar cerrándole las puertas. Después
de haber gobernado durante veinticuatro años, huyó con su
mujer y sus hijos. Así siete reyes reinaron en Roma durante
doscientos cuarenta y tres años, cuando aún la ciudad, en su
máxima extensión, apenas llegaba hasta el decimoquinto
miliario,
Entonces empezaron a gobernar los cónsules”, Fueron
elegidos dos, en lugar de un único rey, para que, en caso de
* Del 534 al 5I0a. C.
? Como.es sabido, el consulado fue la magistratura suprema de la Repú-
blica Romana, a la que dedica Eutropio en este capítulo especial atención.
Al igual que el resto de los magistrados romanos, los cónsules estaban su-
jetos a la regla de la anualidad y de la colegialidad. Hasta César no hubo
más de dos cónsules cada año; más tarde se crearon, junto a los dos cónsu-
les ordinarios, que cran los epónimos, cónsules sufectos que reemplazaban a
los primetos durante una parte del año, Se podía alcanzar el consulado tras
haber ejercido las magistraturas inferiores y tener la edad adecuada. Munca
estuvo prohibido el consulado a los plebeyos, pero el patriciado fue lo suñi-
LIBRO 1 45
que uno pretendiera actuar de manera perjudicial, el otro
cónsul, que tenía poderes semejantes, ejerciera algún control
sobre él. También se acordó que no gobernaran más de un
año, para que no se volvieran demasiado prepotentes por
haber ejercido el poder durante largo tiempo, sino que fue-
ran siempre ciudadanos conscientes de que después de un
año volverían a la vida privada. Así pues, en el primer año
tras la expulsión de los reyes, fueron cónsules Lucio Junio
Bruto, quien había tenido una destacada actuación en la ex-
pulsión de Tarquinio, y Tarquinio Colatino*, marido de Lu-
crecia. Pero en seguida le fue quitado a Tarquinio Colatino
el cargo, pues se había decidido que no pudiera permanecer
en la ciudad nadie que llevara el nombre de Tarquinio. Por
tanto, después de recoger todo su patrimonio, abandonó la
ciudad y en su lugar fue nombrado cónsul Lucio Valerio
Publícola. Mas el rey Tarquinio, tras su expulsión, empren-
dió una guerra contra la ciudad de Roma, y tras reunir a
muchos pueblos presentó batalla para ser restituido co-
mo rey.
En el primer enfrentamiento se mataron mutuamente el
cónsul Bruto y Arrunte, el hijo de Tarquinio, si bien los ro-
cientemente fuerte como para impedir la elección de uno de ellos y hay que
esperar hasta el 321 para que uno de los cónsules sea siempre un plebeyo.
Durante la República erán elegidos por los comicios centuriados, posterior-
mente Tiberio transfirió la clección al senado, para más tarde ser designados
por los propios emperadores. Herederos de prerrogativas reales, los cónsu-
Les, poscian los auspicios mayores y el imperium, y fueron los jefes del po-
der ejecutivo durante la República. Durante el Imperio el consulado perdió
toda importancia política constituyendo un escalón en el cursus hanorin,
que había que subir para acceder a funciones consulares, esto es, reservadas
a antiguos cónsules, mas a pesar de todo conservó un cierto prestigio. Fue
suprimido en Occidente en el 534.
5 Cónsules en el año 509 a. C., según la tradición.
2
46 BREVIARIO
manos salieron victoriosos de este combate. Durante un año
las matronas romanas guardaron luto por Bruto, defensor de
su virtud, como si hubiera sido su padre. Valerio Publicola
nombró para compartir el consulado con él a Espurio Lu-
crecio Tricipitino, padre de Lucrecia, y después de muerto
éste de una enfermedad, a Horacio Pulvilo. Asi el primer
año hubo cinco cónsules?, pues Tarquinio Colatino se había
marchado de la ciudad a causa de su nombre, Bruto ha-
bía muerto en combate y Espurio Luerecio también había
fallecido de una enfermedad.
El segundo año, Tarquinio hizo también la guerra a los
romanos para recuperar el reino, con la ayuda de Porsena,
rey de los etruscos, y estuvo a punto de tomar Roma. Pero
entonces fue derrotado también. Al tercer año después de la
expulsión de los reyes, Tarquinio, puesto que no conseguía
recuperar su reino y como Porsena no le prestaba ayuda, por
haber firmado la paz con los romanos, se retiró a Túsculo,
ciudad que no está lejos de Roma, donde durante catorce
años envejeció, en compañia de su mujer, como un simple
ciudadano. Al cuarto año después de la expulsión de los re-
yes, los sabinos atacaron a los romanos, fueron vencidos y
se celebró un triunfo sobre éstos. Al quinto año aquel Lucio
Valerio, colega de Bruto y cuatro veces cónsul, murió de
muerte natural y tan pobre que se sufragó su sepultura por
medio de una colecta pública. Guardaron luto por él las ma-
tronas durante un año, como habían hecho por Bruto.
Al noveno año después de la expulsión de los reyes, tras
reunir el yerno de Tarquinio un gran ejército para vengar la
afrenta hecha a su suegro, se creó en Roma una nueva ma-
gistratura, mayor que la del consulado, que se llama dicta-
* Sobre los cinco cónsules del año 509 a. C., véase H. H, SCULLARD, 4
History of the Roman World. 753-146 B.C., Londres, 1980, págs. 465-466.
LIBRO 1 49
Al siguiente año, estando sitiado el ejército romano en el 17
monte Álgido, a unas doce millas de la ciudad, fue nombra-
do dictador Lucio Quincio Cincinato '*, quien cultivaba con
sus propias manos el campo de cuatro yugadas que poseía.
Éste, como fue encontrado trabajando con el arado, después 2
de secarse el sudor tomó la toga pretexta, aniquiló a los
enemigos y liberó al ejército.
En el año 302 desde la fundación de la ciudad cesó el 18
mandato de los cónsules y en lugar de dos, para que ostenta-
ran el máximo poder, fueron nombrados diez, llamados de-
cénviros!*. Pero, aunque el primer año se habian comporta- 2
do bien, durante el segundo uno de ellos, Apio Claudio,
quiso deshonrar a la hija, que aún era virgen, de un tal Vir-
£inio, quien honestamente servía en el ejército contra los la-
tinos en el monte Álgido. El padre la mató, para que no tu-
viera que soportar la violación por un decénviro y después
de regresar junto a los soldados, promovió una insurrección,
Les fue arrebatado el poder a los decénviros y fueron con-
denados,
En el año 315 desde la fundación de la ciudad los fide- 19
nates se rebelaron contra los romanos. Les prestaban su
ayuda los de Veyos y Tolumnio, su rey. Ambas ciudades
1 En elaño 458 a. C.
14 Llamados así, decénviros («diez hombres»), precisamente por su nú-
mero, Este título lo llevaron en Roma en distintas ocasiones, bien de manera
transitoria (los decemuirt legibus factundis, quienes redactaron en 451-450
a. C. la Ley de las XII Tablas), bien de modo permanente (los decemuirí sa-
cris faciundis, encargados de interpretar los libros sibilinos, cuyo número
más tarde se elevó a quince, los quindecimalri), Aquí se reficre Eutropio al
año 451, en el que se encargó a diez patricios que publicaran las normas
más importantes del derecho romano, conocidas posteriormente como Ley
de las XII Tablas, que no fueron abolidas nunca. Durante este proceso, que
duró dos años, la constitución quedó en suspenso; después en el año 449
fueron elegidos de nuevo dos cónsules.
20
50 BREVIARIO
están tan cerca de Roma que dista la de Fidenas seis millas
y la de Veyos dieciocho. Se unieron también a ellos los
volscos. Pero, vencidos por el dictador Mamerco Emilio y
por el jefe de caballería Lucio Quincio Cincinato, perdieron
incluso a su rey. La ciudad de Fidenas fue conquistada y
destruida.
Después de veinte años los de Veyos emprendieron de
nuevo la guerra. Furio Camilo fue enviado contra ellos co-
mo dictador, Éste los venció primero en el campo de batalla
y luego también, después de un largo asedio, tomó su ciu-
dad, la más antigua y rica de Italia. Después tomó también
la de los faliscos, ciudad no menos noble; pero surgió contra
él la envidia de los que creían que había hecho un mal re-
parto del botín y por esta causa fue condenado y expulsado
de la ciudad. Poco después los galos sénones llegaron hasta
la ciudad y, tras perseguir a los romanos, a los que vencie-
ron a unas once millas de Roma junto al rio Alia, tomaron
incluso la ciudad. No pudo defenderse nada excepto el Ca-
pitolio, hasta que, como lo hubieran sitiado durante mucho
tiempo y ya los romanos sufrieran las consecuencias del
hambre, Camilo, que estaba desterrado en una ciudad veci-
na, se abalanzó sobre ellos y los venció sin piedad. Después
los galos, tras recibir oro para que levantaran el asedio del
Capitolio, se retiraron, pero Camilo los persiguió y los ata-
có, de manera que recuperó no sólo el oro, que se les había
dado, sino todas las insignias militares, que ellos habían
capturado. Así por tercera vez entró en la ciudad de Roma
con los honores del triunfo y fue llamado segundo Rómulo,
como fundador, también él, de la patria.
LIBRO U
En el año 365 desde la fundación y el primero después
de la toma de la ciudad, se cambiaron las magistraturas y en
lugar de dos cónsules fueron nombrados tribunos militares
con poder consular!, Desde entonces empezó a crecer el 2
estado romano, pues Camilo en este mismo año venció a los
wolscos, que durante setenta años habian hecho la guerra a
Roma, tomó también las ciudades de los ecuos y sutrinos,
después de destruir todos sus ejércitos, y celebró al mismo
tiempo el triple triunfo.
También Tito Quincio Cincinato tras perseguir a los de 2
Preneste, quienes habían llegado en sus ataques hasta las
puertas de la ciudad de Roma, los venció junto al río Alia y
añadió al estado romano las ocho ciudades; y tras atacar a la
propia ciudad de Preneste la recibió en rendición. Todas
1 Entre el 444 y el 367 a, C., y durante algunos años, el colegio de
cónsules fue reemplazado por un colegio de magistrados, los tribunos
militares con poder consular firibuni militum consulari potestate), que
an los mismos poderes que los cónsules excepto el derecho al triunfo.
Esta creación parece que respondió esencialmente a finalidades militare:
aumento del ejército y asignación de ciertos tribunos a funciones pol
cas y militares.
.
-
54 BREVIARIO
Después, en el consulado de Tito Veturio y Espurio
Postumio '”, los samnitas infligieron a los romanos una ver-
gonzosa y gran derrota y los hicieron pasar bajo el yugo. Sin
embargo, la paz, que se habia firmado con ellos por necesi-
dad, fue anulada por el senado y el pueblo. Después fueron
vencidos los samnitas por el cónsul Lucio Papirio y siete
mil de ellos obligados a pasar bajo el yugo. Papirio celebró
el triunfo sobre los samnitas. En este tiempo Apio Claudio
el censor levantó el acueducto Claudio y construyó la Via
Apia. Los samnitas, reiniciada la guerra, vencieron a Quinto
Fabio Máximo tras matar a tres mil hombres. Después, cuan-
do su padre Fabio Máximo llegó a ser legado, venció a los
samnitas y tomó muchas de sus ciudades. Luego Publio
Comelio Rufino y Manio Curio Dentato, cónsules ambos,
enviados contra los samnitas, acabaron con ellos en extraor-
dinarios combates. Entonces dieron por terminada la guerra
con los samnitas que había durado cuarenta y nueve años.
Ningún enemigo hubo en Italia que inquietara más el pode-
río de los romanos.
Pasados algunos años, de nuevo las tropas de los galos
se unieron a los etruscos y a los samnitas contra los roma-
nos, pero, en su marcha hacia Roma, el cónsul Gneo Corne-
lio Dolabela'* destruyó estas tropas.
Al mismo tiempo se declaró la guerra contra los tarenti-
nos, que viven en los confines ya últimos de Italia, porque
habían hecho una afrenta a los legados de los romanos. Los
de Tarento pidieron ayuda contra los romanos a Pirro, rey
del Epiro, quien hacía remontar el origen de su linaje a
Aquiles. Éste vino, pues, a Italia y entonces lucharon por
primera vez los romanos contra un enemigo de más allá del
1? Año 321 a.C.
M Año 283 a.C.
LIBRO Il 55
mar. Enviaron contra él al cónsul Publio Valerio Levino*%, 2
quien, tras capturar a unos exploradores de Pirro, ordenó
que los pasearan por el campamento, se les mostrara todo el
ejército y que luego se les dejara marchar para que comuni-
caran a Pirro lo que hacían los romanos. Entablado luego el
combate, cuando ya Pirro estaba a punto de huir, venció con
la ayuda de los elefantes, que espantaron a los romanos,
pues no habían visto nunca estos animales. La noche puso
fin al combate, durante la cual huyó Levino; Pirro capturó a
mil ochocientos romanos, los trató con gran honor y dio se-
pultara a los que habían caído en el combate. Se dice que,
cuando hubo visto a los muertos que yacían heridos de fren-
Le y todavía con rostros feroces, levantó las manos al cielo y
dijo estas palabras: que él hubiera podido ser el dueño del
mundo, si hubiera contado con tales soldados.
A continuación Pirro, después de que se le unieran los
samnitas, los lucanos y los britios, avanzó sobre Roma, de-
vastó todo a hierro y a fuego, saqueó Campania y llegó a
Preneste, a unas dieciocho millas de la ciudad. Luego, por 2
miedo al ejército que lo perseguía con el cónsul, se retiró a
Campania. Pirro recibió con honores a los legados que le
habían sido enviados para negociar la liberación de los pri-
sioneros y envió a estos prisioneros a Roma sin necesidad
de rescate. Sintió tanta admiración por uno de los legados de
los romanos, Fabricio, que, al saber que era pobre, quiso
animarlo, prometiéndole la cuarta parte de su reino, a que se
pasara a su bando, pero Fabricio le rechazó. Y así, como Pi-
rro sentía un gran respeto hacia los romanos, envió un lega-
do, un hombre destacado, de nombre Cineas, para pedir
la paz en justos términos, de manera que Pirro obtuviera la
parte de Italia que ya había ocupado con las armas.
2
1" Año 280 a. C.
>
56 BREVIARIO:
No se aprobó el acuerdo; el senado contestó a Pirro di-
ciendo que él no podía hacer la paz con los romanos a no
ser que se marchara de Italia, Entonces los romanos ordena-
ron que todos los prisioneros que Pirro había devuelto fue-
ran deshonrados por haber permitido ser capturados estando
armados y que no recuperarán su anterior posición social
hasta que cada uno devolviera los despojos de dos enemigos
muertos. Cuando regresó Cineas, el legado de Pirro, Pirro le
preguntó cómo había encontrado Roma; éste le dijo que ha-
bía visto una patria de reyes, pues allí casi todos eran consi-
derados tal y como sólo Pirro era considerado en el Epiro y
en el resto de Grecia. Los cónsules Publio Sulpicio y Decio
Mus fueron enviados contra Pirro al mando del ejército.
Entablado el combate, Pirro fue herido, los elefantes muer-
tos, cayeron veinte mil enemigos y sólo cinco mil romanos.
Pirro huyó a Tarento.
Después de un año, fue enviado contra Pirro Fabricio,
el que en la embajada de antes no había podido ser soborna-
do con la promesa de la cuarta parte del reino. Entonces,
como él y el rey tenían los campamentos cerca, se presentó
ante él de noche el médico de Pirro, prometiendo que le en-
venenaría, si le ofrecía algo. Fabricio ordenó que lo devol-
vieran encadenado a su señor y que se dijera a Pirro que su
médico había puesto precio a su cabeza. Se dice que el rey,
lleno de admiración por él, dijo: «Éste es Fabricio, a quien
resulta más dificil desviar del camino honesto que al propio
sol de su recorrido». Entonces el rey se marchó a Sicilia.
Fabricio, una vez vencidos los lucanos y los samnitas, cele-
bró el triunfo. Luego fueron enviados contra Pirro los cón-
sules Manio Curio Dentato y Comelio Léntulo”. Curio lu-
chó contra él, destruyó su ejército, le hizo huir a Tarento,
1 Año 2758, C.
LIBRO 1 59
En el consulado de Lucio Manlio Vulsón y Marco Atilio 21
Régulo” se trasladó la guerra a África. Se luchó en el mar
contra Amílcar, general cartaginés, quien fue vencido y se
retiró después de perder sesenta y cuatro naves. Los roma=
nos perdieron veintidós. Habiendo pasado a África, recibie=
ron en rendición la primera ciudad africana, Clipea. Los
cónsules llegaron hasta Cartago y, tras devastar muchas
ciudades, Manlio regresó victorioso a Roma y trajo con él
veintisiete mil prisioneros; Atilio Régulo permaneció en
África y dispuso las tropas contra los africanos. Después de
luchar contra tres generales cartagineses resultó victorioso,
mató a dieciocho mil enemigos, hizo prisioneros a cinco mil
junto con dieciocho elefantes, aceptó a setenta y cuatro ciu-
dades en alianza. Entonces los cartagineses, vencidos, pidieron 4
la paz a los romanos. Como Régulo no quisiera concederla
sino con durisimas condiciones, los africanos solicitaron la
ayuda de los lacedemonios. Y a las órdenes del general Jan-
tipo, que había sido enviado por los lacedemonios, el gene- s
ral romano Régulo fue vencido y sufrió desastrosas pérdi-
das: sólo consiguieron escapar dos mil hombres de todo el
ejército romano, quinientos fueron capturados junto con su
jefe Régulo, hubo treinta mil muertos y el propio Régulo fue
encadenado.
En el consulado de Marco Emilio Paulo y Servio Fulvio 22
Nobilior*””, ambos cónsules romanos marcharon a África
con una flota de trescientas naves, Por primera vez vencie-
ron a los africanos en una batalla naval. El cónsul Emilio
hundió ciento cuatro naves enemigas, capturó treinta junto
con sus combatientes, mató o hizo prisioneros a quince mil
enemigos, enriqueció a sus soldados con un gran botín.
* Año 256 a.C.
Y 4ñ0255a.C.
m3
60 BRE
RIO
África entonces hubiera sido sometida, de no haber existido
un hambre tan grande que el ejército no pudo permanecer
allí más tiempo. Al regresar los cónsules con su flota victo-
riosa sufrieron un naufragio cerca de Sicilia; fue tan violenta
la tempestad que de las cuatrocientas sesenta y cuatro naves
sólo ochenta pudieron salvarse; jamás se tuvo noticia de una
tempestad tan grande en el mar. No obstante, los romanos
enseguida repararon doscientas naves y su ánimo no se que-
bró en nada por estas pérdidas.
Los cónsules Gneo Servilio Cepión y Gayo Sempronio
Bleso* marcharon a África con doscientas sesenta naves.
Tomaron algunas ciudades y al regresar con un enorme bo-
tín sufrieron un naufragio. Y así, como las calamidades
continuamente azotaran a los romanos, el senado decretó
que se interrumpieran las batallas navales y que sólo se
mantuvieran sesenta naves para la defensa de Italia.
En el consulado de Lucio Cecilio Metelo y Gayo Furio
Plácido*”, Metelo venció al general africano, que venía con
ciento treinta elefantes y numerosas tropas, mató a veinte
mil enemigos, tomó veintiséis clefantes, reunió a los res-
tantes desperdigados entre los númidas, que eran sus alia-
dos, y los llevó a Roma en un gran desfile, puesto que el
número de elefantes, ciento treinta, llenaba todos los cami-
nos. Después de estas desgracias, los cartagineses pidieron
al general Régulo, al que habían capturado, que marchara a
Roma para conseguir de los romanos la paz y realizar un
intercambio de prisioneros,
Aquél, una vez que llegó a Roma, llevado al senado, no
se comportó como un romano y dijo que él, desde el día en
3 Año 253 a.C,
2 Año 251 a. C. El nombre del cónsul era €. Furius Pacilus y no Pla-
cidus, como da Eutropio erróneamente.
LIBRO 1 61
que había caido en poder de los africanos, había dejado de
ser romano. Por tanto, rechazó los abrazos de su mujer y
convenció al senado de que no firmara la paz con los carta-
gineses, diciendo que ellos, quebrantados por tantos infortu-
nios, no tenían ninguna esperanza y que él no valía tanto
como para que fuesen intercambiados tantos miles de pri-
sioneros sólo por él, que ya era viejo, y por unos pocos ro-
manos, que ellos tenían en su poder. Y lo consiguió, pues
ninguno aceptó a los africanos que pedían la paz. Él mismo
regresó a Cartago, y a los romanos que le ofrecían retenerlo
en Roma, les dijo que él no permanecería en una ciudad en
la que, después de haber servido a los africanos, no podría
tener la dignidad de un ciudadano honrado. Y asi, después
de regresar a África, fue muerto con toda clase de torturas.
En el consulado de Publio Claudio Pulero y Lucio Ju- 26
nio *, Claudio luchó, pese a los auspicios desfavorables, y
fue vencido por los cartagineses. De doscientas veinte naves
de que disponía, escapó sólo con treinta, noventa fueron
capturadas con sus combatientes y las restantes hundidas.
También el otro cónsul perdió su flota en un naufragio,
aunque consiguió salvar al ejército, por la cercanía de la
costa.
En el consulado de Gayo Lutacio Cátulo y Aulo Postu- 27
mio Albino*, en el año vigésimo tercero de la Guerra Púni-
ca, se hizo cargo de la guerra contra los africanos Cátulo.
Partió hacia Sicilia con trescientas naves, pero los africanos
prepararon cuatrocientas para hacerle frente. Nunca se había
luchado en el mar con tantas tropas: Lutacio Cátulo embar-
có enfermo, pues habia sido herido en un combate anterior;
los romanos lucharon con gran valor contra Lilibeo, ciudad
Y Año 249 a.C.
4 Año 242 a.C.
64 BREVIARIO
canzada la paz en todos los lugares, los romanos no tuvieron
guerra alguna, lo cual desde la fundación de Roma sólo les
había ocurrido una vez, en el reinado de Numa Pompilio.
Los cónsules Lucio Postumio Albino y Gneo Fulvio
Centumalo** lucharon contra los ilirios y, después de tomar
muchas ciudades, recibieron incluso en rendición a sus re-
yes. Por primera vez se celebró entonces el triunfo sobre los
ilirios.
En el consulado de Lucio Emilio? gran número de tro-
pas galas atravesaron los Alpes. Pero toda Italia se unió en
defensa de los romanos y, según narra el historiador Fa-
bio*, que participó en esta guerra, se dispusieron ochocien-
tos mil hombres para esta contienda. Pero el cónsul la llevó
a cabo solo con éxito. Murieron cuarenta mil enemigos y se
decretó un triunfo para Emilio.
Algunos años después se luchó contra los galos en Italia
y se terminó la guerra en el consulado de Marco Claudio
Marcelo y Gneo Cornelio Escipión*. En aquella ocasión
Marcelo entabló combate con un pequeño grupo de caballe-
ría y mató con sus propias manos al rey de los galos, de
nombre Viridomaro. Después junto con su colega venció a
numerosas tropas galas, conquistó Mediolano y llevó un
gran botín a Roma. En el triunfo Marcelo sostuvo sobre sus
hombros los despojos de un galo, puestos sobre un palo.
3 Año 234 a, C.
Y Año2H a.C.
4% Esta mención de Fabio Píctor por Eutropio ha sido puesta de relie-
ve para demostrar que el autor del Breuiarium pudo también utilizar otras
fuentes, además de Livio. Fabio Pictor fue un senador que tomó parte en
la Segunda Guerra Púnica y escribió una Historia de Roma desde los ori-
genes hasta sus días. Como ya se ha señalado en la introducción, no po-
demos saber si Eutropio se sirvió de esta historia directa o indirectamente.
** Año 222 a. €.
LIBRO MM 65
En el consulado de Marco Minucio Rufo y Publio Cor-
nelio* se declaró la guerra a los habitantes de Istria, porque
habían robado las naves de los romanos, que transportaban
tigo, y todos fueron sometidos. Este mismo año Anibal,
general cartaginés, comenzó la Segunda Guerra Púnica con-
tra los romanos; éste, cumplidos los diecinueve años, tras
reunir ciento cincuenta mil soldados, comenzó asediando
Sagunto, ciudad de Hispania aliada de los romanos. Éstos le
advirtieron por medio de legados que interrumpiera el ata-
que, pero él no quiso recibirlos. Los romanos enviaron in-
cluso legados a Cartago para que se le ordenara a Aníbal
que no hiciera la guerra contra aliados del pueblo romano;
pero los cartagineses dieron una dura respuesta. Entretanto
los saguntinos fueron vencidos por el hambre y, hechos pri-
sioneros por Anibal, sufrieron los castigos más crueles.
Entonces Publio Comelio Escipión marchó con el ejér-
cito a Hispania y Tiberio Sempronio a Sicilia. Se declaró la
guerra a los cartagineses. Anibal, tras dejar en Hispania a su
hermano Asdrúbal, cruzó los Pirineos. Se abrió camino a
través de los Alpes, que todavía eran inaccesibles por esta
parte. Se dice que llevó a Italia ochenta mil soldados de in-
fantería, diez mil de caballería, y treinta y siete elefantes.
Mientras, muchos lígures y galos se unieron a Aníbal. Sem-
pronio Graco, cuando conoció la llegada de Aníbal a Italia,
llevó el ejército desde Sicilia a Arímino.
Publio Comelio Escipión fue el primero que se dirigió al
encuentro de Anibal, Una vez entablado el combate, puestos
en fuga los suyos, él mismo regresó herido al campamento.
También Sempronio Graco en persona luchó junto al rio
Trebia; igualmente es vencido. Muchos se rindieron en Tta-
lia ante Aníbal, Al llegar desde allí a Tuscia corrió al en-
* Año 221 a, C.
261.3
1
66 BREVIARIO
cuentro del cónsul Flaminio, mató al propio Flaminio, fue-
ron muertos veinticinco mil romanos y los demás puestos en
fuga. Después enviaron los romanos a luchar contra Aníbal
a Quinto Fabio Máximo. Éste, aplazando el momento de la
lucha, quebró su fogosidad y luego, cuando encontró una
ocasión propicia, lo venció.
En el año 540 desde la fundación de la ciudad son en-
viados Lucio Emilio Paulo y Publio Terencio Varrón* a lu-
char contra Anibal; éstos suceden a Fabio, quien advirtió a
ambos cónsules que no vencerían a Aníbal, general astuto e
impaciente, de otra manera que aplazando el combate. No
obstante, como, por la impaciencia del cónsul Varrón, aun-
que el otro cónsul no estaba de acuerdo, se combatió en
Apulia en un pueblo que se llama Cannas, ambos cónsules
son vencidos por Aníbal, mueren tres mil africanos en esta
batalla y gran parte del ejército de Aníbal resulta herido. Sin
embargo los romanos sufrieron más infortunios que en nin-
guna otra guerra púnica, pues pereció en ella el cónsul Emi-
lio Paulo junto con veinte antiguos cónsules o pretores; fueron
capturados o muertos treinta senadores, trescientos nobles,
cuarenta mil soldados de infantería y tres mil quinientos de
caballería. Durante estos infortunios, no obstante, ningún
romano se dignó mencionar la paz. Los esclavos fueron ma-
numitidos y convertidos en soldados, lo cual no había suce-
dido nunca antes.
Después de esta batalla muchas ciudades de Italia, que
habian estado sometidas a los romanos, se pasaron a Aníbal.
Éste ofreció a los romanos la posibilidad de redimir a los
cautivos y el senado le respondió que no eran necesarios
aquellos ciudadanos que, a pesar de estar armados, pudieron
ser hechos prisioneros. Entonces él los ejecutó a todos con
% Año2l6a C.
LIBRO 111 69
fue casi el romano más importante de todos los tiempos.
Éste tomó la ciudad de Cartago en Hispania, en la cual te- 2
nían los africanos todo el oro, la plata y el material de gue-
rra, y además rehenes muy nobles, que habían recibido de
los hispanos. También captura allí a Magón, hermano de Ani- 3
bal, al cual envía junto con otros prisioneros a Roma, en
donde hubo una inmensa alegría después de esta noticia.
Escipión devolvió los rehenes hispanos a sus padres, por lo
que casi todos en Hispania unánimemente se unieron a él.
Después de esto vence y pone en fuga a Asdrúbal, hermano
de Anibal, a la vez que se hace con un inmenso botín,
Mientras, en Italia el cónsul Quinto Fabio Máximo * re-
conquistó Tarento, donde había numerosas tropas de Ani-
bal. Alli también mató al general de Aníbal Cartalón, vendió
veinticinco mil prisioneros, repartió el botín entre los solda-
dos y devolvió al tesoro público el dinero de la venta de los
prisioneros. Entonces muchas ciudades de los romanos, que
se habían pasado a Aníbal antes, se entregaron de nuevo a
Fabio Máximo. Al año siguiente Escipión y su hermano Lu-
cio Escipión realizaron excepcionales hazañas en Hispania;
los romanos recuperaron setenta ciudades. En Italia, sin em-
bargo, se luchó sin éxito, pues el cónsul Claudio Marcelo
fue muerto por Aníbal.
Al tercer año desde la llegada de Escipión a Hispania,
de nuevo lleva a cabo importantes proezas. Recibió como
aliado al rey de Hispania, vencido en un gran combate, y
fue el primero de todos que no pidió rehenes a un enemigo
vencido,
Aníbal, perdiendo toda esperanza de mantener Hispania
bajo su control durante más tiempo en contra de Escipión,
hizo venir a su hermano Asdrúbal a Italia con todas sus tro-
7
4 Año 209 a.C.
70 BREVIARIO
2 pas. Éste, cuando venía por el mismo camino por el que ha-
bía venido también Aníbal, cayó en la emboscada que le
tendieron los cónsules Apio Claudio Nerón y Marco Livio
Salinátor* junto a Sena, ciudad de Piceno. Murió, aunque
luchando valerosamente. Sus numerosos soldados cayeron
prisioneros o fueron muertos y una gran cantidad de oro y
de plata fue llevada a Roma. Después de esto Anibal empie-
za a desconfiar del resultado de la guerra. Los romanos re-
cobraron los ánimos, de manera que también ellos hicieron
venir desde Hispania a Publio Cornelio Escipión, quien vol-
vió a Roma cargado de glori
1 Enel consulado de Quinto Cecilio y Lucio Valerio*,
todas las ciudades que estaban baja el control de Aníbal en
el territorio de los britios se entregaron a los romanos.
20 En el año decimocuarto desde la llegada de Aníbal a
Italia, Escipión, que había llevado a cabo muchas cosas en
Hispania con éxito, fue nombrado cónsul* y enviado a
África. Se pensaba que había algo divino en este hombre,
hasta el punto de que se creía incluso que hablaba con los
dioses. Lucha en África contra Hanón, general de los afri-
canos, y aniquila su ejército, En el segundo combate toma el
campamento enemigo con cuatro mil quinientos soldados y
mata a once mil. Hace prisionero a Sífax, rey númida, que
se había unido a los africanos, y toma su campamento. Sífax
es enviado por Escipión a Roma junto con los más nobles
númidas y gran cantidad de botín. Cuando se tuvo noticia de
estos hechos, casi toda Italia abandonó a Aníbal. Y a él mis-
mo los cartagineses le ordenan regresar a África, que Esci-
pión estaba devastando.
% Año 207a.C,
%* Año 2064. C,
%% En el año 205 a, €.
LIBRO 71
Y así, en el decimoséptimo año, Italia fue liberada de
manos de Aníbal. Los legados de los cartagineses pidieron
la paz a Escipión y fueron remitidos por él al senado. Les
fue concedida una tregua de cuarenta y cinco días hasta que
pudieran ir a Roma y regresar, y ellos entregaron treinta mil
libras de plata. El senado, siguiendo el parecer de Escipión,
ordenó que se firmara la paz con los cartagineses. Escipión
la concedió con las siguientes condiciones: que no tuvieran
más de treinta naves, que dieran quinientas mil libras de pla-
ta y que entregaran a los prisioneros y desertores.
Entretanto, la paz fue perturbada al llegar Aníbal a Álri-
ca, pues los africanos rompieron las hostilidades. No obs-
tante, sus legados fueron capturados por los romanos, cuan-
do venian desde Roma, y liberados por orden de Escipión.
Asimismo Anibal, vencido en frecuentes combates, pidió la
paz a Escipión. Cuando se presentó para negociar, le fue
concedida con las mismas condiciones con las que se le ha-
bía dado anteriormente, añadiendo a las quinientas mil li-
bras de plata otras cien mil libras por su útima traición. No
aprobaron estas condiciones los cartagineses y ordenaron a
Anibal que luchara. Hicieron la guerra a Cartago Escipión y
Masinisa, otro rey númida, que era aliado de Escipión. Aní-
bal envió a tres exploradores al campamento de Escipión, a
los cuales Escipión, una vez capturados, ordenó que se les
llevara a través del campamento y que se les mostrara todo
el ejército, y que luego se les diera de comer y se les dejara
marchar para que contaran a Anibal lo que habían visto en-
tre los romanos.
Mientras, ambos generales prepararon un combate, co-
mo apenas podía recordar nadie, puesto que hombres tan
expertos disponían sus tropas para la batalla, Escipión re-
gresó victorioso, y casi estuvo a punto de ser capturado el
propio Anibal, que primero escapó con muchos soldados de
+
7 BREVIARIO
con éxito en Acaya. El campamento del rey Antíoco fue
tomado en una batalla nocturna y el propio rey fue puesto
en fuga. A Filipo le fue devuelto su hijo Demetrio porque
había ayudado a los romanos contra Antíoco.
En el consulado de Lucio Cornelio Escipión y Gayo Le-
lio*!, Escipión el Africano marchó contra Antíoco, nombra-
do legado de su hermano el cónsul Lucio Cornelio Escipión.
Anibal, que estaba con Antíoco, fue vencido en un combate
naval. Después, el propio Antíoco fue derrotado en una gran
batalla por el cónsul Comelio Escipión cerca de Sípilo, junto
a Magnesia, una ciudad de Asia. Ayudó a los romanos en
esta batalla Éumenes, hermano del rey Átalo, quien fundó la
ciudad de Eumenia en Frigia. En esta batalla fueron muertos
cincuenta mil soldados de infantería y tres mil de caballería
del ejército del rey Antioco. Entonces pidió el rey la paz. Le
fue concedida por el senado con las mismas condiciones, a
pesar de haber sido vencido, con las que antes se le había
ofrecido: que se retirara de Europa y de la provincia de Asia
y se quedara en el interior del Tauro, que diera diez mil ta-
lentos y veinte rehenes y que entregara a Anibal, instigador
de esta guerra. Al rey Éumenes le fueron donadas por el se-
nado todas las ciudades de Asia, que Antíoco había perdido
en la guerra, y se concedieron también muchas ciudades a
los rodios, que habían prestado su ayuda a los romanos en la
guerra contra el rey Antíoco. Escipión regresó a Roma y
celebró el triunfo con grandes honores. A imitación de su
hermano, recibió el nombre de Asiágeno, por haber vencido
en Asia, como su hermano era llamado Africano por haber
sometido África.
5 Año 1904. €.
LIBRO IV 75
En el consulado de Espurio Postumio Albino y Quinto
Marcio Filipo**, Marco Fulvio celebró el triunfo sobre los
etolios, Aníbal, que habia huido dirigiéndose a Prusias, rey
de Bitinia, después de la derrota de Antíoco, para no ser en-
tregado a los romanos, fue reclamado a éste por medio de
Tito Quincio Flaminino. Y, como iba a ser entregado a los
romanos, bebió un veneno y fue enterrado en Libisa junto al
territorio de Nicomedia.
Muerto Filipo, rey de Macedonia, quien también se ha-
bía enfrentado a los romanos y posteriormente les había
prestado su ayuda contra Antíoco, su hijo Perseo se rebeló
en Macedonia, después de disponer numerosas tropas para
la guerra. Tenia como aliados a Cotis, rey de Tracia, y al rey
de lliria, Gencio. Prestaban su ayuda a los romanos Éume-
nes, rey de Asia, Ariarato de Capadocia, Antioco de Siria,
Ptolomeo de Egipto y Masinisa de Numidia. Prusias de Bi-
tinia, aunque se había casado con la hermana de Perseo,
permaneció neutral, Fue enviado como general de los roma-
nos el cónsul Publio Licinio y fue vencido por el rey en un
duro combate. No obstante, los romanos, a pesar de su de-
rrota, no quisieron ofrecer la paz al rey cuando la pidió, sino
con estas condiciones: que se entregaran él y los suyos al
senado y al pueblo romano. Luego fue enviado a luchar con-
tra él el cónsul Lucio Emilio Paulo y a lliria el pretor Gayo
Anicio a luchar contra Gencio. Éste, después de ser vencido
fácilmente en un combate, se entregó enseguida. Al mismo
tiempo su madre, su esposa y sus dos hijos, y también su
hermano cayeron en poder de los romanos, Asi, acabada
esta guerra en treinta días, se supo que Gencio había sido
vencido antes de que se anunciara que había comenzado la
guerra,
% Año 186 a. C.
»
76 BREVIARIO
El cónsul Emilio Paulo luchó con Perseo el 3 de sep-
tiembre y lo venció, después de matar a veinte mil de sus
soldados de infantería. La caballería, ilesa, escapó con el
rey. Cayeron cien soldados romanos. Todas las ciudades de
Macedonia, que el rey había tenido bajo su control, se en-
tregaron a los romanos. El propio rey, puesto que había sido
abandonado por sus amigos, se puso en manos de Paulo. Pe-
ro Emilio Paulo lo trató con honor, no cómo a un enemigo
vencido, pues no permitió que se echara a sus pies, cuando
pretendía hacerlo, y lo sentó junto a él en una silla, A los
habitantes de Macedonia y de Miria les fueron impuestas por
los romanos estas condiciones: serían libres y pagarían la
mitad de los tributos que habían pagado a los reyes, para
que quedara patente que el pueblo romano luchaba más por
justicia que por avaricia. Asi, en una asamblea de innume-
rables pueblos, Paulo proclamó esto y recibió espléndida-
mente con un banquete a los legados de numerosas naciones,
que habían venido hasta él, diciendo que debía ser propio
del mismo hombre no sólo vencer en la guerra, sino también
ser elegante ofreciendo un banquete.
Luego tomó setenta ciudades del Epiro, que eran rebel-
des, y distribuyó el botín entre los soldados. Regresó a Ro-
ma con gran pompa en una nave de Perseo, que, según se
cuenta, era de un inusitado tamaño, hasta el punto de decirse
que tenía dieciséis filas de remos. Celebró también el triunfo
espléndidamente en un carro de oro llevando a sus dos hi-
Jos, uno a cada lado. Fueron conducidos delante de su carro
los dos hijos del rey y el propio Perseo, que tenía cuarenta y
cinco años. Después de éste Anicio también celebró el triun-
fo sobre los ilirios. Gencio, junto con su hermano y sus hi-
jos, fue conducido delante de su carro. Vinieron a Roma pa-
ra contemplar el espectáculo los reyes de muchos pueblos,
entre ellos Átalo y Éumenes, reyes de Asia, y Prusias de
LIBRO Iv. 79
fue muerto por los suyos, después de haber agitado las pro-
vincias de Hispania contra los romanos durante catorce
años. Primero fue pastor, luego jefe de bandidos, finalmente
incitó a tantos pueblos a la guerra que era considerado como
el libertador de Hispania frente a los romanos. Y cuando sus
asesinos pidieron una recompensa al cónsul Cepión, res-
pondió que nunca les había agradado a los romanos que los
generales fueran asesinados por sus propios soldados.
Luego, el cónsul Quinto Pompeyo, derrotado por los de
Numancia, que fue la ciudad más rica de Hispania, firmó
una paz ignominiosa. Después de él, el cónsul Gayo Hosti-
lio Mancino** firmó de nuevo una infame paz con los nu-
mantinos, la cual el pueblo y el senado ordenaron que fuese
quebrantada y que el propio Mancino fuese entregado a los
enemigos, para que sobre aquél, a quien consideraban res-
ponsable del tratado, vengaran la afrenta de la ruptura del
mismo. Después de tan gran ignominia, con la que dos ve-
ces los ejércitos romanos habían sido sometidos por los nu-
mantinos, Publio Escipión el Africano fue nombrado cónsul
por segunda vez y enviado a Numancia. Éste corrigió pri-
mero sin dureza a los soldados, disolutos y perezosos, más
por medio del entrenamiento que del castigo, luego tomó
muchas ciudades de Hispania y recibió otras en rendición,
finalmente redujo por el hambre la ciudad de Numancia,
después de asediarla durante mucho tiempo, y la destruyó
por completo; recibió el resto de la provincia en alianza.
Por aquel entonces murió Átalo, rey de Asia, hermano
de Éumenes, y nombró heredero al pueblo romano. Asi Asia
se añadió al imperio romano por testamento.
Después también Décimo Junio Bruto celebró con gran
gloria el triunfo sobre los de Galecia y Lusitania y Publio
% Enel año 1374. €.
7
21
$0 BREVIARIO
Escipión el Africano celebró un segundo triunfo sobre los
numantinos, catorce años después de haber celebrado el pri-
mero sobre África,
Entretanto en Asia comenzó una guerra Aristonico, hijo
de Éumenes, quien había nacido de wna concubina. Este
Éumenes había sido hermano de Átalo. Publio Licinio Cra-
50, enviado contra él, tuvo la ilimitada ayuda de los reyes,
Pues prestaron su apoyo a los romanos Nicomedes, rey de
Bitinia, Mitridates, rey del Ponto, con quien después hubo
un enfrentamiento gravísimo, Ariates de Capadocia y Pilé-
menes de Paflagonia. No obstante Craso fue vencido y muer-
to en el combate. Ofrecieron su cabeza a Aristonico y su
cuerpo fue sepultado en Esmirna. Después Perperna”, cón-
sul romano, que sucedía a Craso, al tener noticias del des-
enlace de la guerra, se dirigió rápidamente a Asia y obligó
por el hambre a la rendición a Aristonico en la ciudad de
Estratonicea, donde se había refugiado, después de vencerlo
en la batalla. Aristonico, por orden del senado, fue estran-
gulado en la cárcel en Roma, pues no se podía celebrar el
triunfo sobre él, porque Perperna, cuando regresaba a Ro-
ma, habia muerto en los alrededores de Pérgamo.
En el consulado de Lucio Cecilio Metelo y Tito Quincio
Flaminino* fue reconstruida por orden del senado la ciudad
de Cartago en África, la cual todavía permanece en pie,
veintidós años después de ser destruida por Escipión. Fue-
ron enviados alli ciudadanos romanos.
En el año 627 desde la fundación de la ciudad los cón-
sules Gayo Casio Longino y Sexto Domicio Calvino” de-
clararon la guerra a los galos transalpinos, a la ciudad de los
* Año 1304. C,
% Año 1232.C.
% Año 1244. C.
LIBRO IV 81
arvernos más famosa entonces y a su jefe Bituito, y mataron
a una inmensa multitud de gente junto al río Ródano, Fue
llevado a Roma un gran botín de torques galos. Bituito se
entregó a Domicio y fue conducido por él a Roma. Con
gran gloria ambos cónsules celebraron el triunfo.
En el consulado de Marco Porcio Catón y Quinto Mar- 23
cio Rex%, en el año 633 desde la fundación de la ciudad, se
estableció la colonia de Narbona en la Galia y al año si-
guiente los cónsules Lucio Cecilio Metelo y Quinto Mucio
Escévola celebraron el triunfo sobre Dalmacia.
En el año 635 desde la fundación de la ciudad, el cónsul 24
Gayo Catón'*! declaró la guerra a los escordiscos y sufrió
una ignominiosa derrota.
En el consulado de Gayo Cecilio Metelo y Gneo Car- 25
bón* los dos hermanos Metelos alcanzaron el triunfo el
mismo día, uno sobre Cerdeña, otro sobre Tracia, y se anun-
ció en Roma que los cimbros habían pasado desde la Galia a
Ttalia.
En el consulado de Publio Escipión Nasica y Lucio Cal- 26
purnio Bestia* se declaró la guerra a Yugurta, rey de Nu-
midia, porque habia matado a Adérbal y Hiémpsal, hijos de
Micipsa y hermanos suyos, reyes y aliados del pueblo ro-
mano, Fue enviado contra él el cónsul Calpurnio Bestia,
quien, sobornado por el rey, firmó con él una paz suma-
mente vergonzosa que no fue aprobada por el senado. Des-
pués, al año siguiente, marchó contra él Espurio Postumio
Albino. También éste, a causa de su hermano, sufrió una ig-
nominiosa derrota contra los númidas.
8% Año ll8a.C.
$! Año 116 a. C,, si bien la fecha es inexacta: Gayo Porcio Catón fue
derrotado por los escordiseos en el 1144, C.
2 Año M3 a.C,
8 Año lla. C.
$4 BREVIARIO
1 Entretanto los cimbros y los teutones, cuyas tropas eran
aún innumerables, pasaron a Italia. De nuevo Gayo Mario y
Quinto Cátulo lucharon contra ellos, pero con más éxito por
parte de Cátulo. Pues en la batalla, que ambos llevaron a
cabo simultáneamente, fueron muertos ciento cuarenta mil
hombres —o en el campo de batalla o en la huida—, y fue-
ron capturados sesenta mil. Murieron trescientos soldados
romanos de uno y otro ejército. Treinta y tres estandartes fue-
ron arrebatados a los cimbros; de éstos, el ejército de Mario
llevó consigo dos y el ejército de Cátulo treinta y uno. Éste
fue el final de la guerra. Se decretó un triunfo para ambos.
En el consulado de Sexto Julio César y Lucio Marcio
Filipo, en el año 659 desde la fundación de la ciuda
cuando habian terminado casi todas las otras guerras, los pi-
centes, los marsos y pelignos iniciaron en Italia una durísi-
ma guerra. Éstos, aunque obedecían al pueblo romano desde
hacia ya muchos años, empezaron a reivindicar entonces
una independencia semejante para ellos. Fue ésta una guerra
absolutamente funesta: en ella murió el cónsul Publio Ruti-
lio*, y Cepión, un joven noble, y Porcio Catón, el otro cón-
sul. Los generales de los picentes y marsos contra los roma-
nos fueron Tito Vetio, Hierio Asinio, Tito Herennio y Aulo
Cluencio. Los romanos lucharon valerosamente contra ellos a
las órdenes de Gayo Mario, que había sido nombrado cónsul
por sexta vez, y de Gneo Pompeyo; pero especialmente a las
órdenes de Lucio Comelio Sila, que entre otros hechos in-
signes derrotó a Cluencio, general enemigo, junto con sus
innumerables tropas, mientras que él perdió sólo a uno de
4% 5, Julio César y L. Marcio Filipo fueron cónsules en el 91 a, C, La
guerra de los aliados o guerra social tuvo lugar entre los años 91-89.
La fecha de la fundación de la ciudad según el cómputo utilizado por
Eutropio es el 750, en vez de la tradicional del año 753.
$ P. Ratilio Lupo, cónsul en el 90 a. C.; P. Catón, cónsul en el 39. C.
LIBRO Y 85
los suyos. No obstante, esta contienda se prolongó durante
cuatro años con grandes desastres. Finalmente, al quinto año
le puso fin el cónsul Lucio Cornelio Sila”, después de ha-
ber llevado a cabo en la misma guerra muchas hazañas vale-
rosamente, pero como pretor.
En el año 662 desde la fundación de la ciudad se inició 4
en Roma la primera guerra civil y en el mismo año también
la guerra contra Mitridates, Al ser enviado el cónsul Sila pa-
ra hacer la guerra contra Mitridates, que había ocupado Asia
y Acaya, Gayo Mario, cónsul por sexta vez, dio el pretexto
para la guerra civil, pues pretendía, tras retener un poco el
ejército en Campania para acabar con la Guerra Social, de la
que hemos hablado, y que se había producido en Italia, que
se le enviara precisamente a él a la guerra contra Mitridates.
Sila, irritado por esto, acudió con su ejército a Roma, donde
luchó contra Mario y Sulpicio, Fue el primero que entró en
la ciudad de Roma armado, mató a Sulpicio, hizo huir a Ma-
rio y asi, después de ser designados como cónsules para el
próximo año Gneo Octavio y Lucio Cornelio”!, marchó a
Asia.
Pues bien, Mitridates, que era rey del Ponto y tenía bajo s
su control Armenia Menor y todos los alrededores del mar
del Ponto junto con el Bósforo, quiso primero expulsar de
Bitinia a Nicomedes, aliado del pueblo romano, y puso en
conocimiento del senado que le iba a declarar la guerra a
causa de las afrentas que había recibido. El senado respon-
dió a Mitridates que, si hacía esto, también tendría él mismo
que sufrir la guerra que los romanos estaban dispuestos a
hacerle. Por lo cual, airado, ocupó inmediatamente Capado-
cia y expulsó de ésta a Ariobárzanes, rey y aliado del pueblo
Y Cónsul en el 88 a. C.
T' Cónsules en el año 87 a. €.
E A
86 BREVIARIO
romano; luego invadió también Bitinia y Paflagonía, después
de expulsar de allí a los reyes Pilémenes y Nicomedes, aliá-
dos del pueblo romano: Desde ahi se dirigió 2 Éleso y envió
cartas por toda Asia para que, allí donde se les encontrara,
los ciudadanos romanos fueran muertos en el mismo dia.
6 Entretanto también Atenas, ciudad de Acaya, fue entre-
gada a Mitridates por el ateniense Aristón, pues Mitridates
ya había enviado a Ácaya 2 Arquelao, general SUYO, con
ciento veinte mil soldados de caballería € infanteria, por
medio del cual también fue ocupado el resto de Grecia. Sila
sitió a Arquelao en el Pireo, no lejos de Atenas, y tomó la
propia Atenas. Después, entablado el combate contra Ar-
quelao, lo venció de manera que de los ciento veinte mil
soldados apenas le quedaron 2 Arquelao diez mil, mientras
que del ejército de Sila sólo murieron trece mil hombres.
Cuando tuyo noticias de esta batalla, Mitridates envió se-
tenta mil soldados escogidos desde Asia a Arquelao, contra
quien Juchó de nuevo Sila. En el primer enfrentamiento Mur
rieron quince mil enemigos y Diógenes, el hijo de Arquelao;
en el segundo todas las tropas de Mitridates fueron aniqui-
ladas y el propio Arquelao estuvo escondido desnudo duran-
te tres días en los pantanos. Al oir esto Mitridates ordenó
negociar la paz con Sila.
? Al mismo tiempo Sila venció también en parte 4 los
dárdanos, escordiscos, dálmatas Y medos, y a olros los acep-
16 como aliados. Pero, cuando llegaron los legados del tey
Mitridates pará pedir la paz, Sila respondió que nO la conce-
dería a no ser qué el rey, tras abandonar los territorios que
había ocupado, regresara 4 su reino. Después, no obstante,
ambos se reunieron 2 parlamentar. Se firmó la paz entre
ellos, de modo que Sila, que $e apresuraba a volver a la gue-
4 ra civil, no dejara peligro alguno tras si. Mientras Sila ven-
cia en Ácaya Y Asia a Mitridates, Mario, que habia sido pues-
.
LIBRO VI
En el consulado de Marco Emilio Lépido y Quinto Cá- 1
tulo”, cuando Sila había apaciguado el estado, surgieron
nuevas guerras, una en Hispania, otra en Panfilia y Cilicia,
la tercera en Macedonia y la cuarta en Dalmacia. Pues Ser-
torio, que había sido del partido de Mario, por temor a tener
el mismo final de los demás, que habían sido muertos, incitó
a las provincias de Hispania a la guerra. Fueron enviados
contra él los generales Quinto Cecilio Metelo, hijo del que
venció al rey Yugurta, y el pretor Lucio Domicio. Este últi-
mo fue muerto por el general de Sertorio Hirtuleyo; Metelo
luchó contra Sertorio con éxito desigual. Después, puesto
que Metelo era considerado incapaz de luchar solo, Gneo
Pompeyo fue enviado a Hispania. Asi, teniendo a dos gene-
rales contra él, Sertorio luchó constantemente con diversos
resultados. Finalmente en el octavo año fue asesinado por
los suyos; dieron asi fin a esta guerra el joven Gneo Pompe-
yo y Quinto Metelo Pío y prácticamente toda Hispania fue
sometida a la jurisdicción del pueblo romano.
Año 7Ba C.
90 BREVIARIO
2 A Macedonia fue enviado Apio Claudio” después de
dejar el consulado. Sostuvo combates de poca importancia
contra varios pueblos, que habitaban en la provincia del Ró-
dope, y alli murió de una enfermedad. Fue enviado como
sucesor Gayo Escribonio Curión?* después de dejar el con-
sulado. Éste venció a los dárdanos, penetró hasta el Danubio
y alcanzó el triunfo poniendo fin a la guerra en tres años.
A Cilicia y Panfilia fue enviado el procónsul Publio Ser-
vilio; un hombre enérgico que sometió Cilicia, asaltó y to-
mó las ciudades más importantes de Licia, entre ellas Fasé-
lide, Olimpo y Córico de Cilicia. Después de atacar también
a los isauros y obligarlos a la rendición, puso fin a la guerra
en tres años. Fue el primero de todos los romanos que mar-
chó por el Tauro. A su regreso recibió el triunfo y mereció
el nombre de Isáurico.
AI lírico fue enviado el procónsul Gayo Cosconio. So-
metió gran parte de Dalmacia, tomó Salonas y tras finalizar
la guerra regresó a Roma después de dos años.
Por aquella época el cónsul Marco Emilio Lépido, cole-
ga de Cátulo, quiso iniciar una guerra civil, pero en un ve-
rano fue reprimido su levantamiento. Así se celebraron al
mismo tiempo muchos triunfos, el de Metelo sobre Hispa-
nia, el segundo de Pompeyo sobre Hispania, el de Curión
sobre Macedonia, el de Servilio sobre Isauria.
En el año 676 desde la fundación de la ciudad, en el
consulado de Lucio Licinio Lúculo y Mareo Aurelio Cota”,
murió Nicomedes, rey de Bitinia, y en su testamento nom-
bró heredero al pueblo romano. Mitridates, tras romper el
tratado de paz, pretendió invadir de nuevo Bitinia y Asia.
>
* Fue enviado a Macedonia en el 78 a. C.; había sido cónsul en cl 79
ac
Enviado como procónsul en el 75 4. C,
7 Año 74a, C
LIBRO VI 91
Enviados contra él ambos cónsules tuvieron distinto final.
Cota fue vencido por él en combate cerca de Calcedonia,
fue encerrado y sitiado también dentro de la ciudad, Pero, 3
cuando Mitridates había pasado desde alli a Cízico, para,
después de tomar Cizico, atacar toda Asia, Luculo, el otro
cónsul, le salió al encuentro. Y mientras Mitridates se dete-
nía en el asedio de Cizico, lo sitió por la retaguardia, lo de-
bilitó por hambre y venció en muchas batallas; finalmente le
hizo huir hasta Bizancio, que ahora es Constantinopla. A
sus generales también los venció Luculo en un combate ná-
val. Asi fueron muertos en un invierno y un verano por Lu-
culo casi cien mil hombres del rey.
En el año 678 desde la fundación de la ciudad, Marco 7
Licinio Luculo, el primo de Luculo, que luchaba contra Mi-
tridates, tomó la provincia de Macedonia. Y en Italia de
repente surgió una nueva guerra, pues setenta y cuatro gla-
diadores, bajo el mando de Espártaco, Crixo y Enómao,
después de romper las puertas de su escuela de Capua, se
escaparon y recorriendo ltalia organizaron una guerra casi
tan importante como la que Anibal había promovido. Pues
después de vencer a muchos generales y a dos cónsules ro-
manos al mismo tiempo, reunieron un ejército de casi se-
senta mil hombres armados; pero fueron vencidos en Apulia
por el procónsul Marco Licinio Craso y, después de haber
causado muchos desastres en Italia, se puso fin a esta guerra
al tercer año.
En el año 681 desde la fundación de la ciudad, en el
consulado de Publio Comelio Léntulo y Gneo Aufidio Ores-
tes”, había sólo dos guerras de importancia en el Imperio
Romano, la Mitridática y la Macedónica. Las llevaban a ca-
bo los dos Luculos, Lucio Luculo y Marco Luculo. Lucio
Año 7la. Co
94 BREVIARIO
pañeros. No mucho después, puesto que era cruel incluso
con los suyos, en una revuelta entre sus soldados, promovi-
da por su propio hijo, Fárnaces, fue obligado a suicidarse y
se envenenó. Éste fue el fin de Mitridates. Murió junto al
Bósforo, siendo un hombre de gran energía y decisión. Rei-
nó durante sesenta años, vivió setenta y dos, hizo la guerra
contra los romanos durante cuarenta años.
Luego Pompeyo se enfrentó a Tigranes, quien se le en-
tregó, viniendo al campamento de Pompeyo, que estaba a
dieciséis millas de Artáxata, y después de postrarse a las ro-
dillas de Pompeyo, colocó su diadema en las manos de éste.
Pompeyo se la devolvió y lo trató con grandes honores,
aunque le obligó a entregar parte de su reino y una elevada
suma de dinero. Le fue arrebatada Siria, Fenicia y Sofanene
y además tuvo que dar seis mil talentos de plata al pueblo
romano porque había empezado una guerra contra los To-
manos sin causa alguna.
Luego Pompeyo luchó también contra los albanos y
venció tres veces a su rey Orodes; finalmente, aplacado por
medio de cartas y regalos, le concedió el perdón y la paz.
venció también en el campo de batalla al rey de Iberia Ár-
taces y lo recibió en rendición Entregó Armenia Menor a
Deyótaro, rey de Galacia, porque había sido aliado en la
guerra contra Mitridates. Devolvió Paflagonia a Átalo y Pi-
lémenes. Impuso a Aristarco como rey de la Cólquide. Ven-
ció luego a los itureos y árabes. Y, cuando llegó a Siria,
concedió la libertad a Seleucia, ciudad cercana a Antioquía,
porque no había acogido al rey Tigranes. Devolvió los rehe-
nes a los de Antioquía. Entregó tierras a los de Dafne, para
que el bosque que allí había, resultase más espacioso, pues
le había encantado la belleza del lugar y la abundancia de su
agua. Desde alli pasó a Judea y tomó Jerusalén, la capital de
este pueblo, al tercer mes, después de matar a doce mil ju-
LIBRO VI 95
dios y recibir las promesas de fidelidad de los demás. Tras
llevar a cabo estas acciones se retiró a Asia y puso fin a una
guerra que se había prolongado mucho.
En el consulado del orador Marco Tulio Cicerón y Gayo 15
Antonio”, en el año 689 desde la fundación de la ciudad,
Lucio Sergio Catilina, un hombre de muy noble linaje, pero
de carácter depravadísimo, tramó una conspiración para des-
truir la patria junto con algunos hombres sin duda impor-
tantes, pero temerarios. Fue expulsado de la ciudad por Ci-
cerón; sus cómplices fueron detenidos y estrangulados en la
cárcel. El propio Catilina fue vencido en combate y muerto
por Antonio, el otro cónsul.
En el año 690 desde la fundación de la ciudad, en el 16
consulado de Décimo Junio Silano y Lucio Murena”, cele-
brú Metelo el triunfo sobre Creta; Pompeyo sobre los piratas
y sobre Mitridates. Nunca hubo semejante celebración de un
triunfo: los hijos de Mitridates, el hijo de Tigranes, y Aris-
tobulo, rey de los judíos, iban conducidos delante de su ca-
rro. Se transportó también para exhibirla una inmensa suma
de dinero y una gran cantidad de oro y de plata. En este
momento no había ninguna guerra importante en todo el or-
be de la tierra.
En el año 693 desde la fundación de la ciudad Gayo Ju- 17
lio César, que gobernó posteriormente, fue nombrado cón-
sul junto con Lucio Bíbulo*”. Le fueron asignados la Galia y
el llirico con diez legiones. Éste venció en primer lugar a 2
los helvecios, que ahora se llaman sécuanos, luego, después
de resultar victorioso en encarnizadas guerras, llegó hasta el
Océano Británico. Sometió en nueve años casi toda la Galia, 3
% Año 63 a.C.
% Año 62a.C.
3 Año 594, C.
96 BREVIARIO
que se extiende entre los Alpes, el rio Ródano, el Rin y el
Océano en derredor hasta treinta y dos veces cien millas.
Luego luchó contra los britanos, quienes anteriormente ni
siquiera conocían el nombre de los romanos. Á éstos, des-
pués de vencerlos y de recibir rehenes, los hizo tributarios,
Impuso en la Galia en calidad de tributo la suma anual de
cuarenta millones de sestercios y, tras atacar a los germanos
de más allá del Rin, los venció en las más crueles batallas.
Entre tantos éxitos fue derrotado tres veces, una vez, en per-
sona, por los arvernos, y dos veces en Germania, estando
ausente, pues sus dos legados, Titurio y Aurunculeyo, fue-
ron muertos en emboscadas.
1” Aproximadamente al mismo tiempo, en el año 697 des-
de la fundación de la ciudad, Marco Licinio Craso, colega de
Gneo Pompeyo Magno en el segundo consulado, fue envia-
do contra los partos y, luchando cerca de Carras, contra las
indicaciones de los presagios y auspicios desfavorables, fue
vencido por Surena, general del rey Orodes, y muerto fi-
nalmente junto con su hijo, un joven muy noble y destaca-
do. Al resto del ejército lo salvó el cuestor Gayo Casio,
quien reparó las pérdidas con tan gran ánimo y tanto valor
que al regresar al otro lado del Eufrates venció a los persas
en frecuentes batallas,
19 Desde aquí ya siguió la Guerra Civil, maldita y lamenta-
ble, en la que además de las calamidades que acaecieron en
los combates, cambió incluso la fortuna del pueblo romano.
Pues al regresar César victorioso de la Galia empezó a pedir
un segundo consulado, y de forma que se le concediera sin
ninguna vacilación. Se opusieron el cónsul Marcelo, Bíbulo,
Pompeyo y Catón y se le ordenó que, tras licenciar a los
ejércitos, regresara a la ciudad, Por esta afrenta se dirigió
con el ejército desde Arimino, donde tenía reunidos a sus
3 soldados, contra su patria. Los cónsules, junto con Pompe-
LIBRO YI 99
bían hecho preparativos para una gran guerra. Hubo muchas
batallas, la última en la ciudad de Munda, en la cual César
estuvo a punto de ser vencido, hasta el extremo de que, al
huir los suyos, quiso matarse para no caer, después de haber
alcanzado tan gran gloria militar, en manos de unos jóvenes
cuando él tenía cincuenta y seis años. Finalmente, tras reu-
nir a los suyos, logró la victoria. De los hijos de Pompeyo,
el mayor fue muerto, el menor huyó.
Desde alli César, después de terminar las guerras civiles
en todo el mundo, regresó a Roma. Empezó a actuar con in-
solencia y en contra de la acostumbrada libertad romana.
Por ello, puesto que concedía a su antojo cargos, que antes
eran otorgados por el pueblo, no se levantaba en presencia
del senado cuando se presentaba ante él y hacía otras cosas
a la manera de los reyes y casi de los tiranos, fue tramada
una conjuración contra él por sesenta o más senadores y ca-
balleros romanos. Entre los conspiradores los más destaca-
dos fueron los dos Brutos, de la familia del Bruto que había
sido el primer cónsul en Roma y había expulsado a los re-
yes, Gayo Casio y Servilio Casca. Asi pues, César, cuando
acudió a la curia acompañado de otros un día de reunión del
senado, fue atravesado por veintitrés puñaladas.
LIBRO VIT
Aproximadamente en el año 709 desde la fundación de 1
la ciudad, tras el asesinato de César, se reanudaron las gue-
rras civiles, Como el senado favorecía a los asesinos de Cé-
sar, el cónsul Antonio, perteneciente al partido de César,
intentó acabar con ellos mediante una guerra civil. Antonio,
puesto que había cometido muchos crimenes en medio del
desorden del estado, fue declarado enemigo por el senado.
Para perseguirlo fueron enviados los dos cónsules, Pansa e
Hircio*, y Octaviano, un joven de dieciocho años, sobrino
de César, al que aquél había nombrado heredero en su tes-
tamento y había ordenado que llevara su nombre. Éste es el
que después se llamó Augusto y alcanzó el poder. Después
de marchar contra Antonio lo vencieron los tres generales.
Sin embargo, sucedió que ambos cónsules, victoriosos, mu-
rieron, por lo que los tres ejércitos quedaron bajo el mando
de uno solo, César Augusto.
Antonio, que había sido puesto en fuga y había perdido
el ejército, buscó refugio junto a Lépido, que había sido jefe
de caballeria de César y tenía entonces gran cantidad de tro-
pas, y fue recibido por él. Luego, con la ayuda de Lépido,
5 Cónsules en el año 43 a. €.
102 BREVIARIO
César Augusto hizo la paz con Antonio y, como si fuera a
vengar la muerte de su padre, por quien había sido adoptado
mediante testamento, se dirigió a Roma con su ejército y
consiguió por la fuerza que se le concediera a sus veinte
años el consulado. Proscribió al senado y en compañia de
Antonio y Lépido empezó a controlar el estado con las ar-
mas. A instancias de éstos fue muerto incluso el orador Ci-
cerón y muchos otros nobles.
Entretanto Bruto y Casio, asesinos de César, provocaron
una gran guerra. Pues había muchos ejércitos por Macedo-
nia y Oriente de los que ellos se habían apoderado, Marcha-
ron, pues, contra éstos César Octaviano Augusto y Marco
Antonio, pues Lépido se había quedado para defender Italia.
Lucharon contra ellos en Filipos, ciudad de Macedonia. En
el primer combate fueron vencidos Antonio y César, y mu-
rió no obstante Casio, el jefe de la nobleza; en el segundo
vencieron y mataron a Bruto y a un gran número de nobles,
que habían hecho la guerra con aquéllos. Y asi la república
se dividió entre ellos, de manera que Augusto se adjudicó
Hispania, la Galia e Italia; Antonio Asia, el Ponto y Oriente.
Pero en Italia provocó una guerra civil el cónsul Lucio An-
tonio, su hermano, que había luchado junto con César con-
tra Bruto y Casio. Éste fue vencido en Perusia, ciudad de
Etruria, y hecho prisionero, pero no fue muerto.
Entretanto Sexto Pompeyo, hijo de Gneo Pompeyo Mag-
no, inició una gran guerra en Sicilia, uniéndose a él los su-
pervivientes del partido de Bruto y Casio. Contra Sexto Pom-
peyo lucharon César Augusto Octaviano y Marco Antonio.
Finalmente se firmó la paz.
En este tiempo Marco Agripa obtuvo éxitos en Aquita-
nia y Lucio Ventidio Baso venció en tres batallas a los per-
sas, que habían irrumpido en Siria. Mató a Pácoro, hijo del
rey Orodes, precisamente el mismo día en que años atrás
LIBRO VII 105
pueblo romano fundaron ciudades en su honor, que llama-
ron Cesareas, como en Mauritania el rey Juba y en Palesti-
na, que es ahora una ciudad famosisima. Muchos reyes no
obstante vinieron desde sus reinos para mostrarle sus res-
petos, y con el traje romano, es decir, togados, corrieron
junto a su carro o su caballo. A su muerte fue deificado.
Dejó un próspero estado a su sucesor Tiberio, que habia si-
do su hijastro, luego su yerno y finalmente, por adopción, su
hijo.
Tiberio gobernó* el Imperio con gran desidia, grave
crueldad, impía avaricia y vergonzosa lascivia, y nunca la-
chó él personalmente, sino que llevó a cabo las guerras por
medio de sus legados, No dejó marchar a algunos reyes que
había convocado a su presencia por medio de palabras li-
sonjeras, entre ellos a Arquelao de Capadocia, cuyo reino
incluso redujo a provincia y ordenó que la ciudad más gran-
de se llamara con su propio nombre, la cual ahora se llama
Cesarea, después de haber sido llamada antes Mazaca. Éste,
a los veintitrés años de su reinado, cuando contaba setenta y
acho, murió, con gran alegría de todos, en Campania.
Le sucedió Gayo César, de sobrenombre Calígula*, nie-
to de Druso, el hijastro de Augusto, y del propio Tiberio, el
más criminal y pernicioso, que incluso superó las infamias
de Tiberio. Emprendió la guerra contra los germanos, pero
después de entrar en Suebia no llevó a cabo ninguna acción.
Mantuvo relaciones incestuosas con sus hermanas, recono-
ció incluso a una hija nacida de una de ellas. Como fue in-
humano con todos por su enorme avaricia, lascivia y cruel-
dad, fue asesinado en palacio a los veintinueve años de edad,
a los tres años, diez meses y ocho días de su reinado.
M5 Del 14 2137.
* Emperador del 37 al 41
>
1
106 BREVIARIO
Después de éste reinó Claudio”, tío de Caligula, hijo de
Druso, que tiene un monumento en Mogonciaco, de quien
Calígula era también nieto. Éste no gobernó mal, realizando
muchas cosas con tranquilidad y moderación, otras con cruel-
dad y estupidez. Hizo la guerra en Britania, adonde ningún
romano había llegado después de César, y tras conquistarla
por medio de Gneo Sencio y Aulo Plaucio, ilustres y nobles
varones, celebró un famoso triunfo. También añadió al Im-
perio Romano unas islas situadas en el Oceáno, más allá de
las islas Británicas, que se llaman Órcadas, y le dio a su hijo
el nombre de Británico. Tan cortés fue con algunos amigos
que incluso acompañó personalmente en su triunfo a Plau-
cio, noble varón, que había realizado muchas hazañas en la
expedición a Britania, y marchó a su izquierda cuando aquél
subió al Capitolio, Vivió sesenta y cuatro años, reinó cator-
ce. Después de su muerte fue consagrado y deificado.
Le sucedió Nerón", muy semejante a su tío Calígula,
quien deshonró y empobreció el Imperio Romano, con tan
inusitada lujuria y derroche, que siguiendo el ejemplo de
Gayo Calígula se lavaba en perfumes calientes y frios, pes-
caba con redes de oro, que sacaba con cuerdas de seda púr-
pura. Asesinó a gran parte del senado, fue enemigo de todos
los hombres buenos. Finalmente se prostituyó con tanta
desvergiienza que bailó y cantó en la escena vestido como
un tocador de cítara o un actor trágico. Cometió muchos pa-
rricidios, matando a su hermano, a su mujer y a su madre.
Incendió la ciudad de Roma para poder contemplar este es-
pectáculo tal como en otro tiempo había ardido Troya cuan-
do fue tomada. En asuntos militares no se atrevió a hacer
nada y casi perdió Britania, pues dos famosísimas ciudades
% Entre los años 41 y 54.
$ Del 54 al 68,
LIBRO VII 107
fueron alli bajo su mandato tomadas y destruidas. Los par-
tos se apoderaron de Armenia e hicieron pasar bajo el yugo
a las legiones romanas, No obstante, en su reinado se crea-
ron dos provincias, el Ponto Polemoniaco, concedido por su
rey Polemón, y los Alpes Cotios, al morir su rey Cotio.
Después de ser considerado abominable en el orbe ro- 15
mano por estos crimenes, al mismo tiempo fue abandonado
por todos y declarado enemigo por el senado. Puesto que
era buscado para cumplir su castigo, castigo que consistía
en ser conducido desnudo en público, con la cabeza metida en
una horca, ser azotado hasta la muerte y arrojado desde una
roca, huyó de palacio y se suicidó en una villa de un liberto
suyo, situada en los alrededores de la ciudad, que está entre
la Vía Salaria y la Nomentana a cuatro millas de la ciudad.
En Roma construyó las termas que antes recibieron el nom-
bre de Nerón y ahora se llaman de Alejandro, Murió a los
Ireinta y dos años de edad, en el décimo cuarto de su reina-
do, y con él se extinguió toda la familia de Augusto,
Le sucedió Servio Galba**, senador de antiquísima no-
bleza, que tenía setenta y tres años de edad, elegido empe-
rador por los hispanos y los galos, y luego aceptado gusto-
samente por todo el ejército, pues su vida privada había sido
intachable tanto en los asuntos militares como civiles. Va-
rias veces cónsul, varias procónsul, con frecuencia general
en las más importantes guerras. Su reinado fue breve y hu-
biera tenido un buen comienzo, si no hubiera parecido de-
masiado propenso a la severidad. Fue víctima de la traición
de Otón a los siete meses de su reinado, degollado en el foro
en Roma y sepultado en sus jardines, que están en la via
Aurelia, no lejos de la ciudad de Roma.
6
% Entre los años 68 y 69.