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Orientación Universidad
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Título de literatura comentario, Resúmenes de Literatura Universal

Autores del Quijote muy explicados

Tipo: Resúmenes

2022/2023

Subido el 14/03/2024

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roger-sales-1 🇪🇸

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¡Descarga Título de literatura comentario y más Resúmenes en PDF de Literatura Universal solo en Docsity! LA AVENTURA DE LOS NARRADORES DEL QUIJOTE COLBERT I. NEPAULSÍNGH Todos los críticos concuerdan en que la narración del Quijote es realizada principalmente por cuatro personajes: el primer autor, el segundo autor, el traductor morisco y Cide Hamete Benengeli. No están de acuerdo siempre so­ bre la relación entre sí de estos narradores principales. Para George Haley la persona que empieza la narración de la novela es un "y o incógnito"1 que cede la narración al final del Capítulo vm a un "segundo autor." Para Forcíone este primer " y o " narrativo puede ser Cervantes mismo,2 mien­ tras que para Percas de Ponseti el primer "y o " es conver­ tido por Cervantes "en un personaje bajo tres figuras ... tres desdoblamientos de Cervantes que escriben la misma historia, y ninguno de los cuales es, por su caracterización, totalmente ni en todo momento identificable con él. " 3 Para John J. Alien es el segundo autor el que empieza la novela y que representa a Cervantes.4 Existe el problema de la identidad de los narradores y de su relación entre sí, porque muchos críticos no creen en la existencia de Cide Hamete Benengeli antes del Capítulo vm. Dice Ruth Snodgrass El Saffar, por ejemplo, que "es interesante recordar que, en realidad, Cide Hamete no apa­ reció en la novela hasta el capítulo 8 ," y opina Soons que " la historia de Cide Hamete es, desde luego, sólo una sec­ ción del libro entero. Los ocho primeros capítulos de la no­ vela quedan fuera de e lla ."5 Riley había percibido el pro­ blema y nos recuerda6 que, aunque no hay mención espe­ cífica del nombre Benengeli antes del Capítulo íx, don Qui­ jote, y por supuesto Cervantes, están pensando en el Capí­ tulo u de un "sabio encantador ... a quien ha de tocar el ser coronista desta peregrina historia."7 Riley también apunta la dirección de la solución al problema pero deja la impre­ sión, cuando habla de "la primera persona singular de Cer­ vantes: 'de cuyo nombre no quiero acordarme' " 8 que la primera voz narrativa es de Cervantes o de una mezcla de Cervantes y Cide Hamete, que Trueblood había llamado "C ide-C ervantes."9 La primera voz narrativa no es incógnita como afirma Haley, ni es de Cervantes o de Cide-Cervantes, según otros críticos, sino de Cide Hamete Benengeli. El lector no acierta en la identidad del que dice las primeras palabras "En un lugar de la Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme" hasta leer las últimas "cuyo lugar no quiso poner Cide Ha­ mete puntualmente," (tomo vm , 264-5) ; esta última decla­ ración es la interpretación que ofrece el editor o segundo autor de la obra al lector prudente, y es la responsabilidad del lector de aceptarla o rechazarla, como se discutirá abajo. Es, además, una técnica que Cervantes utiliza también con M aese Pedro, cuya identidad es revelada por Cide Hamete sólo después de la representación y destrucción de su re­ tablo. Por esto, es imposible decir a ciencia cierta cuándo Benengeli fue inventado: puede ser antes o depués del Capítulo vm. De todos modos, aunque es interesante po­ der precisar el momento de la creación de Benengeli, siem­ pre importa más la concepción última del artista que el pro­ ceso creador para conseguirla. Es obvio que Cervantes, en su concepción última del Quijote, si no desde el principio mismo, deseaba que las primeras palabras pertenecieran a Cide Hamete Benengeli. Significa esto que toda la novela, incluso los primeros capítulos, está basada en una versión u otra del original de Cide Hamete. Tenemos en primer lugar la versión truncada en ocho capítulos hecha por "e l primer autor" y transcrita, se supone que fielmente y sin comentarios hasta donde term ina, por el "segundo autor." Una vez concluida esta versión corta, se aumenta la responsabilidad del "segundo au tor," y éste no se limita a transcribir, sino que comenta la traducción de su empleado, el morisco aljamiado, de una copia del original de Cide Hamete que dura hasta el fin de la Primera Parte. Este segundo autor encuentra la Segunda Parte del original de Cide Hamete aunque no nos dice có­ m o, y manda una traducción que edita y comenta. El se­ gundo autor, entonces, es responsable de todo lo que lee­ mos: copia la traducción del primer traductor, y añade sus propios comentarios a la traducción del morisco aljamiado. Todas las traducciones se remontan al original de Cide Hamete. ¿Qué tipo de narrador es este Cide Hamete? Se suele repetir que es omnisciente aunque, paradójicamente, con las limitaciones de un historiador. Dice Riley que "como cronista, aunque de autoridad dudosa, es el deber de Be- nengelí de atenerse a la verdad de la historia. Como hechi­ cero sabe aquellas cosas secretas que traspasan la docu­ mentación histórica."10 Y Haley, Allen y El Saffar, si­ guiendo la pauta de Riley, repiten la misma idea. Para Ha- ley, Benengeli "es medio hechicero a causa de su omnis­ ciencia, lo cual no le impide el uso de documentos histó­ ricos, y medio historiador a causa de su dedicación a la v erd ad ...."11 Para Alien, "la versión de Cide Hamete,. como las fuentes de los capítulos í-viu, es omnisciente.... Pero hay limitaciones curiosas e intermitentes a la omnis­ ciencia de Cide H am ete."12 Y, para El Saffar, Benengeli "e s a la vez 'sabio' e 'historiador,' omnisciente y limi­ tad o ."13 Riley había basado su opinión de Cide Hamete en parte sobre las investigaciones de Willis y de Stagg. Según la teo­ ría de W illis, las palabras de Cide Hamete están vinculadas, conforme a la historiografía árabe, a la verdad divina de Mahoma mediante expresiones como "dice la historia": "Cada vez m ás," dice W illis, "las palabras de Cide Hamete empiezan, irónicamente, a parecerse a la Palabra. Su autor es omnisciente (salvo cuando Cervantes prefiere hacer du­ dar al in fie l).... La presuposición es, desde luego, que la verdad más auténtica es la que emana de Mahoma, y la cadena pretende remontarse tan cerca como posible a é l ." 14 Esta idea de una fuente divina para las palabras de Benen- geli fue expresada mucho después por F.W . Locke que creía que “el propio original y la obra de Cide Hamete son bien distintos" y que el propio original era obra de un dios om­ nisciente de cuya versión depende Cide Hamete.15 Stagg demuestra con razones impecables que Cervantes estaba pensando en los morabitos de Argel cuando escogió el nombre de Cide Hamete.16 Stagg cita a W illis pero omite la referencia de W illis a la omnisciencia de Benengeli, de modo que Stagg, andando con más cuidado que los otros críticos, establece la semejanza entre Cide Hamete y los sabios morabitos y simultáneamente recuerda la acusación de mentiroso dirigida a Benengeli pero no se aprovecha de la oportunidad ofrecida a cada lector prudente en varias partes de la novela de decidir el caso por sí mismo. No puede ser accidental el que se apele varias veces a la discreción del lector del Quijote. En el prólogo de la Pri­ mera Parte Cervantes se dirige a su “ lector carísimo" con las siguientes palabras: "Todo lo cual te esenta y hace libre de todo respecto y obligación, y así, puedes decir de la his­ toria todo aquello que te pareciere... .“ 17 En el último capí­ tulo de la Primera Parte el segundo autor, el editor de la novela, “no pide a los que la leyeren... sino que le den el mesmo crédito que suelen dar los discretos a los libros de caballerías."18 El autor del original, Cide Hamete, en vez de manifestar su omnisciencia, deja la decisión final sobre la aventura de la Cueva de Montesinos en manos del lector con las siguientes palabras : "y si esta aventura parece apó­ crifa, yo no tengo la culpa; y así, sin afirmarla por falsa o verdadera la escribo. Tú, letor, pues eres prudente, juzga lo que te pareciere, que yo no debo ni puedo m ás."19 Es obvio, entonces, que según las declaraciones del autor de la obra, Cervantes, y de sus narradores principales, cualquier buena interpretación de la obra depende, al fin y al cabo, de la discreción del lector prudente. Tenido esto en cuenta no sería prudente decir que Cide Hamete es omnisciente, porque creer en la omnisciencia de Benengeli equivale a caer en la manía de don Quijote, a afirmar la superstición de Sancho y a reflejar los prejuicios del segundo autor. Es Sancho quien se maravilla hacién­ dose cruces al saber que el historiador pudo escribir cosas que pasaron él y su amo a solas, y es don Quijote quien le contesta: "debe de ser algún sabio encantador el autor de nuestra historia; que a los tales no se les encubre nada de lo que quieren escribir."20 Es el "segundo autor" quien califica a Benengeli de mentiroso. El lector prudente, como Cervantes mismo, sabría que no es la primera ni la última vez que don Quijote imagina a encantadores ni que Sancho tiene miedo. Y el mismo segundo autor que condena a Be­ nengeli también lo agradece al principio del capítulo cua­ renta de la Segunda Parte diciendo que: real y verdaderamente todos los que gustan de seme­ jantes historias como ésta deben de mostrarse agrade­ cidos a Cide Hamete, su autor prim ero.... Pinta los f)ensamientos, discubre las imaginaciones, responde a as tácitas, aclara las dudas, resuelve los argumentos; finalmente, los átomos del más curioso deseo mani­ fiesta.21 Es .esta última declaración del segundo autor, más que nada, la que parece apoyar la omnisciencia de Cide Hamete. Pero el lector prudente recordará que tal declaración viene después de la confesión humilde de Cide Hamete en el Capítulo xxiv de que no puede más en acertar la verdad de la aventura de la Cueva de Montesinos. En realidad Cide Hamete es tan omnisciente como Maese Pedro y su famoso mono cuya aparente omnisciencia se consigna del modo siguiente: "antes que entrase en el lugar donde entraba con su retablo y mono, se informaba en eí lugar más cercano, o de quien él m ejor podía, qué cosas particulares hubiesen sucedido en el tal lugar, y a qué personas, y llevándolas bien en la m em oria... . " 22 (La referencia a la memoria aquí tiene significación, como se verá después.) De un modo semejante no hay detalle, pensamiento, imaginación o deseo que no pueda provenir de las fuentes ordinarias del historiador Cide Hamete. Basta con un solo ejemplo que servirá de patrón para cualquier otro caso. El lector se en­ frenta con estas palabras de Cide Hamete, que al principio parecen proceder de un narrador omnisciente: "a Sancho le vinieron deseos y barruntos de casar al mozo con San- chica su h ija ... , " 23 Pero es el mismo Sancho quien publica después sus deseos en su carta a don Quijote (II : 51). Cuan­ do Sancho se cruza con pavor frente a la sabiduría de Be­ nengeli el lector prudente recordará que es el propio Sancho quien hace poco discutía con toda la vecindad los detalles m is rebuscados de las aventuras de don Quijote. Le pre­ gunta don Quijote, "¿qué es lo que dicen de mí por ese lugar?" y Sancho contesta, "por aquí van discurriendo en tantas cosas, que ni a vuesa merced ni a mí nos dejan hueso san o ."24 De un modo parecido cualquier otra semblanza de omnisciencia por parte de Cide Hamete se remonta a la fama y a la memoria de los manchegos. Cide Hamete Be­ nengeli es un historiador arábigo y manchego, posible pariente de un arriero que había peleado con don Quijote (1:16), y todo lo que nos dice se basa en "escrituras autén­ ticas" y en lo que "la fama ha guardado en las memorias de la M ancha."25 Aunque su nombre sugiera los morabitos de Argel, aunque su estilo refleje la tradición divina de la historiografía árabe, aunque tengá fama de omnisciente, en realidad no lo es ; tampoco es mentiroso, que se sepa a cien­ cia cierta; sus fuentes no se remontan a Mahoma sino a la fama y a las memorias de los manchegos. Cide Hamete Be­ nengeli es un narrador limitado a sus fuentes de informa­ ción y el que aparezca de otro modo es una burla eficaz que el lector prudente sabrá apreciar. Se ha dicho con mucha razón que "mientras prosigue el hilo de la novela la tarea narrativa de Cide Hamete vuelve a ser una misión tan militante como la profesión caballe­ resca del héroe.... Al colgar su pluma, que le ha servido también de arma, Cide Hamete cumple con una conclusión que corresponde con la entrega del héroe de su espada."26 Y , en efecto, la gran aventura de los narradores principales del Quijote es asentar con las letras la verdad acerca de su héroe; tres hombres de letras (un historiador árabe, un traductor morisco y un editor cristiano) luchan por la fama de un hombre que, según Américo Castro, era cristiano nuevo. A cada uno de los narradores le corresponde una
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