Docsity
Docsity

Prepara tus exámenes
Prepara tus exámenes

Prepara tus exámenes y mejora tus resultados gracias a la gran cantidad de recursos disponibles en Docsity


Consigue puntos base para descargar
Consigue puntos base para descargar

Gana puntos ayudando a otros estudiantes o consíguelos activando un Plan Premium


Orientación Universidad
Orientación Universidad

Tomás de Aquino apuntes contexto, Apuntes de Historia de la Filosofía

los apuntes del contexto histórico cultural y filosóficl.

Tipo: Apuntes

2021/2022

Subido el 18/02/2022

Marioj102
Marioj102 🇪🇸

1 documento

Vista previa parcial del texto

¡Descarga Tomás de Aquino apuntes contexto y más Apuntes en PDF de Historia de la Filosofía solo en Docsity! Tema 6: “La filosofía medieval” 2 ÍNDICE 1. CONTEXTO HISTÓRICO. 2. CONTEXTO FILOSÓFICO. 3. CRISTIANISMO Y FILOSOFÍA: 3.1. Diferencias entre cristianismo y filosofía. 3.2. Platonismo y cristianismo. 3.3. Conclusiones. 4. RAZÓN Y FE EN LA FILOSOFÍA MEDIEVAL: 4.1. La Patrística: conflicto entre fe y razón. 4.2. San Agustín: la fusión entre la razón y la fe. 4.3. El agustinismo: San Anselmo y la demostración de la existencia de Dios. 4.4. El descubrimiento de Aristóteles en Occidente. 4.5. El averroísmo latino: contradicción entre razón y fe. 4.6. La Escolástica: Santo Tomás de Aquino. 4.6.1. Escolástica: Contexto histórico y cultural. 4.6.2. Santo Tomás de Aquino: autonomía y límites de la razón. 4.6.3. La razón al servicio de la fe: las cinco vías tomistas. 4.7. Guillermo de Ockham: la separación entre razón y fe. 5. EL PROBLEMA DE LOS UNIVERSALES. 6. VALORACIÓN DE LA ESCOLÁSTICA: UN EJEMPLO. 5 mundo, de Dios. Sin embargo, el cristianismo no utiliza métodos filosóficos para hacer esas afirmaciones. La veracidad de la doctrina cristiana se apoya en el valor de la palabra de Dios y su aceptación se hace por la fe. Pero sus afirmaciones están ahí, conviviendo en un mismo mundo con las afirmaciones de los sistemas filosóficos griegos. Por otra parte, aunque los primeros cristianos no proceden en general de ambientes intelectuales -ni tampoco son los problemas intelectuales sus problemas prioritarios- pronto comienzan a convertirse al cristianismo hombres que proceden de ámbitos filosóficos y que, además, necesitan recurrir a argumentos filosóficos para defender su religión frente a los ataques de sus perseguidores. Y es en esos momentos cuando se plantea el problema de las relaciones entre la razón y la fe –entre filosofía y teología- que será el problema más importante de la filosofía de la Edad Media. 3.1. Diferencias entre cristianismo y filosofía. En sus modos de conocimiento: debate en torno a la fe y la razón. Son dos tipos de saber distintos: La filosofía, que utiliza un discurso sometido a la razón. El cristianismo, que se basa en un mensaje revelado. Este contraste atraviesa todo el desarrollo del pensamiento medieval en torno a una cuestión tradicional: ¿Es suficiente la fe o, por el contrario, los contenidos de esa revelación son explicables por medio de la razón? En sus contenidos. Hay una concepción de la realidad, el hombre, la verdad y la historia diferentes en cada una de ellas. Contrastamos las ideas predominantes en el mundo griego con las que impondrá el cristianismo. a) La imagen de la divinidad. 1. El cristianismo defiende el monoteísmo frente al politeísmo de los griegos -o su monoteísmo vacilante-. 2. En el cristianismo, Dios crea el mundo partiendo de la nada, idea que desde Parménides había sido rechazada por el pensamiento griego. La imposibilidad de que algo surja de la nada absoluta era considerada por ellos como un principio racional incuestionable. 3. La idea de creación acentuaba el poder ilimitado de Dios, se dice que Dios es omnipotente. Esto posibilitará, a su vez, la explicación de los milagros. 6 b) La concepción de la historia. La afirmación de que Dios creó el mundo es una idea extraña a la filosofía griega y tiene unas consecuencias manifiestas puesto que supone que: Hay un origen del mundo. Hay un desarrollo lineal del tiempo histórico dirigido por Dios. Éste le da sentido en el momento en el que se hace hombre. La historia es, primero, la espera del Mesías, del redentor y, después, la espera del juicio final. Como consecuencia de esto tenemos que: Hay un final en la historia. Así pues, el fin y el sentido de la historia es la salvación de los hombres y su juicio. Esto está en contraposición con la concepción de la historia que tenían los griegos, para los cuales: Todo existe desde siempre. La historia es un proceso cíclico que se repite. Este proceso está dominado por la necesidad. c) La imagen del hombre. Hay tres elementos nuevos importantes: El hombre está hecho a imagen y semejanza de Dios. El alma es inmortal, pero no el cuerpo, que es “una cárcel para el alma”. Al final de los tiempos los cuerpos resucitarán. d) La moral y el pecado. La filosofía griega es básicamente intelectualista: el pecado, el obrar mal, no es más que ignorancia. Para el cristianismo el pecado es el fruto de dos factores: la maldad humana, que inclina al pecado, y la libertad del individuo, que cede a tal inclinación. Cobran así sentido pleno y dramático las ideas de culpa, arrepentimiento, pecado y redención. e) La concepción de la verdad. La filosofía griega se había caracterizado por insistir en los límites del conocimiento humano: nadie había pretendido alcanzar la verdad absoluta y total: relativismo, escepticismo y eclecticismo. La filosofía griega, en los tiempos del Imperio romano, se había acostumbrado a la pluralidad de escuelas filosóficas. El diálogo entre las distintas escuelas sólo es posible cuando se 7 acepta un doble supuesto: que ninguna de ellas posee la verdad absoluta y que todas ellas se encuentran en un plano de igualdad por lo que a fundamentos y criterios de justificación se refiere. El cristianismo negaba ambos supuestos: al proclamar que poseía la verdad revelada por Dios mismo, venía a chocar con la actitud moderada de los filósofos respecto del conocimiento; además, por la misma razón se presentaba como la Verdad a secas y, por tanto, situaba su fundamento y criterios de justificación en un plano superior al de las doctrinas filosóficas con las que había de dialogar. 3.2. Platonismo y cristianismo. De todas las corrientes filosóficas griegas, el platonismo era la que más posibilidades ofrecía a los primeros pensadores cristianos. No debemos olvidar que el platonismo tenía una fuerte inspiración, en muchos de sus aspectos, en otra religión: el orfismo. Era la filosofía que ofrecía más puntos de contacto con la doctrina cristiana: existencia de otro mundo, doctrina de la participación y el Demiurgo ordenador -que pasará a ser interpretado como creador-, inmortalidad del alma, juicio post-morten, el modo de conocimiento -las ideas innatas, la reminiscencia- será reinterpretado como la iluminación divina, ... El cristianismo se formulará en un cuerpo doctrinal cuyos conceptos fueron básicamente platónicos -ésta era la corriente filosófica más afín y con más prestigio. Por ello, en el siglo XIX, Nietzsche afirmará que el cristianismo no es otra cosa que un “platonismo vulgarizado para las masas”. Las consecuencias fundamentales de este encuentro son: a) El abandono de la observación natural y de la razón como medio para explicarnos el mundo. b) el dominio de la autoridad de la fe y la lectura de un libro (la Biblia) como clave explicativa. 3.3. Conclusiones. En conclusión, el encuentro entre cristianismo y filosofía es, no sólo un acontecimiento concreto de primera magnitud que tuvo lugar durante el período histórico correspondiente al Imperio Romano y que enfrentó 10 10 4.3. El agustinismo: San Anselmo y la demostración de la existencia de Dios. Al transmitirse durante los siglos siguientes la filosofía de San Agustín, dio lugar a un conjunto de tesis que conforman la corriente denominada Agustinismo. Encontró sus principales seguidores en los franciscanos y será la filosofía cristiana de orientación platónica que dominará el panorama intelectual hasta el siglo XIII. Así, las relaciones entre razón y fe van a ser entendidas en la línea de San Agustín: en que la razón sirve para contribuir a esclarecer los contenidos de la fe y, por lo mismo, se va a utilizar como una herramienta, como una técnica al servicio de la teología, lo que da origen a la célebre expresión: “la filosofía es la esclava de la teología”. Se piensa que la fe es un Don de Dios, pero que sería dejadez no emplear la razón para comprender la fe. Es más, se va a agudizar la necesidad de creer para poder entender. Es el caso, por ejemplo, de San Anselmo de Canterbury, monje italiano del siglo XI que vivió la mitad de su vida en Francia y acabó siendo obispo de Canterbury, y al que en la iglesia se le conoce como el “doctor magnífico”. San Anselmo reitera el concepto de sabiduría cristiana agustiniana, que implica la precedencia de la fe, y defiende la unión entre la verdad de la razón filosófica y la verdad de la fe revelada, pero subordinando siempre aquélla a ésta; sin fe no hay verdadero conocimiento. Una afirmación suya expresa con claridad cuál es su posición: “creo para poder entender” (“credo ut intelligam”). No obstante lo anterior, San Anselmo desarrolló varios argumentos para probar la existencia de Dios. El argumento más conocido se denomina “argumento ontológico” y con él pretende dotar al creyente de una razón sólida que le confirme indudablemente en su fe. El argumento ontológico fue llamado así por primera vez por Kant (s. XVIII), y ha sido uno de los argumentos más polémicos de la historia de la filosofía. Filósofos de la talla de Descartes y Hegel lo consideran válido y lo introducen en sus respectivos sistemas. Otros, como Sto. Tomás, Hume y Kant, rechazarán la validez del argumento, negando su fuerza probatoria. San Anselmo introduce el argumento en el contexto de una plegaria a Dios y su estructura lógica puede resumirse como sigue: a) Concebimos a Dios como aquello mayor que lo cual nada puede pensarse, y esa idea de Dios es comprendida por cualquiera. b) Pero aquello mayor que lo cual nada puede pensarse debe existir no sólo mentalmente, en la idea, sino también extramentalmente, en la realidad, pues siendo la existencia real una perfección, será más perfecto ("mayor que…..") el ser existente en la realidad que otro que posea los mismos atributos pero que sólo exista mentalmente; de otro modo caeríamos en una flagrante contradicción, lo que no puede ser aceptado por la razón. 11 11 c) En consecuencia, Dios existe no sólo en la mente (como idea) sino también extramentalmente, en la realidad. S. Anselmo lo formuló así: "Todos los hombres (incluido el ignorante que dice que Dios no existe) tienen la idea o noción de Dios, y entienden por Dios aquel ser tal que es imposible pensar otro mayor; ahora bien, un ser así tiene que existir, no sólo en el pensamiento sino también en la realidad, puesto que de lo contrario sería posible pensar otro mayor que él y que existiera realmente. Por lo tanto, Dios no sólo existe en el pensamiento sino también en la realidad." La premisa mayor presenta simplemente, según San Anselmo, la idea de Dios, la idea que tiene de Dios un hombre, aunque niegue su existencia. La premisa menor está clara, puesto que si aquello mayor que lo cual nada puede pensarse existiese sólo en la mente no sería aquello mayor que lo cual nada puede pensarse. Algo más grande podría pensarse, a saber, un ser que existiese en la realidad extramental y no únicamente en la idea. El argumento se desarrolla, pues, a partir de una definición de Dios que, a juicio de San Anselmo, puede ser comprendida y aceptada por cualquiera. En un segundo momento se centra en el análisis de esa misma idea y en sus implicaciones, recalcando el absurdo que resultaría de concebir mentalmente un ser perfecto y negarle la mayor perfección: la existencia. Concluye afirmado la existencia necesaria de Dios como una exigencia de la razón para evitar tal absurdo. Todo el desarrollo del argumento transcurre en el ámbito del pensamiento, progresando de la simple idea a la necesidad de admitir la existencia de Dios, sin apelar a otra instancia que a la razón y a uno de sus principios fundamentales: el de no admitir la contradicción. Parece entonces que la idea de Dios que pide al principio de su prueba San Anselmo no es la que puede tener cualquiera en su mente, sino que supone compartir varios presupuestos doctrinales o filosóficos, entre los que se han destacado los siguientes: a) partir de la idea de Dios suministrada por la revelación. b) identificar el orden lógico con el real. c) concebir la existencia divina como un simple atributo de su esencia. 12 12 Por esta razón Sto. Tomás rechazará la validez del argumento, eligiendo una dirección totalmente opuesta a la de San Anselmo en sus cinco pruebas en las que tomará la experiencia, la realidad sensible, como el punto de partida de su argumentación, siguiendo su formación aristotélica, que no acepta otro punto de partida del conocimiento sino la experiencia. 4.4. El descubrimiento de Aristóteles en Occidente. Como decíamos al principio, el pensamiento en Occidente hasta el siglo XIII se caracteriza por el predominio absoluto de la filosofía de inspiración platónica. A este predominio del platonismo contribuyó no solamente la obra de San Agustín continuada en el agustinismo y la influencia del Pseudo- Dionisio Areopagita, sino también el desconocimiento casi total de la filosofía de Aristóteles durante este dilatado período. De la obra aristotélica solamente se conocían algunas partes de su lógica, gracias a las traducciones y comentarios a las mismas realizados por el que ha sido denominado “el último de los romanos”, Boecio (siglos V-VI). No se conocía su física, ni tampoco sus teorías fundamentales acerca de la metafísica, la antropología y la teología. A través de una serie de vicisitudes, a las que más adelante nos referiremos, Europa entró en contacto con la filosofía aristotélica en el siglo XIII. Aristóteles se traduce, se lee con avidez y se comenta. El siglo XIII es el siglo del aristotelismo. Hoy nos resulta difícil comprender la conmoción que el aristotelismo produjo entonces en el pensamiento europeo, pero esta conmoción fue realmente notable: el Papa previno enérgicamente contra el aristotelismo, los agustinianos lo combatieron ferozmente, el obispo de París lo condenó una y otra vez. A pesar de todo, el aristotelismo se propagó. La propagación de la filosofía aristotélica vino a remover la concepción agustiniana tradicional acerca de las relaciones entre fe y razón, dando lugar a: El averroísmo latino, que reclamó la autonomía de la razón frente a la fe. Una nueva filosofía cristiana de inspiración aristotélica que alcanza su culmen con Santo Tomás de Aquino y que plantea las relaciones entre fe y razón de forma distinta al agustinismo. 4.5. El averroísmo latino: contradicción entre razón y fe. Arruinado el Imperio Romano y finalizada la Edad Antigua, Occidente perdió todo contacto con la mayoría de las obras filosóficas griegas. Esta pérdida de contacto y la consolidación del platonismo cristiano marcan el desarrollo de la filosofía en Europa durante los ocho siglos siguientes. Entre tanto había tenido lugar un acontecimiento histórico de primera magnitud: la 15 15 encontrar la verdad sin la ayuda de la fe. Pero cuando en el siglo XIII se conoce el aristotelismo árabe entonces ya no es posible seguir con esa valoración de la razón. La obra que habían desarrollado los pensadores árabes puso de manifiesto que la razón es una facultad capaz, por sí sola, de proporcionar al hombre una visión unitaria del universo y, además, incompatible con la de la fe. Esto hace que los pensadores cristianos se vean en la necesidad de separar la razón de la fe, distinguir la filosofía de la teología, aunque traten después de concordarlas. El primero en realizar esta labor es el dominico San Alberto Magno -maestro de Santo Tomás- que junto a los comentaristas árabes y judíos, presenta la filosofía de Aristóteles en todas sus partes. Santo Tomás mantiene que la filosofía y la teología son dos ciencias distintas con objetos, métodos y criterios diferentes, y que cada una en su propio campo es autónoma y autosuficiente. La filosofía y la teología, cada una por sí sola, pueden llegar a la verdad en los temas de los que se ocupan: el filósofo, aceptando exclusivamente lo que puede demostrar mediante la razón; el teólogo, basándose en la autoridad de Dios, en la revelación y argumentando a partir de ella. (La diferencia con San Agustín y con los pensadores anteriores es clara, puesto que hasta el siglo XIII se pensaba que la razón no podía encontrar por sí sola la verdad y necesitaba de la “iluminación” de la fe). Sin embargo, una vez realizada esta delimitación de dominios, Santo Tomás trata de concordar la razón y la fe. Y así, nuestro autor afirmará que cuando el objeto de la filosofía y de la teología coinciden, es decir, cuando se ocupan de los mismos temas -cosa que ocurre con cierta frecuencia- necesariamente tiene que existir armonía entre lo que descubre el filósofo y lo que afirma el teólogo. El motivo que da Santo Tomás para explicar esta necesaria coincidencia es que es el mismo Dios el que ha creado al hombre como ser racional y el autor de la revelación, por lo que no puede existir una contradicción entre lo que Dios revela y lo que el hombre conoce con la razón que Dios le ha dado. La distinción y, al mismo tiempo, la necesaria armonía que existe, según Santo Tomás, entre la razón y la fe, le permiten establecer entre ambas unas relaciones de complementación y ayuda mutua. El conocimiento racional acerca de Dios, del hombre y del universo tiene unos límites dentro de los cuales la razón puede moverse con mayor o menor acierto. La fe cristiana, sin embargo, proporciona noticias, más allá de estos límites, acerca de la naturaleza de Dios y acerca del destino del hombre. Estas noticias reveladas al hombre resultan concebidas como algo gratuitamente añadido a la razón humana, algo que no viene a suprimir a ésta sino a perfeccionarla, al igual que el orden natural cristiano no viene, en expresión de Aquino, “a eliminar la naturaleza sino a perfeccionarla”. Se trata, pues, de dos órdenes que en principio no tienen por qué entrar en conflicto. 16 16 Esta distinción no debe, sin embargo, interpretarse como si entre los contenidos de la razón y los contenidos de la fe no existiera elemento alguno en común: existen contenidos de la razón que no lo son en absoluto de la fe, y existen contenidos de la fe que no lo son en absoluto de la razón, pero también existen verdades que pertenecen a ambos ámbitos. Por lo que se refiere a sus contenidos, fe y razón delimitan dos conjuntos con una zona de intersección. Por citar dos ejemplos solamente, a esta zona de intersección pertenecen, a juicio de Aquino, la afirmación de que el mundo es creado y la afirmación de que el alma humana es inmortal: el discurso racional puede llegar al establecimiento de ambas afirmaciones, y ambas afirmaciones son establecidas también por la fe cristiana. La razón y la fe constituyen, pues, dos fuentes de conocimiento distintas que a menudo informan acerca de parcelas distintas de la verdad y a veces informan de los mismos contenidos. Como fuentes de información ambas son autónomas e independientes. Sin embargo, a juicio de Aquino, la razón puede prestar y presta una inestimable ayuda a la fe. Este servicio o ayuda se hace patente en la construcción de la teología como ciencia. En efecto, la teología toma sus principios de la fe, pero toma de la razón lo siguiente: En primer lugar, sus procedimientos de ordenación científica, de forma que la teología pueda constituirse en un sistema organizado de proposiciones. En segundo lugar, sus armas dialécticas para enfrentarse adecuadamente a aquellas afirmaciones de los filósofos que contradicen los artículos de la fe: tomemos el ejemplo de la eternidad del mundo; la razón no puede ayudar a la teología demostrando que el mundo ha sido creado en el tiempo, pero la razón sí que puede ayudarla haciendo ver que -contrariamente a lo que piensan algunos filósofos- tampoco es posible demostrar racionalmente lo contrario, es decir, que el mundo no haya sido creado en el tiempo. Finalmente, cuantos datos científicos o aportaciones de la filosofía puedan ser útiles para el esclarecimiento de los artículos de la fe. La existencia de la teología es, pues, la muestra real más evidente de la ayuda que la razón puede prestar a la fe. Pero no solamente la razón presta su ayuda a la fe, sino que también la fe presta sus servicios a la razón. A juicio de Aquino, puesto que no hay una doble verdad y los artículos de la fe cristiana contienen afirmaciones cuya verdad es indudable, la fe sirve a la razón de norma o criterio extrínseco: así, en caso de que la razón llegara a conclusiones incompatibles con la fe, tales conclusiones serán necesariamente falsas y el filósofo habrá de revisar sus razonamientos, sus premisas y su consistencia lógica, a fin de corregir las 17 17 deficiencias de los mismos. La fe es, pues, criterio extrínseco y negativo para la razón: extrínseco, porque se trata de fuentes de conocimiento distintas; negativo, porque el filósofo no puede apoyarse positivamente en los datos de la revelación utilizándolos como punto de partida para sus conclusiones. En definitiva, el compromiso elaborado por Aquino entre la razón y la fe revela una actitud ante la razón que cabría calificar de moderadamente optimista. Por lo demás, la autonomía concedida a la razón es limitada, y no podría ser de otro modo, tratándose de un cristiano. 4.6.3. La razón al servicio de la fe: las cinco vías tomistas. Santo Tomás, como creyente y filósofo, buscó un fundamento racional a la existencia de Dios. Planteó dos cuestiones previas: a) ¿Es necesario demostrarla?; b) ¿es posible? Hoy se daría por supuesta la necesidad de demostrarla, pues está lejos de ser una idea evidente y asumida por todos los pensadores. Pero en el contexto social y religioso la opinión sostenía que «el conocimiento de la existencia de Dios está de un modo natural en todos los hombres». Tomás distinguió, además, dos tipos de verdades: las evidentes en sí mismas y para nosotros, proposiciones cuya verdad resulta indudable después de analizar los conceptos (por ejemplo: «la línea recta es la distancia más corta entre dos puntos» o «el todo es mayor que las partes») y, las que, siendo evidentes en sí mismas, no lo son para nosotros, y a este grupo pertenece la proposición «Dios existe»: aunque es evidente en sí misma -el concepto de Dios implica su existencia- no lo es para nosotros, pues carecemos de una comprensión adecuada de la naturaleza de Dios. Tomás de Aquino piensa que es posible demostrar la existencia de Dios, y que el procedimiento más adecuado es partir de los seres que existen en el mundo natural hasta llegar a la causa inicial que originó el primero de todos los antecesores. Es una demostración a posteriori, pues se remonta del efecto a la causa anterior -a priori sería desde ir desde la causa hasta el efecto- (por ello, S. Tomás rechazó la validez del argumento ontológico de San Anselmo, pues este sólo probaba la existencia de la idea de Dios). Así, con argumentos y elementos tomados de la filosofía anterior -platonismo, aristotelismo y otras fuentes-, Aquino propuso cinco vías o procedimientos argumentativos para demostrar la afirmación «Dios existe». Todas tienen una estructura similar, en 3 pasos: a) Constatar un hecho de experiencia -movimiento en la Naturaleza-. b) Aplicar el principio de causalidad al hecho -todo lo que se mueve es empujado por algo. Todo efecto tiene una causa y es imposible una serie infinita de causas.
Docsity logo



Copyright © 2024 Ladybird Srl - Via Leonardo da Vinci 16, 10126, Torino, Italy - VAT 10816460017 - All rights reserved